Categorías: Opinión

El camino a la sabiduría

En un artículo que publiqué aquí mismo el veintitrés de enero de dos mil once, hace ya más de un año, titulado “El perdón”, finalizaba con una cita de Gabriel García Márquez en la que decía que la vejez tiene una cosa buena y otra mala. La buena es que se alcanza la sabiduría. La mala, que se tiene poco tiempo para disfrutarla. Estoy bastante de acuerdo con él, aunque no totalmente porque creo que hay personas que por más que vivan, nunca alcanzarán la sabiduría. Pero claro, para tratar de ponernos de acuerdo sobre esto, primero tendríamos que alcanzar también un acuerdo sobre qué entendemos por sabiduría.
Dejemos a un lado la concepción de sabiduría según la cual una persona sabia es aquella que sabe mucho sobre una determinada materia o disciplina. No es este el sentido de la sabiduría del que quiero hablar aquí. No quiero hablar de sabio como erudito o especialista en algo. La sabiduría de la que quiero hablar (que para mí es la auténtica sabiduría) se refiere a llegar a comprender el sentido de la vida y el verdadero valor de las cosas, siendo consecuentes con esa valoración y viviendo de acuerdo con ella.
¿Y qué se puede hacer para alcanzar este tipo de sabiduría?. Esta sabiduría no se adquiere en los libros de texto ni estudiando en las universidades. Se adquiere VIVIENDO, en el más amplio y variado sentido de la palabra, experimentando todo tipo de situaciones, buenas y malas, amando, sufriendo, siendo feliz y desgraciado, soñando, decepcionándonos, cayendo y levantándonos una y otra vez…
Hay que sufrir, hay que sufrir mucho para alcanzar este tipo de sabiduría.  El sufrimiento casi siempre proviene de una pérdida, pues también considero como pérdida cualquier situación en la que queremos conseguir algo y fracasamos, porque cualquier proyecto, objetivo o ilusión que no se consigue, supone una frustración y, por tanto, una pérdida.
Pero en cada sufrimiento, sobre todo cuando lo estamos atravesando, casi siempre encontramos también ideas que nos hacen valorar otras cosas que tenemos o tuvimos y que hasta ese momento no hemos sabido valorar convenientemente. Porque después de cada sufrimiento vuelve a nacer una persona, en cierto sentido nueva, que ve una parte de la realidad de forma diferente, más fuerte, con el deseo de vivir la vida de otra forma, intentando cambiar las circunstancias que le llevaron al sufrimiento, tratando en definitiva, de ser feliz.
Este es un proceso duro, más o menos largo según la persona de la que se trate y de cuán profundo haya sido el sufrimiento y, a veces, hasta inconsciente. No nos damos cuenta de todo ello hasta que, pasado el tiempo, somos capaces de mirar para atrás y ver las cosas con perspectiva y objetividad. Algo así como lo que Steve Jobs decía en su célebre conferencia de graduación en la Universidad de Standford, lo que él llamaba “unir los puntos”: es casi imposible ver a priori las consecuencias de las cosas que hacemos ahora, de lo que nos sucede ahora. Sólo a posteriori podremos ver si ha resultado positivo o negativo.
Para alcanzar la sabiduría también hay que haber creído previamente que la felicidad se alcanza por medio de cosas materiales y haber puesto mucho empeño en conseguir ese tipo de cosas. Y cuando las hemos tenido, que nos haya sucedido algo que nos haga darnos cuenta de que todo lo material no vale nada si nos faltan otras cosas esenciales como la salud o sentirnos queridos, amados o apreciados por los demás. Y cuando pasamos por esa experiencia, entonces nos damos cuenta de que con cosas simples y sencillas se es mucho más feliz que con grandes y costosas cosas materiales.
Por ejemplo, mientras escribo este artículo, de vez en cuando hago un alto para reflexionar y miro a través de la ventana que tengo a mi derecha. ¿Cuánto costaría (si hubiera que pagar) la maravillosa vista del puerto de Ceuta que veo a través de ella?. Una vista en la que alcanzo a ver el Monte Hacho y la bocana del puerto, con el Mediterráneo y el Atlántico uniéndose en todo su esplendor en una fría y soleada mañana de enero. ¿Cuánto costaría eso?.
Pues nada, no cuesta nada. Se nos da gratuitamente, sólo necesitamos darnos cuenta de su grandiosidad y emplear el tiempo necesario para su contemplación. Y como ese, multitud de maravillosos espectáculos que cada día se presentan ante nosotros y que, por desgracia, muchas veces no sabemos apreciar ni disfrutar.
