Artículos escritos por Ana Isabel Espinosa en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/ana-isabel-espinosa/ Diario digital Sat, 21 Dec 2024 07:57:29 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Ana Isabel Espinosa en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/ana-isabel-espinosa/ 32 32 Digitalidades y pollerías https://elfarodeceuta.es/digitalidades-pollerias/ https://elfarodeceuta.es/digitalidades-pollerias/#comments Sat, 21 Dec 2024 03:20:31 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1140452 Estamos perdiendo identidad a tajazos de modernidad y pollerías. Mi madre comía pajaritos fritos con más fruición que la he visto hacer ninguna otra cosa en la vida. Ahora es titular de prensa que los sirven en un bar de Sevilla como panacea de no sé en verdad qué. Mi madre se aficionó a los […]

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Estamos perdiendo identidad a tajazos de modernidad y pollerías. Mi madre comía pajaritos fritos con más fruición que la he visto hacer ninguna otra cosa en la vida. Ahora es titular de prensa que los sirven en un bar de Sevilla como panacea de no sé en verdad qué.
Mi madre se aficionó a los escuálidos pajaritos conviviendo con mi abuelo Jorge, cazador entusiasta que donde ponía el ojo ponía la bala, para desgracia de los incautos alados. Contaba que, en esa misma cocina de leña donde me pusieron mi nombre aun durmiendo yo en el útero de mi madre, mi abuelo llegó con un espurgabuey. Sin pedir consentimiento- que para eso era el páter familia- lo echó al impoluto caldo del puchero que quedó transmutado en un mágico marrón instantáneo, vamos a suponer que originado por los insectos que el pájaro había ingerido como dieta específica. Proteínas debía tener a punta pala, pero mi madre juraría por años que ella no lo probó, y que ni siquiera quiso desplumarlo del asco que le dio el pobre infeliz. Sí contaba que mi abuelo lo degustó junto con un vaso de vinillo tinto entre rechupeteos y bocados, lleno de satisfacción.
Los pajaritos de entonces, no sé los de ahora, eran patéticas criaturas con cabeza diminuta - por lo visto los sevillanos andan guillotinados- patas flacas y ojos desvalidos. A mí me provocaban un sentimiento entre el miedo y la pena, igual que las codornices abiertas por el pecho a las que se pasó mi madre cuando mi abuelo falleció y no había manera de encontrar a los pajaritos en la plaza de abastos de Cádiz. Ahora que hablamos de digitalidades porque las tenemos en el orden del día a día, que no creemos más que en el dinero, que vivimos para consumir y que no sabemos lo que es un abrazo de verdad, un amigo sincero o que alguien te quiera más que a su vida, los pajaritos se sirven en tapas en un bar Sevillano para regocijo de propios y estupor de extraños que gustan más de comidas asiáticas que a saber qué escoden tras las bajeras de sus sopas. Son los coreanos-ya lo saben- entusiastas de comer cuanto trepa, salta, repta, se zambulle o corre, más o menos al modo de mi abuelo con escopeta al ristre. Nunca me ha gustado la carne de caza, eso lo tengo claro. Tampoco soy muy devota de la carne en sí, en cambio tengo que mentirle a la Dra Moreno cuando en las analíticas me sale el úrico levantado porque pescados -y sobre todo mariscos- me hacen el mismo tilín que a mi madre los pajaritos fritos o a mi abuelo el espurgabuey.
Podrá cambiar mucho el mundo y quizás vayamos a otros planetas a dar más morcilla que en éste o nos invadirán alienígenas haciéndonos quizás entonar un alegato unísono de humanidad global, pero lo que somos no se puede negar por muchas digitalidades, ni pollerías nos asistan. Somos carne de nuestra carne, genética envasada con caducidad elevada al cubo y producto de singularidades y estrategias aleatorias de nuestro ADN.
La vida nos sorprende tanto que tenemos que estar muy malitos para que queramos irnos de ella y aunque sea verdad que hay veces que odiamos al prójimo como a nosotros mismos, que los iguales nos asquean, los desiguales nos hacen nacer un sentimiento entre pavor y empatía y todo nos importa un haba, también hay veces excepcionales en las que tenemos un arrebato místico y nos creemos elegidos para la gloria solo porque ese primer espermatozoide que llegó hasta el óvulo nos atontada y mal aconseja, idiota él que no sabía dónde se metía , ni qué consecuencias acarrearía. Entonces, escribimos parrafadas cuando deberíamos estarnos quietos.

