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PATIO CENTENERO (II)

Otros vecinos de este gran patio fueron Antonio Seglar Durán, carpintero de Automovilismo, casado con Rafaela Melguiso Narvaez: tuvieron siete hijos, a saber: Miguel, Antonio, José Luis, Francisco, Victoriano y Antonia, que fue hija póstuma. Victoriano, recuerda que se vivía con las puertas abiertas, cuando llovía , había que estar atentos a cambiar las cacerolas que se ponían en el suelo, para evitar mojar enseres. Dado que era época de miseria y escasez, era costumbre cuando algún vecino caía enfermo de gravedad, cogían una gorrilla y la pasaban por todo el patio, para recoger algún dinero y ayudar a esa familia. Su madre que era muy predispuesta para todo, incluso amortajaba a algún difunto, si era necesario. Otro vecino, Julio Pozo, casado con María “de Juli” tenía otros hermanos, Diego, Paco y uno que trabajaba de portero en el “Cine Avenida” de Hadú.
Existía la tienda de “el pajarito” como se conocía a Lago, posiblemente le venía el nombre porque le gustaba la caza. Allí ademas de comprar viandas, se tomaban los cuartos de vino o directamente del porrón. Este vecino tuvo los siguientes hijos: Antonio, Mari, Luis, Manolo, Pepe, Francisco y
Jesús. “La única persona importante que es habitante de las zonas chabolistas es Isidra Martinez Deves, inmigrante que llego a Ceuta procedente de Cuenca en 1900 y que reside en el Patio Centenero desde 1915. En 1940 se quedó viuda y tenía 75 años. Las 61 barracas que regenta se asientan sobre suelo propiedad de la familia Rabadán-Calcaño, salvo la que habita, que se levanta sobre suelo propiedad de Trinidad Aldames, a la que paga 30 pesetas. mensuales en concepto de alquiler de los 48 metros cuadrados que ocupa. Otro propietario de chabolas en este patio, fue Juan Vizcaino.” (El chabolismo en la Ceuta de los años 30, de José A. Alarcón Caballero).
Nicolás Granja Montilla, empleado de la empresa de alumbrado, casado con María Jimena Calderón, vivieron en este gran patio, donde nacieron sus cuatro hijos: Rafael, Juani, Jerónimo y Adrian, este último al igual que su padre, empleado de la misma empresa eléctrica . Recuerda el “grifo” que había justo al lado de su casa, donde las mujeres y niños,en su mayoría, hacían cola con toda clase de cacharros para recoger agua.
José Pozo Gómez, fotógrafo,que trabajaba en el cine Avenida de Hadú, casado con Josefa Herrera Gómez, tuvieron tres hijos: Diego, Pepita y Juan. Este último recuerda que a la edad de 5 años, aproximadamente, cayó un rayo en un grupito de casas, sita en Monte Vista Alegre, cercano a el patio Centenero. La caída de este rayo provocó el derrumbe de tres casas; una era la suya propia, motivo por el cual se mudaron al Patio contiguo: el Centenero. Otros vecinos afectados fueron Manuela con sus hijos, Adrian y Pepe. Juan Pozo Herrera, nacido en el año 1944, fue guitarrista
punteo y voz del grupo ceutí de Pop “Los Briks”, cosechando grandes éxitos a nivel nacional e internacional, y cuyo representante fue Pepe Garzón, gran artista y pintor.
