Artículos escritos por Antonio Guerra en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/antonio-guerra/ Diario digital Mon, 18 Nov 2024 06:45:39 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Antonio Guerra en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/antonio-guerra/ 32 32 El Fuero del Baylío y Ceuta https://elfarodeceuta.es/fuero-baylio-ceuta/ https://elfarodeceuta.es/fuero-baylio-ceuta/#respond Mon, 18 Nov 2024 03:30:26 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1125764 Hace ya bastantes años defendí la tesis de que el Fuero del Baylío está aún vigente en Ceuta y en Extremadura, aunque para que la vigencia surtiera plenos efectos reales en la ciudad ceutí, debería estar recogido en el Estatuto de la Ciudad Autonómica. Y, atañendo esta cuestión a los jóvenes de Ceuta que entonces […]

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Hace ya bastantes años defendí la tesis de que el Fuero del Baylío está aún vigente en Ceuta y en Extremadura, aunque para que la vigencia surtiera plenos efectos reales en la ciudad ceutí, debería estar recogido en el Estatuto de la Ciudad Autonómica. Y, atañendo esta cuestión a los jóvenes de Ceuta que entonces no me pudieran leer porque fuern pequeños, la reproduzco aquí hoy, exponiendo las razones históricas y jurídicas por las que sustento su vigencia en Ceuta, habida cuenta de que se trata de una institución jurídico-foral histórica que creo es bueno sea conocida por las nuevas generaciones ceutíes.
En nuestro Código Civil, el patrimonio privativo que cada cónyuge lleve al matrimonio lo sigue conservando como bienes privativos que, tras casarse, continúan siendo sólo del cónyuge que los tuviera en propiedad antes de contraer matrimonio. Por el contrario, en el Fuero del Baylío, dichos bienes privativos que aporte cualquiera de los contrayentes, pasan a comunicarse o ser de ambos por igual, formando parte de lo que en el Derecho germánico se llama “comunidad universal de bienes”.
En expresión del vulgo popular sobre dicho Fuero, suele invocarse con rima que, en el: “En el Fuero del Baylío, lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío”. Cuando enviudó el torero Lagartijo, su suegro le pidió la mitad del patrimonio que toreando el maestro había amasado antes de casarse, alegando que debía heredarla él por corresponderle la mitad a su hija fallecida, con derecho a acogerse al régimen económico-matrimonial del Fuero del Baylío, que por eso aquel astuto “maestro” con fina sorna contestó a su suegro: “Vaya, hombre. No sabía, que yo desde el ruedo jugándome la vida, y mi suegro viéndome desde el tendido, los dos toreábamos al alimón”.
El Fuero del Baylío tiene origen portugués. Fue introducido en Extremadura por Alfonso Téllez de Meneses el año 1211, del que se dice que fue pariente descendiente lejano Don Pedro de Meneses, primer gobernador de Ceuta. El Fuero lo introdujo como costumbre, aplicándolo a Alburquerque (Badajoz) y su comarca. En 1272 fue extendido a Jerez de los Caballeros y 20 pueblos de su partido, que formaban una bailía (territorio de una Encomienda de caballeros de la Orden de los Templarios que luchaban contra los árabes en la Reconquista; de ahí su nombre). En 1297 se implantó en Olivenza y pueblos limítrofes. Las leyes de Toro lo recogieron como costumbre. Y luego apareció como derecho foral escrito en una Real Pragmática de Carlos III de 1770, siendo reconocida su observancia en la Ley 12, título 4º, libro X, de la Novísima Recopilación, así como en las Leyes de Vinculaciones de Fernando VI en 1880.
Y, aunque suene raro, los Fueros están aún vigentes en España, porque el artículo 13.2 del Código Civil de 1889, el derecho civil de Aragón, Navarra, Cataluña, Baleares y el País Vasco, los dejaron subsistentes al tiempo de su promulgación, al disponer que “en los demás y con pleno respeto a los derechos especiales o forales de las provincias o territorios en que están vigentes, regirá el Código Civil como derecho supletorio, en defecto del derecho foral”. Y también luego la Constitución de 1978 los ampara al disponer en su artículo 149.8 “la conservación, modificación y desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos civiles, forales o especiales allí donde existan”; y en su Disposición adicional 1ª: “La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. La actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomías”. El Estatuto de Extremadura recogió el del Baylío, y está declarado vigente en sentencias del Tribunal Supremo de 8-02-1892 y 28-01-1896, entre otras.

Explico por qué en la actualidad podría aplicarse el Fuero del Baylío en Ceuta, El Notario de Olivenza (Badajoz) José Luis Chacón Llorente, quien ejerció su profesión a lo largo de cuatro décadas, hasta el año 2014 en que se jubiló, y después falleció, nació en Olivenza, el 10 de diciembre 1944. Tras licenciarse en Derecho y superar las oposiciones, tuvo su primera Notaría en Barcarrota (1973-1975) y de allí pasó a la localidad onubense de Cortegana, donde estuvo hasta 1978. Después volvió a Extremadura, con destino a Zafra (1978-1996), Cáceres (1996-2000) y Badajoz (2000-2014), donde se jubiló tras 41 años de ejercicio.
A lo largo de tan dilatada trayectoria profesional, Chacón se convirtió en un estudioso de la aplicación del Fuero del Baylío, derecho consuetudinario (costumbre) procedente de la presencia templaria en Extremadura y vigente en la actualidad en Alburquerque, Alconchel, Atalaya, Burguillos del Cerro, Cheles, Fuentes de León, Higuera de Vargas, La Codosera, Jerez de los Caballeros, Oliva de la Frontera, Olivenza y sus pedanías, Táliga, Valencia de Mombuey, Valencia del Ventoso, Valverde de Burguillos, Valle de Matamoros, Valle de Santa Ana, Villanueva del Fresno, Zahínos, además en Ceuta.
Chacón se convirtió en un referente en el mundo notarial por la aplicación del Fuero del Baylío en el ámbito del régimen económico matrimonial y sucesorio. ¿Y por qué considero vigente el Fuero del Baylío en Ceuta?. Tanto el Fuero de Extremadura como la llamada “Carta de Mitade” portuguesa, que se a`licó en Ceuta en época portuguesa, son del mismo contenido jurídico, sólo que tienen distinto nombre. Esta última, de la que procede aquél, existió como costumbre en toda la Estremadura (con “s”) portuguesa, limítrofe con nuestra Extremadura española (Alentejo y Algarbe), desde el año 1128 al 1185, cuando el rey Alfonso Enrique declaró a Portugal por primera vez independiente. Pero fue en las Cortes portuguesas de Santarem cuando tuvo el primer reconocimiento oficial, al proclamar en ellas el rey Manuel I: “En nuestros reinos, a saber, Estremadura (la portuguesa), hay una santa costumbre: que cualquier hombre o mujer que son casados por regla y regimiento de la Santa Iglesia, cuando alguno fallece de la vida de este mundo, el que queda vivo parte con los herederos del finado todos los bienes que tenía, así muebles como raíces, lo que es muy contrario en las comarcas de Beira, Duero, Minho y Traos Montes”(portugursas). Una ley portuguesa de 1446 convirtió la costumbre en norma de Derecho positivo en todo el territorio portugués, siendo recogida dicha “Carta de Mitade” en las Ordenaçoes Manuelinas y Felipinas, sí como en el Código Civil portugués de 1867, hasta su derogación por el Código Civil portugués de 1966. Y cuando la costumbre portuguesa se convirtió en norma por la ley 1446, fue de aplicación a todos los portugueses, incluidos los que conquistaron Ceuta en 1415.
En 1580 Felipe II de España reinó también en Portugal. En 1640 Portugal se rebeló contra España porque querían tener un rey portugués propio, separándose “de facto” (de hecho). Todas las posesiones portuguesas de Ultramar, excepto Ceuta, se adhirieron a la causa independentista hasta que por el Tratado hispano-luso de Lisboa de 13-02-1668 España reconoció “de iure” (de Derecho) a Portugal como Estado independiente. En el momento de aquella rebelión portuguesa de 1640 contra España, sucedió no sólo que los ceutíes fueron los únicos portugueses de Ultramar que no apoyaron la revuelta, sino que se amotinaron contra el entonces Gobernador portugués de Ceuta, Francisco Almeida, lo depusieron, el mismo se refugió en Portugal, y en un plebiscito expresaron su libre voluntad de dejar de ser portugueses para pasar a pertenecer a España haciéndose españoles, pidiendo al rey español que le fueran respetados los derechos, privilegios, costumbres y Fuero de que venían disfrutando con Portugal. España se los concedió, junto con la nacionalidad española en 1641. Y el rey español Felipe IV, declaró a Ceuta “Ciudad muy Noble y Leal”.
Por el mismo Tratado de Lisboa de1668, citado, España reconoció la definitiva independencia de Portugal, pero este país portugués se vio obligado a reconocer expresamente en el mismo Tratado que Ceuta y los portugueses ceutíes pasaban a depender de la plena soberanía española, porque así ellos mismos lo habían deseado, cuya Carta de naturaleza española le fue concedida por Reales Cédulas de 9-03-1656 y 30-04-1656 de Felipe IV; ratificándola luego Carlos II a través de su madre la reina Ana de Austria (Reales Cédulas de 19-05-1668 y 3-07-1668); por Felipe IV y Felipe V (Reales Cédulas de 27-11-1701 y 16-04-1703); y por Fernando VII e Isabel II, sucesivamente.
Al integrarse Ceuta en 1668 en el territorio español, como ya era española, la antigua “Carta de Mitade” portuguesa pasó a denominarse Fuero del Baylío, como en Extremadura. Y así llegamos a que cuando en 1889 se aprobó nuestro Código Civil, dicho Fuero se hallaba plenamente vigente en Ceuta; cumpliéndose así las condiciones que señalaba para su persistencia el 13.2 del Código Civil que dejó subsistentes todos los fueros vigentes al tiempo de la promulgación del mismo. Luego, el tracto sucesivo, o continuidad sin interrupción de dicho Derecho foral en Ceuta, se conservó también cuando entró en vigor la Constitución de 1978, que los ampara en su artículo 148. 1 y 8, y en su Disposición final, primera.

Además, en el Archivo notarial de Algeciras figuran una serie de documentos notariales de Ceuta con los que claramente se prueba que al menos hasta el 27-06-1959, el Fuero se vino aplicando en Ceuta en testamentos y capitulaciones matrimoniales otorgados ante Notario en los siglos XIX y XX. Así, en el testamento de Francisco..., otorgado el 7-04-1898 ante dicho Notario, se lee: “También declara que a dicho matrimonio no aportaron bienes ningunos, habiéndolo celebrado bajo el régimen de la comunidad de bienes que establece el Fuero del Baylío, vigente en esta Plaza, y haciendo por consiguiente gananciales todos los bienes que en la actualidad poseen”. (Archivo de Algeciras. Año 1898, folio 253). En otro testamento, en el que consta que el esposo, José..., era de Ceuta, y la esposa, Ramona..., de Gibraltar, en la base tercera se dice: “Que los bienes quedados al fallecimiento del cónyuge premuerto, que son los que figuran en el inventario, son gananciales,toda vez que el matrimonio se contrajo bajo el régimen legal del Fuero del Baylío, vigente en esta ciudad”. (Archivo de Algeciras. Año 1898, folio 889). Al parecer, entonces Ceuta, a efectos judiciales, dependía de Algeciras. De estos documentos pienso que, al menos, debería tenerse copias adveradas en la Ciudad Autónoma de Ceuta.
Un cuaderno particional de 26-06-1900 sobre el matrimonio de Jacobo... y Dolores, dice: “…Ésta, natural de Ceuta y ambos vecinos de ella, contrajeron matrimonio bajo el régimen legal de la comunidad de bienes que establece el Fuero del Baylío vigente en esta ciudad por costumbre inmemorial y sancionado por nuestra antigua legislación en la Ley doce, título 4º, libro 3º de la Novísima Recopilación…, D. Jacobo... enajenó la mayor parte de dichos bienes, quedando reducido el caudal a una sola finca, que se inventaría de valor insuficiente a cubrir el importe de las aportaciones de cada cónyuge, pero que se reputa y considera ganancial sin tener en cuenta dichas aportaciones, por virtud de la mencionada costumbre y Ley del Baylío de la comunidad de bienes de los casados en esta Plaza”. (Archivo de Algeciras, folios 529 y 546).
También, el fechado en Ceuta el 24-07-1900, mismo Archivo, folios 708 a 755, dice: “Sobre la sociedad conyugal del causante de esta herencia: D… y Dª Mª de África… contrajeron matrimonio el año 1867… bajo el régimen de comunidad de bienes que establece la Ley del Baylío”. En el cuaderno de 11-07-1938, se dice: “Teniendo en cuenta lo manifestado por el causante en la cláusula 2ª del testamento de 11-05-1927, y las circunstancias de ser naturales de esta ciudad y haberse en la misma contraído matrimonio, le es aplicable el Fuero del Baylío vigente en Ceuta” (Protocolo 227).
El Notario de Algeciras, Aquilino Adolfo Abate, avalaba con su firma todos los actos de esta naturaleza suscritos desde 1932 a 1939, unos otorgantes rechazaban la sumisión al Fuero, mientras que otros se sometían al mismo. Así, en la de 19-08-1932: “Los comparecientes hacen expresa renuncia del Fuero del Baylío, de aplicación en esta Plaza...”. En la de 7-10-1939, los cónyuges se pronunciaron en iguales términos. En el cuaderno protocolizado el 27-06-1959 en escritura, se dice: “Que a su fallecimiento todos los bienes sean considerados como gananciales, los señalados primeramente por serlo conforme a la ley común, y los adquiridos por herencia por aplicación del Fuero del Baylío, de aplicación en Ceuta”. De todo lo cual se concluye que el Fuero de Ceuta sigue vigente, aunque necesitaría su actualización recogiéndolo en el Estatuto Autonómico, como vieja institución histórica y foral en Ceuta. Los anteriores datos forales históricos, que se encuentran en Algeciras deberían ser reclamados para que constaran realmente en Ceuta, por ser dicho Fuero una institución ceutí de gran valor histórico.

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La DANA de la desgracia y la polémica https://elfarodeceuta.es/dana-desgracia-polemica/ https://elfarodeceuta.es/dana-desgracia-polemica/#respond Mon, 11 Nov 2024 03:30:19 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1122797 Declamaba en uno de sus poemas el más destacado poeta conceptista inglés del Siglo de Oro, John Donna, algo así como que: "Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; […]

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Declamaba en uno de sus poemas el más destacado poeta conceptista inglés del Siglo de Oro, John Donna, algo así como que: "Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta a mí y a toda la Humanidad, por solidaridad. Todos, de alguna forma, somos hermanos”. Y esa célebre frase podría ser aplicable al triste suceso ocurrido en nuestra muy querida y admirada provincia española de Valencia y las demás limítrofes también afectadas por la maldita DANA que recientemente ha asolado, principalmente, a las localidades de Picaña, Nenipae, Sedaví, Paiporta, Chiva, Aldaia, Torrent, Requena, Utiel, Alaquàs, Benetússer, Alfafar, Massanassa, Catarroja, Beniparrell y Albal y otras poblaciones cercanas y a provincias limítrofes.

Pues ese parece haber sido, en general, el espíritu de solidaridad que se ha vivido en toda España y buena parte de Europa ante la fatídica DANA (depresión aislada en niveles de la atmósfera) en la horrible tragedia que ha azotado Valencia, que es una de las regiones más admirada y querida de España, habiendo afectado más el triste suceso a las localidades referidas y otras limítrofes, con el fallecimiento en toda la zona de, al menos, unas 217 personas arrastradas por la riada, más 89 desaparecidos por el agua, lodo y fango, 62 cadáveres sin identificar, habiendo caído más de 600 litros por metro cuadrado, 459 vehículos afectados, más 13.000 negocios cerrados con cuantiosas pérdidas, 96.000 personas sin cobertura telefónica, averías y desperfectos producidos por la mayoría de vías férreas de la provincia paralizadas, habiendo sido necesaria la intervención de 7.800 militares, más 6.000 agentes de la Policía Nacional y Guardia Civil, 500 Policías Locales, 2.100 bomberos, totalizando más de 15.000 agentes desplegados que, además de ayudar y socorrer a damnificados y demás afectados, también protegieron viviendas y propiedades particulares, habiendo detenido a 186 sujetos que, aplicándose aquello de que “a río revuelto ganancia de pescadores”, no tuvieron ni siquiera el más mínimo rubor de entregarse al saqueo y pillaje, al lado de las numerosas desgracias que estaban sucediendo, lo que por sí solo califica a tales impresentables como lo que son. En fin, que la dichosa DANA más ha parecido un tsunami que ha dejado a Valencia asolada.

