Artículos escritos por Alfonso José Jiménez Maroto en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/alfonso-jose-jimenez-maroto/ Diario digital Fri, 17 Jan 2025 06:53:49 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Alfonso José Jiménez Maroto en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/alfonso-jose-jimenez-maroto/ 32 32 El colapso de las líneas rojas donde se incita a la escalada para restablecer la disuasión https://elfarodeceuta.es/colapso-lineas-rojas-se-incita-escalada-restablecer-disuasion/ https://elfarodeceuta.es/colapso-lineas-rojas-se-incita-escalada-restablecer-disuasion/#respond Fri, 17 Jan 2025 03:12:10 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1149784 A pocos meses de conmemorarse el octogésimo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial (8/V/2025), no es sencillo glosar en pocas líneas el galimatías del panorama geopolítico que subyace, mostrándonos hasta qué punto puede complicarse aún más. En pleno hervor que no cesa de la guerra de Ucrania, con un frente ucraniano arduo de […]

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A pocos meses de conmemorarse el octogésimo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial (8/V/2025), no es sencillo glosar en pocas líneas el galimatías del panorama geopolítico que subyace, mostrándonos hasta qué punto puede complicarse aún más. En pleno hervor que no cesa de la guerra de Ucrania, con un frente ucraniano arduo de conservar y la fuerza rusa vigorizada por China, Corea del Norte e Irán; o el contexto del combate entre Israel y las zonas palestinas de Gaza, así como contra los grupos pro iraníes de Hamás, Hezbolá y los Hutíes, donde Israel define su territorio pretendiendo no extraviar sus extensiones de control estratégicas, como la embocadura al Mar Rojo y los altos del Golán, faltaba otro ingrediente en este cóctel explosivo como es el de la caída del régimen de Bashar al Asad (1965-59 años) en Siria.
Obviamente, a día de hoy, no se pueden admitir las pesquisas simplistas de estas anomalías que se lanzan por diversas vías. Dicho esto, el desplome de al Asad deja su hegemonía a merced de yihadistas sunníes, que una vez tomadas las riendas del poder flirtean a la distracción con recados ilusos, mediando por la economía global y el libre mercado, así como por el comedimiento de los derechos humanos. En tanto, Turquía coge músculo, Irán disipa su influencia y capacidad de respaldo a Hezbolá; e Israel no le renta la autoridad de yihadistas sunníes. Si bien, valiéndose de la merma de Rusia sumida en la guerra de Ucrania, podría ver amenazadas sus bases navales y aéreas en la costa de Siria. Y en este caos farragoso no hay que soslayar que Oriente Próximo es un área geográfica repleta de petróleo y gas. Luego, los juegos de poder y control son letales de necesidad, donde fuera como fuese, se ambiciona asfixiar al otro.
En paralelo, aumentan las corrientes políticas euroescépticas e identitarias en una Unión Europea (UE) salpicada de oleadas de inmigración incontroladas. Y al margen de lo antes aludido, con unos métodos económicos y financieros que pueden perturbar la hechura de sus residentes. A decir verdad, los tambores de guerra que se oyen en numerosos territorios tampoco favorecen un mínimo atisbo de estabilidad. Además, en atención con sus revelaciones dadas, la nueva administración de los Estados Unidos trajina para componérselas en el cómo y cuándo finiquitar la guerra de Ucrania y los principales conflictos que desarticulan Europa y Oriente Medio.
Los creíbles pactos han de ser explorados hasta la saciedad y remediar los conflictos de manera inmediata, admitiendo cuantas vicisitudes y circunstancias afloran bruscamente. No se puede temporizar las intensificaciones de tensión bélica y mucho menos, intimidaciones nucleares. Ciertamente, nos atinamos en uno de los capítulos de la Historia más difícil e irresoluto. La concurrencia e intercalación de una cifra, por otro lado insólita, de disyuntivas y crisis en un período tan breve de tiempo, se cataloga como el preámbulo de sacudidas geopolíticas que nos fuerzan al borde del precipicio.
La cadena de dilemas a los que queramos o no queramos, nos resistimos, llámense la volatilidad extrema o la inestabilidad, la proliferación del extremismo sin escrúpulos, el esparcimiento del populismo y el enflaquecimiento de la democracia como sistema, concretan, hoy por hoy, una combinación resbaladiza hasta cotas insospechadas, tanto que la alarma de implosión a tenor de la Segunda Guerra Mundial (1-IX-1939/2-IX-1945), con sus luces y sombras, podría no tener rectificación al comprobarse incompetente de generar cambios y mucho menos de encarar con garantías, metafóricamente, a estos jinetes del Apocalipsis que lo han encaramado al filo del jaque mate.
Por supuesto, nos atinamos ante un marco por entero inconcebible y que a pesar de sus parecidos con otras coyunturas críticas, engloba componentes incógnitos que lo hace mucho más angustioso.
Sin ir más lejos, el desenvolvimiento de la tecnología que ha de persistir al servicio y bajo la inspección del ser humano eludiendo su protagonismo autónomo. No me refiero a excluir o condicionar la Inteligencia Artificial en sí, sino de conservarla supeditada a la voluntad las personas. Asimismo, existe una proporción progresiva de investigaciones que han hecho repiquetear los sobresaltos sobre el impacto perjudicial de las redes sociales y la inmediatez espacial o temporal de la opinión sobre la suerte que corre la democracia y el devenir del sistema.

"La propagación de los populismos, el radicalismo y la astenia de la democracia, entre algunas de las variables intervinientes más acusadas, nos yuxtaponen a la adversidad de una implosión del sistema aflorado tras la Segunda Guerra Mundial"

