Artículos escritos por Javier Martí (Legionario de Honor) en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/javier-marti/ Diario digital Tue, 20 Sep 2022 06:06:03 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Javier Martí (Legionario de Honor) en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/javier-marti/ 32 32 Murieron de fatiga, dolor, hambre, sed y sueño https://elfarodeceuta.es/legionarios-cautiverio-abdelkrim-jatabi/ https://elfarodeceuta.es/legionarios-cautiverio-abdelkrim-jatabi/#comments Tue, 20 Sep 2022 01:50:49 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=792458 En mayo de 1926, Abdelkrim se rinde a los franceses en una entrega pactada para no ser juzgado y vivir plácidamente en el exilio en la isla de Reunión, rendición extensible a todos los que con él habían cometido las mayores tropelías contra los españoles. Una de las páginas más desoladoras de la campaña de […]

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En mayo de 1926, Abdelkrim se rinde a los franceses en una entrega pactada para no ser juzgado y vivir plácidamente en el exilio en la isla de Reunión, rendición extensible a todos los que con él habían cometido las mayores tropelías contra los españoles.
Una de las páginas más desoladoras de la campaña de pacificación de Marruecos es la escrita con la sangre de los cautivos que continuó haciendo Abdelkrim después de la liberación del grupo de prisioneros de Annual en el año 1923 previo pago de un rescate millonario. Ya en esa época se denunció la muerte de cientos de prisioneros por los malos tratos recibidos, pero primaba tanto el retorno de los cautivos (se habían realizado numerosas manifestaciones en diversas ciudades pidiendo su regreso) que se pasó página rápidamente.
Pero la realidad es que, a pesar de haber devuelto a España escasamente unos cientos de los más de 700 militares que apresó, poco se conocía de las penurias que habían pasado en esos veinte meses en los que apenas recibieron alimentos o medicinas, provocando la muerte de la mitad de todos ellos.
La fatalidad hace que la historia se repita y tras devolver a España los prisioneros que tenía, se mantiene en su impune acción y continúa capturando todo lo que se le pone al alcance.
Poco cambia el sistema del cautiverio que aplica Abdelkrim a través de sus distintos jefes de kabilas o tribus en las que quedaron presos los españoles a partir de 1923 y hasta su fin en mayo de 1926, cuando el jefe rebelde se rindió a Francia después de haber negociado que no lo tratarían como un criminal, como iba a ocurrir si era España quien le detenía (tenía pendiente cargos desde Annual, Monte Arruit, martirios y miles de soldados y civiles asesinados cruelmente).
Los escasos supervivientes de 1926 relataron las numerosas infamias sufridas permanentemente durante su apresamiento. Frailes, mujeres, niños... las huestes de Abdelkrim se apoderaban de cualquiera que se encontrase por el territorio de su influencia. Todos sufrieron un auténtico martirio diario de larga duración que terminaba en la mayoría de los casos encontrando la paz en la muerte.

