Artículos escritos por Francisco Sánchez Montoya en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/francisco-sanchez-montoya/ Diario digital Thu, 04 Apr 2024 08:06:01 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Francisco Sánchez Montoya en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/francisco-sanchez-montoya/ 32 32 Desde Ceuta 1.700 aficionados a Málaga en 1960 https://elfarodeceuta.es/ceuta-1700-aficionados-malaga-1960-futbol/ https://elfarodeceuta.es/ceuta-1700-aficionados-malaga-1960-futbol/#comments Thu, 04 Apr 2024 05:10:59 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1028063 Nuestro equipo de Ceuta, mirada el próximo domingo un importante partido en Málaga, para jugar la liguilla para la proporción a Segunda. Pero tenemos, la historia de nuestros equipos de Ceuta, recordando al Atlético de Ceuta. Su mejor clasificación fue el subcampeonato en la temporada 1960-61, lo que le permitió disputar la promoción de ascenso […]

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Nuestro equipo de Ceuta, mirada el próximo domingo un importante partido en Málaga, para jugar la liguilla para la proporción a Segunda. Pero tenemos, la historia de nuestros equipos de Ceuta, recordando al Atlético de Ceuta. Su mejor clasificación fue el subcampeonato en la temporada 1960-61, lo que le permitió disputar la promoción de ascenso a Primera división, pero fue derrotado por el Elche.

Aquel equipo de Ceuta jugó el domingo, 6 de noviembre de 1960, en Málaga, donde se trasladaron de la ciudad 1700 aficionados, para apoyarlo. Esto después de 64 años, este próximo domingo estaremos en la Rosaleda, nuevamente.

Para recordar la crónica de Juan J. Palop, en El Faro de Ceuta, recordaremos sus datos, la alineación de Ceuta: Zúrica, Pedreño, Valero, Céspedes, López, Vilches, Tapia, Anta, Soler, Curro y Ayala. Y en Málaga: Ibarreche; Barrena, Lorenzo, Pellicer, ¿Será el padre del actual entrenador?, Ramoni, Blas, Mendi, Pipi, Coco, Bruna y Bernadi.

La verdad sea dicha, el encuentro de la Rosaleda nos tuvo a los mil setecientos ceutíes con el alma en un suspiro. Y no por el balón precisamente, sino por las “involuntarias” equivocaciones de los jugadores malagueños, que confundieron las piernas, los brazos, el pecho, la cabeza de los ceutíes con el balón.

"Dominio malaguista, que se traduce a los cinco minutos en el primer córner contra el Ceuta, al que le sigue inmediatamente otro"

Seguida la crónica, que el jugador del Ceuta, Curro, con una rodilla como otro balón; Ayala, con el pecho en la espalda; Tapia cojeando; Anta, con las botas señaladas en la espalda… Así no hay derecho a jugar al futbol, aunque la Rosaleda estuvieses atestada de espectadores. Así lo único que procede es emprenderla con el árbitro que el domingo y en la parte, se mostró casero “in extremis”, para nivelarse bastante en el segundo tiempo.

Seguimiento la crónica de Juan J. Palop, saca el Málaga y el ataque lo dirige hacia los dominios de Céspedes, al que se le ve nervioso y descentrado. Esto origina una falta. Recoge Bruna, va al remate de cabeza y el balón roza el larguero visitando. Dominio malaguista, que se traduce a los cinco minutos en el primer córner contra el Ceuta, al que le sigue inmediatamente otro.

En una leve reacción ceutí a los siete minutos del encuentro, recoge Ayala, avanza imparablemente, pese a todos los intentos de descalabro del lateral malaguista y cuando se halla muy cerca del poste derecho, centra Ibarreche no estaba colocado un mucho menos. Por eso el balón lo rebasó, pese a su salto. Y Tapia, que venía a todo tren no tuvo más que colocar suavemente la cabeza para el balón entrase en la red.


Este primer gol ceutí fue una ducha de agua fría en todo el campo (salvo en el ocupado, claro está, por los caballas). Reaccionan los locales fuertemente, acosando constantemente a la tripleta defensiva y así, a los 22 minutos del primer tiempo, a tiro flojo y tonto de Bernardi, recoge de más tontamente Mendi después que Valero se hizo un tio cuando pudo haber despegado con cual quiera de las dos piernas y bate a Zúnica, logrando el empate. Ese gol se debió a una indecisión de nuestra defensa.

Pero no solo a ello. Se debió principalmente a un saque indebido de banda que no esperaban ni malagueños ni ceutíes. Por eso el desconcierto. Siguen profundizando los malagueños en sus avances, dirigidos siempre por su ala derecha. Otro tiró de Mendi es desviado a comer por Valero cuando iba a gol seguro Zúnica ya batido. El final de ese primer tiempo reacciona la delantera ceutí, pero si tirar a puerta. Curro en una arrancada no pudo pararse, salto por encima del portero local, dio dos volteretas en el aire y se levantó con una rodilla deshecha.

"El final de ese primer tiempo reacciona la delantera ceutí, pero si tirar a puerta"

Continuó la crónica de Juan J. Palop, Con el empate a uno se llego al descanso. En el segundo tiempo reacciona la delantera ceutí, creando momentos de peligro en la meta de Ibarreche. Tapia y Ayala se entienden muy bien, pero les faltaba les faltaba el recurso de Curro y les sobraban las botas del defensa central contrario, Lorenzo. Pero el jugador malagueño Pipi a los 23 minutos del segundo tiempo me tio gol.

Poco les duró a los malagueños el regusto de su tanto. Por dos minutos después que Anta le cedió el balón. Este gesto deportivo le costó a Anta un patadón en la espalda, por obra y gracia de Lorenzo, al que amonestó su mismo compañero Ibarreche. Anta lesionada. Los ocho últimos del encuentro fueron de autentica angustia. Y de este modo terminó un encuentro previa prorroga de dos minutos, que merecieron ganar los nuestros, si los otros hubiesen jugado al futbol, por la crónica de Juan J. Palop.

Ceuta en el primer puesto en Segunda

El periodista, Juan J. Palop, crónica ese día del Ceuta, en noviembre de 1960, está junto el primer puesto junto al Tenerife, en la Segunda división. También en esta tabla tenemos en tercera plaza el Plus Ultra alcanzó la goleada del año al meterle al Jaén. El Córdoba no pudo frenar la marcha de los tinerfeños pero el Rayo Vallecano hizo una mala jugada al Extremadura, que se hunde, al parecer irremisiblemente.

El San Fernando continúa siendo el equipo de las irregulares. Lo mismo empata en Málaga que se deja arrebatar un punto por el Mestalla. Tenerife, Ceuta, Plus Ultra y Hércules continúan de gallitos en Segunda División. El próximo domingo nos va a ofrecer otra finalísima en nuestro estadio “Murube”, pues viene hacia aquí el conjunto alicantino. Si el Ceuta salva este nuevo escollo., habrá dado también un buen paso hacia el logro de sus aspiraciones de ascenso que ahora han vendido a reforzar su actuación y posición alcanzado en la Rosaleda frente a un cúmulo de inconvenientes y dificultades.

El Ceuta en promoción en 1960 para subir a Primera

En estos noventa años desde que se inauguró el Alfonso Murube han sido muchos los momentos históricos, sin ir más lejos, la pasada temporada 22-23 con la salvación del Ceuta después de una segunda vuelta de ensueño. Pero personalmente, me quedo con la oportunidad que tuvo un equipo de Ceuta (Atlético) de subir a primera división, estuvieron a 90 minutos de la gloria.

Aquel día la fortuna no les quiso ayudar. Corría la temporada 1960/61. Tras una campaña muy igualada, a falta de una jornada el CD Tenerife y el Ceuta se disputaban la primera plaza y el ascenso directo. Un punto a favor de los tinerfeños, además del gol-average. Así que era necesario que los isleños perdiesen en Almendralejo y los ceutíes ganasen al CD San Fernando.

Los dos partidos empezaron con signo contrario. Mientras el CF Extremadura lleva la iniciativa y el CD Tenerife resiste ordenadamente, el Ceuta despliega su juego ofensivo esperando superar la sólida defensa de los locales.

"El segundo puesto le dio paso a una nueva oportunidad: la promoción y como rival el Elche CF"

Tras 45 minutos de juego ambos partidos siguen igual. De todas formas, el reloj ya estaba jugando a favor de los canarios. Y así fue, porque, aunque el equipo extremeño acrecentó su dominio de manera inútil, el CD San Fernando fue aprovechando el desgaste de los ceutíes, hasta llegar al minuto 70 cuando el delantero centro local Cantón obtuvo el único gol.

El segundo puesto le dio paso a una nueva oportunidad: la promoción y como rival el Elche CF. El primer partido se decidió por la mínima, gol de Ayala, a favor del Ceuta. Renta pequeña que de saberla conservar significaría el ascenso. Y así se plantearon el partido de vuelta. Los ceutíes salieron dispuestos a perder tiempo y a emplearse con dureza. Los nervios y los malos modos protagonizaron los primeros minutos y los jugadores ceutíes los más castigados por el árbitro.

Tras una tángana a los 16′ minutos Uriarte es expulsado y cinco minutos más tarde Álvarez cierra el paso del lateral Gómez con mucha fuerza y también debe abandonar el terreno de juego. El Atlético de Ceuta se queda con nueve jugadores y aguanta los ataques del Elche. Hasta el 36′ en que Romero iguala la eliminatoria.

Y en la segunda parte, Cayetano Re, el delantero más bajito que llegó a ser máximo goleador de Primera, sentenció con dos goles más. Aún hubo un cuarto gol e incluso un nuevo expulsado, esta vez del Elche. En definitiva, el Ceuta estuvo a 54 minutos de la Primera División.

El 'Murube' cumplió 90 años

Un 4 de agosto de 1933, en plena Segunda República, se llevó a cabo la inauguración del estadio de fútbol “Docker”, recibía este nombre por tener en la explanada cercana unos barracones hospitalarios, años después en 1942 pasaría a llamarse Alfonso Murube, jugador de la S.D. Ceuta.

El Murcia C.F. (se le quito Real, tras la proclamación de la República) fue el equipo encargado de inaugurar el estadio, enfrentándose a una selección de jugadores de Ceuta, pero reforzado con el portero de la selección española Ricardo Zamora, que pasó por varios equipos como Español, Barcelona y Real Madrid entre otros.

El diario La Gaceta de África, escribió sobre esta inauguración y Ricardo Zamora: “Fue favorabilísima, incluso piso el campo, antes del partido inaugurar, que todavía, como es natural está sin hacer y sin la capa de hierba que tan decorativa y útil es para el deporte del balón, sin tiempo para más, por la urgencia del caso, diremos acerca del partido de inauguración, que la entrada fue estupenda en todas las localidades, resultó vencedor por 4 a 2 goles, el local.

El primer tiempo acabó con dos a cero, a favor del Ceuta cuyos tantos fueron obra de Méndez, y de uno de los defensas del Murcia, que metió la pelota en su propia red.

En el segundo tiempo, los murcianos marcaron dos tantos al maestro Zamora, que gustó mucho y fue, como era de esperar, el héroe de la jornada. El árbitro fue el señor Ponte, y la selección de Ceuta a Zamora, San Juan, Chicada, Caliani, Foncuberta, Murube, Méndez, Morales, Rey, Muñoz y Traverso”.

"El primer partido que el Real Madrid disputó en Ceuta, fue en un partido amistoso jugado un 20 de septiembre de 1942"

Actualmente el Alfonso Murube, está regentado por la Real Federación de Fútbol de Ceuta, de la mano de su presidente Antonio Gaona, está realizando una gran labor, con grandes cambios y mejoras en el estadio. Como cambio a césped natural, gradas nuevas, vestuarios, sala de prensa… en general, una remodelación que todavía no ha concluido y se está en proceso de llevar a cabo en próximos años.

El primer partido que el Real Madrid disputó en Ceuta, fue en un partido amistoso jugado un 20 de septiembre de 1942. Como partido de vuelta, ya que primero lo jugaron en Madrid un 5 de enero de ese mismo año, el entrenador del equipo caballa era Ramón Lafuente. El conjunto del Real Madrid se impuso por dos a cero. Destacar que la primera vez que el Real Madrid, en partido oficial, llegó a Ceuta fue en la primera ronda de la Copa, eran los dieciseisavos de final, el partido de ida se jugó en el Alfonso Murube, el 31 de diciembre de 1944, en esa ocasión la S.D. Ceuta perdió por 0-4. El partido de vuelta se jugó veinte días después, y nuevamente, el Real Madrid goleó por 5-1.

Al año siguiente la S.D. Ceuta se enfrentó al Real Madrid en octavos de final. El partido se disputó el 21 de abril de 1946, en el estadio de Chamartín, nueva goleada en esta ocasión fue un rotundo 6-0, aquel día el equipo caballa formó con: Casfont; Perico, Victorero, Gil, Lesmes, Carvajal, Abad, Japón, Carnero, Caballero y Morla. El partido de vuelta en el Alfonso Murube, seis días después, venció por 1-0, gol de Lolo en el minuto 70 el equipo ceutí.

Ocho meses después, el Real Madrid rendía visita a Ceuta. El evento contó, como era de esperar, una gran expectación en todo el Protectorado Español en Marruecos, incluso en la entrada se podía leer que el tren a Tetuán tendría una salida extraordinaria para la vuelta. El Estadio se llenó y tras los noventa minutos y pese a que se adelantó la S.D. Ceuta con goles de Tavilo, el partido terminó con empate a dos.

