Artículos escritos por Filosofía para qué en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/filosofia-para-que/ Diario digital Mon, 12 Aug 2024 06:48:54 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Filosofía para qué en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/filosofia-para-que/ 32 32 La huella de Ibn Tufayl en la Edad Media, volvió a brotar en Baruch Spinoza en la modernidad https://elfarodeceuta.es/huella-ibn-tufayl-edad-media-brotar-baruch-spinoza-modernidad/ Mon, 12 Aug 2024 02:06:20 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1085990 Uno de los temas de mi investigación filosófica ha sido seguir la huella del filósofo andalusí Ibn Tufayl, que había trabajado en Ceuta, por lo que se refiere a su teoría del último grado del conocimiento. Pues bien, en pleno Racionalismo, después de F. Bacon y de Descartes, en Spinoza vuelve a brotar la huella […]

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Uno de los temas de mi investigación filosófica ha sido seguir la huella del filósofo andalusí Ibn Tufayl, que había trabajado en Ceuta, por lo que se refiere a su teoría del último grado del conocimiento. Pues bien, en pleno Racionalismo, después de F. Bacon y de Descartes, en Spinoza vuelve a brotar la huella de aquel conocimiento superior a la razón que presentó Ibn Tufayl en su obra Ḥayy ibn Yaqẓān (حي بن يقظان) en la Edad Media, al que Spinoza lo llama tercer género de conocimiento y que conduce al hombre a la suprema perfección y felicidad. La idea de tabula rasa del protagonista de la novela de ficción de Ibn Tufayl, también fue de interés del empirismo inglés como en el filósofo J. Locke.
Como el río Guadiana, que aparece y desaparece, el pensamiento árabe del andalusí cuyo nombre fue traducido al latín como Abentofail, en Europa se ocultó a la sombra de su discípulo, el gran filósofo cordobés Averroes, cuyo averroísmo latino se tradujo al latín, y desde el sur de Europa, sí que se extendió por todo el continente, e influyó en el padre del catolicismo: Santo Tomás de Aquino. Averroes sí que apareció como uno de los filósofos famosos de su época, tal como se le ve en el cuadro de la Scuola di Atene de Rafael ( 1511) con un turbante y un gran bigote. Pero llevó al olvido la obra de Ibn Tufayl, hasta que, siglos más tarde, volvió a mostrarse la huella de Ibn Tufayl en la Edad Moderna.

Aunque había habido antes algunas traducciones del árabe de la obra de Ibn Tufayl al latín de Pico della Mirandola, y al hebreo de Mosés de Narbona, estas se perdieron. Pero, en el Norte de Europa, desde la nueva traducción del inglés E. Pococke en 1671, que lo tradujo al latín con el nombre de Philosophus Autodidactus, el empirismo inglés volvió a interesarse por la idea de que nuestro conocimiento es como una tabula rasa, como vivifica el protagonista de la novela de ficción filosófica de Ibn Tufayl, Hayy Ibn Yakzan, un niño salvaje que es criado por una gacela en una isla desierta y que descubre la filosofía de Aristóteles por sí mismo, hasta llegar al nivel más alto del conocimiento y al éxtasis del sufismo.

"Sin embargo, en ese año Spinoza ya tenía elaborada su teoría del conocimiento, y por tanto, desde la rigurosidad de la investigación científica, solo podemos hablar de coincidencias entre ambos filósofos"

Así, en la Edad Moderna, volvió a aparecer la huella del filósofo de Guadix o quizás de Purchena en 1671. Resulta que el padre de Edward Pococke había estado en contacto con la obra en árabe de Ibn Tufayl cuando trabajó en los países árabes, su hijo se fijó en ella y la tradujo al latín .

En literatura, el andaluz sí que influyó claramente en la primera novela inglesa, la de Daniel Defoe Robinson Crusoe. Pero también se sospecha que anteriormente a la traducción de Pococke al latín de 1671, Ibn Tufayl habría influido en la obra de El Criticón de Baltasar Gracián, que conocería la historia, no por las traducciones anteriores al latín o al hebreo, perdidas, ni por la lectura directa del árabe, que desconocía, sino por alguna tradición oral y algún documento parecido.

En lo que respecta a la Filosofía, tan solo un año después de la traducción por Pococke al latín, en 1671 Baruch de Spinoza, lo tradujo al holandés y es sospechoso el parecido del tercer grado de conocimiento del judío de origen español, con el del filósofo andalusí. Sin embargo, en ese año Spinoza ya tenía elaborada su teoría del conocimiento, y por tanto, desde la rigurosidad de la investigación científica, solo podemos hablar de coincidencias entre ambos filósofos.

En el tercer grado del conocimiento Spinoza nos explica en la Ethica geometrico ordine demonstrata cómo podemos llegar a la unión con el Absoluto y conocer las esencias sub specie aeternitatis: Concebimos las cosas como actuales de dos maneras; o bien en cuanto concebimos que existen en relación a un tiempo y lugar determinado, o bien en cuanto concebimos que están contenidas en Dios y se siguen unas de otras en virtud de la necesidad de la naturaleza divina.

Ahora bien, las que se conciben como verdaderas o reales de esta segunda manera, las concebimos desde la perspectiva de la eternidad, y sus ideas implican la esencia eterna e infinita de Dios. [E5p29esc].

"Mas esta esencia divina se identifica con su misma posesión, y su posesión misma es la esencia; luego él era la misma esencia divina (El Filósofo autodidacto 96)"

Ibn Tufayl también nos había explicado cómo el protagonista Hayy de su novela de ficción filosófica El filósofo autodidacta, llegó a la unión intuitiva con Dios, en el nivel más alto del conocimiento: de aquí infería necesariamente que quien consigue poseer el conocimiento de la esencia divina, posee la esencia divina, pero él (Hayy) había logrado el conocimiento, luego poseía la esencia. Mas esta esencia divina se identifica con su misma posesión, y su posesión misma es la esencia; luego él era la misma esencia divina (El Filósofo autodidacto 96).

No se conoce ninguna prueba que muestre que antes de 1671 Spinoza hubiera tenido ya en sus manos la obra de Ibn Tufayl, bien en su lengua original árabe o bien en la traducción hebrea, desde la que podría haber cogido su tercer nivel de conocimiento que ya tenía consolidado. Pero tuvo gran interés en esta traducción, pues tan solo un año después, en 1672 el filósofo judío la tradujo al holandés. Sin embargo, en su biblioteca personal sí que se hallaron muchas obras de la literatura española del siglo de Oro y sobre todo de Maimónides el gran filósofo judío cordobés, contemporáneo de Ibn Tufayl. Si algún día algún investigador encontrase la obra de Ibn Tufayl en árabe entre los papeles de Spinoza, podríamos decir que Spinoza sí que aceptó y siguió la teoría del último grado del conocimiento de Ibn Tufayl. Pero tanto la biblioteca como los enseres personales de Spinoza fueron vendidos para pagar su entierro, pues gran filósofo racionalista fue expulsado de la Sinagoga y estuvo solo, alejado de los suyos.

En definitiva, ambos filósofos coincidieron en considerar que el nivel más alto de nuestro conocimiento, nos permite unirnos con Dios. De esta manera la huella de Ibn Tufayl brotó de nuevo en la modernidad. Como el río Guadiana volvió a salir a la superficie del pensamiento filosófico.

Manuel Valero Domènech
Doctor en Filosofía
Profesor de Enseñanza Secundaria en Melilla.

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¿Nos deshumaniza el capitalismo? https://elfarodeceuta.es/deshumaniza-capitalismo/ Sat, 03 Aug 2024 02:15:29 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1082771 Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse. José Ortega y Gasset: El hombre y la gente Definir algo es complicado. La definición supone una generalización que, irremediablemente, deja fuera objetos supuestamente agrupados dentro de la propia definición, quedando como excepciones. Si lo […]

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Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse.

