“Fuera de la Unión Aduanera Ceuta será un centro de contrabando permanente”

Primavera europea fue, en mayo del año pasado, el nombre de la candidatura que agrupó, entre otros partidos, a  Compromís, Equo y la coalición Caballas. Mohamed Ali ocupó el número 19 de una lista que lideró el escritor, periodista, profesor universitario y ahora también eurodiputado Jordi Sebastià (Burjasot, Valencia; 1966),

que hoy visita Ceuta antes de cumplir su primer año en la Eurocámara, donde se repartirá el escaño proporcionalmente a los votos obtenidos con Florent Marcellesi.
–¿Confirma o desmiente el mito de que los eurodiputados viven como reyes?
– Yo vivo muy bien. Vivo muy bien porque me apasiona lo que hago: estoy en el Parlamento Europeo representando a una coalición ilusionante como fue Primavera Europa, donde está Caballas, en un lugar privilegiado para ver e intentar influir en la política que se hace en Europa y que nos afecta mucho más de lo que parece. En la oficina tenemos recursos para trabajar cómodamente, algo que para los que venimos de partidos pequeños es una gran novedad. Estoy trabajando más horas que nunca en mi vida y yo he sido periodista, profesor de universidad, alcalde de mi pueblo... Tomo como mínimo cuatro aviones a la semana y veo poco a mi hija de solo cuatro meses, pero es que es apasionante y no puedo desperdiciar ni un minuto. Ahora bien, si quisiera no dar ni golpe podría hacerlo. Es triste pero es así. El ciudadano debe implicarse y vigilar lo que hacen sus representantes: el Parlamento Europeo es, según yo creo, la institución más controlada, en la web se puede ver la actividad que cada parlamentario hace y a partir de ahí los ciudadanos deben actuar.
–¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la Eurocámara?
– Para bien me han sorprendido cosas como las comparecencias públicas de los candidatos a algún cargo, aquí no estamos acostumbrados a eso. Por ejemplo, los candidatos a presidir el parlamento Europeo visitaban los diferentes grupos parlamentarios para explicar su proyecto y se sometían a todo tipo de preguntas. Para ser miembro de la Comisión Europa también debieron someterse a las preguntas de los parlamentarios, como Cañete, que tuvo tres horas de interrogatorio duro. Eso es democracia y me gustó mucho. Para mal, sinceramente, a veces parece que estemos en una jaula de oro y cristal y que nadie nos hace ningún caso. Eso es un poco frustrante.
–¿Ha tenido que enfrentarse a la disyuntiva de votar algo donde entrasen en contradicción sus principios políticos y los intereses de su país de origen?
– Hasta el momento no he tenido ese problema pero reconozco que podría presentarse. Pongo un ejemplo: vengo de Valencia y estoy en la comisión de agricultura y quiero defender los intereses de nuestra agricultura mediterránea, muy castigada por la UE, pero también estoy a favor de una transición hacia la agricultura ecológica que no gusta a todos los agricultores. Hay que llegar a pactos y nuestra propuesta es una transición pero con ayudas institucionales...
– Esta legislatura Ceuta ha sido en Europa, sobre todo, el escenario de la tragedia del pasado 6 de febrero. ¿Le parece que se ha hecho todo lo que se podía y debía por aclarar lo sucedido?
– No se ha hecho y es una vergüenza. Ceuta también ha aparecido en el Parlamento Europeo cuando se debatió la modificación de la legislación española para autorizar las devoluciones en caliente. Yo pude intervenir en el debate y ofrecí al comisario de inmigración, Navraksis, una reunión con Caballas. No me contestó, aunque confirmó que visitaría Ceuta. En aquel debate el PP español se quedó solo y ningún otro parlamentario, ni siquiera de su grupo, lo apoyó. Incluso diputados del grupo Europa de Conservadores y Reformistas, que están a la derecha del PP, les atacaron con fuerza y denunciaron lo que ese cambio suponía en cuanto ataque a los derechos fundamentales. Salí de allí convencido de que el Partido Popular no se atrevería a aprobar algo así  después  de  aquel  varapalo..