Melilla

En julio de 1926 se creó una comisión en la Comandancia General de Melilla donde el instructor expuso unas conclusiones aterradoras. Recibían alimentación precaria, "media torta o un cuarto de torta de cebada al día y en algunas ocasiones algunos garbanzos cocidos sin aceite ni sal que con suerte llegaban a veinte unidades por persona". Los prisioneros eran obligados a trabajar hasta la extenuación, excepto las mujeres. "Oficiales, sargentos, cabos y soldados, así como algunos paisanos, fueron empleados en trabajos sumamente penosos, castigándoles con la mayor crueldad siempre y dándoles escasísimo alimento". Fueron objeto de toda clase de malos tratos y apaleados brutalmente por sus guardianes. "Respecto al número de prisioneros y paradero de los oficiales y soldados que no han sido rescatados, que fallecieron a causa de enfermedades o trato violentos, se calcula eran 658. Hasta el desembarco en Alhucemas fallecieron unos 300 y el resto, después de malos tratos, hambre y tifus". Esta última apreciación marca un antes y un después del desembarco de Alhucemas, ocurrido el 8 de septiembre de 1925. Significa que en los dos años anteriores fallecen unos 300 militares prisioneros y en los 9 meses siguientes Abdelkrim mete prisa y elimina a 358, no dejando ningún oficial con vida para evitar que pudieran declarar en su contra. Las instrucciones de Abdelkrim eran de terrible trato a los españoles, a las que se añadía la rapiña de los subalternos que se apoderaban de cualquier envío humanitario que se les realizara, además de intentar por su cuenta pedir rescates por los prisioneros que tenían en sus kabilas. Se cuenta que hubo uno de estos jerifaltes que atesoró más de dos millones de pesetas de chantajes realizado a familiares de los españoles que "cuidaba" mientras los dejaba morir en la miseria o los mataba a golpes. Lamentablemente, la lista de españoles liberados en esta segunda etapa de crímenes es mínima, apenas de 150 personas.
Mientras a los españoles los trataba en condiciones inhumanas, los prisioneros franceses recibían un trato afable y cordial, aunque no así a los indígenas del ejercito francés. Principalmente porque su intención inicial era la de facilitarse una ruta de escape si las cosas se le torcían, como así ocurrió en 1926. El informe de Melilla recoge que los franceses comieron bien durante el cautiverio porque les alimentaban del suministro de los convoyes españoles.

Legionarios

Desde agosto de 1924 hasta el 8 de mayo de 1926 (cuando ya se estaban realizando las negociaciones de su rendición), Abdelkrim mató a un capitán, seis tenientes, un alférez, dos suboficiales, ocho sargentos, 16 cabos, un corneta, dos legionarios de primera y 261 legionarios, en total 298 personas pertenecientes al Tercio de Extranjeros. Un caballero de la Orden de la Cruz de San Fernando, varios de la Medalla Militar Individual, numerosas condecoraciones de diversa índole... Esa es la calidad de los legionarios presos, el 90 por ciento de ellos morirán lejos de España.
Pocos escaparon con vida a ese cautiverio, apenas regresaron 25. El resto de liberados fueron 108 militares y 29 civiles, de los que 19 eran hombres, cuatro mujeres y seis niños. Los padres franciscanos que apresaron también murieron por las penalidades sufridas.
La comisión de la Comandancia General de Melilla llegó a la conclusión de que Abdelkrim era perfecto conocedor del trato que eran objeto los prisioneros españoles, maltrato que era extremado contra oficiales y sargentos, dando muestras de ferocidad y salvajismo. "Por su crueldad se distinguieron el jefe de los prisioneros Si Hamú, el Kaid Hamido, hermano de Pajarito, el cabo Amar y los guardianes Chaib y Cherry".
Cuando en el devenir de la campaña, las tropas españolas iban adentrándose en el Rif y hacían retroceder a Abdelkrim, estos acontecimientos afectaban directamente a los cautivos porque los obligaban a transportar cañones a brazo por zonas riscosas y empinadas donde no podían hacerlo con los mulos.
Entre los trabajos forzados que les obligaban a realizar se encuentran numerosas pistas de comunicación entre los asentamientos, además de instalación de líneas telefónicas entre ellos con colocación de postes y cableado. Todo ello con herramientas rudimentarias, en un terreno hostil, difícil, rocoso y a base de golpes cuando alguien caía rendido y no podía acarrear rocas o picar el suelo.
La lista de fallecidos apaleados es larga, los enterramientos eran diarios. En el informe de la Comandancia de Melilla se generaliza bajo el “comodín” de tifus cuando se moría de hambre, agotamiento, lesionados cuando trabajaban y dejaban de ser útiles para seguir la tarea, o los que recibieron disparos cuando uno de los rifeños probaba la puntería de su nuevo fusil (como recoge el testimonio de uno de los que lograron sobrevivir a tal infierno). Los prisioneros eran “prestados” a las tribus que los solicitaban para realizar trabajos pesados. Abdelkrim entregó a los jefes de las kabilas un documento que presentaban y se llevaban a tantos como querían. Ni que decir tiene que las condiciones fueron las mismas siempre: palos y sangre.
En 1925 la situación se hace más difícil, si eso era posible aún. La casi victoria que acariciaba Abdelkrim en todo el norte de Marruecos empezó a convertirse en derrotas continuadas. Cada vez que los aeroplanos atacaban las posiciones rifeñas los carceleros se ensañaban con los españoles. O cuando el avance del ejército se aproximaba, se producían retiradas hacia el interior del Rif a toda prisa con las fuerzas tan mermadas que se hacía difícil caminar, y quien se negaba a continuar porque ya no podía más, terminaba allí su vida.