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Digamos que hablo https://elfarodeceuta.es/digamos-hablo/ https://elfarodeceuta.es/digamos-hablo/#respond Sat, 14 Dec 2024 03:20:29 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1136828 Me gusta el Pto encapotado por el frío. Pelliza blanca de humedad tejida en torno a sus huesos. Lejano y ausente como esos viejos pertrechados con gorros portugueses que se balacean por las Dunas al compás del tiempo. Son dos, hombre y mujer, encadenados por la artrosis. Es uno, el del perro de paseo. Son […]

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Me gusta el Pto encapotado por el frío. Pelliza blanca de humedad tejida en torno a sus huesos. Lejano y ausente como esos viejos pertrechados con gorros portugueses que se balacean por las Dunas al compás del tiempo. Son dos, hombre y mujer, encadenados por la artrosis. Es uno, el del perro de paseo. Son tres los de la jefatura de los locales que ven el día a través de rejas y soportales.
Son tantos los que se ocultan tras las ventanas de aluminio gris, los balcones sin terraza, las terrazas sin balcones. Son únicos como el pan de leña, como los estómagos que nos soportaban con gusto los huevos fritos con patatas de paquete del indio, porque tu madre no calentaba la sartén en fiestas de guardar. Y la vigilia, y no comer carne y los turrones, uno, de almendras para partir esos dientes que ahora nos balancean en las encías porque se han hecho temerosos y asustadizos como nosotros mismos.
Eran otros tiempos en que la Navidad era correr contra el necio de tu primo para ver quién llegaba antes al siguiente escaparate de juguetes y decir muy fuerte "éste es mío" como si la vida fuera tan simple que pudieras conseguir todo aquello que deseabas.
El amor era la mano callosa de tu padre en la tuya o el perfume que tu madre se regalaba por el cuello mientras se vestía. Eran los ojos de cada uno de tus hijos mirándote al nacer como si tuvieses en tu poder la esencia del tiempo y el espacio.
Quizás te gustaría plegarte y hacerte nada. Un pegote insignificante que siente, muere y suplica para quedarse más y mejor porque el sol en el rostro es pura poesía y que te quieran no tiene precio.
El Pto cuando duerme de día, vegetando de puentes inmaculados y constitucionales, es una maravilla de dunas húmedas y rebosantes de vida donde el frío no hiela sino que contagia ganas de oloroso café con churros.
Nos hace mirar atrás y confiar en el futuro en el que no estaremos pero sí aquellos que nos importan porque las ideas, los pensamientos, los deseos y las dudas permanecerán intactos como los viejos enlazados por la rutina, el perro que saca al hombre de paseo o los tres locales vestidos de uniforme para hacer guardias pitilleando en la reja de entrada de la Comisaría de Policía.
Nada es lo que parece, pero me parece a mí que este Pto de las mil caras solo tiene un Toruño verdadero que es más que cielo y paraíso para quien lo quiera de veras. Dos ríos afluyen al mar, uno moro y otro cristiano, paralelos como las vidas pasadas y futuras donde ya no eres quien dices ser sino otra persona completamente diferente. Dos para una misma entraña cargada de bares, turistas patrios y gente sencilla como el que perdí, pero que siempre está conmigo, mucho más en estas fechas de fría vejez con presentimientos de decadencia suprema.
Cuando los dedos ya no den para más teclas, ni el cerebro aflore más que estupideces muy sonadas, cuando a nadie le importe nada porque la pantalla virtual sea más que teta materna, más que vida, más que amor propio o más que todo, qué seremos sino carne congelada metida en un bote vendido al por mayor.
Qué será entonces de aquellos que fuimos baby bummmers y que ahora presumimos de nietos y nos comunicamos por internet como si lo hubiéramos hecho siempre. Qué será de este Pto majestuoso y paleto, de esta montaña de casas señoriales desabastecidas, de estos hoteles proyectados, de estos ríos antiguos de masa madre y de estos políticos que irán y volverán para no hacer nada más que pasar página.
Supongo que –con suerte-aquí seguiremos mientas nos dejen, viendo anocheceres en la panza del río helándonos el alma, amaneciendo en las realidades de la UCA recordándola como siempre fue- bulliciosa, callada y altanera- transmutando a mis 20 de golpe, porque hay cosas que nuca cambian como los sueños, los ideales y mi amor por él.

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¿Y esa madre? https://elfarodeceuta.es/y-esa-madre/ Sat, 30 Nov 2024 03:15:23 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1131239 Ha muerto un menor de dos años en Linares. Todo apunta a su padrastro, aunque el caso está bajo secreto judicial con el enunciado de “presuntamente”. La madre no presentaba signos de violencia del suceso, sí el hermano gemelo del que se llegó a temer -en un primer momento- por su vida. No lo entiendo, […]

