Artículos escritos por Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/asociacion-de-antiguos-alumnos-de-los-colegios-de-la-guardia-civil/ Diario digital Thu, 12 Oct 2023 07:13:54 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/asociacion-de-antiguos-alumnos-de-los-colegios-de-la-guardia-civil/ 32 32 Breve historia de la Guardia Civil https://elfarodeceuta.es/breve-historia-guardia-civil/ Thu, 12 Oct 2023 01:55:48 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=957798 Antecedentes Estamos en el año 2023 y celebramos numerosos aniversarios dentro del Cuerpo de la Guardia Civil. En mayo, conmemoramos el 179º aniversario de la creación del Cuerpo, allá por 1844. Asimismo, este año estamos celebrando el 35º aniversario de la incorporación de la mujer en la Guardia Civil. A día de hoy, son ya […]

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Antecedentes

Estamos en el año 2023 y celebramos numerosos aniversarios dentro del Cuerpo de la Guardia Civil.
En mayo, conmemoramos el 179º aniversario de la creación del Cuerpo, allá por 1844.
Asimismo, este año estamos celebrando el 35º aniversario de la incorporación de la mujer en la Guardia Civil. A día de hoy, son ya 7.715 mujeres las integrantes del Cuerpo desde que empezaran a incorporarse en el año 1.988.
El 110º aniversario del nombramiento como Patrona de la Guardia Civil a la Virgen del Pilar, hecho concedido por el Rey Alfonso XIII el 8 de febrero de 1913.
En particular, en Ceuta, celebramos el 15º aniversario de la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad a la Guardia Civil, que se conmemoró con la instalación de una estatua en la actual Avenida Juan de Borbón.
Como es bien sabido, todos los 12 de octubre, además de ser el día de la Fiesta Nacional de España, para los Guardias Civiles es un día especial, pues celebramos también el día de la Virgen del Pilar, Patrona del Benemérito Cuerpo. Por tal motivo y, a modo de homenaje a la Institución a la que pertenecemos la mayoría de los integrantes de la Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil (conocida más popularmente como “Los Polillas”), queremos con este pequeño artículo, dar a conocer a los ciudadanos de Ceuta, los hechos más significativos de la historia del Cuerpo, puesto que sería imposible plasmar en unos breves folios la dilatada trayectoria de la Institución que consta de 179 años de historia.

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En 2023 se celebran numerosos aniversarios en la Guardia Civil

Breve historia

La Guardia Civil es el primer Cuerpo de seguridad pública de ámbito estatal surgido en España. Su creación se produjo a poco de comenzar el reinado de Isabel II y fue impulsada por el gobierno moderado de González Bravo con el consenso de las demás fuerzas políticas.
Éstas vieron la necesidad que tenía el Estado liberal español de disponer de una fuerza de seguridad pública para abarcar todo el territorio peninsular y para hacer frente a la alarmante situación de inseguridad generada por el bandolerismo que desde la Guerra de la Independencia azotaba los caminos y campos del país.
Este suceso tuvo lugar a través de los decretos de 28 de marzo y de 13 de mayo de 1844, que configuraron un Cuerpo de seguridad pública de naturaleza militar. Dependía del Ministerio de la Gobernación en lo referente al servicio y del correspondiente a la Guerra en cuanto a su organización, disciplina, personal, material y percibo de haberes, centralizándose, con una gran autonomía organizativa, en la Dirección General (o Inspección General, según las épocas).

Organización de la nueva institución

Para organizar la nueva Institución fue designado el Duque de Ahumada, hombre de confianza del general Narváez, líder del moderantismo. El nombramiento de Ahumada supuso un acierto, dado su profundo conocimiento de la realidad española y de la seguridad pública. No en vano, era hijo del Marqués de las Amarillas, impulsor del primer gran proyecto de seguridad de ámbito nacional, desarrollado en 1824 y que planteaba la creación de un cuerpo de “Salvaguardias nacionales” para todo el territorio peninsular, inspirado en el modelo francés de seguridad.
El Duque de Ahumada retomó aquel modelo, y asumiendo como ejemplo la organización de la Gendarmería Francesa, imprimió a su labor una frenética actividad organizativa, que se plasmó en un acierto a la hora de diseñar la distribución orgánica y de dotar a los agentes de una filosofía de servicio, en la que primaba la proximidad al ciudadano, el respeto a la ley y el talante benemérito. La expansión territorial se produjo a través de etapas que abarcaron el ámbito provincial (cubierto en 1846), de partido (1851) y municipal (ya en el siglo XX), partiendo del centro del Estado en grandes líneas que seguían las vías de comunicación.
Esta distribución territorial permitió al Cuerpo desplegar sus Unidades por todo el territorio nacional, llegando a lugares donde antes no lo había hecho la Administración. Y convirtiéndose, por su proximidad al ciudadano, en una fuente de información de formidable valor para el Estado, además de eliminar la sensación de abandono que sentían los administrados. La clave estuvo en los Puestos, las Unidades más pequeñas de la Guardia Civil, fundamentales para que el ciudadano sintiese la presencia de los nuevos agentes y una mayor seguridad para sus propiedades.
Por su parte, la filosofía de servicio se recogió en dos reglamentos, uno militar y otro para el servicio, y en la “Cartilla del guardia civil”, obra donde el Duque de Ahumada desarrolló su idea de lo que pensaba debía ser una fuerza de seguridad. La Cartilla hacía hincapié en aspectos como el honor, la honradez, la cortesía, la disciplina, la abnegación, la austeridad, la lealtad, la capacidad de sacrificio y el talante benemérito como valores por los que el guardia civil debía regirse en su vida cotidiana y durante el servicio.
El espíritu del Duque de Ahumada obtuvo los frutos perseguidos y la Guardia Civil logró transmitir un aire nuevo, hasta entonces desconocido en los demás Cuerpos de seguridad, y una probada eficacia, que se manifestó en la erradicación del bandolerismo y la sensación generalizada de seguridad.
La resultante fue que la Guardia Civil consiguió granjearse el respeto y aprecio, al mismo tiempo, de los ciudadanos y de la clase política del país. Este reconocimiento tuvo su manifestación en la denominación espontánea que se le empezó a dar de “benemérita”, en homenaje a los muchos servicios humanitarios que prestaba. La consecuencia fue que sus competencias aumentaron, al tiempo que su despliegue se extendió a las colonias de Ultramar, de modo que hacia el último tercio del siglo XIX ostentaba el monopolio del orden público en España.

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Duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil.

Con todo, el tránsito de la Guardia Civil por la historia no fue fácil. Sometida a las fluctuaciones que vivió el país, la Institución se vio afectada por los cambios políticos y las mutaciones sociales que tuvieron lugar en los agitados derroteros que siguió la España de los siglos XIX y XX.
Consolidada como fuerza de seguridad tras superar la difícil prueba del Sexenio Revolucionario (1868-1874), la Restauración liderada por Canovas de Castillo (1875-1923) supuso un planteamiento nuevo de la relación Estado-ciudadano, que arrastró a la Guardia Civil al choque con las masas obreras y campesinas, enfrentadas a la oligarquía y la burguesía instaladas en el poder. La aparición de movimientos sociales vinculados al anarquismo y a las asociaciones obreras, trató de dar respuesta a aquélla opresión y a la adulteración del sistema político que bajo la fórmula del caciquismo imperaba en la España de la Restauración, generando un clima de confrontación que con frecuencia alteraría el orden público.
El régimen canovista reaccionó reforzando la militarización del orden público. Ejército y Guardia Civil fueron los instrumentos ejecutores de esta política, cuyas consecuencias para la Benemérita fueron un gradual distanciamiento de los sectores menos favorecidos de la sociedad, que empezaron a ver a la Institución como el instrumento represor utilizado por la burguesía y los terratenientes para sofocar las reivindicaciones obreras y campesinas. Mucho más a partir de 1906, cuando la Ley de Jurisdicciones otorgó a la jurisdicción militar amplias competencias en materia de orden público.
No obstante, la erosión del prestigio de la Guardia Civil alcanzó su punto álgido cuando el Gobierno, a falta de otras alternativas policiales sólidas, encargó a la Institución combatir el terrorismo anarquista que a finales del siglo XIX azotaba varias ciudades de España, en especial a Barcelona. La campaña de desprestigio que se desató contra la Guardia Civil a raíz del proceso de Montjuich (donde varios anarquistas fueron condenados a muerte sin pruebas convincentes por su participación en el atentado de la calle “Cambios Nuevos” de la ciudad condal), traspasó incluso las fronteras españolas, transmitiendo la imagen de que la Benemérita era encarnación de una nueva Inquisición.
La campaña no hacía justicia a la trayectoria de la Benemérita, que una vez más se había limitado a cumplir las órdenes de los poderes constitucionales, pero la realidad fue que el proceso de Montjuich (1896) marcó un antes y un después en la historia de la Guardia Civil. Su imagen se vio tan dañada, que muchos empezaron a cuestionar su validez para combatir la inseguridad en las ciudades, auténticos motores de la vida española a partir de 1900. El resultado fue la potenciación de la Policía en las grandes capitales, bajo la cobertura de la Administración civil, hecho perceptible a partir de la “Reforma Dato”, de 1912.
Sin embargo, la España del primer tercio del siglo XX seguía siendo un país fundamentalmente rural, donde la implantación de la Guardia Civil era vista como garantía de tranquilidad. Este hecho y la crisis en la que entró la política nacional a partir de 1917, contribuyeron a reforzar el protagonismo de la Benemérita. Mucho más a partir de 1923, cuando el general Primo de Rivera aprovechó la descomposición del parlamentarismo para dar un golpe de Estado que desembocaría en dictadura militar.

