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Unos 500 inmigrantes quisieron lo imposible, cruzar en grupo por el vallado que separa Benzú de Beliones
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Derrotados, optaron por replegarse a las dos de la madrugada
Uno detrás de otro. La alerta sobre el acercamiento de un grupo estimado de 500 inmigrantes al vallado provocó la movilización de todas las unidades de la Guardia Civil. Los GRS disponibles, los GEAS, el Servicio Marítimo... uno detrás de otro fueron desplegándose a lo largo de toda la valla que separa el pueblo de Beliones de Benzú, hasta convertirla en un ‘muro’ infranqueable. Al otro lado, las fuerzas marroquíes hacían lo mismo: la playa repleta de concertinas y vallas, el acceso a la misma blindado con vallas metálicas y agentes antidisturbios... y a todos ellos se les sumaban decenas de furgonetas cargadas a su vez de agentes. En los montes, con linternas y perros se escenificaba el control encomendado por Europa a Marruecos en la denominada frontera sur.
Era la noche de la unión. La unión de cientos de hombres y alguna mujer que habían decidido intentar lo más complicado, lo que resulta casi imposible: atravesar ese espigón. Hacerlo por mar era un auténtico suicidio, en una noche de niebla y Levante. Los subsaharianos, que habían constituido una auténtica piña, desistieron de su intento y se replegaron en torno a las dos de la madrugada, regresando a los campamentos. La unión se había roto, la pretensión se había quedado en eso. Para la Guardia Civil era una noche más de alerta, otra de tantas que vienen reproduciéndose desde hace un par de semanas.
Ayer, Marruecos volvía a blindar sus carreteras con componentes de la Gendarmería. Los inmigrantes esperan que haya una batida por los montes, por eso se esfuerzan en ocultarse para intentarlo la próxima vez. Todavía están en casas aquellos que resultaron heridos en el intento de entrada que tuvo lugar la semana pasada, la gran mayoría con fracturas en sus extremidades. La presión, al otro lado, continúa.