 

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La historia secreta de Tío Alberto de Serrat https://elfarodeceuta.es/historia-secreta-tio-alberto-joan-manuel-serrat/ Thu, 14 Mar 2024 02:55:40 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1019893 Joan Manuel Serrat, en la canción “Tío Alberto” lo inmortalizó en 1971, Alberto Puig Palau (Barcelona, 1908-1986). En Cataluña, Alberto era una especie de mecenas, el último gran señor de una vieja clase dirigente, una burguesía industrial. Por su vida desfilaron escritores como Josep Plá o Jean Cocteau, cineastas, actrices, toreros, bailaores de flamenco, intelectuales... […]

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Joan Manuel Serrat, en la canción “Tío Alberto” lo inmortalizó en 1971, Alberto Puig Palau (Barcelona, 1908-1986). En Cataluña, Alberto era una especie de mecenas, el último gran señor de una vieja clase dirigente, una burguesía industrial. Por su vida desfilaron escritores como Josep Plá o Jean Cocteau, cineastas, actrices, toreros, bailaores de flamenco, intelectuales... Durante la Segunda Guerra Mundial, colaboró Alberto, con la Resistencia francesa contra los nazis, razón por la cual le concedieron más tarde la Legión de Honor.
Hace unos meses tras buceando, entre otros, investigué en el Archivo Intermedio Militar de Ceuta para preparar mi último libro, “Mujeres ceutíes olvidadas. Represión, cárceles y fusilamientos (1931-1958)”, encontré documentación de “décadas ocultas”. Desvelé la “rocambolesca”, cuando la hermana de Alberto se convirtió en espía doble, entre Tánger y Tetuán.
Durante la guerra civil, nos encontramos a un joven Alberto Puig en cuyo expediente militar se indica al jefe de la caja de reclutas de Ceuta «que el mozo del remplazo de 1929 se encuentra en el grupo de regulares, en el noveno tabor, desde el 25 de junio de 1937». Ya en este destino, su comandante advirtió las cualidades de Alberto ―sabía hablar cinco idiomas― y lo recomendó Juan Beigbeder, que acababa de tomar posesión como alto comisario y lo nombró secretario.
En diciembre de 1937, Pilar Puig viajó en avión a la capital del Protectorado, Tetuán, para visitar a su hermano. Este había enfermado de gravedad mientras hacía los cursillos de alférez provisional en el acuartelamiento legionario de Dar Riffien, muy cerco de Ceuta. Mientras se recuperaba, ella asistió a todas las fiestas y recepciones de la Alta Comisaría en los diferentes consulados. Pilar se hospedó en el Hotel Nacional, el mejor de Tetuán en aquella época.
Un día, el alto comisario, Beigbeder fue visitar a Alberto en su casa para interesarse por su salud, y estaba también Pilar, y oferta a su hermana: que se convirtiera en espía y fuese a Tánger para vigilar a los republicanos y asilados políticos de izquierdas.
Alberto Puig dejó por escrito en el procedimiento que se realizó posteriormente cómo fue esa oferta del alto comisario: «Beigbeder me visitó, por encontrarse enfermo, como hacía habitualmente, y aprovechó para decirme que había pensado en Pilar para encomendarle cierta clase de servicios, cuales eran el relacionarse con gente de la alta sociedad de Tánger con el propósito de obtener noticias que pudieran interesarle».
Alberto le contestó que no creía conveniente que su hermana se introdujera en esos asuntos, ya que esa clase de servicios requiere personas expertas y de condiciones especiales para su desempeño. No obstante, el alto comisario insistió señalando las virtudes de Pilar, una persona que sabía tratar con la alta sociedad como había demostrado en alguna que otra recepción en Tetuán, y cuya forma de ser le permitiría moverse en un ambiente social distinto al que los agentes estaban habituados.
Después de esta conversación, Alberto expuso a su hermana que no debía aceptar por ser peligroso y difícil de desarrollar con éxito. Con el nuevo año, 1938, su hermano ya se había recuperado y, en marzo, Beigbeder reiteró el ofrecimiento a Pilar. El alto comisario le dijo que se fuese a Ceuta y lo valorara. Así hizo. Permaneció cinco días alojada en el lujoso Hotel Majestic, en la calle La Muralla, tras los que regresó a Tetuán y Beigbeder repitió su propuesta, que ella finalmente aceptó.
El alto comisario puso a Pilar, su disposición un coche con chofer que, al día siguiente, la llevó a Tánger. Allí tomó una habitación en el prestigioso Hotel Riff y comenzó a asistir a fiestas y tertulias políticas e ir de compras y anotando todo lo que ella entendía podría ser de utilidad al Estado español sobre los republicanos tangerinos.
La Alta Comisaría le hizo llegar un listado con nombres de personas que interesaba investigar en Tánger, incluyendo a Madame Joste, agente francesa y modista de alta costura. Ambas mujeres se reunieron en el Hotel Minzah, lo que Pilar explica: «Le compré varios trajes, un abrigo de lana y un abrigo de playa, y no hablamos de política». También le señalaron a destacados republicanos, como Francisco Vallejo, José Díaz o Naraindas Tolaran, y conocidos fascistas, como el doctor Amieva ―jefe de Falange en la ciudad internacional― así como la famosa espía Rosalinda Fox, espía del servicio secreto inglés.
Lógicamente, tampoco pasó desapercibida para los republicanos, y el Socorro Rojo Internacional (SRI) contactó con Pilar, su entorno por mediación del dirigente Sobrado Cosme Cossío (Paulino), trabajador en las oficinas de telégrafos al servicio del Gobierno de la República, para ver la posibilidad de que les fuera útil dados sus buenos contactos con los dirigentes fascistas de Tetuán y Ceuta, y así servir a la causa republicana.
Al menos, eso es lo que se indica en el informe sobre ella realizado por el Socorro Rojo Internacional de Tánger: «Autorizada para hacer la gestión, Madame Joste comunicó días después al compañero Sobrado que su amiga Puig accedía a ponerse a nuestro servicio con la condición de que esto fuera conocido de la sola persona que le sirviera de enlace.

Colabora con los republicanos

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Pilar Puig ayuda a los militantes de izquierda en Tánger, con el Socorro Rojo en la ciudad internacional. Se establece su enlace con varios militantes republicanos.

En un informe secreto del SRI, se confirma la actuación de Pilar: «Acogida en principio con recelo por creerla enviada por la Alta Comisaría para introducirla en nuestro ambiente, se comprueba desde el primer momento de su trabajo que sus informes son de bastante precisión y revelan que es mujer habituada a esta clase de servicios, pues es observadora y detallista, sabe manejar hábilmente sus relaciones para conocer y contrastar datos».

Sin embargo, el Servicio de Investigación de la Policía Militar (SIPM) fascista descubrió el doble juego de Pilar a principios del verano de 1938 y enviaron un documento a Beigbeder sobre su actitud sospechosa. El 2 de junio de 1938, la maquinaria franquista para detenerla se puso en marcha. Ella estaba entonces en la península, por lo que remitieron un telegrama al ministro de Orden Público de Valladolid -donde creen se encuentra-anunciándole que el pasaporte de Pilar ha sido anulado.

Pilar, hermana de Alberto, ayudó al Socorro Rojo en Tánger

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En junio de 1938, detienen a Pilar Puig por el delegado de Orden Público en San Sebastián, donde Pilar veraneaba habitualmente: «Le retire V.S. pasaporte expedido por esta Alta Comisaría e impidiéndole su regreso a este punto. Asimismo, deberá recogerle el coche, que es propiedad de esta Alta Comisaría ordenando al conductor se presente en Tetuán con él inmediatamente».
El asunto se complicaba para Pilar. El SIPM no cejó en aportar nuevos documentos comprometedores señalándola como agente al servicio del Gobierno de la República. Un telegrama enviado el 23 de julio de 1938 desde la oficina de información republicana de Tánger al subsecretario de la Dirección de Marruecos en Barcelona resultó contener un texto muy comprometedor, después de descifrado, sobre un contacto de la espía francesa Madame Joste con Pilar Puig.
Igualmente, el SIPM informó a la Alta Comisaría que Pilar se había visto con la destacada espía Rosalinda Fox, agente del servicio secreto inglés, en Sevilla mientras su hermano Alberto se encontraba en Ronda reponiéndose de un enfriamiento pulmonar: «Procédase a la vigilancia escrupulosa de Pilar Puig no permitiéndosele la salida de la España nacional».
A primeros de septiembre de 1938, un telegrama de la jefatura del SIPM se recibió en el servicio secreto de la Alta Comisaría: «Ruego extreme vigilancia Pilar Puig, impidiendo salida a España. Correo se envían documentos». Los documentos a que el telegrama alude son reproducciones fotográficas de varios listados del SRI en los que figuran los enlaces de Tetuán, y Pilar Puig aparece como auxiliar del jefe de brigada junto al dueño de un numerosos ceutíes se refugiaron en la cercana Tánger y en Casablanca.

El SIPM ordenó sus pruebas concluyentes: «La completa seguridad de que el Socorro Rojo Internacional de Tánger tiene entre sus agentes a sueldo a una Pilar Puig cuya identidad coincide con Pilar Puig Palau, objeto de esta nota. Ella ha venido facilitando informes al S.R.I. de Tánger, explotando su situación social en la zona del Protectorado, la posición de su hermano (Alberto) en la Alta Comisaría, su amistad con el alto comisario e incluso la misión secreta que este último, sorprendido en su buena fe, la encomendó. Que todo ello es suficiente para determinar la inmediata detención de Pilar Puig sin que parezca necesario demorar estas medidas para conseguir mayores averiguaciones. Burgos, 14 de octubre de 1938».

colaboracion-paco-sanchez-historia-familiar-joan-manuel-serrat-1A finales de octubre de 1938, Pilar se encontraba en San Sebastián después de haber visitado varias ciudades andaluzas. Una mañana, varios policías la arrestaron. Le retiraron el pasaporte y salvoconducto expedidos por la Alta Comisaría, Beigbeder, y comunicaron que el coche quedaba requisado, y que el chofer debía regresar con él a Tetuán. Fue ingresada en la donostiarra prisión de Ondarreta.
El Servicio Secreto (SIPM) de Burgos envió un escrito a sus compañeros de San Sebastián: «Aparece Pilar Puig Palau como posible responsable de un delito de espionaje». El juez instructor comenzó un procedimiento judicial que podría desembocar en un consejo de guerra. Se le adjuntaron las copias fotográficas del SRI e indicaba qué juzgado militar iba a realizar las diligencias sumariales para entregarle la numerosa documentación que obraba en poder del SIPM sobre Pilar Palau.
Otras informaciones hacen referencia de Pilar ha sido objeto de diferentes informaciones que la señalan como de antecedente izquierdista y catalanista. Se supone que prestaron una ayuda económica muy importante a Esquerra Catalana con motivo de las elecciones de 16 de febrero de 1936. Se informa que Alberto perteneció al partido Acción Catalana.

Septiembre de 1938. "Un telegrama de la jefatura del SIPM se recibió en el servicio secreto de la Alta Comisaría: "Ruego extreme vigilancia Pilar Puig"

El juez tomó declaración a Pilar en la prisión de Ondarreta inquiriendo si los encuentros con la espía francesa Madame Joste fueron muchos. Ella respondió que, como Beigbeder le indicó, tenía que entablar amistad con la alta sociedad, por lo que acudió al Hotel Minzah (Tánger), donde la aludida se hospedaba. Vio los modelos que tenía y le compró unos cuantos, esa fue la razón de querer conocerla.
Existe otro documento del servicio secreto en Burgo, con fecha 23 de febrero de 1939 en el que se puede leer: «Relación nominal del personal que presta servicios en el telégrafo rojo de Tánger». Pasaron los meses y Pilar fue trasladada al penal de Burgos, desde allí hizo una nueva declaración ante el juez, ya que se había acordado de una confidencia realizada por el embajador italiano advirtiéndola de lo peligroso que era su cometido como informadora.

A Ceuta, a la prisión de mujeres del Sarchal

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El trabajo del juez instructor concluyó el 22 de marzo de 1939, y tan solo restaba fijar el día del consejo de guerra. El procedimiento sumarísimo constaba de 113 folios.

No obstante, el auditor de guerra de la Región Militar de Burgos, José Casado, alegó que ellos no debían juzgarla, sino en el lugar donde los hechos se habían producido, en Ceuta y en el Protectorado español en Marruecos, y que debía inhibirse de su conocimiento en favor de la autoridad judicial de las fuerzas en el mencionado Protectorado.

Mientras las auditorías de Burgos y Ceuta intentaban dilucidar dónde se celebraría el consejo de guerra, Pilar cumplió más de un año en prisión. El auditor de Burgos expuso al de Ceuta que ellos debían hacerse cargo, pero que remitiría un escrito al Alto Tribunal y que este fallase.

En tanto el asunto se resolvía, el juez instructor de Burgos decidió dejarla en libertad condicional el 31 de julio de 1939. Un mes más tarde, el Alto Tribunal Militar determinó que la Auditoría de Ceuta era competente para juzgarla. Se nombró secretario de la causa al capitán González Novelles, y el juez sería el comandante Juan León.

Este, en junio de 1940, comunicó a Pilar que no debía moverse de San Sebastián, ya que seguramente sería trasladada a Ceuta, a la prisión de mujeres del Sarchal, para juzgarla, pero tras estudiar la causa, el juez de Ceuta dictaminó el 14 de julio de 1941 su sobreseimiento provisional y se archivó definitivamente el 20 de diciembre de 1943.

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Isabel Mesa: "Soy hija, nieta y biznieta de anarquistas" https://elfarodeceuta.es/isabel-mesa-hija-nieta-biznieta-anarquistas/ https://elfarodeceuta.es/isabel-mesa-hija-nieta-biznieta-anarquistas/#comments Fri, 08 Mar 2024 03:20:23 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1017646 La ceutí Isabel Mesa Delgado, desde muy joven fue una mujer dinámica y comprometida con la igualdad de género durante toda su vida. Siempre llevó por estandarte su compromiso con el anarquismo en Ceuta. De hecho, vino al mundo en el seno de una familia obrera de tradición anarquista. Cuando todavía era menor de edad, […]

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La ceutí Isabel Mesa Delgado, desde muy joven fue una mujer dinámica y comprometida con la igualdad de género durante toda su vida. Siempre llevó por estandarte su compromiso con el anarquismo en Ceuta. De hecho, vino al mundo en el seno de una familia obrera de tradición anarquista. Cuando todavía era menor de edad, ya vivía en Ceuta, se afilió al Sindicato de Oficios Varios, en la CNT, donde no le fue fácil integrarse por su condición.
Sin embargo, ella tenía muy claro que había que conseguir la igualdad social entre el hombre y la mujer. Comenzó a organizar a sus compañeras modistas en la lucha por sus derechos frente a una sociedad que las marginaba.
Una persona que estuvo cerca de ella durante sus últimos años, la historiadora valenciana Molina Beneyto, nos cuenta que «en la familia de Isabel se respiraba la tradición anarquista desde muy pequeña». El papel de la mujer en la sociedad ceutí se ha silenciado durante décadas.
Muchas decidieron trabajar fuera de casa para ser independientes económicamente o contribuir con un salario a la economía familiar. Isabel era costurera, y consiguió el carné número uno de mujeres del «gremio de la aguja». En los prolegómenos de la proclamación de la Segunda República, intervino en numerosos mítines y con apenas dieciocho años, ayudó al cambio de régimen en abril de 1931.
Siempre presumía de ello en las entrevistas: «Cuando se proclamó la República, la primera bandera que ondeó en el monte Hacho de Ceuta fue un abrigo mío que era rojo por fuera con el forro negro». También hay constancia gracias a la prensa de su participación en un acto celebrado en el Teatro Cervantes con motivo del 1º de Mayo de 1931.

Isabel Mesa Delgado.

Molina Beneyto (historiadora): "En la familia de Isabel se respiraba la tradición anarquista desde muy pequeña"

En la mesa presidencial, a su lado, estaba el líder de la CNT Pedro Vera. En su alocución, ensalzó la lucha feminista, social y libertaria como único fin para lograr metas importantes. Su actividad sindical se desarrolló principalmente en la organización de mujeres trabajadoras.
Tuvo un gran protagonismo en la convocatoria de una huelga, en junio de 1931, de las fábricas de salazones y conservas de la ciudad. Más del 90% de los trabajadores de estas industrias eran mujeres, por lo que se puede considerar la primera huelga femenina en la historia de la ciudad.
Isabel Mesa, se reunió con los patronos, y les comunicó las reivindicaciones que defendían con su acción, pero no quisieron entrar en negociaciones. Isabel contaba con la ayuda de la trabajadora Antonia Céspedes «La Latera», de la que hemos tratado anteriormente.

"Cuando se proclamó la República, la primera bandera que ondeó en el monte Hacho de Ceuta fue un abrigo mío que era rojo por fuera con el forro negro"

El 18 de junio, tras varios días de paro, lanzaron un manifiesto temiendo que el pescado almacenado en las fábricas pudiera salir hacia puertos peninsulares: «No permitáis que embarquen vasijas y menos aún dejar desembarcar pescado para ninguna fábrica de la península, que proceda de Ceuta, porque perjudicáis grandemente la lucha de estas bravas compañeras. ¡Trabajadoras! ¡No olvidéis este llamamiento! Proceded con energía a todo intento de perjuicios contra nuestras compañeras. El comité de huelga. Ceuta, 18 de junio de 1931».
Los patronos engañaron a unas trabajadoras del Protectorado para que cobraran menos de la mitad. Isabel les explicó los motivos de las movilizaciones y ellas se unieron a las huelguistas al día siguiente de llegar a Ceuta. Isabel lo contó años después: «Se unieron a nosotras y en 24 horas ganamos la lucha, consiguiendo las mejoras por las cuales estaban en huelga, siendo readmitidas algunas que habían sido despedidas en represalia».