Trayectoria histórica

La Guardia Civil vivió durante el período primoriverista (1923-1929) su época de mayor esplendor. Coincidiendo con las etapas al frente de la Dirección General de los brillantes Generales Zubía Bassecourt y Aznar Butigieg, la Institución experimentó un impulso en todos los órdenes, que se manifestó en importantes avances orgánicos y de política de personal. De esta época es la creación del himno, los Colegios para huérfanos, la construcción de numerosos cuarteles, la implantación del generalato, la creación de las Zonas, el reconocimiento de la suboficialidad, el alto nivel de la recluta de oficiales y de guardias civiles, las mejoras salariales y de otras prestaciones sociales, la creación del Parque Móvil, el auge de las transmisiones, la nueva puesta en marcha de la Academia Especial, el asesoramiento a otras policías extranjeras, la concesión de la Gran Cruz de la Beneficencia (Real Decreto de 4-10-1929) o la declaración de la Virgen del Pilar como patrona del Cuerpo, hecho éste que se celebraba y se sigue celebrando con especial júbilo y formidable respaldo social en cada lugar de la geografía española donde la Guardia Civil tenía implantación.
Fruto de sus particulares “felices años veinte”, la Guardia Civil recuperó gran parte del prestigio que había perdido, y sus oficiales más brillantes fueron llamados para ocupar importantes cargos en la estructura de la seguridad del Estado, como la Dirección de Seguridad, de la Policía o de la Academia policial. De igual modo, los guardias civiles gozaban de amplia autoridad y reconocimiento social, lo que contribuía a que muchos jóvenes españoles se sintiesen atraídos por el ingreso en la profesión, acabando con los tradicionales problemas de reclutamiento que había padecido la Institución desde su creación.
Sin embargo, no todo había sido positivo en esta etapa. La excesiva vinculación del Cuerpo a la administración militar favoreció el distanciamiento de la administración civil, roces con la jurisdicción ordinaria, extralimitaciones en el ejercicio del servicio y, con frecuencia, el uso desproporcionado de la fuerza a la hora de atajar problemas de orden público menores, para los que no había sido dotada de medios apropiados por el Gobierno. La consecuencia fue que, además de respetada, la Guardia Civil pasó a ser temida por las clases sociales menos favorecidas.
En esta situación la Guardia Civil enfiló los “trágicos años treinta”, eufemismo que dista de ser gratuito. La fragmentación social y política que vivía España, junto a la incapacidad de la monarquía de Alfonso XIII para atajar la crisis en la que había entrado el sistema, generaría un clima de enfrentamiento cuyas consecuencias desembocaron en la proclamación de la II República, en 1931, y cinco años después en una guerra civil de dramáticas consecuencias.
Fueron años difíciles, de los que la Guardia Civil no pudo abstraerse, hasta el punto de sufrir como nunca hasta entonces las consecuencias de la sinrazón y el enfrentamiento entre españoles. A pesar de que su director general, el bilaureado General Sanjurjo, se apresurase a mostrar desde el primero momento el apoyo incondicional de la Institución a la causa republicana, los sectores radicales de ésta la consideraban un instrumento represor de las masas obreras, del que era necesario prescindir. Mucho más cuando a falta de alternativas policiales sólidas, fue obligada a intervenir con medios inadecuados para sofocar las protestas campesinas y obreristas que se sucedían por toda la geografía nacional. La imprevisión gubernamental y aquél planteamiento hostil, convirtieron a la Institución en víctima de violentos ataques. Esta realidad explicaría no sólo su cuestionamiento, sino episodios como los de Castilblanco (1931) y la revolución de octubre de 1934, donde cientos de guardias civiles fueron masacrados por la ira de los mineros asturianos.

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La Agrupación de Tráfico se convirtió en el buque insignia de la Institución.

El escenario descrito explicaría también los distintos papeles desempeñados por la Institución durante la guerra civil. Los ataques de que era objeto por el radicalismo imperante, junto al clima de intolerancia y la quiebra de la convivencia y el orden público, condicionó la tradicional lealtad de la Guardia Civil al poder legalmente constituido cuando el sector conservador del Ejército se sublevó contra la República. Como el resto del país, la Institución se vio forzada a la división, hecho que determinaría el curso de la guerra y el futuro en cada una de las dos zonas en que quedó dividido el país. En el primer caso, porque al mantenerse fiel a la República en las grandes capitales (Madrid, Barcelona y Valencia), impidió el triunfo de la rebelión en éstas y, por tanto, que el pronunciamiento no triunfase en el primer momento y la guerra se alargase. En cuanto a su futuro, porque su suerte sería dispar en cada uno de las zonas. Así, en la republicana se integraría en la Guardia Nacional Republicana (Decreto de 3-8-1936), híbrido de los demás Cuerpos existentes; mientras que en la nacional siguió operando como fuerza de orden público e integrando columnas de acción directa en el frente de guerra. En cualquier caso, su contribución en sangre sería enorme, con miles de bajas entre sus filas (2714 víctimas mortales), en especial durante los primeros meses de la guerra, cuando ambos bandos porfiaban por ganar posiciones al enemigo, y los asedios a los cuarteles de la Guardia Civil se convirtieron en blanco preferido de milicianos, que exigían a los guardias civiles la entrega de sus armas y que se sumasen a la causa que defendían.

La Guardia Civil es el primer Cuerpo de seguridad pública de ámbito estatal

Finalizada la contienda civil, el general Franco planteó la disolución del Cuerpo, al considerar que no había sido totalmente fiel a la causa nacional durante los primeros días de la guerra. Pero la coyuntura política por la que atravesaba España y una más profunda meditación pronto le hicieron desistir de esa intención. Hostigado desde el interior y el exterior por enemigos enconados, y con la II Guerra Mundial en pleno apogeo, el régimen franquista se apoyó en las “tres familias” que lo sustentaban (Ejército, Iglesia y Movimiento Nacional), y cerró filas para defender el Estado surgido de la contienda civil. Para lograrlo, uno de los objetivos considerado como necesario era la eliminación de los enemigos interiores que amenazaban el orden público y la propia esencia del régimen. De esta misión se responsabilizó al Ejército, que utilizó como instrumento al Cuerpo que más experiencia tenía a la hora de combatir la subversión: la Guardia Civil. La Ley de 15-3-1940 consagró esta militarización y el reforzamiento del control que el estamento castrense venía ejerciendo sobre la Benemérita desde su integración en el Ejército (leyes constitutivas de 29-XI-1878 y de 19-VII-1889).
Además de pasar a ser directamente controlada por el Estado Mayor del Ejército, las consecuencias para la Institución fueron la exclusión de muchos de sus hombres, el dimensionamiento de sus cuadros de mando a causa de la absorción que hubo de hacer del Cuerpo de Carabineros, y, especialmente, la implantación de una férrea disciplina y de extenuantes jornadas -de hasta ocho días de servicio ininterrumpido-. La Guardia Civil respondió a las exigencias con extraordinaria dosis de abnegación y demás valores contenidos en el espíritu ahumadiano, y en pocos años se hizo acreedora a las simpatías del régimen. De este modo, hacia 1952 no sólo había disipado todas las dudas que su conducta en la guerra había generado, sino que se había convertido de nuevo en la herramienta más fiable a la hora de mantener la tranquilidad y la seguridad pública. Esta capacidad de ofrecer seguridad, hecho a menudo no valorado en su justa dimensión por la historiografía, contribuyó de manera decisiva al espectacular desarrollo económico que experimentó la España de los años sesenta, y que en gran parte pudo fomentarse en la masiva llegada de turistas extranjeros a nuestras costas, atraídos por las bondades del clima y el carácter español, pero también por la tranquilidad que se respiraba.
Para adaptarse a las transformaciones que el desarrollismo traía de la mano, la Guardia Civil hubo de realizar un esfuerzo modernizador que le permitiese adaptarse a las demandas que exigían una España rotundamente orientada por la senda del bienestar. La consecuencia fue la asunción de nuevas competencias, entre las que destacó la protección jurídica del tráfico en las carreteras y el auxilio a los conductores, plasmada con la puesta en marcha de la Agrupación de Tráfico (Ley 47/1959).

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La Guardia Civil es depositaria de importantes responsabilidades.

La Agrupación de Tráfico tuvo el mérito de convertirse en el buque insignia de la Institución y de ser la pionera de las numerosas especialidades que irían surgiendo a lo largo de la década de los sesenta y primeros años setenta. Todas, en cualquier caso, con el objetivo de prestar un servicio de calidad al ciudadano y de servir de ayuda humanitaria a quien lo precisase. Fue el caso de las actividades Subacuáticas; el Servicio de Montaña; la Agrupación de Helicópteros; el Servicio de Explosivos o el GAR (Grupo de Antiterrorista Rural, de donde se nutre la elitista UEI que sería concebida en el seno de la Comandancia Móvil de Madrid, en 1977). Más tarde, especialidades como el Servicio Marítimo, para proteger costas y fronteras o el SEPRONA, para proteger el medio ambiente, ratificarían la tendencia modernizadora y aquel talante humanitario.
La España del desarrollismo trajo de la mano no sólo hábitos nuevos, sino importantes cambios demográficos, lo que condicionaría el devenir de la Guardia Civil al advenimiento de la Democracia. El éxodo rural a las ciudades que caracterizó aquellos cambios, sería decisivo a la hora de modificar el mapa policial. Era la consecuencia lógica de la pérdida de peso específico del medio rural en el contexto poblacional y delincuencial, y el consiguiente aumento de ambos factores en las ciudades. La Ley de Policía de 1978 sería la encargada de materializar este cambio en beneficio del Cuerpo Nacional de Policía, que ampliaba sus competencias a poblaciones donde hasta entonces las tenía asumidas la Guardia Civil, que era por primera vez en su historia perdía protagonismo en el área de la seguridad.
No obstante, la Guardia Civil continuaba siendo depositaria de importantes responsabilidades. Era el caso del terrorismo que había aflorado en la España tardo franquista y que continuó su actividad durante la Democracia, en especial en el País Vasco. Allí, la banda separatista ETA había apostado por la intransigencia y abrazado la violencia para reivindicar la independencia del País Vasco, convirtiéndose en la amenaza más seria a la convivencia pacífica y democrática de los españoles. Una vez más, la Guardia Civil es el principal baluarte utilizado por el Estado para defender la integridad territorial, la estabilidad democrática y la convivencia pacífica. Esto ha sido percibido así por ETA, que ve en la Institución el principal enemigo para sus intereses. De hecho, no fue una casualidad que la Guardia Civil se convirtiese desde el primer momento en objetivo prioritario de los atentados de la banda terrorista. Entre los años de 1968 y 1986, un total de 159 guardias civiles fueron asesinados en acciones terroristas. En el umbral del siglo XXI, la cifra se había elevado a más de 200. Una vez más, la contribución en sangre de la Benemérita en defensa de España fue el testimonio más fehaciente de su trayectoria histórica al servicio de los españoles, de su prosperidad, de la paz, de la seguridad pública. Así lo vino a reconocer la Ley de Fuerzas y Cuerpos de 1986, hoy en vigor, que confió a la Institución importantes competencias en materia de seguridad pública.