En este sentido, hemos contemplado como el populismo que no despunta en el siglo XXI, pudo ser reducido o al menos dominado en el siglo XX y aún hasta hace algunos años. No obstante, origina profunda indignación identificar como ese populismo asfixiante y arbitrario se propaga más allá de las comunidades menos avanzadas, que continuamente ha sido su caldo de cultivo y se enraíza en las democracias más tradicionales y otras más consolidadas.
Curiosamente, a pesar de su engañosa espontaneidad y del optimismo inicial con el que lo absorbemos, las redes sociales se han erigido en la más poderosa ruta o sendero, e incluso en la resultante de esa inoculación masiva de los populismos.
En este momento, el entresijo de la democracia comienza con el descrédito de algunos políticos que no se encuentran a la altura de los hechos y de golpe la mugre se prolonga a gran parte de la clase política, cuya calidad y solvencia marchan en declive. Lo cierto es, que antes de que queramos advertirlo la depravación del desprestigio toca techo en las entidades. Primero, a los poderes ejecutivo y legislativo y cuando, más pronto que tarde, en el momento que alcanza al poder judicial, el sistema se desintegra. En los gobiernos parlamentarios el trance es sincrónico y en los regímenes presidenciales repetido. Así, una democracia falta de contrapesos y empobrecido el lustre de sus organismos, termina claudicando a su propia legitimidad y es desplazada por sistemas autocráticos que menosprecian los valores más valiosos que la definen.
La competitividad geopolítica hace que el tridente de la comunicación, junto a la comprensión y el recato de las líneas rojas sea fundamental para evitar conflictos entre las grandes potencias. En la inexistencia de este patrón de deferencia diplomática, los indicios de la escalada se transforman en argumento de justificación y reflexión. En torno a los puntos calificados como críticos en Europa, Asia Oriental y Medio Oriente, los líderes toman cartas en el asunto para plantarse con antelación ante de llegar a las líneas rojas, aunque éstas son cada vez más vagas: una fórmula antigua para deslices de cálculo.
Igualmente, los antagonismos geopolíticos telegrafían líneas rojas en el horizonte mundial. Los conflictos están cada vez más trabados por medio de coaliciones: traspasar una línea roja corre el peligro de desatar una convulsión encadenada. De este modo, no queda otra que no quitar ojo de los parámetros para detectar posibles anomalías en tres demarcaciones receptivas a las líneas rojas y probables desenlaces.
Primero, el viejo continente, donde la guerra de Ucrania ha apisonado diversas líneas rojas vaticinadas: invasión, transferencias de armas, transgresiones del espacio aéreo, crímenes de guerra y acometidas de largo alcance. Los quebrantamientos reincidentes y las muchas réplicas desensibilizan la concepción del riesgo, agrandando la pasividad al peligro e incitando a la ascensión para rehabilitar el desaliento. El escollo para las empresas es ser prendidas cuando antes en la próxima línea roja que se atraviese y produzca un gran desquite, como el desagravio asimétrico contra instalaciones críticas o militares en Europa.
Segundo, Medio Oriente, el síncope de las líneas rojas está espoleando el avance del conflicto entre Israel e Irán y sus actores regionales. Con el eje de resistencia fuertemente castigado y las irrupciones directas restablecidas, queda en el tintero saber si la escalada lleva fatalmente hacia la militarización o el reajuste del programa nuclear de Irán. Indiscutiblemente, esto induciría a ramificaciones en los mercados internacionales de la energía, así como en la economía y la estabilidad global.
Y tercero, Asia, las posiciones críticas que estuvieron implícitas y formaron parte de la Guerra Fría (12-III-1947/3-XII-1989), se avivan otra vez en la nueva Guerra Fría que inducen los expertos. El vaivén de un conflicto de peso es minúsculo, pero mucho más impredecible que tiempo atrás. Las maniobras militares en el Estrecho de Taiwán, o las pugnas demarcatorias entre las dos Coreas y las colisiones marítimas en el Mar del Sur de China, son más habituales y se aproximan a esas otras líneas rojas escondidas que tanto se repiten en esta disertación.
La fatalidad de una escalada como bifurcación de un infortunio o traspié de cálculo crece, incluso cuando las partes únicamente apelan al designio de perpetrar envites moderados. O conjeturando que se esquive un conflicto cambiante grave, las mini crisis pueden ser el producto de conflictos económicos disfrazados de duras sanciones, o restricciones comerciales y de inversión.
Otra de las líneas rojas no propulsoras encierra una encubierta progresión de sanciones occidentales contra mercados chinos por la ayuda de Pekín a Rusia, lo que se torna cada vez más aceptable conforme el conflicto en Ucrania se alargue. Idénticamente sucede con la India, uno de los mayores compradores de petróleo a Rusia. Con lo cual, las sanciones instigan a desagravios inmediatos contra las compañías y medios de distribución de abastecimiento occidentales y apremian las acciones de amortiguamiento de riesgos, desarticulación y variación de las mercados multinacionales.
Y cómo no, en Estados Unidos un Congreso extremadamente fraccionado ha rondado, erre que erre, con la línea roja de la inobservancia soberana, un contratiempo que, poco más o menos con seguridad, proseguirá durante la próxima administración. Ni que decir tiene, que la conciencia situacional geopolítica es crucial para tratar la exposición de las líneas rojas y los chascos estratégicos pendientes. Las empresas han de fijar que están distinguiendo en la lejanía de la extensión geopolítica otras líneas rojas que podrían librar cambios manifiestos en la palestra de los riesgos.
En base a lo desgranado anteriormente, en las próximas semanas y meses se sucederán acontecimientos que por su calado e inexactos resultados, pueden dejar si cabe, más socavado el orden mundial establecido.
Como es sabido, de aquí a pocos días Donald Trump (1946-78 años) será investido nuevamente presidente de Estados Unidos, designado sobre un programa que asegura ‘volver a poner el país en orden’. Se está a la expectativa que indague un acuerdo de alto al fuego entre Ucrania y Rusia, que coloque a Elon Reeve Musk (1971-53 años) y Vivek Ganapathy Ramaswamy (1985-39 años) al frente de una comisión presidencial para desalojar la burocracia gubernamental y que emita un programa de deportación masiva de inmigrantes ilegales, inspeccionado por Thomas Douglas Homan (1961-63 años) y que indulte a los agitadores que colaboraron en el asalto al Capitolio (6/I/2021).

