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“Cuando escribo, aparece algo que descifrar y alguien que quiere resolverlo”

Cuando lo conocí, pensé ¡qué hombre más silencioso! Escuchaba mucho y me observaba con detenimiento. Hoy en día estamos muy acostumbrados a ahogar los silencios continuamente, sobre todo cuando nos sentamos por primera vez ante alguien desconocido.

Sonreímos, bebemos de nuestro café, carraspeamos, cualquier cosa para sortear aquellos momentos de tensión. Eloy del Río, sin embargo, no parecía necesitar parapetarse. En realidad, luego lo comprobé, lo que hacía era detenerse a analizarte, averiguar qué existe tras tus palabras.
Me gustó. Muchas personas somos ligeros. Un apretón de manos a veces basta para iniciar una relación, y luego, claro, nos surgen los problemas. Imagino que la profesión, o la deformación, de Eloy del Río, le lleva a analizar, sopesar. También en su literatura. Este profesor de psicología, que nació hace cincuenta y siete años en Ceuta, nos trae una novela repleta de personajes complejos, redondos, que dejan un poso. No en vano, me decía cuando presentó el proyecto, es una novela para divertirse pero que puede aportar algo más. Aquí queda eso.
Y yo la leí. Y tenía razón. Ahora les toca a los lectores, en particular a quienes gustan del género negro, averiguar si Avant Editorial fue muy osada a la hora de elegir esta obra. Yo, particularmente, estoy seguro de que acertamos de pleno.