Cartas

La correspondencia entre los prisioneros y Melilla existió al principio, con censura y previo pago de una tasa muy alta. Obviamente, fue muy escasa ya que el dinero era una de las primeras cosas que rapiñaban. Según diversas fuentes, llevar una carta a Melilla costaba entre cien pesetas y cien duros, dependiendo de la avaricia del mensajero.
Así, el capitán Francisco López de Roda, caballero de la Medalla Militar individual, jefe de la 8ª compañía de la Tercera Bandera, apresado junto a su tropa en septiembre de 1924 después de haber quedado aislados y sin munición en una operación de protección a un convoy, consiguió contactar con el teniente coronel de la Legión en diciembre de ese año mandando una carta en la que explicaba cómo ocurrió la jornada del 2 de septiembre y el valor mostrado por todos cuando supieron que iban a morir. En la carta comunica que son 62 de la Legión en el cautiverio en Ait Kamara (posteriormente los trasladarán a Bu Salah donde morirán). Sin temer todavía por sus vidas, pide en la despedida “te agradecería telegrafíes a nuestras familias seguimos bien. A Sueiro -otro capitán del Tercio- si es posible cuando vengan a por nosotros me envíen ropas y mi asistente”. No pudo volver a escribir más.
De López de Roda se cuenta que recibía palizas extra porque no se quitaba el chapiri y porque defendía siempre a sus legionarios. Tristemente es uno de los muchos que tienen el tifus como causa de su muerte. Los intentos que hizo su familia para repatriar sus restos no obtuvieron resultado, alegándose que por motivos sanitarios no se podía exhumar por el riesgo de contagio.
El boletín del Ministerio de la Guerra del día 29 de julio de 1926 publicaba una relación de bajas y exponía que Francisco López de Roda, al igual que Federico de la Cruz Lacaci, murió en África (sin determinar lugar exacto) el 20 de junio del mismo año.
En 1928 se inició un expediente de juicio contradictorio para concederle la Cruz Laureada individual, pero quedó sin finalizar. Hay quien apunta a que provocaría perjuicio a altos cargos del Protectorado al quedar en evidencia el martirio que vivieron los más de 600 españoles que acabaron su vida a manos de sus captores.
Estimado lector, cuando alguna vez en tu vida escuches el toque de oración, momento en el que el Ejército recuerda a sus caídos, ten un pensamiento piadoso para todos los que, ya rendidos o asesinados, entregaron su alma lejos de sus seres queridos y su país. Descansen en paz.

Bu Salah, campo de muerte

Los diversos relatos de los pocos supervivientes al cautiverio permiten realizar un mapa de los lugares en donde estuvieron recluidos y sufrieron los tormentos: Tensaman, Ait Kamara, Axdir y Bu Salah (también Buxala). Será en este último donde se intensifican el maltrato y los crímenes contra los prisioneros en represalia y venganza después del desembarco de Alhucemas y los permanentes avances del ejército español.
En los tres años de cautiverio, los desafortunados tuvieron que sumar a todas las penurias el castigo de insectos y parásitos por falta de higiene. Apenas les quedaba uniforme que vestir, de puros harapos en que se habían convertido.
A los castigos corporales también se sumaban la colocación de pesadas cadenas o cepos con los que debía cargar el desgraciado para realizar los trabajos forzados.
El trato inhumano se caracterizaba por despiadada crueldad y salvajismo, golpeando con culatazos de fusiles, vergajazos con cuerdas mojadas o con trenzas de cable telefónico, destacando como castigo más empleado el golpear con astiles de pico, quebrando huesos, espaldas y cabezas, produciendo la inconsciencia de las víctimas, cuando no su muerte directamente.
De los trabajos forzosos que realizaron los prisioneros españoles, la construcción de una carretera que uniera los principales asentamientos de Abdelkrim costó la vida a 75 militares.
No se citan prisioneros indígenas en estos campamentos porque eran directamente eliminados previo un apaleamiento salvaje, que cuentan algunos de los regresados.
Según las declaraciones que realizaron los pocos liberados, en Bu Salah murieron 26 oficiales, 25 sargentos y 580 soldados.