Para alcanzar la sabiduría también hay que perder y ganar amigos. Bueno, realmente los amigos no se pierden porque nunca te abandonan. Si por motivos ajenos pierdes a alguien que creías que era tu amigo, es que en realidad no era tal. Por eso, más bien que perder amigos se trata de superar el desengaño de darte cuenta de que realmente no lo eran. Y, en compensación, también podrás encontrar amigos que no esperabas en personas insospechadas. Todo eso también enriquece y contribuye a alcanzar la sabiduría aunque, como en todo el proceso, no está exento de dolor.
También debemos enfermar para conocer el valor de algo tan preciado como la salud. Cuando somos jóvenes apenas reparamos en esto porque, en circunstancias normales, tenemos salud a raudales. Pero cuando nos vamos haciendo mayores, nos damos cuenta de que sin salud nos sobra todo, no tenemos ilusión por nada. Y esto también contribuye a alcanzar la sabiduría.
También tenemos que perder a seres queridos y vivir nuestro particular infierno de duelo tratando de llenar un hueco que nada ni nadie podrá ocupar jamás. Tenemos que aprender a disfrutar con su recuerdo, aunque cuando la pérdida está reciente nos produzca dolor, desesperación e impotencia ante la imposibilidad de volver a tenerlos cerca. Y todo eso nos hará apreciar y querer aún más a los seres queridos que aún están con nosotros. Y en todo este proceso también daremos un paso en dirección a la sabiduría.
Tenemos que tener hijos para ser felices y también sufrir con ellos. Para tratar de dirigir sus vidas e impedir que sufran y fracasar en el intento, porque como dice Serrat: “nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós”. Porque tiene que ser así. Y en todo ese proceso experimentaremos la tremenda y maravillosa contradicción de ser, a la vez, enormemente felices e infelices.
Los que no llegan a tener hijos no por eso pueden dejar de alcanzar la sabiduría, pero los que los tenemos, sin duda tenemos una gran ventaja sobre ellos en este duro y complicado proceso de alcanzar la sabiduría.
También tenemos que amar mucho y sufrir por ello. Experimentar el grandioso regalo de amar y ser amados y también sentir el desamor y el fracaso. Y en todo ese proceso pasaremos de sentir que estamos en la cima más alta y hermosa del mundo al infierno más atroz. Pero saldremos vivos de esa metamorfosis y no nos arrepentiremos porque  sentiremos que hemos vivido y que ha merecido la pena. Y moriremos y renaceremos cuantas veces sean necesarias y seremos inmensamente felices y desgraciados y ante cada renacimiento, nos sentiremos una persona nueva que de nuevo reemprende el camino para encontrar el amor. Y en todo este proceso también daremos otro paso para alcanzar la sabiduría porque aprenderemos que es mejor equivocarnos por lo que hicimos que arrepentirnos por lo que dejamos de hacer.
Deberemos conocer a personas que sufren y que, por uno u otro motivo, lo están pasando mal e implicándonos en la ayuda para mitigar su dolor, nos sentiremos reconfortados en nuestras miserias y eso también nos pondrá en el camino para encontrarnos con la sabiduría.
Podría decir muchas más cosas y seguro que ustedes sabrán muchas otras que nos ayudan a conseguir la verdadera sabiduría. Pero finalmente diré, como un signo que distingue a los que ya la han alcanzado o están próximos a ella, que nos emocionaremos ante cosas sencillas, que nos conmoveremos ante el dolor ajeno, que seremos capaces de perdonar y no guardar rencor, que nuestras fibras se harán más sensibles y nos emocionaremos con cosas ante las cuales, antes permanecíamos impasibles. Creo que ese es un verdadero signo de sabiduría porque indicará que hemos comprendido el sentido de la vida y el verdadero valor de las cosas.
Ojalá que en todo este duro peregrinaje por la vida, al final hayamos sido capaces de alcanzar la sabiduría… y que tengamos tiempo para disfrutarla.

Entradas recientes

El Sporting juega bien pero cae en Cádiz (2-1)

El Sporting Atlético de Ceuta no pudo conseguir nada positivo en su visita al campo…

29/09/2024

Túnel España-Marruecos: sismómetros para estudiar el fondo marino del Estrecho

El Gobierno de España ha sacado a licitación recientemente el arrendamiento con opción a compra…

29/09/2024

El Puerto deja escapar el triunfo al final

El CD Puerto no pudo conseguir su tercera victoria consecutiva de la temporada, a pesar…

29/09/2024

Este es el aviso del SEPE para los parados mayores de 52 años

“Los beneficiarios del subsidio de mayores de 52 años deberán presentar cada año una declaración…

29/09/2024

Albares ante el Congreso: presión migratoria y acuerdos con Marruecos

El ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, comparecerá la próxima semana…

29/09/2024

El BM Ramón y Cajal pierde en su debut ante el BM Algeciras (21-38)

El Balonmano Ramón y Cajal de Primera Nacional femenina no comenzaba con buen pie su…

29/09/2024