También entre sus prioridades no hay que olvidar la exclusión de las regulaciones que limitan las perforaciones de gas y petróleo, la prescripción de aranceles y la superposición de recortes fiscales. La única constante que debería capitanear el mandato de Trump es la tonificación del ejecutivo y el rehúso de la separación de poderes. Esto comprendería la inhabilitación de la Ley de Control de Embargos de 1974, como advierten los fundadores del Proyecto 2025.
Tampoco ha de descartarse su voluntad de apartar a Estados Unidos del Acuerdo de París y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Amén, que estas iniciativas eran imaginadas, su expansionismo territorial es más asombroso, avisando con recobrar el control del Canal de Panamá y sus ínfulas sobre Groenlandia.
En Febrero los alemanes asisten a las urnas para las Elecciones Federales, según las últimas encuestas la CDU/CSU se emplazaría en primer lugar, seguida de la AfD. Las fuerzas políticas de la coalición gubernamental experimentan significativas pérdidas. Aunque las alianzas de coalición estribarán de materias decisivas como la guerra de Ucrania y la polémica sobre la contención de la deuda.
Marzo se iniciará vislumbrando el momento clave para el nuevo ejecutivo sirio, porque el encargo del gobierno de transición propuesto por el grupo HTS expira el día 1. Tras la fuga de Bashar al Asad a Moscú y la toma de Damasco por HTS, Mohammed al-Bashir (1983-42 años) fue designado primer ministro de un gobierno de transición. Y es que el hombre fuerte de Siria, el líder de HTS, Abu Mohammad al-Yulani (1982-43 años), de acuerdo con la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, ha indicado que las cuantiosas dificultades que afronta el estado hacían inalcanzable a corto plazo la celebración de elecciones y la composición de una nueva Constitución.
Es viable que una serie de obstáculos hagan disminuir el ritmo del proceso de transición y más adelante la recuperación de la nación. Aunque el régimen de Damasco ya es otro y el opresor parece haber perdido la autoridad, el nuevo gobierno no domina la totalidad del territorio: las fuerzas armadas israelíes ocupan más de cien kilómetros cuadrados en el suroeste; el norte es un campo de batalla entre milicias apuntaladas por Ankara y kurdos; Estados Unidos todavía dispone de dos mil soldados desplegados y los grupos terroristas resisten en el este.
En los primeros días de abril, Ruanda se convertirá en anfitrión acogiendo una cumbre sobre Inteligencia Artificial, centrándose en actuaciones establecidas para patrocinar que su tratamiento y ejercicio favorezca a las sociedades, economías y el medio ambiente, implementándolo en aras del interés público.
Posteriormente, mayo conmemorará el 80º Aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Polonia, la nación que se llevó la peor parte del conflicto bélico en correlación a su conjunto poblacional, se hallará en el centro de este hecho histórico. Como presidente del Consejo de la Unión Europea y bajo el distintivo “¡Seguridad, Europa!”, Varsovia trabajará por impulsar la defensa europea. Mismamente, en este mes es presumible que la OMS apruebe el acuerdo mundial sobre pandemias, el primero de esta índole para inspirar una mayor cooperación internacional.
A últimos de junio (24-25), los Países Bajos albergarán el encuentro anual de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), siendo la cumbre inaugural bajo la representación de Mark Rutte (1967-57 años) y la primera convocatoria de la Alianza desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca.
La demanda del gasto de defensa estará encima de la mesa, ya que en reiteradas ocasiones el mandatario estadounidense ha reclamado que no atenderá a los miembros que no sufraguen sus cuentas. Aunque se considera que los países comprometidos deben invertir el 2% de su PIB, esta cumbre podría facilitar la senda hacia otras miras. En su día, Rutte anunció literalmente que en un entorno geopolítico complicado, la cantidad del 2% era “en suelo y no un techo”. El cruce de valoraciones y razonamientos podría abrir una discusión formal sobre el incremento de al menos el 3% del PIB.
Entre tanto, aunque Kiev está decidido a integrarse plenamente en la Alianza Atlántica, su presidente ha destapado el tarro de las esencias sobre otras garantías de seguridad europea y norteamericana.
Una de estas alternativas pasa por enviar fuerzas de mantenimiento de la paz al terreno, pero hasta ahora ninguna nación aliada ha respondido al respecto. Tampoco ha de quedar en el tintero, que Francia y Costa Rica, liderarán del 9 al 13 de junio en Niza, la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos.
En julio y habiendo transcurrido un año del decreto de disolución de la Asamblea Nacional de Francia (9/VI/2024), el presidente Emmanuel Macron (1977-47 años) tendrá la oportunidad de disolverla otra vez, aunque algunos especialistas constitucionalistas presumen que la dispersión sería viable tan pronto como un año y un día más tarde del decreto previo.
Con disolución o no, la crónica política gala estará acentuada por la fluctuación en una Asamblea dividida. En ningún tiempo en la historia de la V República (5/X/1958) los gobiernos han sido tan fugaces, como el segundo mandato de Macron.
También en este mes se dará por iniciado el semestre de Presidencia danesa del Consejo de la Unión Europea y se conmemorará el 1700 Aniversario del Primer Concilio de Nicea (20-V-325/25-VII-325).
Por lo demás, en agosto se rememora el octogésimo aniversario de los bombardeos nucleares de Hiroshima (6/VIII/1945) y Nagasaki (9/VIII/1945). De la misma manera, si a partir del 1/I/2025 Brasil hace gala de la presidencia rotatoria de los BRICS y que a su vez, debería permanecer amplificando y robusteciendo su cooperación, el encuentro periódico del grupo se producirá en torno a este mes.
De hecho, nueve de estos estados (Bolivia, Uzbekistán, Tailandia, Indonesia, Kazajstán, Malasia, Bielorrusia, Cuba y Uganda) se han involucrado de lleno desde comienzo del año en las labores e intervienen en las sesiones extraordinarias de las cumbres y los encuentros de los ministros de Asuntos Exteriores. Se confía que la cabecera de los BRICS conserve la apertura del grupo a las naciones del Sur, renovando la inversión en la lucha contra el hambre, la pobreza y el cambio climático, así como proporcionando a los países en desarrollo la llegada de medicamentos y vacunas. Sin eludir, que una de las principales premisas de Rusia dentro de los BRICS es fomentar la integración al tiempo que des dolarizar de facto las economías del grupo, que es un fenómeno susceptible de ser revertido.
Avanzando en el tiempo, septiembre supondrá el retorno de consejos internacionales, como la 80ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en una situación en el que la capacidad de acción de los organismos multilaterales son puestos en evidencia tanto en Gaza como en Ucrania. Por ende, el segundo mandato de Trump aminorará todavía más el engranaje mundial: si el primero ha servido de algo, el multilateralismo selectivo y la preeminencia de los intereses americanos darán origen a un orden disconforme. Al igual que el Fondo Monetario Internacional formalizará sus reuniones, augurando un ascenso idéntico al año recientemente concluido. O séase, el 3,2%.

 

"A decir verdad, los tambores de guerra que se oyen en numerosos territorios de la aldea global tampoco favorecen un mínimo atisbo de estabilidad"

En octubre los argentinos se reencontrarán nuevamente frente a las urnas para las Elecciones Legislativas, estando por dilucidarse la mitad de los escaños de la Cámara de Diputados y un tercio de los del Senado. Este escrutinio es la primera prueba de fuego para la coalición ‘La Libertad Avanza’, constituida con diputados macristas, peronistas disidentes y radicales que aspiran a recuperar su base territorial.
Del 10 al 21 de noviembre, la ciudad brasileña de Belém será testigo directo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30), que rotula el décimo cumpleaños del Acuerdo de París, tras una desilusionante COP 29, las perspectivas son más esperanzadoras. Aguardándose que las cuestiones se ciñan en el afán de las encomiendas de la Evaluación Global para que las contribuciones determinadas se hallen en concordancia con las metas del Acuerdo de París. Otros de los acontecimientos que no pasarán de largo son las Elecciones Presidenciales en Chile y Sudáfrica recibirá en Johannesburgo la Cumbre del G20.
Finalmente, visto y no visto, en diciembre las administraciones de los veintisiete Estados miembros habrán de encarar la salida adelante de los presupuestos. El Marco Financiero Plurianual presente comprende el periodo 2021-2027. A criterio del comisario europeo, el futuro presupuesto podría imponerse al 1% del PIB de la Unión, debido a las inclinaciones puestas en la defensa y la tecnología digital. Y a escasamente un año de que llegue a su consumación el plan de recuperación NextGenerationEU, se ansía que salga a la luz la utilización de los fondos no gastados para capitalizar inversiones conjuntas en industrialización y defensa. En otras palabras: es natural que prosigan las tiranteces presupuestarias. Por poner un ejemplo, en Francia, con o sin disolución, el paisaje político rondará indispuesto y la conformidad de un presupuesto sin el Artículo 49.3 de la Constitución Francesa es improbable, en el que se trasluce el empeño de satisfacer un Gobierno dinámico y estable con el papel legislativo y de control de la Asamblea Nacional que quede subordinado a una asimetría institucional de sujeción al Ejecutivo.
En consecuencia, la propagación de los populismos, el radicalismo y la astenia de la democracia, entre algunas de las variables intervinientes más acusadas, nos yuxtaponen a la adversidad de una implosión del sistema aflorado tras la Segunda Guerra Mundial. A ello hay que añadir, que el paradigma de la agenda geoestratégica y de seguridad, más la inversión en transición energética y digital y el juego de alianzas claramente agrietadas, todas a remolque desde 2024, vuelven a puntear el momento económico, político y social de este 2025.

