Caballas pide a García Castañeda que se vaya y tilda la situación de “insoportable”

El concejal Juan Luis Aróstegui fue uno de los que mayor carga crítica imprimió en su intervención plenaria de ayer. El de Caballas no dudó en pedir la dimisión del consejero Gregorio García Castañeda al entender que resultaba “insoportable”

aguantar un minuto más como responsable de esta área cuando “se ha puesto un negocio en manos de su hermano por decisiones irregulares”. Y es que los localistas se marcharon del pleno sin llevarse una explicación a por qué el Gobierno autorizó el cambio de la gestión del cartón de FCC a Ecoceuta. Así que la mejor de las salidas que, entienden, debe elegir García Castañeda es la dimisión.
“¿Es razonable que el consejero de Medio Ambiente sea hermano del empresario más importante en materia medioambiental?”, se preguntó Aróstegui, que recriminó directamente al presidente Vivas el que hubiera permitido que se dé esta situación, ya que “desde el punto de vista ético es reprobable y del estético es impresentable”, aclaró. “Esto”, dijo, “solo pasa en el reino de la impunidad o cuando hay sobredosis de mayoría absoluta”, apostilló.
Para Caballas, lo debatido en el pleno extraordinario de ayer no deja de ser “preocupante” y, además, desde un prisma político resulta “insostenible”. El negocio del cartón fue engarzado por Caballas en otra hilera de negocios marcados por la sombra de la sospecha: el de los coches desguazados y el de la hípica. ¿Y por qué?, “porque aquí se funciona al revés”, resolvió el número 2 de Caballas, “aquí el Ayuntamiento paga a las empresas para que los exploten” mientras que en la península son las empresas las que pugnan por llevarse la explotación de un negocio lucrativo.
El localista no cargó solo directamente contra García Castañeda, en el saco metió también al presidente Vivas a quien colocó la etiqueta de artífice del error en la gestión. Por cierto, una gestión, la del cartonaje del Tarajal, que movería entre 600.000 y 700.000 euros al año, valoró.
A pesar de las explicaciones del consejero en un pleno encorsetado por los minutos de intervención, Caballas sigue sin encontrar el eslabón perdido en la cadena que pasó el negocio de FCC a Ecoceuta vía Urbaser. “¿Cómo ha pasado?, por decisiones y omisiones del consejero, sin respetar los procedimientos legales”, insistió.
Alejados de la marea de reacciones mediáticas en torno a este asunto (que está judicializado después de que una empresa que se ha sentido agraviada haya recurrido al amparo de la justicia), Caballas recordó que hace un año ya advirtieron a García Castañeda que, el del cartón, era un asunto serio y que había que regularizarlo cuanto antes tras el abandono de FCC.
Los localistas, que se sabían protagonistas en un pleno cuyo auditorio estaba repleto de trabajadores de Ecoceuta, dejaron claro en varias ocasiones que sus críticas las orientaban única y exclusivamente hacia la gestión política hecha por la Ciudad y, en concreto, por el consejero de Medio Ambiente. “No se esconda usted detrás de Ecoceuta”, advirtió, “a ellos también les defiende Caballas porque nosotros no estamos criticando a la empresa, sino al consejero de Medio Ambiente por cómo es posible que ese contrato llegue por dos decisiones suyas”, aclaró.
“No puede seguir ni un minuto más”, aconsejó Aróstegui, “ya que no ha dado respuesta” a lo preguntado “porque no puede”, puntualizó. “Usted adjudicó un contrato a dedo y su acción ha beneficiado a su hermano. Esto es una bomba de relojería”, denunció.
La postura de Caballas se alejó de cualquier posibilidad de judicializar el caso (al menos de momento) o de debatirlo más aún en otros foros. Los localistas consideran que no se están ofreciendo respuestas precisas a la única clave que quieren que sea aclarada y que no es otra que justificar por qué termina el negocio del cartón en manos de esta empresa a sabiendas de su vinculación familiar con el máximo responsable político en el área medioambiental.
Los trabajadores de Ecoceuta que asistieron a la sesión plenaria desde sus inicios hasta su finalización (prácticamente dos horas después) significaron con su presencia la defensa a ultranza de la empresa para la que trabajan. Una presencia que terminó por poner nerviosos a los demás líderes políticos hasta el punto de llevarles a aclarar en más de una ocasión que su carga crítica no iba dirigida a jugar con los puestos de trabajo de ninguno de los hombres o mujeres sentados en el salón plenario.