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Ha muerto un menor de dos años en Linares. Todo apunta a su padrastro, aunque el caso está bajo secreto judicial con el enunciado de “presuntamente”. La madre no presentaba signos de violencia del suceso, sí el hermano gemelo del que se llegó a temer -en un primer momento- por su vida. No lo entiendo, ¿saben? Este mundo se me está poniendo cuesta arriba y la artrosis de mis rodillas no me permite el paso. No puedo comprender no como una mujer se enamora hasta las trancas, mete en su casa un hombre que no es definitivamente el mejor padre para sus hijos, sino cómo se llega a un homicidio anunciado- según los familiares del padre- porque los niños volvían con ellos con signos de violencia. No sé si sabrán que servicios sociales está para eso y que las denuncias funcionan aun cuando a veces en estos casos de separaciones y nueva pareja se usen como arma de doble filo.
Pero vamos a ver, ¿si se hubieran intercambiado denuncias no hubiera sido mucho mejor que dejar que ocurriera esto? Porque, ¿cuánto llevaba ocurriendo?. Una persona no se vuelve un día furia pura y arremete contra dos niños de dos años que no levantan un palmo del suelo, que no hablan casi, que solo lloran y gritan ante la avalancha de golpes que un adulto, no digo ya un hombre hecho y derecho, les propina indiscriminadamente. No lo entiendo. No puedo entenderlo. Si no estaban protegidos con ella que era quien los debía proteger de todo mal, por qué no denunció el padre biológico y se los llevó lejos de ese horror. Porque lo seria y mucho, indefensos, sin nadie que les hiciera caso ni a lloros, ni a gritos, ni a suspiros, ni a dolor. Es terrible. Nunca entenderé situaciones como estas cuando en una guerra de sucesiones y testamentos los confraternizados se meten denuncias que hacen reír a la policía nacional por lo absurdas que son, pero llevan a servicios sociales a intervenir por protocolo.
Que no digo que no afilen la pluma contra infelices, pero ¿por qué no sacuden los tomos de la ley contra los malotes? Lo mismo por eso precisamente, porque les tienen miedo, porque alguien capa de matar a un niño de dos años y dejar malherido a su gemelo debe ser de los malos de cuento infantiles del siglo pasado donde ogros y brujas campaban alegremente entre humanos al amparo de la noche. Los pésames no me valen de nada, ni la ansiedad de la madre, ni las condolencias de los vecinos, ni la permisividad que se tiene con lo que no nos importa, ni vamos a meternos en problemas con esa “bestia parda”. Solo me vale el mismo silencio que lo ha llevado a la tumba con dos malditos y paupérrimos años en los que debería haber jugado en la guardería, ir al colegio, aprender las primeras letras, jugar al futbol con su hermano, pelearse, llorar por nimiedades, hacer de niño emperador, pedir y pedir y reír y reír. Pero no, solo tumba abierta y ataúd frío, blanco inmaculado para que vaya directo a un cielo donde los Ángeles se sorprenderían por sus muchas penurias que sufrió en una tierra que nunca fue de los débiles, ni de los buenos , ni de los inocentes.
No puedo perdonar a la madre, que me perdone a mi ella lo burra que soy en esto, pero es que los hijos duelen tanto, tanto, tanto. Duelen hasta cuando los desprecian, cuando los apartan en un cumple, cuando los ves sufrir por cualquier tontería, cuando le riñe el maestro, cuando se caen y lloran, cuando les salen los dientes, cuando tienen flato, cuando el cólico les asola. Duelen hasta cuando duermen y sueñan y tú te despiertas y velas por ellos, porque ese es nuestro fin y nuestra misión… velar por ellos. Pero por ese pobrecito no ha velado más que la Santa Compaña que se lo ha llevado de excursión a mejores praderas donde los niños de dos años no son asesinados en su propia casa con gritos de fondo de su hermano gemelo, también apalizado. La perdonarán y volverá con el sobreviviente. Quizás sea una víctima propiciatoria y lo cuente. Salvarlo ya no lo va a salvar y tampoco ninguno de los que miraron para otra parte mientras sufría.

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Qué me estás contando https://elfarodeceuta.es/estas-contando/ Sat, 23 Nov 2024 03:20:32 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1127983 A veces me gustaría tener una mente plana, sin atajos ni desvaríos. Mente que calmar con una noticia falsa, una deriva de manos invisibles y luego un “copia y pega” hasta el fin de los días. Las mentes simples son diatriba de felicidad, de creer idioteces, de pensar majaradas y aun así estar felices consigo […]

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A veces me gustaría tener una mente plana, sin atajos ni desvaríos. Mente que calmar con una noticia falsa, una deriva de manos invisibles y luego un “copia y pega” hasta el fin de los días.
Las mentes simples son diatriba de felicidad, de creer idioteces, de pensar majaradas y aun así estar felices consigo mismos y atraer a los demás incautos como moscas dopadas de azúcar.
La Política que siempre fue ambición de lagartos enmascarados, ahora no es más que acoso y derribo, desacato de necios contra más necios, nunca de buscar mejoría para todos.
El pueblo está jodido en su búsqueda de algo que no termina de encontrar, intentando sacar cabeza, ayudarse, nutrirse y gobernarse a pesar de desbandadas y ruines bulos que no hacen sino entorpecer el fin común.
Cada uno saca tajada como puede… a bocados, puñaladas y desencantos, porque ese espermatozoide ganador que fuimos en el útero de nuestra madre no nos deja ver la luz real que ilumina la caverna.
Somos los más idiotas del cotarro y aun así nos recreamos en el consumo, el gasto, la necedad y el buen vivir que no es más que trabajar para pagar lo que no necesitamos.
Nos parecen locos los que se van- en mitad de la nada- a vivir con placas solares y lo que sacan de una exigua pensión. Nos parecen locos, pero no lo son sino nosotros que pagamos impuestos, hipotecas y gastos tan variopintos y estrambóticos como trajecitos para los perros o móviles para lactantes.
Hemos dado la última vuelta de tuerca al cordón umbilical, solo que no somos conscientes de ello, como los polis locales que se apalancan en mitad de la carretera pegados a una obra municipal sin saber bien qué hacen exactamente.
Estamos vestidos de faralaes pero sin Feria, de nazarenos pero sin Semana Santa y de buena voluntad con un cuclillo en la mano para clavárselo a cualquiera que se mene.
Si ya nos da por conducir, estalla la furia ciega de llegar el primero, entrar en esa rotonda por donde sea, de beber y conducir, de tomar de todo y conducir, de aparcar en segunda fila porque yo lo valgo o de hacer lo que me dé la gana porque llevo una furgoneta o un taxi y estoy trabajando.
Estamos desandados y fraudulentos, negados de media vuelta con cabeza abajo, macrófagos de nuestra propia miseria. Y aun así, como la instagramer que dice que es mejor enseñar bajezas que morir de hambre, levantamos cuello por inercia, enseñamos tripas defecadas, vómitos receptivos y parafernalia, que no hay como empezar para no poder parar de bajar escaleras. Diría que hemos perdido el norte, pero mentiría, porque aún hay quien merece la pena, solo que no se dejan ver entre tanta bazofia.
Hay atardeceres y amanecidas por poco que observes, hay mares no contaminados, sonrisas que valen su precio en sueños y gente que hace por hacer, no por retransmitir, ni ponerse medallas.
Hay verdad y hay muerte, morir y nacer, empezar y acabar en un mundo que ni nunca fue para todos, ni posiblemente jamás lo sea entre guerras que ya no llenan portadas y niños que mueren sin que les hubiera llegado la hora, corazones que se paran y relojes que nunca lo harán porque están adheridos a bombas que los protegen de todo mal.
En el mercado oficial ya no valen nada las lágrimas o los suspiros que antes llenaban páginas entre rimas y sonetos.