José Ortega y Gasset: El hombre y la gente

Definir algo es complicado. La definición supone una generalización que, irremediablemente, deja fuera objetos supuestamente agrupados dentro de la propia definición, quedando como excepciones. Si lo intentáramos con cualquier cosa, por ejemplo una silla, o unos pantalones, encontraríamos dificultades para alojar dentro del concepto todos los objetos a los que llamamos sillas, o pantalones. Por eso se dice que el lenguaje simplifica la realidad, y es esta una simplificación necesaria para el entendimiento e, incluso, la supervivencia. Si es difícil definir una silla, imaginémonos conceptos abstractos como el de verdad, belleza, justicia o humanidad: la dificultad se amplifica enormemente.
La expresión latina exceptio probat regulam suele traducirse como “la excepción prueba la regla”. Personalmente, esta extraña sentencia siempre me pareció absurda y contradictoria; hace años, una rápida búsqueda me confirmó que, efectivamente, la mejor manera de traducirla es “la excepción pone a prueba la regla”, lo cual supone un reconocimiento de que la realidad no se deja atrapar fácilmente por conceptos o por términos. Más aún cuando se trata de definir algo que tenemos tan presente que aún no hemos tomado la distancia suficiente como para verlo desde distintas perspectivas, más neutro, menos vivido, más pensado. Este podría ser el caso de este sistema económico, social y político que llamamos capitalismo.
Sin embargo, estoy convencido de que la mejor definición de filosofía es aquella que afirma que es el mejor modo de pensar las cosas. Siguiendo esto, si queremos responder a la pregunta inicial debemos recurrir al modo filosófico de plantear preguntas. ¿Nos deshumaniza el capitalismo?
¿Qué nos hace humanos? Si la respuesta es biológica, aun siendo de enorme dificultad, podríamos llegar a un acuerdo recurriendo a la biología y a la genética, y trataríamos de describir lo propiamente humano; si la respuesta es cultural, implicaría que cualquier cosa que digamos sobre “lo humano” pasa a ser de una definición a una caracterización valorativa, y pasaríamos a prescribir lo que es verdaderamente humano. Si el capitalismo nos deshumaniza, entonces presuponemos la existencia de unos valores humanos universales presentes en toda cultura, en todo periodo, en toda circunstancia de la historia de la humanidad: es la perspectiva que llamaremos esencialista o universalista. Pero considerar esto nos llevaría a pensar en que podríamos estar cayendo en un etnocentrismo, más concretamente, en un eurocentrismo: considerar unos valores culturales, una forma particular de entender el ser humano como un universal absoluto. Cualquier lectura de un libro de antropología nos despertaría de tal sueño esencialista. Si hay sillas que no corresponden a la definición estándar de “silla”, ¿cuántos ejemplos de sociedades humanas no corresponden a estos valores?
Tomemos como ejemplo algunos de los conceptos sobre la humanidad que manejaba la Ilustración europea del siglo XVIII. Racionalidad, progreso, ciencia, igualdad, libertad, derechos y deberes…Echemos un vistazo a algunas de las distintas culturas que son, y han sido en nuestra historia: las excepciones no es que pongan a prueba la regla, es que la anulan. Tales conceptos sirvieron, de hecho, como acicate para destruir culturas que no cumplían con la definición, a saber, la mayor parte de la humanidad, y justificó su colonización definitiva: tenían que pasar de salvajes, primitivos, a civilizados, en un proceso violento de aculturación. Se entendió, en definitiva, que el fin justificaba los medios.
Por otro lado está la perspectiva relativista, que afirmaría que no existe un concepto de humanidad, ni una forma única de humanizarse, y que cada cultura dispone acertadamente de su propia concepción de lo que es ser humano. Aquí queda excluida la imposición de unos valores determinados, incluídos los Derechos Humanos. Recuerdo una vez que un amigo trajo a un conocido suyo procedente de un país árabe, donde no existe la igualdad de género. En un momento de la noche, fuimos a una discoteca donde había algunas mujeres haciendo de “gogós”, bailando con poca ropa encima de una tarima. A nosotros nos parecía normal, tanto que ni nos preguntábamos sobre ello (¡era tan cercano a nuestra costumbre y estábamos tan habituados!), pero a nuestro visitante le horrorizó, y cuando no pudo aguantar más, nos dijo: ¡qué manera de deshumanizar a esas mujeres! Desde esa perspectiva, desde luego, esas bailarinas no estaban ejerciendo la libertad de ganar algún dinero haciendo algo que les gustaba, más bien habían sido degradadas a una condición de objeto sexual deshumanizante.
Así pues, ¿el capitalismo nos deshumaniza? Tomando de ejemplo el esencialismo de los valores ilustrados, sí, pero ya hemos visto los problemas que esto conlleva. Se podría argumentar, además, que lo propiamente humano es comerciar, medrar socialmente, hacer méritos y recibir recompensas por ello, cooperar para obtener beneficio mutuo, y que justamente es el capitalismo el sistema que mejor ha sabido traer esto a la humanidad, aportando la no coacción entre individuos libres. Bastaría un vistazo al pasado para darse cuenta de que la del ser humano es una historia de opresión y sometimiento continuo hasta la implantación del sistema capitalista. Teniendo esto en cuenta, el capitalismo entonces nos humanizaría. Pero esto trae numerosas dificultades.
Baste citar un ejemplo que recuerda Rafael Sánchez Ferlosio en su libro Mientras no cambien los dioses nada ha cambiado. Merece la pena traer la cita aquí: “Humboldt describe bien la persistencia de esta falta de proyección todavía en los mejicanos de 1804, al echar de menos, no sin un cierto deje de desdén, que no salgan siquiera doscientos hombres capaces de `dedicarse a un oficio tan duro, a una vida tan miserable como es la del pescador de cachalotes (…) en un país donde, según la opinión común del pueblo, el hombre es feliz solo con tener plátanos, carne salada, una hamaca y una guitarra´, para apartarse de él e ir `a luchar con los monstruos del Océano´”. Se refiere a Alexander von Humboldt, naturalista, geógrafo, explorador, humanista, ecologista y astrónomo alemán. La idea es que ni siquiera alguien tan reconocido como Humboldt es capaz de darse cuenta de la relatividad de los valores capitalistas, con lo cual proyecta sobre, en este caso, los caribeños mejicanos, un concepto de humanidad y de humanización que es, en definitiva, marcadamente ideológico, en el sentido marxista del término.
Pero, ¿cómo escapar de la ideología? Aceptando que la mejor definición de filosofía es pensar las cosas del mejor modo posible, filosofemos, pues podría ser nuestro mejor intento. Si consideramos el capitalismo como un sistema que reduce las relaciones humanas a una transacción económica en búsqueda de la mayor utilidad (homo economicus), entonces desde ciertos valores el capitalismo nos deshumaniza. Si lo vemos como un sistema que, comparado con otros sistemas históricamente existentes, trae beneficio material a una mayor parte de la humanidad, y que eso presupone una libertad anterior para realizarlo, entonces nos parece lo contrario. Ahora bien, ¿podría el capitalismo humanizarnos más, o mejor? Creo que eso tiene un nombre: Estado del Bienestar.
Teniendo en cuenta los problemas que acarrean tanto las posturas esencialistas como las relativistas, se abre una nueva posibilidad. Como sociedad, y como sociedad global interconectada, ¿qué preferimos? ¿Cuál sería nuestra elección?
¿Qué queremos para un futuro? ¿Qué nos parece mejor?
Filosofemos. Y ¿qué mejor forma de pensar si no junto con los demás?
Dialoguemos.