Tal fenómeno de la naturaleza no sólo ha afectado tan negativamente a Valencia y localidades de su entorno, sino también, aunque con menor virulencia, a Castellón, Murcia, Albacete, Castilla-La Mancha, Cataluña y Andalucía, en esta última, en las localidades de Isla Cristina en Huelva, Jerez de la Frontera en Cádiz, Alhaurín de la Torre, Álora y Cártama en Málaga y otros lugares, cuyas operaciones de búsqueda, rastreo y salvamento se siguen llevando a cabo en Valencia; aparte de la destrucción parcial o total de unas 150 carreteras, que han hecho necesaria la participación de unos 5.000 hombres del Ejército con material de apoyo, y otros 5.200 pertenecientes a la Guardia Civil, también de las Policías Nacional y Local, etc.; más la detención y arresto de unos 100 sujetos desaprensivos que, aprovechándose del infortunio y de la desgracia ajena, no han sentido el más mínimo rubor de hacer suyo el viejo lema de “a río revuelto, ganancia de pescadores”, entregándose al hurto, pillaje y saqueo, lo que por sí solo dice todo sobre semejantes personas.

Y si bien hay un dicho popular que dice: “mientras doblan las campanas, la pluma debe permanecer en silencio, por respeto a los muertos”, pero transcurridas ya dos semanas de que tan triste suceso acaeciera, creo que ello para nada impide que comentemos algunos aspectos que vengan a poner aquí de relieve el fatídico alcance y la descomunal gravedad del suceso, del que se han hecho eco los medios de comunicación españoles, europeos y de diversas partes del mundo calificando la DANA como las inundaciones más graves del siglo, cuyo análisis más relevantes, me llevan al siguiente orden de consideraciones.

En primer lugar, es muy de lamentar la tremenda desgracia ocurrida, que en España puede ser considerada como la más grave y calamitosa de este siglo y también una de las más destacadas del mundo. Y de que hayan sucedido tan fatídicos hechos de la naturaleza, está claro que a nadie se debe culpar sobre los orígenes de tan tremendo suceso, que se habrá debido a la confluencia de determinados elementos climáticos de la naturaleza.

Las aguas del Mediterráneo están demasiado calientes, donde las nubes de evolución cargan y se retroalimentan. Esas aguas calientes, se elevan y chocan con la capa alta que se le superpone y que está mucho más fría, de manera que, al colisionar el calor con el frío, producen bastantes fenómenos eléctricos y lluvias torrenciales que, si llegan a ser continuas durante unas horas, entonces es cuando se producen las peligrosas DANAs, que están llamadas a ser cada vez más frecuentes y más peligrosas, debido al cambio climático que, a su vez, se produce por la mucha polución atmosférica formada por todas las suciedades, humos tóxicos, gases invernadero y demás porquerías que vertemos a la atmósfera y que se están cargando a la “madre naturaleza”, fuente de vida y de alimentos para todos.

Ante un estado de tanta urgencia, auxilio y socorro, que se necesitan, la prioridad que debe prevalecer es la de procurar por todos los medios salvar vidas humanas. Pero, imagino que lo que sí se hará necesario después es depurar las posibles responsabilidades en las que hayan podido incurrir las personas que hubiesen actuado, por acción u omisión, con posible falta de diligencia o eficacia punibles; cuya presunta responsabilidad debería determinarse tras que se haya prestado los posibles auxilios y socorros a las víctimas.

Lo que a mi modesto juicio, se ha puesto también de claro manifiesto es que los trabajos tendentes a la resolución de tan tremendo problema se han iniciado tarde y se ha visto con claridad que no ha habido una dirección y un responsable únicos que también aplicara una unidad de criterio, habiéndose dado una supuesta falta de coordinación y de tratamiento global del problema; es decir, ha faltado unidad de mando, que se pusiese alguien al frente de la resolución de tanto cas y se responsabilizara de la gestión de forma global de cara a la coordinación de todos los elementos actuantes.

Luego hay que señalar que, si algún resquicio de consuelo o resignación les podría quedar a los familiares de tantos seres queridos por ellos perdidos, podría ser la enorme manifestación de duelo, pena, tristeza, solidaridad y ayuda espontánea de tantos voluntarios y demás gente joven y de todas las edades y condición de todas partes llegadas, provista de máquinas pesadas, tractores de agricultores, herramientas, utensilios llegados no sólo de Valencia, sino también de toda España y hasta del extranjero, con la mejor voluntad de hacer bien y paliar el mal, aliviando penas y sufrimientos de quienes se hallan inmersos en la desgracias, pena y dolor, dispuestos a darlo todo en aras de la cooperación en tan noble causa, como es la ayuda y apoyo a gente tan necesitada de ánimo, auxilio, socorro y comprensión.

Es también cierto que se han vivido allí casos de nerviosismo y tensión rayanos con la ira y la desesperación, incluso con la visita que realizaron los reyes y determinadas personalidades políticas que, si por algo brillaron fue debió más a su repliegue a la primera oportunidad con tal de eludir por las desafortunadas declaraciones sobre la forma condicionada como debía solicitarse la ayuda del Estado, algo parecida a como si hubiera que hacerlo de forma “rogada” y mediante instancia franqueada con las antiguas pólizas de tres pesetas con las que antes se debían franquear las instancias, pese a que se estaba ante una situación tan grave y urgente como que se trataba de socorrer vidas humanas entre las que ya habían fallecido hasta 217 personas y otros muchos cientos de ellas se encontraban en inminente peligro de ahogamiento por una gravísima riada ante la que se necesitaba urgentísimo auxilio y socorro, y a la que de ninguna manera se podía dar respuesta con una presunta dejación de funciones; porque ¿qué mayor desgracia tenía que ocurrir para declarar la situación de “emergencia nacional”, estando ante un problema de tal envergadura que afectaba, al menos a seis regiones y numerosas provincias y localidades, que sólo los medios del Estado podían hacer frente a la misma?.

Pero, es que, además, precisamente por tal urgencia y problema tan grave se cree que era absolutamente necesario asumir la competencia sobredimensionadas que necesitaban de incorporar tofos los medios posibles del Estado, tal como el público en general continuamente suplicaba. Creo que, no se puede esperar a ver cómo la riada se estaba llevando a los ciudadanos con gran número de desaparecidos y no hacer nada, en espera de esa petición “rogada” que parece que se pretendía.

En tal situación de tanta urgencia y gravedad, hay que declarar de inmediato la “alarma nacional” e intentar por todos los medios que ningún español más se siga ahogando, tanto en conciencia como por propia responsabilidad de las que de ninguna forma se puede abdicar por cuestiones de mero protocolo o sumisa cortesía pretendida. Ante hechos tan graves, se debió actuar por parte del Estado volcándose con todos los medios con que la Nación cuenta. En cambio, el comportamiento de los reyes de España sí fue muy digno y valiente, dialogando con las gentes y permaneciendo al lado de los españoles, alentándoles, dando ánimos y el mejor ejemplo de saber ser y estar, reconduciendo la situación con la mayor dignidad.

Me han conmovido algunas imágenes que son de verdadera pena y tristeza; pero para no ser demasiado exhaustivo con el infortunio, sólo voy a referir uno. Y es el publicado en la televisión, de una señora joven, embarazada y con dos hijos de corta edad que había dejado con la abuela en casa, que estaba en la calle subida en lo alto del capó de un coche intentando ponerse a salvo de la riada, pero que ya presentía su muerte gritaba porque no podía aguantar más, y viendo pasar a su marido arrastrado por la fuerte corriente en la misma calle, al llegar a su altura le pidió muy apenada que, si él se salvaba, cuidara bien de sus hijos. El marido tuvo la suerte de poder agarrarse a un punto firme y se salvó, mientras que a ella terminó llevándosela la fuerza de la corriente y se ahogó, junto con su nuevo hijo todavía “nasciturus”. Con qué tristeza y con cuánta pena se lo pedía la pobre mujer.

La gente, desesperada por la excesiva tardanza con la que se dice que comenzaron a recibir ayuda, recriminaban a las autoridades que durante varios días no hubieran actuado antes. Y, como sucede siempre, luego se ha politizado el caso con absurdas acusaciones, echándose unos y otro la culpa, como si se pasaran la “pelota” de la responsabilidad. Sin haber vivido el caso “in situ”, si así hubiere ocurrido, creo que, ante un supuesto de hecho tan triste, urgente y luctuoso, sobran las mutuas imputaciones y lo que más hace falta es estar unos y otros unidos como una piña y ponerse a trabajar juntos tratando de lograr la eficacia y prontitud en favor de los familiares afectados, sin mirar los colores políticos ni el partidismo interesado. No hay cosa que más repudie al pueblo llano que el sistemático enfrentamiento político tratando de pasar el tanto de culpa al contrario.

Lo tengo dicho hasta la saciedad, que la forma de resolver los problemas de la sociedad no es tirándose los trapos sucios a la cara unos a otros, que tanto odian los sufridos ciudadanos, sino dialogando, razonando, anteponiendo la predisposición, la voluntad y el sentido común que conduzcan al logro de acuerdo y lo que favorezca los intereses generales de todos, pero no para enzarzarse y zaherirse mutuamente. En nuestro país, a veces, se desenfundan y blanden las espadas en lo más alto; y hay que bajar las espadas, estrecharse más las manos y estar unidos, al menos en el sublime oficio y noble causa de tratar de salvar vidas humanas.

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La guerra justa https://elfarodeceuta.es/guerra-justa/ Mon, 28 Oct 2024 03:25:44 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1116660 Conforme al título de este artículo, lo primero que me tendría que preguntar a mí mismo es, si hay alguna guerra que sea justa, porque, a mi modesto juicio, todas las clases de guerras significan un fracaso de la sociedad. Y, sobre la guerra, hay varias concepciones radicalmente opuestas, una, “pacifista” y otra, “belicista”. Sobre […]

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Conforme al título de este artículo, lo primero que me tendría que preguntar a mí mismo es, si hay alguna guerra que sea justa, porque, a mi modesto juicio, todas las clases de guerras significan un fracaso de la sociedad. Y, sobre la guerra, hay varias concepciones radicalmente opuestas, una, “pacifista” y otra, “belicista”. Sobre la primera, Aristóteles no cree que la expresión “violencia política”. Lo que él hace es suscribir una posición moderadamente pacifista que, en lugar de prohibir la guerra, recurre a la teoría de la guerra justa o justificada. Según el pacifismo moderado, la fórmula “guerra en aras de la paz” debe ser entendida de tal forma que la misma debe ser librada en un tiempo. Pero, a la teoría anterior, se contrapone la belicista: “Si vis pacem, para bellum”: (Si quieres la paz, prepárate para la guerra).
La pregunta de si hay o no guerras justas se la han formulado a lo largo de la historia muchos filósofos. Platón criticó las guerras entre polis, por considerar que debilitaban al mundo helénico, pero al mismo tiempo se mostraba condescendiente cuando la guerra se llevaba a cabo contra los bárbaros. Aristóteles aceptaba aquellas guerras que se acometían contra pueblos que habían nacido para ser esclavos y que se resistían a dejarse someter pacíficamente. Cicerón sería el primero en hablar de guerra justa, argumentando que las guerras legítimas deben ser declaradas, acoger una causa justa y ser conducidas de manera justa.
En la Edad Media, teólogos como San Agustín y Santo Tomás de Aquino generaron su pensamiento de guerra justa, recogiendo las discusiones doctrinales de las interpretaciones del mensaje cristiano, según el mandamiento del amor al enemigo, del perdón al que ofende, de condenas explicitas a la guerra y de hacer el bien para vencer al mal. En definitiva, intentaron conciliar la doctrina cristiana con la defensa del Imperio Romano que ya estaba en decadencia y que requería ser defendido de las invasiones de otros pueblos. San Agustín justificó la guerra como medio para conseguir la paz.
Para Santo Tomás, hay tres condiciones que se requieren para que una guerra sea justa: 1. La autoridad del príncipe, que sólo él puede declararla y convocar a la multitud a hacer la guerra. 2. Que la causa sea justa. 3. Que sea recta la intención de los combatientes, que se promueva el bien o se evite el mal. Dicho teólogo estableció como única causa justa, la injuria recibida y niega como causas justas las controversias religiosas, ensanchar el territorio, la gloria o el provecho del príncipe (que eran la mayoría de las razones por las que se libraba una guerra en su época). Modernamente, Francisco de Vitoria fue el precursor de la defensa de los derechos naturales, su principal aportación es que la guerra debe ser proporcional a la gravedad del delito. Y Grocio sentó las bases del derecho internacional, secularizó la noción de guerra justa. Para él, una guerra es justa si se entabla para alcanzar o establecer el fin natural del hombre, que es la paz o la vida social tranquila.
Después de la Primera Guerra mundial, 63 naciones ratificaron el Tratado para la renuncia de la guerra o Pacto Briand-Kellogg, en virtud del cual, la guerra dejaba de ser legítima como instrumento de política exterior. A pesar de ello, este tratado no evitó la Segunda Guerra Mundial. Con la creación de Naciones Unidas en 1945, la guerra volvió a ser considerada una actividad ilícita, solo aceptable en caso de legítima defensa. Pero, en actual conflicto judeo-palestino, estamos viendo lo ineficaz que se ha revelado la ONU para la resolución de los conflictos. Y Gandhi y otros autores pacifistas proponían explorar otras técnicas de resistencia no violentas para la solución de controversias, basándose en la creencia de que la guerra no produce los resultados esperados.

El primero en hablarnos con autoridad sobre la “guerra justa” fue Francisco de Vitoria, precursor del Derecho Internacional desde la Escuela de Salamanca, quien rechazaba presuntas, pero falsas, causas justas, de las que se alegaban en su época. Así, apostilla que no constituye en ningún caso una justa causa para la guerra el alegato de la «diversidad de religión», el «deseo de ensanchar el propio territorio» o la «gloria» y el «provecho particular del príncipe». Resumiendo, para Vitoria, las tres condiciones básicas de la guerra justa, son: «causa justa suficiente, autoridad legítima y recta intención». Con carácter general, la guerra debe tener como objetivo el bien público, pues «el fundamento que debe representar la guerra justa es la de reparar una injuria».
Como todos sabemos, Cervantes fue un hombre de letras, pero también lo fue de armas, como atestigua su paso por la batalla de Lepanto. Y aquí, nos encontramos con el Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha, o “Caballero de la triste figura”, de quien se nos dice por boca cervantina, que fue un hombre de letras y de armas, como atestigua esto último su paso por la batalla de Lepanto, y por eso medió entre una y otra teoría, dejándonos para la posteridad su equilibrada frase: “sin las letras no se podrían sustentar las armas, ya que la guerra también tiene sus leyes y las armas están sujeta a ellas, porque caen debajo de lo que son letras y los letrados”.
Como se sabe, en El Quijote se recoge un interesante discurso sobre el equilibrio que debe darse entre las armas y las letras, al igual que también en él se habla de la pobreza económica castrense, al calificar al soldado, como que, “no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca”; y ello, a pesar de que casi siempre la profesión militar exponga su vida en defensa de la paz y de la seguridad de la Nación, motivo por el que creo que debería tenérsele más en valor. No hay más que ver las numerosas misiones humanitarias y de paz que nuestro Ejército despliega por el mundo y, dentro de una sociedad internacional egocéntrica, mitómana, en la que predominan las mentiras compulsivas, los bulos intencionados, los enredos y las fakes news para descalificar a todo el que no piense igual. Por eso, el oficio castrense, el trabajo serio y riguroso, muy bien podría ser considerado como una reserva espiritual.
El mismo Don Quijote sufrió un arcabuzazo que le hirió su brazo izquierdo en la batalla naval de Lepanto. que, aunque a él le pareciera, “fea la herida, la tuvo por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los siglos pasados, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo el rayo de la guerra”.
Las guerras modernas suelen estar basadas en valores ideológicos, económicos o estratégicos. Por eso, la filosofía y la teología llamada tomista, de Santo Tomás de Aquino, cobran una importante actualidad, no solamente considerando los fundamentos de la guerra justa. San Agustín también fue el creador de su versión doctrinal de la guerra justa defensiva basada en los principios cristianos, aunque retomada por él, adquiere la idea de una guerra santa ofensiva, que envuelve la tutela de la justicia y el honor de Dios. Y, a mi modo de ver, ningún “honor” debe estar más alejado de la voluntad de la Divina Providencia como la de hacer la guerra, ya que sus religiosos principios preconizan es que todos nos abracemos en paz y buena voluntad.
Precisamente, esa misma idea pacifista era la que predicaba otro hombre, tan radicalmente distinto a San Agustín en materia de religión, como fue el hindú Mahatma Gandhi, cuando nos dice: “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”. Con esta frase histórica, Gandhi sentenciaba uno de sus máximos valores por lo que aún hoy es recordado, casi al mismo nivel que la venerada Madre Teresa de Calcuta, que tanto bien hizo a la Humanidad por la paz, por los pobres, por los enfermos y por los desheredados.