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El cuarto de Pombo https://elfarodeceuta.es/cuarto-pombo/ Sat, 16 Nov 2024 03:15:32 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1125069 No puedo dejar de pensar en la soledad de las horas, plegándose unas contra otras para no parir nada. Miseria de vida la que se ve discurrir al lado de una ventana que no es sino segundero de minutos y mudos suspiros. Pombo tenía una habitación que fotografió un conocido de Facebook donde cama, cuadros […]

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No puedo dejar de pensar en la soledad de las horas, plegándose unas contra otras para no parir nada. Miseria de vida la que se ve discurrir al lado de una ventana que no es sino segundero de minutos y mudos suspiros.
Pombo tenía una habitación que fotografió un conocido de Facebook donde cama, cuadros y libros se amontonaban como las horas y los segundos. No puedo quitármela de la cabeza. Sin haber estado en ella, puedo olerla, sentirla crujir y hasta saber cómo piensan los libros y los cuadros de ese ser que los cobija a todos, dándoles existencia.
Me reviene a la soledad que finge estar acompañada, que espera tras las cortinas y los vapores del sueño para renacer exultante y vertiginosa a altas horas de la madrugada. La soledad me parece terrorífica cuando antes tanto la deseaba porque la creía libre y entusiasta, creadora y prolífica.
En la Dana han muerto mayores de 70 en su mayoría, no sabemos si abandonados a la maldición de malvivir solos, aun con familia. Es la moral actual, el móvil, las relaciones fingidas y esporádicas y un entablado familiar donde sobran los ancianos.
Nuestros mayores, tan venerados en otras civilizaciones, en la nuestra actual no son sino quemadero de fondos y pensiones, en residencias que agotan la poca vida que les queda. Supongo que los que sobrevivimos a nuestros padres residentes en geriátricos, sacando bilis de aquella visión fantasmagórica de lo que debería ser una vejez cuidada, nos ponemos las pilas porque el gato escaldado del agua fría huye. Supongo que por eso nacen tantas propuestas de nuevos modelos de acompañamiento y convivencia. También los propios mayores han cambiado, ya no es extraño ver a gente de ochenta acicalándose, usando Tinder o excursionando , no en inmersos y memeces, sino en hoteles buenos de varias estrellas.
Los nuevos viejos queremos marcha, porque nos la merecemos. También se la merecían ellos, los que nos precedieron, pero como en las catástrofes, nos cogió desprevenidos y no estuvimos a la altura. No sabíamos qué hacer, ni cómo establecer que era bueno y malo, escogiendo lo que nos pareció más acorde con las circunstancias.
Mi padre murió en su casa, tal y como él había querido. Eso reduce el dolor, la pena y facilita un cierre, porque había disfrutado de una existencia larga y al ritmo que quiso. Pero mi madre, rivalizó con el Alzheimer y perdió la batalla bastante antes de fallecer, entre años de dependencias extremas. Tuvimos que internarla-casi veinte años antes- porque pensamos que era lo mejor para ella, por los cuidados que nos aseguraban a cambio de mucho dinero. No se imaginan el duelo que conlleva de frustración y penitencia tal decisión obligada.
Quien no lo haya vivido, no lo entenderá, ni siquiera los que están trabajando en los centros , a los que no critico porque hacen lo que pueden en un sistema que no está hecho ni para curar, ni para mejorar, ni para hilar esperanza. Las residencias, como las guarderías, son aparcaderos de almas, solo que a estos pobres se los aparca para siempre. La habitación de Pombo me ha traído un viaje chungo porque sé adónde se dirige. La soledad, el final del camino y el vaivén de las horas es lo que me regala, nada más. No hay nada que pueda atajar esta oscuridad. Ni un día soleado, ni el mar, ni el graznido fiero de las gaviotas, locas por galopar el Levante.
La vida se consume como una gominola en tres bocados y ni los cuadros, ni los libros, ni las fotografías hacen otra cosa que acumular epiteliales volátiles de nosotros mismos.