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El noble arte del insulto o por qué no me gusta la fruta https://elfarodeceuta.es/noble-arte-insulto-por-que-no-gusta-fruta/ Wed, 24 Jul 2024 02:10:46 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1078674 No hace mucho que un ministro del Reino de España llamaba «saco de mierda» a un jefe de prensa, que la presidenta de una comunidad autónoma mascullaba un «hijo de puta», desde la Tribuna de invitados, al presidente del Gobierno y que dos grupos parlamentarios protagonizaban una batalla de insultos, obligando a la presidenta de […]

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No hace mucho que un ministro del Reino de España llamaba «saco de mierda» a un jefe de prensa, que la presidenta de una comunidad autónoma mascullaba un «hijo de puta», desde la Tribuna de invitados, al presidente del Gobierno y que dos grupos parlamentarios protagonizaban una batalla de insultos, obligando a la presidenta de la Cámara a paralizar el debate y tener que llamar al orden.
Cuentan que, en cierta ocasión, uno de los leones del Congreso se jubiló y fue sustituido por otro más lozano. El león inexperto llegó a primera hora y, al tomar su sitio en la escalinata, comenzó a estuchar un lejano rumor de voces que parecían provenir del hemiciclo: «¡Ladrón, corrupto, desleal, fascista, felón, gánster, gilipollas, incompetente, inepto, mediocre, mentiroso, tirano, traidor…!» y, atónito, preguntó al veterano: «¿Ya se están peleando?». A lo que el otro respondió: «Tranquilo, solo están pasando lista».
Posiblemente, como el león novato, nuestros jóvenes, los futuros ciudadanos, solo han escuchado insultos en la boca de nuestros políticos. Y esto es algo triste y descorazonador. Duele en el alma ser testigo de cómo las antiguas y nobles artes se van perdiendo, porque ni a nuestros zagales les da por practicarlas como es debido, ni a nosotros por enseñárselas. Vociferar «¡hijo de puta!» no es insultar, sino graznar.
Dos personas que sí dominaban el noble arte del insulto fueron Ramón del Valle-Inclán y Julio Camba. Ambos escritores rivalizaron por un puesto de embajador en París. Camba, para deslucir los méritos de su oponente, espetó que Valle era tan inepto para el cargo que ni sabía como pedir una trucha en francés. Don Ramón respondió que, efectivamente, no tenía la menor idea, pero que el impedimento tenía fácil solución: la República debía nombrarlo a él embajador y a Camba, cocinero. Así Camba podría ir todos los días al mercado parisino y hacer buen uso de su talento para comprar truchas y cocinárselas al embajador.

"Para que nuestros jóvenes llegasen a dominar el improperio, más provecho encontrarían en Schopenhauer que en Ayuso. El alemán escribió un utilísimo manual para injuriadores amateur bajo el título El arte de insultar"

Para que nuestros jóvenes llegasen a dominar el improperio como lo hacían estos dos maestros gallegos, más provecho encontrarían en Schopenhauer que en Ayuso. El alemán escribió un utilísimo manual para injuriadores amateur bajo el título El arte de insultar. En él se puede consultar un amplio catálogo de escarnios, descalificaciones, invectivas, mofas, denuestos, críticas, reprobaciones, ironías, censuras y sarcasmos que van mucho más allá del tan manido «¡hijo de puta!». Schopenhauer aconseja que, siempre que se pueda, se argumente, pero que cuando nos topemos con aquel imbécil que no ceja en su empeño de repetir sandeces, lo mejor es pasar, sin remordimiento, al insulto, con una condición: hacer siempre uso del humor, el ingenio y la inteligencia. Y, añade el alemán, para que el vituperio sea eficaz, se debe procurar que este sea agudo, lúcido, certero, preciso y tenga como objetivo desconcertar a nuestro oponente sin caer en la ordinariez. Todo ello hará del insulto un arte del que Schopenhauer dio buena muestra de virtuosismo, como así muestra la anécdota de la extraña ceremonia que el filósofo realizaba cada vez que comía en el restaurante del hotel Inglés. Al comenzar la comida ponía una moneda de oro sobre la mesa y, al acabarla, se la volvía a meter en el bolsillo. Un día, uno de los camareros le preguntó por el significado de aquel extraño rito. Schopenhauer les desveló a los que se encontraban en aquel comedor que se trataba de una apuesta: todos los días se jugaba donar la moneda a los pobres, si los oficiales ingleses que allí comían hablaban de algo que no fuera caballos o mujeres. Aun así, advierte Schopenhauer, el vituperio solo debe usarse como último recurso y lo preferible es escoger bien a nuestros interlocutores. Un parlamento aderezado con un «hijo de puta» o un «saco de mierda» nada aporta a al debate democrático, todo lo contrario, lo vuelve un engrudo que hace imposible el libre intercambio de ideas del que nacen las soluciones comunes a los problemas de todos. Quizás, el abuso del insulto, al que peligrosamente nos estamos acostumbrando, no sea una cuestión de mala educación. Quizás, haya detrás una consciente intención de boicotear el diálogo de los ciudadanos, la entraña misma de la democracia. Sea como fuere, el insulto en la política debiera ser lo que la anchoa a la pizza: el encuentre esporádico y sorpresivo con un medido trozo, alegra y despierta el paladar con un ajustado golpe de sal. Pero, es muy fácil pecar de hybris y convertir la genialidad en aberración. Traspasar los límites naturales convierte algo suculento y nutritivo en basura.

Este artículo fue publicado por Eduardo Infante en Redes (El País).

Eduardo Infante

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Huelva, 1977. Filósofo, escritor y profesor. Estudió Humanidades en Universidad de Huelva y Filosofía en la Universidad Pontificia de Salamanca. Veinte años como docente impartiendo filosofía con métodos nada convencionales: explica a Aristóteles paseando por el parque, invita a practicar el cinismo en las calles comerciales de la ciudad o narra el juicio a Sócrates en el juzgado.

Autor del bestseller internacional Filosofía en la calle, No me tapes el sol: cómo ser un cínico de los buenos y Gastrosofía: Una historia filosófica de la filosofía. Columnista. Asesor filosófico del programa de televisión Quién educa a quién (RTVE). TED speaker. Colaborador en el programa Aprendemos Juntos de la Fundación BBVA y El País. Conferenciante.

Divulgador de la filosofía en redes sociales. Director del podcast “Filosofía en la calle” en la plataforma SONORA (A3Media).

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Sutileza de la filosofía https://elfarodeceuta.es/sutileza-filosofia/ Wed, 17 Jul 2024 02:15:35 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1076008 Los primeros filósofos buscaron el origen del mundo en aquello que más abundaba: la materia. Llamaron a esta arjé y se dispusieron a identificarla. Para Tales fue el agua, para Empédocles, la tierra; para Anaxímenes el aire y para Heráclito el fuego. Pero el gran revolucionario fue Anaximandro, puesto que dio en el clavo del […]

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Los primeros filósofos buscaron el origen del mundo en aquello que más abundaba: la materia. Llamaron a esta arjé y se dispusieron a identificarla. Para Tales fue el agua, para Empédocles, la tierra; para Anaxímenes el aire y para Heráclito el fuego. Pero el gran revolucionario fue Anaximandro, puesto que dio en el clavo del asunto: Si se pretendía buscar una sustancia primigenia, origen de toda la realidad, esta no podía encontrarse ya entre nosotros, puesto que de ser así, también nos deberíamos interrogar acerca de su origen y perdería su característica de primigenia. Anaximandro la llamó lo apeiron (infinito, porque, como una célula madre, de ella salieron todas las cosas; e indeterminada puesto que poco podíamos decir de ella debido a que ya no se encontraba entre nosotros).
Los griegos confiaban más en sus razonamientos que en la realidad, reducida esta a entelequia o a meras apariencias. El apeiron de Anaximandro, el número de Pitágoras, el ser de Parménides o los átomos de Leucipo y Demócrito, no eran más que abstracciones que empezaron lo que vino a ser una espiral de sublimación de lo concreto a lo sutil, que llegó hasta el helenismo y perduró a través del tiempo hasta el renacimiento.
Tras el abandono de aquella materia primigenia (arjé) por parte de Platón, que la sustituyó por la idea o forma pura, sin materia que la sustentara, Euclides afirmó que el centro del mundo era el punto «lo que no tiene partes», cuyo radio era cero y contenía en potencia el infinito. Su movimiento generaba la línea, una longitud sin anchura; y el suyo, el plano, que no tenía grosor. Aristóteles habló del éter: una sustancia imperecedera y delicada que conformaba el cielo y los astros; y más tarde, por sublimación, que la esencia del universo estaba en el alma: una entidad leve, alada y vibrátil más etérea que el éter. La sublimación había llegado a su punto más álgido y la sutileza de los planteamientos se tornó radical.
Durante catorce siglos esta visión sutil y antimaterialista del mundo dominó el ambiente cultural y académico. La única novedad relevante la produjo el cristianismo al introducir la dimensión temporal, ignorada sistemáticamente por los griegos, aunque el tiempo quedaba restringido al acto de creación. Teología y ciencia fueron así unidas, la concepción del mundo griego fue sustituida por un fundamentalismo bíblico y se identificó al sacerdote con el sabio. Cuando en 524, Ancio Boecio, el último filósofo natural, fue ejecutado, llegó la oscuridad. Una oscuridad que duraría cerca de mil seiscientos años.