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La estampa idealizada del protectorado español que ahuyentaba la realidad imperante https://elfarodeceuta.es/estampa-idealizada-protectorado-espanol-ahuyentaba-realidad-imperante/ https://elfarodeceuta.es/estampa-idealizada-protectorado-espanol-ahuyentaba-realidad-imperante/#respond Tue, 14 Jan 2025 03:20:23 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1148454 Si el marco temporal de los años iniciales de posguerra fueron fundamentalmente trémulos a nivel general, la campaña promovida por las autoridades coloniales francesas y españolas para atenazar la revitalización del nacionalismo marroquí como símbolo de la independencia y el anticolonialismo, aquello ennegrecía una atmósfera sumamente enrevesada y llena de dificultades en la que no […]

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Si el marco temporal de los años iniciales de posguerra fueron fundamentalmente trémulos a nivel general, la campaña promovida por las autoridades coloniales francesas y españolas para atenazar la revitalización del nacionalismo marroquí como símbolo de la independencia y el anticolonialismo, aquello ennegrecía una atmósfera sumamente enrevesada y llena de dificultades en la que no iba a ser menos la instrumentalización de la política colonial de España, como modus operandi propagandístico para robustecer sus intereses al margen del continente africano.
Dicho esto, valiéndose de la iconografía como herramienta efervescente de una hechura contrahecha a la conveniencia, los pesos pesados del Protectorado emprendieron una concepción sublimada de Marruecos, sobre la que se cimentó el carácter colonial en exposiciones nacionales e internacionales y en elementos de impulso turístico como carteles, sellos o postales.
Claro está, que en esta estampa artificiosa del Imperio Jerifiano era imprescindible abarcar, aunque de modo ocasional, figuraciones visuales enfocadas a engrandecer la modernización que inyectaba el país protector como trenes, automóviles, carreteras o puentes. No obstante, la instantánea originada de los colonizados coexistió con la percepción negativa de la urbe marroquí.
Adelantándome a lo que fundamentaré, con el paso del tiempo diversas interpretaciones echaron por tierra la retahíla de estereotipos asumiéndolos como válidos, porque en 1912 se proclamó el Protectorado y parte del colonialismo franco-hispano.
No debiendo obviar de este escenario súbito, la legitimidad del mandato que tanto Francia como España acogieron de las potencias concurrentes en la Conferencia de Algeciras (16-I-1906/7-IV-1906), ya que exigía a ambos conceder un trato considerado a los colonizados. Y como no podía ser de otra manera, la propaganda gráfica suscitada por la administración fue remisa en los trechos respectivos que derivaron, porque a fin de cuentas la total conquista y pacificación del espacio establecido no se consumó hasta el año 1927.
Por lo tanto, no ha de sorprender que un detalle oficial, pero sobre todo de cara a la galería, sea el que explícitamente se exhibe en los certificados de concesión de las Medallas de la Paz de Marruecos, en cuya descriptiva aflora en el instante de depositar las armas, varios marroquíes a pie enjuto y a caballo.
Con estas connotaciones preliminares, el engendro iconográfico de la administración colonial española, tal como se compuso en la metrópoli y la apariencia que procuró rendir al país alauita, encerraba un objetivo cuidadosamente definido. A este tenor, gracias a lo que estaba en juego, España pretendiendo adentrarse como potencia en el tablero europeo, a duras penas libraba la empresa de poder protector sobre Marruecos, no pudiendo pasar por alto que por muy nominal que este fuera, el papel atribuido en la tangente modernizadora y civilizadora era un hecho confirmado.
De ahí, que la delegación colonial tuviese especial comedimiento en la implementación de los eventos de índole social, académico o artístico, haciendo aparecer en primera plana a Marruecos, con la premisa de darle el suficiente empaque a los cambios que su tarea civilizadora iba incorporando.
Paulatinamente estas imágenes se orientan en los carices propios de la colonización, hasta encarnar el complemento específico de una moderna mano de obra sanitaria como punta de lanza.

“El engendro iconográfico de la administración colonial española, tal como se compuso en la metrópoli y la apariencia que procuró rendir al país alauita, encerraba un objetivo cuidadosamente definido: el reflejo imaginario de un Marruecos próspero”