“Pepe Lago, “el pajarito” por su afición a la caza, tenía cinco hijos: Antoñin, Manolín, Pepito, Paquito y Mari, todos ellos vecinos y amigos del patio, hoy Manolín está de Teniente Alcalde en Barcelona y Antoñin, fue igualmente Teniente de Alcalde en Algeciras. Antonio Lago, a quie siempre se inclinó por el dibujo, gustaba de dibujar junto con Juan Pozo, vecino del patio. A veces daba clases a otros niños, casa por casa, incluso llegó a dar las primeras clases al hijo de un vecino sordo. Recuerda Antonio que operaron a Pedro, otro vecino de este patio, del oído (depanación) por vez primera en Ceuta. Joselito (o Joselillo) solía tener muchas peleas con el Gran Francisco “Pajarraco”. Nicolas (todas estas personas ya han sido mencionada anteriormente) que trabajaba en la empresa de electricidad,
un día sufrió una gran descarga eléctrica al hacer un trabajo y estar los cables en mal estado. El “oreja” (u orejitas) también era conocido por “el picha”, primo de Juan Pozo. La abuela de Carmenchu, vivió justo frente al Gran Francisco. Juana, hermana de “Pajarraco”, fue lavandera de la familia Marañés. Su hermano “Pajarraco” solía ir con frecuencia a la tienda de este reconocido comerciante a que le dieran los cuellos duros que por aquel entonces se usaba en las camisas de caballero; le gastaban bromas y pasaban un buen rato agradable. En una ocasión, fue invitado a una ceremonia de aniversario de La Legión en Riffien y tras su “actuación”, le pagaron con billetes de la República. Un tal Tonio Quero, que no estaba en sus plenas facultades, solía hacer unas bolsas con cualquier papel que se encontrara, que después depositadas en el suelo, solía aplastar con el pié y hacía un gran estruendo, asustando a los más cercanos. La madre de “El Madriles” empezaba 2 meses antes a festejar la Navidad, tocando uno de los más humildes instrumentos: la botella de anís.
Recuerda allá por el año 1950, alguien dio la voz de alarma de una traíña que se estaba hundiendo con su tripulación a causa de una gran tormenta. Desde lo alto del Recinto Sur, la gente impotente vio como el pequeño barco se hundía con sus pescadores, sin poder prestar ayuda alguna.
“Manuel Suarez López, alias “el caracol”, emigró a Francia en 1961 con su esposa Carmen Hernández Herrera, nacida en la Barriada del Principe, apodada “Carmen la del redurto” (refugio), así como sus cuatro hijas: Asunción, Mari, Carmelina y Manoli. Trabajó en “Renault” y “Citroen”, como jefe mecánico. Volvió en 1970 al Patio Centenero con ocho hijos: Aurori, Loli, Ani y Pepe, el único varón y nacidos en Francia, posteriormente trabajó en la fabrica de alumbrado y tuvo dos hijos más: Encarni y Gonzalo. Fue el promotor de “El Botellero” atracción ferial de tipo modesto (meter anillas dentro de botellas para llevarse premios), negocio que se hizo cargo “El Madriles”, su  hermano. Esta amigable charla fue en el Bar “El Ahorcao”, de Magdaleno y Floro, ahora llamado Bar Isa, regentado por Pepe Suarez, sobrino de “El Madriles”.
Pepe Pacheco Velasco, conocido por “Palmito”, nacido en el Patio Centenero, su padre Antonio Pacheco Carrasco, su madre, Francisca Velasco Céspedes (la llamaban “nena”). El es nieto de Antonia “la latera” fusilada en el franquismo, que tuvo cuatro hijos: Pedro (del latero), Francisca, (viuda), Antonia, y Encarna (soltera). Francisca, tuvo cuatro hijos: Antonia, casada con Antoni Gil Navarro, empleado municipal, con quien tuvo seis hijos: Juan, Afri, José Maria, Paco, Jorge y Mario. María (Chigatti), hija de la Nena y su marido “El Tocayo”, casada con José Viso Vazquez pescador y después barrendero, tuvieron ocho hijos: José Luis, Paco, Pili, Lourdes, Maria del Mar, Jesús, Javi y Jorge. Paqui que se casó con Manuel Muñoz Castillo, capataz barrendero, que tuvieron a Juan Carlos (Charly), José Miguel Angel y Gema. Y por último, Pepe Pacheco Velasco, empleado de la joyería “La Esmeralda”, donde lleva 42 años trabajando, casado con Francisca García Cortés, tuvo dos hijos; Verónica y José Manuel. Toda esta gran familia, está emparentada con Francisco Luque. (Paco Lata). Pepe Pacheco como buen conocedor de la playa de la Peña, me enumeró cada una de las rocas por su nombre: boguero 1, boguero 2, la manquita, el mojón, peña la muerte, la doblá y la pirata. Me habló del Bar Juanichi, allá abajo habilitado como bar y casa y a donde solían ir tan asiduamente los vecinos de la zona. Una vecina que se había casado y extraviado las fotos de su boda, al enterarse el patio del problema, buscaron ropa de gala e incluso un traje de novia, se vistieron, hicieron un convite y las correspondientes fotos de boda. Todo solucionado. Así son la gente de este patio. Los chavales por su parte, pensando solo en juegos, aprovechaban en el callejón de la Sabana una superficie que estaba inclinada y de cemento liso, buscaban cajas de cartón y por ahí se tiraba una y cien veces; le llamaban “la rebalaera”. Cosas de niños. Otro juego de aquella época, era hacerse una cometa con cañas y papel, sin olvidar de poner una “F” para que no las rompieran. Otro recuerdo imborrable era el beber leche de cabra recién ordeñada. Además los chavales “toreaban” a las cabras como diversión. Sin olvidar otros vecinos como Fracisca Sánchez Pacheco, que se crió en el patio junto a su padre Domingo Sánchez Cabanilla y su madre María Pacheco. Faustino Caballeras Cuadrado, y José Sánchez Chaves, figuran censados ya en el año 1926 (B.O.C.C. 10/12/26). Otro apunte en ese año refleja: Se acuerda dar de baja en el padrón de Solares el conocido como patio Centenero.