“No toda la realidad puede ser traducida a lenguaje matemático. ¿Quién puede calcular la cantidad de amor, de amistad o de generosidad que se posee? ¿Cuándo una fórmula matemática ha predicho y acertado los gustos musicales y literarios, o la atracción hacia una persona o ideología? ¿En qué unidades medimos la solidaridad, el apego o la tristeza?...”

En 1397, a raíz de unas conferencias de M. Chrysoloras en Florencia sobre lengua y literatura griegas, el mundo despertó y empezó un renacimiento de la cultura clásica. El persa al-Jwârizmî había introducido en las matemáticas el sistema de numeración hindú (utilizado hoy en día en todo el mundo), lo que permitía expresar cualquier número, y las matemáticas experimentaron un auge espectacular. El descubrimiento de las leyes de la perspectiva transformó la concepción del espacio, que ahora podía considerarse cuantitativamente (hasta entonces el tamaño indicaba importancia, ahora solo distancia, lo que impulsó la exploración y los grandes descubrimientos geográficos). Por su parte, la invención del reloj mecánico fue fundamental para medir el tiempo y controlarlo. Pero, fue Descartes quien dio el gran paso que situó finalmente al hombre por encima de la realidad. Con él, al fin el conocimiento se independizaba del mundo; este podía ser el que fuera, pero las herramientas para su conocimiento iban a ser, a partir de entonces, siempre las mismas, independientemente de cómo fuera efectivamente el mundo. Las leyes del conocimiento eran propias del conocimiento y, por ende, del hombre; no se derivaban del mundo. Estas herramientas y leyes no eran otras que la matemática. Todo empezó a ser observable y medible, la causalidad sustituyó a la finalidad y los filósofos naturales empezaron a reclamar para sí el título de científicos. Finalmente, tras la revolución científica moderna, la filosofía quedó rechazada definitivamente como herramienta que ampliara nuestro conocimiento del mundo natural. Todo debía de ser mesurable, traducido a números. Se inventaron unidades para medir el espacio, el tiempo, la velocidad, la fuerza, la energía, la cantidad de materia, la corriente… y fueron construidos diversidad de aparatos y fórmulas para poder calcularlas. Por fin, hasta la psicología y la sociología reclamaron el estatus de ciencias, recurriendo a la medición de la conducta y a la estadística. Parecía que ya no había espacio para la sutileza y que el análisis cualitativo quedaba relegado definitivamente por el cuantitativo.
Sin embargo, no toda la realidad puede ser traducida a lenguaje matemático. ¿Quién puede calcular la cantidad de amor, de amistad o de generosidad que se posee? ¿Cuándo una fórmula matemática ha predicho y acertado los gustos musicales y literarios, o la atracción hacia una persona o ideología? ¿En qué unidades medimos la solidaridad, el apego o la tristeza?... Todavía hay espacio para la sutileza. Las cosas más importantes de la vida: el amor, la alegría, la empatía, los valores y principios… no admiten su traducción a cifras y por ello no son asunto de los científicos. La aparición de la ciencia y su apropiación de lo cuantitativo, lejos de suponer un lastre para la filosofía, lo que significó fue una liberación. Al fin los filósofos pudieron dedicarse a lo que realmente es importante en la vida y sus reflexiones, lejos de mostrarnos como seres esclavos de la causalidad, lo que hacen es mostrarnos el camino de la auténtica libertad.

Paco Bonilla (Denia, 1968)

Licenciado en filosofía por la Universitat de Valencia (1994) lleva dedicado a la docencia hace más de treinta años. Colaborador habitual en medios de prensa escrita es autor de varios libros, como La desacralización del cosmos. Posibilidad y función de las teorías cosmológicas, publicado por Esferas del Saber. Como novelista ha publicado recientemente El silencio de los pájaros y un libro de relatos: Durante la pandemia. Los escritos de Canfali.

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Ética e inteligencia artificial https://elfarodeceuta.es/etica-inteligencia-artificial-colaboracion/ Sat, 29 Jun 2024 02:10:30 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1068680 Inteligencia artificial es el término de moda en nuestro mundo. Resulta imposible navegar por la red sin que te asalte algún artículo comentando los últimos avances en este campo o sus inminentes y catastróficos peligros. Los anuncios que nos abordan en nuestro muro de Facebook están controlados por la IA diseñada por Zuckerberg y gestionada […]

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Inteligencia artificial es el término de moda en nuestro mundo. Resulta imposible navegar por la red sin que te asalte algún artículo comentando los últimos avances en este campo o sus inminentes y catastróficos peligros.

Los anuncios que nos abordan en nuestro muro de Facebook están controlados por la IA diseñada por Zuckerberg y gestionada por Meta, al igual que los tuits que nos aparecen en nuestro feed de la recién bautizada X, la famosa red de Elon Musk.

Software de reconocimiento facial, inversiones en banca, predicciones climáticas y apuestas deportivas, son algunas de las actividades que ya podemos dejar tranquilamente en ‘manos’ de una IA avanzada. Pero, como en todas las áreas de la vida humana, las cosas no son siempre blancas o negras, sino que tienden a matizarse en una amplia gama de grises.

Existen detractores y defensores de la IA a partes iguales. Últimamente hemos podido ver a gurús de las empresas tecnológicas muy preocupados por el desarrollo de esta ciencia y el mal que podría acarrear al género humano si no le ponemos estrictos límites ahora.

Sin embargo, no se mostraron tan apesadumbrados cuando las incipientes redes sociales, allá por los años 2005, comenzaban a robar y vender datos de sus usuarios para actividades comerciales. O más adelante en el tiempo, cuando los correos electrónicos difamaban a tal o cual candidato político, o fomentaban aquella o esta incursión militar. Ahora, sin embargo, parece que los departamentos de marketing hacen un trabajo más eficiente y estos magnates se muestran mucho más solidarios y humanistas.

El problema es que me cuesta mucho pensar que, una tecnología valorada en cientos o miles de millones de dólares vaya a ser censurada y limitada de una manera tan alegre. La historia ya nos ha demostrado que, en estas ocasiones, cuando una tecnología no es popular, las grandes multinacionales y los estados simplemente la convierten en clandestina, pero no dejan de investigar en su desarrollo. Si la UE o EEUU establecen un férreo coto a su financiación y crecimiento, los laboratorios, simplemente, se marcharán a países con una legislación más flexible y abierta.

Para arrojar un poco de luz al asunto, me gusta recordar al viejo Aristóteles que nos decía aquello tan famosos de que la virtud se encuentra en el punto medio. Limitar, prohibir, restringir, no suelen ser verbos que mariden bien con la libertad de pensamiento o de investigación. Los antiguos griegos, que debatieron sobre muchas de las cosas que aún hoy nos preocupan, dedicaron arduos esfuerzos a comprender y clarificar el papel de la educación en su sociedad.

Mientras que algunos defendían la necesidad de instaurar estados fuertes y legalmente sólidos que pudiesen controlar a sus ciudadanos (recordemos el famoso caso de la ciudad-estado de Esparta), otros, como Platón y su amada Atenas, mantenían viva la idea de que la educación era el mejor motor de convivencia pacífica y democracia.

inteligencia-artificial-colaboracion-filosofia-para-que-2Un ciudadano libre, que haya sido educado en igualdad con sus semejantes, que tenga pensamiento crítico y capacidad de argumentación, entiende fácilmente que un cuchillo no es un arma, sino una herramienta de cocina. Entiende, igualmente, que la limitación de 120 km por hora en autovía es por su seguridad y no un simple capricho de la DGT para recaudar. Y así, podríamos poner cientos de ejemplos.