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90 años esperando una Laureada colectiva https://elfarodeceuta.es/laureada-colectiva-legion/ Sun, 20 Sep 2020 00:30:22 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=554019 No existe mejor resumen de la actuación del Tercio de Extranjeros en sus primeros años de vida que una lectura del expediente que se instruyó en 1928 para conocer si la Legión era merecedora de una Cruz Laureada de San Fernando con carácter colectivo a todos sus integrantes. Una laureada colectiva que se le debe, […]

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No existe mejor resumen de la actuación del Tercio de Extranjeros en sus primeros años de vida que una lectura del expediente que se instruyó en 1928 para conocer si la Legión era merecedora de una Cruz Laureada de San Fernando con carácter colectivo a todos sus integrantes.
Una laureada colectiva que se le debe, por una sencilla razón: se inició el expediente en 1928, ocho años más tarde se publicó el resumen, y en 1936 desaparece. En 2004, tras años de estudio e investigación en archivos oficiales, publiqué un libro que rescataba del olvido aquel expediente, aportando nuevos datos y consiguiendo un compromiso con el gabinete de Defensa del ministro Federico Trillo para estudiarlo. Con las elecciones generales de ese año, cesa el gabinete y desaparece esa posibilidad.
En 2014 toma el testigo el teniente coronel José Pérez Recena, recientemente fallecido. Después de un encuentro con él, me pide autorización para utilizar mi libro y ver hasta dónde podía llegar. Por supuesto que sí, y no sólo eso, sino que también le ofrecí toda mi ayuda en su intención. Pérez Recena, entonces, inicia una campaña de divulgación de la existencia del expediente inconcluso, dando charlas por distintas ciudades, y consigue recoger más de 22.000 firmas de apoyo para lograr la reapertura del mismo. Afortunadamente, se pudo encontrar las cajas que contenían los 1.400 folios del juicio contradictorio, y tras comprobar que se cumplían las condiciones de la Real y Militar Orden de San Fernando, se aprueba la condecoración. La reapertura permite recuperar tanto material que la Real y Militar Orden de San Fernando, emite dictamen positivo de su Asamblea. Actualmente, se está a la espera de que la ministra de Defensa firme el documento, lo eleve al Consejo de Ministros y se proceda a su entrega a la Legión. De momento, tristemente el año 2020, el del centenario, pasará sin ver la corbata de San Fernando en las Banderas de la Legión.

Comienza el expediente

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Oficial con la mascota de la compañía en los jardines de Dar Rifien

