Son tan solo dos salas del Museo del Revellín pero engloban parte de cien años de historia; honor; tradición; cultura; y, sobre todo, un rico patrimonio que aúna un cuerpo que ha aglutinado en su siglo de vida a la primera unidad creada por indígenas más que curtidos en la batalla y que ha llegado hasta nuestros días con un toque de detalles moriscos y que no dejan de recordar que los Regulares son también la suma de Infantería y Caballería, dos unidades que su fundador, Dámaso Berenguer quiso aunar en sus inicios.
A los toques de la Banda de Regulares ayer daban inicio parte de los actos que conmemoran los cien años de vida de este cuerpo. Posteriormente, el Museo del Revellín abría sus puertas a todo aquel que quisiera conocer detalles más que conservados al paso del tiempo, desde el despacho del entonces coronel del grupo de Ceuta número 3 donde los pequeños detalles dejan paso a “incrustaciones de nácar hechas en Marruecos por el personal que había en los grupos de Regulares”, explica el capitán Muñoz.
No hay lugar a la duda sobre los orígenes indígenas de este cuerpo cuando un rincón del museo está dedicado exclusivamente a un salón de té que los soldados musulmanes dedicaban a esta habitual práctica “hoy siga siendo tradición seguir teniendo este tipo de salones para no perderla”, apunta el brigada Téllez, además que “en el Pardo también hay otro que se llama salón moro porque allí estaba la guardia mora del generalísimo y la usaban ellos”, añade el capitán Muñoz.
Uniformidad
La historia de un cuerpo también se aprecia a través de sus uniformes, y parte de la exposición está dedicada a mostrar su vestimenta desde sus inicios (con kandoras o chilabas) hasta llegar a nuestros días, aunque a lo largo de los años se han ido incorporando algunos elementos hoy indiscutiblemente característicos de Regulares como pueden ser la capa azul o también llamada albornoz, y la blanca ‘sulhan’, además de la faja o del típico talbuch.
Son numerosos los detalles que terminan de terminar la exposición, desde instrumentos de música, hasta cuadros de gran valor de Bertuchi o Benigno Murcia, junto a los de Martín Ocaña que ha expuesto en museos de Nueva York.