La foto podría ser la misma. El flamante Zoido, don Juan y Cucurull. Los tres reunidos para solventar, se supone porque eso nos cuentan, el eterno problema de la frontera. He perdido la cuenta de la de veces que han mantenido similar encuentro por el mismo motivo. Dos, tres... sí, creo que esta puede ser la tercera.
El problema, mientras, ha ido a más. A las avalanchas se han sumado las colas porque la infraestructura no absorbe, la falta de medios y la descoordinación entre fuerzas de seguridad, la ausencia de rumbo que ayude a buscar una salida. Del ministro nos cuentan que han sacado el compromiso de acelerar la remodelación integral de la frontera, de disponer de una Agrupación de Tráfico fija en la N352 y de mantener encuentros al más alto nivel con Marruecos.
Compromisos que nos suenan pero que no se cumplieron.. Son propuestas, las que nos han dado a conocer, que cuestan ser creídas a estas alturas
Son propuestas, las que nos han dado a conocer, que cuestan ser creídas a estas alturas
A este hilera de anuncios se suma otro: coordinación para que funcione la zona de embolsamiento. Esa es la mejor. ¿El presidente y el delegado tienen que acudir a ver a todo un ministro para poner en marcha una explanada que albergue los vehículos patera?, ¿qué nos prometían entonces cuando nos dieron hasta fechas para su puesta en funcionamiento?, ¿a qué se ha estado jugando, hay que buscar en un ministerio la coordinación que, se supone, debe existir y abordarse en las juntas de seguridad? Aquí me pierdo porque no hay quien entienda, sin cabrearse, que esta sea una medida con necesidad de tintes oficiales. Vaya despropósito.
De Zoido pasamos a otro encuentro, el mantenido con el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, con el que se ha debatido disponer una línea marítima con Marina Smir y otra aérea directa con Tánger.
Vías para potenciar un posible turismo salvando la siempre negativa predisposición marroquí a aceptar cualquier medida que suponga un reconocimiento de Ceuta española.
Es un hecho sobre el que las administraciones no han querido hablar pero que ha supuesto siempre un punto negro para desatascar algunos asuntos clave como, por ejemplo, la repatriación de los menores.
Ambas propuestas, tristemente, tampoco servirán para, sobre el terreno, aliviar una presión fronteriza ejercida por unos porteadores que no van a elegir ni el barco ni el avión para pasar los bultos al otro lado.