“Los Pino eran una familia de muchos hermanos, me acuerdo de Púa, de los hermanos Garrido.” (Chus). José María Maldonado Perez, nació en 1973, Francisco Cruz en 1975, María Rosa Ramirez Sánchez, (vivió junto al grifo), familia Cabrera Canton, Manolo el cabeza de familia que fue camarero del bar de la Lonja, María su esposa, e hijos Antonio, Rafa y María Jesús, la familia Godoy Gonzalez. María Luisa Nuñez Galán se crió en este patio, así como su tía abuela Ana y su abuela Josefa, Tita y Encarna. (Mar López Nuñez). Más vecinos de este patio: Antonia Gutierrez Cavillo, Encarni López Gracia, Francisco Pulido Palencia, que trabajó para el Parque de Artillería (civil), y su esposa Juana Rodriguez Cortés, su hijo Juan Carlos Pulido Rodriguez y Clotilde de Oria Borja. Maria Pacheco Velasco (la chigati).
José Ruiz Muñoz, pescador y hombre de la mar, apodado “papai”,casado con Josefa Alonso Coca, quien vivía en calle Juego de Bolos, desde los 4 a los 16 años que se casó. El primer fruto del matrimonio, nació en el Pasaje Recreo, Cayetano, los siguientes hijos todos nacieron en el Centenero: José Domingo, Pepe, Jesús, Paco, Enrique y María Inmaculada, la única hembra, ya nació en la Barriada Erquicia. Jesús, sufrió una trágica muerte, siendo repartidor con una moto, parece ser que unas chicas tendieron un cable de un lado a otro de la calle y al pasar éste, se degolló. Triste suceso. Recuerda Josefa, que a su suegro le llamaban “el palito” y que los cubos de agua, valían 2 perras gordas y había que llevarlos desde el Pasaje Recreo hasta el Juego de Bolos. El padrino de Cayetano era otro conocido como Pajarraco, pero éste era el que tocaba el acordeón. (Josefa Alonso)
Encarni López Gracia se casó en el patio Centenero, después partió para Melilla. A su hermano le llamaban Manolo “el sierra”. Juan González Morales, de profesión panadero y Dolores Vivas Cantero, con sus tres hijos nacidos en este patio, Andrés, Juan Manuel e Isabel, fueron vecinos del Centenero. Félix Lorente Rios, nacido en Ceuta, mecánico, trabajó en Intendencia y posteriormente en la “Transmediterránea”, casado con Eusebia Morcuende Blazque, natural de Candelera (Avila), y varios hijos nacidos todos en el patio. Manuel Cabrera Orozco, natural de Ronda (Málaga) de profesión camarero, casado con María Canton Lobato, desde su casamiento vivieron en este patio, donde nacieron sus hijos José Manuel, Antonio, Rafael y Maria Jesus. El trabajó siempre en la lonja de pescadores. Diego “el cartero” y Juanita. Felix Lorente Ríos, nacido en Ceuta, mecánico que trabajó en Intendencia y en “Transmediterránea”, casado con Eusebia Blazque Cadelera, así como cuatro hijos nacido en este mismo patio. Antonio García Sanchez, fue vecino de este patio, era dueño de la tahona que había en la calle Isabel Cabral, fue la primera “Boutique del pan.” Intervino en la consecución de viviendas del Polígono Virgen de África. Se mató en un accidente de moto por las Puertas del Campo.
