Artículos escritos por Germinal Castillo en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/germinal-castillo/ Diario digital Sun, 01 Oct 2023 09:14:27 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Germinal Castillo en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/germinal-castillo/ 32 32 La Rentrée https://elfarodeceuta.es/rentree/ Sun, 01 Oct 2023 05:00:22 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=952668 Emplear el verbo “Volver” cuando no se ha empleado con anterioridad el verbo “Marchar” comporta, sin duda, una cierta dosis de contrasentido envuelto en una suerte de oxímoron emocional. Sea como fuese, este Vitriolo tiene vocación de Rentrée, esa palabreja de galos orígenes que se aplica a la vuelta al cole, al inicio del curso […]

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Emplear el verbo “Volver” cuando no se ha empleado con anterioridad el verbo “Marchar” comporta, sin duda, una cierta dosis de contrasentido envuelto en una suerte de oxímoron emocional.

Sea como fuese, este Vitriolo tiene vocación de Rentrée, esa palabreja de galos orígenes que se aplica a la vuelta al cole, al inicio del curso político o a cualquier reinicio cíclico.

Esta reentrada en la atmósfera de letras juntadas se lleva a cabo tras una ausencia forzada, y ello por una increíble cascada de acontecimientos que han marcado, a fuego, una indeleble huella en el consciente histórico personal y colectivo.

Rentrée, pues, como una ritual vuelta a las corrosivas andadas por los incómodos senderos en los que, mojarse en el vitriol, seguirá siendo marca de la casa como antítesis a la alineación y a la alienación.

Así que, a cada cuál con sus decisiones, sus comportamientos cargados de ética, o no, sus inconfesables ambiciones o sus acomodaticias y conformistas adecuaciones al medio. Por su parte, la elección del H2SO4 continuará siendo la que siempre ha sido, por muy incómoda que pueda resultarle a propias y a extrañas. Noblesse oblige.

Por lo tanto, que nadie se lleve a engaños: hablar de “Volver” sin haber utilizado el verbo “Marchar” es, sin lugar a dudas, una intencionada declaración de principios en toda regla. Dicho queda.

Corría el año 1837 cuando el escritor danés Hans Christian Andersen publicaba un cuento que llevaba por título “El traje nuevo del emperador”.

Si bien las expertas aseguran que hay textos con el mismo hilo argumental en Sri Lanka o la India, parece evidente que el escritor danés se basó en una historia escrita entre 1331 y 1335 por el Infante Don Juan Manuel (nieto de Fernando III) en su obra “El conde Lucanor”.

La historia, muy conocida por todas, narra como dos estafadores engañan a un rey vendiéndole una tela de oro y plata. La particularidad de esa vestimenta es que solo era visible para los ojos de alta alcurnia y, por lo tanto, no apta para los ojos del vulgo, incapaz de distinguir la delicada belleza de la riqueza.

El rey, incapaz de reconocer que solo se veía aíre donde los estafadores decían que había lujosas telas, decidió que se vestiría con los excelsos ropajes para celebrar el día de su llegada al trono.

Mientras, los ladrones pedían cada vez más oro y más plata para supuestamente seguir tejiendo, en mágicas maquinarias, una tela tan especial como única que sólo el rey tendría el privilegio de poder vestir. Obviamente, los metales preciosos desaparecían de la ciudad con la misma habilidad que le procuraban al rey todo tipo de juegos verbales para hacerle creer las bondades del tejido. El pueblo, por su parte, esperaba con ansias el mágico momento de ver a su rey revestido con un ropaje de excepción. Todo era expectación.

Y llegó el día del aniversario de la coronación. Los estafadores se esmeraron, entre lisonja y lisonja, en vestir al monarca simulando todo tipo de arreglos de última hora. Las campanas de la catedral avisaron del inicio de la ceremonia y el rey salió, al fin, con marcha triunfal por la avenida principal de la ciudad antes los atónitos ojos de una población que veía como su rey iba sin ropa alguna. Evidentemente, nadie del séquito o del público se atrevió a decir nada y el asombro era disimulado por una ola de serviles aplausos.

El relato quiere que un niño, despojado de cualquier compromiso protocolario o político, empezara a gritar “el rey va desnudo”, lo que provocó que todas las asistentes al desfile empezarán a reír de incontrolable manera y que corearan,  a su vez y todas a una, que el rey iba por la calle como su madre le había traído al mundo.

Se dice que el ridículo del alto dignatario fue tal que jamás volvió a salir de su castillo.

De los estafadores nunca más se supo. Del oro y de la plata, obviamente tampoco. Debemos suponer que esa época ya había paraísos fiscales dónde convivían las cuentas opacas de las estafadoras, de las traficantes de armas y de droga junto con las de las receptoras de comisiones y retrocomisiones. Por lo visto, todo está inventado.

La gran pregunta es que hubiese pasado si aquel niño, y sus gritos de sorna, no hubiesen interrumpido el cortejo para evidenciar lo evidente. ¿Qué habría tenido que suceder para que, sin esa voz que logró despertar conciencias, todo el mundo se rindiese a la evidencia de que las telas de oro y plata no eran sino un timo brutal?

Y en esas estamos...

Domadas y amaestradas hasta un extremo orweliano inconcebible hace apenas 20 años, asistimos a diario, cuales vacas que ven pasar el tren, a una ingente cantidad de atropellos sociales, económicos políticos y medioambientales sin que nada se despierte en nosotras, o muy poco. Como esas mismas vacas que se pasan la vida pastando y siendo ordeñadas, no reaccionamos ante nada. Normalizamos las tropelías y nos conformamos dócilmente con curvar dúctilmente el lomo sin preguntar ni preguntarnos nada.

Y, sin embargo, hay materia para, como mínimo, hacer y hacerse preguntas. Muchas.

Ejemplos no faltan, aquí van algunos.

Comprobamos, una y otra vez, que una parte podrida de la clase política solo sirve de eslabón para cerrar la cadena que une intereses económicos y privilegios de las de siempre. Por ello, no se entiende que lo que llamamos el pueblo soberano no salte en seco para exigir tanto el fin de tanta connivencia entre estas chicas de lo recados y las poderosas.

Dicho de otra forma, los usted y los yo no se manifiestan ni presionan para que se aprueben leyes severas que confisquen, por ejemplo, el patrimonio de corruptas y corruptoras o para que se lleve un serio y real refuerzo en los distintos cuerpos de inspección fiscal que pueda controlar a chorizas y defraudadoras. Pero no, seguimos pastando con encefalograma plano como si todo esto no fuese con nosotras.

Evidenciamos, día sí y día también, que nos estamos suicidando a medio plazo permitiendo que las grandes corporaciones agoten los recursos del planeta, nos envenenen prosiguiendo con la fabricación de productos tóxicos. Aborregadas, consentimos, si no es que lo alentamos, que piratas sin escrúpulos terminen con los acuíferos para ganar más dinero desertizándolo todo o aniquilen las masas forestales para implantar cultivos tan intensivos como nocivos.

No obstante, y a pesar de que esta verdad incómoda, como la denominó el ex vicepresidente Al Gore, es una sangrante y cruel realidad, nos pasamos el tiempo, como las vacas en el prado, dilucidando si la locomotora es diésel o eléctrica en lugar de hacer de nuestras voces y actos una barricada que pare en seco la barbarie llamada “emergencia climática”. Tal cual.

Sabemos que, a mansalva y sin ningún tipo de tapujos o disimulos, nos están privatizando los servicios públicos básicos para, a mayor gloria de la Escuela de Chicago y su ultraliberal Doctrina del Shock, transformarlos en lucrativos negocios para que se embolsen muchísimo dinero las de siempre y, evidentemente, todo ello en detrimento de todas nosotras.

¿Aún alberga alguna duda al respecto? Haga cuentas, las de la vieja o las de la calculadora, como prefiera. Si partimos del principio básico que la finalidad legítima de una empresa es obtener cuantos beneficios mejor, en este caso las ganancias se hacen a base de ofrecer un servicio de pésima calidad abaratando costes. Así, el sendero que nos muestran en Sanidad es el vigente en Estados Unidos dónde quien posee suficiente dinero, o un sólido y costoso seguro privado, tiene derecho a cuidados sanitarios dignos y eficaces, y quien no, pues se muere sin que nadie le trate.

¿Pero cómo se crea esa demanda si nuestro sistema de salud europeo es diametralmente opuesto a los de USA? Elemental.

Se recorta flagrantemente en personal y en medios, se crea una carencia y, al mismo tiempo. se favorece la eclosión del negocio sanitario que, lógicamente, mira por la cuenta de resultados como buen negocio que es. Los datos son escalofriantes: en los últimos años el crecimiento de la sanidad privada se ha llevado a cabo en la forma exponencial que se ha ido mermando a la sanidad pública. Blanco, en botella y la producen las que ven pasar el tren.

¿Pero, situación exclusiva de la sanidad? Por supuesto que no porque Educación o Ejército entran en este mismo paquete.

En Educación sólo hace falta ver las acrobacias presupuestarias que deben hacer las universidades y el sistema educativo en general para sobrevivir. A la par, y aupadas por capitales privados y/o religiosos, universidades y escuelas privadas florecen en todas partes con ayudas de gobiernos autonómicos, como el de Madrid, sin ir más lejos. Obviamente, no hace ni falta subrayarlo, todo esto en detrimento del sistema público. Faltaría más.

Estamos irremediablemente volviendo a la noche oscura de la rancia y ya casi olvidada época en la que solo estudiaban las hijas de las poderosas y/o privilegiadas.

Puede seguir pensando que este H2SO4 es agorero, exagerado y fantasioso pero como no reaccionemos a tiempo, decir “¡YA!” se aplicará en toda su extensión la ya famosa expresión “es el mercado, amigo”, pronunciada por el que fuera ministro de Economía del PP, expresidente del FMI, y expresidente de Bankia, el procesado Rodrigo Rato.

¿El ejército, también? No puede ser, dirá usted ultrajada...

Pues desgraciadamente, no sólo puede ser si no que ya es una realidad.

En una entrevista a la periodista Naomi Klein, un general de muchas estrellas con despacho en el Pentágono se lamentaba de que, antes de que llegaran las tropas norteamericanas a un lugar, ya estaban in situ los ejércitos privados (tipo Blackwater, Wagner) ocupándose de la logística. Y, cuando se tocaba retirada, estos mercenarios que adoptan el eufemístico nombre de “contratistas”, siempre se quedaban para finiquitar el trabajo.

Sobra decir que estas milicias privadas no están sujetos a leyes, convenios internacionales o tratados ya que no son un ejército al uso. Las mercenarias no son nada nuevo, cierto es, pero la fuerza y amplitud que están tomando desde hace algunos años  es simplemente terrorífica. La actuación de las columnas de Wagner encaminándose hacia Moscú es buena prueba de ello, independientemente de lo que Putin pueda representar y ser.

Dicho de otra forma, estas soldadescas no están sujetas a ningún control político rindiendo cuentas sólo antes quienes les pagan. Que los estados las utilicen para llevar a cabo sus inconfesables fechorías, es otra historia.

“Pues bien, a pesar de lo alarmante de lo expuesto, nosotras continuamos muy entretenidas contando el número de vagones que tiene el convoy y rumiando con parsimonia, pero poco más. Un Clásico”

Lo de “Ejército SA”, lejos de ser el argumento de una película distópica es ya toda una realidad que vuelve de las negruras de la historia de Nigeria con el Biafra, o de las leyendas de Flandes, para incrustarse de nuevo en el África subsahariana o en Oriente Medio ¿Pero, y si mañana tal o cual megaempresa emplease esas tropas para defender sus intereses, por encima de los legítimos derechos de la ciudadanía de un país? A meditar, sin duda.

El caso es que, avisadas quedáis de la terrible realidad que tenemos encima, aunque todo os parezca demasiado lejos como para afectarnos.

Como escribió en “Guerra di clase” del año 1937 el clarividente filósofo, periodista y escritor Italiano Camilo Berneri, “las bombas que caen hoy Madrid caerán mañana sobre Barcelona, y pasado sobre Londres y París”. Y no somos capaces de verlo.

Pues bien, a pesar de lo alarmante de lo expuesto, nosotras continuamos muy entretenidas contando el número de vagones que tiene el convoy y rumiando con parsimonia, pero poco más. Un Clásico.

Y nos queda una de las muchas guindas del pastel.

La corrupción, ese mal endémico inherentea cualquier clase de poder [¨El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente¨ Lord Acton], ya es visto como tan absolutamente normal que damos por buena la errónea, básica y simplista conclusión de que todas las políticas son iguales. Y claro, eso es simplemente falso.

Sin embargo, generalmente sacados a la luz por las enemigas internas que tienen las unas y las otras en sus propias formaciones, los escándalos surgen regularmente en torno a comisiones y retrocomisiones en los mismísimos rodamientos del poder. Estas lamentables situaciones hacen que, cada vez más, las ciudadanas desconfiemos del sistema democrático.

Sin embargo, y en contra de toda lógica, este recelo no se transforma en un análisis consciente que pueda dar como resultado una exigencia de limpieza absoluta a la clase política mediante un rechazo radical de estas prácticas, un plante que provocaría la adopción de medidas severas contra las corruptas y las corruptoras.

En lugar de ello, como buenas vacas que disfrutan del paso del “trensito”, o bien lo asimilamos como algo “normal” sin que ni siquiera estos delitos pasen factura electoral, o nos refugiamos en la fácil argumentación de brocha gorda de quienes utilizan la bazofia demagógica y el populismo extremista, ese mismo que, hasta hace poco, nos parecía trasnochado e irrepetible porque habíamos aprendido la lección”. Se ve que nos toca repetir curso.

