Enrique Vidal de Loño culminó ayer 42 años de carrera militar en activo pasando a la reserva en un acto muy emotivo.
El patio del acuartelamiento ‘García Aldave’ acogió en la mañana de ayer el acto de despedida del comandante general de Ceuta, Enrique Vidal de Loño, quien pasa a la reserva tras 42 años de servicio en activo. En el mismo participaron las diferentes unidades que componen la Comandancia General de Ceuta (COMGECEU). La formación estuvo al mando del coronel jefe del Tercio ‘Duque de Alba’ 2º de la Legión (TERLEG 2), Alfonso García-Vaquero Pradal, y estuvo compuesta por la Escuadra de Gastadores del TERLEG 2, la plana mayor de mando, la banda de Guerra del TERLEG 2, el primer batallón de Infantería del Tábor de ‘Tetuán’ del GREG 54, la bandera ‘Cristo de Lepanto’ del TERLEG 2,el Grupo de Caballería del RCAC 3, el Grupo de Artillería del RAMIX 30 y el Batallón Mixto del resto de Unidades.
Se trató de un acto sencillo, emotivo, solemne y de mucha intensidad. Las condiciones climáticas acompañaron y fueron dotando de intensidad y diferentes matices los distintos momentos de la ceremonia.
La entrada de Vidal de Loño a un patio repleto de soldados, amigos, familiares y autoridades ya hacía presagiar que los sentimientos iban a estar a flor de piel. Así se demostró también durante el discurso del general 2º jefe, Julio Herrero Isla. Herrero no escatimó en agradecimiento y afecto hacia el general saliente y aseguró que “conocemos tu esfuerzo para que esta comandancia alcanzara los más altos niveles de preparación y, por ello, mereciera ser designada para las más destacadas misiones”. Unos esfuerzos que se habrían traducido en la mejora constante de las cualidades profesionales y personales de los soldados. Herrero repasó algunos de los momentos álgidos vividos en Ceuta durante el mandato de Vidal de Loño, como serían los honores que se rindieron a sus majestades los reyes durante su histórica visita a la ciudad, la participación de los legionarios y regulares de Ceuta en el pasado desfile del día de la Fiesta Nacional o la participación en misiones oficiales internacionales, como fue la de Kosovo. El general concluyó deseándole lo mejor en el futuro y asegurando que “la etapa que hoy se cierra ha sido muy importante para la modernización de la Comandancia General”.
Acto seguido, Enrique Vidal de Loño, su mujer, sus tres hijos y sus dos nueras besaron la enseña nacional. En ese momento, la niebla que había ido entrando en el patio de armas se disolvió dejando paso a un claro de sol que duró el instante que el general saliente y sus familiares rendían honores a la bandera. El de Vidal de Loño fue un beso con maneras de abrazo. Fue prolongado y pasional, muestra de la fuerza y el sentimiento con los que ha llevado su carrera durante estos 42 años.
La ceremonia de despedida del comandante general continuo con el tradicional homenaje a aquellos que dieron su vida por España. Vidal de Loño y su esposa, María José Sayas, se dirigieron entonces al monumento situado en una de las esquinas del patio para depositar conjuntamente una corona de laurel. Posteriormente dos nutridos grupos de soldados dispararon la salva, que retumbó con energía en el pecho de todos los presentes. Finalmente, las fuerzas desfilaron, por última vez, bajo la atenta mirada y el saludo de Vidal de Loño.
Vidal de Loño: “¿Cómo se va a despedir un español de la Bandera?
Enrique Vidal de Loño ofreció un último discurso al frente de las tropas ceutíes y habló desde el corazón, energía y con un sentimiento de emoción que le caló en la voz. El comandante general agradeció a Ceuta su acogimiento y aseguró que “nunca olvidaré vuestro afecto y vuestra hospitalidad”. Durante sus palabras recordó sus inicios y los momentos más duros de su carrera militar y explicó que había sido guiado por “excelentes modelos de muchos camaradas de armas que me dieron muestra de cómo había que ir andando el camino”. De ellos dijo haber aprendido “la serenidad, el valor y el coraje para tomar decisiones difíciles” tres valores que son esencias fundamentales de un jefe. El comandante jefe no se olvidó de aquellos a los que ha tenido más cerca en estos 42 años y les agradeció que “nunca hubo el más leve gesto de reproche por andar los caminos que fui eligiendo en la milicia”.
El protagonista principal del acto dejó claro que lo suyo no era una despedida, ya que “¿cómo se va a despedir de la bandera de España un español?”. Aquel juramento que hizo en su día “sigue vigente y lo seguirá siempre mientras haya gotas de sangre circulando por las venas”, sentenció. Y continuo demostrando que él seguirá muy vinculado al mundo militar porque “ésto de hoy es sólo un cambio de situación administrativa, el resto permanecerá” vivo en su persona.
El final del discurso de Vidal de Loño fue un resumen del resto de su discurso y decía así: “Hoy, aquí, bajo los pliegues de nuestra bandera, quiero decir en voz bien alta lo orgulloso que me siento de haber servido a España junto a tantos soldados como he tenido el honor de hacerlo. Oficiales, suboficiales, tropa, soldados todos: gracias por vuestra lealtad. Me siento orgulloso de haberos mandado. Y doy gracias a la Virgen de África por haberos protegido y a Dios por haberme otorgado la oportunidad de vivir lo que he vivido, de vivir cómo he vivido”. Tras eso, miró al cielo, luego a las fuerzas y gritó: “Viva España, viva el Rey y viva el Ejército”.