El líder de los socialistas, Pedro Sánchez, ha instado al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para que inicie negociaciones lo más urgentemente posible con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Entendemos que las miras de estadista que tiene el propio Rajoy son compatibles con sentarse con quien ha intentado un golpe de gracia contra el Estado español, pero el problema continuará siendo el mismo. Para negociar hace falta que las dos partes quieran, porque desde el Govern siempre se ha dicho que se sentaban con el Gobierno nacional, pero sobre la base de fijar la fecha del referéndum y ahora repetirán, una vez que realicen la declaración unilateral de independencia, que hablarán sobre como efectuar la desconexión con el Estado y que esa desconexión no sea traumática. Aunque Rajoy le dijera que le ofreciera un documento sobre las condiciones que desean para seguir con España, Puigdemont le diría que no quieren seguir, que quieren irse. Por eso es muy difícil el entendimiento, por no decir imposible. Quedan pocos días, porque, luego, a cada acción habrá que preparar una reacción. A una acción del calado de la declaración unilateral de independencia, nada más que se puede responder con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, no hay más armas. Confiemos en que todos estén a la altura de lo que necesita este país, aunque, a lo mejor, a más de uno le viene grande. Al final se ha demostrado que lo que venía después de ese pufo de referéndum ilegal es peor que las jornadas previas, porque resulta que el final se acerca a pasos agigantados.