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La comunidad rifeña en Ceuta es amplia. Pocos se atreven a hablar de un conflicto que ha puesto en jaque el reino alauita. Mohamed, Reduan y Fati, de la tribu bocoya, lo hacen
Identidad, tierra y lengua. El significado del amazigh, el símbolo bereber por excelencia, resuena con orgullo en las palabras de los rifeños. En Ceuta hay muchos. Pero dan la cara pocos. Temen ir a la cárcel o tener problemas por hablar. Por pedir dignidad y una mejor vida para sus compatriotas. Esos hermanitos pobres que se sienten maltratados por un Marruecos emergente y que luchan contracorriente por progresar.
La muerte de un vendedor ambulante de pez espada triturado por un camión de basura al que se abalanzó para recuperar la carga confiscada desató una oleada de protestas que alcanzó todo el país y que dejó entrever un hartazgo y un espíritu de lucha que los rifeños llevan en la sangre.
Todos esperan hoy las palabras de Mohamed VI durante el discurso del aniversario de su llegada al Trono. Quieren que se pronuncie, que reconozca los derechos de su pueblo y que conceda indultos a los más de 180 presos detenidos por alzar la voz en el Hirak, palabra que se refiere a la lucha del movimiento popular del Rif por mejorar sus condiciones de vida en clara desventaja con las de otras regiones del país.
Mohamed Jalid llegó a Ceuta siendo un niño. Nació, al igual que sus padres y sus abuelos, en una aldea llamada Tacusart en la comuna de Rouadi. Tanto su abuelo como su padre trabajaban con los españoles en las obras que se llevaban a cabo en Villa Sanjurjo. Así llamaban a Alhucemas en aquella época, en honor a uno de los protagonistas del desembarco en ese pueblo de las tropas españolas para participar en la Guerra del Rif. Ya con la independencia de Marruecos, el padre de Mohamed vino con su mujer y el segundo de sus ocho hijos a asentarse definitivamente en Ceuta. Era obrero, iba y venía “y con el pico y la pala nos sacaba adelante”.
Con el mismo esfuerzo Mohamed sacó a sus 5 hijos adelante. Uno de ellos, Reduan, es activista por los derechos humanos y ha participado en el movimiento que se manifiesta pacíficamente en las calles del Rif y que pese a la represión del gobierno, lejos de apaciguarse, se enciende con más virulencia.
Su prima Fatima es también ceutí de nacimiento pero, “antes que ceutí soy rifeña de sangre y por los cuatro costados”. Vive con angustia el día a día de unas revueltas que obligan a su familia a vivir con miedo en las aldeas. “El pueblo se merece todo, es como si le hubieran dado muchas esperanzas con la llegada de Mohamed VI al poder pero no se han cumplido las expectativas. Sienten que les ha dejado en la estacada. No quieren la independencia como tratan de decir algunos para ensuciar el Hirak, simplemente quieren mejoras.Una mejoras completamente justificadas que implican educación, empleo, sanidad e infraestructuras”, puntualiza.
Mohamed explica cómo hay familias que tienen que caminar varios kilómetros para conseguir agua para sus casas, como en los colegios amarran los burros en la entrada y no hay servicios, cómo en las aldeas un doctor acude una vez por semana con suerte, cómo en las familias el joven que quiere ir a la universidad tiene que desplazarse a Tetuán, a Tánger, a Fez y el gasto que eso conlleva para unas personas humildes que no cuentan con recursos para salir adelante. Parece que no ha cambiado el tiempo a cuando él era un niño hace seis décadas. “Mi padre era obrero e iba y venía de un lugar a otro para buscarse la vida y gracias a la ayuda de algo que se podía cosechar en las casas, pero poco... salía adelante”.
Ahora descansa tranquilo en su casa del Príncipe, rodeado de nietos y bisnietos. Él mismo le contaba a Mohamed de la heroicidad de Abd El Krim y de cómo la batalla de Annual supuso el triunfo de un pueblo luchador que quería gobernar su propio destino. Ahora lo que quiere ese pueblo es mejorar dentro del reino alauita.
Obligados a emigrar, Mohamed explica que “la mayoría de los habitantes de mi pueblo son emigrantes y no es algo de ahora, ya nuestros antepasados lo hacían. Donde quiera que vaya hay rifeños”. Y en buena parte es gracias a las divisas de esos emigrantes por lo que la región se mantiene. Quizá esa emigración se deba a algo que hirió de muerte la tierra bereber. En la Guerra del Rif, el Ejército Español hizo uso de agentes químicos para sofocar la rebelión. En los ataques de 1924, se utilizó por primera vez gas mostaza que se esparció desde los aviones. Las tierras dicen que aún hoy permanecen áridas en muchos lugares y el cáncer es más elevado entre la población rifeña que en la del resto de Marruecos. Por eso, piden también los manifestantes un hospital oncológico.
“Sentimos impotencia”
“Sentimos mucha impotencia. Las revueltas desde el principio han sido pacíficas”, lamenta Reduan, que explica que en la época de sus tatarabuelos la zona tenía más oportunidades con caladeros, saladeros, fábricas de conservas, construcción... “pero cuando españoles y franceses terminaron, se llevaron la industria y Marruecos centralizó todo muy lejos del Rif. Ahora no hay nada, hay poquísima agricultura”. Quedaba la pesca, pero también hay problemas con unos peces que ellos denominan negros que hacen boquetes en las redes y producen pérdidas en los útiles de pesca que ha hecho que los barcos se trasladen a otros puertos como el de Kenitra.