Logró en Ceuta la Escuela Racionalista y un Ateneo Libertario

Isabel Mesa, con su participación, se logró crear una Escuela Racionalista en la ciudad en 1933. Situada en la calle Luis Bello del barrio de la Prosperidad (Hadú), allí impartían de forma gratuita los fundamentos del raciocinio a los hijos de los obreros. Muy de joven trabajo en el taller de la sastrería Casa Tresilló, pero sin olvidar su actividad sindical. Durante el régimen republicano, la CNT estaba ampliamente implantada como primera fuerza sindical. Isabel fue una pieza fundamental en la creación de un Ateneo Libertario ubicado en la sede de la UGT, en la calle Velarde. Aquel centro era una universidad popular y lugar de encuentro donde la gente se conocía, debatía, creaba vínculos de unión y planteaba sus problemas.

"Con el expediente, se pretendía castigarla por sus conferencias en la Casa del Pueblo y su compromiso social con las mujeres de los obreros"

Isabel sigue contando: «En Ceuta teníamos un Ateneo Libertario donde se enseñaba a leer y a escribir a los obreros; también música, pintura, esperanto, naturismo. Se hacían asambleas, se hablaba de la revolución y de las ideas. Era una juventud bonita de verdad (...) lo primero que hicimos en el sindicato fue una biblioteca.

Los carpinteros hicieron una vitrina y cada persona llevó los libros que pudo. En mi casa había bastantes libros, que llevamos también. Entonces empezamos a escribir pidiendo más libros. Si los que recibíamos estaban repetidos, los repartíamos. ¡Hicimos allí una biblioteca chula de verdad! Poníamos bancos de madera, porque no teníamos sillas. Yo era la bibliotecaria con mis escasos veinte años».

Isabel pudo salir en barco

Isabel Mesa falleció en 2002 con 88 años, en Valencia. Su féretro fue envuelto con la bandera anarquista, como ella quería, y en el sepelio sonaron los acordes de A las barricadas. Allí estaba, por supuesto, Maruja Lara, su otro yo desde que se conocieron en 1937 y hasta la muerte.
Con el golpe en julio de 1936, la sorprende como a muchas. Cambia de domicilio, se marcha a casa de una amiga esperando que, pronto, todo vuelva a la normalidad, algo que no ocurrió. Recibe noticias de las detenciones, los fusilamientos, los asaltos a las sedes de los partidos políticos, templo masónico, sindicatos, Casa del Pueblo, etc.
Solo piensa en salir de la ciudad y salvar la vida. Contacta con algunos compañeros, los que no han sido detenidos se ocultan en los montes esperando poder huir a Tánger o en alguna traíña a la península, ya que la costa malagueña todavía está en manos del Gobierno de la República.
Antes de partir, necesita algún dinero para poder subsistir; se avecinan tiempos difíciles. Se encaminó a la sastrería donde trabajaba, Tresilló, y allí pidió a su jefe, Antonio Domínguez, el finiquito. Después, fue a despedirse de su madre, que vivía muy cerca del taller, en la calle Antíoco. La madre le comentó que algunos falangistas ya habían preguntado por ella en varias ocasiones, pero ella siempre les respondía que su hija se había marchado a Tánger en los primeros momentos de la sublevación.
En principio, Isabel se va a los montes del Tarajal, allí hay muchos ceutíes durmiendo en el campo por miedo a los ataques de los aviones y buques republicanos; podrá esconderse entre ellos, pasar desapercibida. Sin embargo, patrullas de falangistas suelen dar batidas en busca de huidos.
Cuando ha pasado más de un mes de la sublevación, considera que no puede seguir ocultándose allí temiendo continuamente que cualquier día den con ella. Le llegan noticias sobre la fuerte represión con cientos de detenidos y ejecuciones sumarísimas, como la de un exnovio también cenetista, Antonio Postigo, asesinado en la saca del 17 de agosto.

Isabel Mesa junto a su compañera Maruja Lara.

Todos buscan la mejor oportunidad para salir de la ciudad. Por carretera hacia Tánger es muy complicado, hay mucha vigilancia; la única solución es por mar camuflados en un barco pesquero. De momento, deciden ir a los montes de Benzú, con una zona boscosa mucho mayor y menos vigilado.
Allí, Isabel encuentra a algunos compañeros de la CNT, como Luis Campos, Pedro Ruiz o Julio Acién, quienes le explican que están ultimando la huida por mar. Han apalabrado una traíña dispuesta a cruzar el Estrecho y solamente esperan a que les avisen. Desde los montes, Isabel se dirigió a casa del sindicalista Pedro Ruiz, en el pasaje De Las Heras, donde también hay otros compañeros que aguardan una oportunidad para salir de la ciudad desde hace varias semanas.
Pedro consiguió el falucho pesquero, propiedad de Pepe «El Granaíno», destacado miembro de la FAI en Ceuta. Paco Díaz se encargó de avisar a los habían permanecido en los montes de Benzú. El día señalado fue el 24 de octubre, y debían estar entre las 18 y las 18:30 en la llamada «Piedra Gorda», en La Almadraba, debajo del hospital militar.
Poco a poco, los catorce fueron llegando: Julio Acién, Luis Campos, Pedro Ruiz, Juan Vivas, Juan Domínguez, Francisco Díaz, Juan Ramón Sánchez, Eliseo San Segundo, Rafael San Segundo, Indalecio Ramos, Ramón Ríos, José Soto, Miguel Parra Haro y ella.
La espera se hizo eterna. Cuando estaba anocheciendo, vieron acercarse una pequeña traíña. Se tiraron al agua y, después de nadar unos pocos metros desde la orilla, llegaron a la mencionada Piedra Gorda, donde la embarcación se había detenido, y subieron a ella. Después de cambiarse la ropa mojada, se escondieron bajo los aperos de pesca y tomaron rumbo hacia Gibraltar; ya era noche cerrada.
Llegaron a la colonia en pocas horas y sin novedad. Desembarcaron y, al día siguiente, partieron hacia Estepona en otro barco para, desde allí, continuar por tierra hasta Málaga. Una vez en su destino, Isabel y sus compañeros se encaminaron a un local de la CNT que acogía a quienes llegaban huyendo de los sublevados.

Creó en 1936 la Asociación Mujeres Libres

Llegó tras salir de Ceuta, a Valencia, donde se unió a la sección femenina de la CNT y participó en el Congreso de Constitución de la Federación Nacional de Mujeres Libres, en septiembre 1937, alcanzando la secretaría de la Agrupación Local. Ella siempre decía: «La mujer siempre ha tenido que luchar mucho. No solo teníamos que sembrar las ideas, sino luchar contra algunos de los que estaban con nosotras sembrando. La mujer y el hombre tienen que ir caminando juntos buscando la libertad, codo con codo o cogidos de la mano». Fue, además, secretaria del Sindicato de Sanidad, Sección de Enfermeras, afecto a la CNT y la FAI.

Siempre estaba en primera línea haciendo su vida entre el hospital y el sindicato. El también ceutí Juan Vivas coincidió en varias ocasiones con Isabel y dijo de ella: «La veía con frecuencia y la acompañaba desde el hospital al sindicato, pocas veces a dar un paseo. Era una gran trabajadora». En la clandestinidad Perdida la guerra en 1939, intentó huir hacia el exilio por el puerto de Alicante, pero como otros muchos republicanos ―el joven cenetista ceutí Fructuoso Miaja171 entre otros―, se quedó en tierra esperando unos barcos que no llegaron. No obstante, Isabel logró escapar de los sublevados haciéndose pasar por uno de ellos y caminando, siguiendo las vías del tren, llegó a Almería. Allí permaneció varias semanas y contrajo una grave enfermedad para, seguidamente, retornar a Málaga con idea de resistir, de no dejar que el franquismo doblegara sus sueños.

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Doctora Antonia Castillo, represaliada en Ceuta https://elfarodeceuta.es/doctora-antonia-castillo-represaliada-ceuta/ Thu, 07 Mar 2024 03:25:46 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1017072 En este 2024 se cumplen más de ochenta años del éxodo de la España vencida, inicialmente hacia la frontera francesa, y muy pronto hacia otros destinos europeos, africanos y americanos. Entre estos, un buen número de exiliadas ceutíes. Destacando la doctora ceutí Antonia Castillo Gómez, pero también partieron hacia ese exilio otras muchas ceutíes de […]

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En este 2024 se cumplen más de ochenta años del éxodo de la España vencida, inicialmente hacia la frontera francesa, y muy pronto hacia otros destinos europeos, africanos y americanos. Entre estos, un buen número de exiliadas ceutíes. Destacando la doctora ceutí Antonia Castillo Gómez, pero también partieron hacia ese exilio otras muchas ceutíes de las que apenas sabemos nada.
La doctora ceutí, anotar que volvió a España en 1966 desde su exilio mexicano. En ese viaje de regreso, recordaría cómo fue expulsada en 1939 pese a haber sido la primera mujer médico en Ceuta. La acompañaba su marido, el prestigioso filósofo Luis Abad Carretero.
Nació un 27 de noviembre de 1907 en Ceuta. Su padre, Enrique Castillo, era propietario de una fábrica de conservas de pescado. Antonia tuvo cinco hermanos. El 28 de agosto de 1923, con tan solo 15 años, el rectorado de la Universidad de Sevilla expidió su título de bachiller. En ese último curso (1922-1923), obtuvo sobresaliente con matrícula de honor en la asignatura de alemán. A principios del curso siguiente (1923-1924), se trasladó a Madrid para estudiar medicina, carrera que finalizó con excelentes resultados en junio de 1928 y contando 20 años.

"Golpe Militar. En la tarde del 17 de julio de 1936, llegaron a Ceuta rumores de que las tropas se habían sublevado en la vecina Melilla. La doctora Castillo comenzó a preocuparse por las consecuencias"

Hacia 1932, Antonia Castillo ya se había independizado de la tutela familiar y vivía en su propia casa, situada en la calle Camoens, 15. Allí atendía a los enfermos ayudada por su hermana África. También tuvo tiempo para pronunciar varias conferencias en la Casa del Pueblo dirigidas a las mujeres de los obreros; entre ellas, la titulada El seguro de maternidad. El papel de la mujer en la sociedad española llegaría a adquirir una gran importancia durante la II República. Hasta ese momento, la presencia femenina en la vida social y política del país era prácticamente inexistente.
La doctora Castillo y el profesor Abad contrajeron matrimonio en enero de 1936, con la Segunda República Española. La doctora Castillo continuó en su cargo de médico de la Beneficencia Municipal atendiendo en su consulta a mujeres sin recursos.
En la tarde del 17 de julio de 1936, llegaron a Ceuta rumores de que las tropas se habían sublevado en la vecina Melilla. La doctora Castillo comenzó a preocuparse por las consecuencias del golpe militar principalmente para su marido por ser un dirigente político. Afortunadamente, Luis estaba en Madrid en ese instante.

"La doctora Castillo pudo advertir que las detenciones y los fusilamientos sumarísimos eran constantes"

Oficialización los sublevados la represión conforme los días pasaban, la doctora Castillo pudo advertir que las detenciones y los fusilamientos sumarísimos eran constantes, así como las depuraciones de funcionarios. Los colegas de profesión de Antonia también sufrieron la dura represión que siguió al levantamiento. Así, el alcalde de Ceuta, Sánchez Prado, fue fusilado. Al comandante médico Rafael Castelo, destinado en el hospital militar de Ceuta, le separaron del servicio con libertad provisional. Un consejo de guerra condenó a Federico González Azcune a doce años de prisión. El joven doctor Enrique Santiago Araujo, militante socialista y miembro de la UGT, fue sacado de la prisión durante la madrugada del 21 de agosto de1936 y asesinado en la vía pública junto a otras ocho personas más. Enrique Velasco Morales murió asimismo asesinado durante los primeros días de la sublevación.
Además, el 1 de noviembre de 1936, el alcalde de Ceuta, teniente coronel José Tejero, ordenó al Servicio de Vigilancia que se tomasen las medidas represoras que hicieran falta contra el personal del ayuntamiento, cuyos miembros sufrieron la inquisición del Juzgado Especial de Depuraciones. La doctora Castillo fue una de las represaliadas.
Los procedimientos sumarísimos de urgencia, como los acontecidos a la doctora Castillo y que la legislación fijaba como fórmula ocasional, se convirtieron, sin embargo, en la única fórmula empleada por los tribunales para juzgar los supuestos delitos de los que no eran adictos al nuevo régimen.

Expulsada del Ayuntamiento

La doctora Antonia Castillo destituida del Ayuntamiento tras el golpe militar, continuó en su puesto de trabajo, aunque Ceuta se había convertido en una ciudad llena de miedo y recelo. Las fuerzas sublevadas comenzaron a efectuar detenciones selectivas con la ayuda de patrullas de falangistas.

Como ya se ha señalado, el marido de Antonia, Luis Abad, se encontraba en la península en el momento de la asonada pudiendo salvar la vida gracias a ello. La doctora sabía perfectamente que a todos los funcionarios municipales que hubieran tenido vinculación alguna con partidos políticos o sindicatos —o solamente estado a favor del régimen republicano— se les instruía un expediente.

"Con este expediente, se pretendía castigarla por sus conferencias en la Casa del Pueblo y su compromiso social con las mujeres de los obreros"

En febrero de 1938, recibió una notificación informándola de que su sueldo quedaba suspendido en tanto su proceso se instruía. La comunicación de este expediente no le llegó hasta el 20 de diciembre de 1938 acusándola injustificadamente de «negligencia en su trabajo como médico tocólogo, o acusaciones de falta de atención a sus pacientes…», entre otras cosas.

Con este expediente, se pretendía castigarla por sus conferencias en la Casa del Pueblo y su compromiso social con las mujeres de los obreros, así como por ser la esposa de Luis Abad, presidente de Izquierda Republicana. Dicho primer expediente tan solo fue el comienzo de un tortuoso camino del que, por desgracia, aún le quedaba mucho por recorrer.

Doctora Castillo camino del exilio mexicano

Casa del Pueblo (Archivo: Fernando Rodríguez Peral).

La doctora ceutí se vio obligada a volver a comenzar y luchar por su supervivencia en un ambiente que le era hostil, que no le perdonaba su reciente pasado. La promulgación de la ley antes mencionada permitió, además, que la represión económica se extendiera.
Antes de salir de Ceuta, fue recibida un escrito, la Comisión Depuradora le aclaró los fundamentos del expediente sancionador: «1º Haber dado en cierta ocasión un mitin en la Casa del Pueblo, 2º Ser simpatizante de la política de izquierdas y 3º no ser de confianza para el Movimiento Nacional».
El juez instructor solicitó diversos informes sobre su comportamiento profesional a diversos estamentos de la ciudad. El más extenso y acusador de todos ellos fue redactado por el delegado de Orden Público de Ceuta el 10 de diciembre de 1938, y en él se puede leer:
«Fue vicepresidente de la Asociación de Empleados Municipales y aparece en una fotografía reunida con los más significativos socialistas de esta Plaza con ocasión de un mitin celebrado en la Casa del Pueblo. Se ignoran antecedentes masónicos. Está casada con el catedrático Sr. Abad (socialista furibundo), que se encuentra en la zona roja haciendo campaña contra la Causa Nacional. Se la considera, como su esposo, de ideas extremistas. Dio conferencias en la Casa del Pueblo en propaganda electoral en el año 1933 no volviendo a actuar al contraer matrimonio con el Sr. Abad, diciéndose que se debía a que este era excesivamente celoso. Ha observado buena conducta pública y privada y se comporta bien en lo profesional, se ignora su forma de pensar con respecto al Movimiento Nacional».