Pienso que se puede luchar por cualquier ideal o causa pacífica desde cualquier religión, aun cuando, en mi caso concreto, me honre en pertenecer a la católica. Y, como civil que soy, creo que nunca, jamás, se debe recurrir a la violencia, bajo ningún motivo, ni por represalia, ni por venganza o rencor. Hay que anteponer la negociación y agotar hasta la más raquítica posibilidad para alcanzar una “entente cordiale” entre las partes en litigio. Lo que en modo alguno significa que siempre se deba dejar de hacer y dejar pasar. La paz y el orden exigen el restablecimiento de las situaciones perturbadas, a fin de asegurar el cumplimiento de la ley.
Pero, aun cuando no se tuviera más remedio ni otra solución final que la de embaucarse en cualquiera de las supuestas guerras justas que refiero, en todas las guerras, incluidas las que puedan calificarse de “justas”, se tienen que observar y respetar las reglas morales que tiendan a minimizar o paliar sus efectos perversos, tanto si son las que les impongan las propias normas nacionales como las internacionales. Y todas las guerras deben también ser “proporcionales” y jamás ensañarse con la parte contraria, que normalmente es la más débil, aun cuando se tratara de alguno de los casos de legítima defensa. La violencia, siempre engendra más violencia. Lo que en modo alguno significa que haya que hacer dejación de la legítima autoridad que pretenda mantener la ley y el orden que, en todo caso, deben prevalecer.

La primera justa causa para la guerra, según Francisco de Vitoria, sería la “legítima defensa”. Luego, Santo Tomás retoma la cuestión y llega a las mismas conclusiones, aunque algo matizada. Hay otra justa causa, que es el castigo para «vengar» una injuria o agresión recibida. la resistencia armada a la agresión suele conllevar, automáticamente, «castigo» al agresor hasta hacerle desistir, para que se produzca la disuasión. Entonces esas muertes son tolerables si se cumplen ciertas reglas. El propio Vitoria, abunda en que «es lícito repeler la fuerza con la fuerza», ya que, añade, «la ley evangélica no prohíbe nada que sea lícito por ley natural». Pero siempre que se mantenga la debida proporcionalidad, porque, como legítima defensa: «no es lícito castigar con la guerra por injurias leves a los autores de esas injurias, y así se entiende porque la calidad de la pena debe ser proporcional a la gravedad del delito». Si alguien pretende matar a una persona, esa misma persona, tiene el derecho legítimo, y hasta el deber, de defender su propia vida, porque de su vida puede depender no sólo su propia existencia, sino también la de su familia o la de otras personas inocentes y pacíficas.
Saltándome ahora las anteriores teorías, para centrarme en lo que creo debe ser el sentido común sobre la paz, la sensatez y la racionalidad, entre cuyos valores entiendo que vida necesariamente debe prevalecer sobre el de la muerte, pues, toda persona humana debe de nacer por ley natural totalmente libre y sin violencia, y que, igualmente, también todas las personas deben morir en razón de esa misma ley natural, pero nunca por violencia.
Pues, descendiendo ya a la vida real y efectiva, las actuales guerras de Ucrania y de Oriente Medio, que tantos miles de víctimas están dejando en los campos de batalla, en la de Ucrania, por haber sido los ucranianos injusta e ilegalmente invadidos, sin motivo alguno ni razón que mínimamente lo justificara y, aun disponiendo el agresor de tan desigual y mortífero potencial bélico. Y, en Oriente Medio, a pesar de haber sido antes bárbaramente agredidos los hebreos, ocasionándoles la muerte cruel de unas 1.500 víctimas, creo que la respuesta después dada por estos últimos a sus agresores palestinos, ya resulta de todo punto desproporcionada, toda vez que les han infligido hasta más de 42.000 muertos y millones de desplazados forzosos. Estas elevadas cifras, de ningún modo podrían reputarse como legítima defensa, sino como ilegítima agresión. La legítima defensa nunca puede serlo con tan asombrosa desproporción de muertos, destrucción, miseria, martirio y sufrimientos.
Traspasada tan ampliamente esa barrera moral, modestamente entiendo que tan mortíferos ataques diarios que causa tanto terror, sufrimientos y calamidades y desplazamiento de miles de niños, mujeres, mayores de avanzada edad, inválidos y demás personal indefenso y desprotegido, se convierte en guerra ilegal e injusta, por ser altamente desproporcionada. En la guerra justa, hasta el vencedor más poderoso debe ser magnánimo y un caballero en su trato con los vencidos, que ahí es donde se acrecienta su legitimación.

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Hombres y mujeres de Extremadura en Sudamérica https://elfarodeceuta.es/hombres-mujeres-extremadura-sudamerica/ Mon, 21 Oct 2024 02:30:54 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1113811 Los extremeños tuvieron siempre fama de “conquistadores” y “aventureros”, que son los gentilicios con los que desde muy antiguo más se les identifica y conoce, debido a la audacia y valor que acreditaron tener, sobre todo, en América por sus numerosas conquistas, colonizaciones, exploraciones, fundaciones de ciudades y pueblos, en aquellas lejanas tierras, en las […]

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Los extremeños tuvieron siempre fama de “conquistadores” y “aventureros”, que son los gentilicios con los que desde muy antiguo más se les identifica y conoce, debido a la audacia y valor que acreditaron tener, sobre todo, en América por sus numerosas conquistas, colonizaciones, exploraciones, fundaciones de ciudades y pueblos, en aquellas lejanas tierras, en las que bien podría decirse que Extremadura y los extremeños dieron universalidad a su misma región y a España entera en aquel territorio.

Llama poderosamente la atención cómo, siendo Extremadura una región aislada del mar, de tierra adentro en medio de todo un continente, luego, sus intrépidos hombres y mujeres no dudaron en lanzarse a la gran epopeya extremeña de cruzar grandes mares y océanos procelosos, en medio de embravecidas tempestades, en muchos casos, sin haber visto nunca el agua del mar ni un barco.

Nos dejó dicho el historiador de Mérida y pueblos de su comarca, Vicente Navarro del Castillo, en su libro: “La epopeya de la raza extremeña en Indias”, que más de 7.000 extremeños figuraron registrados en la Casa de la Contratación de Sevilla, salieron con destino a América y Filipinas, a pesar de que fueron extraviados muchos libros de registro y que hubo otros muchos miles de navegantes que se aventuraron a embarcarse ocultándose como polizones, porque no podían hacerlo de forma oficial al no ser marineros, o también para agilizar su marcha debido a las numerosas trabas y dilaciones que les imponían para poder embarcarse.

Y es que, los extremeños, tenemos espíritu aventurero. Y eso se ve claramente en los casos de Hernán Cortés, nacido en Medellín (Badajoz), que conquistó el “imperio maya” en Méjico. Y Francisco Pizarro, de Trujillo, (Cáceres), que conquistó el otro “imperio inca” de Perú. Ambos se embarcaron y se pusieron al mando del timón de embarcaciones rudimentarias de la época, sin conocer las grandes corrientes impetuosas que se desatan en el mar y que hay que saber vencerlas para atravesarlas, incluso sin haber visto nunca las aguas del mar, ni una sola patera, ni un cayuco, de los que últimamente tanto están llegando a nuestras costase, con tal de irse a navegar en ellas a miles de millas marinas, a territorios y mares desconocidos, inhóspitos, alejados de sus lugares de origen, de sus familiares queridos y con grave riesgo de perder sus propias vidas.

Sin haber navegado nunca ni conocer tales mares y océanos, ni sus rutas marinas, ni las grandes tempestades a las que había que enfrentarse y vencer para atravesarlos, se fueron sin reparar en los grandes peligros y riesgos que tendrían que correr, que incluso podrían costarle la muerte por naufragio, no obstante, aquellos valientes conquistadores extremeños sintieron la ilusión y la osadía de ir a su encuentro, porque su corazón extremeño, repleto de arrojo y coraje, les hacía tener sus pechos henchidos, necesitaban desahogarse y salir en busca de horizontes más amplios y territorios más profundos, y ardían en deseos de lanzarse a su gran aventura.

Eso fue lo que les hizo salir a llevar a aquella América hermana su encuentro civilizador, su alma fraternal, la unión y la hermandad con los indios, que, luego, se ayuntarían allí con el llamado “mestizaje”, nacido de la unión marital de los que iban con las indígenas que los acogían. Por eso, si se observa bien, la mayoría de los apellidos hispanoamericanos son netamente de origen extremeño. Y es que Extremadura ha contado siempre con grandes soñadores y aventureros, que lo arriesgaron todo con tal de buscar nuevos derroteros, descubrir territorios ignotos, colonizaron y conquistaron amplios horizontes, realizando las mayores proezas y hazañas, en las que tanto cooperó el grupo conocido por los “Doce Apóstoles, de Belvís de Monroy (Cáceres) con sus misioneros por delante empuñando la santa cruz; aunque después fueron otros países más “listillos” y se llevaron los frutos que los españoles produjeron.

Y no sólo fueron conquistadores los que protagonizaron tales aventuras; también hubo grandes colonizadores y exploradores que iban buscando encontrar nuevos mundos, nuevas gentes con las que comunicarse, con las que luego emparentarían, dando así lugar al “mestizaje”; hecho este último que ninguna otra potencia colonizadora de la época practicó, dado que Francia, Inglaterra, Holanda, etc, practicaron allí la segregación racial, el “apartheid”, la radical separación entre razas y el dominio de los colonizadores sobre los colonizados, y que, por eso, se inventaron luego la “leyenda negra” contra España, envidiosos los demás países de no haber sido ellos los que alcanzaran tal gloria y protagonismo.

Los extremeños se iban a América, acudiendo a la llamada de sus ilustres paisanos que les precedieron, como los citados Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Y así tenemos descubridores y exploradores de la talla de Francisco de Orellana, nacido en Trujillo, que descubrió el río Amazona (Brasil), el más caudaloso de toda la tierra; y también el río Mississippi, el más largo. Pedro de Valdivia, de Villanueva de la Serena (Badajoz), que descubrió y conquistó Chile y Panamá. Vasco Núñez de Balboa, de Jerez de los Caballeros (Badajoz), descubrió como Mar del Sur, el actual Océano Pacífico, etc. De ellos, dijo el filósofo e intelectual, López Prudencio, en 1929: "Lo que hizo la gente extremeña no cabe en los límites de la Historia de España. Pertenece a los dominios de la Historia Universal".

Pero, todos aquellos afanados extremeños, no estuvieron allí solos; también fueron con ellos, o después, bravas y heroicas mujeres extremeñas; quizá por aquello que dijera el Creador, que: “No es bueno que el hombre esté solo…”, y por eso creó la mujer. Por entonces, las féminas extremeñas de aquella época estaban en un segundo plano. No podían sentarse en la misma mesa con un hombre. Eran como una propiedad que pasaba de manos de los padres a los maridos o a los hermanos. En cambio, las noticias de América daban cuenta de que allí ellas eran más libres y se despojaban de su encorsetamiento.

La primera mujer en saltar el “charco” fue la extremeña Inés de Solís. Después se irían, formando grupo otras 80 o más, según el Archivo de Indias de Sevilla, donde se registraban todos/todas los que se iban. Isabel de Solís, nacida en Plasencia (Cáceres), fue enfermera y militar, conocida por su notable papel en la conquista de Chile. Formó parte de la expedición de Pedro de Valdivia, habiendo. participado en la fundación de la actual ciudad de Santiago de Chile (entonces «Santiago de Nueva Extremadura») y fue figura clave en su defensa durante el asedio en 1541 por los “mapuches” (pueblo indígena).

De aquellas 80 mujeres, nadie decía nada entonces; surcaron el océano, esquivaron piratas y sobrevivieron al hambre y al escorbuto, llegando al Nuevo Mundo en una endeble embarcación. Su vida, como la de otras mujeres que antes y después las evocaron, fue muy arrojada; hasta hace poco tiempo, estuvieron ocultas para la Historia en los documentos y referencias, como la de la vasca Catalina de Erauso, una monja adolescente que huyó del convento disfrazada de hombre para cruzar el Atlántico. Allí, se hacía llamar Francisco de Loyola o Alonso Díaz; sin embargo, bajo su armadura y las entretelas de sus pantalones ocultaba su mejor “secreto”, que se lo descubrieron cuando un día el médico de la expedición les pasó reconocimiento sanitario y, todo sorprendido, comprobó que sus poderosos “atributos” eran manifiestamente femeninos.

Tras que, en 1550, por la legislación española de la época, los mestizos heredaban todos los derechos, entonces el “mestizaje” ya no se podía detener. Las doncellas embarcadas eran niñas, no superaban los 15 años de edad. Iban de Extremadura, de la tierra “parda” extremeña que inmortalizara el extremeño que inventó el dialecto el “castúo”, que se lo debemos al que fuera el tinajero de Miajadas, Luis Chamizo. Ni siquiera tenían aquellas mujeres edad para casarse, o para entrar en el convento, que se les exigía tener una dote. A algunas les impulsaría la curiosidad por el nuevo continente y su afán de ser más libres.

El viaje de todas se transformó en una odisea. El barco que las llevaba fue atacado por piratas franceses, luego se perdió cerca de las costas africanas mientras una pandemia de escorbuto les iba arrancando el cabello y la piel. Al llegar a América un grupo de indígenas las hizo prisioneras. Al frente de la expedición estaba una viuda de “armas tomar”, de esas de brazos enjarrados apoyados cada uno en el cuadril, que cualquiera se atrevía a toserle. Era Mencía de Calderón Ocampo, extremeña de Medellín. Ella las guio entre la selva con sus corsés y sus largos vestidos arrastrando por el suelo, y las condujo hasta Asunción (Paraguay).