Fernando Valero, nacido en el Sacromonte granadino y casado con Filomena Fernández, también de Granada, tenían cuatro hijos cuando llegaron a este patio; estos eran Carmela, Luisa, Manuel y Encarni. Trabajó como sereno y más tarde nacieron en este lugar: África, María y Amelia, esta última se casó en segundas nupcias con José Campos, militar de profesión, su única hija vive en Tenerife.
Otros vecinos: dos familias muy conocidas y bien allegadas, eran los Román y los Durán, ambos con hijos de la misma edad que se criaron prácticamente juntos en este patio. Jose Castro que tenía un puesto de pescado en la plaza de Abasto, casado con Ana Mellado. Manuel Orozco y su mujer María. Antonio y Rosa Castro. Rafael Lopez Cabrera. José Muriel, nacido en el Foso de San Felipe, apodado “el malagueño” y casado con África “la de los plátanos”, tuvieron cinco hijos y se marcharon cuando desocuparon el patio. Manuel Muñoz Rodriguez, casado con Josefa Moro Palmero,ambos de Chiclana (Cádiz) y sus hijos Josefa, Juana, Ricardo y África. Juana se marcharía a Cartagena siendo joven.
“¿Quien no conocía a las familias del Patio Centenero, tan  divertidas en las fiestas, como las del Peludo, Botella, Pascual, Juan de Rafaela, Juan “Los Vegrillos”, los Montaner, los Pozo o Sebastián el padre de Lili ? La mayoría de ellos ya no están con nosotros, pero están unidos a mis recuerdos de Navidad” relata Paco Luque en su libro “Historia de una Vida”. Miguel Illescas, natural de La Linea (Cádiz) empleado de arbitrios en el puerto, y casado con Ana Mesa Cordón, igualmente de La Linea (Cádiz), tuvieron varios hijos: uno de ellos murió muy joven en la guerra, era corneta y una hija que falleció a los 3 o 4 añitos. Otros hijos de este matrimonio fueron: Amalia, casada con José Molina Ramirez, de Ceuta, que trabajó como contable del armador Fuentes, de Barbate (Cádiz). Miguel y su esposa Conchi él como contable de la casa “Opel”. Su abuelos murieron en el Centenero. Vivió en este patio Paz Almagro Jurado, nacida en Ronda (Málaga) con sus dos hijos Isabel y José García Almagro, nacidos en La Linea (Cádiz), Isabel, jornalera y José militar así como sus nietos Milagros y Francisco García Punta.
Una muestra de como eran la gente del patio Centenero, la tenemos en la siguiente anécdota relatada por María Teresa Gonzalez, pariente de la familia Eduardo Gonzalez Guerrerro, conocida por “los negritos” que vivió en este patio. Cuenta como en unas navidades desembarcaron en Ceuta unos chinos o japoneses (curiosamente, ellos sí saben distinguirse), y que encontraron por la Plaza de los Reyes, mientras iban muy alegres, cantando villancicos. Uno de ellos consiguió hacerse entender y preguntó donde podrían cenar esa noche. Ni corto ni perezoso, les invitó a su casa. Se lo pasaron de fábula; comieron, rieron, cantaron, se emborracharon, etc. al tinto le decían “agua tonta”.
Al día siguiente salió en el “Faro de Ceuta” la divertida noticia. Esta es la hospitalidad y la idiosincracia de los caballas en general.
El 24 de Abril de 1940 en el Padrón de Barracas, figuraba el Patio Centenero con más de 125 de estas viviendas. Un nuevo Padrón de Barracas y viviendas insalubres confeccionado en Enero de 1962, confirma que la situación es similar en número de barracas. Afirmaciones de Manuel Gordillo Osuna, en su libro Geografía Urbana de Ceuta, revela que por los años 40, existían en este patio unos 55 pescadores censados.

Recuerdos de los que vivieron en Patio Centenero

Antonio Lago, gran conocedor de su patio, ha confeccionado una relación de personas de las que él personalmente recuerda, algunas con sus apodos que nos servirán para reconocer mejor a esos vecinos. Cito textualmente a continuación:
Las tiendas del Patio Centenero “Había tres tiendas: La tienda de Vicente Sedano, la tienda de Antonio Gutierres (el montañés) y la tienda de Antonio Lago Herrera, “Casa Pepe” también conocido por “el pajarito”.Personas todas muy trabajadoras para poder sacar adelante a sus familias. Creo que Vicente Sedano fue el último en llegar, ya estaban “el montañés” y “pajarito”. Mi padre, José Lago, le compró la tienda a una señora que la conocían por “la valencia”. Recuerdo una anécdota: “una noche iba con mi padre, después de cerrar la tienda, nos cruzamos con Vicente y éste le preguntó a mi padre cómo había ido el día. Mi padre, recuerdo perfectamente, le dijo: pues bien; he hecho de caja 1.565 pesetas. Vicente le respondió: “yo he hecho algo menos”.