Prueba de ello es la insistencia de los delegados españoles a la hora de analizar una realidad de extrema gravedad como algo calamitoso, refiriéndose entre algunas, a la lucha contra enfermedades infecciosas como la malaria o el tifus, enfatizando el calibre conferido a la salud y a los procedimientos prácticos sanitarios en el Marruecos de los primeros años de los noventa, en los que el plasmodio de estos padecimientos era un actor histórico ignorado.
Al describir escuetamente algunas alusiones con respecto a la epidemia de la malaria, surgen algunos carteles con evidente proyección de la tendencia vanguardista europea que arribó en España en la Segunda República (14-IV-1931/1-IV-1939), haciendo expresa alusión a una enfermedad potencialmente letal.
Ello revela que examinando los mensajes de texto en árabe y castellano advirtiendo la aparición de la malaria, se enfilan primordialmente a los colonos occidentales. En cambio, otro anuncio de menor magnitud, pero más oportunista en su encaje, se encamina a los pobladores bereberes, como ilustración de intenciones del sujeto acicalado con chilaba que comparece al consultorio visiblemente flexionado, abrumado y ayudándose de un apoyo, y minutos más tarde sale enderezado y sin el requerimiento de bastón.
Otro de los aspectos que desenmascara la entelequia idealizada sobre Marruecos, hay que referirla a los mapas realizados por uno de los grandes artistas de la Generación del 27. Me refiero al dramaturgo, guionista, director de cine, historiador de teatro e incluso humorista, Francisco López Rubio (1855-1965), con cuyo cartel litográfico titulado ‘España y Marruecos Español’, escenifica una terminología con fuerte carga propagandística del Protectorado en Marruecos.
Curiosamente, no se constata el contraste habido en el comercio facilitado a la Península Ibérica, que con el concerniente a Marruecos. Únicamente se tercia una desproporción en la zona del Protectorado francés, en la que existen indicativos de empresarios y operaciones industriales.
Por lo demás, permanece la identificación protagonista de la urbe autóctona, como pormenoriza literalmente el epígrafe del cartel español en Marruecos y que por su notable fuente historiográfica, nos brinda la forma de reconstruir el punto de vista del lapso retratado.
La leyenda que pretende inocular una imaginación idealista y carente de fundamento, dice al pie de la letra: “Marruecos y España constituyen partes integrantes de un país de transición entre Europa y África. La Geografía y la Historia, la Botánica y la Zoología, la Antropología y la Etnología, todo nos demuestra la unidad de los dos países. Marruecos y España elaboraron juntas el período más glorioso de la civilización universal; hoy, ante la crisis de las ideas, ante el materialismo que amenaza destruir la entraña del mundo, vuelve a alzarse en Occidente, un magnífico renacimiento, el faro luminoso de la cultura hispanoárabe. Este mapa quiere dar a conocer, en variados aspectos, la parte Norte de Marruecos, un Marruecos que las conveniencias internacionales hicieron dividir en trozos, como si el alma de un pueblo de tan brillante historia pudiera trocarse. La realidad de la vida de los pueblos, más fuerte que los manejos artificiosos de la diplomacia, trabaja cada día por la unidad de un Imperio a quien tanto ama España y por el florecimiento de un pueblo que tanto deben conocer, para amarlo, los españoles”.
En tanto y respetando el elenco de conexiones públicas, la gestión española hubo de ponerse manos a la obra con la construcción entre algunos, de vías férreas o espacios representativos. Al mismo tiempo, estos recintos se explotan al máximo para rematar el ornato propagandístico del esfuerzo colonial. Ejemplo de ello es la ‘Exposición de Obras Públicas’ coordinada por la Alta Comisaría de España en Marruecos, en cooperación con el Ministerio de Obras Públicas en Tetuán. El cartel lo estampó el Instituto Geográfico Catastral Nacional, por aquel entonces, institución referencial en Madrid, en las disciplinas como la geodesia, geofísica, astronomía, cartografía e información geográfica, exponiéndose en una perspectiva africana con un realce árabe de color blanco y al fondo con palmeras, al objeto de hacerlo más llamativo.
En primer plano, un individuo marroquí solícito y bien retocado contempla el entorno al cobijo de una palmera, con tronco áspero, cilíndrico y hojas pecioladas. Resaltando el nervio central de las mismas, siempre recio y leñoso. Y cómo no, una carretera asfaltada y perfectamente caracterizada. O séase, las velocidades con destello a su kilometraje, la banda protectora y la indicación de curvas.
También ha de subrayarse las editoriales de los rotativos oficiales, donde quedan todo tipo de evidencias de un perfil a primera vista ceremonioso y no paternalista de los colonizadores, participando en ellas algunos de los más distinguidos dibujantes españoles del momento. Este es el caso concreto de la ‘Revista Africana’, subtitulada entre 1923 y 1936, ‘Revista de Tropas Coloniales’; o entre 1942, la ‘Revista Española de Colonización’ y su posterior desaparición en los años setenta.
Cabría significar, la asiduidad de una conformación emprendedora de jóvenes e incansables caricaturistas, quienes en su atrevimiento de consolidarse profesionalmente, marchan a Marruecos proporcionando bríos de restauración, aunque aún poco difundidos en la totalidad del grafismo hispano. Y en paralelo a la órbita de la arquitectura e iconografía, hombres perspicaces engarzaran prematuramente en Marruecos las más innovadoras metodologías arquitectónicas y gráficas.
En lo que atañe a la cartofilia o deltiología de la tarjeta postal circulada, hay que decir que la exigua producción hallada prosigue el mismo acomodo del resto de la elaboración gráfica: el prólogo paternalista de un Marruecos rutinario.
Curiosamente las postales reproducidas por el Instituto Nacional de Estadística, dependiente de la Presidencia del Gobierno, que esgrimían la cifra de marroquíes que conversaban el castellano, acabaron esfumándose de la noche a la mañana de estanterías y expositores de bibliotecas, imprentas y otros locales afines. Además, no ha de soslayarse el entramado de la pintura, al menos la entablada directamente tanto por la Dirección General de Marruecos y Colonias como por la Alta Comisaría.
Para ser más preciso en lo fundamentado, la Dirección General de Marruecos y Colonias, creó una ‘Exposición Anual de Pintura’ sobre tierras africanas. El propósito inicial residió en que las obras galardonadas en los certámenes subsiguientes pasarían a estar en posesión del susodicho organismo y que más adelante la traspasaría al Museo de África, que constituye el Instituto de Estudios Africanos y Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
En base a lo anterior hay que ceñirse a la Orden de Presidencia del Gobierno de fecha 10/VII/1946, por el que queda asociado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas por medio del Patronato ‘Diego Saavedra Fajardo’. Sin embargo, este conserva su ensamble por el Director General de Marruecos y Colonias. A su vez, se encuentra administrado por la Junta de Gobierno y opera con varias secciones destinadas a áreas diferenciadas como Geología, Geografía, Física, Geografía Humana, Etnología, Arqueología y Arte, Botánica, Antropología o Medicina, otorgando envergadura a la actividad divulgativa mediante la puesta en escena de ciclos de conferencias, así como la publicidad de libros y revistas, entre ellas, ‘África’, correspondiente a los estudios hispano-africanos y fundada en 1924 por el General Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (1875-1951).