Así, las salvadoras se envuelven en un amor ultra a la patria, como único argumento, enarbolan los colores de la bandera como exclusivo discurso como si las demás renegásemos de nuestro país y de su estandarte. Esta postura, que no resiste ni el más mínimo análisis, es sin embargo la opción preferida para quienes creen que el sistema está podrido.

Cuan útil nos sería revisar esos manuales de historia que sólo nos están sirviendo para acumular polvo y olvido en las estanterías. No aprendemos.

En esta ola intransigente se incluye el odio a las elecciones sexuales de nuestras iguales (como si fuese determinante o nos debería importar quién quiere amar a quién y cómo), a las extranjeras (esas que vienen a quitarnos el pan y a llevar a cabo el “gran remplazo”), a las librepensadoras (el dogma siempre lo debe presidir todo para que nada se cuestione nunca) y a todo aquello que huela a Libertad, Igualdad o Fraternidad. Y mientras tanto, las vacas a lo suyo.

Usted, como siempre, sabrá lo que más le conviene, pero si no somos capaces de reaccionar para tomar las riendas de nuestro futuro, otras lo harán por nosotras y no será precisamente para ayudarnos a conquistar nuestra emancipación. De hecho, “esas otras” ya están trabajando en ello con afán y, visto lo visto, no parece que nos importe mucho.

Nosotras, a lo nuestro, a seguir pavoneándonos totalmente desnudas convencidas de que vestimos ropajes de oro y plata sin advertir de lo que se cierne sobre nosotras. Pensar cuesta, ir en rebaño, no.  La elección es evidente. Lo de siempre.

Estamos adoptando irremediablemente un paso ligero similar al de Dachau, al de Auschwitz o el que empleaban las esclavas para trasladarse hasta las galeras donde morían remando. Está claro que, encadenadas al banco y soportando mil y un latigazos, las que puedan elegir argollas de acero inoxidable serán, sin duda alguna, las privilegiadas del lugar. A las evidencias me remito.

Las vacas, bien, gracias.

Nada más que añadir, Señoría.

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Todas las llamas del infierno https://elfarodeceuta.es/todas-llamas-infierno/ https://elfarodeceuta.es/todas-llamas-infierno/#comments Sun, 19 Sep 2021 05:29:56 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=666127 Milton Friedman, ideólogo de la infausta Escuela Económica de Chicago, aseguraba que cualquier crisis era la mejor manera de cambiar las cosas... lo que no añadió es que, siguiendo sus dictámenes, siempre era para peor. Además, afirmó textualmente que: “Sólo una crisis —real o percibida— da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene […]

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Milton Friedman, ideólogo de la infausta Escuela Económica de Chicago, aseguraba que cualquier crisis era la mejor manera de cambiar las cosas... lo que no añadió es que, siguiendo sus dictámenes, siempre era para peor.
Además, afirmó textualmente que: “Sólo una crisis —real o percibida— da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica [de la Escuela Económica de Chicago]: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable”. Esto, en boca de quien apadrinó y llenó de contenido el golpe de estado de Pinochet, o nutrió intelectualmente las políticas ultraconservadoras de Thatcher, suena efectivamente a lo que es: una amenaza a lo público y a quienes menos tienen.
Estas crisis “reales o percibidas” (Friedman dixit) aparecen en la mayoría de las ocasiones de forma imprevista, y su brutalidad es tal que deja paralizada la capacidad de reacción de la ciudadanía. Ese es justamente el momento escogido para aplicar políticas que poco antes hubiesen sido impensables. Es lo que la escritora canadiense Naomi Klein denominó “La doctrina del shock”. ¿Por qué? Fácil de explicar. ¿Cuál sería nuestra capacidad de reacción tras recibir una descarga de electroshock? Obviamente, nula.
Y en esas podríamos estar.
El brutal incendio de Sierra Bermeja, en la provincia de Málaga, ha sido precisamente una de esas crisis.
Un bombero forestal muerto en acto de servicio (estamos esperando los reconocimientos pertinentes que se merecen él y su familia, por cierto, si bien el Ayuntamiento de Estepona ya le ha otorgado la medalla al mérito a título póstumo), un fuego devastador en grado sumo, unos asesinos provocando fuegos, unos medios de extinción de incendios muy por debajo de las necesidades, una política de prevención nefasta y unos dirigentes políticos que, sin lugar a dudas, han estado lejos de lo que supone debe ser un servidor público. A la vista está.
En Andalucía, los y las trabajadores del INFOCA (Plan de Prevención y Extinción de Incendios Forestales) son quienes llevan a cabo un trabajo impresionante en aras a proteger nuestros montes y bosques, o lo que viene a ser lo mismo, salvaguardar nuestros pulmones naturales. Los medios de los que dispone el INFOCA (es decir, los que los responsables de la Junta de Andalucía asignan a ese organismo con nuestro dinero) son, a todas luces, insuficientes, al tiempo que los trabajos tendentes a evitar que se produzcan incendios son manifiestamente mejorables (por ser generoso con el término). El resultado de esta nula prevención se ha podido comprobar, desgraciadamente, en Sierra Bermeja. A todo esto, hay que sumar que una parte importante de la plantilla del INFOCA es contratada de forma parcial.
La política empleada, en este preciso tema, muy bien podría asemejarse a la de un sistema de salud que no vacunase a la población contra el Covid19, pero que luego se deshiciese en lamentos por el alto número de hospitalizaciones. Ahora estamos en la parte de los lamentos, pero nadie quiere profundizar en el tema. Nadie parece querer evidenciar las carencias. Nadie quiere remediar nada. Sin embargo, sí resulta evidente que se quiere aplicar, aquí también, las tesis de Friedman en torno la crisis a la par que el catecismo del capitalismo más salvaje. Me explico.
Admitiendo que Sierra Bermeja es el paradigma de la “tormenta perfecta” y que se han reunido varios factores y elementos improbables cuyo resultado ha sido una catástrofe ecológica, me cabe una sola duda: ¿Es que dentro del plantel que dirige INFOCA nadie se ha parado a planificar una crisis de este tamaño?
Si la respuesta es que sí, se debe cesar a todo el que tenga alguna responsabilidad por no haber aplicado la susodicha planificación. Si es que no, si no se ha preparado un escenario teórico de esta clase, es que quienes dirigen políticamente el organismo son absolutamente ineptos e incompetentes en esta materia.
Lo cierto es que estas mujeres y hombres que se juegan la vida (como en el caso del bombero forestal Carlos Martínez, literalmente) contra el fuego han podido comprobar en estos días, con honda emoción, el firme apoyo de la ciudadanía en carreteras y pueblos por su trabajo diario contra el fuego, y en particular por el desarrollado en Sierra Bermeja. El amarillo INFOCA ha recibido desde la calle lo que no han fomentado los responsables de las instituciones: un sentido reconocimiento por su impresionante labor. Bravo.
Pero, ¿dónde está la referencia de Milton Friedman aquí? ¿Qué tiene que ver el incendio de Sierra Bermeja con la Doctrina del Shock? ¿Qué puntos de coincidencia tienen el concepto del capitalismo salvaje, con sus privatizaciones a ultranza (en la que se socializan las pérdidas pero se privatizan la ganancias), la catástrofe de Sierra Bermeja y el INFOCA?

Como siempre, la forma de utilizar “adecuadamente” las palabras siguen siendo la clave.
Los vocablos “gastos”, “rentabilidad”, “déficit público” y “ajuste del presupuesto” se mezclan habilidosamente con “adecuación de la plantilla”, “voluntad política”, “consultoras independientes” y “externalizaciones” y se juntan para formar el combustible (utilizando el lenguaje de las bomberas forestales) que provoca irremediablemente la explosión de la desaparición de los servicios públicos.
Las vacaciones de las maestras, el mal servicio que se da en la sanidad pública o la incompetencia de las funcionarias en general son parte de la munición que generalmente se emplea para este menester. Y nosotras, claro, picamos. No falla. Nos tragamos que las profesoras viven muy bien con sus meses de vacaciones, que las funcionarias son todas unas vagas, que el personal sanitario es desagradable porque es fijo y no les importa los pacientes y que la solución está exclusivamente en el ámbito de la empresa privada que ellos sí que saben hacer las cosas. Lo de la precariedad, la calidad de los beneficios por encima de la calidad del servicio, eso es otra historia de la que no toca nunca hablar. Ni siquiera el atraco a mano armada de las empresas eléctricas nos da que pensar. No aprendemos.
El caso es que el presidente de la Junta de Andalucía, el popular Juanma Moreno, encargó a varias consultoras externas unos estudios por valor de 2,2 millones de euros que las centrales sindicales no dudaron en tildar de despilfarro ¿Es que tiene otro nombre?
Esos “estudios” fueron tajantes e instaron, como no, a suprimir gastos innecesarios. Lo público era de nuevo la víctima propiciatoria y, en esta ocasión, el INFOCA parecía irremediablemente sentenciado. Evidentemente, mantener a bomberas forestales es del todo superfluo porque no hay incendios todos los días y lo de Sierra Bermeja no deja de ser un hecho aislado, ¿verdad? Siguiendo ese razonamiento, ¿para qué mantener a una plantilla de tantas bomberas urbanas si la mayoría de los días no hay incendios importantes? La pregunta es tan estúpida que se contesta por sí sola. Pues la misma respuesta debería aplicarse a las bomberas forestales, en el remoto caso que nos diese por pensar alguna vez en estos temas.
En cuanto a las “famosas” auditorías, según aseguraba al diario Público el sindicalista de CGT, Javier Téllez (central sindical mayoritaria en INFOCA) “las auditorías siguen ahí. La consejera de Agricultura y Desarrollo Sostenible, Carmen Crespo, nos ha dicho que no va a haber despidos ni privatizaciones, pero queremos el compromiso público en el parlamento", aseguró. "De algún modo, está parado. Amenazamos con movilizaciones. Pero no sabemos hasta cuándo", afirmó. Y añadió "una auditoría que parte de la premisa inicial de que lo privado es más rentable que lo público no puede concluir otra cosa que la necesidad de privatizar los servicios públicos. Este discurso ya se ha demostrado como falso en otros ámbitos". Los otros dos sindicatos, CCOO y UGT, también coincidieron en tachar las auditorias de ideológica, que “apuntalan intereses privados”. Si es blanco, lo dan las vacas y va en botellas...
Obviamente, tras lo de Sierra Bermeja no era el momento político más oportuno para sacar a pasear la guillotina de lo público. Pero convencido estoy de que llegaremos a eso. En breve.
Así pues, nada de reforzar el sistema público, sino todo lo contrario. Doctrina del Shock por bandera se opta por la privatización. Los beneficios de las cuentas de resultados siguen primando sobre los beneficios de la comunidad. Dicho de otra forma: si hay dinero que perder, que lo perdamos las ciudadanas, pero si hay dinero que ganar, que se lo lleven las de siempre. Y si no, se lo damos a fondo perdido y aquí no ha pasado nada... como en Bankia, entre otros casos. Un clásico.
Así, los citados informes serían tajantes: hay demasiados gastos superfluos en la administración andaluza y el ahorro consistiría, básicamente y entre otras cosas, en liquidar el INFOCA para que su gestión pasase a manos privadas.
Sin embargo, hay que saber que la política de personal del INFOCA se basa en la temporalidad. Buena parte de las bomberas forestales son despedidas al finalizar la campaña, ingresan en el paro y, si hay suerte, son contratadas de nuevo cuando empieza la temporada de incendios forestales. Evidentemente, eso conlleva que no se tenga el personal necesario para llevar a cabo unas cruciales tareas de conservación y prevención en invierno que evitarían la propagación de los incendios en verano.
Al respecto, en su informe “Paisajes cortafuegos” la ONG conservacionista WWF es tajante: “Cada vez existe un mayor consenso técnico y científico sobre la necesidad de actuar para estar mejor preparados para el nuevo escenario de incendios extremos, y una mayor demanda social para la puesta en marcha de una ambiciosa política de prevención que ponga la gestión del territorio en primer plano: pasar de un modelo que prioriza las inversiones en avanzados dispositivos de extinción e ignora los efectos del calentamiento global y la acumulación de combustibles a otro que apuesta por promover paisajes resilientes, vivos, rentables y menos inflamables”.

Si de nuevo se mira a la catástrofe ecológica de Sierra Bermeja comprobaremos que se cumple, punto por punto, lo que asegura WWF y nadie protesta por tamaña brutalidad. Impresionante, como tampoco protestamos por el desmembramiento de la sanidad pública, de la educación, de los servicios de seguridad etcétera. Como si no nos fuera nada en ello. Penoso y vergonzante.
Pero hay más contradicciones en todo esto. Si en lo que respecta a las bomberas urbanas, de manera lógica y acertada, se apuesta por una formación constante, en el caso de las bomberas forestales la precariedad laboral impide esa formación en unas profesionales que, de forma anónima, arriesgan su vida para salvaguardar la naturaleza. Nuestra naturaleza. Absolutamente incomprensible.
Cuando en breve pase la marea de simpatía por las bomberas forestales (eso dura lo que dura, acordémonos de los aplausos covid), cuando el [poco] recordado Carlos Martínez no sea ni tan siquiera un triste recuerdo del brutal incendio de Sierra Bermeja, mucho me temo que nos presentarán de nuevo un modelo de eficiencia de gestión en la que se abogará por “externalizar” un servicio del que nos dirán sólo sirve durante los meses de verano. Y todas tan felices de que, supuestamente, nuestras gobernantas vayan ahorrando dinero de las cuentas públicas. Pensar no parece que sea nuestro fuerte, no.
Para acallar las voces más rebeldes de las más veteranas, probablemente se llevarán a cabo bajas incentivadas y jugosas prejubilaciones. Otro clásico. Después nos presentarán miles de sesudos estudios “hiper ajustados” que, irremediablemente acabaremos aplaudiendo. Y ya aparecieron las tesis de Milton Friedman que no son otras que las de las poderosas. Fácil de entender.
Como siempre, usted sabrá lo que más le conviene pero los ejemplos se amontonan, las evidencias se entrelazan y la realidad es tenaz. El paradigma de estos tiburones de las finanzas siempre es el mismo: educación privada, sanidad privada y el resto de servicios públicos, también privatizados... incluido el Ejército. Aquí no se libra nadie. Usted se curará si tiene medios económicos, sus hijas irán a buen colegio si puede pagarlo y un largo etcétera tan evidente como palmario.
Defender al INFOCA es mucho más que posicionarse al lado de las bomberas forestales que no dudan en luchar contra las llamas con medios deficientes. Es infinitamente más que defender lo público. Es entender que las políticas ultraliberales lo sacrifican todo para lograr más ceros en las cuentas corrientes de los paraísos fiscales de las de siempre. Otra cosa es que nos decidamos a despojarnos de las anteojeras para verlo todo claro, esas que tenemos miedo de quitarnos para no encontrarnos con una verdad incómoda, en fin “la vida mamá, la vida...” como llegó a clamar acertadamente una famosa asesora del presidente Jefferson.
Está claro que no todos los devastadores incendios son como el de Sierra Bermeja, otros (los más) son más asesinos, más letales y con perversos visos de irreversibilidad, y utilizan sin remordimiento alguno todas las llamas del infierno para acabar con lo poco que nos queda. Avisadas estamos.
A modo de cierre, quizás convendría recordar las archiconocidas palabras del jefe indio Noah Sealth: “Cuando hayan cortado el último árbol, contaminado el último río y pescado el último pez, se darán cuenta de que el dinero no se puede comer. Así termina la vida, así empieza la supervivencia”.
Es tan evidente...
Nada más que añadir, Señoría.

