Jueces entre goteras, por Carmen Echarri

He perdido ya la cuenta de la de veces que se ha denunciado el mal estado del edificio Ceuta Center, ocupado en su parte superior por la Audiencia y los Juzgados de lo Penal

Si ya es de chiste el tema de los ascensores, siempre estropeados lo que convierte el acceso a estas sedes en tercermundista, más lo es la ristra de deficiencias que se traducen en aparición de goteras o desprendimientos de parte del techado y que están directamente relacionadas con la dejación de funciones de la Ciudad Autónoma.

Es la responsable del mantenimiento y la misma que es capaz de hacer oídos sordos mientras se agotan las ganas de queja de los propios funcionarios o de los sindicatos como CCOO-Justicia, harto de poner de manifiesto esta situación. No es la mejor de las imágenes esa fotografía de la sala de la Audiencia con cubos en el pasillo y charcos de agua en el suelo cuando el nivel se ha superado.

Tampoco con parte de las placas del techo caídas o con el sistema eléctrico que fluye al lado de estas goteras... como si fuera algo normal y seguro. Igual la Ciudad Autónoma lo ve normal, considera que es algo lógico debatir sobre la culpabilidad o inocencia de un acusado mientras al lado rebosa el agua de los cubos, sigue cayendo parte del techo y hay quien reza porque no se produzca un cortocircuito que termine cargándose el ya de por sí deficitario sistema informático.

La Ciudad encarga obras chapuceras dejando en evidencia este edificio, en parte, judicial

No es normal pero tendría su excusa si esta situación llevara arrastrándose unos días o una semana... pero no, llevan con los cubos, el agua, las goteras y la mala leche más tiempo, tanto que ya causa hartazgo.

Se está ante un problema cíclico al que no se le pone una solución segura y definitiva. Las obras realizadas son meras chapuzas y la situación atentatoria contra la mínima seguridad laboral es más que evidente.

No creo que a don Juan y su equipo les hiciera gracia mantener las reuniones de Consejo de Gobierno en estas condiciones. Pues pónganse en la piel no solo de todos los funcionarios que sufren esto sino, también, de los propios ciudadanos, usuarios de la Justicia, que tenemos que tener más miedo a tener un accidente en una sala judicial que a la sentencia de su señoría.