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CL Aniversario de la advocación a la Virgen del Pilar (1864-2014) https://elfarodeceuta.es/cl-aniversario-advocacion-virgen-pilar-1864-2014/ Thu, 12 Oct 2023 01:55:41 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=957818 Del 12 al 14 de septiembre de 2014, tuvo lugar en la localidad madrileña de Valdemoro, una serie de actos (consistentes en exposición documental, procesión de la imagen desde el Colegio hasta el Parque “Duque de Ahumada”, misa y otros actos lúdicos) con motivo del CL Aniversario de Advocación a la Virgen del Pilar, iniciada […]

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Del 12 al 14 de septiembre de 2014, tuvo lugar en la localidad madrileña de Valdemoro, una serie de actos (consistentes en exposición documental, procesión de la imagen desde el Colegio hasta el Parque “Duque de Ahumada”, misa y otros actos lúdicos) con motivo del CL Aniversario de Advocación a la Virgen del Pilar, iniciada en el Colegio de Guardias Jóvenes “Duque de Ahumada”.
El evento fue organizado por los socios de la Delegación de Valdemoro (presidida por D. Jesús Ramilo Guijarro) de la Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil, bajo el auspicio de la Junta de Gobierno Nacional, encabezada por su Presidente D. Eugenio Pozo de los Santos. Al mismo acudieron representantes de las delegaciones provinciales de toda España, Autoridades civiles, el Director Adjunto Operativo del Cuerpo, así como numerosos antiguos alumnos, Guardias Civiles y simpatizantes en general de la Virgen del Pilar.

Antecedentes

Colocar a los diferentes Cuerpos y Unidades bajo el patronazgo divino, buscando la intercesión ante el Creador por todas aquellas personas que formaban en sus filas y por sus familias, fue una tradición histórica que se ha mantenido constante en el seno de la Institución Militar española. De esta forma se pretendía contribuir a proporcionar el auxilio espiritual tan necesario para quienes un día prestaron el sagrado juramento de “en caso necesario, derramar hasta la última gota de su sangre” en defensa de su Patria.
En 1864, apenas 20 años después de su fundación, la Guardia Civil carecía oficialmente de un Santo Patrón con el que sus componentes se pudieran identificar de forma inequívoca y al que pudiesen elevar sus plegarias, tanto para obtener el auxilio celestial en la prestación de los duros y peligrosos servicios a los que tenían que hacer frente, como para encomendar a sus familias que esperaban con gran incertidumbre su regreso.
Cuando el 19 de septiembre de ese año, el sacerdote D. Miguel Moreno y Moreno oficiaba la primera misa en la Capilla del Colegio de Guardias Jóvenes, poco podía suponer que estaba sembrando, entre todos los alumnos del Centro y también en el seno de la Guardia Civil, ese minúsculo “grano de mostaza, la más pequeña de las semillas” al que se refería Nuestro Señor Jesucristo, que posteriormente crece y llega a ser fuerte y grande como un árbol y que se ha convertido en la profunda devoción y admiración que los guardias civiles de todas las épocas y los antiguos alumnos de los colegios de la Guardia Civil han sentido hacia su Patrona, la Santísima Virgen María bajo su advocación del Pilar.

A la Parroquia de la Asunción acudían los colegiales a los oficios religiosos antes de tener una capilla propia

150 años han pasado desde entonces y esa devoción no sólo perdura en nuestro Colegio, sino que día a día se ve acrecentada por todos los que, sintiendo una vocación de servicio a los demás como miembros del Benemérito Cuerpo, continúan formándose en sus aulas, depositarias de la gloriosa tradición de aquellas otras, sin duda más pobres y humildes, en las que se fueron forjando la adhesión y fidelidad a nuestra Madre del Pilar, para trasmitirlas a todos los rincones de España y del Mundo a los que el devenir profesional y personal los pueda llevar.
Celebramos pues los 150 años de una devoción que comenzó en un colegio de huérfanos de la Guardia Civil en Valdemoro, desde el pleno convencimiento de que allí donde esté un “Polilla” estará un ferviente devoto de Nuestra Señora del Pilar.

Virgen del Pilar del Colegio de Guardias Jóvenes.

Documentos oficiales de interés

•Boletín Oficial del Cuerpo de 24 de septiembre de 1864, recoge que la Capilla del Colegio de Guardias Jóvenes había sido bendecida el día 19 del mismo mes bajo la advocación de la Virgen del Pilar.
•En la Real Orden de 8 de febrero de 1913, Su Majestad el Rey D. Alfonso XIII, declara a la Virgen del Pilar Patrona de la Guardia Civil.
•En la Orden General del Cuerpo de 18 de febrero de 1913, el Director General del Cuerpo, el General D. Ángel Aznar Butigleg, declara a la Virgen del Pilar Patrona de la Guardia Civil.
•Orden General del Cuerpo de 3 de octubre de 1913, en la que el Director General del Cuerpo, el General D. Ramón Echagüe Vigo, Conde de Serrallo, da orden de que la celebración sea sobria por respeto a los compañeros que participan en la campaña de Marruecos.
•Boletín Oficial del Cuerpo de fecha 1 de noviembre de 1940, en el que se reafirma el Patronazgo de la Virgen del Pilar, tras la fusión con el Cuerpo de Carabineros.

Concesión de un Año Mariano por la Santa Sede

Con ocasión del Centenario del Patronazgo de la Virgen del Pilar (1913-2013) sobre el Cuerpo de la Guardia Civil, el Arzobispado Castrense solicitó a la Santa Sede la concesión de un Año Mariano con Indulgencia Plenaria a las personas que peregrinasen a visitar la imagen de la Virgen del Pilar en la Capilla del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro, escuchasen misa, tomasen la comunión y rezaran por las intenciones de su Santidad. Así mismo, se crea la Medalla del Centenario para reconocer públicamente esta celebración y el Himno del evento.

Curiosidades sobre la Virgen del Pilar

La primera imagen de la Virgen del Pilar del Colegio de Guardias Jóvenes, tiene similitudes con la imagen de la Virgen de la Asunción del Retablo Central de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Valdemoro. El manto y el vestido de la Virgen son del mismo color en ambas y los ángeles y la nube sobre la que descansa la imagen también son muy similares. A la Parroquia de la Asunción acudían los colegiales a los oficios religiosos antes de tener una capilla propia.
La Orden General nº 78/908 del Ministerio de la Guerra, de 8 de octubre de 1908, entre otros extremos, textualmente dice: “…el Rey (q.D.g.) de conformidad con lo informado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina, se ha servido disponer, se tributen los honores que las Ordenanzas señalan al Capitán General del Ejército, a la imagen de Nuestra Señora del Pilar”
El 13 de mayo de 1917, coincidiendo con el LXXIII aniversario de la creación del Cuerpo de la Guardia Civil, se coloca una lápida de mármol reconociendo el Patronazgo de la Virgen del Pilar, en un lateral de la capilla de la Virgen del Pilar en la Basílica del Pilar de Zaragoza.
El 12 de octubre de 1927, el Director General del Cuerpo D. Ricardo Burguete y Lana, realiza una ofrenda a la Virgen del Pilar de Zaragoza, de 56 monedas de oro, una pareja por cada Tercio de los que en ese momento constituían la Guardia Civil.
El 3 de agosto de 1936 a las dos de la madrugada, 15 días después de iniciada la Guerra Civil, un Fokker del ejército republicano lanzó tres bombas de cincuenta kilos sobre la Basílica del Pilar de Zaragoza, que no hicieron explosión. Dos de ellas cayeron dentro de la Basílica y se conservan colgadas a un lado del altar, y la tercera cayó en la acera del exterior dejando la marca de una cruz en el suelo.

Tras la Guerra Civil, en 1939, se celebra la primera Patrona con un acto presidido por la Jefatura del Estado en la Basílica del Pilar en Zaragoza

Durante la Guerra Civil el Colegio de Guardias Jóvenes fue convertido en un Hospital de Sangre y la imagen de la Virgen del Pilar del Colegio se trasladó temporalmente al Colegio Marqués de Vallejo “El Juncarejo” de la misma localidad, para ser custodiada y resguardada por las religiosas del centro hasta el final de la guerra.
El 12 de octubre de 1939, tras la Guerra Civil, se celebra la primera Patrona con un acto presidido por la Jefatura del Estado en la Basílica del Pilar en Zaragoza.
El 7 de febrero de 1940, un día antes del XXVII aniversario de su designación como Patrona del Cuerpo, se celebra el acto institucional nuevamente en la Basílica del Pilar donde el Director General del Cuerpo D. Eliseo Álvarez Arenas, le hizo ofrenda de un manto con el emblema del cuerpo bordado en oro.
El 28 de abril de 1991, la Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil, ofreció un manto a la Virgen del Pilar de Zaragoza, con ocasión de la XVII Asamblea General Fundacional. En él están bordados los emblemas de los tres colegios de Huérfanos de la Guardia Civil. Se coloca cada año en la segunda quincena de abril con ocasión de la Asamblea Anual y el último sábado de cada mes de octubre cuando se celebra la “jornada de los Polillas con el Pilar”.