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Y volver https://elfarodeceuta.es/y-volver/ Sat, 09 Nov 2024 03:20:16 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1122018 Trump ha vuelto a las tramas del poder como las tortillas, horneado y con amigos importados. Demuestra que todo se puede lograr si trenzas lo suficiente los hilos del destino. Estoy segura que nos dará momentos gloriosos para aquellos que disfrutamos con lo estrambótico y truculento, porque estamos huérfanos de valores, en un mundo sin […]

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Trump ha vuelto a las tramas del poder como las tortillas, horneado y con amigos importados. Demuestra que todo se puede lograr si trenzas lo suficiente los hilos del destino.

Estoy segura que nos dará momentos gloriosos para aquellos que disfrutamos con lo estrambótico y truculento, porque estamos huérfanos de valores, en un mundo sin héroes como los de antes,  mártires esforzados del día a día.

Lo que nos sobran-eso sí- son bocazas de profesión, haters de cuchillo gordo y avinagrado que clavar en cualquier espalda virtual. Los visionarios de lo ajeno abundan en la inmundicia de desprestigiar, criticar a destajo y copiar. En eso último, hay especialistas en hacer carrera del mérito ajeno. Puedes ver, una y otra vez, los mismos consejos, las mismas recetas, los mismos rituales de maquillaje y hasta los mismos tutoriales de labores.

Todo parece plagiado y duplicado al mucho por cierto, como Trump que sigue con los mismos gestos, el mismo flequillo de Tintin y la misma irrealidad flotando en torno suyo.

Supongo que adolezco de vida porque antes todo me divertía y hasta Arguiñano me deleitaba con sus chistes sin gracia. Ahora en cambio, lo veo de cuerpo acartonado a la puerta del Ldl regalándome tristeza pronavideña, que no hay nada como pasar Tosantos para joderme el poco buen humor que me queda con los preparativos para la siguiente fiesta.

Trump nunca fue santo de mi devoción.  Demasiado grande,  rubio y caucásico como un Ken preñado por el muñeco Michelín. Nunca supe valorarlo como dirigente,  pero como ocurrente no había otro igual porque sacaba estropicio de la chistera a poco que le tocasen las palmas.

Esta civilización nuestra basada en que la gloria está en lo que eres y no en cómo eres, en qué es más importante cuánto tienes y cuánto puedes llegar a engañar, pare monstruos políticos que nos engullen las ganas. Nos hemos macerado los sentimientos,  plegado el alma como platillo del air fryer, para volvernos codiciosos y estúpidos, dignos de ser gobernados por farsantes,  porque nos parece más importante el grabarlo que el vivirlo o el fotografiarlo que el sentirlo. El amor siempre será real, como la lealtad, la honradez y las buenas personas, pero solo alcanzamos a ver a los que presumen de poder o riqueza cuando la posteridad sólo acopia colección de calaveras y huesos.

Las estaciones pasan en el mostrador de un bazar de chinos con gente apilando objetos en estanterías, que consumimos y reciclamos en otra nueva estantería al instante siguiente. Nuestra vida se desangra en pixeles, en recuerdos fingidos sonriendo ante una cámara que nos mira con un ojo vacío, reflejándose en cada uno de nuestros “seguidores”.

Trump ha vuelto sin la frente marchita, ni las nieves del tiempo plateando su sien. Ha vuelto sin contrición, ni propósito de enmienda, para quedarse porque lo han elegido para un segundo mandato como en su momento los alemanes eligieron a alguien que supo trenzar- con concertinas- los hilos del destino para hacerse con el poder volviendo y volviendo hasta que estuvo a punto de cargarse medio mundo. Volvió el austriaco porque lo dejaron, vuelve Trump porque puede. Miramos y fotografiamos. Quizás ya estemos muertos sin saberlo.

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Mucha cara dura https://elfarodeceuta.es/mucha-cara-dura/ https://elfarodeceuta.es/mucha-cara-dura/#comments Sat, 26 Oct 2024 02:25:49 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1115930 Un okupa pide 5.000 euros a un propietario por presuntos arreglos en la casa que accedió tras derribar a patadas la puerta de la entrada. No presenta pruebas de las mejoras, pero sí tiene la cara dura de no irse cuando le reclaman lo que ha hecho. Esto es así en muchos casos, porque ni […]

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Un okupa pide 5.000 euros a un propietario por presuntos arreglos en la casa que accedió tras derribar a patadas la puerta de la entrada. No presenta pruebas de las mejoras, pero sí tiene la cara dura de no irse cuando le reclaman lo que ha hecho. Esto es así en muchos casos, porque ni la Ley, ni la Justicia, apoyan a los legítimos propietarios. Es más, parece que tener una segunda vivienda es considerado por algunos como una especie de fascismo retrógrado. Estarán conmigo en que la vivienda es un Derecho, pero también una obligación en la que hay que pagar por casi todo. No me extraña que haya personas que quieran encontrar vivienda de alquiler y no lo consigan, porque los propietarios prefieren dejarlas cerradas a cal y canto con seguridad a tope, antes que jugársela a que no paguen y se encastren por meses -o años- en la vivienda.