La educación es la base del desarrollo de un país, de una sociedad civilizada, progresista y tolerante. Y en cuanto a las IA se refiere, el asunto tiene la misma raíz. No podemos privar al género humano de una tecnología tan útil y que, a la larga, facilitará nuestra vida de una forma asombrosa. Tampoco es justo que la condenemos a la clandestinidad por simple populismo. La solución, al menos en mi opinión, es aprender a utilizarla, domesticarla, comprender que se trata de una herramienta al servicio del bienestar de las personas.

Hoy día, muchos filósofos defienden (y con muy buenos argumentos) la idea de que la técnica ha superado a la naturaleza y que esta queda bajo el control de aquella. Que el lugar del hombre está ya supeditado para siempre al desarrollo de la tecnología porque hemos alcanzado el cénit de nuestra evolución biológica y que, a partir de aquí, solo podemos avanzar de la mano de las ciencias aplicadas como la Inteligencia Artificial.

Lo que nos depara el futuro es grandioso (exploración espacial, avances médicos, prótesis robóticas o teléfonos móviles flexibles, por ejemplo) pero todo ello carecerá de auténtico valor y utilidad si no viene previamente domado por la ética y la educación. Cualquiera que sea el área en el que progresemos, deberemos hacerlo siempre dentro de los marcos éticos y culturales propios de nuestra especie. Y, para que estos sean conocidos, debemos enseñarlos en las escuelas e institutos desde edades tempranas.

Es imprescindible trabajar como sociedad para que los futuros científicos, empresarios o técnicos cualificados no antepongan el bienestar particular, o el interés económico al interés general y social de la mayoría.

Esto no es algo nuevo, de hecho, la pedagogía ya contempla estos principios desde que aparece como disciplina a principios del siglo XIX de la mano de figuras como Pestalozzi o Froebel. Pero opino, humildemente, que hoy día el reto es mayor.

Nuestros antepasados no tuvieron nunca una capacidad tecnológica y científica tan potente como la que manejamos nosotros hoy día. Cualquier teléfono móvil con acceso a internet tiene muchísima más información de la que nunca estuvo al alcance de Newton, Kant o Einstein. Y eso, además de ser un privilegio para nuestra generación, es una gran responsabilidad. Y, como toda responsabilidad, demanda una gran dosis de integridad y ética. Para obtenerla, es fundamental la colaboración entre las escuelas públicas, la administración y los colectivos docentes.

La inteligencia artificial ha llegado para quedarse, y todos aquellos que intentan limitarla solo retrasan lo inevitable. En su lugar, propongo aumentar la inversión en educación primaria y secundaria en este tema. Formar a los maestros y profesores en el arte de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías. Establecer escuelas-taller públicas en los municipios e impartir cursos gratuitos para todos los vecinos, así como cursos online abiertos a toda la comunidad.

Nuevos grados especializados en estos menesteres e, incluso, escuelas superiores que desarrollen e investiguen esta tecnología. Y, especialmente, nuevos itinerarios curriculares en la Formación Profesional. Las posibilidades son múltiples, pero hay que ponerse manos a la obra para no quedarnos rezagados con respecto al resto de nuestros vecinos europeos.

El poder de la tecnología moderna es apabullante, pero no deja de ser un elemento que podemos controlar. Pero, en este caso, la legislación no es la respuesta, sino la educación. Por muchas leyes y normas que definamos para ponerle coto, las IA van a continuar su desarrollo y expansión. Así, es mucho más seguro contar con una red de ciudadanos educados en tecnología y que dispongan de las habilidades y herramientas adecuadas para su control de una manera ética y saludable.

Ciudadanos que puedan diferenciar noticias falsas y bulos, de aquella información veraz y contrastada, que huyan de los intentos de phishing o fraude digital y que puedan extraer todos los beneficios que este nuevo mundo digital nos ofrece.

Fernando Raúl Rosado Carmona

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Graduado en Filosofía y Máster en Filosofía y Cultura Moderna por la Universidad de Sevilla.
Máster en Formación del Profesorado por la Escuela Internacional de Postgrado (Sevilla).

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¿Somos realmente libres? https://elfarodeceuta.es/somos-realmente-libres-filosofia/ Fri, 16 Feb 2024 03:20:27 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1008414 El tema de la libertad es muy extenso y está presente en la vida cotidiana de todo ser humano. De alguna forma, las personas no pueden dejar de escoger entre varias posibilidades. Este hecho a algunos individuos les puede angustiar, es decir, les crea una sensación de incertidumbre, porque dependiendo de lo que elijan puede […]

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El tema de la libertad es muy extenso y está presente en la vida cotidiana de todo ser humano. De alguna forma, las personas no pueden dejar de escoger entre varias posibilidades. Este hecho a algunos individuos les puede angustiar, es decir, les crea una sensación de incertidumbre, porque dependiendo de lo que elijan puede tener unas consecuencias u otras, ya que lo desconocido provoca miedo. Sin embargo, el hecho de poder gozar de libertad para encaminarse a los objetivos de autorrealización es una característica propia del ser humano, a diferencia de los animales, más sometidos a los instintos.
En ocasiones, a la hora de tomar decisiones y ver las limitaciones o las implicaciones en estos momentos de la vida, viene una lluvia de preguntas a la mente de los sujetos que hacen llegar a la duda bajo la palabra “libertad”: ¿somos libres? ¿Somos libres, pero tenemos límites? ¿Por qué no actuamos como deseamos? Y por último: ¿qué entendemos por libertinaje? Una posible respuesta a toda esta línea de pensamientos, sería ver la libertad como pequeños objetivos que tiene todo individuo por cumplir y así llegar a la felicidad y satisfacción, pero sin olvidar también la realidad donde habita a nuestro alrededor.
Por un lado, puede afirmarse que la esencia de los humanos es la libertad. En la ética, la rama de la filosofía que estudia el bien, es el ámbito donde se pueden desplegar mediante el buen uso de la razón las decisiones tratando de hacer el menor perjuicio a los demás y convertirse en seres morales. Sin embargo, la presión social es muy fuerte en la época actual, en la libertad de conciencia radica un espacio que no puede ser colonizado por la opinión general. Esta tensión forma parte de la construcción del individuo como persona; el hecho de que pueda decantarse por una u otra opción es fundamental para construir su personalidad frente a la multitud sin ser coaccionado por otros individuos. Cuando las personas se sienten oprimidas porque no pueden desplegar su esencia, siempre pueden buscar la forma de expresarse. También pueden hacerlo mediante los sentimientos, para así hacer frente a la sociedad la esencia de uno mismo, no dejarse engañar por la apariencia y sobre todo sentirse a uno mismo escuchado.
Sin embargo, hay muchas personas que prefieren que los demás elijan por ellos; son aquellas personas que tampoco quieren hacer un uso crítico de su pensamiento; prefieren seguir a un líder o a la moda del momento. En definitiva, depositan su libertad en manos de los demás, por lo que no es responsable de sus actos, manteniendo una actitud infantil.
En distintas épocas, los filósofos se han hecho cargo tanto del derecho como del peso de la libertad. Por ejemplo, Sartre afirmó que “el ser humano está condenado a ser libre” o como decía Kirkegaard: “la angustia es el vértigo de la libertad. Lo que quieren decir es que la emoción o el sentimiento que acontece con la conciencia de la libertad, cuando los individuos se dan cuenta de que depende de sí mismos el resultado de sus acciones, por tanto son responsables y no tienen excusas; la angustia puede aparecer cuando un propio individuo se siente abrumadoramente responsable.
Por otro lado, la libertad no es algo absoluto. También las personas no son libres porque están determinadas por varios factores (naturales, sociales, culturales y/o políticos), debido a que viven dentro de civilizaciones. Por ejemplo, una persona que vive en Corea del Norte no tiene las mismas libertades que una persona que reside en un país de la Comunidad Europea. En este caso, es verdad que tanto una como otra tienen derecho a ser libres, pero está claro que no es lo mismo vivir en una democracia representativa que en una dictadura. Dependiendo del sistema de gobierno que en cada Estado rija, las posibilidades de ser libre se verán más reducidas o más abiertas. De ser abierta permite conducir al desarrollo de las capacidades individuales y colectivas, motor de progreso y garantía de bienestar. En cambio, si fueran libertades reducidas, afecta a la psicología del individuo, como por ejemplo llegar a sufrir carencia de socialización, falta de tomar decisiones personales, familiares o sociales, tristeza, miedo sobre uno mismo e incluso caer en la depresión o ansiedad.
Así pues, el factor importante a tener en cuenta cuando hablamos sobre “libertad” son los límites, los cuales nos permiten disfrutar de la libertad, creando así un espacio de respeto y cortesía para todo el mundo, sin caer en el libertinaje. Es decir en la libertad negativa, como por ejemplo hacer un mal uso de la libertad de circulación dentro de España; según el artículo 19 de la Constitución Española: “los españoles tienen derecho a circular libremente por todo el territorio nacional”. Por lo tanto, una persona decide viajar de Madrid a Galicia para visitar a su familia, pero como va muy justo de tiempo, empieza a saltarse los semáforos en rojo y las señalizaciones, finalmente le para la policía y le pone una multa. Está claro que puede ir de un lado a otro por todo el país, pero eso no le da el derecho a no respetar las normas de circulación, los peatones u otros conductores de su alrededor, solo porque desea llegar a tiempo. Por consiguiente, estos hechos le pueden causar trágicas consecuencias.
Por último, la libertad es un derecho pero también es una responsabilidad. También, como seres sociales, no existe la libertad absoluta. Además, la libertad está condicionada por la convivencia con los demás. A menudo se dice: “mi libertad finaliza donde comienza la tuya”.
¿Qué se trata de decir con esta afirmación? Pues, que se debe respetar al otro para que también pueda disfrutar de su libertad.
La libertad no garantiza la felicidad, pero ayuda a buscarla. Igualmente, disfrutar de ella ayuda a los sujetos a estructurar su forma de ser y dar paso a una identidad teniendo en cuenta el código moral.

