Salvamar y Guardia Civil rescatan a doce subsaharianos en balsas hinchables

La Guardia Civil, primero, y la Salvamar Gadir, después, intervinieron en el rescate a doce inmigrantes subsaharianos que fueron auxiliados en menos de 24 horas. Son las muestras de la cara más dura de una inmigración que este verano, a pesar de la repetición de los casos, no llega a suponer mayor presión que otros veranos.

Lo dice Tarifa Tráfico, que incluso estima el descenso en los auxilios a inmigrantes en un 17%. Los de ayer, en cambio, no se incluían en ese descenso porque decidieron partir de las costas marroquíes para llegar a Algeciras, o al menos intentarlo. Ahora descansan en el CETI, pero antes pasaron por unas travesías bastante complicadas que les dejaron exhaustos.
Primero lo hizo un grupo de seis subsaharianos. Fueron detectados a cinco millas de Ceuta por las cámaras térmicas de la Guardia Civil pasada la una y media de la madrugada. Efectivos del Servicio Marítimo coordinaron el rescate, haciéndose con el grupo y la embarcación playera que ocupaban. En el puerto les esperaban los voluntarios de Cruz Roja además de sanitarios del 061. Ellos fueron los encargados de prestar las atenciones básicas, facilitándoles ropa, mantas, alimento y agua. Uno de los subsaharianos tuvo que ser trasladado al Hospital Universitario mientras que el resto, que presentaban cuadros leves de hipotermia, fue atendido en el propio puerto.
Sus compañeros, exhaustos, esperaban el traslado al campamento del Jaral. Antes les guardias civiles les entregaban sus efectos. Entre ellos el poco dinero que los subsaharianos traen y que esconden en pequeños bolsillos que cosen en el interior de sus pantalones. Rodeados de plásticos e incluso de preservativos, los billetes se entremezclan con algunos papeles, pero nunca aquellos que pueden servir para identificarles, ya que facilitarían su deportación al país de origen.
Esa misma madrugada en la que la Benemérita auxiliaba a los seis subsaharianos, patrulleras marroquíes rescataban otra balsa trasladándola a Marruecos. 24 horas antes las mismas patrulleras habían recogida otra embarcación más.
Pocas horas después, cuando rondaban las seis de la tarde, era la tripulación del FRS la que detectaba una nueva balsa. Esta vez a siete millas y media de Ceuta y a unas cinco de Algeciras. Siguiendo el protocolo el ferry se paró al lado de la balsita a la espera de que llegara la Salvamar Gadir para la práctica del rescate.
Algunos de los ocupantes del ferry no entendieron este retraso, provocando alteraciones en el interior del barco que fueron saldadas con la intervención policial. Eran personas que tenían prisa, demasiada, por llegar a la península y protestaron, enérgicamente, porque el ferry estuviera parado, junto a la balsa, esperando el rescate. Es lo que marca la normativa, al objeto de evitar posibles naufragios o la pérdida de visión de la balsa. Agentes de la Policía Nacional destacadas en el interior del ferry tuvieron que advertir a los contrariados para que controlaran sus quejas pero no llegaron a detener a nadie, a pesar de que uno de los pasajeros se extralimitara en su trato con los agentes. Sobre las 20.30 horas llegaban los seis rescatados al Muelle de España. Allí esperaba una unidad del 061 y voluntarios de Cruz Roja para prestar las asistencias. Uno de los subsaharianos, afectado por una hipotermia más severa que la de los compañeros, tuvo que ser evacuado al Hospital Universitario. Otro compañero fue atendido, in situ, por los sanitarios del 061de una hipoglucemia. El resto, aunque cansados, se encontraba en buenas condiciones físicas.

“Cómo pueden ir en esas balsas, si son como la de mi niño”

Los ocupantes del ferry de FRS se convirtieron en testigos directos de la inmigración y, en concreto, de las formas en que los inmigrantes llegan a utilizar para poder escapar de la miseria. “Cómo pueden ir en esas balsas, si son como la de mi niño”, expresaba a este medio Ana, una de las ocupantes del ferry, que lamentaba las condiciones en que navegan, prácticamente a la deriva. Una connotación trágica en la que hacen hincapié las fuerzas de la Guardia Civil. “No tienen miedo a nada, esto es la más pura miseria, para salir así, seis, siete personas en una balsa tan pequeña...”, indicaba uno de los agentes de servicio la pasada madrugada. Rodeando esta miseria, más aún. Las mafias se lucran con estas travesías vendiendo las embarcaciones a 200 euros en las playas del norte marroquí, tres veces más de lo que cuestan en Ceuta en donde se adquieren.

Menor número de salidas de auxilio que hace un año

Pese al repunte en el hallazgo de balsas encontradas en los dos últimos meses las estadísticas siguen apuntando a un descenso en la presión migratoria que, según Tarifa Tráfico, se cifra en un 17%. En lo que va de año se ha auxiliado a 312 subsaharianos en toda la zona del Estrecho, sesenta de ellos en las cercanías de Ceuta. En el mismo periodo de 2009 los atendidos fueron 376. Entre julio y agosto han sido treinta los subsaharianos recogidos en balsas.
Lo más significativo de las últimas intervenciones se basa en el gran cansancio que presentan los inmigrantes hasta el punto de que acostumbran a quedarse dormidos en la unidad de Salvamar o del Servicio Marítimo que interviene. Esto es debido a que los últimos rescates están siendo muy lejos de la costa ceutí, casi cuando las balsas han llegado a Algeciras. Los avisos están llegando tanto de barcos pesqueros como, en su mayoría, de los ferrys que cubren la línea entre Ceuta y Algeciras. Tarifa Tráfico coordina los dispositivos de rescate.