La vulnerabilidad es una guillotina que pende sobre la propiedad, porque si el inquilino -que no te paga pese a tener contrato- le cambian las circunstancias, siempre puede alegarla y vivir más tiempo gratis. Es un laberinto jurídico y social que algunas organizaciones enseñan a presuntos ocupas para tener todos los puntos a su favor. En cambio, el que alquila se ve abocado a lo privado e incluso a contratar empresas de desocupación si quiere recuperar lo que siempre fue suyo. Tengo datos certeros de inquilinos que piden dinero para dejar libre la vivienda, como el ocupa de los 5000, porque al parecer es precio fijo. Dado lo que cuesta un desahucio y el tiempo que tarda un Juzgado en cumplir la ley, no es raro que los propietarios tomen la decisión de negociar, dado el coste que les conllevaría el camino legítimo. No sé si pensarán que es una canallada esto de romper, patear o echarle cara a esta situación, que no hablo de gente trabajadora que les vienen mal dadas las cartas, sino de morralla chancletera que hacen de esto su oficio de vida y te lo sueltan en toda la jeta. Es un tema borrascoso, porque hay gente que solo ve familias cuando son en muchos casos tramas organizadas y delincuencia. Habría que separar, y para eso se necesitan medios sociales que ayuden a quien tiene necesidad de ello, descartando los que no pasan por el control de asuntos sociales, porque esos sí que no son de buena cepa. Hay que hilar fino también con la presión social, con la ayuda desinteresada porque no todos son iguales, ni todos los propietarios bancos o grandes tenedores. En muchos casos, los propietarios son gente jubilada que hace con su segunda casa un avío a su precaria situación. No deberían soportar que alguien no pague nada y encima se declare insolvente. No puedo entender los que dicen que aún tiene la propiedad, que la venda, sin darse cuenta que el parquin de viviendas en alquiler cada vez es menor porque se tiene miedo de perder por un ocupa descarado, con tiempo e información sobrada.

Como dato anecdótico les diré que en una ocupación tras un contrato legal en la que la inquilina pidió al dueño por irse 5.000 euros, esta misma señora había protagonizado otros dos desahucios anteriores en las mismas –exactas-circunstancias. O sea que, si investigáramos un poco, veríamos que hay gente que vive a costa de los demás con mucha cara dura y -sobre todo- porque el sistema les permite pelotear para salirse con la suya.

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Qué maravilla https://elfarodeceuta.es/maravilla-sevilla/ Sat, 19 Oct 2024 02:20:44 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1112957 Sevilla quita todo el sentido cuando los nubarrones acechan y el río se platea. Toda gris, enfurruñada como una niña con pataleta, te parte en dos el alma por poco que se lo proponga. Pero Sevilla tiene recovecos más allá de las Mil, que ni con escolta -ni sin ella- , van a cambiar por […]

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Sevilla quita todo el sentido cuando los nubarrones acechan y el río se platea. Toda gris, enfurruñada como una niña con pataleta, te parte en dos el alma por poco que se lo proponga. Pero Sevilla tiene recovecos más allá de las Mil, que ni con escolta -ni sin ella- , van a cambiar por más años que vivan lo políticos que quieren conseguir erradicar lo que siglos de marginalidad y prejuicios no han podido.
Sevilla es maremágnum de propios, extraños, guiris y estudiantes que se amalgaman por todas partes para estallar en puntos conflictivos como la zona del Campus de Reina Mercedes, donde los coches aparcan sin Dios- ni locales- que les guarden. Son los gorrillas allí ministros en su pulpito de oro, porque como el Hospital Duques del Infantado es bocadera de solicitantes de salud, no les queda a los malaventurados otra que aparcar en doble y triple fila. Ganan bolsillo de metal hinchado por los pespuntes, los gorrillas que -muy listos ellos –van uniformados de azul y gris al modo celador para confundir al personal circulatorio, mientras hacen su agosto en cualquier fecha, moviendo coches sin frenos -ni marcha metida- a modo de quita y pon de donde uno sale , otro entra. Como ya les digo, hay ausencia de policía o coche patrulla que lo valga y así, día tras día, se posicionan desde primeras horas de la mañana haciendo su beneficio a costa de provocar accidentes.
El aparcamiento es el mal de nuestra era en la que por muy virtuales que compremos, la salud aún nos impone que les presentemos el cuerpo. Es por ello que una entrada a un hospital tan demandado como el de Duques del Infantado, necesitaría otra cosa más que bullicio y gorrillas que pelean por plaza fija, pues saben que el sueldo por día trabajado ahí les beneficia mucho más que en cualquier otro aparcadero de Sevilla.
Me dirán que cómo se consiente esto y de verdad qué no lo sé. No es mi zona de confort, sino mi zona de paso, bastante accidentada y peligrosa. Si no fuera porque Sor Gregoria de Santa Teresa preside la nomenclatura que da acceso al hospital con doblete de santidad, no sabemos qué clase de desgracias podrían pasar cada jornada. Y es que esto de aparcar se está convirtiéndose en artículo de lujo, al modo de ese bolso tan feo que los papuchis regalan a sus esposas cuando les hacen alguna faena.
Cádiz está totalmente tarifado a cachos y no hay como pararte un segundo en cualquier sitio para que llegue el guarda de los taxímetros quedándose con tu tarjeta de crédito. En Sor Gregoria no es ese el problema. Allí aparca el que primero llega, porque hay dos zonas bien delimitadas y libres, una a cada lado de las dos vías de acceso. El problema es el que llega tarde y aparca en doble fila, produciendo un estrechamiento de la libre circulación y el caos más aparatoso. Me dirán algunos que es para el bienestar de los enfermos, pero no. Ahí solo ganan los gorrillas, mientras sufrimos todos los demás…los que no encuentran donde aparcar; El que no llega a la cita; Los que no podemos circular, porque no nos dejan paso casi. Y los imbéciles que no saben que los transportes públicos existen para el bien de todos. No tenemos que ir con el coche a un sitio donde no se puede aparcar. No se puede aparcar en segunda fila. Pero mientras no haya control seguirá pasando, porque es tan endémico y tan bestial como que no se pueda entrar en las Mil viviendas. Ni siquiera los operarios de limpieza para hacer su trabajo, que ya tiene delito.

