La Asamblea celebra desde las 9:30 horas otra sesión plenaria que viene precedida por las suspensiones anteriores y el cruce de insultos de todo tipo. Es la de hoy una oportunidad para demostrar la altura de los representantes públicos, de comprobar el nivel estilado y si algo ha cambiado desde la última vez en la que se dijeron todo. Viendo el contenido de algunas interpelaciones no hay que tener demasiadas luces para ver el interés que persiguen algunos, ese objetivo final bien alejado de lo que supone sacar adelante propuestas que sean positivas para la ciudad. Más bien al contrario.
La última suspensión fue un paripé que de nada ha servido, ya que se han cerrado en falso heridas y no se han anunciado las posturas que se adoptarán y lo que no se va a permitir. Nos movemos ante dos únicas opciones: o se permite que cada uno suelte por su boquita lo primero que se le ocurra hasta convertir el pleno en un circo indecente o se interviene en base al reglamento para que el show se lo guarde cada uno en su casita y en el foro plenario únicamente se debate dentro de un respeto y ciñéndose a los asuntos de interés.
Lo que no vale es que aquí cada uno juegue a ver quién eleva más la voz, quién ofrece más insultos y quién se planta antes para después trocear los vídeos de sus intervenciones, colgarlos en Facebook y pelearse por obtener más ‘me gusta’. Eso no sirve más que para alimentar el ego de unos concejales de pueblo, pero no para mejorar Ceuta, que es por lo que cobran y para lo que están, supuestamente.
Para el show habrá tiempo, llegarán las elecciones, ese periodo propicio para mentir y rascar votos. Pero ahora, si queremos construir política no se puede dar pie, de nuevo, a un zoco con cruce de peleas, enfrentamientos y escenas que, temo, nos volverán a colocar en primera línea mediática. Y no precisamente para bien.