Camino del exilio mexicano finalmente, las diversas sanciones impuestas a la doctora la obligaron a marcharse de Ceuta y buscar una alternativa de futuro. Así pues, causó baja en el Colegio de Médicos de Ceuta el 30 de julio de 1939. La siguiente noticia que se tiene de ella, según el historiador López Gómez, data de finales de 1940 y la sitúa en Burgos, aunque antes permaneció en Madrid durante algunos meses; a día de hoy todavía se ignora con qué fin.
Este refugio le permitió madurar la idea de marcharse al exilio mexicano, donde podría reencontrarse con su marido, que se hallaba internado en un campo de concentración en Orán. En abril de 1946 ya se encontraba trabajando como facultativa en la ciudad de Tampico, puerto del noreste de México perteneciente al Estado de Tamaulipas. Una vez establecida, se especializó en el campo de la oncología ginecológica llegando a convertirse en una prestigiosa pionera en el estudio del cáncer en este país.
Posteriormente, viajó a Nueva York con el objeto de ampliar sus conocimientos. La doctora Antonia Castillo, se abre camino como una prestigiosa oncóloga. Reencuentro con su marido tras 18 años Antonia no había vuelto a ver a su marido, el prestigioso filósofo Luis Abad Carretero, desde el golpe de Estado de julio de 1936, que les obligó a separarse al temer ambos por sus vidas. A finales de 1952, su marido, Luis abad se traslada a México. Se afinca en la capital. Participa en varios seminarios en el Colegio de México. En esta época, publica muchos libros destacando el titulado Una filosofía del instante, en 1954. En 1956 es nombrado profesor titular de la Cátedra de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Todo eran éxitos para ambos en México, pero añoraban España y, en 1966, emprendieron viaje a Madrid con la esperanza de que la dictadura no les exigiese saldar viejas cuentas. Marcharon a Almería y se ignora si la doctora ceutí volvió a pisar su ciudad natal. El matrimonio compró una casa en Gádor. A finales de 1970, la doctora Castillo advirtió un importante barruntamiento de su salud y, en vista de su progresivo empeoramiento, decidieron regresar a Madrid. A principios de 1971, falleció y Luis Abad decidió enterrarla en Gádor, adonde regresó para morir a su vez el 13 de noviembre de ese mismo año.

Conferencia en Casa del Pueblo

Casa del Pueblo (Archivo: Fernando Rodríguez Peral).

Las acusaciones de falta de atención a los pacientes eran poco sólidas dada su excelente formación clínica y más que probada dedicación a los enfermos. La charla que impartió en la Casa del Pueblo era simplemente educación para la salud. En cualquier caso, fue destituida de su cargo en febrero de 1939 por desafecta al Movimiento Nacional. En mayo de 1939, la comisión gestora del ayuntamiento de Ceuta, en la sesión del día 8, acordó aprobar la propuesta recaída en el expediente de depuración iniciado por el juzgado instructor especial a funcionarios. El 20 de noviembre de 1939, se le incoó expediente de responsabilidades políticas, uno de los instrumentos fundamentales para dar cobertura legal a la represión practicada en la España de Franco. En su primer artículo, la Ley de Responsabilidades Políticas declara la responsabilidad política de las personas físicas y jurídicas que, desde el primero de octubre de 1934 y hasta el 18 de julio de 1936, «contribuyeron a crear o agravar la subversión del orden, y de aquellas personas que después de julio del 36 se hayan opuesto o se opongan al Movimiento Nacional, ya sea de forma activa o con una pasividad grave». Las personas a que esta norma se refería eran todas las relacionadas con organizaciones del Frente Popular y aquellas otras que no participasen activamente en el nuevo orden político. Por si su expulsión del ayuntamiento no hubiese sido suficiente, la represión continuó ejerciéndose sobre la doctora. El 5 de diciembre de 1940, el director general de Sanidad trasladó un escrito disponer la inhabilitación para el desempeño de puestos de mando o de confianza, postergación en el escalafón durante cinco años y traslado forzoso con prohibición de solicitar cargos vacantes en igual periodo de tiempo.

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Maestras ceutíes represaliadas https://elfarodeceuta.es/maestras-ceuties-represaliadas/ Wed, 06 Mar 2024 03:25:00 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1016677 La depuración del magisterio en Ceuta. Tres docentes fueron asesinados en Ceuta después del golpe de 1936: Esther Assor, Ángel Grande y Antonio Bernabé Calvo. Otras muchas se vieron expulsados y depuradas por los sublevados porque estos querían dejar clara su postura referente al magisterio y deshacer todo lo que tuviera que ver con la […]

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La depuración del magisterio en Ceuta. Tres docentes fueron asesinados en Ceuta después del golpe de 1936: Esther Assor, Ángel Grande y Antonio Bernabé Calvo. Otras muchas se vieron expulsados y depuradas por los sublevados porque estos querían dejar clara su postura referente al magisterio y deshacer todo lo que tuviera que ver con la docencia impartida durante la Segunda República: «A los que hayan pertenecido a partidos políticos o se hayan significado por sus campañas o actuaciones contra la Patria o a los que hubieren tenido una actuación sospechosa o manifiestamente contraria al Movimiento Nacional».
El proceso de limpieza comenzó prácticamente al día siguiente de la sublevación, pero no fue legalmente establecido hasta la publicación del Decreto de 8 de noviembre de 1936, en el que se advertía que «no se volverá a tolerar, ni menos proteger y subvencionar a los envenenadores del alma popular». El castigo a las maestras fue una herramienta de represión política constituida y proyectada para instituir y legitimar el «nuevo régimen».
El rector de la Universidad de Sevilla, José Mariano Mota, se responsabilizó de la purga realizada específicamente en Ceuta, y José Figueroa, comandante del Estado Mayor retirado e inspector de educación en Ceuta desde agosto de 1936, la dirigió. A tal efecto, se creó una comisión de depuraciones que se encargaría conjuntamente de la primera y segunda enseñanzas; es decir, afectó a todos los centros docentes: escuelas primarias, institutos, escuelas de trabajo, conservatorios y escuelas normales.
Hubo quienes pudieron huir refugiándose en los primeros momentos en Tánger y, más tarde, Casablanca. Otras, en barco a Francia después de acabada la guerra y nuevamente en barco a México, Cuba, Venezuela, etc. Muchos no regresaron nunca y murieron en el destierro.
Las que aparecen en un listado de juzgadas: Paulina Zavala Lafora, encargada del curso del instituto; Las ayudantes interinas, Elena Perales Guerrero, Ángeles Rico Mayo, Julia Mira Beltrán y Enriqueta Alonso López; Las profesoras de la Normal, Gloria Ranero López Linares, María Gudín Fernández, Ángeles Herrero Contreras, María J. Cazalla Arias, y la profesora del conservatorio de música, Manuela Sevillano.
También a Adriana Torres Rodríguez, acusada en los primeros momentos posteriores al golpe de pertenecer a Izquierda Republicana y a la FETE. Era propietaria de la Escuela n.º 1. La sublevación la sorprendió de vacaciones en Extremadura, pero quiso volver y responder de las acusaciones. No obstante, le aconsejaron que no lo hiciera, pues su nombre figuraba en varias listas. Optó por desplazarse a Gibraltar y, desde allí, a Tánger. Una vez en la ciudad internacional, estuvo dando clases en el colegio de ideario republicano Manuel Bartolomé Cossío.

"También, la maestra Emilia Salvadores Izquierdo, en el 3 de febrero de 1937, se llevó a cabo la expulsión del magisterio de la joven de 27 años"

El juez especial, el comandante Francisco Pallás, remitió un comunicado a ayuntamiento y bancos para que retuvieran su patrimonio con el fin de que «no pudiera proseguir la campaña criminal contra la Patria». Pasados los años, en 1946, se ratificó la suspensión.
Hubo muchos procesos, pero apenas hemos podido encontrar documentación relacionada, como los realizados contra Castora Salazar Urrizola, expulsada en 1937 o Eugenia Carmona, que presentó sus alegaciones tras recibir un escrito de la Comisión.

Aceptaron rehabilitarla, pero debía ejercer fuera de Ceuta, «donde no fuera conocida por sus ideas y concomitancias socialistas». No le abonaron los haberes que se le debían y no quiso salir de la ciudad.
También, la maestra Emilia Salvadores Izquierdo, en el 3 de febrero de 1937, se llevó a cabo la expulsión del magisterio de la joven de 27 años. Sin embargo, como eso no era suficiente, fue llevada a comisaría, donde declaró y pasó unos días en los calabozos, tras lo que el juez militar ordenó su traslado al Sarchal.

"La depuración del magisterio en Ceuta. Tres docentes fueron asesinados en Ceuta después del golpe de 1936: Esther Assor, Ángel Grande y Antonio Bernabé"

Le dieron la libertad provisional a la espera de juicio pocos meses después, pero le rondaba la idea de huir de Ceuta. No podía dejar de pensar que, cualquier día, alguna patrulla de falangistas de las muchas que proliferaban por la ciudad sembrando el terror, iría a por ella. El padre de Emilia, Cayo Salvadores, también había sido maestro y lo ejecutaron en Algeciras acusado de socialista y masón. Su madre, Fidela, cruzó el Estrecho con su hija Amalia y se refugiaron en Tánger, donde se encontraba su hija mayor Hortensia dando clases desde hacía unos años en el Grupo Escolar Manuel Bartolomé Cossío.
Emilia, que permanecía en Ceuta, no lo pensó más: cruzó la frontera internacional del Borch en cuanto tuvo ocasión y se adentró en Tánger en busca de su madre y hermanas. Las hermanas Amalia y Hortensia decidieron irse a Casablanca y, desde allí, a México. Emilia y su madre, Fidela, tenían algunos asuntos pendientes y se quedaron. Sin embargo, también tomaron el camino del exilio el día 30 de abril de 1942 a bordo del buque Nyassa, que arribó al puerto de Veracruz (México).

Blanca Luna, escuela de niñas

La maestra Blanca Luna (Archivo: Familia Lendínez).

Blanca Luna Castaño era maestra en la Escuela de Niñas n.º 5 desde el 22 de julio de 1926, y también fue un objetivo de la Comisión Depuradora de la Enseñanza Primaria. El 7 de enero de 1937 recibió un escrito: «Esta Comisión pone en su conocimiento que, como resultado de la investigación que ha realizado sobre el profesorado de Instrucción Primaria, le formula los cargos que se detallan al pie a los efectos de la circular de la Presidencia de la Comisión de Cultura y Enseñanza (…) lo que pongo en su conocimiento para que en el plazo improrrogable de diez días, formalice por escrito los descargos y aporte la documentación que estime conveniente a su defensa, todo lo cual entregará al presidente de la Comisión Depuradora o lo enviará a la misma bajo pliego cerrado».

"La Comisión fue muy severa y Blanca no consiguió ser readmitida"

Tres fueron las acusaciones: ser simpatizante de izquierdas-era cuñada del exconcejal socialista Lendínez-. La Comisión fue muy severa y Blanca no consiguió ser readmitida en la docencia hasta muchos años después, aunque no podría ejercer en Ceuta. Por tanto, retomó su actividad en Ronda ayudando siempre a su hermana Consuelo, viuda del concejal socialista José Lendínez, ejecutado en enero de 1937 como se indica en la nota anterior.

Maestra a la cárcel del Sarchal

Molores Escacena, tras aría del Socorro García Domínguez, de 36 años y maestra, permaneció en la encerrada en el Sarchal. Acusada de auxilio a la rebelión, por sus clases de escuelas, se le abrió un procedimiento sumarísimo que desembocaría en un consejo de guerra. Desde 1923, había desarrollado su actividad profesional en diferentes centros educativos tangerinos, como el Grupo Escolar Silvelo y la Escuela de Artes y Oficios, hasta que en 1927 la destinaron a Nador, muy cerca de Melilla, en el Protectorado oriental.
Dos años después, regresó a Tánger para dar clases en la Alianza Internacional Israelita como profesora de lengua española. En el plano político, fue secretaria de la directiva de Mujeres Antifascistas en la ciudad internacional. Tras el levantamiento, y pese a permanecer en Tánger, la policía ceutí envió en abril de 1937 una notificación al puesto fronterizo internacional para que la retuvieran en caso de que intentase entrar en el Protectorado o en Ceuta.
En octubre de 1939, cruzó la frontera y, efectivamente, fue detenida y llevada a la comisaría de Ceuta, en la plaza de los Reyes. Después del preceptivo interrogatorio, se la acusó de haber firmado una carta de adhesión al Gobierno de la República. El juez dictaminó que ingresara en la prisión de mujeres del Sarchal a la espera de un consejo de guerra.
Fue una de las primeras personas que firmaron la carta de adhesión al Gobierno de la República. Perteneció a la directiva del Partido de Mujeres Antifascistas desempeñando el cargo de secretaria». La trasladaron desde la cárcel a los barracones del paseo de Colón (glorieta) en varias ocasiones, y así pudo comprobar que las pruebas en su contra eran abundantes.
Para contrarrestarlas, solicitó la inclusión en la causa de otros informes firmados por personalidades de Tánger. De ese modo, entregó al juez un listado: madre superiora del Colegio Siervas Franciscanas; Teófilo Martín, telegrafista de la legación española, y el obispo de Gallipoli, José María Betanzos, entre otros. El 17 de noviembre de 1939, el cónsul de España, Pedro Seoane, y el secretario del consulado se trasladaron a la residencia del obispo en Tánger para hacerle un exhorto que previamente había sido dictado por el juez instructor de Ceuta, a lo que el prelado contestó: «Me merece buen concepto por sus ideas y por su conducta religioso-moral, sin que nada le conste en contra». Deportada a la península María del Socorro llevaba más de un año en el presidio del Sarchal y no veía fin a su calvario.

La maestra María del Socorro García por la rebelión (Archivo: AIMCE).

Allí, como seguramente ocurrió con otras presas políticas, asumió la tarea de enseñar a leer y escribir a las numerosas internas analfabetas. En julio de 1940 se le tomó nueva declaración. Esta vez, había una nueva acusación: su amistad con el también maestro Antonio Maese, en busca y captura por pertenecer al Frente Republicano. Los días se le hacían eternos hasta que, dadas las insalubres condiciones en que debía vivir, cayó enferma y tuvieron que trasladarla al hospital de la Cruz Roja aquejada de un edema maleolar.
El 13 de noviembre de 1940 recibió un oficio del juzgado militar comunicándole el sobreseimiento de la causa y su destierro de Ceuta: «La actuación de María del Socorro García Domínguez no es constitutiva de delito y, si pudiera en su caso ser determinante de responsabilidad política por ello que, y no acreditándose la Comisión del delito perseguido, es procedente acordar el sobreseimiento provisional de la presente causa conforme al número 1 del artículo 538 del Código de Justicia Militar, y a la vuelta de lo actuado a su instructor para cumplimiento, notificación y curso de testimonio de los cuales uno se cursará al Tribunal de Responsabilidades Políticas y otro al Ministerio de Instrucción Pública, no debiendo la interesada poder continuar en el territorio».