Lo cierto es que el museo no llegó a construirse, pero cada año hasta la fecha de la Independencia de Marruecos, se llevaron a cabo múltiples exposiciones temporales de pintura. Con la peculiaridad que las obras finalistas deparaban una expresión propagandística de fondo en el cartelismo y la filatelia de Marruecos y de sus lugareños, comparable a la señalada en otras exposiciones. Asimismo, la promoción de este país en muestras y ferias, así como la estampa quimérica que extrajeron las autoridades coloniales comisionadas para vigorizar el turismo, más los encargados del servicio postal y las entidades u organismos administrativos que pusieron en circulación y financiaron los carteles, postales y documentales, se determinó en una representación análoga de los marroquíes.
En otras palabras: un reflejo imaginario en el que en todo momento era patente la superposición del estado protector satisfecho de un paternalismo notorio, donde al poblador marroquí se le trata con aparente comedimiento. Lógicamente, el alegato colonial tuvo espaciosas aportaciones de retoque político y especulación, pero también demandaba no poco de simulación. La argumentación indicada remolcaba como efecto efervescente que las apelaciones a estimar metafóricamente a los marroquíes, se apuntaba habitualmente a unos residentes indeterminados e inciertos y donde de ningún modo se debatía la influencia hispana en suelo africano.
Obviamente, llama la atención que se destapasen variaciones en etapas incomparables de la política española, como las caracterizadas en los cursos que comprenden de la dictadura (13-IX-1923/28-I-1930) de Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1870-1930), también Alto Comisario de España en Marruecos (16-X-1924/2-XI-1925), la Segunda República y el régimen franquista (1-IV-1939/20-XI-1975).
Tampoco es de extrañar que un único artista, Mariano Bertuchi Nieto (1884-1955), pintor que desarrolló la parte más superlativa de su trayectoria profesional en el Protectorado y por excelencia, valorado como el garante de amoldar el retrato de Marruecos en España a mediados del siglo XX, acabara convirtiéndose en el hacedor de poco más o menos, el conjunto de los carteles y sellos de correos, así como de la amplia mayoría de los diseños encontrados en las revistas oficiales. Ni tampoco que tuviese su papel preponderante en el esquema de los pabellones de Marruecos desplegado en la Exposición Iberoamericana realizada en Sevilla (9-V-1929/21-VI-1930); o en los años cuarenta y cincuenta, en la Feria de Muestras de Barcelona.
De este modo, en Bertuchi entienden que la iconografía norteafricana es sugestiva y podría transformarse en el escaparate oficial, tendiendo al guion de apartarse de las temáticas del orientalismo y adquiriendo el enfoque de un Marruecos saneado de caprichos ancestrales, atrayente y colmado de albor y tonalidades.
Ahora, los círculos políticos y culturales más próximos palpan en la destreza de Bertuchi una opción privilegiada para encarnar alguna de las páginas memorables de la colonización en la zona y por lo tanto, de resonancia en favor de España. El paradigma de Marruecos insertado tanto en carteles como en folletos turísticos, aunque infundido con algún énfasis paternalista, lo descorcha sumergido en un espejismo singular, fusionando puntadas de incuestionable modernidad. Una visual matizada que emite ese halo de admiración, ostentando dinamismo con callejuelas y calzadas limpias, o ese ejercicio metódico de las personas que irrumpen en las acciones extraordinarias.
Bertuchi logró refinar el panorama que en España se tenía de Marruecos, excluyendo dañinas perturbaciones recurrentes y transmitiendo una gama vistosamente acertada y sublime de la crónica diaria del Protectorado. Hasta el punto, de ser el pincel difusor del relato común del Marruecos colonial español, forjando ese transitar influyente que discurre ante sus agudezas, sin ninguna apetencia étnica o de excentricidad. Amén, que a pesar de su esmero artístico por el universo marroquí, también contrajo las riendas como alto funcionario de la administración colonial, no dejando en el tintero su personalización con la propia colonización de España, enalteciendo las hazañas en las campañas y el quehacer próspero de la urbe. De ahí, que tras su fallecimiento (Tetuán, 20/VI/1955) los periódicos de la época coincidiesen en realzar su fuste a la hora de precisar el emblema del Marruecos colonial.
Pronto, la composición magistral de Bertuchi se aprovecha copiosamente por el reclamo franquista, a los efectos de diseminar la labor de España en su protectorado sobre el Norte de Marruecos. La circunstancia de hacer hincapié en el señuelo industrial de Marruecos durante la represión de Francisco Franco Bahamonde (1892-1975), un período algo más favorable que los años anteriores bastante trémulos, se descifra por el hecho de atinarse abrumado por los ahogos económicos de la Península. Con lo cual, era imperativo reforzar la aplicación agrícola e industrial venida de Marruecos para surtir la metrópoli.
Por otro lado, tan precaria de géneros alimenticios, al igual que de productos semielaborados y materias primas, fuera como fuere, había que hacer alarde de los esfuerzos sacando músculo en la carta de presentación, en cuanto a la adaptación y modernismo de Marruecos, para que el altavoz promocional dirigido a los estados árabes, en la que la hermandad hispano-marroquí e hispano-árabe frecuentemente disfrazadas, cumplían un encargo cardinal. Cuestión vital para un régimen permanentemente recluso y abstraído internacionalmente por sus deslices.
A la postre, los funcionarios españoles cebaron un plantel purgado de Marruecos, en el que predominaron los modos de convivir enraizados y del ámbito agrario, cada uno de ellos circunscritos en un contexto sosegado, hacendoso y digamos que irreprochable. Esta definición estuvo salpicada de paternalismo, aunque es incontrastable que por muy intrigada que fuese, quiso ser complaciente con los colonizados.
Pese a todo, corresponde matizar y dejar plasmado en estas líneas, que este cuadro por momentos claroscuro, cohabitaba con la apreciación negativa que de Marruecos había deparado y seguía trascendiendo aún, en los colonialistas y orientalistas de tiempos pasados, así como de una parte manifiesta de la reproducción iconográfica, debida a la sutileza privada de la etapa pormenorizada.

“En esta estampa artificiosa del Imperio Jerifiano era imprescindible abarcar, aunque de modo ocasional, figuraciones visuales enfocadas a engrandecer la modernización que inyectaba el país protector como trenes, automóviles, carreteras o puentes”

En consecuencia, si los preámbulos de la posguerra emplazaron a hispanos y marroquíes en posturas bien distintas en la balanza, el proceder del régimen franquista y el hecho de que el fracaso de los fascismos le limitara en una paradoja inconcebible difícil de asimilar en el nuevo orden mundial, con el ocaso de los imperios coloniales y el pronunciamiento sincrónico de dos superpotencias: Estados Unidos y la antigua URSS, España se hallaba inhabilitada a un retraimiento político, diplomático y económico sin precedentes, que aunque de ningún modo llegó a superponerse en su conjunto, sí que acorraló a las autoridades franquistas a decretar las políticas de sustitución, para al menos aliviar los efectos desencadenantes de esta degradación.
En estas políticas catalogadas de angosta travesía de supervivencia, los nexos con América Latina, el Vaticano y cómo no, con el espectro árabe, básicamente, Marruecos, se vieron endurecidas con una serie de reglas que armonizaban la contención y a su vez, el lucimiento y las señas de signo cosmético. Cabiendo incluir una campaña propagandística desmedida, siempre conducente al enjuagado de imagen de hermanamiento para consumo exterior y proyectando voltear el trámite colonial en una especie de hermandad hispano-árabe.
Y en consonancia con este idílico Protectorado en el que su idealización aireaba la soflama de difusión, no ha de quedar al margen de esta disertación la figura del Jalifa, al disponerse éste en el paladín de la confraternidad entre españoles y marroquíes y donde el contrapeso del tradicionalismo iría desequilibrando el dibujo que brinda la nación colonizada.
De manera, que las funciones del Jalifa se vieron drásticamente inspeccionadas y sobredimensionadas por la Alta Comisaría para inspirar esta panorámica desencajada, de lo que por su naturaleza en sí envolvía la gestión colonial de la zona y el escenario reinante: la sumisión y el acatamiento por momentos embarazosos de las autoridades indígenas a las directrices de los administradores coloniales, mientras el impulso bajo cuerda de la revitalización del nacionalismo como nación independiente dentro y fuera del territorio marroquí iba in crescendo.
En todo caso, hay que recordar sucintamente que el Jalifa personificaba al Sultán, en tanto que máxima autoridad del Majzén Jalifiano y por tanto, se le confirmaba su aprobación al movimiento y el total respaldo a los nacionalistas de la demarcación española, al igual que la Alta Comisaría y el Majzén operaban con su Cuartel General en Tetuán, capital del Protectorado entre 1913 y 1956. La peliaguda conformidad entre ambas posiciones se erigió en una misión inalcanzable, debido a la política colonial desempeñada por la Alta Comisaría.
Finalmente, en este juego de desplantes y apuestas solapadas que prenden irremisiblemente los clichés y estereotipos en torno a la fraternidad de ambos pueblos, se encuentra uno de los más prolíficos ilustradores africanistas al servicio de la acción española en Marruecos: Bertuchi, que sin objetar su rastro paternalista en su deslumbre propagandístico, lleva la mano de un creador artístico detrás de su estandarización, hasta irradiar el punto culminante perfilado en dibujos y lienzos que condensan cordialidad y un tono reverente, impresionando con todo tipo de complementos la vida regular hecha con existencialismo, como los espacios urbanos y rurales, o zocos y cafetines, e incluso los atuendos del cuerpo de la Alta Comisaría, marcando su temperamento instrumental a la hora de generalizar el protagonismo hispano.