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“Me encantaría tatuar el alma” https://elfarodeceuta.es/encantaria-tatuar-alma/ Sat, 24 Jul 2021 03:00:36 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=650222 Dicen que las terapeutas de técnicas orientales milenarias tenían la capacidad de masajear el aura. Los tatuadores, por su parte, manejan el arte de saber plasmar en la piel los sentimientos, anhelos y sueños de quienes han elegido dejar en su cuerpo la sublime marca de uno o varios pedazos de vida. Jorge Cortés, gerente […]

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Dicen que las terapeutas de técnicas orientales milenarias tenían la capacidad de masajear el aura. Los tatuadores, por su parte, manejan el arte de saber plasmar en la piel los sentimientos, anhelos y sueños de quienes han elegido dejar en su cuerpo la sublime marca de uno o varios pedazos de vida.

Jorge Cortés, gerente de “13 Tattoo”, ha hecho de su pasión un trabajo, y de ese trabajo una pasión. El ceutí, detentor de varios premios nacionales de tatuajes en varias modalidades, afirma que la influencia familiar ha sido clave para que, desde hace más de 10 años, se dedique de manera profesional a la especial maestría de trasladar sueños hasta la primera capa de la epidermis. “Algunos piensan que los tattoos son una novedad -asegura Jorge Cortés- pero la realidad es que somos sucesores de quienes, en el antiguo Egipto, ya tatuaban los cuerpos de los faraones”.

Mucho tiempo relacionados con las capas menos desfavorecidas de la sociedad, los tatuajes se han transformado en especiales e irrepetibles marcas de identidad para famosos y anónimos que las RR.SS se encargan de difundir por igual.

“Aquí hemos tatuado de todo y en casi todas las partes del cuerpo, hasta hemos tatuado una fresa justo encima del ano -afirma Jorge Cortés para quien los únicos límites son los sanitarios [nunca en la zona de las mucosas] y la simbología que se relacione con la xenofobia o la intolerancia en general.

Su trabajo como tatuador también engloba el de llevar a cabo lo que él denomina la “tattoo educación”. “Evidentemente -asegura- nosotros siempre le aconsejamos al cliente en torno al tamaño del tatuaje, la parte del cuerpo a tatuar y el motivo. Desaconsejamos hacer tattoos en las palmas de las manos o en la planta de los pies porque es una piel que se regenera mucho y se acaban borrando. Las manos tampoco son un sitio “elegante”, pero todo el resto queda a la imaginación de la persona que quiere tatuarse, teniendo en cuenta que en algunas empresas se rechaza automáticamente a quienes llevan tatuajes en zonas visibles”.

La simbología es una parte fundamental de los tattoos. “Antes los marineros que habían surcado los siete mares se tatuaban una golondrina con tinta de pluma, tinta de humo (a base de goma derretida) o tinta de flores machacadas. Hoy -afirma- utilizamos unas técnicas y unos instrumentos en los que prima una higiene extrema [los tatuadores se examinan de conocimientos sanitarios para poder trabajar] pero siguen teniendo significados muy concretos, nada más que hay que ver los tatuajes en los que prima el surrealismo en muy en boga en los países de este. Aquí -asegura- la tendencia es el realismo, aunque hace unos años la moda se centró en los tatuajes tribales”.

Es marca no indeleble (sesiones de láser son capaces de borrar el nombre de un amor perdido) son sin duda una bella forma de exhibicionismo en la que cada cual retrata en su piel mensajes evidentes, otros más sutiles y hasta secretos y otros que “solo” son bellezas pictóricas.

Este tatuador ceutí, que afirma que su mejor tatuaje es el que aún tiene en la imaginación, tiene una meta [¿imposible?]: “me encantaría tatuar el alma”. Por lo visto en las pieles ceutíes y foráneas que pasan por “13 Tattoo”, Jorge Cortes cada vez se va acercando más a su sueño...

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In memoriam a Mamen Carrera: en la próxima clase te veo... https://elfarodeceuta.es/in-memoriam-mamen-carrera/ https://elfarodeceuta.es/in-memoriam-mamen-carrera/#comments Thu, 27 May 2021 04:30:40 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=630888 Bien lo sabes, Mamen, que Renaud cantaba que allá en los cielos había un bareto repleto de amiguetes y de personas que le importaban. Y seguro que tenía razón. Desde el Instituto de Idiomas, sabemos que detrás de esa estrella brillante que vemos por encima de la mujer muerta, justo en la vertical de Tánger, […]

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Bien lo sabes, Mamen, que Renaud cantaba que allá en los cielos había un bareto repleto de amiguetes y de personas que le importaban. Y seguro que tenía razón. Desde el Instituto de Idiomas, sabemos que detrás de esa estrella brillante que vemos por encima de la mujer muerta, justo en la vertical de Tánger, hay una escuela en la que Tú sigues impartiendo tus clases.
Con la música del “Hôtel Normandy” de fondo de Patricia Kaas que tanto te gusta, estarás explicando cómo se construye el francés a la vez que descompones esos tiempos que sólo tu conoces. Ayer, decidiste cambiar de aula para iniciar tu vuelo de eterna ave fénix tras una lucha despiadada contra el cáncer, una enfermedad que todos estábamos convencidos ibas a poder vencer. La Vida nos acaba de poner un cero a todos, de esos que Tú jamás pusiste porque tu alumnado siempre se esforzaba al máximo por asimilar tus conocimientos.
De Ti, Mamen, María del Carmen Carrera Fuentes, cabe poco añadir que toda Ceuta no sepa. Fuiste profesora de Francés del Instituto de Idiomas en un principio y muy rápidamente te llegó la responsabilidad de Directora del Centro Docente creado por el Ayuntamiento de Ceuta en 1974. Desde las bancas del Instituto de Idiomas enseñaste el idioma de Voltaire y de Zola a montones de generaciones de ceutíes. De tu fantástico archivo todos sacábamos miles de notas, ejercicios, documentación...y montones de cariño que emanaban de un corazón inmenso que no conocía límites.
Decirte que se nos ha abierto un foso de ausencia en el alma es poco, y contarte que tu viaje para ver “le père éternel” (como decía Brassens) nos ha partido por la mitad. No perdemos la esperanza de verte aparecer para los exámenes de junio y confeccionar las listas de alumnos para el mes de septiembre...y fijo que no nos fallas y vienes a echar una mano. Seguro que estarás. Seguro. Esta misiva que queríamos dirigirte, que no es de despedida porque siempre estarás aquí, es complicada de finalizar. Por eso hemos decidido hacerlo “fredonnant” una tus canciones preferidas de la Kaas...

Depuis nous deux, je n'écoute plus Mozart
A mon seul regret, tu peux me croire
L'amour, l'amitié, ça n'a rien à voir
Faudra un jour rattraper ce retard
Ce soir, j'aimerais bien la refaire,
l'histoire
J'ai une envie claire de te revoir
J'ai couru pour venir me jeter contre toi
Je retiens mon souffle
J'ai couru pour venir, j'ai couru, me voilà
Je reprends mon souffle
Le temps qui passe a des reflets bizarres
Comme un glaçon dans la Marie Brizard
J'ai l'impression qu'on ma volé ma part
J'ai une envie folle de te revoir.
(Patricia Kaas)

(Desde lo nuestro, ya no escucho a Mozart
Para mi pesar, me puedes creer
El amor, la amistad no tienen nada
que ver aquí,
Un día de estos tendremos que
recuperar este retraso.
Esta noche me gustaría rehacer la historia
Tengo unas ganas enormes
de volver a verte
He corrido para venir a lanzarme
contra Ti
Retengo mi aliento
He corrido para venir a lanzarme, he corrido...estoy aquí
Cojo aliento.
El tiempo que transcurre tiene
reflejos raros,
Como un cubito de hielo en el
Marie Brizard,
Tengo la sensación que me
han robado una parte de mi,
Tengo unas ganas locas de
volver a verte...)
“Merci pour tout, Mamen” y no te olvides...en la próxima clase nos vemos.

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La banalización de la “Bannonización” https://elfarodeceuta.es/banalizacion-bannonizacion/ Tue, 04 May 2021 05:00:59 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=622172 Los tiempos electorales poseen un tempo diferente al resto del monótono transcurrir de los días comunes, esos en los que nadie lucha abiertamente por el trono de hierro. Sin embargo, cuando se apoderan de las calendas, los momentos de elecciones lo ponen todo patas arriba, en una suerte de frenético “todo a cien” en el […]

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Los tiempos electorales poseen un tempo diferente al resto del monótono transcurrir de los días comunes, esos en los que nadie lucha abiertamente por el trono de hierro. Sin embargo, cuando se apoderan de las calendas, los momentos de elecciones lo ponen todo patas arriba, en una suerte de frenético “todo a cien” en el que las políticas subastan a la baja todo tipo de edenes y paraísos por descubrir.
Dominados por mensajes estructuradamente retorcidos y ambiguos, por golpes de efecto con cuartas intenciones y por tácticas cazavotos ad hoc, estos tiempos son los de las estrategas que intentan asaltar el Palacio de Invierno de turno, promesa a promesa.
Hasta hace bien poco todo solía ser muy políticamente correcto, salpimentado con algunas salidas de tono mitineras que el respetable solía agradecer. Alfonso Guerra era particularmente experto en la materia. Se iba a escuchar a las elegibles cómo dicen genialidades dialécticas, las mismas elegibles que luego se enfrentaban en el Parlamento con ingenio y dominio extremo de la retórica. A pesar de pasar por un viejo nostálgico, no me queda más remedio que decir que eran otros tiempos y que, sin duda alguna, el nivel político ha bajado considerable y penosamente.
Entonces, las políticas desplazaban una corte de asesores de comunicación, escritores, analistas y especialistas en la redacción de discursos cuya labor se centraba más en influir en las profesionales de los medios de comunicación que a quienes llenaban plazas de toros y polideportivos. Las “illuminati” electorales catastrofistas y ultramontanas ni siquiera alcanzaban el nivel de noticia, y todo se desarrollaba según las tradicionales reglas del juego. Esas mismas que parecían inmutables.
Y llegaron las crisis, sucediéndose una tras otra... y aún estamos en ello. Las vulnerables se han vuelto mucho más vulnerables al tiempo que su número ha aumentado exponencialmente hasta cifras que hacen parecer ridículas incluso las de la “Gran Depresión”. Entretanto, las poderosas aumentan implacablemente su riqueza ante la ineficacia de las políticas, vergonzosamente hipotecadas ante tanto poder verdadero. Los servicios públicos se han visto drásticamente recortados, las grandes empresas privadas extienden su tela de araña especulativa para terminar de tomar posesión de las ganancias y a las de siempre nos sigue tocando pagar las pérdidas. El edén capitalista de la doctrina del shock. Lo estamos viviendo, pero no somos capaces de verlo.

Mientras todo ha ido sucediendo, el descontento, que ha ido empezando a subir muchos enteros en la clase media y media baja, no ha encontrado consuelo en ninguna de las formaciones políticas que han ido perdiendo cualquier credibilidad.
Y en medio de ese magma propicio para salvapatrias, populistas y demás basura pseudopolítica sin escrúpulos apareció Él, Stephen Kevin Bannon.
Siempre en la oscura trastienda, el ex capitán de corbeta de la US Marine, tras un paso por la banca Goldman Sachs, en 2012 se convierte en el director de la página web Breitbart News, un medio digital que rápidamente se transforma en el órgano de expresión de los “alt-right” o, dicho de otra forma, de la extrema derecha más rancia y nacionalista blanca, nazi, negacionista, homófoba y antisemita. Seguro que les suena.
Desde Breitbart News que, como él mismo declaró, era la plataforma oficial del movimiento “alt-right” antes mencionado, empezó a hacer campaña para Donald Trump de cara a las elecciones presidenciales estadounidenses. El insulto, escupido de forma muy inteligente para no poder ser atacado, fue su arma preferida. Empleó sin remilgos eslóganes antisemitas contra los opositores del futuro presidente. Ser antijudío parece seguir formando parte del credo de las personas de orden. Semos ñus, no aprendemos.
Ese apoyo no pasó desapercibido para el aspirante al despacho oval, y Bannon se convirtió en su asesor principal de la campaña electoral.
Obviamente, para obtener ese puesto tampoco pasó desaparecida su vicepresidencia en el seno de Cambridge Analytica, compañía dedicada a lo que se denomina “minería de datos” y/o “análisis de datos” para combinarlo con la comunicación en los procesos electorales. Traducción: buscar datos en redes sociales que puedan ser utilizados para favorecer el voto de un candidato. De hecho, su compañía estuvo involucrada en una masiva extracción de datos de usuarios de Facebook sin el consentimiento de estos. Lo que viene a ser robar de toda la vida.
Bueno será reseñar también que Cambridge Analytica fue la empresa que asesoró a Boris Johnson para su campaña en favor del Brexit. Dios los cría, etc...
En el año 2020, Bannon fue detenido por fraude. El chiringuito consistía en captar fondos online para, mediante una iniciativa ciudadana, construir el famoso muro entre Estados Unidos y México. Era el mismo muro que, supuestamente, iban a pagar los mejicanos, según Trump. La Fiscalía acusó a Bannon de quedarse ilegalmente con un millón de dólares de lo recaudado.
En enero de 2021, Trump, en su último acto como presidente de los Estados Unidos de América, indultaría a su exjefe de estrategias Steve Bannon. Es de bien nacido... y todo lo que le sigue.