"Acusada de auxilio a la rebelión, por sus clases de escuelas, se le abrió un procedimiento sumarísimo que desembocaría en un Consejo de Guerra"

La libertad provisional se le concedió en diciembre; al menos, pudo salir de la mugrienta prisión de mujeres, llena de humedad y enfermedades en la cárcel del Sarchal. Allí dejó a sus compañeras sufriendo toda clase de amarguras y penalidades. Ya en la calle, hubo de dirigirse a los barracones en los que se ubicaban los juzgados, en la glorieta de Colón, donde le entregaron un escrito: «Acuerda conceder a la aludida encartada la libertad provisional que solicita con las obligaciones de no poder ausentarse de esta plaza de Ceuta…»
En efecto, unos agentes se personaron en su domicilio y le indicaron que tenía 24 horas para abandonar la ciudad. Después, el comisario-jefe, Felipe Martín, comunicó al fiscal: «Tengo el honor de manifestarle que, en la mañana de hoy y en el vapor-correo de Algeciras, ha salido para Las Palmas (Gran Canaria) donde ha fijado su residencia, quedando con ello cumplimentada su superior resolución. Ceuta, 10 de diciembre de 1940».

Maestra Aurora Magal, abandonó Ceuta

La maestra Aurora Magal Benzo.

Entre las maestras represaliadas, a Aurora Magal Benzo hay que destacar lo sufrido por la joven y por sus hermanos José y Juan. Aurora fue tildada de «propagadora de ideas marxistas y ser una incondicional republicana, simpatizante de la causa roja». Su expulsión se hizo efectiva en diciembre de 1942, tras lo que abandonó Ceuta y marchó a la pequeña localidad de La Breña (Higueruela, Albacete), donde aún la recuerdan con gran cariño a pesar del tiempo transcurrido. Los habitantes de esta aldea habilitaron una modesta casa para que pudiera dar clase en ella. Posteriormente, se trasladó a Valencia y contrajo matrimonio con José Antonio Verdejo, con el que tuvo tres hijos: José (ingeniero) y los maestros Francisco y Juan. No solo los que permanecieron en Ceuta tuvieron que padecer tanto sufrimiento, también muchas docentes. También, Victoria Morales Marfil, maestra municipal, era auxiliar de la Escuela Cantina Escolar. Tras la sublevación, la Comisión le envió un escrito el 22 de marzo de 1937. En julio de 1937, fue separada de su colegio y suspendida de empleo y sueldo durante un año.

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Dolores Escacena, viuda de Sánchez Prado, detenida en Sevilla https://elfarodeceuta.es/dolores-escacena-viuda-sanchez-prado/ Tue, 05 Mar 2024 03:25:21 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1016212 Dolores Escacena, no podía, pese al cariño de numerosos conciudadanos, continuar por más tiempo en Ceuta y cruzarse en la calle con personajes que se sumaron al golpe y contribuyeron al asesinato de su marido, el doctor y alcalde Sánchez Prado. La tragedia para su familia comenzó en la noche del 17 de julio, su […]

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Dolores Escacena, no podía, pese al cariño de numerosos conciudadanos, continuar por más tiempo en Ceuta y cruzarse en la calle con personajes que se sumaron al golpe y contribuyeron al asesinato de su marido, el doctor y alcalde Sánchez Prado.
La tragedia para su familia comenzó en la noche del 17 de julio, su marido se encontraba en la alcaldía. Comenzó a recibir llamadas manifestándole que las tropas se habían sublevado en Melilla y que en Ceuta pasaría lo mismo. Le propusieron que se marchara a Tánger, a lo que contestó que su sitio estaba junto a los defensores de la legalidad vigente y no podía dejar al pueblo que tanto confiaba en él.
Con las primeras horas del 5 de septiembre de 1936, su marido sería pasado por las armas junto a su secretario particular en el ayuntamiento, Adolfo de la Torre Guillen y los vecinos de la barriada del Sarchal, Ángel Guijo Higüero y Fidel Vélez Roldán.
Dolores, pese a ser una mujer joven, con tan solo cuarenta años, tiene cuatro hijos a los que sacar adelante. A los pocos meses salió de Ceuta y se marchó al pueblo sevillano de Herrera, donde le unían muchos lazos sentimentales. Dejaba atrás doce años felices de vivencias en la ciudad. Años que vivieron arropados por un pueblo que les querían y les admiraban. Le acompañó en este traslado su cuñado Bernardo Rizo. A Dolores le ofrecieron regentar una pensión en Sevilla y con ello conseguir sacar a la familia adelante.
La situación económica en la que quedó era muy angustiosa, ya vimos en el consejo de guerra a su marido que apenas tenían 19,50 pesetas en el banco y ninguna propiedad. En abril de 1937 ya estaba en la capital hispalense y la casa de huéspedes estaba en la calle Dalía. Parece que las cosas podrían enderezarse, a pesar del drama vivido. Incluso su hija Carmen, de veinte años, consiguió trabajo en el diario El Correo de Andalucía, aunque estuvo muy poco tiempo, ya que al tener conocimiento la empresa del pasado de su padre sería despedida.
Dolores Escacena fue una mujer fuerte con personalidad y llena de recuerdos. Se trasladó a Madrid donde vivió junto a su familia sus últimos años, falleciendo el 16 de febrero de 1993. La inhumación se produjo al día siguiente en el cementerio de La Almudena.
Tendríamos que echar la vista atrás y situarnos en esa aciaga tarde, del 17 de julio de 1936, y recordar los tristes acontecimientos vividos por el alcalde. Sobre las 17,00 horas llamó al delegado del Gobierno, (en la actual plaza de los Reyes), para interesarse sobre estas alarmantes noticias. Le contestó que sobre las 17,00 horas le llamó el jefe del Gobierno y ministro de la Guerra, Casares Quiroga, informándole de los sucesos que se estaban dando en Melilla.
Le contestó que la situación en Ceuta era normal, como una tarde cualquiera de verano. Los acontecimientos se están precipitando y el alcalde, ante las noticias que le van llegando, decide hablar personalmente con el delegado del Gobierno. Este le tranquilizó, explicándole que ya se habían tomado las medidas oportunas y que las tropas sublevadas en Melilla serían en pocas horas derrotadas.
Dolores Escacena, estaba constantemente hablando por teléfono con él. Le tranquilizó argumentando que en pocas horas se detendrá el golpe militar de Melilla. Su marido, además de no abandonar la ciudad, presidió una sesión municipal que ya estaba prevista desde hace días. Con ello busca tranquilizar a los ceutíes ante el temor de que pasara lo mismo que en Melilla. A las siete de la tarde comenzó la sesión con una reducida asistencia de concejales: Moisés Benhamú, de Unión Republicana; Luis García, independiente; los miembros del PSOE Valentín Reyes, José Lendínez, Manuel Pascual, David Valverde y Antonio Becerra; del Partido Comunista Antonio Berrocal y Sertorio Martínez, y Juan Arroyo de Izquierda Republicana.

Dolores salió de Ceuta

Retrato de Sánchez Prado.

En su casa (frente a la Iglesia de Los Remedios), atemorizados, su mujer y sus hijos, escuchando Radio Ceuta, que desde media noche solo emitía música militar. En plena madrugada del 18 de julio fue sacado de su vivienda esposado. Tras despedirse de su mujer Dolores y de sus cuatro hijos les manifiesta que, en unas horas, cuando todo se aclare, estaría de vuelta, que no se preocuparan por él, y tras besarlos lo bajaron a empujones por la escalera. A su familia le quedó en el eco de la noche la esperanza de una vuelta a casa, pero solo tuvieron el ruido de la muerte, sin explicación. Fue introducido en un vehículo militar que esperaba en la puerta. Dentro estaba ya detenido Isaac Medina, que vivía frente a su casa, en el patio Marcos Medina. Fueron llevados a la comisaría de policía y posteriormente a la prisión de García Aldave. Dolores, temía, que cualquier noche, podían sacarlo de la prisión y ejecutarlo en cualquier descampado. El alcalde continúa en la prisión y está comprobando cómo los barracones que hacen las veces de cárceles se están llenando de compañeros de la política, sindicalistas y amigos que corren su misma suerte. Dolores, al tener cuatro niños pequeños, no podía desplazarse a llevarle la ropa, comida y cartas. Al alcalde, en el silencio de la noche, le llegaban los trágicos ecos de los disparos, en la cercana «Curva de las viudas». Muchas de estas ejecuciones se realizaban mientras los detenidos eran trasladados a la prisión de García Aldave.

Dolores y su hija, encarceladas en 1939

Carmen hija de Dolores y Sánchez Prado (Archivo: Familia Sánchez Prado).

Dolores Escacena, tras salir de Ceuta, llegó a Sevilla, comenzó a contactar con otros represaliados. La policía la vigilaba porque sospechaban de sus reuniones y le seguía de cerca, pero lo que más deseaba era detener a la cúpula de la resistencia al franquismo. La brigada policial urdió un plan para hacer que Dolores les llevara sin saberlo a los dirigentes.
Y así fue como en la mañana del 3 de noviembre de 1938 se presenta en su casa una joven con una carta escrita por la socialista Emilia Tovar dirigida a ella, donde le explica que se encuentra en la cárcel de Granada.
En dicha carta le pide que ayude a la mujer de Sanchez Prado, esta joven por estar perseguida y con el deseo de combatir contra el régimen de Franco. Su hija Carmen, consciente de la barbarie cometido a su padre en Ceuta, le insiste en ayudarla siempre que su madre se lo permita. Tras la aprobación le comenta que no se preocupará, que le presentará a un enlace del Partido Comunista en el periódico donde ella trabaja. La agente Ochoa desea introducirse en la cúpula y conseguir todos los nombres. Convence a la hija de Sánchez Prado, Carmen, para que le presente a José Fernández, del diario El Correo de Andalucía, y este le lleve al partido.
La agente Ochoa está comprobando que su tiempo se le agota y que debe venir a Sevilla para que despeje todas las incógnitas que se estaban dando. En realidad, era el agente policial nº 289. La maquinaria represiva se puso en marcha y son cientos los detenidos en Sevilla. El 28 de junio de 1939 la policía se persona en la pensión de Dolores Escacena y la detienen junto a su hija, a la cárcel.
Nuevamente, Dolores recordaría a lo pasado en Ceuta con su marido fusilado. Celebrándose el 12 de agosto de 1936, tras casi un mes detenido, comenzó el consejo de guerra. Una de las acusaciones en las que se basaron para su detención y posterior condena fue una supuesta carta que aporta el fiscal militar y que se encontró en uno de los cajones de la Delegación del Gobierno.

"El 3 de noviembre de 1938 se presenta en su casa una joven con una carta escrita por la socialista Emilia Tovar dirigida a ella, donde le explica que se encuentra en la cárcel de Granada"

Manifiesta que un ciudadano anónimo – del que ya he escrito- acusaba al alcalde de comunista y de visitar la barriada del Sarchal para hablar con los miembros de su partido. Otra de las acusaciones de esa carta fue la ayuda que prestó el alcalde al diputado socialista Martínez Pedroso.
Pero, sobre todo, se centra en un homenaje que le realizaron los vecinos de la barriada del Sarchal a primeros de mayo de 1936. Según mis deducciones e investigaciones, esta carta tiene el sello de un vecino de la barriada que en otras ocasiones interviene en varios consejos de guerra acusando de comunista y «peligroso» a todo aquel vecino que no comulgara con sus ideas ultraconservadoras.
Parece poco probable que dada la buena sintonía del alcalde con el delegado del Gobierno ese escrito permaneciera desde junio en un cajón. La carta poca influencia tuvo en el consejo de guerra, él intuía que estaba condenado a ser fusilado por sus ideas y liderazgo en la izquierda republicana ceutí.
Con estos consejos de guerra, los sublevados querían dotar de legalidad y, en cierta medida, legitimidad la violencia ejercida. Era el modo de trasladar a la realidad el sentimiento de superioridad moral, de «necesidad» del «Alzamiento», donde el apoyo de la Iglesia católica tuvo un peso determinante.
Las acusaciones contra el alcalde se centraron en sus actividades políticas y sus continuas visitas a la barriada del Sarchal, lugar considerado por los sublevados como centro de marxistas, cenetistas y libertarios, donde todo el vecindario apoyó la candidatura del Frente Popular en febrero de 1936. Tras el golpe, las fuerzas reaccionarias desencadenaron una feroz represión contra estos vecinos.

La hija de Dolores con duras penurias

Cárcel de Sevilla.

Tras llevar en la cárcel, Dolores y Carmen, el 20 de abril de 1946, su hija falleció debido a las penurias pasadas en la cárcel, por corazón. En su celda, las noches se hacían demasiado largas. Era una oportunidad para que grupos de fascistas visitaran los centros de detención y sacaran a pasear a los presos con la excusa de que iban a ser trasladados a comisaría a declarar. Con estas visitas era la otra forma de represión, la psicológica. Con el chirriar de las cancelas, el descorrer de los cerrojos o los pasos de los ejecutores hacía presagiar la inminencia de una saca y la posibilidad de que fuera elegido. Se le notifica la causa de su detención: «rebelión y sedición». Esta acusación era la habitual en ellas los procedimientos sumarísimos, que la legislación fijaba como fórmula ocasional, se convirtieron, sin embargo, en la única fórmula empleada por los tribunales militares para juzgar los «delitos» de los que no eran adictos al nuevo régimen. Amparados en la más absoluta impunidad y parapetados tras la vía jurídica no dudaron en acusar y condenar de adhesión a la rebelión. Daba igual que las acusaciones realizadas se refirieran a asesinatos, pertenencia a organizaciones políticas o sindicales. El secretario del fiscal militar le manifiesta que tiene tres días para presentar al auditor de Guerra la revocación de su procedimiento.

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Carmen Campos, cárcel en el Sarchal, cadena perpetua https://elfarodeceuta.es/carmen-campos-carcel-sarchal-cadena-perpetua/ Mon, 04 Mar 2024 05:05:50 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1015857 Con apenas tenía 18 años, la republicana Carmen Campos Gil, vecina del Sarchal, fue condenada a cadena perpetua por haber participado en la organización de un homenaje al alcalde republicado Sánchez Prado en mayo de 1936. Los vecinos, de esa forma, quisieron agradecer al primer edil la instalación de unas fuentes de agua potable y […]

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Con apenas tenía 18 años, la republicana Carmen Campos Gil, vecina del Sarchal, fue condenada a cadena perpetua por haber participado en la organización de un homenaje al alcalde republicado Sánchez Prado en mayo de 1936. Los vecinos, de esa forma, quisieron agradecer al primer edil la instalación de unas fuentes de agua potable y algunas otras mejoras en el barrio.
También se le acusó de vestir, en ese acto, camisas rojas, así como de ser militantes de partidos de izquierda. Según se desprende de los documentos investigados, el vecindario del Sarchal era un lugar, considerado por los sublevados como «libertario, nido de socialistas, marxistas y cenetistas, y que todo el vecindario apoyó la candidatura del Frente Popular».
Carmen Campos pertenecía a una familia muy vinculada con la CNT y formaba parte de la Asociación de Mujeres Libres, implantada en Ceuta en abril de 1936. Su hermano Luis, zapatero de profesión, también era un destacado miembro de la Confederación y secretario del ramo de la piel. En su casa tenía una extensa biblioteca (los libros fueron requisados tras el golpe militar), y creó un ateneo libertario donde se reunía con los vecinos que deseaban leer y adquirir conciencia de clase.
El local comenzó siendo una asociación cultural y se convirtió en una escuela para los niños sin recursos, según los documentos consultados. Ese lugar también sirvió como punto de encuentro y confraternización para los vecinos, así como de divulgación de las ideas libertarias promoviendo un estilo de vida y de pensamiento.