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Los orígenes de la Comandancia de Ceuta https://elfarodeceuta.es/origenes-comandancia-guardia-civil-ceuta/ Thu, 12 Oct 2023 01:50:01 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=957807 1898-1913 Por Real Orden Circular del Ministerio de la Guerra, de fecha 1 de julio de 1898, se creó para prestar su servicio peculiar la primera unidad de la Guardia Civil con residencia fija en Ceuta, siendo su Jefe el Primer Teniente D. José Leardi de los Santos Reyes. Introducción La Guardia Civil llegó por […]

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1898-1913

Por Real Orden Circular del Ministerio de la Guerra, de fecha 1 de julio de 1898, se creó para prestar su servicio peculiar la primera unidad de la Guardia Civil con residencia fija en Ceuta, siendo su Jefe el Primer Teniente D. José Leardi de los Santos Reyes.

Introducción

La Guardia Civil llegó por primera vez al norte de África en el mes de noviembre de 1859 al objeto de prestar el denominado servicio de campaña o policía militar en las fuerzas expedicionarias españolas que allí se proyectaron con ocasión de la denominada Guerra de África, regresando a la Península una vez finalizada la misma en la primavera del año siguiente.
Hubo que esperar hasta la Guerra de Melilla en 1893 para que la Guardia Civil volviera al norte de África acompañando nuevamente a los ejércitos expedicionarios, si bien esta vez, finalizado el conflicto una sección se quedó destacada en dicha plaza española prestando el servicio peculiar del Instituto.


Dos años más tarde y a propuesta del Excmo. Sr. Comandante General de Melilla, una Real Orden de 7 de marzo de 1896, confirmada por otra de 22 de septiembre, aprobó presupuestariamente la presencia de una Sección fija de la Guardia Civil, compuesta por 1 Segundo Teniente, 1 Sargento, 2 Cabos, 2 Guardias 1º y 20 Guardias 2º, que continuaría dependiendo de la Comandancia de Málaga y afecta a su 16º Tercio.
Todavía para entonces ninguna unidad del Instituto se encontraba destacada en la plaza hermana de Ceuta si bien había sido solicitada su presencia por los Comandantes Generales de la época, al objeto de reemplazar a los efectivos militares del Cuerpo de Orden Público que por entonces asumía misiones similares.

La Sección de Ceuta

Viéndose el buen rendimiento de dicha Sección en Melilla se decidió, con ocasión de un aumento de 3.461 hombres en los presupuestos del año económico 1898-99 para la Guardia Civil, que alcanzaba así una plantilla de 18.970 hombres, la creación mediante Real Orden circular del Ministerio de la Guerra de 1 de julio de 1898, una Sección fija en la plaza de Ceuta.
Dicha unidad, mandada por el Primer Teniente D. José Leardi de los Santos Reyes, se componía de 1 Sargento, 2 Cabos, 2 Guardias 1º y 30 Guardias 2º de Infantería. Pasó a depender de la Comandancia de Cádiz, mandada por aquel entonces por el Teniente Coronel D. Manuel de la Barrera Caro y Fernández, veterano de las campañas de Cuba, quedando encuadrada a su vez en el también recién creado 18º Tercio cuya cabecera se había ubicado en la capital gaditana y para cuyo mando fue destinado el Coronel D. José Luis Gay González, veterano de las campañas de Filipinas.
Ello motivó al día siguiente, mediante otra Real Orden de 2 de julio, la supresión de la sección de Orden Público que hasta entonces existía en Ceuta, pasando el oficial y tropa que la constituían a sus respectivos cuerpos militares de procedencia y debiendo entregar su acuartelamiento a la nueva sección de la Guardia Civil.


Las múltiples competencias que empezó a asumir en Ceuta y su extenso campo exterior al suprimirse la Sección de Guardabosques, motivaron que poco tiempo después se convirtiera en Compañía, que mandada por el capitán Eugenio Moro Pacheco, veterano de Cuba, pasó a ser la 40 de la Comandancia de Cádiz. Así por real orden circular de fecha 23 de abril de 1900, se fijó su plantilla en 1 capitán, 2 primeros tenientes, 1 segundo teniente, 5 sargentos, 4 cabos, 4 guardias 1º y 50 guardias 2º.
Por real orden de 30 de marzo de 1901, confirmada por otra de 3 de junio, se estableció que a partir de la revista del mes de abril, la plantilla del personal de tropa de la Compañía de Ceuta aumentara ligeramente, quedando fijada en 2 sargentos, 8 cabos, 3 cornetas, 4 guardias 1º y 48 guardias 2º, manteniéndose el mismo número de oficiales.
Sin embargo poco después y como consecuencia de las necesidades de aumento de plantilla surgidas en las Comandancias de Huelva, Jaén y Orense se dictó una real orden circular de 12 de octubre de 1901, mediante la que se reducían drásticamente los efectivos del Instituto en Ceuta, a una Sección de Infantería que quedó con una plantilla compuesta por 1 primer teniente, 1 sargento, 2 cabos, 1 corneta, 2 guardias 1º y 24 guardias 2º.
A pesar de ello la presencia de la Guardia Civil en Ceuta, se siguió mostrando muy eficaz tanto en el mantenimiento de la seguridad pública como en la represión del contrabando de armas y cualquier otra actividad ilegal, prestándose asimismo el servicio de policía militar a las unidades del Ejército que allí se encontraban.
Ejemplo de ello es la constancia en 1911 de dos felicitaciones por parte del Teniente General D. Vicente Martítegui y Pérez de Santa María, Director General de la Guardia Civil, por otros tantos servicios relevantes que tuvieron por principal protagonista al Primer Teniente D. Arturo Blanco Horrillo, quien acompañado de dos de sus Guardias, se internó en territorio enemigo para recuperar varias cabezas de ganado que le habían sido sustraídas al Ejército volviendo a Ceuta con ellas, así como por la detención de un indígena que se dedicaba a falsificar moneda española de dos y una peseta.

La expansión hacia el Protectorado

En 1912 y tras reiteradas peticiones del Comandante General de Ceuta ante el Ministerio de la Guerra, la situación creada por las operaciones militares llevadas a cabo en la región del Kert y la inminente implantación del Protectorado de España en Marruecos, se concedió por una Real Orden Circular de 1 de junio, un aumento de 40 Guardias Civiles más de Infantería para prestar servicio en aquella plaza. De esta forma volvió a constituirse en Ceuta una compañía de la Guardia Civil, que pasó otra vez a ser la 4ª de la Comandancia de Cádiz.
La plantilla de dicha unidad quedó fijada en 1 Capitán, 2 Primeros Tenientes y 1 Segundo Teniente, siendo todos ellos plazas montadas, así como 3 Sargentos, 6 Cabos, 3 Cornetas, 4 Guardias 1º y 54 Guardias 2º, es decir en total 74 hombres, efectivos todavía insuficientes para las misiones y competencias encomendadas. Los dos nuevos oficiales fueron el Capitán D. Juan Vara Terán y el Primer Teniente D. Isidoro López de Haro.
Dicho aumento no implicó variación en la plantilla presupuestaria general del Instituto Armado sino que motivó la disminución de las plantillas de otras unidades. Concretamente estos dos nuevos oficiales se obtuvieron del Negociado de incidencias de Ultramar mientras que el resto de las clases y guardias se dedujeron de las comandancias peninsulares.
El Capitán Vara, con su plana mayor y una de las tres secciones, estableció su residencia en la misma ciudad de Ceuta. Dicha sección pasó a encargarse de la seguridad pública de la plaza y su campo exterior mientras que las otras dos procedieron a distribuirse en destacamentos por los campamentos del Ejército al objeto de prestar el servicio de campaña.

El 1 de julio de 1898 se creó para prestar su servicio peculiar la primera unidad de la Guardia Civil con residencia fija en Ceuta

Mientras en la Península continuaban las agitaciones sociales, constantemente ensangrentadas por atentados terroristas de los anarquistas que habían asesinado el 12 de noviembre de 1912 al Presidente del Gobierno, D. José Canalejas Méndez, las tropas ceutíes del General de División D. Felipe Alfau Mendoza, entraban pacíficamente el 19 de febrero de 1913 en Tetuán, capital del nuevo Protectorado, siendo la Guardia Civil testigo de excepción al constituir la escolta personal de dicha Autoridad Militar.
Días después por Real Orden de 27 de febrero, fruto de las reiteradas peticiones de seguir aumentando la plantilla del Instituto así como consecuencia de la ocupación de Tetuán y el inicio del despliegue en el Protectorado, se dispuso que la plantilla de la 4ª Compañía de la Comandancia de Cádiz aumentase en 40 Guardias Civiles de Caballería y 36 caballos.
La vigilancia de la compleja orografía del campo exterior de Ceuta hicieron imprescindible poder contar con fuerzas montadas, ya que hasta entonces allí sólo los Oficiales disponían de caballos para vigilar el servicio, realizándolo a pie las clases y tropa. El mando de la nueva sección de Caballería fue encomendado al Primer Teniente D. Bernardo Sánchez Visaires.