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La felicidad https://elfarodeceuta.es/felicidad-filosofia/ Mon, 15 Jan 2024 03:25:24 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=995101 Pocos pensadores “serios” hablan hoy sobre temas como el amor o la felicidad. Su realidad lingüística, como términos abstractos de carácter subjetivo, los convierten en temas tabú para aquellos autores que tratan de la realidad humana desde una pretensión de seriedad. Así, estos temas tan importantes quedan hoy relegados, en la mayoría de las ocasiones, […]

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Pocos pensadores “serios” hablan hoy sobre temas como el amor o la felicidad. Su realidad lingüística, como términos abstractos de carácter subjetivo, los convierten en temas tabú para aquellos autores que tratan de la realidad humana desde una pretensión de seriedad. Así, estos temas tan importantes quedan hoy relegados, en la mayoría de las ocasiones, a manuales de autoayuda, dado que su importancia capital para el ser humano proporciona buenos ingresos, aunque a quienes aspiramos a tratarlos con un mínimo de rigor nos de reparo el tratar con ellos.
La felicidad es una idea variable. Ha habido un tránsito desde la concepción de esta como algo que sucede a los humanos y sobre lo que estos no tienen ningún control; hasta la moderna, como un derecho natural de los seres humanos que progresan en pos de ese destino. Entre medias, ha pasado de concebirse como el bien supremo al que los hombres pueden aspirar gracias al cuidado de sí mismos, en el mundo griego clásico y helenístico, a entenderse como la recompensa sobrenatural que solo puede alcanzarse a través del sufrimiento y la muerte, en el cristianismo y, más tarde, como una felicidad terrenal entendida como placer.
Desacralizado el mundo y eliminado de él Dios, el placer ocupa el puesto antaño reservado para el bien, con lo que definitivamente felicidad y virtud rompen sus ancestrales lazos quedando la felicidad únicamente como persecución de la satisfacción de un deseo, hasta el punto de eliminarse los valores tradicionales e identificarse la felicidad con los placeres más triviales y egoístas. El problema es que la felicidad, así entendida, supone una pérdida enorme para los valores de solidaridad y libertad.

Hoy, la vida se caracteriza por ser una constante búsqueda de lo absoluto. La búsqueda de Dios, perfección absoluta, la felicidad absoluta, el amor perfecto, etcétera. Constantemente vemos, oímos y leemos debates acerca de quién es el mejor en su campo de actividad. Se habla del mejor deportista , de la mejor novela, del jugador total, y se establecen rankings. En ética hablamos de bueno o malo, de justo o injusto; siempre a ese absoluto se le opone su opuesto radical, entendido a su vez como un absoluto negativo, y así, cuando hablamos de Dios, siempre se le opone el demonio, no hay un término medio.
La felicidad se persigue continuamente en los más diversos campos, siempre de un modo radical, y su no obtención se experimenta como fracaso e infelicidad suprema. Los técnicos de la psique (psicólogos, psiquiatras, …) tienen el campo abonado y se afanan en poner nombre a toda la sintomatología derivada de esta concepción de la vida. Así, lo que no deja de ser tristeza o tristura derivada naturalmente de la vida y el quehacer cotidiano es convertido en sintomatología y se trata farmacológicamente o en largas sesiones terapéuticas; cuando, desde una concepción de la vida radicalmente distinta, la percepción de esto hechos comunes, como el fracaso y la muerte, no dejarían de ser más que simples anécdotas que se verían de manera natural.
La vida es un camino y un fin a la vez, es una tarea que, al realizarla, se cumple sin necesidad de plantearnos dónde nos llevará ese camino; todos lo sabemos. Por el mero hecho de vivir aspiramos a la felicidad, a la consecución de una metas que nos permitan autorrealizarnos. La felicidad es un bien que se busca continuamente y que depende de las pretensiones, proyectos e ideales que tenemos, partiendo de nuestras propias limitaciones. Pero, sobre todo, es siempre una proyección de futuro que nunca terminamos de alcanzar. Es una ilusión o una esperanza que da sentido a nuestra vida, pero principalmente a nuestra dimensión temporal. Es por ello imprescindible la conformidad íntima de lo que se quiere y lo que se vive a nuestra condición y se busca en la cotidianeidad. Identificar felicidad con placer, interés, bienestar, dinero o poder elimina esa dimensión temporal e irracional de la vida.

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La Piedad https://elfarodeceuta.es/piedad-compasion/ Fri, 05 Jan 2024 03:25:27 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=992128 Recuerdo cuando de niños los correctivos aplicados por padres, maestros, educadores o agentes de la ley eran siempre de tipo físico. Nos decían: “La letra con sangre entra” o “Quien bien te quiere te hará llorar”. Y sí, llorando y magullados regresábamos a nuestras habitaciones, rincones, pupitres o casas para lamernos las heridas con el […]

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Recuerdo cuando de niños los correctivos aplicados por padres, maestros, educadores o agentes de la ley eran siempre de tipo físico. Nos decían: “La letra con sangre entra” o “Quien bien te quiere te hará llorar”. Y sí, llorando y magullados regresábamos a nuestras habitaciones, rincones, pupitres o casas para lamernos las heridas con el convencimiento de que lo único que habían conseguido era aumentar nuestro resentimiento. En realidad era una manera de pagar sus frustraciones con nosotros ante el sentimiento de fracaso que experimentaban, por mucho que lo quisieran disfrazar de acto piadoso por nuestro bien.
En los autos de fe, los condenados eran expuestos en el quemadero, hoguera premonitoria del Fuego Eterno, que tardaba en quemar y consumarse hasta la muerte del reo cerca de dos horas (a veces tres). Un tiempo de atroz sufrimiento para los pobres encausados. Como señal de piedad, los inquisidores colocaban mantillas húmedas y heladas en la frente de los desgraciados, lo que no hacía más que dilatar el tiempo de la muerte y alargar su sufrimiento.
Los dominicos, responsables de aquella “santa” institución y que daban a bien llamarse a sí mismos “los perros del Señor”, tenían la costumbre de pedir perdón a sus víctimas por los tormentos ocasionados con el fin de redimirlas, abrazándolas y dándoles sonoros besos a través de sus capuchas. Era una ceremonia que dejaba desconcertado al reo. Sin embargo, quienes mostraban auténtica piedad eran los familiares, quienes al acudir a despedirse para siempre lo abrazaban y depositaban en sus ropas y pelo pólvora para que al arder más rápido acortara su agonía.
En el Japón antiguo esta piedad era mostrada por el amigo, Kaishaku, quien provisto de una katana seccionaba la cabeza de quien se suicidaba mediante el procedimiento del Harakiri para restituir el honor de su familia, según el código ético del samurái bushido. Mientras el inmolado, de rodillas, se clavaba el tantó en el abdomen, haciéndose un corte de izquierda a derecha, lo que dejaba sus vísceras expuestas provocándole un terrible sufrimiento que se podía prolongar durante varias horas de agonía; el Kaishaku, seleccionado por el suicida de entre sus allegados o amigos, ponía fin a este sufrimiento decapitándolo.