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Cosecha del Sesenta https://elfarodeceuta.es/cosecha-sesenta/ Sat, 12 Oct 2024 02:10:52 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1109875 No sé si se acuerdan de Franco, pero le vimos la escapada. No el fulgor, sino la escapada final. Quizás por eso, las añadas anteriores siempre nos han mirado con algo de envidia y resentimiento. Los que nacimos en los sesenta somos de otra casta, más bien hechos a groso modo, por culpa de Fraga […]

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No sé si se acuerdan de Franco, pero le vimos la escapada. No el fulgor, sino la escapada final. Quizás por eso, las añadas anteriores siempre nos han mirado con algo de envidia y resentimiento. Los que nacimos en los sesenta somos de otra casta, más bien hechos a groso modo, por culpa de Fraga que originó los fuegos falsos del turismo, cayéndonos como una ola sobre nuestras conciencias , la modernidad más mercantilista. Lo anterior conjugado con las ganas patrias, hicieron que se gestara a una generación que se llamó del “Baby boom” que ahora empieza a jubilarse y comparte dolencias tomando un café mensual.
No fuimos mucho de drogas, ni de sexo. Tampoco de paz y amor. Hippies, ni de coña. Las de mi entorno, como mucho, de flores a María y embarazos sorpresivos que el placer no lo es si no lo llevas bien agendado. Hemos sido niñas buenas, atemorizadas, obedientes y maceradas al fuego que les impusieron a nuestros padres que solo parecían servir para trabajar y llevar a sus hijos a un futuro mejor que el suyo.
Ahora, ya ven, cuando muchos somos abuelos que transitan universidades por vicio cognitivo y gimnasios por obligación médica, no sabemos qué futuro tendrán nuestros hijos, pero sí nos tememos que no será tan bueno como el nuestro. Aun así, con restricciones limitativas, con faldas cortas alargadas, sin sexo que se pudiera compartir para nada, con desinformación y bibliotecas públicas que olían a naftalina, hemos sobrevivido para asombrarnos por todo, criticar todo lo que se menee y envidiar lo que ya no nos coge de paso.
La era digital, el sexo libre y sin culpa, la comida veggie, la transición de canas, la depilación integral, y otras tantas virtudes del nuevo siglo ya no son nuestra seña de identidad, sino los tigretones con azúcar macerada a borbotones, las tardes de tertulias infinitas en casa de la abuela, los pañitos de croché en mesas de caoba, la compresa improvisada, las siestas sin fin, el apretón que te dejaba extasiada en los brazos de tu noviete y ese uniforme en forma de pichi escocedor de voluntades que solo quedaba bien cuando dabas el estirón de golpe.
Nos hicimos mujeres sin darnos cuenta por más que nos dijeran de todo al modo brutal y lascivo de esos piropeadores que ahora serían considerados casi delincuentes.
Nos hacían de menos y tuvimos que hacernos de más a fuerza de trabajo y estudios, de levantar cabeza y rechinar dientes, que no hay nada como querer, para llegar bien lejos.
Tuvimos suerte de comer comida de verdad, de mantener matrimonios eternos, de conocer a gente de los que lo sabíamos todo, familia auténtica y polvorones que no hacían michelín, sino que bendecían las manos que los habían horneado.
Han muerto nuestros padres y se han ido nuestros hijos. Ya no usamos la talla cuarenta (más quisiéramos) La máquina de coser de nuestra madre ha pasado como muchas otras cosas a mejor vida o a dormir en el cuarto trasero de un anticuario. El fanta se ha tergiversado. La Barbie sigue siendo famosa, porque la Nancy de nuestra infancia estaba regordeta y muy tiesa. Del teléfono ya ni os cuento, que nos comunicábamos casi por telepatía y buenas maneras. Improvisando, imaginando e intuyendo que eso se nos daba de miedo. Reconocer miradas, planificar desastres emotivos, enfadarnos sin molestarnos y no chillar, ni portarnos mal, aun cuando nos atacaba una regla que nunca se llamó periodo y que era como un estigma pero sin santidad aparejada.
Ahora que caminamos a paso seguro a la madurez definitiva, la que te sienta en el sillón de casa para regocijo de tus nalgas, el amor ya no es lo que era porque las articulaciones conocen el nombre propio de cada borrasca y escribimos a golpe de recuerdos en el tuétano de nuestros huesos.
No somos más que esa sonrisa en sepia que no se nos borra por mucho que cumplamos años y por mucho que las grasas polinsaturadas nos pongan coto de caducidad con fecha impresa en el firmamento.