La Compañía Mixta de Ceuta

La Guardia Civil ceutí pasó a partir de entonces a estar integrada por 114 hombres: 4 Oficiales (1 Capitán, 2 Primeros Tenientes y 1 Segundo Teniente), 70 clases y tropa de Infantería (3 Sargentos, 6 Cabos, 3 Cornetas, 4 Guardias 1º y 54 Guardias 2º) y otros 40 de Caballería (2 Sargentos, 4 Cabos, 1 Trompeta, 3 Guardias 1º y 30 Guardias 2º).
Asimismo y por primera vez se hizo constar en la mencionada Real Orden, que "la voluntad de S. M. era que todos los individuos que se destinaran a dicha Compañía Mixta, fueran solteros o viudos sin hijos, a excepción de los Sargentos, Cabos y Guardias 1º, que podían ser casados, si no los hubiera solteros". Tan curiosa disposición, estaba motivada por la dificultad que existía en Ceuta y su entorno para poder albergar a las familias y para propiciar una mayor permanencia en la Unidad, ya que el personal casado al no poder llevarse allí a la familia terminaba solicitando el regreso a la Península.
Aunque la misión principal de la Guardia Civil ceutí no era la de combatir en primera línea, no dejó de distinguirse en los hechos de armas. Así por ejemplo, por su valerosa conducta en la ocupación de unas posiciones próximas a Ceuta, se concedió por Real Orden Circular de 15 de abril de 1913, la Cruz de Plata del Mérito Militar con distintivo rojo al Sargento D. Miguel García Herrera; Cabos D. Antonio Crespo Valdivielso y D. José León Fardán; Guardia 1º D. Victoriano García Romera; y Guardias 2º D. José Torres Barca, D. Alfonso Díaz Brosard, D. José Escoto Orozco, D. José Bailac Rodríguez, D. Juan Lopera Ruiz, D. Miguel Vázquez García, D. Tomás Alonso Figueroa, D. Francisco Ponce Gil, D. Jerónimo Caracuel Auñón y D. Ramón Peña Martín.
Poco después, uno de los cuatro Cabos de Caballería moría a consecuencia de las heridas sufridas el 21 de mayo en una emboscada cuando prestaba servicio nocturno de vigilancia en la carretera que unía la plaza de Tetuán con el destacamento de "El Rincón" (M´Diq), distante de aquella 12 kilómetros. Se trataba del Cabo D. Tomás Martín Sierra, un veterano y condecorado héroe de las campañas de Cuba en donde se había distinguido en numerosos combates por su acreditado valor cuando formaba parte del escuadrón de caballería de la Comandancia de la Guardia Civil de Vuelta Abajo.
Tres meses después, en la madrugada del 2 de agosto, moría en otro enfrentamiento armado el Guardia Civil D. Andrés Orellana Zamudio, quien por Real Orden de 30 de julio de 1914 fue ascendido al empleo de Cabo por su valor acreditado.
No habían transcurrido más que quince años desde la implantación del Instituto en esa plaza africana, perteneciente a la corona española desde 1581, y ya formaba parte indisoluble de la misma.

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Colegios de acogida https://elfarodeceuta.es/colegios-acogida-huerfanos-guardia-civil/ Thu, 12 Oct 2023 01:40:23 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=957871 Serían aproximadamente las doce de la noche de los primeros días de noviembre de 1936, cuando las voces de los celadores despertaron a los huérfanos que dormían plácidamente en el Colegio Infanta María Teresa, anunciando un inminente ataque de la aviación. No extrañó a nadie porque tal situación venía repitiéndose con frecuencia, bajando los alumnos […]

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Serían aproximadamente las doce de la noche de los primeros días de noviembre de 1936, cuando las voces de los celadores despertaron a los huérfanos que dormían plácidamente en el Colegio Infanta María Teresa, anunciando un inminente ataque de la aviación. No extrañó a nadie porque tal situación venía repitiéndose con frecuencia, bajando los alumnos a la menor señal de alarma a los túneles.
Se solían escuchar explosiones cercanas, algunas descargas de fusilería, el repiqueteo de una ametralladora, luego el silencio de nuevo y pasado un tiempo prudencial, a la cama, que todavía estaba calentita. Esta vez bajaron como de costumbre a los sótanos y allí estuvieron toda la noche, en duermevela la mayoría de los huérfanos.
Pero nadie había escuchado ni el vuelo rasante de los aviones, ni bombardeo alguno, ni tan siquiera algunos tiros aislados de fusil o pistola. A la mañana siguiente, cuando salieron del sótano envueltos en sus mantas, vieron a unos cuantos camiones de la marca Hispano-Suiza aparcados frente a la puerta principal del Colegio.

Monja con huérfana.

Habían traído durante la noche a las alumnas del Colegio Marqués de Vallejo y a las dos secciones, la de jóvenes y la de Huérfanos, del Colegio de Guardias Jóvenes. No el total de los alumnos, porque muchos de ellos se habían quedado en sus casas una vez fi nalizadas las vacaciones de verano, dadas las circunstancias por las que atravesaba el país y la difi cultad de realizar largos recorridos. A las chicas, por las prisas, las acomodaron en las camas de los que bajaron al sótano, cambiándoles las sábanas. Hubo que reorganizar los dormitorios, reacomodando a los del Infanta con parte de los de Valdemoro en el ala derecha de la planta, baja que estaba vacía.

"A principios de 1948 la Asociación Pro Huérfanos se puso en contacto con varias congregaciones religiosas, proponiéndoles la apertura de un colegio para sus huérfanos"

El resto en la segunda planta. Las chicas siguieron donde habían dormido la primera noche.
Varios días después de la ocupación, se organizó una caravana de autocares que transportaban a los alumnos de los Colegios, con la intención de dirigirse a la provincia de Ciudad Real, a un balneario llamado ‘La Fuensanta’, sito en Pozuelo de Calatrava, donde se instalaría la nueva ubicación del Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil.
Una vez terminada la guerra, en el curso 1941/1942, se les encomendó a los hermanos Maristas la dirección de la enseñanza en el Colegio Infanta María Teresa.
El Colegio Marqués de Vallejo abrió de nuevo, siendo gestionado por las Hermanas de la Caridad de San Vicente Paúl, como habían hecho desde su fundación.
En 1946 cesaron los Hermanos Maristas, quedando como director del Infanta el comandante de la Guardia Civil, don Sebastián Sáez de Santamaría y Marrón.

Monja con colegialas.

Colegio “La Providencia”, en Valladolid

Valladolid tenía un colegio situado en el casco antiguo de la capital, en la calle Torrecilla números 16-18. Don Mariano se ofreció a colegiar hasta 400 huérfanos en su centro particular y seglar. Se acepta por parte de la Asociación Pro Huérfanos de la Guardia Civil, desde 1940 a 1944, con las siguientes condiciones: por la pensión mensual de 125 pesetas por plaza, más 12 pesetas mensuales por gastos menores (medias suelas, tinta, papel, etc.) y 20 pesetas mensuales por médico, campo de deportes, etc. El Colegio se denominaba La Providencia, ‘La Provi’ para los alumnos, donde se estudiaba 1a y 2a Enseñanza. Había en dicho colegio, además de los huérfanos de la Guardia Civil, otro contingente menos numeroso de huérfanos de médicos, y un tercer grupo de alumnos particulares, casi todos hijos de terratenientes de las provincias de Valladolid, Zamora y alguno de Segovia y Toledo.
El capitán de la Plana Mayor de la Comandancia de Valladolid, Enrique Gasulla Alonso, era el encargado de visitar el centro de enseñanza y preocuparse de la marcha de los huérfanos, especialmente del vestuario, visitas a médicos y viajes en vacaciones. La disciplina era severa. Todos los movimientos se realizaban a toque de silbato y en el más absoluto silencio; era una falta hablar o reír en la fi la. Hemos dicho que el grupo más numeroso de nuestros huérfanos estudiaba primaria, unos pocos bachilleratos y, un tercer grupo de mayor edad, estudiaba ‘oficios’, encuadrados en una sección especial dentro del Colegio.
El día 13 de diciembre de 1980 se celebró una cena de confraternidad de los antiguos alumnos de La Providencia en el hotel Sideral de Madrid.

Colegio “San Luis”, en Valladolid

Los que estudiaban ‘oficios’, procedentes de La Providencia, con una cierta independencia del resto de los alumnos, fueron alojados en otro edificio situado enfrente, con la denominación de Colegio de San Luis. Asistían a clase en la Escuela de Artes. Todos los huérfanos de la Guardia Civil que no estudiaban bachillerato, fueron trasladados al Colegio Infanta María Teresa de Madrid, excepto unos pocos que siguieron en La Inmaculada hasta finalizar el curso 1945/46.
Poco más de 20 huérfanos, de los que estudiaban bachillerato, fueron trasladados al Colegio de El Salvador.

Colegio “El Salvador”, en Valladolid

Estaba situado el Colegio de El Salvador en la plaza de San Pablo, frente al convento del nombre del santo, donde los huérfanos iban a confesarse los sábados y a oír misa los domingos. El Colegio era propiedad de la familia Enciso, de Valladolid. Se comenta que en tiempos de Felipe II (Valladolid 1527, El Escorial 1598) eran caballerizas reales que, para adaptarlas a las normas que exigía la enseñanza, como es lógico, sufrieron muchas reformas.
Por enfermedad de Agustín Enciso, ejercía de director su hermano político, Adolfo, doctor en Medicina. A Agustín, creador del Colegio, se le llamada cariñosamente ‘El abuelo’. En este Centro permanecieron los alumnos huérfanos de la Guardia Civil los cursos 1944, 1945 y 1946. Algunos de ellos empezaron a prepararse para su ingreso en las Academias Generales de Zaragoza y San Javier. En el curso 1946/47 todos los alumnos que estaban en El Salvador se incorporaron al Infanta María Teresa de Madrid.