En España no se sabía nada de ellas, pensaban que estaban muertas. Llegaron a su destino cinco años después. Tanto los varones como las mujeres que iban trataron con mucha delicadeza a las indias e indios, porque los Reyes Católicos promulgaron al efecto las llamadas “Leyes de Indias”, ese gran Códice jurídico que tanto favorecían a los indígenas, contrariamente a lo denunciado falazmente a los medios de comunicación hace sólo unas semanas por el ex presidente de Méjico, López Obrador, nieto de españoles, en el sentido de que España fue a “invadir” América, y a cometer atrocidades, cuando la verdad fue que muchos españoles hasta pidieron ser tratados con la misma benevolencia con que se trataba a los indios. ¿Acaso cree el señor Obrador que, como nieto del primero de su familia que se fue a Cuba y después a México, ha “obrado” bien juzgando genéricamente a su propio abuelo, usando de tales infundios, y siendo este último tan buena persona que su benevolencia y bondad representa la propia raíz de la que él mismo procede?.
Me permito recomendarle a este nieto de españoles de los que se marcharon a América, la lectura del libro escrito por el historiador Bernal Díaz del Castillo, cuando, palmo a palmo, y siguiendo, “in situ”, a una expedición de colonizadores españoles, nos refiere en su libro que Hernán Cortés quiso ahorcar en Cempoal (México) al soldado Fulano de Mora, sólo por haber hurtado dos gallinas a los indios, cuando los españoles estaban hambrientos y tenían que alimentarse de perros, reptiles y otros animales repugnantes; y sólo se salvó aquel soldado de tan dura pena, por la intercesión de Pedro Alvarado, que cortó la cuerda cuando el condenado era ya llevado a la horca.

Pues, retomando a Inés Suárez, en 1526, con 19 años, conoció allí a quien sería su primer esposo, Juan de Málaga. Entre 1527 y 1528 Juan, se embarcó para Panamá. Inés permaneció en España esperándole. Pasaron los años y, cuando supo de él desde Venezuela, en 1537, con permiso del rey, se embarcó hacia las Indias en busca de su marido. Cuando ella llegó a América, contaba con 29 años de edad, y se encontró con la noticia de que su marido, Juan, había muerto en la batalla de las Salinas. Como compensación, por ser viuda de soldado español, recibió una pequeña parcela de tierra en Cuzco, donde se instaló, así como una encomienda de indígenas. Allí conoció a Pedro de Valdivia, maestro de campo de Francisco Pizarro y posterior conquistador de Chile, que tenía una encomienda lindando con la de Inés.

La mayoría de aquellas mujeres procedían de Extremadura, de la misma tierra “parda” y seca de donde saldrían personajes de la talla de Hernán Cortés y Francisco Pizarro. "Eran mujeres muy jóvenes y sin recursos. A algunas les impulsaría la curiosidad por el nuevo continente, buscando libertad, y se marcharon para América. El viaje se transformó en una odisea. El barco fue atacado por piratas franceses y, cerca de las costas africanas, el escorbuto les iba arrancando el cabello y la piel. Al llegar, los indígenas las hicieron prisioneras”.

Valdivia solicitó autorización para ser acompañado por Inés, concediéndosela Pizarro, aceptando que la mujer le asistiese como sirviente doméstico, pues de otro modo la Iglesia se opondría al viaje. Inés prestó diversos servicios a la expedición, por lo que fue muy considerada entre sus compañeros de viaje como «una mujer de extraordinario arrojo y lealtad, discreta, sensata y bondadosa, haciéndose acreedora una gran estima entre los conquistadores. Realizó hazañas como hallar agua en medio del desierto, salvando a la tropa de padecer de sed, o descubrir una conspiración contra Valdivia, son aspectos que le granjearon respeto e hicieron que esta gran señora triunfara en América. Su vida y su obra, creo que se merecen este pequeño homenaje, que hoy he querido dedicarles.

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El 104 aniversario de la Legión https://elfarodeceuta.es/104-aniversario-legion/ Mon, 07 Oct 2024 02:10:46 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1107533 Este año se conmemora el 104 Aniversario de la fundación de La Legión por su bravo fundador José Millán-Astray, cuya celebración está teniendo bastante éxito, tanto por la amplia divulgación que se ha venido haciendo de los actos conmemorativos como, también, por la serie de eventos que en su honor se han organizado. Y, ante […]

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Este año se conmemora el 104 Aniversario de la fundación de La Legión por su bravo fundador José Millán-Astray, cuya celebración está teniendo bastante éxito, tanto por la amplia divulgación que se ha venido haciendo de los actos conmemorativos como, también, por la serie de eventos que en su honor se han organizado. Y, ante todo, debo aclarar que, no soy militar, nunca formé parte del Cuerpo legionario de élite, ni nada me vincula al mismo, aunque sí llegué a conocer bien La Legión y sus heroicos legionarios, por haber estado agregado durante tres meses a una Compañía legionaria, sobre la que en adelante pormenorizo detalles para acreditar mi conocimiento de causa sobre la materia de la que, de forma objetiva e imparcial, en adelante hoy me dispongo a escribir.
Ingresé voluntario en el Ejército en 1958, siendo tan niño que aún estaba imberbe, con solo 16 años, hace ya 66 - hoy tengo ya 82 - habiendo entonces sentado plaza en el que fuera Grupo de Transmisiones nº 1 de la Comandancia General de Ceuta, cuando su acuartelamiento lo tenía en la Glorieta del Comandante Ayuso, en el cuartel de las Heras en dirección al Parque San Amaro, donde creo que actualmente se halla ubicado el Parque de Artillería. Pues bien, ese añorado cuartel, que fuera construido entre 1751 y 1771 y es de los edificios más antiguos de Ceuta, habiendo sido Centro principal del viejo Presidio de Desterrados en ella, la mayoría de ellos por causas políticas, se halla ya totalmente derruido; aunque por haber albergado entonces durante cientos de años la Central Militar de Teléfonos que se encargaba de realizar todas las comunicaciones que se mantenían entre Ceuta y el antiguo Protectorado Español en Marruecos, goza de la virtualidad de haber sido el más relevante centro de comunicaciones que tan amplio historial conserva, hasta el punto de que, si las paredes de aquella gran central telefónica hoy pudieran hablar, cuántos episodios, anécdotas, historias de amor, de desamor, de amargura de presos y de cariño de madres hacia sus hijos soldados de la antigua “mili” tendrían que contarnos. Quizá, por eso, los restos de aquella vieja Central telefónica están declarados Bien de Interés General, pese a hallarse todo derrumbado, allanado y en deplorable estado de abandono. Quizá de paso hubiera también que erigir allí un monumento a la incomprensión humana.


Y por mi parte les puedo asegurar que, entre las cuatro paredes de aquel antiguo cuartel, consumí lo mejor de mi juventud hasta que me licencié de la vieja “mili”. En él durante bastante tiempo acaricié profundas ilusiones y esperanzas, que luego con el tiempo fueron truncándose, pese a que luego al final, por otros derroteros resultaron ser bastante más prometedoras que las que yo mismo esperaba. Para darle mayor utilidad y provecho a mi dilatada estancia en el mismo, me inscribía en todos los cursos que se convocaban, de manera que allí cursé las especialidades técnicas de Radiotelegrafista, Operador Radio de Campaña, Teletipista, Celador de Líneas Permanentes y Jefe del Centro de Transmisiones, que bien que me vivieron luego algunas poder encontrar mi primer trabajo civil. Paralelamente, fui promocionándome a Cabo y Cabo Primero, previa superación de ambos cursos, en los que obtuve los números uno en cada una de mis dos modestos ascensos.
Cuando finalicé el primer curso de Radiotelegrafista, me destinaron en 1959 a una emisora radiotelegráfica instalada en Dar-Riffien, que entonces formaba todavía parte del Protectorado Español, pero que, en la actualidad, es de plena soberanía marroquí desde que las tropas del Protectorado se repatriaron a Ceuta. Como anécdota, recuerdo que aquel año ganó el Tour de Francia el ciclista y gran escalador Federico Martín Bahamontes, popularmente conocido como: “El Águila de Toledo”, que fue el primer español en adjudicarse tan importante prueba deportiva, consiguiendo también ganar el toledano en seis ocasiones el Gran Premio de la Montaña, categoría con la que también se alzó en el Giro de Italia (una vez) y en la Vuelta a España (dos veces). Aquello no era correr, sino volar por la carretera, y lo hacía con gran naturalidad, sin tener que levantarse del sillín ni hacer aparentes esfuerzos.


La emisora de radio con la que nos comunicábamos desde Dar-Riffien con la Comandancia General de Ceuta, la teníamos instalada, según se entraba al acuartelamiento de aquel destacamento del II Tercio de La Legión, en la 2ª planta de la primera torreta de la izquierda, de las dos que había, donde me destinaron en mi condición de Cabo jefe de Estación, teniendo bajo mi responsabilidad tres soldados radiotelegrafistas que se turnaban en los servicios con mí ayuda. A efectos funcionales, los cuatro de Transmisiones éramos autónomos, pero administrativamente, estábamos agregados a una Compañía de La Legión, de la que dependíamos sólo para recoger el pan que diariamente nos entregaba un Cabo furrier legionario muy amable que se llamaba Marcos, nacido en Málaga, que nos atendía maravillosamente bien y que me gustaría poder saber de él, si viviera. Las comidas legionarias, siempre eran abundante y de buena calidad, al tener entonces los legionarios mayor asignación económica para la manutención que el resto de la tropa normal. Nuestra misión era mantener el enlace diario de La Legión con la Comandancia General, durante las 24 horas del día.
Como Cabo responsable de las comunicaciones y novedades, me entendía directamente con el Teniente Coronel, 2º Jefe del Tercio, Alfonso Rodríguez Cullel, un catalán muy atento y campechano, que luego en la vida civil me lo encontré un día en un bar de Málaga y resulta que casi éramos vecinos; él ya era General de División y se alegró mucho de que le recordara la época de Dar-Riffien, porque decía que si lo había reconocido, sería porque él tanto no habría envejecido y todavía se sentía joven. Quedamos en vernos después e incluso nos intercambiamos los números de teléfonos, pero, lamentablemente, cuando intenté contactar con él, me informaron que hacía unos días que había fallecido en Barcelona.
Cuando estuve de radio en Dar-Riffien, todavía quedaban algunos legionarios - aunque ya quedaban pocos – que habían sido fundadores del Tercio junto a su fundador Millán-Astray en 1920, y otros que no lo fueron, habían estado en la Guerra Civil 1936-1939. Y, si todavía ahora La Legión sigue siendo una de las Unidades de élite más disciplinadas y distinguidas, entonces lo era aún mucho más, tanto en marcialidad como en disciplina férrea, valor, sufrimiento, resistencia, sacrificio, espíritu de combate, de marcha, maniobra, acometividad, fatiga, sacrificio, culto a la bandera y amor a la Patria, y de más valores castrenses y morales que la profesión militar impone y también enseña, siendo en ocasiones muy útiles en algunos aspectos de la vida civil, aunque sin llegar a desnaturalizar esta última.
Allí los jefes, desde el Cabo hasta los Oficiales, mandaban practicando siempre con el ejemplo; cada movimiento en orden cerrado o abierto, el primero que lo practicaba o lo explicaba a los inferiores era siempre el superior; todos desfilaban al unísono, con el pecho henchido, con la cabeza erguida y perfectamente alineados; ejecutaban las distintas acciones y movimientos con mucho garbo, diligencia, prontitud y exacto cumplimiento del deber; nadie tenía nada que objetar, ni reclamar, ni exigir; los inferiores saludaban a los superiores con la mayor destreza y energía; a los que luego estos últimos respondían siempre al saludo con la misma energía y marcialidad.
Yo diría que, la milicia, en general, era vista entonces a través de La Legión, a modo y manera de como Calderón de la Barca la ideó en sus versos: “(…) Que nadie espere que ser preferido pueda por la nobleza que hereda, sino por la que él adquiere; porque aquí a la sangre excede el lugar que uno se hace y sin mirar cómo nace se mira cómo procede. Aquí la necesidad no es infamia, y si es honrado, pobre y desnudo un soldado tiene mayor calidad que el más galán y lucido; porque aquí a lo que sospecho, no adorna el vestido al pecho. Y sí, que el pecho adorna al vestido. Y así, de modestia llenos, tratando de ser lo más, a los más que viejos verás y de parecer lo menos. Aquí la más principal hazaña es obedecer, y el modo cómo ha de ser es ni pedir ni rehusar. Aquí, en fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la fineza, la lealtad, el honor, la bizarría; el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son, caudal de pobres soldados que, en buena o mala fortuna, la milicia no es más que una religión de hombres honrados”.


A pesar de lo breve que fue mi estancia como agregado al Cuerpo legionario en Dar-Riffien, de verdad que mi paso por el mismo me dejó una huella tan marcada que, desde entonces, no tengo para con tan emblemático Cuerpo sino motivos de excelentes recuerdos, por la estupenda acogida y sobrados ejemplos de auténticos “caballeros legionarios” que me dieron. Más, después, tuve la suerte de que, tras haberme licenciado y pasar a la situación de ciudadano civil, previa la superación de hasta cuatro oposiciones que sucesivamente fui ganando, desde la categoría más baja del Grupo “C” hasta la más alta del Grupo “A1”, de un Cuerpo Superior en el Ministerio de Hacienda, en el que también fui designado para desempeñar puestos de trabajo de los niveles más altos, como Presidente de los Tribunales Económico-Administrativos de Ceuta y Melilla (simultáneamente), pues en Ceuta me permitió seguir conociendo La Legión en extensión y profundidad.
Y no cabe duda de que tan dilatada estancia mía en Ceuta durante 27 años, en las tres veces que voluntariamente quise ir destinado a ella, pues también me permitió identificarme con ella y tenerla en mucha admiración. Todo ello, me ha permitido conocer que La Legión es un emblemático Cuerpo de élite que ha prestado excelentes servicios a ella misma, habiéndose catapultado a quedar inserta, por sus propios méritos y valía, en la conciencia de la sociedad española y, muy especialmente, en Ceuta y Melilla, habida cuenta de los acendrados valores que representa. Pero La Legión también ha prestado los mejores servicios al Ejército y a España. Cuando en el Desastre de Annual, nada menos que 841 legionarios salieron a marchas forzadas de Ceuta para salvar Melílla. Y llegaron al grito, de: ¡Melillenses, los legionarios, y todos, venimos dispuestos a morir por vosotros. Ya no hay peligro!. ¡Viva España!. ¡Viva el rey. ¡Viva Melilla!. Y es que, La Legión, allí donde llega a o está levanta pasiones, a la vez que respaldo y seguridad. En Ceuta y Melilla, por eso forma perfecta simbiosis con el pueblo y su entorno, hasta el punto de que no se concebirían el uno sin el otro.
¿Cómo no iban a vibrar, a emocionarse o a ponérseles los bellos de punta viendo al Tercio de Alba, 2º de La Legión, con su Banda, Sección y Escuadra de gastadores, cuando va desfilando por las calles de Ceuta y entra en la emblemática Plaza de África desfilando a 160 pasos por minuto, lo mismo que si es a paso ligero o incluso lento, portando a hombros los legionarios a su Cristo de la Buena Muerte con tanta diligencia y marcialidad, lo mismo en la Semana Santa de Ceuta que cuando desfila por Málaga y los malagueños apiñados salen a esperar al barco que trae su santa imagen hasta el Puerto, para acompañarla hasta la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, Cristo de Mena?. Ese es un espectáculo inenarrable que levanta pasiones, hace atraer a las masas enfervorizadas, como cuando La Legión también va a desfilar a Madrid o a cualquier otro lugar, siendo siempre la preferida del público, que le sigue entre vítores y aplausos entusiasmados hasta que finaliza su recorrido, dicho sea, sin el más mínimo desmerecimiento a cualquier otro Cuerpo.
Me solidarizo y adhiero a La Legión y sus legionarios, con ocasión de celebrarse el 104 Aniversario de su fundación.