Tanto Vicente como Antonio, “el montañés” tenían Ultramarinos y Bebidas. Mi padre además Panadería. Había otra tienda, algo más pequeña, en el Patio de la Bisagra, a la que
conocían por “tienda de la morcillera”, la llamaban así porque en sus tiempos se dedicó a hacer morcilla y morcilla lustre. Era madre de Manuel Matoso (Manolito el ditero), era cobrador del agua y al mismo tiempo hacía de ditero. Fue dueño de Galerias Ceuta en El Morro. Mi padre recibía el vino
en toneles de 12,5 arrobas, o sea 200 litros, cada 2 o 3 meses, había una persona llamada Antonio Pacheco, que era el que hacía el espiche oficialmente, mi padre no dejaba a otro que lo hiciera, era un especialista, además luego tenía su ? de vino gratis. Su hijo Pepe Pacheco, trabaja en la Joyería La Esmeralda desde niño Recuerdo que Juan Pozo y yo nos poníamos a pintar juntos, de chico. Juan, con ganas de sacar algún dinerillo extra, se dedico a hacer unos zapatos de corcho, así como alquilar por el patio, ayudado de una carretilla, una lavadora eléctrica de las primeras que llegaron Ceuta.
El grifo de Mariana. La zona del grifo se le decía porque ahí estaba el grifo donde aquellas personas que no tenían agua corriente en sus casas, pues debían desplazarse hasta la zona del grifo para recoger en cubos o garrafas, el agua necesaria para el uso cotidiano en cada casa. Mariana tenía ese grifo, no sé si era una concesión por parte de la empresa de agua, ella cobraba en aquel tiempo, no recuerdo bien si eran 5 o 10 céntimos por cubo o garrafa de 16 litros; creo que tendría un contador y después ella pagaba a la empresa el gasto mensual del agua consumida. Lo cierto es que allí se formaban unas colas enormes, era digno de ver como las personas acarreaban el agua. Las garrafas, recuerdo que las mujeres y muchachas jóvenes se la ponían en la cadera. Recuerdo que había una mujer, creo que era gallega que se ponía un rodillo forrado con tela y llevaba un cántaro en la cabeza. En esa zona vivían varias personas muy conocidas, como Antonio (el calentura), la Plátera; su marido era el que nos componía los villancicos de Navidad, para el Coro de la Estrellita, el cual tuve el honor de dirigir durante dos años, ambos con premios.
Antonio Lago Cuadro
“El pelúo” Se llamaba en realidad José Pozo Marin, de la familia de los Pozo. Tenía un hermano y una hermana: Raimundo y Jacinta, prácticamente fueron criados por su abuela María, que vendía el carbón y el petroleo, que en aquellos tiempos se usaba muchísimo. “El pelúo” era la alegría de los niños, siempre estaba jugando con ellos, a las bolas, al aro, al trompo, al palitroqui o al pincho, es igual, el asunto es que siempre estaba con ellos. Cuando llegaba la temporada de los vencejos (aviones les llamábamos nosotros), ya estaba “el pelúo” avisando a todos los niños que había que empezar a hacer las cometas. Ya sabéis lo que eso conlleva; papeles de seda de colores, hilo de la clase chambel, caña, trozo de tela para la cola, harina y agua para el engrudo y el talento de “el pelúo” para hacer la cometa. Las hacía de diferentes tipos, era un artista y después al Recinto para hacerlas volar, no sin antes ponerle en la cola tres metros de hilo de coser que finalizaba en lazo corredizo, al cual se le ponía una pajita y cuando el vencejo iba a coger la pajita, se quedaba cogido en el lazo. ¡ Vamos una obra de arte ! “El pelúo” murió joven, ya que desde pequeño estaba siempre enfermo, todos los niños del patio lo echamos de menos. (q.e.p.d.)

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