Colegio “Santo Domingo de Guzmán”, en Ocaña (Toledo)

A principios de 1948 la Asociación Pro Huérfanos se puso en contacto con varias congregaciones religiosas, proponiéndoles la apertura de un colegio para sus huérfanos. Ese contacto dio como resultado aceptar la propuesta realizada por el padre vicario de los Dominicos (Orden de Predicadores- Misioneros de Ultramar) en la localidad de Ocaña, provincia de Toledo, debido a sus buenas comunicaciones y a la magnífica construcción de sus edificios. El 17 de octubre siguiente empezaron a llegar los alumnos con edades de entre siete y once años. El primero fue Alfredo Borque Palacín.
Tuvo el Colegio como primer director al Padre Fr. Faustino Rengel. Había 136 alumnos huérfanos al iniciarse el curso y a pesar de que siempre se habla de ‘los doscientos’ de Ocaña, nunca se llegó a esa cantidad a la vez, pero en total fueron 238 los internos que por él desfilaron.
La vida para los colegiales era bastante dura. Las clases y los estudios ocupaban la mayor parte del día. Los dormitorios eran naves corridas con una mesilla entre las camas, y en las aulas, al principio, se les iba colocando con arreglo a las edades. Había media hora de recreo por la mañana, otra media por la tarde y una hora después de comer. Tras la comida, si el tiempo lo aconsejaba, los Padres Dominicos llevaban a sus alumnos a las eras. Se jugaba con preferencia al fútbol. 1959 Grupo de alumnos del Colegio Santo Domingo de Guzmán, en Ocaña (Toledo) En el año 1973, en que se conmemoraba el 25 aniversario de la presencia de los huérfanos en el Colegio, el padre Jesús Santos Montes, profesor del Centro, y los antiguos alumnos Manuel Otero Iglesias y Luis Bueno Oviedo, entre otros, se comprometieron a reunirse cada año, como hicieron en el año 1997, cuadragésimo noveno, al objeto de preparar las Bodas de Oro del siguiente, y luego por costumbre reunirse sobre el mes de mayo de cada año. En el año 1954, al clausurarse el Colegio de Santo Domingo de Guzmán, los huérfanos se distribuyeron entre el Colegio Infanta María Teresa y el de Guardias Jóvenes para los que ya habían cumplido los 16 años.

Colegio “San Luis Gonzaga”, en Zafra (Badajoz)

Al no existir plazas suficientes para los alumnos huérfanos en el Colegio Infanta María Teresa, el día 4 de octubre de 1948 se instalaron 50 alumnos, comprendidos entre los seis y diez años de edad, en un colegio de la localidad de Zafra, provincia de Badajoz, cuyo director era Andrés Pro Alonso. A estos alumnos, por la vestimenta oscura que portaban, se les llamaba ‘Los grajos’. Hubo también alumnos de otras procedencias. Estuvieron como internos desde 1948 hasta 1959, aunque en el curso 1955/56 empezaron a ingresar en el ‘Infanta’ y ‘Jóvenes’, como los de Santo Domingo.
En el año 1998, un grupo de antiguos alumnos se reunieron en Zafra al objeto de celebrar el 50 aniversario de su incorporación al Centro, aunque ya habían acudido anteriormente a otros encuentros, como el de 22 de noviembre de 1990, en el que se llegó a organizar un programa especial en la radio local dedicado a los exalumnos del Colegio San Luis Gonzaga. También volvieron en el mes de octubre de 1990. Este Colegio ya no existe, se encontraba en el centro de la calle Sevilla, en el número 23. Hoy es un viejo caserón lleno de recuerdos donde podemos leer la siguiente placa: Colegio San Luis Gonzaga. - Con los recuerdos de niños y el agradecimiento de hombres. - Los huérfanos de la Guardia Civil, antiguos alumnos de este Colegio, al distinguido pueblo de Zafra. - 1948.
Los internos recuerdan con nostalgia la Plaza Grande del pueblo, punto central del casco urbano, con sus 72 soportales, donde jugaban al salir del colegio, antes y después de oír misa.

Colegio “San José”, en Getafe (Madrid)

A requerimiento del Ayuntamiento de Getafe vinieron cuatro Hermanas de la Inmaculada Concepción a hacerse cargo de un hospital asilo de la localidad, ‘El Hospitalito’, el día 23 de abril de 1857. Sobre el año 1859 se abrió el Colegio de las niñas en la calle Madrid. En 1939, al finalizar la Guerra Civil, pasó a la Rama de San José. En el curso 1943/44 ingresaron como pensionistas unas 100 huérfanas del Cuerpo de la Guardia Civil ya fusionado con el de Carabineros, las cuales permanecieron en el mismo hasta el año 1975. Había también alumnas de otras procedencias.
Las alumnas mayores, a su ingreso, tenían unos 15 años de edad; la más pequeña, Pilarín, seis. Hubo también dos niños, Paquito Serrano y Benito, huérfanos de padre y madre. En el año 1958 ya habían salido del Colegio algunas alumnas con la carrera de Magisterio. Una de ellas, Pilar Coscollano, Sor Pilar, fue luego huésped de la Residencia de la calle Santa Teresa de Getafe (y más tarde pasó a residir en Barcelona, por exigencias de la Orden), quien también estuvo en el Colegio de San José de Deusto. Fue una de las antiguas alumnas más efi - caces a la hora de reunir a las compañeras, exalumnas como ella. El día 29 de septiembre de 2007 celebraron el 150 Aniversario de la fundación del Colegio, con asistencia del alcalde, obispo de la diócesis y muchas exalumnas huérfanas de la Guardia Civil.
La parte del Colegio que daba a la calle Madrid se vendió. Hoy lo ocupa una residencia de monjas. La entrada al Colegio está ahora por la calle Velasco número 2, paralela a la de Madrid.

Oficiales y huérfanas.

Colegio “San José”, en Deusto (Vizcaya)

El Colegio femenino de San José en Deusto (Vizcaya), ubicado en la calle Ibarrecolanda, n° 40, estaba regentado por la congregación de religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos (Ursulinas). En él estuvieron 27 huérfanas de la Guardia Civil desde el año 1943 a 1950. Unas alumnas estudiaban secretariado, otras comenzaron el bachillerato, e incluso hubo quienes empezaron a examinarse de Magisterio. El Colegio pasó a ser propiedad del gobierno vasco. En una parte del local quedan algunas religiosas, pero desligadas de la labor docente.
El cabo Alfredo fue el encargado, por la Comandancia de Bilbao, de realizar mensualmente una visita al colegio, al objeto de inspeccionar el servicio de higiene y de las dependencias que ocupaban las huérfanas y comprobaba si la alimentación que les proporcionaban era la adecuada. El cabo no tuvo conocimiento de la estancia de ningún otro colegio de la zona en el que hubiese huérfanos varones.
Colegio “Nuestra Señora del Carmen”, en los Cabos de Pravia (Asturias)
El Colegio lo regentaban las monjas de la congregación Amantes de Jesús e Hijas de María Inmaculada (en los años 80 Hijas de María Madre de la Iglesia). Estuvieron unas 40 alumnas desde el año 1949 a 1985, aunque ya en el año 1971 solo había 11 alumnas huérfanas del Cuerpo. Durante algún tiempo, ese colegio se llamó Camilo Alonso Vega y lo habitaron huérfanas e hijas de personal en activo y otras alumnas de diversas procedencias.
Está construido en la ladera que da al río Nalón. Abierta la cancela exterior, nos encontramos con la residencia de los sacerdotes a la izquierda. Al fondo varios edifi cios corridos, destacando uno de piedra en el que habitaban las monjas. En el exterior de la planta baja hay una placa conmemorativa de mármol, en la que se lee:
Las Religiosas / Hijas de María Madre de la Iglesia / a sus fundadores / familia Valdés de los Ríos y Omaña / así como sus bienhechores / Excmo. Sr. Don Camilo Alonso Vega / Teniente General y Ministro de la Gobernación / Excmo. Sr. D. Miguel Ángel García Lomas / Director General de Arquitectura / Economía y Técnica de Construcción. / En señal de gratitud ofrecen su trabajo /y oraciones por su bien y lo perpetúan en / la inscripción sobre los vetustos muros / de la que fue Casa Solariega, hoy Colegio / de Huérfanas de la Guardia Civil. / Los Cabos (Pravia) 17 de septiembre / del año del Señor de MCMLXIX.
Entre la casa de las monjas y el edificio de aulas hay una iglesia dedicada a San Ramón Nonato, de piedra su parte frontal, un pequeño rosetón como único adorno destaca en el sobrio edificio, encajado con el resto de las edificaciones.

"La vida para los colegiales era bastante dura. Las clases y los estudios ocupaban la mayor parte del día"

En el centro del patio hay una pequeña ermita, de la que sólo queda en pie el edificio en piedra vacío en su interior, que se utilizó como biblioteca también como aula de parvulitas. En la parte de atrás del edificio principal había una piscina y un campo de deportes con sus gradas, además de un gimnasio con potros y cama elástica para la práctica de diversos deportes.
Las alumnas más pequeñas vestían un pichi; las demás, una falda gris, camisa beige y chaqueta azul marino. La comida, como en todos los colegios en idénticas fechas. Eso sí, sopa todas las noches. Por la mañana, tazón de café con leche en tazas de plástico de diferentes colores. Uno de los platos más característicos era jamón de york rebozado. De postre, dos galletas de chocolate. En la festividad de los Reyes Magos les traían a las huérfanas, con cargo a la Asociación Pro Huérfanos, lo que pedían.
Las personas mayores de los alrededores recuerdan con cariño a Sor Covadonga y a Sor Ángeles, ésta última, superiora durante muchos años. Para las más jóvenes, la directora fue Sor Teresa Ramos (Sor Ángela lo había sido antes muchos años). A Sor C. España la recuerda porque conducía el vehículo con el que iban a Pravia a efectuar las compras, a Sor Consolación porque llevaba las labores del lavadero, Sor Dulcenombre tenía su puesto en la cocina, además de Sor Ángeles Riolobo, Sor Herminia, Sor Pilar Pastor, etc. Pero las monjas no daban clases, había profesores titulados como la señorita Lidia o el matrimonio formado por Jesús y Elisa; esta última daba la asignatura de gimnasia a las chicas.
En la actualidad residen en este antiguo centro de enseñanza unas familias de legos, a cuyo frente está Rafael, quien ha suscrito un contrato con el arzobispado de Oviedo para residir en ella e intentar conservar las edificaciones.