El general José Sanjurjo, marqués de Monte Malmusi (posteriormente cambiado a marqués del Rif), en su figura de general jefe superior de las Fuerzas en Marruecos, dictó una orden general en noviembre de 1928 exponiendo que con motivo de la resolución de distintos expedientes de juicio contradictorio para la concesión de la Cruz de San Fernando y la Medalla Militar, individual, a varios oficiales, clases y soldados del Tercio, a lo que sumaba los informes existentes que iban a permitir conceder la Medalla Militar colectiva por los combates de 1924 (repliegue de Xauen o la famosa línea Primo de Rivera), y una propuesta de recompensa por méritos contraídos por la campaña de 1927, consideraba que había hechos de la actuación del Tercio que por su repetición y circunstancias podrían llegar a constituir méritos suficientes para recibir la Cruz de San Fernando.
En los combates de Casabona, Sebt, Taxuda, Ambar y Tizzi Assa, tomó parte con más de la mitad de las unidades que tenía organizadas; en los de Tifaruin, Sidi Mesaud, Afrau, Cobba Darsa, Gorgues, Aforit, Kudia Tahar y Monte Malmusi, tomó parte con dos o tres Banderas completas y, por último, en el conjunto de combates que constituyeron la operación de librar el campamento de Xauen, recoger las fuerzas del sector y retirarlas sobre Tetuán, intervino con cinco Banderas de las seis organizadas que, para un efectivo total de 1.429 fusiles, sufrieron 764 bajas, es decir, más de la mitad, sin que en ningún momento padeciera lo más mínimo la moral de la tropa ni su eficacia táctica.
En la orden general, se justifica que “el Tercio, como elemento de choque, ha contribuido de modo principalísimo a casi todas las operaciones esenciales de guerra llevadas a cabo durante la campaña, acreditando extraordinario valor y disciplina, y sufriendo dos mil muertos y seis mil heridos, lo que representa más de un tercio del total del efectivo que ha pasado por sus Banderas”.

Merecedora de la Laureada No existe mejor resumen de la actuación del Tercio de Extranjeros en sus primeros años de vida que una lectura del expediente que se instruyó en 1928 para conocer si la Legión era merecedora

La circular publicaba un plazo de diez días para que todos aquellos generales, jefes, oficiales, clases o individuos de tropa del Ejército o de la Armada, testigos presenciales de los hechos, desearan exponer lo que les constase acerca de ellos, bien a favor o en contra, tenían la oportunidad de hacerlo ante el juez instructor designado, teniente coronel del Cuerpo de Estado Mayor del Ejército, José Martín Prat.
Se produjeron numerosas declaraciones, tantas que el volumen de folios del expediente pasó de mil cuatrocientos, con aportaciones de Millán Astray y otros muchos jefes y oficiales del Tercio y del resto de unidades que compartieron las operaciones militares aludidas en la orden general.
El expediente se basó en catorce operaciones militares, aunque en ese periodo de tiempo la Legión había asistido a 505 operaciones de guerra, 85 convoyes y sufrió 309 agresiones. En total fueron 845 hechos de armas, con el resultado de 116 jefes y oficiales muertos, 319 jefes y oficiales heridos, 1.871 legionarios muertos y 5.775 legionarios heridos.
Desde julio de 1921, la Legión ocupó los lugares de mayor riesgo en las operaciones. Fue decisiva su intervención en el socorro a Melilla y en la reconquista del territorio de su Comandancia General. Actuó en la retirada de la línea de Xauen en 1924 con una heroica y nunca superada hazaña de resistencia, sacrificio y entrega. La conquista de Alhucemas se convirtió en una brillantísima página de la historia legionaria.
Las Banderas del Tercio actuaron en todos los territorios, formando parte de todas las columnas de choque y fueron empleadas en las ocasiones que hacía falta contar con tropas de la mayor seguridad y confianza.

Repliegue de la línea de Xauen
(septiembre a diciembre de 1924)

El Cuartel de Dar Riffien recibía numerosas visitas, incluso de militares extranjeros
El Cuartel de Dar Riffien recibía numerosas visitas, incluso de militares extranjeros

Por sí sola, la intervención de la Legión en esta macro operación militar ya es digna de merecer la Laureada de San Fernando. Fue la única ocasión en que estuvieron juntas prácticamente todas las Banderas existentes hasta el momento, y bajo la dirección del teniente coronel Francisco Franco.
Las operaciones de referencia constituyeron una serie de combates, primero para levantar cercos y socorrer todas las posiciones del sector de Xauen, con zonas de más de 20 kilómetros de terreno de bosques y montañas; y después retirarlas disputando al enemigo palmo a palmo, reaccionando sobre él y recogiendo todos los efectos, municiones y material existente. Más tarde se evacuó Xauen con todos sus blocaos y posiciones (casi cuarenta).