¿Pero al margen de sus variadas e ingeniosas tropelías, qué hace tan especial a Steve Bannon en lo que se conoce como el “nuevo panorama político”?
La gran habilidad del exdirectivo de Cambridge Analytica ha sido la de darle la vuelta a la estrategia de comunicación y basar su plan en tres vías principales.
La primera es que, frente a los tradicionales guiños y lisonjas que las políticas utilizan con las periodistas, Bannon opta por el “no aprecio”, cuando no el desprecio absoluto o incluso el veto radical a algunos medios. Seguro que esto también les es familiar.
La segunda es la de utilizar las redes sociales (con todo lo que eso conlleva de cuentas falsas de apoyo, etc.) para vehicular incendiarias diatribas. En este sentido, tanto Facebook como Twitter son sus herramientas preferidas para lanzar toda clase de violentos mensajes a los que la sociedad no está acostumbrada. El caso es que todas esas soflamas digitales son difícilmente rebatibles porque, o las demás se pasan a lo largo del día rebatiéndolas y van a remolque de su estrategia, o no contestan pareciendo que las dan por buenas. La trampa perfecta.
Y la tercera es mentir. Mucho. Muchísimo. Terriblemente. Sin medida. Sin vergüenza. Sin fin. Mentir en toda la amplitud de su sentido.
Basándose en el axioma de que cuanto más grande sea la falsedad, más fácilmente se acepta, Steve Bannon y sus asesoradas (Donald Trump o Boris Johnson, especialmente) nunca se han privado de hacerlo, hasta incluso llegar a crear escuela.
Aunque nada novedosa en la historia (Lenin, Stalin, Mussolini y Goebbels, entre otras, fueron finos expertos en esta precisa materia) la “propaganda, agit-prop y educación política” es su mejor baza o como se le quiera llamar a mentir por doquier, adoctrinar con gruesas palabras patrioteras y berrear más alto que nadie para crear ruido alejando el razonamiento.
Con Trump, Stephen Kevin Bannon aprovechó la oportunidad que le presentaba y, siempre echando mano de la demagogia como arma de manipulación masiva, empezó a lanzar eslóganes mediante Twitter pero siempre rechazando ruedas de prensa a menos que la sala estuviese repleta de hooligans.
¿De verdad que no les recuerda nada?
Los Partidos Comunistas europeos (occidentales quiero decir, obviamente) y Jean Marie Le Pen eran grandes aficionados a este tipo de maniobras, antes que los trumpistas de cualquier nacionalidad (de hecho, el patriarca de la Familia Le Pen sigue haciéndolo todos los 1º de mayo ante la estatua de Juana de Arco, en París).
Las mentiras son tan bestiales como brutales que las desesperadas de la vida se agarran a ellas como última oportunidad para sobrevivir, sin olvidar que los partidos llamados tradicionales han perdido mucha credibilidad (las tasas de abstención están ahí) a la vez que tampoco son capaces de aportar soluciones viables, absolutamente encadenados a unos acuerdos europeos de cortes thatcherianos. La Unión Europea es una gran idea, lo que han hecho de ella no, absolutamente no.
El caso que es que la disyuntiva es tan simple como los argumentos estilo Bannon: si la verdad no resuelve nada, la mentira chillona y provocadora al menos dice lo que se quiere escuchar. Populismo se denomina esta corriente que jamás ofrece soluciones viables, pero sí frases grandilocuentes, aunque vacías y carentes de contenido. El principio activo de esta maniobra les debe seguir sonando.
Este tipo de comportamientos acaban haciendo tanto ruido, causando tanto escándalo y agitación que los medios, muy dados a promocionar el ruido para hacer subir las audiencias, acaban por invitar a este tipo de personajes a entrevistas en solitario. Obviamente, en esos monólogos nadie contradice al intoxicador, y el mensaje se propaga a toda velocidad. Que sea falso y que todo el mundo lo sepa no es importante, lo crucial es que vaya calando. Y cala, mucho.
Lo cierto es que el candidato Trump siguió al pie de la letra las indicaciones de su jefe de estrategia. El resto ya es historia.
Tras la llegada al poder de Trump, Bannon fue inmediatamente nombrado asistente permanente en las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional de los EE.UU y “Estratega Jefe de la Casa Blanca”. Pero, como ambos personajes manejaban unos egos impresionantes, la pareja política se mantuvo unida en el edificio blanco de Washington DC tan solo siete meses. Unas declaraciones de quien ya se hacía llamar “The Shadow President” (el presidente en la sombra) hizo que su jefe lo cesase fulminantemente tras unas polémicas declaraciones.
Pero no por ello el de Norfolk se quedó sin trabajo.
Puso rumbo al viejo continente y empezó a aconsejar en comunicación política a los movimientos ultranacionalistas europeos, es decir a la extrema derecha europea.
En su agenda han estado, o están el Frente Nacional francés de Marine Le Pen, la Fidesz de Hungría (Unión Cívica húngara), Alternativa para Alemania, Demócratas de Suecia, Partido por la Libertad de Holanda, la Liga Norte de Italia, Partido de la Libertad de Austria, el partido NOS argentino, el Movimiento Identitario Europeo y Vox en España... como se ha señalado, todos de extrema derecha.
¿Fin de la cita entonces?
Pues no. Hay que señalar que las actuaciones y las argumentaciones de Bolsonaro en Brasil (“Brasil debe dejar de ser un país de maricones” en referencia al miedo al Covid) también son obra y gracia de Bannon, tal y como lo fueron las bestialidades de Salvini en el país transalpino del tipo “Necesitamos centros de deportación en Italia”.
¿Hemos terminado ya?
Pues no, porque Bannon fundó en Bruselas la agrupación “The Movement” que promueve posturas euroescépticas, ideas como el identitarismo, el neoliberalismo de Milton Friedman y, en general el populismo de derechas en Europa, que es un eufemismo para denominar a la extrema derecha. Fácil de entender.
Pero, y en España, ¿que importancia real tuvo Bannon?
Hemos referido más arriba que Vox se encontraba en la agenda de Bannon para las elecciones generales, pero ¿en qué términos?
Según el diario “El Independiente”, el norteamericano se habría reunido en numerosas ocasiones con representantes de la formación que lidera Abascal, y más concretamente con Rafael Bardají, un exasesor de Aznar en FAES, transformado ahora en el ideólogo de Vox. Vaya por dios, parece que el círculo acaba por cerrarse.
Para dejar las cosas claras, en su momento el director de la publicación digital CTXT afirmó textualmente que “Bardají es la cabeza pensante de Vox” además de ser el predestinado a refundar el PP y Vox”. Una vez más, parece que todo está dicho, pero no.
El 29 de abril, un día después de las elecciones generales de 2019, la Fundación FAES (presidida por el Aznar del trío de las Azores) publicaba un análisis de las elecciones en que se insistía en “la necesidad de abordar la reconstitución del centroderecha que se hace ahora prioritaria”. A su vez, el propio Bardají también publicó un artículo en el que afirmaba que “el PP no solo pierde, sino que parece abocado a una etapa de introspección existencial”.
Nunca las tesis de Bannon de reagrupar todas las formaciones conservadoras bajo la bandera de un ultranacionalismo a ultranza estuvieron más cerca de materializarse en España. Desde entonces, el PP parece haberse partido en dos: entre quienes cohabitan alegremente con Vox (Ayuso en Madrid, por ejemplo) y quienes han roto radicalmente todos los puentes de diálogo y entendimiento con la extrema derecha, como Juan Vivas en Ceuta con su “no debatiremos más con ustedes” o Núñez Feijoo en Galicia y el “no necesitamos profetas”, dirigiéndose directamente a Vox.
Pero entonces, ¿por qué sigue siendo rentable la “bannonización” de la política? Y sobre todo, ¿por qué está ya tan aceptada y asumida por casi todas, y desde luego alabada por una gran parte del electorado?
En una ocasión, el propio Bannon aseguró a un periódico norteamericano que “ser oscuro es bueno. Mire a Dick Cheney (ex Secretario de Defensa y exvicepresidente de los EE.UU), a Darth Vader o a Satán. Eso es poder”.
Goebbels aseguraba que una mentira repetida mil veces se transformaba en verdad y que un bulo podía recorrer Alemania de una punta a otra y terminar siendo una verdad irrefutable.
Los que en su momento fueron discípulos de Lenin, Stalin, Goebbels o Perón lo son ahora de Bannon. Gritan, provocan, lanzan argumentos fácilmente desmontables a poco que se analicen (pero que no se analizan), transforman realidades, mienten sin ningún tipo de remilgo y acaban consiguiendo su objetivo: ser el centro del debate y que todas orbiten en torno a las afirmaciones populistas (y en este sentido, quizás este Vitriolo también haya caído en ese error) y a los signos que emplean como propias. ¿O es que la bandera de un país solo es propiedad de unas pocas?
La táctica de Bannon es elemental: siempre resulta más fácil ensuciar que limpiar y, por mucho se intente quitar la porquería expandida, siempre queda algo de credibilidad de esa basura en el ambiente. Además, y por si fuera poco, mientras las ofendidas se defienden de las salvajes mentiras que les arrojan a la cara, poco o nada pueden hacer para defender su propio programa. Jugada redonda, lo decíamos más arriba.
El miedo es también una constante. Las permanentes polémicas con las inmigrantes infundiendo miedo contra toda aquella que no sea española (y no tenga dinero, claro) son igualmente creación de Bannon. Y si no se lo cree, recuerde una de sus frases favoritas: “El miedo es una buena cosa, lleva a tomar medidas”.
Usted, como siempre, sabrá lo más le conviene, pero alguien que dijo “¿preferirías que tu hijo fuese afeminado o que tuviese cáncer?, “abolir la esclavitud fue una mala idea”, “la solución contra el acoso en internet es sencilla: las mujeres deberían desconectarse” o “ninguna de las personas involucradas en la estafa del calentamiento global merece la más mínima pizca de respeto, son pura escoria” quizás no sea precisamente una frecuentación recomendable. Por ende, una formación que se rige y actúa por los dictados de ese personaje debería darnos que pensar. Y mucho. O poco, según se mire... pero darnos que pensar.
Así, una cosa está clara, más grave aún que los demagogos y desmedidos mensajes populistas, racistas y fascistas lanzados en mítines, debates o plenos es el hecho de que esta “bannonización” de la política se haya transformado en parte del paisaje político, en toda una banalidad.
Como en la película de Bergman, el futuro próximo es predecible como el interior del huevo de una serpiente cuyo contenido puede ser visto a través de la cáscara a contraluz... aunque nadie quiera admitirlo, aunque nadie quiera verlo.
Advertidas estamos, una vez más.
Nada más que añadir, Señoría.

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Piedra angular https://elfarodeceuta.es/piedra-angular/ Sun, 31 Jan 2021 03:00:06 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=592176 Cierto es que la poesía es tan imprescindible para el alma como el agua lo es para la vida. Las palabras métricamente encadenadas, algunas en verso, otras en reverso, tienen la facultad de transportarnos hacia otros mundos y hacia otros tiempos. Quizás por eso la poesía es tan marginal para la mayoría y tan perseguida […]

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Cierto es que la poesía es tan imprescindible para el alma como el agua lo es para la vida.
Las palabras métricamente encadenadas, algunas en verso, otras en reverso, tienen la facultad de transportarnos hacia otros mundos y hacia otros tiempos. Quizás por eso la poesía es tan marginal para la mayoría y tan perseguida por esa minoría, porque enseña a atreverse, a sentir y a soñar. En definitiva, la poesía nunca es un buen negocio para las que mandan si esa poesía sabe ir más allá de las lisonjas a ras de asfalto o de las estériles métricas aritméticamente medidas. Bien es cierto que para las creadoras de juegos florales siempre corren buenos tiempos, sin que importen los guarismos del calendario, pero esa es otra historia.
León Felipe era de las primeras, de las que huyen de fanfarrias y reconocimientos. De las que optan por escupirle a la vida su verdad, por muy vitriólica que fuese, antes que de ser bufón ilustrado de la Corte. Cuestión de prioridades y de dignidad.
“Hermano de los desterrados y de los enterrados en el suelo del exilio” (como dijo de él Francisco Arias Solís), el poeta maldito fue consecuente con su tiempo, pero ante todo consigo mismo. El zamorano de Tábara supo lanzar sus anhelos y protestas, como si de una aguafuerte goyesca se tratase, sobre hojas que tenían la misión ser portadoras de mensajes, como en sus tiempos hicieron en “planchas” los constructores de catedrales.