1918. Alumnas del Juncarejo.

Colegio “La Inmaculada Concepción”, en Ayllón (Segovia)

En Ayllón, localidad de la provincia de Segovia, limítrofe con Soria, calle San Juan n° 4, cerca de la sierra de su nombre, estaba el Colegio de las Concepcionistas Franciscanas de la Inmaculada Concepción. A él fueron huérfanas de la Guardia Civil desde 1948 hasta 1974, también compartiendo las clases con otras alumnas particulares. Las monjas continuaron en el convento hasta que fue vendido el edificio y tuvieron que trasladarse a un establecimiento de la Orden en Zaragoza.
El convento tenía unos muros muy gruesos de piedra y no había calefacción a pesar de estar en plena sierra. Las clases se caldeaban con una estufa de aserrín; se encendía una por la mañana y otra por la tarde. Comunicaba el convento, a través de un pasadizo, con una bonita iglesia de planta rectangular, de estilo románico. Cada mañana, a las 7:30 horas, pasaban a oír misa. El rosario también era rezo obligatorio todos los días. La superiora era Sor Margarita, a quien las chicas apodaban cariñosamente ‘la gorda’ por sus dimensiones físicas. Los dormitorios eran estilo ‘compañía’. Del techo pendían unas cortinas blancas, sujetas con unas cintas. Por el día, se recogían, y por la noche, se soltaban y quedaba convertido en una habitación para cada una. Las viandas más habituales en el almuerzo eran patatas guisadas con cebollas y un trozo de tocino que no medía más de tres centímetros, y por la noche un huevo duro con vinagre; menos mal que el pan era muy bueno. El cine de los domingos era en el colegio una de las diversiones. Había unos chicos, que venían de un internado cercano, que se sentaban a un lado de los bancos, la gente del pueblo en medio y las huérfanas al otro lado.
Los estudios del centro eran de bachillerato. Se empleaba un sistema denominado ‘libre adoptado’; los profesores del instituto de Segovia venían al colegio a hacerles los exámenes. Para la reválida de 4o curso iban a Segovia.

1929. Colegio San Luis de Gonzaga (Zafra).

Colegio “La Fuencisla”, en Segovia

Los Hermanos Maristas regentaban el Colegio Academia de La Fuencisla, en Segovia, cerca del acueducto. El internado lo componían unos 24 huérfanos procedentes de La Providencia, que la habitaron desde 1943 a 1944. Estaba situado en la calle San Agustín, números 1 y 3. El director era el hermano Vicente. El hermano Francisco era el ‘prefecto de disciplina’. Había campeonatos de fútbol y de tenis de mesa.
El hermano Domingo tenía un trato especial con los huérfanos: era hijo del Cuerpo, su padre tenía el empleo de sargento. Había un hermano alemán, Otto Semme, que estaba siempre contando episodios de su vida. En el lugar donde estuvo el colegio se construyó un bloque de pisos. Los hermanos Maristas se trasladaron a otro sitio.

Colegio “La Divina Pastora”, en Madrid

En el mes de mayo de 1940 ya habían vuelto las alumnas al Colegio Marqués de Vallejo, pero aquellas que deseaban estudiar bachillerato sólo tenían la posibilidad de ir todos los días a Madrid al instituto. No obstante, pasado el tiempo, les ofrecieron la posibilidad de cambiarse a otro colegio llamado La Divina Pastora, ubicado en la calle García Morato (hoy Santa Engracia) de Madrid. Estaba regentado por monjas Terciarias Franciscanas, Misioneras de la Madre del Divino Pastor. Unas 200 huérfanas pasaron por el Centro, entre los años 1945 a 1975. En los colegios de chicas siempre ha habido algún niño pequeño. Aquí también lo hubo, Angelito, que no tardó en pasar al Colegio Infanta María Teresa.
Una vez se accedía al centro, había un pasillo, a continuación estaban la cocina y el comedor. Al lado derecho tenían la capilla. Una escalera conducía a la primera planta, donde se encontraban las aulas y el despacho de la superiora (la madre Marina, la madre ‘Corazón’). Las que estudiaban bachillerato acudían primero al Instituto Beatriz Galindo y luego al Lope de Vega, y las que hacían Magisterio, a la Escuela Normal de Magisterio de la calle Santísima Trinidad.
En la tercera planta estaban los dormitorios, en cada uno cabían unas 15 alumnas, con unas cortinas que separaban las camas para tener así una mayor intimidad.
Una monja dormía en cada habitación, en un pequeño cuarto a la entrada del dormitorio, para atender cualquier incidencia y guardar el orden.
El uniforme era negro con la falta tableada, cuello blanco y medias y zapatos también negros. Para deportes, blusa blanca, falda y pololos azul marino y lacitos blancos en el pelo. La comida y el trato dicen las antiguas alumnas que era de buena calidad.
El teniente coronel de la Guardia Civil, Manuel Eymar, las visitaba mensualmente para saber de sus problemas, les traía alimentos y les informaba de ello para que no pasaran calamidades. Las mayores, de 15 y 16 años, salían de paseo los domingos por Madrid, con los consejos pertinentes, e incluso en ocasiones visitaban algunos de los otros colegios de huérfanos del Cuerpo.
Se editaba una revista en el centro, que se denominaba ‘Espigando’, sobre las anécdotas del propio colegio, y allí aparecían relacionadas las huérfanas que obtenían buenas calificaciones.

Colegio Infanta María Teresa.
1930. Comedor del Colegio Infanta.

Colegio “María Auxiliadora”, en Deusto (Vizcaya)

En el colegio Salesiano María Auxiliadora, ubicado en la avenida del Lendakari Aguirre, número 75, de Deusto (Vizcaya), en el año 1938 y en plena Guerra Civil, acogieron de forma escalonada un número indeterminado de huérfanos varones, cuya estancia se prolongó hasta fi nalizar los estudios de primera enseñanza.

Colegio “Corazón de María”, en Zamora

Este colegio estaba situado en Zamora capital, regido por los Padres Misioneros del Corazón de María. Estuvieron nuestros huérfanos solamente durante el curso 1943/44. Al empezar el siguiente, se volvieron a Valladolid para hacer el séptimo curso y la reválida en el colegio de La Inmaculada, con los Hermanos Maristas. En el curso 1945/46 se incorporaron al Infanta María Teresa para empezar preparación militar (Prepa) y carreras universitarias. El colegio Corazón de María tuvo dos ampliaciones. Una con un edificio anejo y la otra con un edificio independiente, pero en las cercanías, que había sido acuartelamiento del Ejército.
Derruido, su espacio fue ocupado por varios bloques de viviendas. En 1980 el centro cambia de ubicación, aunque sigue con el mismo nombre.
N.R.: El artículo sobre la historia de los Colegios de acogida de huérfanos de la G. C. fue publicado en la revista de la Guardia Civil en el año 2009, siendo su autor el Socio de Honor y Mérito de la Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil y Comandante retirado del Cuerpo, Faustino Ramírez Barreto.

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Mes de efemérides para la Guardia Civil https://elfarodeceuta.es/marzo-mes-efemerides-guardia-civil/ https://elfarodeceuta.es/marzo-mes-efemerides-guardia-civil/#comments Sun, 02 Apr 2023 04:20:37 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=873575 Creación del Cuerpo de la Guardia Civil En el mes de marzo, se conmemoran dos fechas históricas para el Cuerpo de la Guardia Civil el día 28 de marzo de 1844, mediante Real Decreto de la Reina Isabel II, se crea el Cuerpo de la Guardia Civil. Se conmemora por tanto, el 179º Aniversario desde su […]

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Creación del Cuerpo de la Guardia Civil

En el mes de marzo, se conmemoran dos fechas históricas para el Cuerpo de la Guardia Civil el día 28 de marzo de 1844, mediante Real Decreto de la Reina Isabel II, se crea el Cuerpo de la Guardia Civil. Se conmemora por tanto, el 179º Aniversario desde su creación.

Sin embargo, el Cuerpo no se materializó hasta el 10 de Octubre de 1.844, cuándo poco más de dos millares de hombres, soldados escogidos entre lo más valeroso del Ejército, a los que el Duque de Ahumada convirtió en nobles y austeros Guardias Civiles, echaron a andar por los caminos de España, iniciando así una leyenda que, con el tiempo, llegaría a ser de conocimiento universal. Iniciadas sus primeras actuaciones, pronto se ganó la estima y la confianza de las personas honradas.

Un cronista de la época retrataba así a la Guardia Civil: Es como una familia numerosa, ligada, voluntariamente, por los vínculos de la regla y disciplina más severas y dedicada sin medir riesgos ni fatigas, a velar por la seguridad de todos y a dar su propia vida por salvar a la del prójimo en inundaciones, incendio y demás situaciones luctuosas.

 

Creación de la Compañía de Guardias Jóvenes

“Para premiar así en los hijos, las virtudes de sus padres” Duque de Ahumada          

Se cumplen 170 años desde su creación. El II Duque de Ahumada, organizador y Primer Inspector General de la Guardia Civil, después de observar el número de bajas que se producían en el Cuerpo, elevó una propuesta solicitando la creación de un establecimiento que pudiera acoger y dar amparo a los huérfanos de todos los componentes del Instituto.

El objetivo, premiar, sin dudas, las virtudes de aquellos primeros Guardias Civiles, muchos de ellos casados y con numerosa familia, el Duque de Ahumada encontró un medio que recompensara en los hijos los servicios de los padres, poniendo en marcha un establecimiento de educación y enseñanza, más que un asilo y menos que una academia.

En virtud de Una Real Orden del día primero de abril de 1.853, en el Cuartel de la Guardia Civil de San Martín (Madrid), se crea la "Compañía de Guardias Jóvenes".

A los doce primeros alumnos de la Compañía se les acomodó en Pinto, localidad cercana a Madrid, durante el verano de 1.853. Finalizando el año, el número de alumnos era ya de treinta, todos ellos huérfanos o hijos de Guardias Civiles no aptos, como resultas de actos llevados a cabo en el servicio.

Basándose en la necesidad del juramento de ordenanza de los Guardias Jóvenes, por Real Orden de 8 de marzo de 1.854 se dotó de Una Bandera al Cuerpo, como representación simbólica de la Patria.