Carmen solía mostrar públicamente y sin pudor alguno su desagrado por los militares rebeldes

En esas reuniones con las vecinas en la variada del Sarchal, Carmen les manifestaba que el principal objetivo era la liberación de la mujer y su integración plena en todos los campos de la actividad económica, social y política de Ceuta. Su participación en la CNT no se limitaba a ser militante de base, sino que también estuvo presente en los diversos organismos de dirección.
Después de la sublevación, Carmen solía mostrar públicamente y sin pudor alguno su desagrado por los militares rebeldes. Así ocurrió el 25 de julio, cuando la fortaleza militar del Hacho fue bombardeada por el buque Jaime I y ella manifestó delante de unos vecinos: «Estos son los nuestros».
El 8 de agosto de 1936, unos policías se presentaron en su casa y le comunicaron que los tenía que acompañar a la comisaría para declarar. Allí le preguntaron por su oposición al nuevo poder establecido y qué le parecía. Después, la dejaron en libertad dado que no había cargos contra ella.
Su hermano, Luis Campos también sabía que irían a por él. Por eso, se marchó al campo, a los montes de Benzú, donde encontró a algunos compañeros de la CNT ―Pedro Ruiz y Julio Acién entre ellos― y, en principio, intentaron huir a Tánger. Comprobando que el camino hacia la ciudad internacional estaba muy vigilado, decidieron que la única forma de desplazarse era en barco. De ese modo, Pedro y Julio fueron a La Almadraba en busca de algún marinero que quisiera llevarlos a la península.
Después de varios días hablando con propietarios de barcos, apalabraron el viaje con el dueño de una pequeña traíña. Hecho esto, avisaron a los compañeros que permanecían en Benzú. Luis, que era uno de ellos, invitó a su hermana Carmen a acompañarlos, pero desconocemos por qué finalmente no lo hizo.

8 de agosto de 1936. Unos policías se presentaron en su casa y le comunicaron que los tenía que acompañar a la comisaría para declarar. Allí le preguntaron por su oposición al nuevo poder establecido y qué le parecía

Así pues, el 24 de octubre de 1936 a las seis de la tarde embarcaron en la playa ubicada bajo el hospital militar. Simularon que salían a faenar y consiguieron arribar a Gibraltar en pocas horas, ya bien entrada la noche. Al día siguiente, y en otro barco, Luis junto a sus compañeros de huida, partieron hacia la costa malagueña y, ya en tierra, consiguieron llegar a Málaga, donde encontraron refugio en el local de la CNT.
Carmen Campos, fue duramente procesada de los cargos. Tras ser detenidas en sus casas de la barriada del Sarchal, ambas fueron trasladadas a comisaría para declarar, hecho lo cual pasaron a los calabozos, se dio cocimiento de las detenciones al juez militar, y este pidió informes a la Guardia Civil, Falange y vecinos con los que comenzar a elaborar un procedimiento sumarísimo.

Junto a Sánchez Prado, consejo de guerra

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Penurias y sufrimientos en la cárcel de Pamplona.

En la voluminosa causa, a Carmen Campos, sin embargo, la lectura de las declaraciones de una gran mayoría de los residentes revela que coincidieron al afirmar que fue una fiesta al alcalde Sanchez Prado. El 29 de agosto de 1936, el fiscal dio por finalizadas las declaraciones, informes y consideraciones de cada procesada. Al amanecer del primer día de septiembre, Carmen, con otras reas, son llevadas desde la prisión de mujer del Sarchal, al cuartel del Grupo de Sanidad, calle Padilla, donde el consejo de guerra tendrá lugar.

Las calles aún están vacías, todo permanece en silencio y solo el ir y venir de algunos trabajadores marcan el lento ritmo de una urbe llena de desasosiegos y miedos. El camión penetra en el patio del cuartel con forma de cuadrilátero como si fuera el último combate que afrontar; la vida les iba en ello. Carmen con otras nueve en total se sentarán en el banquillo incluyendo al propio alcalde Sánchez Prado.

Los consejos de guerra eran habitualmente colectivos y las penas de muerte, dado el caso, también solían desgranarse de ese modo. Ya en la sala donde se celebraría el juicio sumarísimo, y fuertemente custodiados, esperaron la entrada de los miembros del tribunal militar. Respiraron cuando el fallo se hizo público, aunque la condena fuese de cadena perpetua a Carmen Campos; al menos, habían salvado la vida.

Entre otros vecinos, el alcalde Sánchez Prado fue condenados a muerte, fusilado el 5 de septiembre de 1936, en la zona del Tarajal.

Carmen, juzgada por "delito de rebelión"

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Carmen Campos, finalizada su consejo de guerra, se inició el interrogatorio, que avanza deprisa; como siempre en estos procedimientos, con ninguno pierden demasiado tiempo. A continuación, se hizo un descanso para que el fiscal militar y el defensor consultara sus notas y preparase las conclusiones definitivas. Después de media hora, el juicio las acusaron de «sedición y seducción para la rebelión». El defensor, un teniente de infantería, manifestó su ignorancia para cumplir con el cometido que se le había encomendado; quedaba patente que las acusadas carecían de cualquier posibilidad de defensa mínimamente exigible:
«Es la primera vez que me veo en esta tesitura y que carezco de facilidad de precisión y dotes de oratoria necesarias para llevar a vuestro convencimiento que yo tengo de la inocencia de mis patrocinadas (…) me atrevo a rogar a los señores del Consejo que, al emitir su fallo, tengan en cuenta este pequeño preámbulo, ya que son dos mujeres, una casi niña aún (Carmen Campos), y otra para la que el Ministerio Fiscal licita el máximo rigor del código, las que habrían de sufrir las consecuencias de mi falta de preparación. Y, por ello termino, pidiendo para mis patrocinadas la libre absolución y rogando a los Señores del Consejo que, al emitir su fallo, tengan en cuenta cuanto antes dije, que son dos mujeres las acusadas… ».
El teniente expuso sus argumentaciones sin ningún resultado pese a los incontestables razonamientos para el indulto: «Es una misión ingrata y difícil por la importancia de las penas y, sobre todo, no estoy preparado para realizar una defensa eficaz, careciendo de preparación jurídica», finalizando con un «que Dios me ilumine».

«La fiesta celebrada en el Sarchal no tuvo finalidad alguna delictiva, fue organizada para celebrar la traída de aguas a la barriada y en ella no hubo revista de milicias»

En cuanto al delito de seducción para cometer la rebelión, apostilló: «La fiesta celebrada en el Sarchal no tuvo finalidad alguna delictiva, fue organizada para celebrar la traída de aguas a la barriada y en ella no hubo revista de milicias, sino un acogimiento cordial por parte de aquellos vecinos al alcalde. Ni habló ni les dirigió frases que pudieran ser molestas para el Ejército, y mucho menos frases incitando a la rebelión»
Carmen Campos, y su compañera Mercedes Pérez, esperaron el veredicto en la cárcel de mujeres “Sarchal”, con el lógico temor por la pena capital solicitada por el fiscal. La tipología de los delitos: «contra la seguridad del Estado»; Ellas, en la prisión en la cárcel de mujeres, a les llegaría la triste noticia del fusilamiento de sus vecinos y del querido alcalde y médico Sánchez Prado el día 5 de septiembre de 1936 en la playa del Tarajal.
Son penas por cadena perpetua, pero la prisión en el Sarchal está desbordada y no dejan de llegar nuevas detenidas por oponerse a la sublevación. Pocos meses después del consejo de guerra, Carmen Campos y Mercedes Pérez son trasladadas a la prisión femenina de Málaga, de donde pasaron por otros centros penitenciarios peninsulares.
Transcurridos seis años de penurias y sufrimientos de penal en penal y encontrándose en el de Pamplona, en julio de 1941 recibieron un escrito firmado por el juez de Ceuta González-Novelles, que, en su calidad de auditor de guerra, les notificó la libertad provisional.
Regresaron a Ceuta, a su barrio. Sabían que había que volver a comenzar y a luchar por la supervivencia en un ambiente que les era hostil, en el que no les perdonaban su pasado reciente; que se tenían que recluir en sus casas y callar. En la notificación, se avisaba: «Se advierte a las liberadas que, si las autoridades de su residencia informasen conjuntamente que por la conducta observada no le estiman merecedora de continuar gozando de los beneficios concedidos, será motivo suficiente para que se haga propuesta al Gobierno del cese del beneficio».

Desde Ceuta a París

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Pasaron los años y, en 1943, les llegó una notificación de la Comisión Central de Examen de Penas, dependiente del Ministerio del Ejército: «Esta Comisión Central estima que debe ser conmutada la referida pena por 6 años, que se tendrá por definitiva con las accesorias inherentes a ella, por estimar el caso comprendido en el grupo VI». Doce meses después, se piden informes a la prisión de Pamplona sobre la conducta de Carmen y Mercedes: «Desde que fueron puestas en libertad condicional, el día 17 de julio de 1941, y a partir de entonces a la fecha, su comportamiento ha sido irreprensible demostrando con ello que han hecho buen uso de la gracia que se les concedió y para que conste, expido la presente en Pamplona a 9 de junio de 1944».
Por fin, en junio de 1944, Carmen y Mercedes vieron conmutada su pena impuesta en 1936: «Tengo el honor de participar a V.E. que con esta fecha se ha concedido la libertad definitiva a la penada que fue de este establecimiento (Pamplona), hasta ahora en libertad condicional, Carmen Campos Gil, por haber dejado totalmente extinguida la pena definitiva de seis años impuesta a la misma en conmutación de la primitiva que le impuso un Consejo de Guerra celebrado en Ceuta, en mérito al procedimiento nº 432 del 36, por el delito de rebelión militar». En principio, las dos regresaron a Ceuta, al Sarchal, pero Carmen no soportaba vivir junto a quienes le robaron sus años de juventud de cárcel en cárcel y decidió salir de la España franquista y dejar atrás la patria que tanto la había hecho sufrir. Se marchó a París, donde creó un hogar y tuvo tres hijos, Clara, Paco y Luis. Falleció en 1960 mientras le practicaban una cirugía de corazón.

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Mujeres ceutíes en el exilio https://elfarodeceuta.es/mujeres-ceuties-exilio-historia/ https://elfarodeceuta.es/mujeres-ceuties-exilio-historia/#comments Sun, 03 Mar 2024 05:00:07 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1015487 Tras el golpe militar de 1936 y subsiguiente Guerra Civil, muchas ceutíes se vieron forzados a tomar el camino del exilio bien huyendo de la represión que se desató desde el primer momento o, simplemente, porque no deseaban vivir bajo el nuevo régimen. Francia y México fueron los dos países de acogida más importantes para […]

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Tras el golpe militar de 1936 y subsiguiente Guerra Civil, muchas ceutíes se vieron forzados a tomar el camino del exilio bien huyendo de la represión que se desató desde el primer momento o, simplemente, porque no deseaban vivir bajo el nuevo régimen.
Francia y México fueron los dos países de acogida más importantes para el exilio ceutí. El primero, sobre todo, por volumen de refugiados principalmente de extracción social media-baja. Estos, nada más atravesar la frontera pirenaica en 1939, fueron internados en campos de concentración, refugios y hospitales, y después sufrirán de forma directa la Segunda Guerra Mundial.
Otros se marcharon a México, que les dio asilo en buena medida gracias a su presidente, Lázaro Cárdenas. Tras la caída de Madrid, Cárdenas envió un telegrama a Luis Rodríguez, embajador de México en Francia, que decía: «Haga usted saber al Gobierno francés que, desde este momento, todos los españoles que se encuentren en están bajo la protección del pabellón mexicano».
Después de años de investigación, pudimos identificar a bastantes de esos ceutíes, de los que tratamos en otros trabajos. La inmensa mayoría de ellas, no obstante, eran mujeres sencillas, sin notoriedad pública alguna y ocupadas en tareas de la vida cotidiana que fueron empujadas al exilio.
Como la doctora Antonia Castillo Gómez, las maestras Amalia Barreto Esquerra, María Luisa Fernández Gabarrón, Emilia Salvadores Izquierdo y la hermana de esta, Hortensia, y su madre, o Manuela Arrabal Castañeda y Engracia Conde Ibáñez. Tenemos datos de una familia completa de ceutíes que salió de Casablanca: Amanda Zarzuela Lázaro, su madre Dolores Lázaro Fortea y su padre, Juan Zarzuela Estévez, funcionario del Consulado de España en Tánger durante la Guerra Civil, así como sus hermanos, Joaquín y Dolores.
Trataremos asimismo de Carmen Rosado Figueroa, esposa del presidente del PSOE en Ceuta Rafael Jiménez Cazorla a México, y de Diana Bermúdez-Reyna, enviada a la Unión Soviética. Una gran parte de las ceutíes exiliadas recalaron en México. Los ceutíes que partieron lo hicieron principalmente desde el puerto de Casablanca, en el Protectorado francés, aunque otros, seguramente menos, entraron en Francia por los Pirineos huyendo de la derrota y la persecución.

"La familia Salvadores fue una institución en México: Emilia Salvadores Izquierdo fue una de las maestras expulsadas del magisterio en Ceuta"

Vuelvo a reiterar que estos datos que expongo son tan solo unos apuntes del exilio ceutí en 1939, y espero que, con el paso de los años, se consigan nuevas fuentes para engrandecer y dar a conocer más profundamente. Amalia Barreto Esquerra Comenzamos con Amalia Barreto Esquerra de 46 años, partió de Ceuta, tras la finalización de la guerra, recorrió toda la península y cruzó a Francia. En Marsella, embarcó en el buque Sinaia junto a la maestra María Luisa Fernández Gabarrón, de 29 años, y arribaron en el puerto de Veracruz (México) en junio de 1939.
La familia Salvadores una institución en México Emilia Salvadores Izquierdo fue una de las maestras expulsadas del magisterio en Ceuta. Así pues, huyó de Ceuta con lo puesto y consiguió refugiarse en Tánger, donde se encontró con su madre, Fidela, y su hermana Amalia. Estas habían escapado de Algeciras después del fusilamiento de su padre, Cayo Salvadores, maestro también y acusado de ser socialista y masón.
Su otra hermana, Hortensia, ya estaba en Tánger desde el inicio del golpe trabajando en el Grupo Escolar «Manuel Bartolomé Cossío». Había sido nombrada directora de la sección de niñas por el consulado republicano. Una vez juntas las tres, Amalia, Hortensia y su madre decidieron trasladarse a Casablanca y, de allí, a México, cosa que llevaron a cabo en el buque Nyassa el 3 de marzo de 1941.
Un año más tarde, Emilia pudo resolver unos asuntos que la retenían en Tánger e hizo lo propio en mayo de 1942 pudiendo finalmente reunirse con su familia después de una dura travesía. En la ciudad de Morelia, Hortensia dirigió la primera escuela y casa-hogar de chicas refugiadas republicanas: «Niños de Morelia».
No fue posible encontrar muchos datos sobre la también ceutí Manuela Arrabal Castañeda, que desembarcó en Veracruz (México) a los 65 años de edad junto a Engracia Conde Ibáñez, nacida en Ceuta en abril de 1883. En abril de 1942, la modista de profesión Amanda Zarzuela Lázaro partió hacia el exilio con su familia.
La acompañaban su madre, Dolores Lázaro Fortea, su padre, Juan Zarzuela Estévez ―funcionario del Consulado de España en Tánger― y sus hermanos Joaquín y Dolores. Arribaron al puerto de Veracruz (México) veinte días después, y parece ser que consiguieron abrirse camino rápidamente. Reseñaremos ahora a Antonia Aguilar Schiaffino, nacida en Ceuta en 1870 y ama de casa.