"Todas las piezas son esenciales, cruciales, definitivas, todas en sus grados y calidades sin que una sea más que otra”

Heredero de los ritos de los albañiles, León Felipe siempre utilizó su decidido mazo y su fino cincel, para despejar los horizontes de todo lo superfluo para que, por fin, se pudiese ver la Luz. Buen ejemplo del constante desbaste vital es su obra “Versos y oraciones del caminante”, escrita en 1920 y la que se incluye el famoso “Como Tú”, magistralmente musicalizado por el no menos grande Paco Ibáñez.
En “Como Tú”, León Felipe reivindica la importancia de la persona, de cualquier persona, en la concepción y elaboración del edificio común. Este “aquí nunca sobra nadie” está ahora más de actualidad que nunca cuando, con el consabido “paso atrás”, demasiadas siguen escorando hacia terrenos en los que el compromiso se difumina en galimatías intelectual que siempre acaba produciendo ruido sin nueces. Por otra parte, nada nuevo bajo el sol.
Como el poeta zamorano, si entendemos que algo resulta ser una injusticia flagrante, nuestra responsabilidad moral debería obligarnos a actuar de verdad en lugar de argumentar el sempiterno “¿qué puedo hacer yo?” para quedarnos como las vacas que miran pasar el tren. Comprometerse es un verbo poco conjugado.
Así, pues, queda claro que todo, absolutamente todo, gira en torno a esa pregunta viciada en origen, porque no se trata tanto del volumen de la acción como de la acción en sí misma. Todas son importantes
Al margen de que, sin temor a equivocarnos, la propia interrogación encierra una postura acomodaticia que entrega armas y bagajes mucho antes de iniciar la batalla, convencerse de que no se puede hacer nunca nada frente a las barbaries no sólo es una estupidez, sino que representa autofabricar las escaleras del cadalso. Un clásico.

"Esconderse tras una supuesta inutilidad de sus actos para no hacer nada, le convierte en vil cómplice”

Plantearse que en una catedral una piedra es más importante que otra de la misma estructura y que, por lo tanto, puede prescindirse de ella equivale a condenar a muerte sin remisión a todo el edificio.
Lo mismo podemos decir de un puente, o de un quirófano. Todas las piezas son esenciales, cruciales, definitivas, todas en sus grados y calidades sin que ninguna sea más que otra. Luego si aceptamos esa premisa, no podemos menos que reconocer que nuestras aportaciones (por nimias que puedan llegar a parecernos) son cruciales para cambiar cualquier situación. Otra cosa es querer tener la voluntad de ser esa piedra que participa en la obra.
Usted, como siempre, sabrá lo que más le conviene. Eso sí, esconderse tras una supuesta inutilidad de sus actos, para no hacer nunca nada, le convierte de facto en vil cómplice de esas barbaridades de las que usted, falsamente (en todos los posibles sentidos del vocablo) se desentiende argumentando lo inargumentable desde su mullido sofá.

"Obviamente siempre estará aquella que libremente decida no ser partícipe de nada”

Resulta evidente, pues, que tomar conciencia de que todas somos piedras angulares resulta fundamental para que avancen y/o se transformen las cosas.
Obviamente, siempre estará aquella que libremente decida no ser partícipe de nada. Pero nunca será por falta de capacidad, sino por falta de compromiso. Y no, no es el mismo. A su manera lo canta el francés Renaud cuando asegura en la canción “Héxagone” que durante la segunda guerra mundial la mayoría de las francesas gritaban “Viva Pétain” y que no había muchos Jean Moulin (héroe de la resistencia contra los nazis). Claro y conciso.
Retomando la importancia de la poesía, Gabriel Celaya escribió en el año 1955 su “La poesía es un arma cargada de futuro”. Poniendo patas arriba el cotarro literario, el de Hernani afirmaba que:
“Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que,
Lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas.
Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando.
Canto y canto y cantando más allá de mis penas personales,
Me ensancho, me ensancho”. Más claro, el agua clara.

Si a pesar de todo lo expuesto usted se siente apocada ante la magnificencia de los impresionantes bloques de piedra de Notre-Dame de París y se siente muy poco, quizás vendría bien volver a León Felipe cuando decía:
“Cómo Tú, que no has servido para ser ni piedra de una lonja,
Ni piedra de una audiencia,
Ni piedra de un palacio,
Ni piedra de una iglesia;
Cómo Tú,
Piedra aventurera,
Cómo Tú,
Que tal vez estás hecha
Para una honda,
Piedra pequeña,
Cómo Tú”.
Corroborando lo que decía León Felipe, la Biblia también nos da algunas pistas al respecto:
“Metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”. (Samuel 17, 49-50).

"Ahora le toca decidir si quiere ser piedra angular sin que importe el tamaño, o arena de la que se pisotea”

Ahora le toca decidir si quiere ser piedra angular sin que importe el tamaño, o arena de la que se pisotea. La elección es suya, las consecuencias, de todas.
Nada más que añadir, Señoría.

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Los ríos púrpuras del coronavirus https://elfarodeceuta.es/rios-purpuras-coronavirus/ Thu, 05 Nov 2020 03:00:24 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=568618 En el año 2000 el director francés Mathieu Kassovitz firmaba la película “Los ríos de color púrpura”, basada en la novela homónima del escritor galo Jean-Christophe Grangé. El largometraje, de éxito internacional, ponía en escena a dos actores de renombre, Jean Reno y Vincent Cassel. Los dos monstruos de la interpretación protagonizaban un thriller muy […]

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En el año 2000 el director francés Mathieu Kassovitz firmaba la película “Los ríos de color púrpura”, basada en la novela homónima del escritor galo Jean-Christophe Grangé.
El largometraje, de éxito internacional, ponía en escena a dos actores de renombre, Jean Reno y Vincent Cassel. Los dos monstruos de la interpretación protagonizaban un thriller muy bien hilado en torno a una universidad ubicada en plena montaña francesa y que buscaba, generación tras generación, la pureza de la raza. Mediante la puesta en práctica de una endogamia enfermiza entre docentes y alumnado intentaba crear una nueva y selec ta élite dirigente, libre de sangre supuestamente inferior. Una nueva casta de las puras entre las puras “RH positivas” estaba destinada a gobernarlo todo y a todas.
El tema, lo convendrán conmigo, no solo no nos es desconocido, sino que con tener la voluntad de asomarse a la realidad se puede corroborar. Lo que cualquiera con sentido común tildaría de locura, sigue más vigente que nunca.
En uno de los diálogos del largometraje de Kassovitz, un profesor de la elitista universidad reivindica la esencia de la eugenesia asegurando que “dominando los ríos púrpuras, lo dominaremos todo”. Seguidamente, el iluminado enseñante explicaba concienzudamente que los turbulentos ríos de sangre pura arrastrarían con su fuerza todo lo superfluo de lo humano... hasta lograr la pureza de la raza y con ello la excelencia moral, intelectual, y hasta orgánica, del nuevo ser humano. La producción francesa era pura ficción, sin embargo, la esencia de esta teoría continúa siendo defendida, en mayor o menor medida, por toda una pléyade de cretinas “federadas”, cada día más numerosa.
La película obtuvo muchos premios, impresionantes críticas y fenomenales asistencias de público al tiempo que se alababa el mensaje antirracista que comportaba, evidenciando una vez más la imbecilidad supina que representa hablar de razas dominantes.
Curiosos tiempos estos en los que se reverencia una obra por su mensaje crítico contra el racismo y el autoritarismo, mientras que los vientos de guerra que todo lo asolan de Norte a Sur alientan todo lo contrario, transportando crisis implacables que hacen inmensamente más ricas a las ricas y trágicamente más pobres a las que ya nada tenían. Quiero suponer que a esa conclusión había llegado usted sin necesidad de tanto Vitriolo. Espero.
Al respecto de las crisis, Milton Friedman, pope de la Escuela Económica de Chicago y abanderado del ultraliberalismo salvaje, afirmaba (o mejor dicho, predicaba de forma mesiánica) que una crisis siempre representaba una oportunidad de cambio... evitando añadir “a peor para las de siempre”, obviamente.
¿Burda y agorera exageración? Veamos
Imaginemos una grave convulsión de tipo económico, humanitario o social, con todas las posibles y perversas combinaciones que con estas circunstancias pueden llevarse a cabo. La primera consecuencia es una paralización en seco de cualquier tipo de actividad y un colapso de los servicios públicos.
Según Friedman y sus abanderadas, esa misma crisis debería suponer irremediablemente el establecimiento de una doctrina del shock integral en la que la economía de libre mercado a ultranza tomaría el control de la situación. Para que eso pudiera ocurrir sin protesta alguna, las libertades públicas deberían verse anuladas a mayor beneficio del poder de las grandes oligarquías que lo controlarían todo. ¿Por qué? Porque nada bueno se presagia cuando mezclamos, en un mismo tubo de ensayo las necesidades básicas, una o varias crisis y el predominio del capitalismo salvaje donde lo único que importa es la cuenta de resultados.

Plaga sanitaria. El cataclismo del coronavirus se está convirtiendo en mucho más que una terrible plaga sanitaria a escala planetaria por sus especiales características

¿Exageraciones catastróficas, distópicas imposibles o argumentaciones agoreras? Solamente hace falta querer consultar hemerotecas y/o bibliotecas para comprobar que la verdad nunca es cómoda fuera de los marcos preestablecidos de los tibios pensamientos serviles, tan en boga.
A la menor consulta comprobará que en el Chile de Pinochet se aplicó en toda su extensión la mencionada Doctrina del Shock. Cabe recordar que, con una delegación de la Escuela de Chicago desplazada hasta Santiago de Chile para trabajar sobre el terreno, el dictador llevó a cabo un golpe de estado, un recorte absoluto de libertades, juicios sumarísimos, ejecuciones en masa, desapariciones, privatizaciones salvajes con la entrada de muchas multinacionales (España no fue ajena a ese movimiento de capitales), inflación disparada y un mercado controlándose a sí mismo. Más shock imposible.
Fue el mayor desastre económico y social del cono sur... tanto que el gobierno de Pinochet tuvo que intervenir finalmente en la economía chilena para evitar el colapso total, aunque los ultraliberales omiten siempre esta última parte.
¿Sería entonces cosa de dictaduras? Tampoco. En la Inglaterra de Thatcher y sucesivos, los países sur y centroamericanos, la Polonia de Walesa, los EE.UU. de Reagan o de Clinton, la Rusia de Yeltsin o la propia Europa actual han sido, desgraciadamente, los territorios en los que se aplicó, o se aplica, en mayor o menor medida la famosa y aludida Doctrina del Shock del ya citado Milton Friedman.
¿Cómo? Mediante un instrumento que, en su origen, se creó en 1944 para todo lo contrario.
El Fondo Monetario Internacional se fundó para que jamás se repitiese la historia de Alemania, o de la República de Weimar, en la que los acuerdos de Versalles tras la Primera Guerra Mundial hundieron en la miseria al pueblo alemán mediante unas reparaciones de guerra inasumibles. La nula vista política de franceses e ingleses propició así el nacionalismo brutal y populista de Hitler en los años 30.
Al mismo tiempo, y para parar una propagación comunista, se le dio alas a la socialdemocracia europea con resultados notables. El estado del bienestar tenía su hueco en una época en la que aún se podía sostener a la bestia del capitalismo a ultranza por el miedo a la expansión de Moscú.

Con la caída del muro y sin el contrapeso de los del “otro côté”, las tesis de la citada Escuela de Chicago se impusieron. La socialdemocracia fue desapareciendo y el FMI se transformó en una institución que solo velaba por las cuentas de resultados, sin importar si tal o cual país naufragaba en la pobreza. Se fomentó el despiece de los países a mayor gloria de las grandes empresas, mientras que las filas del paro aumentaban. Un clásico.
Pero volvamos al terruño patrio.
El crack del 08, la desregulación* propiciada por la citada Escuela de Chicago e impulsada por Reagan, Clinton (pues sí, también Clinton), Bush y Obama (la vida mamá, la vida...), provocó que los bancos abriesen infinitos agujeros negros en sus cuentas que hundieron en la miseria a millones de seres humanos sin que nadie (o casi) pagara por ello.
Fue la época de los brutales recortes, de primar lo privado sobre lo público en los servicios esenciales, de las empresas buitre que ganaron indecentes cantidades de dinero a costa de las ciudadanas más vulnerables, de las interminables colas en busca de alimentos de una clase media que literalmente se desintegraba, del rescate de los bancos y el abandono de las personas. Una vez más se socializaron las pérdidas y se privatizaron las ganancias. De aquello hace 12 años... y no solo aún estamos pagando con creces, y con muchos intereses compuestos, las consecuencias de aquello, sino que continuamos inmersos en el mismo bucle infernal. Y a pesar de todo, todas tan contentas, tan felices, tan cándidas. Sordas y ciegas: las esclavas perfectas.

