El sobresaliente

La ciudadanía no debe dejarse embaucar por aquellos que le dicen la verdad” (editorial gráfico de El Roto en el País del pasado sábado).
Nuestro ínclito Presidente se ha hecho un huequecito entre autos de imputación de sus Consejeros, facturas fraccionadas fraudulentamente, parados, muebles comprados por duplicado, cargos públicos cesados, deudas pendientes, enchufes consolidados, aumentos de la nómina de políticos, disparos de bala, informes del tribunal de cuentas,; y de más minucias ajenas a su incumbencia, y ha organizado el enésimo numerito mediático para calificarse, a sí mismo, con un sobresaliente por su gestión durante el año dos mil diez. A tenor de la valoración presidencial, los ceutíes deben sentirse henchidos de felicidad. El edén está próximo.
Un divorcio de la realidad de esta magnitud no se puede concebir sin que la figura del Presidente quede dañada.
Cabe la posibilidad de que esté diciendo lo que piensa, en cuyo caso el grado de enajenación mental es tal, que requiere un tratamiento psicológico de choque y acelerado;  o bien que ya haya alcanzado el paroxismo en la estrategia de la mentira como dialéctica política (lo más probable). Sea una u otra la explicación, lo que es indudable es que la falta de respeto a la opinión pública está llegando a cotas insoportablemente insultantes
Hace ya algún tiempo que el Presidente de la Ciudad renunció a gobernar pensando en el interés general de Ceuta.
Ahora solo lo hace para él, y para un reducido grupo de secuaces que, a cambio, lo adulan hasta la náusea. Se limita a vivir de las rentas y de los medios (más de veinte periodistas, pagados por el ayuntamiento, se dedican en cuerpo y alma a proteger, ensalzar y beatificar su imagen). En estas condiciones no se puede esperar gran cosa.
Pero este año dos mil diez, ha batido todas las marcas de inoperancia, desidia, despilfarro y corrupción. Es difícil hacerlo peor.
Un repaso somero a los aspectos fundamentales de la política local (imposible hacerlo exhaustivo en un artículo de prensa), desnuda a hasta la vergüenza el balance presidencial.
Uno. La política de personal sigue sumida en un absoluto caos del que sacan provecho los amigos del poder. Asumieron el compromiso de aprobar la Relación de Puestos de Trabajo, un documento impuesto por la ley para garantizar los derechos de los empleados públicos y la transparencia de la gestión en materia de recursos humanos. Incumplido. En diez años, ocho con mayoría absoluta, Vivas ha sido incapaz de cumplir la ley y sus promesas. No es baladí. Así pueden “primar” a los empleados dóciles y afines, trasladar a su antojo a quienes no les bailan el agua, cubrir con contratos temporales puestos estructurales (es la manera de enchufar), consolidar puestos de trabajo a su antojo (siempre beneficiados sus amigos), y, en definitiva, mantener la política de personal como una herramienta de clientelismo y de cobertura de su corrupción.
Dos. Durante el año dos mil diez se aprobará el Plan General de Ordenación Urbana, afirmaban con rotundidad. No fue así. El vigente está vencido desde el año dos mil. Seguimos sin un instrumento de ordenación del territorio que se ajuste a la nueva realidad. Tampoco ésta es una cuestión menor. La indefinición encubre la arbitrariedad. Las licencias se otorgan al amparo de una ambigüedad calculada (por ellos) que proporciona extraordinarios réditos. La disciplina urbanística se aplica caprichosamente. En Ceuta, cada uno construye lo que quiere donde quiere. Pero no sólo en el Príncipe, en el propio centro de la Ciudad, los edificios alcanzar alturas ilegales ante la vista de todos con la complicidad del Gobierno. Baste un dato suficientemente ilustrativo del marasmo urbanístico en el que vivimos. Todas las edificaciones del puerto tienen una licencia ¡provisional! Ya se sabe, lo que dice el refrán popular: “a río revuelto, ganancias del PP”
Tres. Ceuta es el único ayuntamiento de España en el que el transporte urbano de viajeros no está regulado. Se habían comprometido a aprobar el reglamento este año. No cumplieron. Tampoco les preocupa mucho. Eso del autobús es cosa de gente humilde. A ellos, que viajan en coche oficial debidamente escoltados, qué les puede importar que los vecinos de barriadas periféricas estén incomunicados.