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Ceuta necesita la visita de los Reyes de España https://elfarodeceuta.es/ceuta-necesita-visita-reyes-espana/ Mon, 30 Sep 2024 02:15:54 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1104112 Creo que Ceuta y los ceutíes están ya muy necesitados de que los actuales Reyes de España, Felipe VI y Leticia, les visiten. Con ello, los monarcas españoles no harían sino cumplir y hacerles la justicia que Ceuta y los ceutíes se merecen. Y ello, por las siguientes razones: Los reyes españoles han visitado ya […]

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Creo que Ceuta y los ceutíes están ya muy necesitados de que los actuales Reyes de España, Felipe VI y Leticia, les visiten. Con ello, los monarcas españoles no harían sino cumplir y hacerles la justicia que Ceuta y los ceutíes se merecen. Y ello, por las siguientes razones:
Los reyes españoles han visitado ya todas las regiones de España varias veces. Pero ninguna vez a Ceuta ni a los ceutíes, pese a que éstos se precian hasta de ser más españoles que los demás de otras regiones y provincias peninsulares, porque no en vano fueron ellos mismos quienes en su día solicitaron democráticamente y por escrito ser españoles, o más concretamente, dejar de ser portugueses para hacerse españoles. Y resulta que todavía no han recibido la visita del actual rey, que nunca vino ha venido a Ceuta, ni como príncipe ni como rey, mientras que sus padres sí estuvieron, primero, como príncipes de España y, después, como reyes.
Por otro lado, a mi modo de ver, son la propia historia y la indubitada españolidad de Ceuta y los ceutíes, las que reclaman, como un clamor general, que por la monarquía española se les haga justicia. De lo contrario, podría no ser bien entendido que no la visitaran, siendo los propios ceutíes los españoles que más orgullosos se sienten de serlo y también de estar reinados por sus monarcas; pudiéndose con su total ausencia de Ceuta entender por ello, que se les hace de peor derecho que a los demás españoles, cuando precisamente son ellos los que más necesitan ser visitados y oídos por quienes rigen los más altos destinos de la Nación. De manera que, si no fueran visitados, podrían sufrir cierta frustración, pareciendo como si se les castigara, haciéndoseles cierto agravio comparativo respecto a los demás españoles que hace ya tiempo recibieron la visita real y otras posteriores, que ahora para ellos modestamente pido, con mi debido respeto y consideración.

Ceuta, con Melilla, Canarias y los Peñones, son de los pocos territorios españoles que se hallan enclavados, geográficamente, fuera de la Península Ibérica, y precisamente por ser extra peninsulares, sienten, no tanto como lejanía, porque en realidad Ceuta sólo dista unos 14 kilómetros de la Península por Algeciras; pero sí algo así como la separación física; lo que, a veces, podría ser susceptible de interpretarse como abandono o cierto desapego hacia sus ciudadanos, aun cuando no sea así, por aquello de que en Ceuta suele decirse por el vulgo popular, que: “pasado el Estrecho, no existe el derecho”, cuando en realidad eso no es del todo cierto, pero Ceuta y los ceutíes sí pueden tener la sensación engañosa de encontrarse más más separada de los poderes públicos, aunque allí se cuente con un Delegado del Gobierno y de más autoridades que lo representan.
Y, tan españolísima ciudad, no sólo es que sea de plena soberanía española, sino que ella, por sí misma, se tiene por ser España, de manera que, siendo y sintiéndose también sus ciudadanos tan españoles, pues resulta de todo punto imprescindible y necesario que no sólo se les preste la debida atención, porque no basta con que ellos quieran ser españoles, sino que necesitan, además, sentir que lo son y que, por ello, necesitan que como tales se les ponga en valor. Y, es cierto que, sintiendo los ceutíes tales sensaciones, pues los mismos necesitan ser compensados con una mayor predisposición hacia ellos, que sólo se percibe cuando a esa aparente lejanía, aunque en realidad no sea tal, sino en apariencia sensacional, pero que, al menos, se les dé un trato cercano y bondadoso que requiera apoyo, atención, cariño, entrega y dedicación, hacia quienes puedan sentir esa ficticia separación peninsular.

"Los ceutíes respondieron a la visita de los Reyes con una demostración masiva de patriotismo como pocas se han visto en los últimos años. Autoridades y ciudadanos, ya fueran cristianos, musulmanes, judíos, hindúes, o de cualquier otra cultura o religión, la inmensa mayoría de todos acudieron a recibirlos unidos como una piña, a la hora de preparar y gozar de aquella cita histórica"

Y, en el caso concreto del rey de España, que no habiendo visitado todavía Ceuta, pues de alguna forma, los ceutíes pudieran estar interpretando que se les ha excluido de la visita general girada por los reyes a todas las demás Autonomías españolas y, con ello, puede pensarse que se les ha dado un trato diferente, que se les ha marginado o discriminado, haciéndoles de peor derecho que al resto de españoles; máxime cuando se da la circunstancia muy cualificada de que los ceutíes, son los únicos españoles a los que no se les impuso la nacionalidad española por imperativo legal, o sea, por el sólo hecho de haber nacido español, ya sea por razón del “ius soli” (derecho del suelo) o del “ius sanguini” (derecho de sangre), sino porque ellos mismos fueron los únicos que en su día libremente eligieron su acendrada españolidad por propia voluntad, que por escrito solicitaron y también por escrito el rey Felipe IV se la concedió. Y eso, no cabe duda que denota lealtad, fidelidad y cariño a España que hay que poner en valor, premiar y tener muy en cuenta. Y es que, su nacionalidad española, la eligieron por sí mismo, por cuyo motivo, el rey Felipe IV otorgó a Ceuta el título de “Muy noble y leal ciudad”, que aún ostenta.
Precisamente, por haber obtenido el derecho a la Carta de Naturaleza española de la entonces Castilla, el 30 de abril de 1656, Ceuta conserva antiguos fueros, privilegios y exenciones, al tiempo que los ceutíes adquirían los mismos derechos y obligaciones que los de más españoles, y también el reconocimiento internacional de la incorporación de Ceuta a la corona española, que se produjo, de “derecho”, por la firma del Tratado de Lisboa de 3 de febrero de 1668, que ya fue cuando Portugal cedió Ceuta a España, no por propia voluntad portuguesa, sino porque así los propios ceutíes, entonces portugueses lo quisieron votándolo democráticamente en un plebiscito.
Recuerdo cuando todavía estaba destinado el año 2007 en Ceuta, que fue un año pródigo en visitas oficiales a dicha ciudad por los poderes públicos. El día 1 de febrero, la visitó el entonces Presidente del Gobierno. A los postres del almuerzo al que fuimos invitados quienes figurábamos en los Protocolos civil y militar, el Presidente de España nos manifestó a todos los asistentes: «No estáis ni estaréis nunca solos». Y, luego, el 5 de noviembre del mismo año, cuando todo el pueblo de Ceuta se echó a la calle en masa y enardecido por recibir a sus entonces reyes, Don Juan Carlos I y Dª Sofía, en la grandiosa Plaza de África, todo el pueblo en masa les aplaudió y vitoreó, con vivas muestras de respeto, tributándole un apoteósico recibimiento y una gran acogida, nunca antes vistos por el grado de acogimiento y fervor popular que a sus monarcas manifestaron.

Pues, sólo con oír los ceutíes aquellas palabras de aliento del Presiente del Gobierno, se vio y palpó en el ambiente el ánimo crecido y exacerbado de todos los que asistimos a la recepción, con los pechos henchidos de españolidad, con profundo entusiasmo y enardecimiento, que se vieron todavía más acrecentados cuando el 5 de noviembre del mismo año también visitaron Ceuta los monarcas españoles, padres del actual . Hasta 35.000 españoles estuvimos allí congregados como una piña, en torno al espontáneo y grandioso recibimiento, agitando hasta más de 15.000 banderitas españolas que portaban flameándolas al viento y a los gritos de: ¡España, España, olé, olé, olé, Ceuta española, España, España!; pues ese día, toda Ceuta vibró de entusiasmo y españolidad. Los ceutíes respondieron a la visita de los Reyes con una demostración masiva de patriotismo como pocas se han visto en los últimos años. Autoridades y ciudadanos, ya fueran cristianos, musulmanes, judíos, hindúes, o de cualquier otra cultura o religión, la inmensa mayoría de todos acudieron a recibirlos unidos como una piña, a la hora de preparar y gozar de aquella cita histórica.

Como anécdotas de aquella inolvidable visita real, el día anterior, estando con mi esposa comprando en un puesto de venta de pescado en el Mercado Central, regentado por una musulmana, la mujer nos avisó, toda eufórica, que al día siguiente no abriría, que cerraba, porque se iba con su familia a recibir a los reyes de España, porque decía que ella era española y también eran “sus reyes”. Y otro musulmán muy popular, que fue deportista de élite, se fue al Helipuerto a esperar a los monarcas a los que desde allí los acompañó envuelto en una bandera española, recorriendo el trayecto de varios kilómetros engalanados con los colores de la enseña nacional, hasta la Plaza de África, siguiendo a carrera la caravana real y flameando en sus manos la bandera con los colores nacionales españoles.
Luego, el Presidente autonómico, pronunció un discurso de bienvenida en el Salón del Trono de la Asamblea, en el que comenzó diciendo ante los reyes: “Sus Majestades han cruzado el Estrecho, pero no han salido de España”. “Los reyes se encuentran en una tierra en la que cuando se dice ¡Viva Ceuta!, se está también diciendo ¡Viva España! y ¡Viva el Rey!.
Ceuta - ya lo sabemos - es una preciosa ciudad, muy digna de ver y de visitar, repleta de bondades, con lindas vistas y preciosos paisajes, depositaria de un rico emporio patrimonial, histórico, arquitectónico, artístico, cultural y monumental, que para sí quisieran muchas otras ciudades de la Península tener. Pero, eso sí, tiene luego ciertas limitaciones: y es que, por el norte, está separada de la Península por el “ancho” Estrecho de Gibraltar; y, al sur, aislada por su bahía y su frontera con Marruecos, padeciendo a veces duros temporales de levante que la azotan con días enteros incomunicada por barco, lo que a veces hace a los ceutíes sentirse aislados, y esperan ávidos que llegue el fin de semana para poder expansionarse disfrutando de su España peninsular, donde no tengan que sufrir la sensación de encierro, soledad y lejanía que la frontera y el mar les imponen, junto a anómalas y masivas invasiones de niños marroquíes, no acompañados, además de migrantes que por cientos recibe a diario, en ocasiones forzando a la policía española o tirándoles a la cara excrementos.
En concreto, que Ceuta, aun siendo tan preciosa y tan españolísima, es cierto que se halla separada del resto del territorio español peninsular. No de España, porque ella misma es España. Pero tal separación física, a veces, la hace sentirse sola, aislada por la frontera y el agua. Necesita, pues, apoyo y solidaridad, que se le escuche, que se le atienda y que le defienda, frente a la codiciosa reivindicación exterior. Todo ello, creo que hace sumamente necesario que a Ceuta no se le deje nunca sola, que se le oiga, que se le reciba, que se le acoja, que se le ayude, que se le comprenda, que se le manifieste cercanía y solidaridad fraternal que se da entre compatriotas de la misma nacionalidad.
A Ceuta hay que estimularla y alentarla desde Madrid, máxime en tiempos de drásticos cierres totales de fronteras que en años pasados ha sufrido, de ficticias invasiones con miles de niños no acompañados a los que se les alienta desde fuera, que ha tenido y s teniendo dificultades que continúa soportando, como restricciones y aislamiento de toda índole que a veces se le impone.
El poeta de Ceuta, Luis López Anglada, cantó así en vida a Ceuta: El poeta de Ceuta, Luis López Anglada, cantaba así en su soneto a la ciudad: “Ceuta es pequeña y dulce/ está acostada en los brazos del mar/ como si fuera una niña dormida que tuviera/ la espuma de las olas por almohada/ Ceuta canta latines/ cristianada con la sal del estrecho marinera/ al espejo del mar acicalada. Ceuta es una andaluza niñeria que/ si saltar pudiera saltaría/ la comba de agua y sal del océano/. Y allí está, entre la arena y la muralla/ como una niña que bajó a la playa/ y se le fue a la madre de la mano”.
Y, es por ello, que la visita a ella de los reyes de España que, repetidamente han visitado ya todas las demás Autonomías, menos Ceuta y Melilla, creo que debería ser imprescindible, inaplazable y muy tomada en consideración. Es un legítimo derecho que Ceuta y los ceutíes claman, que les asiste en estricta justicia y que, muy modesta y respetuosamente, este humilde ciudadano opinante se atreve a sugerir a las altas instancias a las que corresponda determinarlo.

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Olivenza es jurídicamente española https://elfarodeceuta.es/olivenza-juridicamente-espanola/ https://elfarodeceuta.es/olivenza-juridicamente-espanola/#comments Mon, 23 Sep 2024 02:10:21 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1101437 Recientemente, el ministro de Defensa portugués, Nuno de Melo, ha formulado unas declaraciones más bien propagandísticas, de cara a la galería, pero de carácter reivindicativo, en el sentido de que Olivenza es portuguesa y, en su calidad de tal, debería ser devuelta a Portugal, cuyas particulares aseveraciones han suscitado cierta polémica que, entiendo, que está […]

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Recientemente, el ministro de Defensa portugués, Nuno de Melo, ha formulado unas declaraciones más bien propagandísticas, de cara a la galería, pero de carácter reivindicativo, en el sentido de que Olivenza es portuguesa y, en su calidad de tal, debería ser devuelta a Portugal, cuyas particulares aseveraciones han suscitado cierta polémica que, entiendo, que está necesitadas de la contundente réplica en la que quede debidamente expuesta la naturaleza jurídica de dicha ciudad, habida cuenta de que la misma es netamente española, como en adelante expondré con el debido respeto.
Geográficamente, Olivenza es una preciosa ciudad española que, desde el 2019, está catalogada como uno de los pueblos más bonitos de España. Tanto política como administrativamente, pertenece a la provincia de Badajoz en la Comunidad de Extremadura, situada en la parte occidental de dicha provincia pacense, siendo capital y cabecera de su partido judicial, que limita con Badajoz, Valverde de Leganés, Barcarrota, Táliga, y con los municipios portugueses de Alandroal y Elvas. Ya alguna vez me he referido a que Olivenza, durante algún tiempo, fue sede residencial de los obispos de Ceuta, que residían en la ciudad oliventina para tenerlos resguardado del peligro que representaban los bombardeos a Ceuta por Marruecos.
En el Tratado de Alcañices, de 1297, Olivenza fue transferida por Portugal a Castilla (vieja denominación de España), momento en el que pasó a pertenecer a la corona portuguesa, hasta la ocupación de “facto” (de hecho) española del territorio en la guerra de las Naranjas de 1801, consagrada de “iure” (de derecho), en los términos del Tratado de Badajoz del mismo año, el territorio del municipio, al igual que el de Táliga, ha sido objeto a lo largo de la era contemporánea de una reivindicación irredentista portuguesa —alejada en la actualidad del día a día de las relaciones diplomáticas entre los estados de España y Portugal— que arguye el incumplimiento por parte de España de los términos del último tratado, al amparo de lo estipulado en el Congreso de Viena de 1815 y el estatus de iure portugués del territorio. Pero que, por otro lado, este Tratado no es reconocido por España, por lo que el mismo, jurídicamente considerado, carece de toda fuerza de obligar a España.
En virtud de lo estipulado en el Tratado de Alcañices, que se firmó el 12 de septiembre de 1297, los firmantes fueron el rey Fernando IV «El Emplazado» de Castilla, en cuyo nombre actuaba la reina María de Molina por ser menor de edad y el rey Dionisio «El Labrador» de Portugal. En 1294 la reina María de Molina, tutora del rey Fernando había amenazado al rey de Portugal Dionisio I con romper los acuerdos establecidos entre ambos reinos si persistían los ataques a la Corona de Castilla. Ante las amenazas de la reina, el rey de Portugal decide retirarse de la Corona de Castilla. Mediante el Tratado de Alcañices quedaron fijadas, entre otros puntos, las fronteras entre el reino de León y el reino de Portugal, es decir, la llamada “raya” entre Portugal y España.


