Se acercan las elecciones y en los partidos se mueve ficha de manera más o menos torpe. Los hay que se apresuran a coger el hueco y comienzan a hacer su particular presión para recuperar tiempos pasados. Las listas mandan y por eso hay quienes son capaces de clavar puñales o meter la estocada hasta dentro, según intenciones. Nadie se escapa de la convulsión política, ni siquiera el PP, en donde la presión es mayor. ¿Por qué? Porque ni entre quienes se sientan a la misma mesa gubernamental se pueden ver y hay quienes dan codazos con tal de echar a quienes todavía cautivan los ojos del presidente. Los chismes, el hablar por hablar, el intentar malmeter para que determinadas áreas terminen salpicadas de críticas se convierte en el deporte de los que darían todo por estar, de nuevo, en la selección. Esta batalla comienza con ganadores y víctimas. Los segundos son los que, sin padrino, poco más que pueden hacer que despedirse de sus sillones. Habrá quienes pueden buscar una reconversión, de prisa y corriendo, para quitarse el sambenito de afín a Gordillo y volver a tener momentos de gloria. Y ojo, pueden conseguirlo, porque en el PP parece que se perdona todo e incluso se permite que las lagunas aparezcan donde el presidente quiere. Y si no, que se lo digan a Manolo Gómez Hoyos, relevado por Carreira, quien soltó sapos y culebras del PP, de Gordillo y de sus seguidores -entre quienes estaba Vivas- y hasta castigado en la cartera y en la promoción laboral prometida y no cumplida. Así funciona el sistema, con tantas sorpresas que ya no me extrañaría que don Juan volviera a incluir a Carreira en las listas, después de arreglar el desaguisado que tiene entre manos. Lo que pasa es que ya no sé qué explicación dará ante su gente porque después de la intervención de Bel en el pasado pleno eso de ‘necesitamos un portavoz aguerrido’ ya no cuela.
En los próximos meses nos vamos a divertir viendo pasar a quienes harán lo indecible por ganarse las atenciones de don Juan para que les ponga de lo que sea, como si quiere inventarse la Consejería de meapilas. Da igual, seguro que tiene mil y un aspirantes. Veremos también la resurreción de algunos miembros de la vieja guardia, porque don Juan tiene que resucitar cadáveres políticos y puede que nos llevemos alguna sorpresa con los nombres ya barajados en las cloacas. Y todavía tiene que presentar nuevos valores, sacar a las niñas o niños tiernos criados entre las gaviotas al grito de presidente, aunque sólo sea para las áreas más fashion y con menos cabeza del Gobierno. Porque vestir, también hay que vestirlo. Por cierto ayer hubo comité en el partido, hubo rueda de prensa y fotografías, pero en lo que no se ha dicho ha quedado lo mejor. Ya habrá tiempo, tertulias y columnas para ir contándolo. Toca esperar.