“¿Cuál es la excusa ahora? No hay porteadores, ni alertas de entradas de inmigrantes... no hay nada y llevamos dos horas en el mismo sitio, sin poder cruzar la frontera”. Quien habla es uno de los tantos ciudadanos que este sábado se han quedado bloqueados en Marruecos cuando pretendían regresar a Ceuta y se topaban con eternas colas sin explicación.
Hubo quien pudo cruzar en hora y cuarto (los más afortunados) y quien sumaba más de tres (los menos). Todos ellos, eso sí, tenían en común el haberse convertido en sufridores de una situación que causa hartazgo y que ha terminado por romper las tradicionales relaciones de vecindad entre familias que ya ni se atreven a cruzar.
En esta ocasión los afectados culpaban de este caos al lado español por la falta de agentes de seguridad. “Solo hay un carril abierto”, lamentaban, y pocos guardias civiles para mirar, uno por uno, cada coche. Días atrás esas culpas eran para el lado marroquí y su extremo celo en los controles o las órdenes giradas para impedir el acceso de todos los vehículos por igual, incluso los de residentes en Ceuta o peninsulares.
La situación, por repetida en el tiempo, no deja de causar indignación entre ciudadanos que deben soportar una frontera ruinosa, con infraestructuras obsoletas, en donde además la inseguridad no ha hecho más que verse incrementada.
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