Por el Tratado de Alcañices se confirmó el enlace entre Fernando IV de Castilla y la infanta Constanza de Portugal. Las consecuencias a largo plazo de este tratado fueron duraderas. La linde entre ambos reinos apenas se modificó convirtiéndose, por tanto, en una de las fronteras más longevas del continente europeo. En lo referente a la soberanía, el fallecimiento del rey leonés Alfonso IX en septiembre de 1230 supuso que su mujer, Berenguela de Castilla, mediara para lograr que su hijo, Fernando III el Santo, heredara tanto el reino de Castilla como el reino de León en la conocida como Concordia de Benavente en diciembre de ese mismo año. Esto conllevó la unión de ambos reinos y el surgimiento de la Corona de Castilla. En 1297, durante el reinado de Alfonso X el Sabio, el monarca optó por destinar Olivenza al Concejo y Obispado de Badajoz, motivo por el que los templarios debieron desalojar aquel lugar.
Tras la época de paz en tiempo de unión de las coronas de Portugal, Castilla y Aragón (Unión Ibérica), Olivenza entra con la restauración de la independencia de Portugal de 1640 en un nuevo ciclo bélico. Conquistada en 1657 por el duque de San Germán –tras cuatro tentativas frustradas– fue devuelta a Portugal al firmarse el Tratado de Lisboa de 1668, por el que se reconoce formalmente la independencia de Portugal. Por este mismo Tratado anterior, Ceuta pasó a ser de “derecho” española, cambiándose su estatus jurídico anterior, que lo venía siendo sólo de “facto”, de “hecho”.
En 1801, a sabiendas por Manuel Godoy de que el reparto anterior de Olivenza y otros territorios había sido leonino, por una simple dote matrimonial privada entre familias de la nobleza hispano-lusitana y en el contexto de la alianza militar franco-española surgida del primer Tratado de San Ildefonso, Olivenza fue conquistada por el ejército español mandado por Godoy. y anexionada el 6 de junio de 1801 mediante el Tratado de Badajoz El gobernador portugués de entonces, Julio César Augusto Chermont, prohibió a los suyos que se disparara contra las tropas de Godoy, que habían reconquistado Olivenza para España. De esa forma, la ciudad oliventina quedó en poder de España en virtud de ambos Tratados, de Badajoz de 6 de junio y del Tratado de Madrid de 29 de septiembre de 1801. De acuerdo con los mismos, Portugal se vio obligada a reconocer la posesión por España: “Su Majestad Católica conservará en calidad de conquista, para unirla perpetuamente a sus dominios y vasallos, la plaza de Olivenza, su territorio y pueblos desde el Guadiana; de suerte que este río sea el límite de sus respectivos Reinos”, reza en unos de sus artículos.
En los decenios siguientes, Portugal reclamó la restitución de Olivenza a su soberanía .al amparo de lo estipulado en el Congreso de Viena de 1815; pero, progresivamente, renunció a toda reclamación por vía oficial, si bien desde diversos sectores de opinión pública lusitana agrupados en torno a grupos del denominado "movimiento irredentista", tales sectores irredentistas portugueses siguen reclamando la ciudad. Pero, en materia del Derecho Internacional, no se actúa mediante meras obligaciones morales de particulares, sino que debe procederse mediante un proceso de petición oficial por parte de Portugal a España, en el que sean aportadas las pruebas fehacientes del supuesto derecho portugués que por tales grupos privados se alegan, petición que correspondería formular en forma por el Gobierno portugués.
El último Tratado suscrito entre Portugal y España es el de Amistad y Cooperación de 1977, en cuyo artículo 2.º, las partes contratantes “reafirman la inviolabilidad de sus fronteras comunes y la integridad de sus territorios”. Es decir, tal como las mismas de todo efecto jurídico estuvieran a fecha de 1977. O sea, que el Estado portugués ha procedido oficialmente de forma radicalmente contraria a como tales grupos irredentistas privados reclaman; lo que carece de todo efecto jurídico. Repito que España no reconoció eficacia al Tratado de Viena, por lo que no está obligada a devolver Olivenza a Portugal.
Desde la muerte del Duque de Palmela en 1840, Portugal no ha vuelto a reclamar a España ni oficial ni extraoficialmente la entrega de Olivenza. Todos los tratados suscritos entre España y Portugal con posterioridad al Congreso de Viena consagran como la primera de sus obligaciones el respeto mutuo a las fronteras establecidas. La pertenencia de Portugal y España al espacio político de la Unión Europea establecido en el Tratado de Maastricht, con la consiguiente abolición de las fronteras entre los países miembros, hace del todo punto irrelevante la negativa portuguesa a reconocer formalmente en Olivenza el río Guadiana como frontera común.


La "reclamación" de Olivenza constituye una especie de tradición secular que la cancillería portuguesa mantiene de forma pasiva y en estado de latencia, en el ámbito más técnico que político de la Comisión Mixta de Límites. Mito historiográfico con hondas raíces en el subconsciente nacional portugués. Pero, a su alrededor se han articulado diversos movimientos irredentistas: Sociedade Pro-Olivença (1938), Grupo dos Amigos de Olivenza (1944) y Comité Olivença Portuguesa (1988).
Aunque todos estos grupúsculos irredentistas carecen de peso político y jurídico, habiendo fracasado rotundamente en su principal objetivo - obligar a la diplomacia portuguesa a retomar de forma activa la reclamación de Olivenza frente a España – aunque despliegan, no obstante, una intensa labor de propaganda falseando de forma sistemática la historia de Olivenza y escamoteando su posición geográfica. El irredentismo reduce la historia de Olivenza a una mera cronología en la cual, previamente despojados de su contexto, se incluyen los hechos y textos que favorecen sus tesis, pero no las normas internacionales ni las bilaterales que están del lado de España, que las omite.
Jurídicamente, Olivenza es una posesión legalmente española en virtud del Art.º III del Tratado de Badajoz del 6 de junio de 1801 no ha sido positivamente anulado ni derogado por ningún otro de igual rango o naturaleza. No existe fundamento alguno de Derecho que determine para España la obligatoriedad de la devolución de Olivenza a Portugal. En el supuesto de que Portugal plantease la reclamación de Olivenza ante el Tribunal Europeo de Justicia o el Tribunal Internacional de La Haya, el caso sería considerado como "no justiciable", ya que no corresponde a la ciencia jurídica examinar el “fondo moral de los acontecimientos históricos".
Desde la muerte del Duque de Palmela en 1840, Portugal no ha vuelto a reclamar a España ni oficial ni extraoficialmente la entrega de Olivenza. Todos los tratados suscritos entre España y Portugal con posterioridad al Congreso de Viena consagran como la primera de sus obligaciones el respeto mutuo a las fronteras establecidas. La pertenencia de Portugal y España al espacio político de la Unión Europea establecido en el Tratado de Maastricht, con la consiguiente abolición de las fronteras entre los países miembros, hace del todo punto irrelevante la negativa portuguesa a reconocer formalmente en Olivenza el río Guadiana como frontera común.
La "reclamación" de Olivenza se ha convertido en una especie de tradición secular que la cancillería portuguesa mantiene de forma pasiva y en estado de latencia, en el ámbito más técnico que político de la Comisión Mixta de Límites. Mito historiográfico con hondas raíces en el subconsciente nacional portugués, a su alrededor se han articulado diversos movimientos irredentistas: Sociedade Pro-Olivença (1938), Grupo dos Amigos de Olivenza (1944) y Comité Olivença Portuguesa (1988). Aunque todos estos grupúsculos irredentistas carecen de peso político y han fracasado en su principal objetivo - obligar a la diplomacia portuguesa a retomar de forma activa la reclamación de Olivenza frente a España - despliegan, no obstante, una intensa labor de propaganda falseando de forma sistemática la historia de Olivenza y escamoteando su posición geográfica. El irredentismo reduce la historia de Olivenza a una mera cronología en la cual, previamente despojados de su contexto, se incluyen los hechos y textos que favorecen sus tesis. Los que las contradicen, sencillamente, se omiten.
Olivenza, perteneció al reino de Portugal desde el Tratado de Alcañices de 1297, momento en el que fue transferido por la Corona de Castilla, hasta la ocupación de facto española del territorio en la guerra de las Naranjas de 1801, consagrada de iure en los términos del Tratado de Badajoz del mismo año, el territorio del municipio, al igual que el del municipio de Táliga, ha sido objeto a lo largo de la era contemporánea de una reivindicación irredentista portuguesa —alejada en la actualidad del día a día de las reclamaciones diplomáticas entre los estados de España y Portugal—​ que, a veces, se acuerda y arguye el incumplimiento por parte de España de los términos del último tratado al amparo de lo estipulado en el Congreso de Viena de 1815 y el estatus de iure portugués del territorio, que, por parte española no es reconocido y, por tanto, carece de fuerza de obligar a la misma.

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Partidarios y detractores del vino https://elfarodeceuta.es/partidarios-detractores-vino/ Mon, 16 Sep 2024 02:15:37 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1098577 Estamos en tiempos de vendimia, de recoger la uva, de pisarla en los lagares, de recoger el mosto en los odres y las viejas tinajas para después catarlo, paladearlo y saborearlo, que en eso consiste la “prueba”, cuando se “pinchan” los toneles y se degusta el rico mosto para saber cómo ha salido. Y es […]

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Estamos en tiempos de vendimia, de recoger la uva, de pisarla en los lagares, de recoger el mosto en los odres y las viejas tinajas para después catarlo, paladearlo y saborearlo, que en eso consiste la “prueba”, cuando se “pinchan” los toneles y se degusta el rico mosto para saber cómo ha salido. Y es que, el vino es tan antiguo como la propia vida; quizá por aquello que dicen los beodos (borrachos), y otros a los que, sin serlo, les gustan el vino y la vida, que el mismo vino ya es “vida”, porque cuando cualquiera está alicaído, algo depresivo o apesadumbrado, el precioso líquido hace hasta de resucitar a los muertos.
Según la tradición religiosa de Grecia, fue Baco el dios del vino, hijo de Baco, habiendo sido éste quien empezó a plantar viñas para producir vino. Los filósofos estoicos del siglo IV, a. C., reconocieron el vino como fuego, porque decían que era a través de la embriaguez y la orgía como se llegaba a la integración mística de la divinidad. Pero hay otros autores de la antigüedad que atribuyen el origen del vino a una arraigada tradición cristiana. En el Génesis 9. 20, se dice que, “Noé, plantó una viña, pisó las uvas y bebió vino”. Para la Biblia, fue este varón el que inventó el vino. El salmo 104, 15 refiere que: “El vino alegra el corazón al hombre”. Y no cabe duda que el vino algo bueno debe tener, cuando toda la jerarquía eclesiástica desde el último cura hasta el Papa lo bendicen, lo consagran, lo ofrecen en sacrificio a Dios y moderadamente lo beben, aunque un poco rebajado con agua, para que a los oficiantes de la liturgia no se les enrede la lengua, ahora que los curas son un bien escaso y algunos tienen que repetir la eucaristía en tres o cuatro pueblos el mismo día por falta de reverendos.
Y el vino para la celebración eucarística debe ser “del producto de la vid” (natural y puro, es decir, no mezclado con otras extrañas sustancias químicas, según dispone la Instrucción General del Misal Romano, 322. Habitualmente, llevan en su etiqueta la leyenda “Apto para la Santa Misa”. En caso de urgencia, pueden ser utilizado otro vino, siempre que sea de buena calidad, lo que expresa la dignidad que tiene el culto litúrgico. Las marcas de vinos usados para la misa suelen ser: Pajarete, Moscatel, Mistela, Tarragona y Terra Alta, todos de excelente calidad.
En mi niñez, fui monaguillo en Mirandilla dos años, junto con Luis, hermano del cura don Crescencio, y ambos nos bebíamos el vino cuando en la sacristía reponíamos las vinajeras antes de misa. Aquél era vino tinto dulzón, sin que fuera del todo puro, cuya condición debe tener el consagrado, según el Nuevo Testamento. Cuenta la vieja leyenda popular extremeña que, en Almendralejo, cuna del poeta Espronceda y del buen vino extremeño de “pitarra” (de propia cosecha), había un vinatero que, cuando vio que se moría, llamó a sus hijos para revelarles el secreto de que: “tuvieran en cuenta que el vino también se hacía de la uva”; lo que da idea de qué podía él haber estado haciéndolo.
En el Tesoro de Cobarruvias, la voz de las coplillas del Siglo de Oro, lo cantaban así: “Bendito sea Noé/ que la viña plantó/ para quitar la sed/ y alegrar el corazón”. El mismo Jesucristo bendijo el vino en las Bodas de Canaán y en la Última Cena. San Agustín, conocido por el sobrenombre de “Sabio Doctor Angelical”, decía: “el vino, sabio en su medida, riega la ciudad de Dios”, y que: “el buen vino, bien administrado, estimula los sentidos y alivia el alma”.
Numerosos actos oficiales, para darle a la fiesta mayor realce y celebridad, suelen anunciarse diciendo que el ágape, o almuerzo, será  servido “regado con una copa (o las que se tercien) de vino de honor español”. Y en esos actos, ya se sabe que no puede faltar un brindis: “¡Por el Rey!” y “¡Por España!”; porque la costumbre del brindis no solo se instituyó en Europa como costumbre imperial, como en Alemania y Francia, sino que igualmente fue copiada por las monarquías como costumbre real.
En España fueron los romanos quienes mejoraron mucho el cultivo de la vid, aclimatando en las altiplanicies las cepas que eran más resistentes al frío. Luego, hasta 43 veces cita Cervantes el vino en el Quijote, dado que a Sancho le gustaba “empinar el codo”, y con sus excéntricos delirios le dio una vez por desenvainar la espada en una posada de Esquivias (Toledo) y “pinchó” casi todos los odres llenos de vino. Que, después de eso, uno no alcanza a comprender por qué en Esquivias, que fue el pueblo de Dª Catalina de Palacio y Salazar, mujer de Cervantes, y que también está allí el Mayorazgo de los Quijada, pues resulta que instituyeron las Fiestas de la Leche, en lugar de haberles llamado fiestas del vino que, además, está al lado, en La Mancha, tierra fértil, con amplos viñedos y buenos vinos de Rioja, que hasta a mí me gustan sin ser apenas bebedor.

colaboracion-antonio-guerra-vino-2El vino es también alegría, amistad, alma, vida y corazón; es todo un cúmulo de sensaciones encontradas; y es un don que cuando se bebe nos hace estar pletóricos y considerarnos los elegidos, los poseedores del placer, los amos de los sentidos y los magos de las emociones. El vino, de una u otra forma, lo cierto es que a todos nos “embriaga” con sus sabores y aromas de recuerdos. Y, aunque muchos dicen que lo beben para olvidar, yo creo que hay bastantes más que lo beben porque les gusta.
Dicen los buenos bebedores que, el vino, bebido moderadamente, tiene propiedades curativas: previene enfermedades cardíacas, aumenta los niveles de Omega 3, previene la artrosis, reduce el riesgo de padecer cáncer, ralentiza el envejecimiento, protege la piel, facilita la vida feliz, fortalece el cerebro; todo ello, claro está, si se bebe responsablemente y con moderación. Son numerosos los estudios que se han realizado sobre el consumo de vino y sus efectos saludables, prestigiosos científicos y universidades de todo el mundo han demostrado sus beneficios.
El vino estuvo muy presente en la literatura. Escribieron sobre él, lo cantaron, pregonaron y llegaron muy gustosamente a beberlo - quizá para inspirarse - prestigiosos poetas y escritores, como Aristóteles, Cervantes, Cobarruvias, Tirso de Molina, Menéndez Pidal, el “román paladino” de Gonzalo de Berceo, las odas de nuestro paisano extremeño Meléndez Valdés, las comedias de Lope de Vega y la poesía de Quevedo en el “Libro de todas las cosas”; Claude Tiller aseveraba que: “Comer es una necesidad del estómago, y beber es una necesidad del espíritu”. Y hasta el agareno Hafiz refiere, que: “El vino es la sangre de la tierra y de la creación”, aunque luego disimulaba diciendo que su religión se lo prohibía.
Séneca proclamaba que, “el vino es capaz de depurar el alma, curar la tristeza y aliviar las inquietudes”. Cervantes, que: “Tan alto volaba el vino, que ponía las alas en las nubes, aunque él no se atrevía a dejarlo mucho tiempo en ellas para que no se le aguara”. Quevedo añadía: “Mejor es ahogarse de vino, que vivir mojado de agua”. Sancho Panza, con una copa demás, balbuceaba: “Hermosísimo licor/ quién dirá de tu parentela/ a mi padre llaman vid/ y por apellido cepa/ y luego me hice arar/ nací en sarmiento/ y cuando me maduré/ me vinieron a cortar/ Me metieron en un cesto/ y me llevaron al lagar/ allí me pisaron las tripas/ y  caldo me hicieron echar/ Me metieron en la cuba/ y me taparon con tierra/ y cuando “criao” estuve/ me vinieron a probar/ Y salí tan buen danzante/ y con tanta ligereza/ que a todo el que mucho me beba/ le hago hincar la cabeza”.
Y en El Quijote añade: “Bebo cuando tengo ganas/ y cuando no la tengo/ y cuando me lo regalan/ por no parecer un mal criado/ que a un brindis de un amigo/ ¿qué corazón es tan de mármol que no haga la razón?” (“Hacer la razón”, era beber). Tirso de Molina, dice en el Burlador de Sevilla y Convidado de piedra: “Poco beben por allá/ yo beberé por los dos/ Brindis de piedra, ¡por Dios!/ menos temor tengo ya”.