"Sin embargo, quienes mostraban auténtica piedad eran los familiares, quienes al acudir a despedirse para siempre lo abrazaban y depositaban en sus ropas y pelo pólvora para que al arder más rápido acortara su agonía"

En tiempos no tan lejanos, los verdugos más piadosos eliminaban la bola del tornillo del “garrote vil” y lo afilaban para que el ajusticiado muriera rápidamente y no entre los estertores de la asfixia. Aunque el macabro aparato estaba diseñado para producir una rápida muerte del reo por aplastamiento del bulbo raquídeo o rotura de la cervical, lo que debía producir una muerte instantánea, la realidad es que raramente sucedía así, puesto que dependía en gran medida de la fuerza física del verdugo y la resistencia del cuello del condenado, lo que provocaba que la muerte sobreviniera por un estrangulamiento que alargaba la agonía del condenado.
Quizá uno de los casos más conocidos de piedad fue el de el médico francés Joseph Ignace Guillotín, quien en 1789 propuso el mecanismo de la guillotina. Su propuesta consistía en igualar las penas extendiendo el uso de la decapitación, hasta entonces privilegio de la aristocracia, a los reos de todas las clases sociales y “humanizar” su aplicación proponiendo un aparato “cuyo mecanismo cortaría la cabeza en un abrir y cerrar de ojos”.
En Estados Unidos, durante lo que se dio en llamar la “guerra de las corrientes”, un empleado de Thomas Edison inventó la silla eléctrica, basada en la corriente alterna en un intento de Edison para desprestigiar esta corriente desarrollada por su competidor Nikola Tesla. En 1886, un comité establecido por el estado de Nueva York dictaminó que el nuevo sistema de ejecución era más humano y debía reemplazar a la horca y desde entonces fue empleado hasta que se decidió buscar otro método más económico y práctico que fue la inyección letal, aunque en algunos estados de EEUU se sigue utilizando. El método de ejecución consistía en dos descargas eléctricas, la primera de 1750 voltios con una duración de 20 segundos, seguida de una pausa de 15 segundos, para posteriormente aplicar otra descarga de la misma intensidad durante 15 segundos más. Aunque se consideraba que la inconsciencia debía producirse en una fracción de segundo, en lo que se consideraba una forma piadosa de ajusticiar al reo, la realidad era que muchos de los reos terminaban con la cabeza ardiendo y gritando de dolor por problemas en el transformador, llegándose a administrar sucesivas descargas en lo que era un castigo cruel e innecesario.
Cuando se posee una única visión de lo que debe ser la realidad y todo lo que no se ajusta a esa visión se elimina o se intenta modificar por medios drásticos, las atrocidades se camuflan de piedad. Quizá nos encontremos en una encrucijada histórica y sea necesario recordar que la realidad es lo que es y no lo que queremos que sea, que esta es diversa y plural y que el mundo es suficientemente grande para dar cabida a todos. Querer ajustarla a una particular visión de ella, eliminando conductas e individuos que no se adaptan, no es otra cosa que totalitarismo, por más que queramos disfrazarlo de conductas piadosas, sea de la tendencia política o religiosa que sea.

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Utilizar la filosofía para mejorar la enseñanza https://elfarodeceuta.es/utilizar-filosofia-mejorar-ensenanza/ Fri, 22 Dec 2023 03:20:43 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=987564 Decía Marx que: “Hasta ahora la Filosofía se ha encargado de interpretar el mundo, lo que tiene que hacer ahora es transformarlo”. También el pensamiento debe de poseer armas materiales, no solo valen las intelectuales. Valga este ejemplo El Papel Crucial de un Departamento de I+D+I en Centros de Enseñanza de la ciudad de Ceuta: […]

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Decía Marx que: “Hasta ahora la Filosofía se ha encargado de interpretar el mundo, lo que tiene que hacer ahora es transformarlo”. También el pensamiento debe de poseer armas materiales, no solo valen las intelectuales.

Valga este ejemplo

El Papel Crucial de un Departamento de I+D+I en Centros de Enseñanza de la ciudad de Ceuta: Equiparable a las Industrias y Actividades de vanguardia.
Al hilo de los recientes datos del informe PISA en la que las ciudades de Ceuta y Melilla están a la cola de los datos del alumnado de ambas ciudades, como docente recién jubilado y preocupado de que esta mejora sea realidad, voy a tratar de justificar que la puesta en marcha de un departamento de I+D+I en cada uno de los centros educativos de Ceuta mejoraría estos resultados. Esta propuesta va en el sentido desde la posición en la que nos encontramos ir mejorando.
En el cambiante entorno educativo actual, la propuesta de incorporar departamentos de Investigación, desarrollo e Innovación (I+D+I) en los centros de enseñanza de Ceuta es, a mi modo de ver, de una importancia cada vez mayor. Si bien es común asociar la investigación y la innovación con industrias como la automotriz o la sanitaria; la realidad es que los centros educativos, como impulsores del cambio y la mejora también pueden beneficiarse sustancialmente de este enfoque. Propongo tomar los siguiente puntos a la hora de realizar una puesta en marcha de I+D+I.

Alumnos como Elemento Clave

Es innegable que cada centro educativo tiene una población estudiantil única, con características y necesidades particulares. Estamos, de hecho, ante la premisa de que "tenemos los alumnos que tenemos" como muy a menudo algunos responsables de la educación en Ceuta me han recordado. Sin embargo, esto no debe interpretarse como una limitación, sino como una oportunidad para entender mejor sus particularidades y diseñar estrategias educativas que se adapten a ellas.

Aplicación de Técnicas de Calidad

Las técnicas de calidad, reconocidas y aplicadas con éxito en diversas industrias, son igualmente pertinentes en el ámbito educativo. La implementación de estándares de calidad, evaluación continua y retroalimentación constante no solo mejora la eficacia del proceso educativo, sino que también sienta las bases para la introducción de mejoras significativas. De hecho estas técnicas han sido aplicadas para que alumnos de F.P. del Siete Colinas consiguiesen medallas en los campeonatos bianuales de los SKILL que se celebran a nivel nacional e internacional.
El parecido con el mundo Empresarial es bueno en la empresa o en el sector sanitario, también nosotros nos podemos adaptar a la constante necesidad de evolución y adaptación. La educación demanda un enfoque dinámico y proactivo. La creación de un departamento de I+D+I en centros educativos se asemeja a la necesidad de innovación en las industrias mencionadas donde la eficacia y la relevancia se definen por la capacidad de adaptarse al entorno de Ceuta en constante cambio.

Mejora continua y adaptación

En un mundo caracterizado por avances tecnológicos, cambios sociales y desafíos globales, la educación en Ceuta debe evolucionar de manera continua.
El papel del Departamento de I+D+I en centros educativos no es simplemente adaptarse a los cambios, sino liderar iniciativas que impulsen la mejora continua. Desde la implementación de nuevas metodologías pedagógicas hasta la incorporación de tecnologías emergentes; el objetivo es preparar a los estudiantes para un futuro que evoluciona rápidamente.

Impacto en la Comunidad Ceutí

Así como una empresa exitosa contribuye al bienestar de la sociedad, un centro educativo eficaz también tiene un impacto positivo en la comunidad. La formación de estudiantes competentes y críticos, capaces de afrontar los desafíos del mundo contemporáneo, es el fruto de una educación que se compromete con la investigación, el desarrollo y la innovación.