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Padres tarados https://elfarodeceuta.es/padres-tarados/ Sat, 05 Oct 2024 02:15:36 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1106611 Hay gente que vive la vida dándoles alas a sus hijos. Eso sí, no se las dan para ayudarlos a estudiar, ni para que les vaya bien en el futuro, sino para que se diviertan y “lo gocen” lo que no pudieron ellos. Estudiar está muy sobrevalorado, a excepción del día de la graduación con […]

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Hay gente que vive la vida dándoles alas a sus hijos. Eso sí, no se las dan para ayudarlos a estudiar, ni para que les vaya bien en el futuro, sino para que se diviertan y “lo gocen” lo que no pudieron ellos. Estudiar está muy sobrevalorado, a excepción del día de la graduación con toda la familia -que no has visto nunca implicarse en nada que tuviera relación con la educación- dando la nota con sus mejores galas, agolpados y haciendo piña en torno al homenajeado.
Tengo tanta experiencia en estos temas, por las veces que he repetido el mismo protocolo educativo, que bien podrían darme un master. Se me revienen imágenes de profes por decenas, algunos ya en otro paraíso mejor donde no hay niños maleducados, ni padres a los que contener como tsunami radiactivo. Vuelven a mi cabeza fiestas de fin de curso y wasap grupal de madres (curiosamente casi siempre lo son) jalándose en tono virtual de los pelos por esta tela del disfraz o este regalo a la profe. No sabéis la paz mental que me invadió el día que una idiota decidió- entrando ya los niños en bachiller- que era hora de soltarles la correa, clausurando el grupo. Adiós a escuchar tonterías varias, a cualquier hora del día.
Tener un hijo no te hace nada… ni sabio, ni poeta, ni obstetra. Nada. Eres exactamente igual que el día anterior a su nacimiento. A algunos nos da por responsabilizarnos y a otros por creerse que sus gónadas se han externalizado en esa bola de carne con ojos que lo mira con bobez infinita. Los niños lo son… bobitos. Si lo pensáramos bien, ni los tendríamos. Pero nos enamoramos, coiteamos y un buen día nos apareció en una manta con el logotipo de la seguridad social, partiéndonos en dos el alma.
Algunos nos asustamos tanto que aún no nos hemos recuperado del susto. Otros, siguen exactamente igual de irresponsables y tontos como toda su existencia. Son los de vive al día, pero luego tráeme las mismas notas que el mejor de tu clase como si eso pudiera hacerse. Los Directores de primaria deberían cobrar un plus de peligrosidad por enfrentarse a tantos descabellados. Los de secundaria y bachillerato merecerían una póliza de seguros a todo riesgo, a cargo del Estado.
La educación es lo más difícil, lo más importante y lo que menos presupone a todos los niveles. Supongo que porque a los políticos les importa más que sus doctrinas queden afianzadas en la siguiente generación para que les voten, que cómo será la mente y el corazón de los que nos sucederán en el futuro.
El futuro es equívoco como las estadísticas, las premoniciones y la astrología. El futuro es pan de molde para aquellas mentes pequeñas y obsoletas, que no se dan cuenta de que todos somos roedero de huesos y gastos futuros en pañales de adultos y pastillas contra el colesterol.
Nadie nace sabio, pero muchos mueren tontos- aun con estudios superiores-.Si no me creen, visualicen redes y atiendan a lo que la gente hace para perder el tiempo y ganar dinero. En un mundo divergente, cambiante, que vive y muere por el dinero y el poder, por ser alguien aunque ese algo dure dos segundos, para qué vamos a molestarnos en que nuestros hijos estudien o sean personas trabajadoras y honradas, cuando pueden ser futbolistas de éxito y ronearlo en las redes con regalos aparatosos y excentricidades varias.
A Ícaro le construyó su padre unas alas y le advirtió que no volara cerca del sol, pero qué joven no desafiaría las normas impuestas. Ahora ni falta les hace desafiar nada porque las cervezadas de la universidad son míticas y las fiestas de recepción de novatos en Sevilla se divisaban desde el otro cauce del río con jóvenes con la ropa interior externalizada, como muestra no sé si de estupidez suprema o de pamplina máxima. Lo que sí sé es que a los padres les encantó porque lo compartían y publicitaban. Supongo que Dédalo también aplaudía mientras su hijo hacía acrobacias cada vez más cerca del sol.

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