colaboracion-antonio-guerra-vino-1El poeta de Ceuta López Anglada, en su soneto “La Bodega”, rimaba: “Bajé contigo, amor, a la bodega/ y me acerqué al tonel que allí dormía/ por ver si era verdad que en él crecía/ la flor del vino, diminuta y ciega/ Y para poder ver lo que trasiega/ el vino al corazón pensé que unía/ para jugar tu boca con la mía/ porque el amor no sabe/ a lo que juega/ Uniendo así en tus labios vino y mieles/ le demos a la flor de los toneles/ como vaso tu labio femenino/ Y todo fue tan dulce y abundante/ que nunca la bodega vio otro amante/ ebrio de tanto amor y tanto vino”. Aristóteles se preguntaba por qué el vino mezclado con agua emborrachaba más que el puro vino de solera. Stevenson que: “El vino es como un poema en el vaso”. Goethe, que: “La vida es demasiado corta, para beber malos vinos”.  Y el vulgo dice: “De los vinos, el viejo; de los amores, el nuevo”, que eso es saber elegir.
Creo que, como todas las cosas, el vino es bueno si se bebe sin abusar y sabiendo hasta dónde hay que llegar. Si su consumo es responsable y moderado. Y debe ser así cuando hay muchos galenos a los que bien que les gusta “doblar el codo”. Sea como fuere, los catadores entendidos coinciden en señalar que el vino, bebiéndolo sin exceso, es bueno, porque los taninos y el resveratrol, sustancias que contiene el vino tinto, son antioxidantes, ayudan a mantener más limpias las arterias, activan la circulación sanguínea, favorecen el metabolismo y la digestión; y, si es de uva negra, los más mayores dicen que lo beben porque retrasa el envejecimiento y previene algunas enfermedades geriátricas como el Alzheimer.
Prueba de que favorece la salud es que, cuando se bebe en festejos o actos sociales, lo primero que se hace es brindar ante los comensales o contertulios levantando la copa y acompañándola de la consabida expresión de: ¡Salud!, como deseo que todos la tengan y disfruten. Tiene también el vino propiedades cardio protectoras que protege contra el infarto de miocardio. Se dice que con él se tiene un menor riesgo de padecer los cánceres de próstata y pulmón. Y en el terreno social, en muchas ocasiones la amistad se sella con una copita de vino por delante, porque ante un buen vino no hay ni mal bebedor ni conversador torpe o tardo en la expresión.
Pero, lo peor que el vino tiene para los abstemios y sus detractores son el abuso y los excesos que del mismo se hace, el pasarse de la raya y llegar a la ingestión etílica. El alcoholismo es muy pernicioso para la salud, pudiendo producir numerosas enfermedades hepáticas y renales, más efectos colaterales que en los alcohólicos produce el casi seguro trastorno de la personalidad, caer en descrédito ante la sociedad si se está borracho y se comienzan a decir impertinencias y necedades; entonces es cuando se llegan a perder las antiguas amistades y la convivencia; los enormes perjuicios y las tremendas consecuencias que un alcohólico suele acarrear para la vida en familia, pudiéndose llegar en numerosas ocasiones hasta la ruptura familiar, sufrimiento, mal ejemplo y mala educación para con los hijos, dificultades laborales y las consiguientes pérdidas económicas que puede suponer, marginalidad social en la que se puede caer ante la reprobable y mal vista figura del “borracho” que tanto suele ser objeto de mofa y escarnio.
No caigamos nunca en sus perversos excesos. Ahora bien, bebido con moderación y sin tener que conducir, ahí se puede estar hasta capacitado para “soplar el refractómetro”. Pero, si se tiene que conducir, entonces, ni “gota”. A mí me lo pusieron una sola vez en ruta y lo superé tan holgadamente que los agentes me regalaron de recuerdo el aparato medidor. Y, en esa línea, con mi debido respeto y el permiso de los lectores, me uno a quienes quieran alzar la copa para brindar conmigo, en señal de paz y amistad: ¡Salud, va por ustedes…!.

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Mi solidaridad con Ceuta https://elfarodeceuta.es/solidaridad-ceuta-colaboracion-antonio-guerra/ Mon, 09 Sep 2024 02:30:05 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1095655 El poeta ceutí, Luis López Anglada, cantó a su ciudad natal, diciéndole: “Ceuta es pequeña y dulce, está acostada en los brazos del mar como si fuera una niña dormida, teniendo la espuma de las olas por almohada. Ceuta canta latines cristianada con la sal del Estrecho marinera, al espejo del mar, acicalada. Ceuta es […]

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El poeta ceutí, Luis López Anglada, cantó a su ciudad natal, diciéndole: “Ceuta es pequeña y dulce, está acostada en los brazos del mar como si fuera una niña dormida, teniendo la espuma de las olas por almohada. Ceuta canta latines cristianada con la sal del Estrecho marinera, al espejo del mar, acicalada. Ceuta es una andaluza niñería que, si saltar pudiera, saltaría la comba del agua y sal de océano. Allí está entre la arena y el mar, como una niña que bajó a la playa y se le fue a la madre de la mano”.

Y es que Ceuta, ha sido siempre una ciudad muy codiciada. Las distintas culturas que, sucesivamente, fueron pasando por ella la fueron ocupando, porque es una preciosa ciudad que sobre los años de 1950 fue llamada “Perla del Mediterráneo”. Situada en un punto muy estratégico, es encrucijada de dos mundos: occidental y oriental; la bañan dos grandes mares: Atlántico y Mediterráneo; conviven armónica y pacíficamente en ella cuatro culturas: cristiana, musulmana, hebrea e hindú.

La poblaron fenicios, llamándola: Abyla; griegos: (Hepta Adelphois); Los romanos  (Septen Frates) y Pomponio Mela: (Exilisa); también la dominaron: vándalos, bizantinos, árabes: (Septa), portugueses, y éstos la cedieron a España; pero no de buen agrado, sino porque así se lo exigieron los propios ceutíes entonces empadronados en Ceuta, para que dejara de ser portuguesa y se hiciera española.

"Ceuta fue por primera vez española cuando el 12-09-1580 el rey Felipe II accedió al poder en España, habiendo reclamado la incorporación de Portugal a la corona española"

Ceuta fue la única ciudad española donde sus ciudadanos gozaron del merecido privilegio de haberla hecho española los mismos antiguos ceutíes lusitanos que en 1415 la conquistaron, porque ellos lo quisieron voluntariamente. Y, ese privilegio no pudieron tenerlo ni los propios españoles peninsulares, a quienes, nada más nacer, les venía “impuesta” la condición de su carta de naturaleza “española”, sin que ellos por su propia voluntad pudieran elegir otra nacionalidad distinta.

Con razón dicen los ceutíes que ellos son los ciudadanos que más españoles se sienten, más incluso que los propios peninsulares. Y de ello se jactan y hasta les gusta presumir, porque en Ceuta no se puede decir que se marcha alguien de allí para España, que rápidamente los ceutíes replican airados que ellos también son España. El mismo alcalde de Ceuta, cuando el año 2007 visitó la ciudad el entonces rey, don Juan Carlos, en el discurso de recibimiento, comenzó diciendo: “Majestad, acaba de atravesar el Estrecho, y ha llegado a Ceuta, pero no ha salido de España”, según yo mismo presencié “in situ”.

Ceuta fue por primera vez española cuando el 12-09-1580 el rey Felipe II accedió al poder en España, habiendo reclamado la incorporación de Portugal a la corona española, que como entonces la ciudad pertenecía a Portugal tras haberla ocupado los lusitanos el año 1415, pues al haber fallecido en combate su rey portugués, Sebastián I, luchando contra los sarracenos en la batalla de Alcazárquivir, fue enterrado en Ceuta durante tres años, para ser llevado después a Lisboa y ser allí definitivamente inhumado.

"En aquella época todavía no estaban construidas las carreteras nacionales y se viajaba a caballo a través de caminos vecinales abruptos y polvorientos"

Como se sabe, el rey Felipe II era hijo del emperador Carlos I de España y de la emperatriz Isabel de Portugal, con la que contrajo matrimonio en Sevilla el 11-03-1526, viajando primero ella a la capital hispalense, saliendo de Lisboa hasta Badajoz y después hasta Sevilla. Carlos I salió de Madrid, pasó por Toledo y otras ciudades, también en dirección a Sevilla, donde contraerían matrimonio. En aquella época todavía no estaban construidas las carreteras nacionales y se viajaba a caballo a través de caminos vecinales abruptos y polvorientos.

Al llegar el emperador a Extremadura, lo hizo por el término municipal de Mirandilla, mi pueblo, entrando por el Puerto o desfiladero de la Sierra y sobre el mediodía llegó a dicha localidad la nutrida comitiva; paró a comer con todo su cortejo y extensa comitiva que se iban agregando de gobernadores y autoridades de las provincias por las que iba pasando el monarca, ignorándose qué casa o moradores lo acogieron en Mirandilla, aunque se intuye que fuera en el palacio que allí posee el Marqués de la Encomienda, a espaldas de la majestuosa iglesia.

Después salieron por la tarde hacia Mérida, donde ese día pernoctaron. Eso aconteció el día 3-03-1526. Después, llegaron ambos contrayentes a Sevilla.
En 1640 estalló una rebelión en Lisboa de la nobleza portuguesa, que fue secundada por todas las colonias en África, con la única excepción de Ceuta, que siguió siendo leal y fiel a España. En esa situación se llegó, de “facto”, a la firma en Lisboa en 1668 de la paz definitiva entre España y Portugal, en cuyo artículo 2º se establecía que la ciudad de Ceuta seguiría siendo española, no porque Portugal así lo hubiese querido, que abiertamente se opuso, sino porque así lo quisieron y exigieron los propios ceutíes, que fueron los únicos en adherirse a la causa de España, acordándolo democráticamente en un plebiscito.

Al triunfar la rebelión lusitana, Portugal se independizó de España; por lo que se rompió la unidad hispano-portuguesa, siendo proclamado rey de Portugal el duque de Braganza, como Juan IV.

Lo anterior, claramente nos está indicando que son radicalmente inveraces las afirmaciones que Marruecos pretende hacer ver al mundo que Ceuta es suya, pero que está siendo “ocupada” por España. Lo que es absolutamente incierto, porque nunca España llegó a ocupar Ceuta, sino que la recibió “cedida” legalmente por Portugal, según las condiciones que el Derecho Internacional exige para que tal cesión sea legítima. De eso debería ser lo primero en que se instruyeran las autoridades del vecino país, antes de reivindicarla sin aparente conocimiento de su historia.

Portugal cedió Ceuta a España, aunque no porque quisiera hacerlo de buen agrado, sino porque los mismos portugueses que la conquistaron así lo exigieron, libre y democráticamente, conforme al Derecho Internacional, según lo acordado en el artículo 2º del Tratado hispano-portugués firmado en Lisboa en 1668.

Fueron los propios ceutíes, entonces residentes en Ceuta los que, primero, solicitaron por escrito en 1640 al rey español Felipe IV que habían acordado de forma libre y voluntaria cambiarse de ser portugueses a ser españoles, cuya carta de naturaleza española la solicitaron por escrito, lo mismo que por escrito le fue luego concedido por dicho rey, cuyo texto normativo era del siguiente tenor literal:

“Yo el rey, a los que este edicto vieren que la ciudad de Ceuta me ha pedido que, en consideración a la fidelidad y lealtad con que siempre han procedido los caballeros y moradores, derramando su sangre en mi servicio, pidiéndome perdón general de todas Las culpas por las cuales estén procesados y esté actuando contra ellos el juez Bernardo de Sampayo de Morais y que fueron sueltos libremente, sin pagar nada, y que así se procediese contra los castellanos que están presos por orden del Gobernador don Francisco de Almeida, teniendo en consideración y deseando hacerles merced que por su lealtad merecen, tengo por bien y me place de conceder perdón genera y que no se proceda contra ninguno de ellos ahora ni en ningún tiempo, porque así es mi voluntad; y también quiero y mando a todos ministros y oficiales que tengan conocimiento de éste que lo cumplan y hagan cumplir sin duda ni embargo ni dilación y porque así lo tengo por mi servicio y este edicto valdrá, puesto que no ha pasado por la Cancillería y que en defecto tenga que durar más de un año a pesar de la disposición del Libro II, título 39 y 40, que dispone lo contrario, el cual se registrará en el Libro de Cuentas de dicha ciudad. Y, para agradecérselo, les otorgó el título de “Muy Leal y Fidelísima Ciudad”.

Y aquellos valientes ceutíes fueron leales servidores a Ceuta y a España, habiendo luchado bravamente, muriendo miles de ellos defendiendo la causa suprema de mantener a Ceuta española, tal como le había sido cedida, incluso llegando a jurar morir por España, hasta el punto de tener colocada a la puerta de entrada a Ceuta por el Cristo del Puente el siguiente lema: “Muertos sí, vivos, jamás”.

"Los árabes el año 711 conquistaron e invadieron toda la Península Ibérica, precisamente forzando su paso a través de Ceuta"

Y también fueron miles de ceutíes y de españoles los que, luego, lucharon y murieron por mantener a Ceuta española, habiéndoles costado conseguirlo “sangre, sudor y lágrimas”, sufrir continuos cercos y sitios que alguno de ellos duró hasta 33 años seguidos, como el que cruelmente le impuso el rey Muley Ismail, quién categóricamente aseveró: “Ceuta no es ni española ni marroquí, sino que es de Dios, que la dará a quien en batalla la gane por las armas”.

La batalla se dio muchas veces y siempre la perdieron los vecinos del sur y la ganaron los españoles. Los musulmanes trataron por todos los medios de reconquistarla lanzándole aterradores ataques y emboscadas, sobre todo, los años 1732, y 1757 y 1790. Han pasado ya más de seis siglos de aquello desde que en 1415 Portugal conquistó Ceuta, y es ya hora de aceptar aquella derrota, de vivir en paz, sin tensiones, en mutua convivencia y en buenas relaciones de sincera amistad y recíproca vecindad, como seres civilizados del siglo XXI.

Los árabes el año 711 conquistaron e invadieron toda la Península Ibérica, precisamente forzando su paso a través de Ceuta. A España país le costó después reconquistarla 781 años, hasta 1492, que se reconquistó Granada, ultimo baluarte árabe en España. A aquellos españoles les costó entonces miles y miles de vidas para sacudirse aquella injusta invasión sufrida, habiendo dirimido aquel contencioso por las armas en época en que en Europa y todo el mundo era generalmente reconocida la conquista por la fuerza de las armas. Ahora, nada le reprochamos de eso al país vecino, a través del que recibimos tan cruel invasión. Pues, igualmente, Marruecos ahora debería ser lo suficientemente caballeroso para saber ganar y “perder”.