Más de los dos tercios de sus efectivos. De las cinco Banderas, cuya dotación al iniciarse el repliegue era de 2.000 hombres, ya quedaban tan solo unos 600

Continuó el repliegue a Dar Acobba, Xeruta y Zoco el Arbaa, Taranes y Zinat, hasta Benkarrich en cinco etapas, librando en todas ellas duros combates en los innumerables desfiladeros del camino.
Sería difícil detallar estas etapas de socorro y liberación de posiciones, pues en cuantos combates se libraron durante ese tiempo participaron las Banderas de la Legión, que sin desmayar un solo instante, perdieron más de los dos tercios de sus efectivos.
Los heridos leves se mantenían en sus puestos y guardaban el campamento y puestos menos duros y el resto, incluso los conductores del ganado, tomaron parte activísima en los combates, habiendo Bandera, como la Primera, que consiguió concentrar solo 40 fusileros, teniendo que reducir los conductores para reunir un centenar de tiradores.
Dos horas antes de amanecer, la norma general de los días era el reconocimiento. Una vez amanecido, comenzaba el combate que duraba hasta la noche. Los legionarios dieron siempre muestras de heroísmo, disciplina, sufrimiento, tesón y sacrificios. Fueron la confianza y garantía del mando en estas duras pruebas, y en la mayoría de los combates librados, su intervención arrojada, oportuna y audaz salvó un sinfín de situaciones comprometidas.
Entre los episodios que merecen mención especial, destaca el del bosque Tenage, donde el enemigo estaba emboscado en las ramas y copas de los espesos árboles, dejándose rebasar para caer por todas partes sobre dos compañías del Tercio. Se libra un reñidísimo combate en el que al arma blanca causan un gran revés al enemigo.
La retirada de Draa-el-Aseff a Akarrat también encierra episodios heroicos al tener que reaccionar en medio del poblado sobre un enemigo que los invadía.

Fiestas del Aniversario del año 1926
Fiestas del Aniversario del año 1926

Desde Dar Acoba a Xeruta la Cuarta Bandera salvó la columna del general Serrano Orive de ser cortada y copada. Reacciona la Bandera sobre el enemigo librando reñido combate en el que todos sufrieron numerosas bajas. La idea de la cantidad de enemigo la da lo poblado de la zona y que todo el territorio de Yebala estaba en contra de la columna, aumentando día a día con las posiciones y poblados que se iban dejando atrás.
La retirada de Xeruta significó el sacrificio de dos compañías en el último escalón de retaguardia para salvar la retirada del resto de la columna, colocada en mala situación táctica.
La salida del Zoco el Arbaa, con el desplome de uno de los flancos obliga a los legionarios a abrirse paso del enemigo a costa de grandes sacrificios.
De las cinco Banderas, cuya dotación al iniciarse el repliegue era de 2.000 hombres, ya quedaban tan solo unos 600.
Del Zoco el Arbaa a Taranes, se llegó a entrar en contacto hasta llegar al cuerpo a cuerpo con el enemigo, precisando que las compañías para pasar de un escalón al siguiente tuvieran que abrir paso con las bayonetas, ya que el enemigo tenía una moral altísima. Al llega a Taranes hubo que lamentar un considerable número de bajas, tanto de oficiales como de tropa.
Es difícil intentar destacar alguna acción personal entre tantos que resultaron heridos o muertos cumpliendo su deber. Aún así, cabe mencionar al capitán de la primera compañía, Pablo Arredondo Acuña, poseedor de una Cruz Laureada de San Fernando, desaparecido y muerto el 19 de noviembre en la retirada de Xeruta.
Arredondo era un oficial muy querido en la Legión. Era de los pocos que podían lucir la Laureada en su uniforme, y ostentaba en su historial haber sido uno de los primeros en incorporarse al Tercio de extranjeros en 1920. Destacó siempre en todas las operaciones en que participó. En 1921 fue herido de bala en las dos piernas, lo que le obligó a estar separado del servicio una larga temporada. Una vez reincorporado, encontramos que siempre ocupó el puesto al frente de su unidad y corría los mismos riesgos que sus legionarios, impulsándolos con entusiasmo.