Se marchó a Rosario (Argentina) en 1948 acompañada por la también ceutí y ama de casa Blanca Postigo García, de 55 años, pero esta recaló en Veracruz y vivió en México (Distrito Federal). Las siguientes breves líneas son para otras dos ceutíes: María del Carmen Díaz Romero de Segura, que se exilió a Nuevo Laredo (Tamaulipas, México) con 29 años y que, según la embajada, abandonó el país en diciembre de 1950; Ascensión Rodríguez Visiedo, taquígrafa, nació en 1912 y abandonó España en 1948 para instalarse en el Distrito Federal de México.

La joven Diana «Los niños de Rusia»

La pequeña Diana enviada a Rusia
(Archivo, Familia Bermúdez).

El padre de Diana fue el delegado del Gobierno en Ceuta, durante la Segunda República. De entre todas las mujeres ceutíes exiliadas, pudimos conocer la historia de una que fue a la Unión Soviética, Diana Bermúdez-Reyna, formando parte de los que se llamaron «Los niños de Rusia».

Cuando, en aquel verano de 1936, la pequeña Diana recorría las calles de Ceuta con sus progenitores y hermanos, nada le hacía presagiar que su vida cambiaría en pocos días y comenzaría a vivir la mayor de las tragedias. En la madrugada del 15 de agosto de 1936, sin embargo, un grupo de falangistas lo sacaron de la cárcel. Varios familiares intercedieron para que la viuda y los hijos de Bermúdez-Reyna lograran, a finales de 1936, ser evacuados por un representante del Gobierno italiano, Guido Carrara, a la ciudad internacional de Tánger.

Embarcaron en el buque que unía esta población con Marsella una vez por semana y, desde allí, entraron en España dirigiéndose al pueblo valenciano de Russafa, donde tenían otros allegados. Diana y su hermana salieron del puerto de Valencia el 21 de marzo de 1937. Al llegar a Leningrado, actual San Petersburgo, separaron a Diana de su hermana y la llevaron a una casa para niñas pequeñas, acondicionada para que estas pudieran desarrollar su educación y formación atendiendo plenamente sus necesidades de alimentación, reposo y estudio: «Nos dieron de comer, nos quitaron la ropa vieja y nos vistieron con uniformes de marineritos.

Fue al principio una etapa muy triste al separarme de mi madre. No encontraba consuelo entre el cariño de todos los educadores, hubo mucho llanto por el recuerdo de mi familia».

En México, Carmen y Rafael presidente del PSOE en Ceuta

Carmen Rosado Figueroa fue la mujer de Rafael Jiménez Cazorla, presidente del PSOE en Ceuta durante la Segunda República. Tras la sublevación, él partió primero a Tánger. Con el paso de los años, pudo cruzar la frontera y afincarse en la ciudad internacional; posteriormente, se fueron a Casablanca.
En noviembre de 1941, embarcaron hacia México y llegaron al puerto de Veracruz para establecerse en el Distrito Federal, donde desarrollaron toda su vida. Tuvieron tres hijas: Isabel de 14, María de 13 y Concepción de 9 años. El marido de Carmen izó la bandera republicana en el edificio de telégrafos, en la ceutí calle de Pablo Iglesias (actual Marina Española) el 14 de abril de 1931 a las cinco de la tarde.
En principio, pensaron dirigirse directamente a Tánger, pero corrían rumores sobre la inminente toma de la ciudad por los franquistas por lo que decidieron que sería más prudente ir a Casablanca. Tánger fue ocupada por las tropas sublevadas el 14 de junio de 1940 con la excusa de mantener su neutralidad. Hace algunos años, pude contactar con un nieto de Carmen y Rafael en México. En nuestras largas conversaciones, pudimos unir las piezas de su historia como si de un puzle se tratara.
En 1941, pudieron salir de España, el Gobierno de la República en el exilio preparó varios barcos para evacuar a los españoles que estaban atrapados en el Marruecos francés. Carmen y Rafael partieron desde Casablanca con lo justo en el penúltimo que zarpó, en tercera clase.

Carmen y Rafael, presidente del PSOE en Ceuta (Archivo, Familia Jiménez Rosado).

Llegaron al puerto de Veracruz el 19 de noviembre de 1941 según un documento del Departamento Demográfico de la Secretaría de Gobernación mexicana. Su nieto, Bernardo, narra esos primeros momentos y cómo pudieron sobrevivir gracias a la venta de unas joyas de la familia: «En México trabajó en una fábrica de veladoras denominada la ‘Veladora Perpetua’, quien le facilitaba la materia prima para vender las veladoras y de ello sostenían una vida cómoda, se hablaba mucho que mi abuelo tenía amplios conocimientos de química. Zona en la que habitaba un gran número de refugiados, tanto españoles como de otras nacionalidades, siendo a la fecha una colonia que se destaca por un alto poder adquisitivo de sus habitantes y de muy alto valor urbano, ya que bastantes embajadas (incluida la de USA) se encuentran en la zona, así como bellas edificaciones con arquitectura puramente europea.

De hecho, la casa de Río Nazas había sido diseñada y hecha por un alemán, por lo que en mi infancia encontraba cierta similitud a las que se veían en las películas que hablan de esa época». Bernardo continúa su relato: «(…)
El nieto nos narraba: «En casa era un total secreto todo sobre él, se hablaba muy poco y solo se contaban unas cuantas cosillas. Mi madre siempre nos enseñó que la justicia, la honradez, la ética, el bien común antes que el propio, la igualdad entre los hombres sin importar clases sociales y luchar por causas justas era lo más importante en la vida. Sin duda alguna, fueron enseñanzas que se han transmitido de mis abuelos a mi madre y yo a mis hijos, lo que convierte a mis abuelos en unas personas con principios de justicia muy firmes».

Sepultados en el Panteón de la Ciudad de México

Carmen Rosado (Archivo; Familia Jiménez Rosado).

Su familiar nos contaba: «Mamá Carmelita era una extraordinaria confeccionista (modista), lo puedo asegurar porque veía los hermosos vestidos que hacía. Sabía y era diestra en la alta costura, y tenía una clientela de alto nivel económico que, sin duda, la ayudó a sobrevivir después de la muerte de mi abuelo Rafael, ya que después de que sufrió el infarto, los recursos que generó en México, las joyas y perlas que habían traído, se acabaron en sus cuidados».

Bernardo prosigue hablando de Carmen Rosado, su abuela: «Mamá Carmelita era una mujer guapísima, una española de gran garbo. Normalmente era seria, aunque cuando platicaba, muy al estilo español, hablaba rápido, con voz alta y carcajadas (para los mexicanos es notorio y característico). Aunque a los nietos nos quería bien, los regaños eran constantes».

Bernardo relata que, próximas las Navidades, añoraba las que había pasado en Ceuta: «Mamá Carmelita se ponía triste, seguramente añoraba primero a su marido y también a su querida España y a su patria chica, Ceuta. Rafael sufriera un infarto del que no se recuperó. Falleció en 1957 a los 63 años de edad, y está enterrado en el Panteón Español de la Ciudad de México. En 1971, entre marzo y junio, Carmen Rosado, su hija Maruja y una de sus nietas volvieron a España para visitar a familiares que vivían en Málaga. Desconocemos si regresaron a Ceuta. Carmen falleció el 24 de diciembre de 1973 a los 64 años.

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Carmen Campillo al exilio desde Ceuta https://elfarodeceuta.es/carmen-campillo-exilio-ceuta/ Sat, 02 Mar 2024 03:25:36 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1013988 En la tarde del 17 de julio de 1936, los militares sublevados atacaron el aeródromo de Sania Ramel (Tetuán), defendido por algunos efectivos leales a la República, Salvador Sorroche. Rendida la posición, fue encarcelado en la ceutí prisión del Hacho, de donde lo sacaron en la madrugada del 15 de agosto de 1936 para ejecutarle […]

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En la tarde del 17 de julio de 1936, los militares sublevados atacaron el aeródromo de Sania Ramel (Tetuán), defendido por algunos efectivos leales a la República, Salvador Sorroche. Rendida la posición, fue encarcelado en la ceutí prisión del Hacho, de donde lo sacaron en la madrugada del 15 de agosto de 1936 para ejecutarle con otros seis compañeros.
Carmen salió de Ceuta. Sus familiares vivían en Cataluña en la zona sublevada y no resultaba nada fácil cruzar la península para llegar a territorio controlado por el Gobierno de la República.
La familia de Bermúdez Reyna pertenecía a la alta sociedad madrileña y estaba emparentada con los Madariaga. Gracias a ello, Vicenta y Carmen tuvieron acceso al ministro de Estado, Julio Álvarez del Vayo, que realizó varias gestiones de modo que, por mediación de la Cruz Roja Internacional, las sacarían de Ceuta junto con sus hijos: Pilar, Manuel y Virgilio ―de 7, 6 y 4 años de edad―.

Tánger. Con poco equipaje cruzaron la frontera internacional y entraron en Tánger. Esperaron unos días hasta que pudieron embarcar hacia Marsella y, desde allí, entrar en la España republicana

Con poco equipaje, cruzaron la frontera internacional y entraron en Tánger. Esperaron unos días hasta que, a finales de noviembre de 1936, momento en que pudieron embarcar hacia Marsella y, desde allí, entrar en la España republicana cruzando los Pirineos para, finalmente, dirigirse Carmen a Barcelona. La madre de Carmen, la esperaba en Barcelona, en la Estación del Norte.

Los años pasaron y Carmen, poco a poco, pudo abrirse camino y sacar adelante a sus tres hijos con muchos sacrificios. La familia ya había decidido que lo mejor sería salir de Cataluña antes de que la maquinaria represiva se pusiera en marcha para castigar -con la pena capital en muchos casos- la disidencia y atemorizar a una población que los sublevados consideraban «roja» y «separatista».
Finalmente, pudieron subir a un tren que les dejó en Oloron, municipio del suroeste francés en el que fueron recogidos por algunas familias. Las mujeres habían sido educadas para coser y bordar, lo que hacían a la perfección, de modo que no les resultó muy difícil encontrar trabajo. Carmen, por su parte, se dedicó a dar clases de manualidades.

Madrugada trágica en el Hacho

Carmen junto a su marido Salvador y sus hijos, pudo salir hacia Tánger a finales de noviembre de 1936. (Familia Sorroche)

Aquella trágica madrugada en Ceuta, en la madrugada del 15 de agosto de 1936, un grupo de fascistas montados en automóviles subieron las empinadas rampas que conducen a la fortaleza del monte Hacho. El alférez Sorroche bien pudo haber oído los motores de los vehículos rompiendo el silencio en su camino hacia la prisión.

Todos los reclusos callaban dentro de las celdas, con sus corazones latiendo agitadamente conscientes de que, nuevamente, fue la primera saca de «visitados» por patrullas de falangistas que habían confeccionado una lista mientras tomaban unas copas. Tras descorrer el cerrojo, aparecieron los pistoleros con sus camisas azules. Frente a ellos, Sorroche y sus compañeros permanecían en pie.

Leyeron los nombres de quienes tenían que acompañarlos para declarar en comisaría, pero todos sabían que eso no era cierto. Salvador escuchó el suyo y el de los que, con él, habían defendido el aeródromo de Tetuán; siete fueron los sacados al patio en esa ocasión. Aquella saca fue como todas las que los grupos de fascistas ceutíes acostumbraron a realizar, siempre la misma trágica rutina.

Después de efectuar las ejecuciones en cualquier descampado o, tal vez, en las tapias del cementerio de Santa Catalina, los cuerpos eran llevados al depósito de cadáveres. Las seis víctimas que acompañaron al alférez.

En 1942, Carmen envió carta a delegación del Gobierno en Ceuta

Afinales de 1939, Carmen y su familia, decidieron regresar a España, desde Francia, su hermana, Consuelo, regresaría también -embarazada en ese momento de sus gemelos José Antonio y Marichelo-. Mientras tanto, Carmen -por seguridad y tranquilidad- envió a Baza a sus hijos Pilar y Manolo con su cuñada Piedad y se quedó solamente con el pequeño Virgilio.
Carmen comenzó a mover papeles para intentar cobrar la pensión de viudedad militar; sabía que era difícil, pero no imposible. Por lo tanto, escribió al aeródromo para justificar los nombramientos de mi marido fusilado Salvador y, seguidamente, a la delegación de Gobierno de Ceuta, al Ejército del Aire y al Ministerio de Justicia, donde le informaron que ese asunto dependía del Ministerio del Ejército.
En diversas ocasiones a lo largo de dos años intentó obtener respuesta a su solicitud. Un día, sus contactos le informaron que Kindelán estaría en Barcelona al ser nombrado capitán general de Cataluña (1941-1942). Se habían conocido antes de la sublevación, su marido había colaborado estrechamente con él tanto en el protectorado español en Marruecos como en el aeródromo, en numerosas ocasiones había confiado en Salvador, sabía lo serio y profesional que era.
Carmen, nos contaron sus nietas actuales… “Se arregló con su elegancia habitual y se presentó directamente en el despacho del militar requiriendo hablar con él personalmente, cosa que finalmente consiguió. Poco después, él le remitió una carta comprometiéndose a interceder en la concesión de dicha pensión” .

Carta de Carmen a la Delegación del Gobierno de Ceuta en 1942. (Familia Sorroche)

Los últimos días del marido de Carmen, Salvador Sorrocho, en la defensa del aeródromo de Sania Ramel (Tetuán). La existencia de Carmen en Ceuta y en el Protectorado era apacible, llena de planes para el futuro. Aquel viernes de julio de 1936, paseaba con Salvador por la plaza de España de Tetuán. Sobre las 20:00 horas, comenzaron a ver movimiento, carreras, camiones de soldados por las calles, y se encontraron con el capitán Pedro Segura, compañero de Salvador.
Este le preguntó qué estaba sucediendo, a lo que capitán Segura respondió que varios oficiales habían ido al aeródromo por lo que pudiera pasar. Carmen y Salvador interrumpieron su caminata y se dirigieron a casa, donde él se puso su uniforme y, asegurándose de cargar la pistola, tranquilizó a su mujer y se dirigió al campo de aviación. No volvió a verle con vida.
Sorroche llegó al aeródromo, situado en las afueras de Tetuán, y el comandante de la Puente Bahamonde (primo de Franco) le explicó que algunos militares se habían sublevado en Melilla y que cabía esperar lo mismo en la capital del protectorado y en Ceuta. Por tanto, debían prepararse para defender las instalaciones frente a posibles ataques de las fuerzas golpistas.
No eran muchos: el mencionado comandante Bahamonde, los capitanes José Álvarez del Manzano y José Bermúdez Reyna, el teniente Pedro Segura, los alféreces Salvador Sorroche, Álvarez Esteban, Carrillo Blas y Mariano Cabrero, el brigada Arche, los sargentos Víctor Díaz y Celestino Rodríguez y un puñado de soldados.
El comandante Bahamonde habló sobre la situación con el alto comisario, Álvarez-Buylla, en dos ocasiones. Este le aseguró que el presidente de la República le había prometido: «Dentro de unas horas llegarán aviones enviados por el Gobierno con soldados leales a la Republica».
No obstante, el alto comisario también le dio noticias poco alentadoras: «Probablemente durante la noche o la madrugada el aeródromo será atacado por fuerzas rebeldes compuestas por regulares y artillería; por lo tanto, debe preparar su defensa». El comandante hizo instalar cuatro ametralladoras sobre una torreta fija e iluminar la carretera de acceso con las luces de todos los coches de que disponían.
Sobre las 23:30 horas, Bahamonde ordenó al alférez Mariano Cabrero que, con una camioneta y cuatro soldados, marcase los ángulos del campo de aterrizaje con trapos blancos y permaneciera en la pista alimentando hogueras con gasolina hasta la llegada de un trimotor leal a la República con refuerzos. Sobre las dos de la madrugada, el comandante recibió una llamada del jefe de la sublevación en Tetuán, el teniente coronel Sáenz de Buruaga, amenazándole con desplazar al campo una batería de artillería y exigiéndole la rendición.