rios-purpuras-coronavirus-2En el año 2020, con unos servicios públicos bajo mínimos y unas condiciones económicas más que precarias, las crisis superpuestas provocadas por la COVID-19 y sus decenas de miles de muertos (y un millón largo de contagiados) están haciendo aflorar lo mejor y lo peor del ser humano. No hay término medio: solidaridad versus codicia.
Así, presenciamos el duro y meritorio trabajo de quienes, aún al descuido de su propia existencia, no dudan en ayudar en todos los ámbitos, y sin mirar carnés de identidad, color de piel o condición social.
Pero también vemos la especulación llevada a cabo con los materiales sanitarios de primera necesidad, los alimentos y un largo etcétera que generan ganancias vergonzosas. Todo ello sin olvidar la soterrada guerra que enfrentan las grandes corporaciones con las pequeñas empresas y/o las autónomas. ¿Demagogia? Según los datos publicados, en España el 10% de la población más pobre perderá hasta 8 veces más renta que el 10% más rico. Otro estudio, realizado por el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y otros organismos, revela que los distritos de Barcelona con rentas más bajas han sido los más afectados en la primera ola de la pandemia.
A nivel mundial, el índice de Bloomberg muestra que las 500 personas más ricas del mundo son 813.000 millones más ricas ahora de lo que eran a principios de año, antes de los efectos de la pandemia del coronavirus. Por el contrario, el Banco Mundial (organismo nada revolucionario, lo convendrán conmigo) asegura que la crisis por la COVID-19 llevará a la extrema pobreza a 150 millones de personas en el mundo. Blanco y en botella.
También están las que aprovechan el caos sanitario para sacar réditos políticos... pero sin nunca aportar soluciones válidas. Estos suelen ser las mismos que despedazaron la sanidad pública a golpe de recortes salvajes, promocionando el ámbito privado y provocando el colapso que ahora estamos sufriendo en hospitales y atención primaria.
Resulta curioso que estas ultraliberales que defienden las privatizaciones, la autorregulación de los mercados y la anulación de lo público hasta su mínima expresión sean las mismas que protestan por la falta de camas en las UCI. Y nosotras, como las vacas que ven pasar el tren.
La Sanidad pública no es el único servicio público esquilmado por la política neoliberal impuesta por la UE, siempre según lo dictado por los de Chicago.
Nadie se ha librado de la quema. Ejemplos: la brutal merma de efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado está causando graves problemas organizativos que redundan, ya lo habrá entendido, en una merma de la seguridad a todos los niveles. Los brutales recortes en los presupuestos están provocando que las tasas de reposición estén muy por debajo de las necesidades. De vergüenza.
Pero también tenemos la sangrante falta de docentes. En nuestras escuelas, el déficit es tan impresionante que ya ni tan siquiera es noticia, y aunque la crueldad del coronavirus lo evidencia todo aún más, ni por esas somos capaces de caer en la cuenta del naufragio de la educación pública. De puta pena.
El caso es que, de la misma forma que hemos permitido que los filibusteros con corbata dejaran la sanidad y la seguridad con una anorexia operativa de difícil remedio, también hemos autorizado con nuestros votos y nuestros silencios que la Educación se vacíe de contenido. Ahora, descubrimos que nos falta personal sanitario, bomberos, policías, docentes, investigadoras o medios para que sea atendida correctamente la población. Una suerte de “qué escándalo, me he enterado de que aquí se juega” que pronuncia el corrupto prefecto francés en la película Casablanca se puede utilizar aquí. No aprendemos.
¿Es posible que usted crea todo esto son exageraciones? Para averiguarlo, paséese por ambulatorios, hospitales, colegios, universidades, comisarías, cuarteles de la Guardia Civil y de bomberos o de cualquier estamento público y lo comprobará...
Los solidarios aplausos ciudadanos de los primeros tiempos de la COVID-19 (muchas gracias de corazón, conste) deberían haber mutado en protestas frontales contra tanta especulación y recortes asesinos al comprobar cómo aumentaban las listas de fallecidas y se mermaban los medios. Sin embargo, no pasó nada. Nadie dijo nada. Ningún grupo fue capaz de arrojar luz entre tantas tinieblas. Todo lo contrario, no solo hemos culpabilizado exclusivamente a quienes no se ponían la mascarilla o se reunían imprudentemente (y no nos falta razón, cierto es) sino que hemos dado la sumisa callada por respuesta ante las tropelías cometidas una y otra vez.

Bueno sería señalar que nadie podría haberse apropiado de esa protesta o posicionamiento ciudadano, ni se habría podido hacer política partidista de una actitud tan reflexiva. Se habría considerado como un acto de pura supervivencia social y las políticas habrían tomado nota para que la ola de las protestas no les hubiera engullido. Les va el sustento en ello.
Por otra parte, y obviamente lejos de rectificar, los asesinos de lo público han redoblado sus esfuerzos, por activa o por pasiva, para desprestigiar todo lo que no sea privado y, por lo tanto, susceptible de generar ganancias. Eso sí, para pagar, para solucionar problemas o para echar las culpas siempre está lo público. El miedo sigue funcionando. La Doctrina del Shock continúa vigente.

La brutal corriente que baja por los ríos púrpuras, ahora llamado COVID-19, está haciéndose camino, a golpe de muertas y de fracturas entre clases, en su firme búsqueda por la pureza de sangre social

Obviamente, a las defensoras de los beneficios por encima del bien común les aflorará rápidamente eso de “es el mercado, amigo” del ínclito Rodrigo Rato. ¿Indignante? Sin duda, pero es la misma indignidad que con nuestras acciones u omisiones estamos servilmente permitiendo.
Llegadas a este punto, bueno será volver a subrayar que esta situación es la común en toda la UE. Desgraciadamente, Europa no empieza en los Pirineos. Aquí, todas nos cubrimos con la misma manta.
El cataclismo del coronavirus se está convirtiendo en mucho más que una terrible plaga sanitaria a escala planetaria por sus especiales características. Más allá de las evidencias, esta crisis sanitaria global nos está empujando inexorablemente hacia un nuevo modelo de sociedad, de la misma forma que la peste del siglo XIV transformó la economía europea.
Todas las especialistas aseguran que la explosión del virus nos está haciendo entrar en una nueva era de relaciones comerciales en la que todo apunta a que van a modificarse los vectores actualmente dominantes. En esta guerra en la que, por ahora, los portaaviones no sirven para nada, las naciones ganadoras serán las que posean las mejores estructuras sociales y políticas para poder reemprender, en el menor plazo posible, todas las actividades económicas, además de contar con una sólida red para las más vulnerables. Esta circunstancia tendrá, a buen seguro, dos efectos: no solamente se fortalecerá la economía de esas nuevas zonas geográficas de influencia, sino que las demás, más perjudicadas y con menos medios para emerger de entre la tragedia, se transformarán en naciones endeudadas con respecto a las primeras. Así se forjan los imperios. Así se están produciendo ya las siervas de la gleba 2.0.
En su momento, y a pesar de las advertencias que algunas intentamos elevar hasta los cielos, la mayoría no dudó ni un segundo en tildarlas de agoreras y/o exageradas alineándose con la verdad oficial, como los borregos que guardan servilmente la cola que lleva hacia el matadero, sin que se les ocurra salirse de la fila.
Usted, como siempre, sabrá lo que más le conviene, pero está quedando evidenciado de nuevo que la doma surte efecto: una vez más, preferimos las anteojeras a la cruda realidad. Así nos va a todas y, lo que es peor, ante tanta brutalidad intelectual no se parece estar interesado en enseñar a librepensar. No conviene. Pensar está mal visto y remar contracorriente está peor considerado y, lamentablemente, a nadie parece importarle lo más mínimo. Se prefieren los juegos florales a las reivindicaciones. Seguimos para bingo.
El caso es que, inmersas en una impresionante emergencia que todo lo abarca, aún no hemos sido capaces de vislumbrar la metamorfosis social que se está llevando a cabo en un mundo en que el foso existente entre dominantes y dominadas es más profundo que nunca.
La brutal corriente que baja por los ríos púrpuras, ahora llamado COVID-19, está haciéndose camino, a golpe de muertas y de fracturas entre clases, en su firme búsqueda por la pureza de sangre social. Si le parece agorero y exagerado, abra bien los ojos de ver e intente razonar lo que observa.
La subida de la extrema derecha, la facilidad sociológica con la que cala su mensaje debería ser suficiente señal de alarma para reaccionar. Los recientes disturbios organizados simultáneamente en varias ciudades de España y de Europa deberían representar la evidencia definitiva.
Pero no, seguimos creyendo que las mascarillas son una tontería, que las reuniones entre amigos y familiares son inofensivas, que no faltan servidores públicos, que los hospitales no funcionan porque nadie quiere trabajar y que los de la derecha extrema son una mera anécdota que no irá más allá “porque aquí estamos vacunados por los cuarenta años de dictadura”. La pobreza intelectual de estos argumentos llega a ser insultante.
De seguir en esta lobotomía social, la potencia destructora de los ríos púrpuras del Coronavirus convertirá el episodio Reichstag y lo que vino después en algo que nos acabará pareciendo una mera anécdota histórica.
Nada más que añadir,
Señoría
*La desregulación financiera es la reducción de las limitaciones tanto a las transacciones financieras como a los derivados financieros, y por tanto sus garantías de solvencia, con el objeto de favorecer sus intereses, generalmente con la excusa de hacer más eficiente el mercado financiero internacional. (Fuente Wikipedia)

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Asco https://elfarodeceuta.es/asco/ Sun, 01 Dec 2019 03:30:23 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=467398 Hay sensaciones que, por desagradables que son, tienen hasta un origen extraño. Las filólogas llaman a este tipo de palabra de “etimología inversa”, es decir, que la palabra no posee raíz propia y nace de sus derivados. En el tema que nos ocupa, el término nace como sustantivo abstracto de “asqueroso”, que a su vez […]

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Hay sensaciones que, por desagradables que son, tienen hasta un origen extraño. Las filólogas llaman a este tipo de palabra de “etimología inversa”, es decir, que la palabra no posee raíz propia y nace de sus derivados.
En el tema que nos ocupa, el término nace como sustantivo abstracto de “asqueroso”, que a su vez parte del latín “escharosus”, que significa ‘lleno de escaras’ o de costras. Por “etimología popular” se creó una nueva palabra, olvidando la palabra escara: había nacido el ASCO. Este vocablo ha sabido perdurar para poder transmitirnos lo que define la RAE como una ‘impresión desagradable causada por algo que repugna’.
Podría parecer que, en buena lógica, el ASCO es algo que deberíamos evitar a toda costa. Sin embargo, y de forma paradójica, en determinados casos vitales no lo ponemos suficientemente en valor, tanto que ese menosprecio a lo putrefacto nos acaba degradando como seres humanos.
Y en esas estamos.

ASCO es lo que deberíamos sentir cuando algunas utilizan argumentos populistas simplones (siempre lo son, cierto es) para provocarnos el rechazo hacia otras personas por el mero hecho de haber nacido más allá de nuestra latitud, por ser vulnerables, por haber sido maltratadas o simplemente por ser diferentes. El Santo Oficio vive y nosotras alimentamos sus hogueras. Dramático.

ASCO es lo que produce que unas personas (tan personas como usted o como yo, por cierto) sean tratadas como ganado contagiado por una mortal enfermedad infectocontagiosa al que nadie quiere tener cerca. Por ello y, efectivamente, como si de ganado se tratase, son rechazadas de puerto en puerto… cuando no mueren en el intento. Vergüenza nos debería dar. Más vergüenza deberíamos sentir en lo más hondo del alma aún al comprobar que permanecemos impasibles antes estas dantescas situaciones.

ASCO de comprobar que, en realidad, lo que se está rechazando no es a un ser humano de otro color, nacionalidad o religión, lo que estamos rehusando es la presencia de las pobres. Pura y simplemente eso. Las que nada tienen siempre resultan ser un engorro, salvo para confeccionar camisetas a un euro, claro. Desvergüenza no nos falta, a las evidencias me remito.

ASCO es que algunas hagan de la provocación, de las palabras gruesas, del cinismo y de las grandes mentiras con forma de media verdad todo un programa electoral cuyo resultado no puede ser otro que un revoltijo de expresiones contaminadas por el odio. Y nosotras asumiéndolo como si fuese natural. No aprendemos.

ASCO es que permanezcamos impasibles ante los informes de la ONU sobre el hambre en el mundo: en 2017, 821 millones de seres humanos padecían desnutrición severa (es decir, una de cada nueve personas) y desde entonces, las cifras han seguido aumentando. Según Naciones Unidas (organización nada sospechosa de ser antisistema), el hambre ha vuelto a niveles de hace una década en América del Sur y en África.
Otro dato igual de asqueroso, o más: 150 millones de niñas sufren retraso en el crecimiento por falta de alimentación. Hasta las técnicas de la FAO (organización de la ONU para la alimentación y la agricultura) no han tenido más remedio que reconocer que el objetivo de erradicar el hambre para el año 2030 es ya inalcanzable. Poco vitriólico es este H2SO4 para lo que debería ser.

ASCO es que no salgamos a la calle, a las urnas o a las tribunas públicas para exigir un cambio drástico en todo lo relacionado con la defensa del planeta. La emergencia climática es una tragedia más que comprobada y demostrada que ya se está cobrando sus primeras damnificadas, que pronto se contarán por decenas de millones.
Estamos servilmente permitiendo que las poderosas acaben de forma estúpida con la Tierra, con la complicidad de los gobiernos, que siempre acaban cediendo a las presiones de las lobistas. Tampoco hace falta ser Einstein para entender el porqué de ese vasallaje, ¿o sí?
Pero, mientras dictaminamos si son galgos o podencos, o debatimos sobre el sexo de los ángeles, las especies están desapareciendo por días y los polos se están fundiendo a marchas forzadas. Además, los desiertos avanzan inexorablemente, los acuíferos se contaminan sin parar y los bosques que nos ayudan a respirar mueren asesinados bajo las llamas. En un trágico suma y sigue, las emisiones de CO2 a la atmósfera alcanzan máximos históricos, los pesticidas nos envenenan sistemáticamente, los plásticos están ya insertados en nuestra cadena alimenticia (y hasta en nuestro organismo) y la basura nuclear seguirá contaminando dentro de 10.000 años… y nosotras, como las vacas que ven pasar el tren. Lamentable.