—¿Por qué ese título?
—La novela la escribí hace quince años, y se llamaba Crepúsculo. Nació antes que la exitosa saga de Crepúsculo, que me robó la idea. Pero, claro, después ya no podía ponerle ese nombre; entonces, estuve pensando en varias opciones hasta que mi hijo me propuso este título.
—¿Y la relación con el crepúsculo?
—La trama tiene mucha relación con el crepúsculo. Pero, sshhh, es un secreto — Se ríe. Ya me lo ha indicado más de una vez: no voy a hablar de la trama de mi novela. Está convencido de que es la mejor manera de interesar al lector. Muchos autores piensan que es mejor dejar al lector espacio para imaginar.
 —¿Por qué novela negra?
—Donde haya un jeroglífico, un puzzle que resolver, allá estoy yo. Siempre me han gustado los personajes que son capaces de resolver tramas complicadas. Cuando escribo, siempre me surge algo que resolver, algo que descifrar, y alguien que tiene que descubrirlo.
—¿Por qué en una fábrica de perfume? Suena a algo bello, sofisticado, ¿por qué mezclar el crimen con este entorno?
—Podría haber sido en cualquier entorno que estuviese relacionado con el mundo de los negocios, donde los ejecutivos manejan mucho dinero. ¿Por qué? Quizá porque el título original de Crepúsculo estaba muy relacionado con algo de la trama que no puedo desvelar. Algo para lo que me venía muy bien una multinacional de la cosmética y la perfumería. Pero podía haber sucedido en cualquier sitio lujoso, un lugar donde pudieran surgir las pasiones que suelen florecer en este tipo de ambientes.
—Te has centrado en los rasgos mentales de los personajes, ¿tu profesión de psicólogo ha influido?
—Cuando escribo, aunque sea un relato corto, el retrato psicológico de los personajes siempre aparece, aunque yo no me lo proponga. Es algo innato o tal vez una deformación profesional. Antes de estudiar Psicología, ya tenía esas inclinaciones por adentrarme en la personalidad de los seres humanos.
—¿Por qué no aparece Ceuta en la novela?
—No era necesario para la trama.
—En Ceuta existen cada vez más autores, y además con un relativo éxito. Podemos hablar de Alberto M. Caliani, Israel Moreno, Jesús Porteiro… Sin embargo, ninguno de ellos escribe sobre Ceuta, o bastante poco. Es decir, pese a ser una ciudad en la que existen motivos suficientes para escribir… sus temas son más generales…
—Ceuta es una ciudad aislada, donde no hay escapatoria, lo que podría hacer pensar que tendríamos que escribir sobre la ciudad, pues es lo que vivimos. Pero con la revolución tan tremenda de estos últimos años, con las nuevas tecnologías, estamos cerca de todo. Quizá en otro tiempo podríamos estar más encerrados, pero ahora tenemos la posibilidad de ver todo, y ya no nos ceñimos a lo cercano. Abarcamos mucho más. Ocurre en todos los lugares.
—¿El escritor local ha desaparecido?
—No, siempre quedará un reducto de escritores anclados en las circunstancias geográficas, que se ciñe a su historia cotidiana, pero las personas que, por edad, ya tienen acceso a las nuevas tecnologías, estarán cada vez más influenciados por la enorme cantidad de información que reciben.
—¿Por qué esta generación tan prolífica de escritores ceutíes?
—No lo sé, sinceramente. En algún momento de la vida tienes necesidad de expresar ideas, sentimientos, de contar historias. A algunos nos surge en un momento y a otros en otros, pero creo que a todos nos pasa. Influye mucho esa forma de vida que tenemos ahora, donde vivimos apartados unos de otros, donde hay muy poca relación, donde se ha perdido la vida familiar y entre vecinos. Ahora existen muchos casos de autismo que antes no sucedían. Quizá por ese afán de querer comunicar cosas y verte imposibilitado, la escritura es un medio perfecto, donde puedes expresar tus sentimientos. Y por ello nacen más escritores, no solo en Ceuta.
—Después de El asesino del crepúsculo, ¿más?
—Me gustaría muchísimo. De hecho, estoy con una nueva novela. Y esta publicación de ahora me va a dar un impulso para seguir con ella. La novela la tengo completamente en la cabeza, pero tengo que estructurarla, crear las piezas y luego escribirla. A mí me gustaría publicarla de aquí a un año.
—¿Cómo te defines? ¿Mental, frío, pasional, romántico, sentimental…?
—Soy más mental y metódico, pero no soy frío en cuanto a los sentimientos.
—La gastronomía define al hombre, ¿qué comes?
—Patatas fritas (ríe). Como lo que me ponen, y nunca pongo problemas, pero me gustan las patatas fritas.
—Un lugar al que viajar siempre.
—Roma. Volvería a repetir viaje. Es una mezcla de historia, arte, actualidad, el origen de occidente, y en cuanto a arte es una maravilla. Y, además, es una ciudad no muy grande, donde puedes ir andando casi a todos los sitios.
—Un recuerdo de tu infancia…
—La Escuela Unitaria de Don José Rico, en el Morro, donde me crié. Le guardo un cariño tremendo a aquel maestro. Tenía mucho mérito. Sin tener medios, solo una libreta y un bolígrafo, una tiza y una pizarra, conseguía mucho más que hoy en día. En un solo aula reunía a niños de cuatro a diez años, y todos salíamos con una formación buenísima de esa escuela.
—Una diferencia entre la Ceuta de tu niñez y la actual.
—Muchas, y todo el mundo dice que la de antes era mejor, pero es una deformación mental, porque la mente tiende a conservar del pasado solo lo bueno, y olvidar lo malo, es un mecanismo de defensa. Si lo pienso fríamente, no puedo decir que la Ceuta de antes era mejor que la de ahora. La Ceuta de ahora tiene sus problemas, como los tenía la de antes. Yo fui un niño y un adulto en Ceuta, y ahora se vive mejor.
—¿Dónde te ves dentro de cinco años?
—Jubilado anticipadamente y escribiendo. A medio camino entre varios lugares, pero con la base en Ceuta. Haciendo las cosas que me gustan: leer, montar en bici, deportes…
—Un deseo para tus hijos.
—Que sean felices con lo que hagan.
—Un libro que recomendarías.
—El amor en los tiempos del cólera y Cien años de Soledad. Los dos de García Márquez. Es mi debilidad. El primero me dejó impresionado, no por la historia en sí, sino por la forma de escribir del autor. Del segundo, es una historia total, ocurre de todo en una familia desde su origen hasta que desaparece. Tiene un mérito tremendo.
—¿Y en novela negra?
—Pese a que escribo novela negra, no he leído demasiada novela negra. Quizá, Agatha Christie. No escribo novela negra por mis lecturas, sino porque me gustan las preguntas y las soluciones.
—¿Qué esperas de los lectores?
—Que se diviertan. Leyendo mi novela van a pasar un buen rato, si además consigo que piensen sobre lo que se plantean los personajes, acerca de la concepción de la vida que tienen, si cada uno está en el sitio que le corresponde, si la vida te quita y te da a partes iguales o no… será un triunfo.

El próximo martes, a las 20.00 horas, Eloy del Río presentará la novela en la Biblioteca Pública Adolfo Suárez. Si consigue interesar a los lectores la mitad de lo que hizo conmigo, seguro que alcanza ese triunfo.

quino Ezequiel Teodoro (izquierda) y Eloy del Río (derecha) posan con el libro.

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