Cuatro. Durante el año hemos superado la espantosa cifra de lo diez mil parados. No se inmutan. La prioridad enfatizada constantemente por Vivas era una burda mentira. El esfuerzo que ha dedicado el Gobierno a la lucha contra el paro (dejando al margen los programas provenientes del Gobierno Central) se reduce a trescientos mil euros. Cualquier comparación provoca vergüenza ajena. Por ejemplo, el gobierno destina el mismo dinero a combatir el paro que a contratar el cuadro técnico de un equipo de futbol de segunda be.
Cinco. Todos los compromisos anunciados, a bombo y platillo, para reactivar la economía han resultado ser un fiasco. En este año han enterrado definitivamente las Reglas de Origen; se ha constatado el fracaso de la implantación de la industria mejillonera, han renunciado a la construcción de la planta de biodiesel (al parecer no han podido resolver la disputa interna en el PP); el polígono industrial que comenzaron a construir hace seis años, y cuya inauguración es una inminencia eterna, sigue en obras; ha quedado el puerto al borde de la quiebra (después de ver reducidos sus ingresos en, al menos, un treinta por ciento); los polígonos del Tarajal agonizan ante la pasividad de todos y el turismo no sale de su lugar natural que es el fondo del pozo.
Seis. Las reformas estructurales del modelo económico (necesarias como el aire que respiramos) no han corrido mejor suerte. El Presidente empeño su palabra en que antes de fin de año habría un pronunciamiento definitivo sobre la incorporación a la unión aduanera. Todavía estamos esperando.  Anunciaron la resolución definitiva del asunto de las bonificaciones a la seguridad social mediante la iniciativa legislativa que habían acordado por unanimidad cuatro años antes. Cuando llegó la hora de la verdad, la retiraron, engañaron a todos y la han hecho desaparecer para siempre. En el mismo orden de cosas, la reforma del Régimen Económico y Fiscal de Ceuta era otro objetivo tildado de prioritario. Tras un año de declaraciones y una infinidad de comisiones casi clandestinas, no han logrado ni el más mínimo avance.
Siete. La seguridad ciudadana se deteriora por momentos. Los disparos ya son noticia corriente. Las promesas de dotar a las barriadas de presencia policial permanente en la calle, también resultaron ser una patraña. Eso sí, el Presidente consume, el solito, seis efectivos de la policía local para garantizar su seguridad personal (¿por qué tendrá tanto miedo este hombre?)
Ocho. El informe PISA nos sitúa en el furgón de cola de la educación.  El fracaso escolar aumenta imparablemente amenazando el futuro de Ceuta.. El Gobierno se sacude la responsabilidad sobre esta lacra alegando que no es competente. No es del todo cierto. Es competente en el primer tramo de educación infantil (0 a 3 años). La tasa de escolarización está en el 5% (cinco veces menos que en el resto del estado). Prometieron ciento cincuenta plazas nuevas para este año. Mentira. Ni una sola. También son competentes para la conservar los colegios y dotarlos de personal de servicios. Un perfecto desastre aderezado con permanente conflictividad.
Nueve. Marruecos nos ha sometido a un duro acoso. Nuestro Gobierno, el que nos representa a todos, se ha escondido cobardemente. No quiere líos que puedan poner en peligro las transferencias procedentes de un Gobierno sometido al chantaje de Mohamed VI. Han hecho de la indignidad su medio de subsistencia. Triste destino el de un pueblo dirigido por quienes piensan que todo está en venta.
Diez. En el apartado de mentiras tradicionales (ya casi sarcasmos) no hay grandes novedades este año. Los recurrentes compromisos en materia de estatuto de autonomía y abaratamiento del precio del barco, se han salado con la habitual burla a la ciudadanía.