ASCO es que ya campe a sus anchas el negacionismo, una de las armas más letales de las intolerantes. Se negó la existencia de los campos de concentración nazis con la misma fuerza con que se obvian las masacres, pasadas o presentes, de las disidentes en China o como las comunistas que justificaban en aquellos tiempos la dictadura de Stalin.
Es un crimen en sí negar la existencia de un genocidio, una mal llamada “limpieza étnica” o “depuración ideológica”. De la misma forma, es un crimen social condenar al olvido a unos seres humanos que fueron represaliados, encarcelados y hasta fusilados por creer en un mundo en el que la Libertad fuese la base, la Igualdad el medio y la Fraternidad el fin. No terminamos de darnos cuenta de que cuando permitimos que se niegue la existencia de la historia, nos estamos encaminando nosotras mismas hacia el cadalso. No hay mayor ciega…

ASCO es que algunas quieran excluir la evidencia de que los asesinatos de mujeres lo son por el mero hecho de ser mujeres, de que no puede haber “peros” ni atenuantes para las violaciones porque: ¿qué pasaría si violasen a un hombre? ¿Se consideraría una brutalidad o se argumentaría que iba en camiseta de tirantes provocando en un bar a las tres de la mañana? ¿Es que nadie entiende que la clave está en la Educación? ¿Es que nos vamos a seguir tragando sin rechistar que en la escuela las charlas de coeducación no transforman a nuestras hijas en monstruos y sí las hacen más libres y tolerantes?
¿Cuánto tiempo vamos a tener que aguantar las provocaciones en forma de constante intento de ocultar una sangrante evidencia, como es la violencia de género o la desigualdad existente entre hombres y mujeres? ¿Y todavía hay mujeres que no ven en esto un desprecio inmundo?

ASCO de ver cómo los dogmas y las coacciones morales cada vez tienen más preponderancia sobre nuestras vidas. Cuánta sangre derramada de librepensadoras que murieron defendiendo la laicidad y la separación Iglesia/Estado, y todo aparentemente en balde. Los antes citados dogmas cada vez tienen más presencia y poder de decisión en una sociedad en la que, teóricamente, las iglesias deberían estar alejadas de nuestra vida política. No solo no aprendemos, sino que desaprendemos. De puta pena.

Usted, como siempre, sabrá lo que más le conviene, pero a estas alturas, quizás sería bueno que tomara ya conciencia de la existencia de tantas barbaridades, de que le dieran arcadas ante tantas pústulas sociales y de que, por eso mismo, actuara en consecuencia. Aunque solo fuese por egoísta supervivencia, aunque solo fuese por dignidad, por mínima que sea.
Pero, mientras el ASCO se quede en barras de bar, en ilustradas tertulias o en este H2SO4, poco o nada haremos por remediar sus causas. Urge, pues, poner remedio a todo este ASCO, aunque le adelanto que taparse la nariz o mirar para otro lado nunca es la solución, y cuando se hace todas pagamos unas brutales consecuencias.
Eso sí, el día en que el ASCO se haya transformado en septicemia, no venga reclamando la aplicación de medidas milagrosas. Cuando esté en una situación social y política terminal, cuando se le diagnostique un estado de “escharosus” absoluto ya será tarde para reaccionar. Pero eso ya lo sabe. De sobra.
De nuevo, nada más que añadir, Señoría.

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Una de ficción (o no) https://elfarodeceuta.es/una-ficcion-no/ Sun, 24 Nov 2019 05:14:01 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=465092 El matemático y meteorólogo estadounidense Edward Norton Lorenz acuñó en 1972 una frase en forma de pregunta que ha logrado trascender las décadas y convertirse desde una película o un grupo musical en una sesuda reflexión politológica. En el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) tuvo lugar la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el […]

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El matemático y meteorólogo estadounidense Edward Norton Lorenz acuñó en 1972 una frase en forma de pregunta que ha logrado trascender las décadas y convertirse desde una película o un grupo musical en una sesuda reflexión politológica.
En el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) tuvo lugar la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, siglas en inglés). Esta entidad sin ánimo de lucro, fundada en 1848, cuenta en la actualidad con 120.000 miembros y es la mayor sociedad científica mundial. Además de editar la prestigiosa revista Science, en sus estatutos consta que su propósito es “promover la cooperación entre los científicos, defender la libertad científica, fomentar la responsabilidad científica y apoyar la educación científica y la divulgación científica para el mejoramiento de toda la humanidad” (sic).
El caso es que el meteorólogo tuvo una destacada intervención en el citado foro. Para intentar explicar el comportamiento caótico de sistemas inestables como la meteorología, el norteamericano llevó a cabo una reflexión en torno a la predictibilidad meteorológica, en forma de pregunta dirigida al auditorio por carecer entonces de datos fiables: “¿El aleteo de una mariposa en Brasil puede hacer aparecer un tornado en Texas?”.
En un principio, Norton Lorenz quiso utilizar el ejemplo de “el aleteo de una gaviota” para su pregunta, pero lo cambió a sugerencia de unas colegas científicas de la prestigiosa AAAS. Esta sugerencia procedía seguramente del antiguo proverbio chino, más poético, que dice que “el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. Según las especialistas, el dicho se refiere a una visión global de los acontecimientos en la que todos los hechos estarían relacionados y repercutirían los unos en los otros.
¿Locura científica de alguien que vive en su mundo, atrapado en una burbuja de irrealidad teórica? No tanto.
El profesor del afamado MIT estaba trabajando sobre las predicciones meteorológicas, programando cálculos en algunos ordenadores. En esa fase, introdujo el dato cifrado en 0,506127 cuando, en una reiteración de comprobación, volvió a insertar las cifras obtenidas anteriormente… pero esta vez redondeadas. Pasar de 0,506127 a 0,506 parecía algo insignificante, y Norton Lorenz redondeó a solo tres decimales, introduciendo la cifra 0,506 en la computadora.
La predicción con una proyección a dos meses vista no solo acabó arrojando cifras totalmente diferentes de las que se habían dado con anterioridad, sino que directamente se duplicaron de forma constante cada cuatro días hasta que los números originales acababan desapareciendo por completo en la mitad del segundo mes de predicción.
Según el propio profesor del MIT, “los errores se habían ido amplificando hasta dominar la solución. Dicho de otra forma: se trataba del caos”, en el más puro sentido que le dan las leyes físicas y matemáticas.
El docente universitario aseveraba, pues, que una ínfima intervención en algún punto del recorrido puede, en un tiempo, transformarse en un caos absoluto.
Y en esas estamos.
En esta ocasión, este H2SO4 quiere aventurarse en un ejercicio de política ficción… “o no”, como bien dice mi Gemelo. Si este Vitriolo resulta del todo fuera de cualquier realidad, a usted le tocará decidirlo, como de costumbre.
Tomando como punto de partida la creación de unas alteraciones que en sus inicios son inapreciables, se llega a un escenario final donde reina el máximo grado de confusión. Sin embargo, en realidad, y al contrario de un cajón de sastre en el que todo se amontona sin ton ni son, aquí las diversas acciones se ordenan perfectamente conforme a un minucioso esquema meticulosamente planeado para ello con anterioridad.
Esta situación se asemeja al estallido de un misil guiado por láser al que se le introducen una infinidad de cálculos realizados por ordenador para que, a cientos de kilómetros de su lanzamiento, impacte con una precisión extrema sobre su objetivo. ¿Con qué nos quedamos en esos casos? Obviamente con la explosión, el destrozo, los daños colaterales, los llantos y los cuerpos despedazados, pero nunca hacemos referencia a la tecnología y a los múltiples factores que han hecho posible que ese ingenio de muerte haga su deleznable trabajo.
Hecho el paralelismo, veamos hasta dónde nos conduce este desarrollo supuestamente teórico llevado a una práctica supuestamente simulada.
No hace falta ser un fino analista de política internacional para ver que las dos grandes potencias hegemónicas, tras el desconcierto de la caída del Muro de Berlín, han ido retomando sus tradicionales posiciones geoestratégicas en los últimos años, llegando incluso actualmente a un punto de luna de miel que incluso en el país que condenó a Al Capone no terminan de comprender. De hecho, los intereses personales y políticos del propio presidente de los Estados Unidos están tan imbricados con los de Rusia que podría terminar de costarle el sillón de la Casa Blanca.
Al margen de la pérdida del puesto, el destrozo que se debe estar causando en todo el sistema de inteligencia y de defensa norteamericano, así como el nivel de pérdida de confianza que se está generando en torno al Comandante en Jefe de los Estados Unidos deben ser brutales porque ¿quién se va a fiar de un presidente que le hace confidencias ultrasecretas a su homólogo del Kremlin, cuando además planea por encima de todo este estercolero un nauseabundo asunto de financiación oculta con dinero ruso de por medio?
Por su parte, China está centrándose en África, aunque ahora esté sumergida en un tira y afloja comercial con Trump & Cía. Solo una ciega no sería capaz de ver que tanto los Estados Unidos como Rusia llevan muchos años queriendo volver a partir el mundo en dos, como en “los buenos tiempos” de la Guerra Fría.
El problema es que entre el país del Empire State Building y el de las estepas siberianas se interpone una potencia que, poco a poco, se ha convertido en una unión de países que tiende a transformarse en los Estados Unidos de Europa, con ejército propio y zonas de influencia globales absolutas y no parceladas como hasta ahora.
En ambos imperios, la señal de alarma se activó hace tiempo: Europa era el amigo/enemigo que había que reducir a su mínima expresión. El objetivo era que dejara de tener personalidad propia y minarla antes de que la bandera azul con estrellas amarillas ondeara con la misma fuerza que la de las barras y estrellas y la tricolor roja, azul y blanca de la Federación Rusa.
Para ello se dieron pasos decididos y casi simultáneos.
Con el apoyo y la complicidad de Putin, Washington apretó el botón que abrió la caja de pandora británica, sacando a las políticas ultraliberales a la trinchera parlamentaria de la Cámara de los Comunes, liquidando a todas las moderadas de derechas.


Por su parte, Moscú movió sus tropas para anexionarse Crimea ante la tibia condena de una comunidad internacional que no suele querer problemas y que siempre prefiere mirar para otro lado.
Con su movimiento, Putin había logrado dos cosas: enviar el mensaje que el nuevo zar era todopoderoso y hacerles entender a los antiguos países de la órbita comunista que el oso ruso estaba más vivo que nunca, y a las demás naciones que jamás había dejado de mirar hacia el lado occidental del Mar del Norte y su petróleo. Dentro de los acuerdos secretos estaba estipulado que, llegado el momento, Washington miraría para otro lado… hacia Latinoamérica, por ejemplo.
Entretanto, en la isla que con tanta bravura resistió a Hitler, los mensajes neopopulistas de corte racista y ultranacionalista (¿fascista?) lograron hacerse un hueco entre una población desorientada y manipulada. Voceando falsedades como que, sin la pertenencia a la UE, el Reino Unido lograría ahorrar mucho dinero o arropándose en su Unión Jack como gran argumento, convencieron a una población cansada de tanto marketing político de que el Brexit era la única solución para lograr el paraíso sobre la tierra.
Desconectada del resto de Europa, Gran Bretaña se echaba en los armados brazos de los Estados Unidos con todo lo que ello conlleva.
[Conviene anotar al respecto que el pasado miércoles, 20 de noviembre, en un debate electoral televisivo, las laboristas advirtieron de la intención de las conservadoras de venderles a compañías de la sanidad privada norteamericana todo el sistema de salud británico.]
Estos asesinatos sociales se están realizando con el apoyo tácito de una Rusia cada vez más hermanada con Trump y que, como en una historia digna de Tom Clancy, está siendo la verdadera mano que mece la cuna con una paciencia y una constancia a prueba de bomba.
La URSS desapareció, pero los tentáculos del poder han sabido reciclarse y reforzarse.
Evidentemente, la siempre reivindicativa Escocia no estaba de acuerdo con esa ruptura y al día siguiente estableció lazos diplomáticos, comerciales y de amistad recíproca con Bruselas. Inmediatamente, Rusia, Estados Unidos y, evidentemente, el Reino Unido condenaron duramente esos acuerdos calificándolos de “papel mojado” y de “provocación intolerable”.
Dos días después, el país con más reservas de crudo de la zona europea convocaba un referéndum para aprobar la autonomía de Escocia con respecto al Reino Unido, un plebiscito que las escocesas refrendaron positivamente en un 90%.
A pesar de las amenazas de Londres, de las advertencias cargadas de intención de Rusia afirmando que nunca reconocería la República de Escocia y de los exabruptos norteamericanos, las escocesas siguieron adelante con su proceso de integración en la Unión Europea.
Tras “el viaje de la última oportunidad” del ministro de Asuntos Exteriores británico intentando sin éxito reconducir la situación, la escalada de la tensión siguió ganando enteros.
Lo inevitable estaba llegando a un punto de no retorno. Y llegó.
El Reino Unido declaró Escocia en estado de rebeldía y ordenó a los carros de combate de Su Majestad entrar en Edimburgo.
De pronto, el orden internacional había cambiado.
Atada por los acuerdos firmados, la Unión no tuvo más remedio que movilizar sus tropas para ayudar a sus hermanas escocesas a liberarse de la bota opresora británica ante la feroz oposición de todos los partidos ultranacionalistas del viejo continente, algunos previamente financiados por Moscú, que defendían una política de no intervención digna de otros tiempos en los que los países europeos se negaron a ayudar a la República española.
Mientras Bruselas se proponía intervenir y Estados Unidos se mantenía en alerta máxima, Rusia decidió avanzar hacia las antiguas posesiones soviéticas cuyos parlamentos habían adoptado una deriva populista y descaradamente prorrusa, abogando por una nueva Confederación de Países del Este.
En mitad de esa tesitura, Europa tenía que elegir: o defender su territorio y los países miembros cada vez menos miembros, o socorrer a una Escocia que se desangraba mientras el Kremlin reactivaba su flota en el Mar del Norte para ayudar a Gran Bretaña, que pedía ayuda a quien quisiera prestársela.
Las horas se volvían eternas ante la inminencia de la Tercera Guerra Mundial, en la que la Unión Europea volvería a ser el campo de batalla…
Usted, como siempre, sabrá lo que más le conviene, pero esta pseudoficción vitriólica debería hacernos reflexionar a todas.
Deberíamos analizar el interés que tienen, más allá de los Urales, en inundar de dinero a los partidos intolerantes europeos y plantearnos por qué el ideólogo del neofascismo norteamericano, Steve Bannon, asesora al mismo tiempo a todas las formaciones próximas a las tesis de Marine Le Pen o de Salvini, entre otras.
¿A nadie le resulta curioso que, de pronto, las enemigas irreconciliables del Oeste y del Este tengan intereses tan íntimamente comunes como para trabajar juntas?
¿Es que nadie cae en la cuenta de que la existencia de unos Estados Unidos de Europa que exporten Derechos Humanos es un peligro potencial para las dictadoras?
¿Es que nadie es capaz de ver que la Doctrina del Shock que diseñó el norteamericano Milton Friedman, amigo personal de Reagan, Pinochet y Thatcher, defiende el libre mercado, la nula intervención del Estado y las mismas regulaciones que antes de la Gran Depresión y que eso nos lleva a una pérdida total de derechos sociales y a una práctica esclavitud?
¿Es que nadie ve que esto significa la privatización de absolutamente todo o, dicho de otra forma, que estamos camino de volver a un sistema feudal… pero más sofisticado y, por tanto, más peligroso?
¿Es que de verdad nadie percibe la manipulación extrema a la que estamos sometidas, para que acatemos todos los cambios que están llegando, los mismos que nos encadenarán brazos y mente por mucho tiempo?
Quizás sea bueno pensar que sí, que es cierto, que efectivamente el aleteo de unas mariposas en unos oscuros despachos de Washington o Moscú pueden provocar un devastador huracán en Europa. Solo hay que querer verlo de una manera diferente a como las vacas miran pasar el tren.
Y si, por esos azares de la vida, tiende a pensar que Escocia está muy lejos, le aconsejamos que relea el Vitriolo “JAQUE MATE”, quizás le ayude en su reflexión.
No, las casualidades no existen en geopolítica, como tampoco puede serlo que la crisis del Brexit coincida con la de Cataluña, algo que parece interesar muy mucho a Rusia.
¿Paranoia? Mientras se estaba redactando este H2SO4, el diario El País del día 21 de noviembre publicaba la siguiente información: “El juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón ha abierto una investigación que mantiene secreta sobre las supuestas actividades en Cataluña durante el procés de un grupo ligado a los servicios de inteligencia rusos, según confirman tres fuentes a EL PAÍS. Las pesquisas han sido encargadas a la Comisaría General de Información de la Policía Nacional, especializada en la lucha antiterrorista. La investigación se centra en un grupo militar de élite denominado Unidad 29155, a la que los servicios de inteligencia de varios países vinculan con supuestas maniobras de desestabilización en Europa.
La paranoia la va midiendo usted misma.
Este H2SO4 probablemente será tildado de agorero, catastrofista, exagerado, alarmista, insensato, vacío de sensatez, imposible o tan simplemente de imbécil.
De todas formas, si de verdad esto le recuerda a una mala y barata novela de espionaje, probablemente tenga razón porque, al fin y al cabo, todo lo narrado aquí es solo una Ficción vitriólica… o no.
De nuevo, nada más que añadir, Señoría.

