Por fin alguien con sentido común

La dirigente conservadora británica Margaret Thatcher se equivocó cuando dijo aquello de que “si quieres hablar de algo, busca a un hombre. Si quieres que ese algo se haga, busca a una mujer”. En nuestro caso, en nuestra ciudad, ha tenido que ser un hombre, el nuevo delegado del Gobierno, quien haciendo gala de sentido común se ha puesto manos a la obra y ha comprendido desde el minuto uno que el asunto de los MENA no podía seguir como hasta ahora. Más pronto que tarde hay que darle una solución definitiva, si Marruecos no se aviene a aceptar a sus menores, entonces, con buen criterio, el señor González Pérez pretende que el gobierno de Madrid modifique la normativa emanada de la Fiscalía General sobre esos menores para poder repatriarlos a su país de origen con todas las garantías. Espero y deseo que el delegado del Gobierno no se arrugue si en Madrid tratan de amedrentarlo con aquello de “condenados a entendernos”, o que hay que ir con pies de plomo con los marroquíes y otras cantinelas por el estilo. El señor González Pérez debería tener en cuenta que su gestión sobre los MENA va a ser mirada con lupa y que los ceutíes no van a comulgar con ruedas de molino sobre este asunto de los menores. Demasiadas ruedas nos hemos tragado ya.
Por otro lado, es de justicia hacer notar la estulticia con que se han conducido los partidos de la oposición en la Asamblea de Ceuta respecto de los menores no acompañados. Tanto el PSOE como Caballas se han dedicado, en esta cuestión, a echar balones fuera, a marear la perdiz y, sobre todo, a culpar al partido gobernante en la Ciudad Autónoma de no preocuparse por los menores acogidos. Todos sus dirigentes y epígonos han tratado por todos los medios de hacer que el alcalde y el partido popular aparezcan como los culpables de que Marruecos no quiera asumir su responsabilidad respecto de sus menores. Jamás han culpado a Marruecos de este problema. Sospechoso. Es claro de ver que si Marruecos es un país soberano para gestionar sus asuntos internos como estime conveniente, quiénes somos nosotros para privarle de sus obligaciones respecto de sus ciudadanos menores de edad. Las autoridades marroquíes son las llamadas –y sólo ellas– a hacerse cargo de esos MENA y a buscar a sus familiares, en modo alguno esa responsabilidad recae sobre el gobierno español o sobre los gobiernos Autonómicos, a pesar de lo que digan o piensen la fiscalía, las ONGs, como Prodeni, o el Defensor del Pueblo andaluz o central. Sólo Marruecos es responsable de sus ciudadanos menores de edad, sólo las autoridades marroquíes, repito.
Cierto es que la verdad nunca es transparente, clara, ni fácil de transmitir, como decía Victoria Camps, y  respecto de los menores ha bastado que el delegado del Gobierno haya apuntado que algunos de ellos “sí están generando algún tipo de delitos”, opinión sustentada ya por ciertos colectivos como AUGC, los sindicatos del área de Menores e incluso trabajadores de este sector, para que la coalición Caballas haya manifestado que se trata de criminalizar al colectivo de menores y que “la existencia de los MENA es la consecuencia de una confusa política transfronteriza”, pero jamás, jamás, citar a Marruecos. Sospechoso, muy sospechoso. La violada es la culpable por llevar escote y minifalda, como si dijéramos.
No es menos cierto, por otra parte, que la nueva estratagema de Marruecos para hacerse con nuestra ciudad es ‘invadirla’ mediante estos MENA, que una vez autorizados a residir aquí tienen la posibilidad de acceder, con el tiempo, a la nacionalidad y de traerse a sus ascendientes y hermanos menores. El asentamiento de ilegales marroquíes y los muy citados empadronamientos de ciudadanos del vecino país, y los MENA, conducirán ineludiblemente a una situación comprometida para Ceuta y para los ceutíes que –por qué no– podría conducir, también, andando el tiempo, debido al volumen de individuos procedentes de Marruecos y a los nacidos aquí constituidos como ‘quinta columna’, a que en los organismos internacionales se pusiera en cuestión la españolidad de nuestra ciudad. Si ello sucediera todos esos argumentos históricos, poblacionales y demás zarandajas irían a parar al cubo de la basura. Como lo está leyendo, amable lector, al cubo de la jodida basura.
¡Calma!, no se trata de “asustaviejas” ni nada parecido, de lo que se trata es que los ceutíes estamos hartos de tantas tropelías y abusos como vienen sucediéndose en nuestros 19,5 km2. Nunca podíamos haber soñado que nuestra ciudad iba a convertirse en un estercolero en donde iba a tener cabida cualquier barrabasada, tal y como estamos leyendo en la prensa diaria. Todo ello ha sucedido y sucede, en primer lugar, por la indiferencia con que los ceutíes admiten todo lo que le perjudique a su ciudad, y, en segundo lugar, porque el sentido común y la razón, dicen, son flores exóticas en la política. Ceuta ha sido, y es, el escaparate del “exhibicionismo frenético de la mugre” de la apatía, de la indolencia y de la incuria.