Nadie desde Ceuta expone su vida para pasarse al vecino país; mientras que cada día muchos jóvenes marroquíes, desesperados, se juegan la suya a nado entre espigones, fronteras, vallas y alambradas, para pasarse a Ceuta en busca de la libertad y mejor nivel de vida.

Como se sabe, Ceuta es una ciudad preciosa, encantadora y acogedora, como lo demuestra el hecho inequívoco de que en ella viven y conviven, armónica y pacíficamente, unas 84.000 almas de hasta cuatro culturas y religiones que ni siquiera se plantean entrar en Marruecos.

Ceuta es una ciudad de muy reducido espacio, sólo 18,5 kilómetros cuadrados, pero con una densidad de población de 4592,38 habitantes/km2 (un 477,38 % más que la media normal); cuya población tiene que vivir encerrada, teniendo por un lado la frontera marroquí cerrada, y, un país limítrofe, empeñado más cada día en ahogar económicamente a Ceuta hasta someterla; abriendo y cerrando sus fronteras por mera conveniencia, según mejor o peor humor con que cada día se levante, lo mismo invadiéndola con más de 10.000 niños menores no acompañados, que cerrándola a cal y canto, como desde 1918 lleva cerrada sin previo aviso.

"Cuando llegué en 1958 a Ceuta, recuerdo que algunos compañeros me vaticinaron que en mal momento había llegado a ella, porque Marruecos la había reclamado"

La única vía de escape de los ceutíes es coger los fines de semana el barco para poder expansionarse en Algeciras y el Campo de Gibraltar; la vivienda está muy cara en Ceuta, igual que los alquileres. En concreto, que en ella se debería promover y fomentar la vida más fácil y entender sus problemas con mayor comprensión y magnanimidad; por eso se entiende que debe ser una cuestión más bien de ayuda y apoyo del Estado, tal como recientemente su alcalde así parecía clamarlo.

En Ceuta es muy necesario crear las condiciones necesarias para que allí haya vida y arraigo en la permanencia de sus habitantes. Para eso, el punto de apoyo lo encuentran allí en esa simbiosis que se da entre el pueblo, Ejército y de más instituciones, junto con el espíritu de patriotismo español que allí se respira.

Pues bien, en este momento, quizá, de deprimente desánimo, de desesperanza, de incertidumbre, de aparente incierto futuro, pues en mi modesto caso concreto, que he residido hasta 27 años en las tres veces que voluntariamente quise ir a ella destinado, que en ella consumí lo mejor de mi juventud, que mi hijo y mi hija nacieron en ella, humildemente me solidarizo con Ceuta, me adhiero a sus posibles problemas y quisiera insuflarle ánimo, serenidad, confianza, compresión y cariño.

Cuando llegué en 1958 a Ceuta, recuerdo que algunos compañeros me vaticinaron que en mal momento había llegado a ella, porque Marruecos la había reclamado y el futuro que se cernía sobre ella era bastante desalentador; pero desde entonces han transcurrido ya 66 años, y Ceuta ahí sigue blandiendo y ondeando la bandera española en alto, para que su imperecedera españolidad no decaiga, ni se olvide.

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¿Para cuándo la aduana comercial? https://elfarodeceuta.es/cuando-apertura-aduana-comercial/ Mon, 02 Sep 2024 02:30:49 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1092865 Tanto para Ceuta como para la zona norte de Marruecos las mutuas relaciones comerciales entre ambos lados de la frontera hispano-marroquí del Tarajal han sido, desde 1415 hasta hoy, desde hace 606 años, un factor dinamizador claramente determinante y decisivo de la vida económica, comercial y social para ambas partes. Si nos retrotraemos a la […]

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Tanto para Ceuta como para la zona norte de Marruecos las mutuas relaciones comerciales entre ambos lados de la frontera hispano-marroquí del Tarajal han sido, desde 1415 hasta hoy, desde hace 606 años, un factor dinamizador claramente determinante y decisivo de la vida económica, comercial y social para ambas partes. Si nos retrotraemos a la época en que Ceuta fue portuguesa, la ciudad fue conquistada por Portugal en 1415. Y ya, entonces, su comercio resultaba de tanto interés y tan imprescindible para ambas partes, hasta el punto de que sólo tres años después de la conquista, en 1418, se autorizó mantener intercambios comerciales con Marruecos, pese a que entonces los mismos estaban terminantemente prohibidos entre la Santa Sede y África por diferencias de religión.
Y uno, se pregunta: si hace esos 606 años la existencia de relaciones económicas entre ambas partes se consideraba como algo estrictamente necesario y vital, en la actualidad, con las modernas comunicaciones, relaciones comerciales, sociales y de toda índole que nacen y fructifican entre dos pueblos limítrofes, resulta obvio que tal situación hace todavía mucho más necesaria la existencia de una Aduana comercial marroquí en el Tarajal, para encauzar, regular y ordenar el tráfico transfronterizo, sobre todo, en régimen de viajeros y en el despacho a “libre plática”, que este último consiste en que las mercancías de un país tercero ajeno a la Unión Europea (caso de Marruecos), una vez que las mismas llegan a una aduana española se inspeccionan, clasifican, aforan y se determina la partida arancelaria en la que cabe enmarcarlas, aplicándoseles los consiguientes hecho imponible y tipo de gravamen, cuya deuda tributaria se liquidada y se pagada por el importador. Y, todo ese proceso no hay más remedio que hacerlo a través de una aduana comercial, como la que en el Tarajal se necesita y tanto tiempo se lleva reclamando, porque es tan necesaria y esencial entre dos países vecinos que, hoy, ni siquiera entre países que no mantengan fructíferas relaciones comerciales, de amistad o buena vecindad, se concibe que la importación y los intercambios comerciales puedan hacerse de otra forma.
Más, si en el caso concreto de la aduana comercial del Tarajal, eso siempre fue así, incluso en épocas de tensión entre ambos países, con mayor motivo, ahora, que, al menos en teoría, ambos países vecinos a menudo hasta se jactan y se esfuerzan en hacernos ver que mantienen excelentes relaciones de amistad y buena vecindad como nunca, pues, si hace esos 606 años (desde 1418) resulta que la existencia de relaciones comerciales entre ambas partes se consideró que era una actividad básica, esencial y altamente beneficiosa para ambas partes, pese a tenerse entonces una economía parecida a la de trueque, mientras que ahora se dan relaciones económicas modernas y a tan alto nivel como que el año 2022 se alcanzaron intercambios comerciales por valor de 20.000 millones de euros), pues parece claro que los beneficios para ambos países serían cuantiosos y estaría aún más justificado abrir la aduana comercial para intercambiar ese comercio.

Y eso es lo que les ocurriría a España y Marruecos que, ambos saldrían ganando si también ambos mantuvieran a pleno desarrollo sus potencialidades económicas, comerciales, sociales y de toda índole, porque eso nos estaría claramente indicando que ambos países saldrían muy beneficiados, máxime, ahora, cuando por ambas partes se nos pregona que ambas se entienden tan bien y mantienen tan prósperas y excelentes relaciones en todos los ámbitos como las que se pusieron de manifiesto en la Reunión de Alto Nivel (RAN) que a principios de febrero de 2023, en la entrevista que mantuvieron Mohamed VI de Marruecos y el Presidente del Gobierno español en Rabat, para hacer ver que estarían disfrutando de las mejores relaciones de amistad y buena vecindad nunca antes vistas. Todo ello, además, del sorprendente giro dado por España a sus relaciones, pronunciándose ahora en favor de Marruecos para que el Sahara Occidental sea marroquí, rompiendo con su tradicional “statu quo” y pese a que tal giro copernicano ni ha pasado por el Congreso ni por el Senado español, a pesar de tratarse de una medida tan transcendente e importante.
Sin embargo, luego, en el plano de la auténtica realidad de esas relaciones, qué distintos parecen ser los hechos tozudos que, precisamente, indican todo lo contrario. Porque, vamos a ver, ¿en qué ha favorecido Marruecos a España tras haberse iniciado la nueva “entente cordiale” hispano-marroquí, de forma que haya servido para mejorar algo o suavizar las tensiones en  las españolísimas ciudades de Ceuta y Melilla?. Y si no, ahí está el tan manoseado asunto de la “aduana comercial”, para cuya creación Marruecos tiene contraída la ineludible obligación internacional de haberla inaugurado hace ya 156 años en el Tarajal, según el propio país vecino se comprometió a crearla desde el año 1868, pero que, ahora, Marruecos para nada está por la labor de abrirla, ni se espera que vaya a estarlo, por deliberado empeño marroquí de que así sea, a la vista de los problemas y las dificultades que está poniendo para que la aduana no exista: que si Marruecos no tiene ninguna frontera con España, que si Ceuta y Melilla son ciudades marroquíes ocupadas, etc. Si la realidad es obvia, es la que es, por mucho que a Marruecos le disguste. ¿No invadieron y ocuparon los árabes España 781 años, desde el año 711 hasta 1492? Vaya, como si los 606 años transcurridos desde 1415 hubiera que borrarlos porque no hubieran existido. Y, eso, nos está claramente indicando, de forma inequívoca, que la carencia de una aduana comercial en el Tarajal, es hoy un anacronismo de primera magnitud, una completa aberración propia de países tercermundistas pocos serios y poco responsables, sólo porque Marruecos no quiere que exista. Y los países que son serios y responsables tienen la ineludible obligación de respetar la regla internacional “pacta sunt servanda” del viejo derecho romano (los pactos contraídos hay que cumplirlos en sus propios términos).
Bastante más reciente, el 8-06-2022, el Presidente del Gobierno español informó que, según la reunión conjunta España-Marruecos que se acababa de celebrar en Madrid con el rey marroquí Mohamed VI, en la que se repasaron los acuerdos establecidos, la apertura de la aduana sería inminente. Y el 2-01-2023 se volvió a insistir en que la intención de abrir la aduana comercial, incluso antes de que llegara a celebrarse dicha Reunión de Alto Nivel (RAN) entre ambos países, se celebraría el jueves, 2-02-2023 y, efectivamente, una vez celebrada se volvió a informar que España y Marruecos habían firmado varios acuerdos de cooperación en varios sectores, con ocasión de dicha RAN, en Rabat entre el jefe del gobierno alauita, Aziz Akhannouch y el presidente del gobierno español. Pero, ahí sigue el Acuerdo RAN, sin ejecutar, que parece habernos salido “rana”, dicho sea coloquialmente y con el debido respeto.
Hasta nuestro Ministro de Asuntos Exteriores informó que ya no hacían falta más pruebas reales con paso real de mercancías en ambos sentidos, que se habían practicado a modo experimental, para abrir la aduana comercial del Tarajal en ambos sentidos, tal como se había acordado y que sólo estaban pendiente de resolverse varias “cuestiones técnicas” por parte de Marruecos. Además, se firmó un memorando de entendimiento de cooperación triangular entre la Agencia Marroquí de Cooperación Internacional (AMCI) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECI), junto a otros numerosos asuntos.
Y, para que se vea lo importante que es la aduana comercial, se hace necesario tener referencia explicativa de las importantes funciones que a través de la misma se realizarían respecto al despacho aduanero de las mercancías en ambos sentidos, de acuerdo con el artículo 35 de la Ley Aduanera, distintos tráficos (aéreo, marítimo, terrestre) y regímenes aduaneros. El proceso de despacho de importación Marruecos-España por Ceuta, se haría mediante la presentación de la mercancía depositándola en almacenes fiscalizados que tienen como finalidad guardar lo que se encuentra en trámite de importación y esperar su despacho aduanero. Es decir, las mercancías que llegan a dicho almacén no se han introducido formalmente en el territorio, sino que son resguardadas. Y, luego, en los cinco pasos de un despacho aduanero, destaca la figura del agente aduana, encargado de declarar las mercancías a través de un sistema electrónico que agiliza el tráfico comercial. Asimismo, los despachos aduaneros pueden ser elegidos para revisión y las mercancías ser sujetas a una inspección, la cual consiste en un mecanismo de selección automática (semáforo fiscal).
En términos generales, el proceso comprende las siguientes fases: 1. Liberación de guías. Se refiere al documento con los detalles de la mercancía. Aquí, se deben indicar con claridad el expedidor, destinatario, tipo de artículos y carga, entre otras especificaciones importantes. 2. Revisión física de la carga. Cuando la mercancía ya fue destinada a los almacenes fiscalizados, ésta se verifica detenidamente y se compara con la información declarada en la guía. 3. Elaboración del pedimento. Documento oficial, en formato digital, que se requiere para que la carga pase por el semáforo fiscal. Describe la mercancía, el régimen aduanero, el tráfico y otras formalidades. 4. Pago de los derechos de importación correspondiente, salvo que estén exentas. Toda mercancía que entra o sale del país, está sujeta a tarifas arancelarias según su clasificación. La mayoría de las exportaciones no tienen cobro, sin embargo, las importaciones varían del 5 al 20% del costo total. Y 5. solicitud de mercancía. Después de pasar por el semáforo fiscal (si sale luz verde, la mercancía pasa a revisión, si aparece luz roja, será retenida para inspección), todas las mercancías son revisadas con rayos gamma. Al terminar este proceso, la mercancía es liberada y es posible disponer de ella.
Tipos de despacho aduanero de mercancías. Dentro del proceso del despacho de aduanas existen tres modalidades: 1. Despacho anticipado: Permite declarar las mercancías antes de que el medio de transporte llegue al puerto de destino. Lo anterior, con la intención de reducir costos y la entrega de productos de forma acelerada y directa al almacén del consignatario. Recomendable para productos perecederos. 2. Despacho urgente: Tiene como característica principal facilitar el ingreso de los envíos de socorro en el caso de epidemias, siniestros y catástrofes naturales, y de aquellas mercancías que requieran un tratamiento preferencial para su despacho. Un ejemplo son las medicinas especiales. 3. Despacho excepcional: Permite solicitar el destino aduanero hasta el plazo máximo de 30 días posteriores a la fecha del término de la descarga. Tipo de despacho utilizado, en algunos casos, para maquinaria. Es importante elegir al representante indicado ante la aduana, que lleve a cabo el procedimiento correctamente.
Y, respecto a esa inexistente aduana comercial que debería funcionar en la frontera del Tarajal con Ceuta, cabe destacar que, anteriormente, durante los 165 años en los que Ceuta fue portuguesa, así como durante los 450 años continuados en los que Ceuta es española hasta el momento actual, nunca se interrumpió el tráfico de intercambio de mercancías entre el norte de Marruecos y Ceuta, salvo por alguna operación de cierre de fronteras. Y Marruecos lleva ya 156 años incumpliendo deliberadamente su compromiso oficial e internacional contraído para instalar en la frontera del Tarajal con Ceuta (España) la tan cacareada “aduana comercial”.
De otra parte, la entrada de España en la UE supuso la europeización de las fronteras hispano-marroquíes, ya que España tuvo que adaptar el acuerdo de Schengen al cuerpo jurídico español. Antes de Schengen, que finalmente entró en vigor en España en 1995, la frontera entre Fnideq y Ceuta era una línea marcada con unos palos de madera que diferenciaban el territorio español y el marroquí. La UE se tomó un gran interés en fortificar las fronteras con Marruecos, ya que las consideraba especialmente porosas.
El Acuerdo tenía como objetivos: a) Suprimir las fronteras internas dentro del territorio considerado como Schengen y permitir la libre circulación de la ciudadanía de los países es este territorio; b) A la vez que se reforzaban las fronteras externas del espacio Schengen, denominado Schengenland -que era prácticamente el territorio de los países miembros de la UE-, de tal modo que el Acuerdo Schengen fue diferente al conjunto de España, porque en la Ratificación de Ceuta, Protocolo de Adhesión de España al Acuerdo Schengen se incluyó una declaración relativa a Ceuta y Melilla, añadiéndose una declaración en el Acuerdo, relacionada con la excepcionalidad de ambas ciudades españolas. Todo ello, obliga a reformular la pregunta de siempre: ¿Cuándo Marruecos abrirá de una vez por todas la aduana comercial con Ceuta, tras haberlas cerrado todas, unilateralmente y sin previo aviso desde el 13-03-2020?

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