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Quiebras y pugnas en los que la violencia asalta en ímpetu e intensidad https://elfarodeceuta.es/quiebras-pugnas-violencia-asalta-impetu-intensidad/ Sat, 28 Dec 2024 03:17:20 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1142793 Con hastío los pequeños conflictos, aquellos que se postergan en el infinito de la Historia, de pronto sobrevienen en grandiosos inconvenientes globales, como sucedió con el contencioso entre el Imperio austrohúngaro y Serbia, agravado con la Primera Guerra Mundial o La Gran Guerra (28-VII-1914/11-XI-1918). Aunque en el fondo la mayoría son fruto de cuestiones estructurales […]

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Con hastío los pequeños conflictos, aquellos que se postergan en el infinito de la Historia, de pronto sobrevienen en grandiosos inconvenientes globales, como sucedió con el contencioso entre el Imperio austrohúngaro y Serbia, agravado con la Primera Guerra Mundial o La Gran Guerra (28-VII-1914/11-XI-1918). Aunque en el fondo la mayoría son fruto de cuestiones estructurales discurridas durante años.

Si bien, para intuir lo que se cierne en Oriente Medio y hoy en el espectro universal tras la caída de Bashar al Asad (1965-59 años) en la República Árabe Siria, interesa observar el galimatías de los conflictos en curso. De este modo, es posible tantear el impacto convulsionado como insospechado del régimen del partido Baaz, que llevaba aferrado al poder más de sesenta años, encarnando esa pócima de nacionalismo socialista que se hilvanó en el espacio árabe durante el transcurso de la descolonización inducido por la antigua URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

Y es que esta región de cercos vagos de Asia y a veces de África, muestra diversas aristas de propensión regional. Muchas condensan menos de ochenta años de decanato y son el resultado del desplome del Imperio Otomano. Tras el epílogo descolonizador algunos de estos laberintos generados han heredado un alcance dilatado en el tiempo. Llámense el atolladero árabe-israelí; o la plasmación del terrorismo islamista; la nuclearización de la República Islámica de Irán; los amagos al tránsito transatlántico en el Golfo de Adén o las apropiaciones petrolíferas derivadas de estas complejidades. En otras palabras: escenarios que perturban la seguridad de urbes externas al conflicto regional o al comercio marítimo y valga la redundancia, a la seguridad.

Dicho esto, el viejo continente, la Unión Europea (UE) y la suma del sistema internacional, se hallan en una coyuntura incontrovertible. Incluso algunos investigadores versan este contexto a un cambio drástico del régimen internacional. Las guerras actuales con el alegato de las vicisitudes y desbarajustes en el desenvolvimiento de Estados Unidos, la Federación de Rusia y la República Popular China, posiblemente, el proceso de integración europea se formule el compromiso que aguarda asumir en la gobernanza, a tenor de que uno de estos campos de batalla es en una parte del suelo europeo.

A pocos días de concluir, el año 2024 se estrenaba con el lastre acumulado de guerras trabando Ucrania, Gaza y la República de Sudán, entre algunas, con los conatos de las tareas de la recuperación de la paz, aunque prácticamente fuesen una paz imperfecta. A ello hay que agregar que los esfuerzos diplomáticos para terminar con los enfrentamientos naufragan. Como del mismo modo, cada vez más líderes acechan entre sus aspiraciones el acento militar y todavía más presumen de alcanzar sus objetivos.

Desde poco más o menos, el año 2012, el dígito de conflagraciones ha ido in crescendo, después de un acortamiento en la década de los noventa e inicios del nuevo milenio. Primero emergieron los conflictos desatados por las revueltas árabes de 2011 en el Estado de Libia (15-II-2011/23-X-2011), Siria (15/III/201) y la República de Yemen (16/IX/2014). El desequilibrio en Libia se amplificó hacia el sur, lo que conllevó una crisis en toda regla en la región del Sahel.

A continuación trascendió un alud de hostilidades como la guerra azerbaiyano-armenia (27-IX-2020/10-XI-2020) sobre el enclave de Nagorno-Karabaj; semanas más tarde se emprendieron los terribles enfrentamientos en la región de Tigray en el norte de la República Democrática Federal de Etiopía (4-XI-2020/3-XI-2022); el conflicto avivado por el golpe de Estado del ejército de Birmania (1/II/2021) y la invasión de Rusia a Ucrania (24/II/2022). A estos ha de añadirse la catástrofe en Sudán (15/IV/2023) y la invasión israelí de Gaza que comenzó el 7/X/2023 y sigue en curso.

“Con aparente convicción, entraña admitir acuerdos incompletos entre las partes en desacuerdo como la mejor elección ante la distensión de la guerra y arrimar el hombro para hacer que los encajes y ajustes sean más proclives a subsistir”

Podría decirse que en contraste a otras décadas, más individuos perecen en combates, siendo desalojados de sus lugares de residencia o precisando ayuda para salvar sus vidas. En tanto, en otros conflictos la construcción de la paz es ilusoria o rotula exiguas evidencias de progresos. Tómense como ejemplos la Junta Militar de Birmania y los oficiales que se hicieron con el poder en el Sahel, resueltos a aniquilar a sus adversarios. En Sudán, probablemente la guerra más deplorable en términos de sujetos asesinados y apartados de sus tierras, los empeños diplomáticos dirigidos por Estados Unidos y el Reino de Arabia Saudita se alteraron. Mientras el presidente ruso, Vladímir Putin  (1952-72 años), adjetivando el decadente apoyo occidental a Kiev, explora apremiar a Ucrania a entregarse y desmilitarizarse. Cumplimientos inadmisibles para los ciudadanos ucranianos.

En cada uno de estos espacios geográficos, la diplomacia se ha centrado en manejar las decisiones: establecer la senda humanitaria o el intercambio de prisioneros, u obtener pactos como el que consintió que el grano ucraniano finalmente aterrizara en los mercados globales por medio del Mar Negro. Estas voluntades, aunque son indispensables, no son un sucedáneo para las interlocuciones políticas.

Por el contrario, donde han cesado los ataques, la pausa se debe menos a entendimientos que a triunfos en sí. En el Emirato Islámico de Afganistán, los talibanes tomaron las riendas mientras las tropas norteamericanas se marchaban sin negociar con los contrincantes afganos. Otra señal de lo anteriormente expuesto: el primer ministro etíope, Abiy Ahmed Ali (1976-48 años), logró un acuerdo con los cabecillas rebeldes que puso fin a la lucha en Tigray, pero más bien era un amarre en la culminación de Abiy, que un compromiso sobre el devenir del territorio. O el caso de Azerbaiyán, reestableciendo el control de Nagorno-Karabaj y saldando una pugna de treinta años sobre la región e imponiendo un desplazamiento de armenios. Las guerras en Libia, Siria y Yemen igualmente se han sofocado, pero no existe un acuerdo continuo entre las partes, o incluso en Libia y Siria, sin un camino político que merezca ser calificado así.

Aunque en esta última, prevalece el enigma que ocurrirá tras la desaparición del régimen de al Asad. Toda vez, que los reductos belicosos confían en una situación favorable para hacerse con más influjo. Obviamente, que las partes rivales persigan imponerse a sus contendientes no es una primicia. Sin embargo, definitivamente en los noventa varios acuerdos catapultaron conflictos en lugares como el Reino de Camboya, Bosnia-Herzegovina, República de Liberia y la República de Mozambique.