Ya se ve que me equivoqué, por eso digo que parece que nadie nos escuche. Fui un poco ingenuo.
–Esta semana el programa ‘El Intermedio’ demostraba con una encuesta en la calle lo poco que saben los españoles sobre Ceuta y Melilla. Supongo que el desconocimiento será aún mayor en el resto de Europa. ¿Es un mal preocupante y subsanable?
– Las autoridades autónomas y las estatales deberían esforzarse más en ese sentido. Yo intento hacer pedagogía por aquí pero es cierto que se sabe muy poco. Hoy mismo [por ayer] les he explicado a un diputado belga y a otra rumana adónde iba y no tenían ni idea. Y si no saben que existes... No cuentas para nada.
– Antes se refería a la legalización de las ‘devoluciones en caliente’. El PP parece tener claro lo que quiere para la frontera: una barrera lo más infranqueable posible, ya sea con concertinas o con medios de rechazo más expeditivos. ¿Permitirá la UE que nuestro país siga avanzando por este camino? ¿Cuál es su alternativa?
– Por desgracia sí. Nosotros estamos en contra de la línea del PP. Consideramos que por muy alta que pongas la barrera si África se desangra en guerra y hambre nadie va a parar a los que sólo quieren sobrevivir. A veces pensamos que en Europa podemos encontrar aliados a políticas diferentes pero en este momento no es así, la gran coalición entre socialistas, PP y liberales sólo quiere reforzar la frontera no como lugar de intercambio sino de aislamiento.
– ¿Usted está seguro de que en la práctica es posible combinar el combate de la migración irregular y las mafias que pueden aprovecharse de sus protagonistas con un respeto escrupuloso a los Derechos Humanos? El PP dice que ustedes abogan por quitar el perímetro fronterizo sin más.
– Que la idea final, utópica, de futuro, sea eliminar las fronteras no me parece nada mal. Lo digo sin ningún complejo. Ahora mismo el debate es cómo plantear la lucha contra los mercaderes de personas y eso no es que se pueda hacer con los derechos humanos por delante, es que todo debe hacerse así. El respeto a los derechos humanos es una condición previa de toda política, al menos para nosotros. Lamentablemente, me temo que en Europa no podemos encontrar ejemplos. Italia por ejemplo se comporta casi igual o peor que España y no digamos Reino Unido. Europa está asustada ante los inmigrantes, lo interpreta como una invasión y se olvida de los que han emigrado de aquí.
– ¿Usted cree que España no pide la entrada de Ceuta en la Unión Aduanera para no soliviantar a Marruecos?
– El tema para nosotros es escandaloso. En efecto, siempre se habla de las presiones de Marruecos pero la verdad es que sin estar en la Unión Aduanera Ceuta no tiene otro futuro que el de ser el centro de un contrabando permanente. Marruecos tiene mucho peso y también fuerza en Europa: en la legislatura anterior el Parlamento Europeo votó en contra del acuerdo de pesca pero luego, no sé qué presiones habría, volvió a debatirse y muchos parlamentarios, sobre todo socialistas, cambiaron el voto y se aprobó. Es vergonzoso. Las presiones de Marruecos no deberían ser una excusa. Todo lo contario, deberían reforzar el apoyo a Ceuta y a sus necesidades.
– ¿Cómo son actualmente las relaciones entre la UE y Marruecos?
– Marruecos es un país donde los derechos humanos sufren violaciones constantes, donde las condiciones de trabajo son miserables y que mantiene ocupado un territorio como el del Sahara y esquilma sus recursos. Todo eso se hace con la complacencia de la Unión Europea que además permite que sus productos entren en Europa sin normas de calidad ni condiciones de producción -sociales y ambientales- como las nuestras, y eso perjudica mucho a nuestros agricultores. La política con Marruecos debería cambiar 180 grados, ser firme y exigente, como con otros países, si no, hay poco que hacer. En Europa, Francia también pesa mucho y siempre ha mantenido a Marruecos como un aliado estratégico, y España nunca le ha hecho frente, ha preferido obtener beneficios para las empresas de aquí que se han instalado allí y eso le ha creado una mayor dependencia de la política marroquí. La situación no es buena y la UE hace poco por mejorarla.

La “esquizofrenia” local
– El Gobierno local también dice temer, cuando se habla de la Unión Aduanera, por la pérdida de ciertas ventajas fiscales y otras singularidades económicas. ¿Tiene razón para ello? ¿No somos encajables en una figura igual o parecida a la de las Regiones Ultraperiféricas?
– Eso se ha discutido aquí y nuestra posición es que Ceuta sí encaja en el concepto de Región Ultraperiférica, aunque la distancia física sea mucho menor que otras que lo tienen. Habría que aclarar que ultraperiférico viene determinado por unas circunstancias, aislamiento por ejemplo.
– Ceuta es también una ciudad en dos. La ‘capital’ del paro, el fracaso escolar y la infravivienda pero también una región con un elevado PIB per cápita... Cuando deje de su escaño, ¿en qué le gustaría haber avanzado más desde Europa con ella?
– La situación es esquizofrénica y a los que venimos de la península nos sorprenden mucho esos contrastes. La prioridad de nuestra coalición es la justicia social y eso implica que las instituciones deben asegurar una vida digna para las personas, y eso en Ceuta es muy complicado, los hechos son crueles y evidentes. ¿Por qué? porque Ceuta es "especial" y ese estatus la condena, hay que "normalizar" Ceuta. Ceuta esté en África pero es Europa, sus ciudadanos tienen derecho a los mismos estándares que el resto de europeos así que habrá que empezar por modificar la situación legal de la ciudad autónoma, convertirla en una autonomía de pleno derecho, financiarla debidamente, hacer planes de revitalización económica prioritaria, buscar en Europa las ayudas de la regiones ultraperiféricas... hay mucho que hacer y muchas posibilidades pero si el estatus de Ceuta no cambia es prácticamente imposible.