Reduan pide la desmilitarización de la zona y la libertad de los casi 200 presos y muestra optimismo. Afirma que “el miedo está cambiando de bando, la autoridad actúa con dura represión por ese miedo y el rey se debilita y no tiene potestad para asumir tanta responsabilidad y dar soluciones al pueblo rifeño”. Llega el momento de darlas y espera que así sea. El pueblo se lo merece.
Toda esa degradación de las condiciones socieconómicas ha llevado a la población a salir a las calles. Ni Mohamed ni su hijo Reduan ni su prima Fatima quieren oir hablar de independencia. “Eso no es cierto, en las protestas no se habla de eso”, apunta Fatima. Y con las consignas que han hecho suyas los manifestantes y partidarios del Hirak como ‘muerte antes que humillación’, traducen el sentimiento de un pueblo que merece dignidad, y que llevan en las venas con orgullo.
“¡Acha Rif, Viva el Rif! Me duele lo que pasa, no hay derecho”
Mohamed, ya su abuelo y su padre trabajaban en Villa Sanjurjo. No puede vivir sin Marruecos. Allí va a tomarse un café, a rebajarse la barba, a dar una vuelta... emigró a Barcelona unos años “para buscar las habichuelas” y criar a sus hijos pero nunca quiso irse muy lejos de una tierra que le da la vida pero que, lamenta, no vive sus mejores momentos. Llegó a Ceuta siendo un crío pero él nació en el Rif, en una pequeña aldea de donde también eran sus padres, que decidieron asentarse en Ceuta tras trabajar muchos años con los españoles que vivían en Alhucemas. Su padre, Jalid, era obrero al igual que su abuelo y aún vive tranquilo en su casa del Príncipe aunque crió a su familia en el Tejar de Ingenieros. Tuvo ocho hijos y Mohamed es el segundo. Tuvo cinco hijos, uno de ellos, Reduan, es un conocido activista en Ceuta que lucha por los derechos humanos. Está orgulloso de su hijo y también de su padre. Él lamenta no haber estudiado pero reconoce que eso es lo que más necesita su pueblo. Los colegios están en malas condiciones, las universidades están lejos y le duele ver a los rifeños que viven lejos de Alhucemas acarrear con litros de agua durante kilómetros porque las infraestructuras son lamentables. “También hay casas aún sin luz. Es duro lo que se está viviendo y es cierto que soy ceutí y llevo aquí viviendo más tiempo que allí, pero me duele mucho lo que pasa porque ellos solo piden sus colegios, sus hospitales, sus oportunidades de trabajo...” . Orgulloso de su descendencia, levanta un llavero con el signo del amazigh mientras grita que Viva el Rif y espera poder ver el progreso que se merecen sus compatriotas.
“Espero que haya solución pronto”
Reduan M. Jalid es un activista de la causa rifeña e incluso se entrevistó con el líder Zafzafi. Recuerda que hace falta una desmilitarizacion en la zona que “existe desde los años 58/58 ...81/84 hasta la actualidad con refuerzo brutal, siendo todas las manifestaciones y reivindicaciones pacíficas en su totalidad con mucha participación de mujeres en primera línea”. Pide justicia y libertad para los presos.
Fatima sohora ahmed, una sindicalista ceutí de sangre bereber: “Las reivindicaciones del pueblo son justas”
Ya sus abuelos emigraron a Tánger en busca de trabajo. Nacida en Ceuta pero de sangre bereber, es una conocida sindicalista que no tiene reparos en admitir que educación, sanidad, empleo e infraestructuras son reclamos justos para la tierra de sus ancestros y que ella lleva en sus venas. “Vamos a menudo y ayudamos a nuestra familia en todo lo que podemos. Tienen miedo hasta de a salir a comprar el pan”.
Aún sigue vigente el sistema de trueque y eso facilita sobrevivir día a día en la zona
Orgullosos de su sangre bereber, Mohamed, Reduan y Fati lamentan que el pueblo ceutí no se involucre en la causa. Son muchos los rifeños que viven en la ciudad autónoma tanto emigrados como nacidos aquí. “Que se informen, que no se dejen llevar por informaciones falsas... duele que la gente opine sin saber”, lamenta Fatima mientras recuerda que en el terremoto que desoló Alhucemas en 2004, su familia organizó una caravana solidaria para llevar ayuda a la zona. Hay mucha pobreza, la agricultura escasea, hay pueblos sin agua y una falta de infraestructuras tremenda, los jóvenes que quieren estudiar deben trasladarse muy lejos de sus casas con el gasto que supone, el desempleo es desmesurado y la falta de atención médica preocupante. Los zocos y el sistema de trueque que aún subsiste en las regiones donde las etnias y el sistema de castas sigue vigente facilita el intercambio de bienes necesarios para el día a día. Y en medio de ese malvivir, pacíficamente, piden esa vida digna, aplacada con violencia y con cárcel por parte del Gobierno. Esperan que pronto cambie a mejor.