Lo que el ojo si ve

Parménides, originario de Elea, escribió una obra filosófica en verso, “De la naturaleza”. En su discurso, da una prioridad total a lo que es construido por la razón: desde el momento que se piensa lo real, conviene decir que es; es imposible decir que no es. Es Platón quien en “el Sofista”, discutirá este punto considerando que el “no ser es de alguna manera”; debe, sin embargo, a Parménides su célebre separación entre el mundo verdadero de las ideas y el mundo del devenir y de las apariencias. Bajo la influencia de Pitágoras…
En aquel frío invierno del año de 1991, el equipo de fútbol-sala de la prisión “Salto del Negro”, ascendido esa misma temporada a la primera división regional de la capital gran canaria de Las Palmas, era un conjunto que estaba formado por reclusos en 2º grado del tratamiento. Su salida del establecimiento para disputar los partidos de fuera de casa , en un principio, no generaban ningún problema. Es cierto que, poco a poco, fue perdiendo efectivos por diferentes circunstancias, algunas de ellas, difíciles de explicar. Los equipos que eran visitantes a las instalaciones del centro, salían muy contentos por la experiencia, aunque casi todos con una derrota.
Un semana de aquellos días, se comentó intramuros que el equipo no podría disputar la próxima jornada en el exterior debido a que solo disponía de un portero y dos jugadores de campo. Aquella propuesta abstracta de que Juan Conde y Francisco Vinuesa serían fichados para paliar aquella anomalía, pasó de ser rumor a convertirse en realidad. Hoy recuerdo las bromas simpáticas de funcionarios cercanos que veían aquel hecho como una innovación más, un acercamiento siempre posible y que mostraba la calidad humana del funcionario de Prisiones. De hecho, para nosotros fue un orgullo jugar con aquellos amigos privados de libertad.
Nuestra llegada a un polideportivo al aire libre situado en el populoso barrio de Escaleritas no estuvo exenta de cierta agitación. Algunas señoras mayores se acercaban y decían: -Pobre, está usted preso… sea usted bueno-. Y ese trato, que a muchos quizá podría molestar, ante tanta pregunta, solo había una contestación:- Si Señora, llevo años preso pero ahora me cuido y cuando salga, que será pronto, buscaré un trabajo y seré bueno-. Se quedaban grabadas aquellas caras, sus miradas… lo cierto es que, en el interior del vestuario, se uniformaron cinco futbolistas dispuestos a ganar y principalmente, por representar a una institución muy respetable. Los jefes cambiaron el hábito por el monje y los reclusos enviaron un saludo al  bonito lema que siempre será de ellos “odia el delito y compadece al delincuente”.
Con un portero al que llamaban Toloveo y que era muy bueno, se completaba con una defensa
fornida,  gracias a la aportación de Conde y de un centroamericano llamado Luis R.R, jugador de élite en Paraguay y que nos recordaba el grito de guerra que le guiaba: “Garra, corazón y huevos”. Un chico llamado Juan y mi depurada técnica (perciben que no tengo abuela), formaba el único equipo posible. No había más.
Ganamos aquel partido ante un buen rival por 5 goles a 4. Tiene su importancia que goleé en tres ocasiones y que se percibía la alegría. La gente aplaudía y nos felicitaban. Era curioso pero la gente llana, la gente del pueblo, deseaban nuestra victoria. Jugando los últimos doce minutos en inferioridad por la expulsión de dos de nuestros jugadores, conseguimos aguantar el resultado. Es significativo que los dos expulsados lo fueron injustamente… ¿estaría alguno de ellos injustamente preso?... cada gol suponía un expresión de alegría que abría una puerta al abrazo, que alejaba el color de un uniforme… que desgarraba la dureza de los barrotes.
En diferentes ocasiones y ya casi como forma habitual, se vende a bombo y platillo cuando el Real Madrid protagoniza un evento en el interior de cualquier Centro Penitenciario de la capital, cosa que encuentro verdaderamente lógica y muy loable. Es el Real Madrid… pero en este caso, en la grandeza no está la pureza y que, unido a los sentimientos y vivencias con  mi querido amigo Juan Conde, tengo que decir que ni Real Madrid ni nada de nada… nosotros somos, posiblemente, los pioneros en el difícil arte de vivir por algo más y sin duda, aquellos partidos que jugamos junto a personas con sus vidas obstruidas, marcadas, condicionadas, es la mejor de las recompensas que puede obtener de su trabajo “un hombre de bien”. En definitiva, qué nos puede sorprender a nosotros que alguien del Real Madrid se acerque a lo que fue un verdadero evento… de aquella tarde noche traicionando humedad, de pista resbaladiza, “chispando”, donde el preso fue humanizado y el funcionario… ¡el funcionario liberó sus ataduras!. Por ello, te felicito Juan y te impongo una medalla única… ¡la de la verdad!.
Es posible que sea necesario llorar a veces… que sea en ese momento, ¡cuando la necesidad sea más sutil que una lágrima!.