Conclusión

En conclusión, la creación de un Departamento de I+D+I en centros de enseñanza de Ceuta es tan esencial como en cualquier otra industria o actividad. Al abrazar la investigación y la innovación, los centros educativos no solo se adaptan a las necesidades cambiantes de sus estudiantes, sino que también se posicionan como motores de progreso en la sociedad ceutí. La inversión en este enfoque no solo mejora la calidad educativa, sino que también contribuye al desarrollo sostenible y al bienestar general de la comunidad educativa alumnos padres y profesores.

Alfonso Pérez Alonso

He sido profesor de secundaria de automatismos electricos en Aranda de Duero, Briviesca y Villadiego, profesor de Tecnologia en Burgos y Andorra, de Sistemas Electricos y Automaticos en Vigo, y los ultimos 14 años profesor de Estudios y Proyectos de Sistemas Energéticos en Ceuta.

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Liberalismo, España, coherencia (y II) https://elfarodeceuta.es/liberalismo-espana-coherencia-ii/ Fri, 15 Dec 2023 03:15:20 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=984536 En el artículo anterior (Liberalismo, España, Coherencia, publicado el pasado 23 de noviembre) hicimos un repaso de las ideas principales que son la base teórica sobre la que el Liberalismo político se asienta. Veamos ahora cómo es esta situación en España, cómo se toman estas algunos de los partidos políticos que se autoproclaman liberales, especialmente […]

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En el artículo anterior (Liberalismo, España, Coherencia, publicado el pasado 23 de noviembre) hicimos un repaso de las ideas principales que son la base teórica sobre la que el Liberalismo político se asienta. Veamos ahora cómo es esta situación en España, cómo se toman estas algunos de los partidos políticos que se autoproclaman liberales, especialmente aplicadas a tres cuestiones que suscitan, aún hoy día, un debate ético. Vamos a contemplar los casos de los partidos de Vox, el Partido Popular y Ciudadanos, todos considerados liberales. ¿Son coherentes con su ideología?
En primer lugar, la gestación subrogada. Esta supone que una mujer cede un hijo propio recién nacido a otra mujer o pareja que no pueden tener hijos por sí mismos. Hay dos variaciones: la altruista, en la que no hay intercambio monetario (permitida en distintos países, como Reino Unido, Australia, Canadá o Grecia); y la comercial, donde es legal en la mayoría de Estados de Estados Unidos, y en países como Rusia, Ucrania o Georgia, aunque con algunas restricciones: solo pueden alquilar un vientre parejas que sean heterosexuales. Es España es ilegal. Desde el punto de vista liberal, que defiende una intervención estatal pública mínima en las relaciones privadas entre ciudadanos, y que entiende que toda igualdad ciudadana se enmarca en ser iguales ante la ley, lo coherente sería aceptar ambas versiones, tanto la altruista como la comercial, siempre y cuando no haya coacción hacia ninguna de las partes. Si miramos los programas políticos de los tres partidos españoles mencionados, ninguno aboga por esta opción. Vox ha afirmado en numerosas ocasiones su oposición frontal. El PP, que considera que antes de tomar una decisión es necesario tener un debate serio, solo ha mostrado tibiamente su apoyo a la versión altruista, aunque es un tema al que evita referirse, y nunca ha presentado una proposición, ni de ley ni no de ley. Es cierto que Ciudadanos se ha manifestado públicamente a favor, pero solo de la versión altruista, por lo que se opone a cualquier intercambio monetario, que considera ilegal. ¿Son coherentes estas posiciones desde la teoría liberal que dicen defender? Juzgue el lector por sí mismo.
En segundo lugar, la eutanasia. Esta “buena muerte” supone, por lo general, casos muy graves de enfermedades incurables que producen, además, un dolor innombrable en los pacientes, con limitaciones en su autonomía física incluida. En España, la coalición del gobierno actual la aprobó en 2021 con los votos en contra de nuestros tres partidos. Desde el punto de vista del Liberalismo, ¿tiene esto coherencia? Recordemos que esta doctrina defiende como punto central de la toma de decisiones la libertad sagrada del individuo, su autonomía y derecho a decidir cómo quiere llevar a cabo su proyecto de vida, lo que hace, piensa y dice. ¿Es la decisión de cómo y cuándo acabar con la propia vida parte de esta libertad? ¿Hay en estos casos coacción o imposición cuando las condiciones son seguras para elegir libremente? Sin embargo, nuestros partidos liberales no solo no aceptan la eutanasia en el caso de los enfermos terminales o dolores insoportables, sino que además se oponen, y ni siquiera pretender debatir, la idea de que una persona sana, libre y conscientemente, decida cuándo quiere morir. O que quiera morir pero en condiciones no traumáticas. La RAE define suicidarse como “quitarse voluntariamente la vida”. ¿Es el suicidio solo una cuestión de darse muerte uno a sí mismo? ¿Tiene sentido plantearse un concepto como suicidio asistido? Si tomáramos en serio por un momento la idea de que una persona sana reciba eutanasia,
¿puede esto ser llamado de otra forma que no sea asesinato? ¿Qué principio liberal se rompe, en este caso? Contemplemos el caso de un suicida, no impulsivo (digamos alguien que decide acabar con su vida por un arrebato emocional o pura desesperación), sino meditado, recurrente, decidido. Desde el Liberalismo no parece haber una razón suficiente para coartar, limitar, obstaculizar la decisión libre, no impuesta, de este suicida imaginario. ¿Cómo se tomarían los votantes liberales si alguno de sus partidos representantes presentara una proposición de este tipo? ¿Cómo justificarían tal propuesta? ¿Son, en este punto, coherentes nuestros partidos? Que juzgue quien lea.
En tercer y último lugar, el aborto. Esta cuestión es más peliaguda, ya que, de tomarnos en serio el debate, lo primero que habría que aclarar es cuándo un feto es un ser humano, si cuando es un cigoto, un embrión o, ya más desarrollado, un feto. Actualmente, la ley vigente en España fue aprobada por el gobierno de Zapatero en 2010, y establece que la interrupción voluntaria del embarazo es libre hasta las catorce primeras semanas, que se alargan hasta las veintidós semanas aunque solo por causas médicas. Entendiendo que en el caso de que una mujer decidiera abortar libre y voluntariamente, bien por causas médicas o socioeconómicas, bien por cambio de opinión respecto a tener un hijo, las leyes de la coherencia llevarían a pensar que cualquier liberal, sea político o no, tendría que aceptar el aborto libre. En este punto, solo Ciudadanos se muestra partidario de la ley actual; es más, al parecer, durante años ha estado realizando un cuestionario a todo nuevo afiliado en el que, entre otras cuestiones, se le preguntaba si era contrario a la interrupción del embarazo: en caso de rechazo al aborto, no se le admitía en el partido. Para Vox, el aborto es una aberración a ilegalizar en todas sus formas, momentos, y por cualquier causa: para este caso, el supuesto Estado mínimo termina siendo un Estado de máximos. El PP se muestra ambiguo en esta cuestión. En 2014, el gobierno de Mariano Rajoy presentó una reforma por la que pretendía volver al modelo legal previo, de 1985, que no incluía el aborto libre. Más actualmente, ya con Feijoo a la cabeza, el partido ha dejado claro en varias ocasiones que nunca ha reconocido el aborto como un derecho.
Si aceptamos la tesis de que los partidos políticos representan, realmente, a aquellos que los han votado, nos tendríamos que preguntar si los votantes de estos tres partidos son liberales pero también coherentes. ¿Qué piensa usted, especialmente si es uno de sus votantes, o si se declara liberal? ¿Debería dejarse la vida privada de una persona a su autonomía personal? ¿Debería intervenir el Estado imponiendo lo que está permitido y lo que está prohibido hacer? ¿Sería esto un claro ejemplo de intolerancia estatal, de terrorismo de Estado, como afirman algunos neoliberales?
Pruebe a hacer este ejercicio de aplicación de unas ideas teóricas a algún asunto concreto, pongamos por caso las becas escolares, o las ayudas a personas dependientes. Quizás descubra eso del refrán popular de que “mezcladas andan las cosas: junto a las ortigas nacen las rosas”.

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