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La hora de las luces https://elfarodeceuta.es/opinion-hora-luces/ Sun, 17 Nov 2019 03:00:01 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=463144 La Ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que él mismo es culpable. Infancia es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para […]

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La Ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que él mismo es culpable. Infancia es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena.
¡SAPERE AUDE! ¡Atrévete a saber! He aquí la divisa de la Ilustración”.

Así definía el filósofo prusiano Immanuel Kant el conocido “Siglo de las Luces”, una época que alumbró una nueva forma de entender la sociedad en pleno siglo XVIII y en el que la francmasonería jugó un importante papel, siendo francmasonas casi todas las protagonistas de ese momento.
Este movimiento, que acabaría alumbrando la Revolución Francesa de 1789, anteponía, pues, la razón y el conocimiento frente al oscurantismo tenebroso, la superstición, el fanatismo, el aplastante dominio de los dogmas religiosos y la dominación y abuso que perpetraban desde siempre el estado absolutista y las Iglesias. Seguro que le suena.
La denominación “Siglo de las Luces” no es baladí, ya que se propugnaban las metafóricas luces de los conocimientos y no “la Luz” en singular, que se referiría a la iluminación divina y, por tanto, un planteamiento dogmático y por ende irrefutable a pesar de las evidencias.
Sin embargo, algunas de las filósofas sí creían en Dios. Ser antidogmática y creer en un ser superior es perfectamente compatible, la prueba.
El propio Voltaire, que conocería el exilio y la prisión por sus convicciones y escritos, afirmaba que el universo era como un enorme reloj, “y alguien tiene que ser el relojero” aseguraba. En el caso del autor de La Henriade, no se trataba de una negación de un ser supremo, sino de una lucha contra el poder de las Iglesias. Seguirá sonándole, espero.
Es más, François-Marie Arouet, verdadero nombre del ensayista, escritor y filósofo, en su obra La Henriade (1723), se posicionó claramente contra el fanatismo y la intolerancia. De hecho, lo explicó años más tarde, en 1764, en su Diccionario filosófico. Así, Voltaire afirmaba que “entendemos hoy en día por fanatismo una locura religiosa, oscura y cruel. Es una enfermedad que se adquiere como la viruela”. Como se puede comprobar, lo que era válido hace casi 300 años, desgraciadamente lo sigue siendo en los tiempos que corren. Cuán lamentable resulta no saber avanzar a pesar de la experiencia acumulada de las mentes más lúcidas.
Qué sensación más penosa la de comprobar que vamos para atrás. Estamos a mitad de camino entre la indignación y el miedo, sin ningún aporte más que silencios cómplices o litros de aire contaminado de odio. De locas.
Contemporáneo de Voltaire, y brillando con luz propia, era el filósofo, escritor y enciclopedista Denis Diderot que impulsó y coordinó la “Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios” en la que el mismo publicó más de 5000 entradas en áreas como la economía, las artes mecánicas, la filosofía, la política o la religión, entre otras. El autor de frases como “engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga”, o “cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden porque poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo SU control”, comprometió a las mentes más preclaras para su Enciclopedia.
Decenas de personalidades de la época, como el antes citado Voltaire o Adam Smith, participaron en una obra que, sin duda, dio difusión a los conocimientos de una manera más racional, alejando las supersticiones y acercando el pensamiento crítico a una sociedad acostumbrada a los grilletes mentales. El tiempo no pasa, está claro.
Tampoco se puede obviar al suizo francófono, el polímata Jean Jacques Rousseau (fue escritor, pedagogo, filósofo, botánico y naturalista), que defendió a lo largo de toda su vida la justicia social, la participación del pueblo en todas las designaciones representativas.
Plasmó esas revolucionarias ideas en los cuatro volúmenes que forman “El contrato social o los principios del derecho político” publicado en 1762 y que, según algunos expertos, fue el detonador final de la Revolución francesa. Frases como “Renunciar a la libertad es renunciar a la cualidad de hombres, a los derechos de la humanidad e incluso a los deberes” o la férrea defensa de un sistema de democracia directa son parte del legado de Jean-Jacques Rousseau. Parece que estamos condenadas a no pasar de la casilla de salida.
Plasmar en este H2SO4 a todos los que aportaron su racionalidad en algo que cambiaría la historia de la Humanidad es imposible, pero sí debemos nombrar, entre otras muchas además de las citadas, a ilustres como Lavoisier (química), Newton, Lagrange y Monje (matemáticas y física) o la familia Jussieu (botánica). Todas tuvieron un denominador común: dejar los dogmas religiosos fuera de cualquier ecuación y la generosidad de trabajar por los demás, sin tener la certeza de ver el fruto de esa ingente labor. A pesar de las dificultades y de saber que no verían materializada su obra, llenaron el siglo de Luz cuando más falta hacía. Y en esas estamos…
Puede pensarse, y con razón, que las protagonistas del “Siglo de las Luces” eran una élite intelectual.
La diferencia entre esa élite y las que posteriormente vinieron, empeñadas en “salvarnos” a nuestro pesar, es que las Voltaire, Diderot y compañía pusieron sus conocimientos, sus reflexiones y su saber al servicio de quienes menos posibilidades tenían. La diferencia es obvia.
En estos tiempos de galopantes tinieblas, a una le dan ganas de gritar lo que dijo Goethe poco antes de morir: “Luz, más Luz”.
Luz contra una intolerancia que cada vez nos hace retroceder a los tiempos en los que pensar a contracorriente era sinónimo de hogueras y de cadalsos.
Luz contra el dogmatismo galopante que se antepone al librepensamiento y que, a poco que se le deje (venga de donde venga) nos hará creer de nuevo que la tierra es plana, que el astro rey gira en torno a nuestro ego, o que las mujeres son seres impuros e inferiores.
Luz para la falta de Fraternidad que provoca que un color de piel diferente, un acento distinto o un pasaporte de otro color que el nuestro sea, automáticamente, equivalente a enemigo.
Luz para la Fraternidad que debemos fortalecer entre nuestras iguales y saber entender que, si nos une mucho más que lo que nos separa, tenemos el deber de poner en práctica lo que escribía el argentino José Hernández en su obra Martín Fierro: “los hermanos no pelean, esa es la ley primera, porque cuando los hermanos pelean los devoran los de fuera”. Axioma.
Luz para aclarar las mentes que, en situaciones como las que vivimos, se manipulan cada vez con mayor facilidad. Dirigir las masas como un rebaño de ovejas se ha vuelto de una sencillez pasmosa, tanto que algunas poderosas, desde allende nuestras fronteras, no dudan en fomentar situaciones de caos. La carambola es sencilla de entender: se provocan acciones que conllevan reacciones y las consiguientes acciones de respuesta que, a su vez, terminan desestabilizando el país. Es algo tan evidente que, quizás por eso mismo, nadie parece poder o querer verlo.
Luz para que todas entendamos que la defensa de la sanidad, de la educación y de los servicios públicos, en general, no son un privilegio sino un derecho, y que se destruyan esos servicios públicos es un ataque directo hacia las más vulnerables y una ganancia sustanciosa para las poderosas compañías privadas.
Bien es verdad que en este H2SO4 nos seguimos preguntando por qué necesitamos Luz para poder ver algo que resulta tan de manifiesto, pero es lo que hay…
Luz para darnos cuenta de que somos imbéciles y que estamos destruyendo, o dejamos que otras destruyan, el único planeta que tenemos para vivir.
Luz para seguir avanzando, poniéndole proa al temporal de la intolerancia que nos invade, porque darles la espalda a los problemas, o ignorarlos/minimizarlos, los hace más fuertes, más soberbios, más imparables, y las consecuencias ya la conocemos de sobra. Qué pena de memoria desaprovechada.
Luz para que entendamos, de una vez por todas, que todas las personas nacen libres e iguales, y que mientras una de nosotras esté encadenada, el resto seguirá esclavizada a la cuerda de presas.
Usted, como siempre, sabrá lo que más le conviene, pero quizás haya llegado el momento de sacar la cabeza de debajo del ala y poner nuestras mentes a trabajar por un mundo diferente en las que los dogmas religiosos y políticos de cualquier índole ya no tengan cabida. ¿Utopía? Considérelo como quiera, pero la realidad es suficientemente terrible como para osar pensar de verdad en clave de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
En el hipotético caso en el que nos comprometiésemos a trabajar para aportar Luz (y eso ya es mucho pensar, lo sé) a una sociedad en la que la oscuridad gana enteros por momentos, deberíamos empezar a plantearnos que aquí no sobra nadie y que, por lo contrario, falta hacemos todas.
Somos necesarias todas las que opinamos que retroceder es lo contrario de avanzar y que el librepensar es el mejor antídoto frente a un “non plus ultrismo” que pretende cercenar las conciencias y estancarnos en un pantano de estéril intelectualidad al servicio del poder, sea del color que sea.
Seamos, pues, coherentes, afanémonos por reunir lo disperso, unamos nuestras voluntades, nuestras buenas intenciones y lucidez para ofrecer a las generaciones futuras (nuestras hijas y nuestras nietas, sin ir más lejos) una sociedad en la que atreverse a pensar no sea demonizado… en la que tan simplemente se permita pensar. Sitios no faltan para poder producir esa Luz y ponerla al servicio de quienes más la necesitan. Se trata solo de querer encontrar esos lugares y de tener la voluntad de comprometernos con nuestro tiempo y con nuestra gente. Fácil de entender, muy fácil.
Definitivamente, si tuviésemos solo un pelín más de raciocinio que las vacas que ven pasar el tren, deberíamos urgentemente iniciar nuestra particular “HORA DE LAS LUCES” para iniciar un camino que ya se antoja de supervivencia ética, moral e intelectual.
A modo de punto de partida, quizás sea adecuada una cita que fue clave en el Siglo de las Luces y que, trescientos años después, sigue siendo una referencia crucial y de una brutal actualidad.
Así, en su Enciclopedia, el propio Diderot sentenció:
“En efecto, el objetivo de una Enciclopedia es reunir los conocimientos dispersos, de mostrar el sistema general a los hombres con los que vivimos, y transmitirlos a los hombres que vendrán después de nosotros de manera que las obras de los siglos pasados no sean obras inútiles para los siglos sucesivos, que nuestros nietos, al ser más instruidos, sean al mismo tiempo más virtuosos y más felices y que nosotros no desaparezcamos sin haber aportado algo al género humano”.
Ahora, le toca a usted decidir si quiere “Luz” o “Tinieblas” y le corresponde saber si quiere aplicar la máxima de Kant “SAPERE AUDE” o quedarse con lo que le dicen que debe ser lo política, moral y socialmente correcto.
Así de simple. Así de terrible.
De nuevo, nada más que añadir, Señoría.

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