El marido de Carmen defendió el aeródromo

El aviador Salvador Sorroche, marido de Carmen. (Archivo Familia Sorroche)

El alféreces Salvador Sorroche junto a comandante De la Puente Bahamonde contestó: «¡Tendrán que pasar por encima de los encargados de la defensa de la República, único Gobierno legal en este momento! ¿En qué concepto me ordena Vd. que me rinda? ¿Quién es usted para darme tales órdenes?». Buruaga afirmó algunos días más tarde: «El jefe del aeródromo me contestó de muy mala forma que antes de entregar el aeródromo tendríamos que pasar por encima de su cadáver, además empleando al final frases malsonantes». Finalmente, el ataque al aeródromo comenzó sobre las 4:30 horas de la madrugada del 18 de julio. Dados los escasos medios defensivos y la superioridad manifiesta de los ofensores, el comandante decidió que resistir no tendría ningún resultado práctico sino aumentar el derramamiento de sangre.
Transcurridos apenas unos 40 minutos, los defensores convinieron rendir la posición no sin antes ocasionar diferentes averías en diez aviones. Tal y como se señala en el consejo de guerra, el comandante De la Puente Bahamonde enarboló un pañuelo blanco siendo las 5:15 horas del 18 de julio, cruzó la pista de aterrizaje y llegó al ramal de la carretera de Río Martín a Ceuta. Entonces, ordenó a sus compañeros que salieran y formaran en la pista de a uno y sin armas. El comandante de regulares Serrano Montaner se acercó a ellos y De la Puente le entregó su pistola.
Todos fueron trasladados al Hacho. Durante los siguientes días, Carmen Campillo intentó ver a su marido, Salvador, sabedora de que estaba herido en la pierna izquierda, aunque no de gravedad. No pudo verlo, solo le permitieron llevarle ropa y comida.
El 2 de agosto se celebró el consejo de guerra en el acuartelamiento de sanidad bajo la presidencia del coronel Emilio March, fallando pena de muerte para el comandante De la Puente y reclusión perpetua para el capitán José Bermúdez y los alféreces Esteban Carrillo y Salvador Sorroche, y 12 años de prisión para el capitán José Álvarez y el alférez Mariano Cabrera.
El comandante Ricardo De la Puente fue fusilado a las cinco de la tarde del 4 de agosto de 1936. La consulta de cientos de procedimientos similares reveló que nunca una ejecución había tenido lugar por la tarde, por lo que parece claro que quisieron dar por finalizado ese consejo de guerra cuanto antes mejor. Varios soldados también fueron encarcelados en el Hacho y sometidos a cortes marciales, resultando que algunos serían pasados por las armas el 19 de abril de 1937 y el resto condenados a largas penas de presidio.

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Maruja Lores https://elfarodeceuta.es/maruja-lores/ https://elfarodeceuta.es/maruja-lores/#comments Fri, 01 Mar 2024 02:55:47 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1013691 Maruja Lores Guitián tuvo que sobreponerse al asesinato de su marido, el doctor Enrique Santiago Araujo, ejecutado en la madrugada del 21 de agosto de 1936 con otros siete más. Había que comenzar de cero y pelear por la supervivencia en un ambiente hostil que no le perdonaba su pasado reciente, era la mujer del […]

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Maruja Lores Guitián tuvo que sobreponerse al asesinato de su marido, el doctor Enrique Santiago Araujo, ejecutado en la madrugada del 21 de agosto de 1936 con otros siete más. Había que comenzar de cero y pelear por la supervivencia en un ambiente hostil que no le perdonaba su pasado reciente, era la mujer del «médico rojo». Ser esposa de un fusilado le aseguraba el desprecio de una parte de la sociedad.
Se hizo cargo de la multa impuesta por el Tribunal de Responsabilidades Políticas el 27 de septiembre de 1939. A los sublevados no les bastó arrebatarle lo que más quería, buscaban además el ahogamiento económico. En Ceuta, fueron incoados más de dos mil expedientes de este tipo. El joven Enrique Santiago había conocido a Maruja en Madrid. Ella era gallega, de O Grove (Pontevedra), aunque siempre se sintió una ceutí más.
Enrique estaba cursando la carrera de Medicina y se alojaba en una pensión muy céntrica de la calle San Andrés, con vistas a la conocida plaza del Dos de Mayo. Poco después de llegar, comenzó una relación con la hija de la propietaria del establecimiento, Maruja, con la que contrajo matrimonio. Finalizados los estudios, regresó a Ceuta en torno a 1934 en busca de un porvenir junto a su mujer y su hijo Enrique. Vuelve con ideas muy distintas de las que se llevó; sobre todo, en lo referente a sus principios e ideales políticos. Su gran amigo, el doctor Sánchez Prado, influiría en su ideario político, y ambos también pertenecieron a la masonería local.
Dada su amistad con Sánchez Prado, trabaja con él en una clínica de accidentes de trabajo situada en la calle Alfau, y, además, atiende una consulta particular de oftalmología en su casa. Todos estos logros siendo un médico tan joven y tan dispuesto, generó en otros facultativos recelos y envidias; principalmente, entre los que tenían ideas políticas opuestas. Así, se tiene conocimiento de un fuerte enfrentamiento en pleno paseo del Rebellín con otro facultativo de ideas conservadoras en el que incluso llegaron a las manos (lo que, después, acarrearía consecuencias catastróficas para Enrique).

"A los pocos días de consumado el golpe, se personaron en su casa, en la calle Marqués de Santa Cruz, unos falangistas que procedieron a su arresto"

En poco tiempo, la figura del doctor Santiago Araujo consiguió destacar en la sociedad ceutí; especialmente, entre la clase obrera por su cercanía a los más humildes y, sobre todo, por su activismo social, sus charlas en la Casa del Pueblo de temas relacionados con la salud y las numerosas consultas gratuitas a ceutíes humildes con problemas oftalmológicos (graduaba la vista a obreros sin cobrarles y a algunos incluso les regalaba las gafas).
Pasan los años y en la tarde del 17 de julio de 1936, al tener conocimiento de que en Melilla se habían sublevado una buena parte del ejército, contactaría con su amigo el alcalde Sánchez Prado, cambiando impresiones sobre los acontecimientos que se estaban produciendo, este se muestra muy preocupado y le indica que va a celebrar a las siete un pleno que ya tenía programado.
A los pocos días de consumado el golpe, se personaron en su casa, en la calle Marqués de Santa Cruz, unos falangistas que procedieron a su arresto. Enrique tranquiliza a su mujer Maruja, y le dice que no se preocupe, tiene que ser un malentendido. Antes de bajar la escalera, besa a su mujer y a su hijo: «¡En unas horas estaré de vuelta!».
Lo llevaron a la comisaría de la plaza de los Reyes, en los bajos de la Delegación del Gobierno. Allí le tomaron declaración y encerraron en los calabozos. Le preguntaron por su hermano Rafael, la Policía no podía encontrarlo. Junto a las hermanas de Enrique, Maruja esperó el regreso de su joven marido manteniendo la esperanza de una pronta liberación.

Maruja deambuló en busca de su marido

Ella le llevaba ropa y comida a la comisaría en la plaza de Los Reyes hasta que un día le comunicaron que el juez lo había enviado a prisión, pero no sabían exactamente a cuál de ellas. Maruja deambuló de un lado a otro en busca de Enrique. Aquella triste y dura situación me fue descrita hace muchos años por los hijos del líder anarquista ceutí Pedro Vera: «Después de llevarse a nuestro padre los falangistas, nosotros, al igual que cientos de mujeres, ancianos y niños, deambulábamos días y días desde la fortaleza del monte Hacho a la prisión del Sarchal y García Aldave. Todos suplicábamos noticias de nuestros padres, esposos o hijos, según el caso, intentando saber sus paraderos, que nadie nos quería decir y, sobre todo, saber si seguían con vida. En una de aquellas correrías, al fin pudimos saber que estaban en García Aldave. Cuando llegamos allí, todos gritábamos de júbilo y exigimos poder verlos, y era tal el tumulto que la guardia militar intentó disolvernos, pero la multitud se resistió.

Última carta a Maruja

Maruja, junto a sus cuñadas, Carmela, Eloísa, Amalia y Josefa, subían al monte -donde se encontraba la prisión de García Aldave- para llevarle comida y ropa. Enrique no cesaba de enviarles cartas narrándoles los acontecimientos que se producían dentro del presidio, siempre quitando importancia a la gravedad del momento y sin darles a conocer las penurias que pasaba.
Se quedó sin recibir la última. La había escrito, pero no le dio tiempo a enviarla y la llevaba encima el día de su asesinato. Su familia aún conserva esa carta: «Queridos todos; vuestra ausencia es lo único que me incomoda, pero el trato, aunque serio, es bueno si se porta uno como una persona decente y sabe comprender las molestias que acarrea a presos y guardianes la aglomeración de gente de diferente pensar, sentir y educación, me recuerda esta vida los días de milicias aún recientes cuando teníamos retén (…) Decidle al doctor Galofre que no se olvide de mis enfermos y, si no puede él solo, que avise al doctor Gabizón. Por lo demás, tengo la conciencia del que nada malo hizo, no puede ocurrirle nada y algún día comprenderán mi inocencia y me dejarán libre, visto que no se tienen cargos contra mí. Por lo demás, no molesten a nadie pidiéndole favores, que si son amigos y me conocen pedirán por mí sin encargo alguno. Desde aquí se ve muy bien Ceuta y las calles cercanas a la nuestra. Todos los días miro para vosotros cuando salimos al recreo o paseo. Los jueves se tiende la ropa, así que si podéis ir temprano el miércoles a casa del doctor Velasco Morales y poneros de acuerdo para traer una talega con ropa limpia y yo os daré la sucia. Ya envié a casa de Velasco ropa sucia, no sé si la habéis recogido (…) Abrazos a todos de vuestro Enrique».

El doctor Santiago Araujo coincidió en los barracones de la prisión con un gran número de compañeros entre políticos, sindicalistas, maestros, etc. La vida en la prisión era dura, muy dura, y el único momento de tranquilidad se producía por la tarde, cuando a los reclusos se les permitía ir al patio. Durante esas tardes, Enrique Santiago Araujo mantuvo muchas conversaciones con su amigo el doctor Sánchez Prado. Luego llegaban las largas noches, con los falangistas rondando por las celdas y amenazándoles con llevárselos «para darles un paseo». Cualesquiera de ellas podían aparecer las patrullas y, a renglón seguido, cometer los asesinatos en el primer descampado que encontraran. Esta era otra forma de represión, otra forma de tortura, técnicamente hablando, que se aplica a las personas detenidas arbitrariamente: la tortura psicológica con el chirriar de las cancelas, el descorrer de los cerrojos o el ruido de pasos de los ejecutores hacia sus celdas en plena madrugada, lo que hacía presagiar a los presos la inminencia de una saca y la posibilidad de que ellos fueran los elegidos. Lo que tanto temían comenzó en la madrugada del 15 de agosto de 1936 con la primera de numerosas sacas, ejecuciones sin juicio realizadas por patrullas de falangistas. Ese día, casualidades del destino, se había producido en la ciudad el cambio oficial de la bandera tricolor por la roja y gualda. Tales asesinatos masivos no terminarían hasta enero de 1937.


En la madrugada del 21 de agosto de 1936. Tras confeccionar un macabro listado, unos fascistas subieron a sus automóviles asegurándose antes de haber cargado bien las pistolas y se encaminaron a la prisión de García Aldave. Llegaron a la puerta del presidio tras recorrer los escasos cinco kilómetros que lo separan de la ciudad.
Los guardianes que cuidaban del lugar eran falangistas, de modo que les dejan pasar sin problema alguno; ya saben a lo que han ido. Seguidamente, se produce la misma trágica rutina: los ejecutores entran en las celdas, leen los nombres en voz alta y ordenan a los mencionados salir al patio, ya que les trasladan para declarar. Los prisioneros sabían que eso era incierto, pero tenían decidido que los designados no opondrían resistencia, ya que podrían comenzar a disparar indiscriminadamente allí mismo o llevarse a cualquier otro.
En un camión, los llevaban a un camino que salía de una curva relativamente cercana de la carretera que une la prisión con la ciudad. Actualmente se la sigue conociendo como «curva de las viudas». En un momento dado, les hacían apearse y ponerse de rodillas para, seguidamente, matarlos. Después, subían los cuerpos nuevamente al vehículo, eran transportados hasta el cementerio y, ya allí, los dejaban en el depósito de cadáveres.
Por la mañana, los empleados esperaban la llegada de sus familias para darles sepultura y avisaban a la comandancia militar para que levantase acta: «Según me comunica verbalmente el conserje del cementerio, se encuentran en el depósito de cadáveres del mismo ocho personas muertas, proceda a su enterramiento previo reconocimiento por el médico forense de la plaza y procurando a ser posible su identificación».
En un primer momento, al no tener conocimiento Maruja del asesinato de su esposo, este fue enterrado en la fosa común, pero a los pocos días pudieron exhumarlo a un nicho. En Ceuta, al contrario que en otras poblaciones, no existieron enterramientos de fusilados en descampados. La fosa común empleada se encontraba dentro del cementerio de Santa Catalina, y los sepultados allí llegaron a ser 169. Para su familia, fue fácil localizar a Enrique en dicha fosa, ya que el jefe del cementerio había dado detalles en la documentación: «Fosa tierra del 3º patio, 4ª tanda, centro adulto, distancia 3,50 metros y a continuación los demás».

Sacar adelante a su familia

Maruja Lores, la viuda, tuvo que sacar adelante a su familia con innumerables esfuerzos y sinsabores, y teniendo además que soportar ser señalada en una ciudad pequeña como la mujer del «médico rojo». Pese a su juventud, nunca volvió a casarse. Se marchó a Madrid para estudiar enfermería, de lo que sabía y mucho, pues ayudaba a su marido cuando tenía la consulta en Ceuta. Transcurrían los años 40. Enrique hijo permaneció en Ceuta con sus tías, las hermanas del doctor Santiago. Más que tías, llegaron a ser sus madres. Josefa solo había tenido una hija y Eloísa dos, 15 y 20 años más jóvenes que Enrique. Carmela y Amalia, no tuvieron hijos. Después, comenzó el Bachiller, que cursó interno en el Colegio de Huérfanos de Médicos de Valladolid y, ya finalizado, se marchó a Madrid para ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, y entonces volvió a vivir con Maruja hasta la muerte de esta en 1965.

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