En la operación de Xauen destaca el 16 de octubre en el último escalón de la retirada. Igual ocurre el 25 de octubre en la retirada de Draa-el-asef a Akarrat. El 18 de noviembre se distingue por rechazar al enemigo que había puesto en peligrosa situación a la segunda compañía.
El 19 de noviembre, al mando accidental de la Primera Bandera, ocupa posiciones para facilitar la retirada de las fuerzas de Xeruta conteniendo briosamente al enemigo hasta ver a salvo a la Sexta Bandera y el Grupo de Regulares número 3, últimos que salieron del campamento.
Al empezar su repliegue es herido y, comprendiendo la crítica situación de las fuerzas en retirada, permanece en su puesto batiendo al enemigo y sacrificándose por la seguridad del resto de la columna, quedando como desaparecido en unión de sus legionarios. Por su heroico comportamiento, se le concedió la Medalla Militar y posteriormente se elevó a Cruz Laureada de San Fernando, siendo uno de los pocos militares españoles bilaureados.

Alhucemas: ocupación del Monte Malmusi
(23 de septiembre de 1925)

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El desembarco de Alhucemas es, sin duda, el comienzo del final de la guerra que se mantenía con el rebelde Abdelkrim. Era su territorio, su tribu, su kabila, y se iba a vivir el episodio de mayor resistencia hasta el momento. Desde el 8 de septiembre, se mantenía una situación difícil, ya que era necesario poder disponer calas en las que realizar el desembarco de material y tropas a cubierto del fuego enemigo. Se hacía preciso ocupar el monte Malmusi, dominante del terreno y en poder enemigo.Intervienen cuatro Banderas, dos con el coronel Franco (Sexta y Séptima) y dos con el coronel Goded (Segunda y Tercera).
Hay que separar las dos columnas, puesto que la primera asaltó el Malmusi y la segunda quedó de reserva y actuaron solamente algunas secciones . En total hubo cuatro oficiales y 46 de tropa muertos y 9 oficiales y 141 legionarios heridos.
La misión era expulsar los rifeños de Malmusi y despejar la zona. La existencia de numerosas cuevas y parapetos motivó que los barridos de artillería no fueran efectivos, ya que cuando se inicia el ascenso, salen de sus escondites y presentan fuerte resistencia utilizando cañones, morteros ametralladoras y fusiles ametralladores, lo que obligó a los legionarios a utilizar armas blancas y luchar con enemigo muy superior en número, recogiendo gran cantidad de material.
El teniente José Espinosa de Orive, de la 24 compañía, fue herido al asaltar una trinchera enemiga estando al frente de su sección. A pesar de ello, continúa luchando contra un enemigo superior en número, al que bate en huida, llegando al cuerpo a cuerpo. Retirado del combate, contra su voluntad, recibe una segunda herida que le causa la muerte. Por estos hechos fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando.
El expediente del juicio contradictorio, muy resumido en estas líneas, ocupa cientos de folios de instrucción, más otros cientos de folios de partes de guerra, y más muchos otros de historiales personales de quienes participaron en las operaciones) es una pequeña muestra de lo que hizo el Tercio de Extranjeros en sus primeros años de existencia.
Según las estadísticas, ocho de cada catorce legionarios fueron baja como resultado de los combates, agresiones y convoyes en los que intervino en el norte de Marruecos. La Cruz Laureada de San Fernando con carácter colectivo a todas las Banderas que participaron desde 1920 hasta 1927, con carácter colectivo a todas las Banderas y los legionarios, oficiales y jefes que formaron en el Tercio durante esos años, es un asunto pendiente de España con la Legión. Y se la merece porque los hechos, el heroísmo, la entrega y el sacrificio que quedaron acreditados escriben páginas de la historia de España que no deben caer en el olvido.
La Legión, aparte de miles de condecoraciones de diversas categorías, cuenta con 22 Laureadas individuales y 7 colectivas a Banderas o compañías; y 211 Medallas Militares individuales y 22 con carácter colectivo.

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