La Uniformidad de los Guardias Jóvenes consistía: Schacós-ros, con chapa y presilla de metal dorado y cardán blanco; gorro cuartelero; levita azul turquí, abrochada con dos carreras de botones, con cuello y vueltas encarnadas y presillón blanco; corbatín de suela, zapatos abotinados; chaqueta de paño de color azul gris, con cuello encarnado y botón liso de metal blanco; pantalón de paño igual al de la chaqueta. El equipo constaba de una fiambrera de hojalata, una bolsa de aseo, dos cepillos de dientes, y un arca para la ropa. El armamento para quienes tenían edad para usarlo, lo integraba la carabina igual a la usada por la Caballería, cartuchos y ceñidor de correaje parecido al de la Infantería. A un servicio de armas en el interior del Colegio, se limitaba la prestación de servicios, y solo por los de mayor edad. Como en cualquier otro centro de formación militar, el horario de trabajo del Guardia Joven era amplio y muy completo. Se tocaba diana a las siete de la mañana y silencio a las ocho o nueve de la noche, dependiendo de la estación del año. Debían asistir a la Santa Misa los días festivos, rezar el Rosario todos los días y confesarse, al menos una vez al trimestre.

Las visitas se reducían a los domingos, de once a trece horas, y se les prohibía que recibieran dinero y otros afectos sin la autorización del responsable de la Compañía. El plan de estudios se dividía en dos grupos. Al primero correspondía los ejercicios de lectura, escritura, doctrina cristiana, gramática castellana, aritmética y gimnasia; los Reglamentos y Ordenanzas Militares hasta las obligaciones del Sargento 1º, táctica hasta la instrucción de Compañía y la Cartilla del Cuerpo. Una iguala con el médico de la localidad más próxima y la habilitación de una enfermería, a la que atendían dos alumnos mandados por un Guardia 1º, aseguraban el cumplimiento de las prescripciones del galeno.

Los gastos iniciales y mantenimiento del Colegio fueron asegurados con la concesión del Gobierno, de los haberes de cuarenta y nueve Guardias segundos. Los Oficiales, Clases y Tropa allí destinados, lo recibían de sus respectivos Tercios.

El Coronel Director, debía cuidar de que el trato que recibieran los Guardias Jóvenes, dentro del régimen militar, fuera cariñoso y prudente, encaminando sus esfuerzos a que los jóvenes adquieran el grado más alto de robustez física, cultura intelectual y moral, y que se les inculcara a los alumnos hábitos y costumbres militares, para obtener la nobleza de sentimientos, veracidad, cariño y respecto al superior, amor al trabajo, creencias religiosas, idolatría por la Patria y veneración del honor, que son inherentes a toda institución militar.

Por dicha efemérides, la localidad de Pinto (Madrid), programó para el pasado día 25 de marzo de 2023, una serie de actos consistentes en lo siguiente:

  • Desfile militar de alumnos del Colegio de Guardias Jóvenes con uniformes de época desde el parque del Egido de la Fuente hasta la plaza de la Sagrada Familia, junto al edificio que fuera la sede de la Compañía de Guardias Jóvenes.
  • A continuación, actuación de la banda de tambores y cornetas del Colegio de Guardias Jóvenes en la fachada del edificio histórico del Centro Municipal de Cultura.
  • Poco después, se procederá a descubrir una placa conmemorativa del 170º aniversario de la creación de la Compañía de Guardias Jóvenes.

El Corralillo

Como quiera que el número de colegiados iba aumentando y resultaba insuficiente para albergarles la casa particular alquilada, se gestionó el arrendamiento de otra de mayor capacidad y al no haberla en Pinto, se extendieron las gestiones al inmediato pueblo de VALDEMORO, donde se adquirió la antigua “Real Fábrica de Paños y Tapices del Reino”, denominada "Los Longistas", en cuya localidad de Valdemoro, quedó instalado el Colegio desde el 26 de Marzo de 1.856, en que contaba ya con 82 Guardias Jóvenes. Como consecuencia de la adquisición de tal fábrica, hubo de efectuarse reformas y construcciones en su solar, lo que proporcionó una mayor capacidad, teniendo en cuenta el número de aspirantes a ingresar en la Compañía. Su Majestad, por Real Orden de 30 de junio de 1.856, aprobó el primer Reglamento Orgánico para el Régimen de la Escuela de Guardias Jóvenes, aumentándose su plantilla en 1 Teniente, 1 Subteniente, 1 Sargento 1º, 2 Sargentos, 6 Cabos, 6 Guardias y 1 Corneta, aumentándose también los educandos a 110, imperando en el Centro, desde el primer momento, un régimen de austeridad y disciplina militar. Uno de estos colegiales bautizaría a este centro con el sobrenombre de “El Corralillo”.

El año 1.864, visitan la Escuela de Guardias Jóvenes S.M. la Reina María Cristina y el Príncipe de Asturias, futuro Alfonso XII, que es nombrado protector de la Compañía.

Transcurre el tiempo y con él aumenta el número de alumnos, por lo que por Real Orden de 2 de octubre de 1.879, se dispone que el Establecimiento de Guardias Jóvenes, pasa a denominarse "Comandancia de Segunda Clase de Guardias Jóvenes”  , incrementándose la plantilla de Jefes, Oficiales, Suboficiales, Clases y Guardias, creándose 2 Compañías de Guardias Jóvenes y la Sección de Caballería del mismo, pasando ya a ser el número de alumnos 297. Paralelamente  a la denominación de Comandancia, se le da a este Centro, la de Colegio, la que quedaría más adelante fija, al denominársele "Colegio de Guardias Jóvenes”, completándola y en el año 1.956 en entonces Director General del Cuerpo, Excmo. Señor Teniente General, Don Pablo Martín Alonso con la de "Duque de Ahumada" para así honrar y perpetuar a su ilustre Fundador.

En 1.972, la plantilla de Guardias Jóvenes era de 800, de los cuales 750 se encontraban integrados en el Batallón de alumnos de este Centro y los otros 50 forman el Grupo de Instrucción Premilitar -en edades comprendidas entre los 12 y 14 años- y que, dependiente de este de Guardias Jóvenes, se hallan en el de Huérfanos "Infanta María Teresa", ubicado en Madrid.

El nuevo colegio

Durante mucho tiempo se acusaba la necesidad de un nuevo Colegio a tono con la evolución y desarrollo de vida de nuestra Nación. El Coronel don Antonio Díaz Carmona, durante los años 1962 y 1963, dio cuenta en diversos escritos a S.E. el Teniente General, Director General del Cuerpo, del mal estado en que se encontraba el viejo inmueble y de la ineludible necesidad de proceder a la construcción de otro nuevo.

Por ello, y como consecuencia de la autorización concedida, fueron adquiridas a distintos propietarios del pueblo, 38 Ha., 74 a., 10 ca. (Trescientos setenta y siete mil catrocientos diez  metros cuadrados), por un importe total de cuatro millones novecientas cuarenta y una mil cuatrocientas veintisiete  pesetas, con cargo al fondo de "Haberes de Guardias Jóvenes".

Previos los trámites reglamentarios, proyectos, concursos y deliberaciones previas, el 25 de abril de 1967 y en el Salón de Actos de la Dirección General del Cuerpo, bajo la presidencia del Teniente General don Ángel Ramírez de Cartagena , tuvo lugar la Junta Reglamentaria para la apertura de pliegos, adjudicándose las obras a la Constructora Internacional S.A., por resultar la que más económicamente se comprometía a ejecutarlas. El replanteo de las obras sobre los terrenos en que se iba a edificar tuvo lugar el 31 de mayo de 1967, y la colocación de la primera piedra e iniciación de las obras, el 24 de junio de igual año, por el entonces Director General del Cuerpo, Teniente General don Ángel Ramírez de Catagena y Marcaida , y el General de División, Subdirector General del Cuerpo, don Enirque Serra Algarra  . El 27 de junio de 1973 tuvo lugar la bendición e inauguración oficial de las obras, presidiendo el acto el Teniente General don Carlos Iniesta Cano, al que acompañaban el General Ramírez de Cartagena, General Subdirector don Germán Sánchez Montoya, General Inspector de Enseñanza don Miguel Luengo Tejero y diversos Generales, Jefes y Oficiales del Cuerpo y del Ejército. Este acto coincidió con la jura de Fidelidad a la Bandera por los Guardias Jóvenes que integraban al LV Promoción y Clausura del Curso 1972-73. La bendición estuvo a cargo del Comandante Capellán don Timoteo Bustamente Guardado.

A lo largo de los ciento cincuenta y cinco años de existencia de los Guardias Jóvenes, el Colegio ha pasado por diversas situaciones y vicisitudes. Sus programas de formación cívica y militar se vienen adecuando a los tiempos, prestando atención a la enseñanza que la sociedad demanda. Hoy el alumnado "polilla", chicos y muchachas, sigue siendo una buena inversión. Las vivencias de los hijos del Cuerpo tanto en las Casas Cuartel rurales, o en sus propios domicilios urbanos, mimetizando el quehacer de sus mayores, constituyen  una fuente de permanente aportación y de inmejorable procedencia.

Apelativo “Polilla”

Con relación al apelativo cariñoso de polilla, con el que se identifica a todos los alumnos de Guardias Jóvenes, ya sean colegiados o ex-alumnos, corren varias versiones, dejando constancia de la siguiente: Se cuenta que, hace muchísimos años, con motivo de una revista al Colegio, El General Inspector del Cuerpo observó un diminuto agujero en el pecho del uniforme de un jovencísimo alumno, casi un niño. Al serle preguntado las causas del desperfecto, el chiquillo respondió con desparpajo; "Señor, debió ser alguna polilla; lo digo porque anoche no lo tenía". A lo que añadiría el General, con infinita ternura; "Tú sí que estás hecho un buen polilla". Al finalizar la revista fue recibido por Jefes, profesores y resto de compañeros con el mayor entusiasmo y apremio. Este joven alumno, aunque nunca pudo imaginar las consecuencias que tendría al conjurar aquellas palabras, es merecedor de todo nuestro reconocimiento, al habernos patentado, con su feliz idea, con ese apelativo “POLILLA”.

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