Estos pactos emplazados a resolver una controversia de manera amistosa eran inconclusos y comportaban cesiones ingratas. Una etapa acentuada por el Genocidio de Ruanda (7-IV-1994/19-VII-1994) y la violencia candente en los Balcanes, a duras penas puede ser concebida como la era refulgente en la construcción de la paz. Aun así, la retahíla de tentativas parecía rotular una política más serena después de la Guerra Fría (12-III-1947/3-XII-1989) para otorgar más protagonismo al concurso diplomático.

Durante la última década este patrón de acuerdos han sido insignificantes y poco habituales. Fijémonos sucintamente en las negociaciones de paz entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP), también conocidos como procesos de paz en Colombia (24/XI/2016), para finiquitar su interminable guerra civil y el Acuerdo de Filipinas (27/III/2014), uno de los conflictos más longevos de Asia con los incitadores en la zona de Bangsamoro, donde el Gobierno de Filipinas y el Frente Moro de Liberación Islámica rubricaron el documento que fijaría la entrega de armas de los insurrectos, a cambio de autonomía en algunas partes del sur. Ambos son legado de otro tiempo y causas cambiantes.

Ahora bien, el vuelco demoledor en Israel-Palestina, es tal vez la estampa más amarga de esta predisposición. Los ahíncos por cosechar la paz se disiparon y los líderes mundiales alejaron su visual del conflicto. Tal es así, que diversos gobiernos árabes sellaron acuerdos arbitrados por Estados Unidos con el gobierno hebreo, pero casi todos relegaron el delicado entorno de los palestinos.

Israel prosiguió aferrándose a demarcaciones palestinas y los colonos a su vez, procediendo de manera despiadada, comúnmente en confabulación con las fuerzas armadas israelíes. De hecho, la ocupación se volvió todavía más desmedida. Evidentemente, las expectativas de los palestinos de conseguir la autonomía estatal se esfumaron.

Nada puede respaldar la violenta acometida de los integrantes palestinos el 7/X/2023, pero la disyuntiva israelí-palestino no empezó este día aciago para la historia de Israel. Hoy, la irrupción conducida por Hamás y el desquite hebreo en Gaza, unos ataques que han devastado parte de la región, descartan cualquier atisbo de paz para toda una generación.

Luego entonces, el rompecabezas de este puzle no está en el modus operandi de la mediación o los diplomáticos implicados. Más bien, se concentra en el procedimiento político integral. En un intervalo de perturbación, los condicionantes sobre el manejo de la fuerza, e incluso la superposición de territorios y la expulsión forzosa o exterminio sistemático de grupos étnicos, raciales o religiosos, la indisposición de las relaciones entre Occidente y Rusia, junto con la paulatina competencia entre China y Estados Unidos, tienen parte de culpa.

El escepticismo habido sobre Estados Unidos igualmente secunda esta fragosidad. La supremacía norteamericana va en caída libre y su verticalidad concerniente en razón a otras potencias no obligatoriamente pronostica este desconcierto.

En cierta manera, resultaría artificioso agigantar el efecto mariposa que Estados Unidos tuvo en alguna ocasión como dominación mundial, pasando por alto sus infortunios desestabilizadores en la República de Iraq o Libia, o descontar la envergadura a su fuerza militar. Los últimos tiempos sacan fundamentos del poder de Estados Unidos, tanto para bien, apoyando a Ucrania a defenderse, como para mal, revistiéndose de puntal casi contundente a la desolación que se vive en Gaza.

El inconveniente reside más si la política se despliega con un enfoque desunido de los intereses generales hasta erigirse en disfuncional con sus oscilaciones, produciendo enorme volatilidad a su representación. Unas elecciones contenidamente que tiende a suscitar desacuerdos que finalmente han hecho recalar nuevamente a Trump en la Casa Blanca, cuya predilección por los líderes autocráticos y el desprecio por los aliados tradicionales, alarman a más no poder a Europa y Asia y proyectan que 2025 sea irremediablemente un año inextricable.

A tenor de lo antes señalado, varios estados no occidentales se han vuelto firmes en sus convencimientos a la hora de defender sus intereses. Por citar algunos, la República de la India, la República Federativa de Brasil, las monarquías del Golfo, la República de Turquía o la República de Indonesia, que hoy por hoy, ostenten más influencia no es algo perjudicial en sí.

Por partes, la desaprobación de los estados de poder medio a alinearse regularmente en pos de las grandes potencias contrarias, se esgrime como pretexto de limitación sobre esas administraciones. Fundamentalmente, en Oriente Medio y otras zonas del continente africano, las potencias territoriales son más activas en guerras, refutando que otros actores han hecho lo mismo, alargando en el tiempo los combates.

En este momento, quienes se encuentran en conflicto esconden más posibilidades a las que acudir en busca del patrocinio político. Los supuestos pacificadores deben enfrentarse no ya solo contra los enemigos en el terreno, sino asimismo con valedores externos que contemplan las luchas locales desde la vertiente de la pugna.

En definitiva: las eventualidades van más lejos del costo humano de las contiendas.

Los mediadores en la región del Cáucaso piensan que la República de Azerbaiyán, al cantar victoria en Nagorno-Karabaj, ahora sondee la viabilidad de impugnar los límites fronterizos de la República de Armenia en una pretensión de adquirir derechos de su gobierno sobre un trayecto de tránsito atajando el sur del país.

Los líderes del Cuerno de África (Somalia, Yibuti, Eritrea y Etiopía) sospechan que Abiy, habiendo conquistado el premio en Trigray, la región más septentrional de las diez regiones étnicas de la República Democrática Federal de Etiopía, emplee la fuerza para rastrear una ruta alternada a través del Estado de Eritrea hasta el Mar Rojo.

La hipótesis de que cualquiera de estas realidades acontezca, aunque todavía sean mínimas en su resolución, son lo capazmente destacadas como para ocasionar innumerables entorpecimientos. La regla de juego de no agresión que durante largos períodos alimentó el orden global, está desbaratándose gracias al empeño de Rusia por anexar más territorio de Ucrania.

A escasas horas del comienzo del nuevo año, el riesgo de que los líderes vayan más allá de contener la disidencia o inmiscuirse en el extranjero por medio de terceros, llegando incluso a asaltar a sus vecinos, es más severo de lo que ha sido en años precedentes.

El telón de fondo de una guerra más extensa también ensombrece la ristra de 2025. Las principales potencias guardan alicientes para no enfrentarse entre sí, pero más conflictos están sobreviniendo y las intransigencias se acrecientan en las divisorias más comprometidas, englobando Taiwán, el Mar Rojo, el Mar del Sur de China y como no, Ucrania. Las posiciones aleatorias sobre una permisible movilización en Beijing, tanto Washington como Moscú hacen que se encienda la mecha casi incontable de una colisión que envuelve a Estados Unidos y Rusia o China.

Dadas estas dicotomías, parece poco factible que los mandatarios identifiquen cuán difíciles es el curso real de los acontecimientos, ratifiquen conjuntamente su credibilidad en la no alteración de fronteras por la fuerza y se consagren a fraguar alianzas en zonas asoladas por la guerra, donde los beligerantes sean guiados ante la justicia. Sin inmiscuir, que no hace mucho y como resultante del arbitraje iraquí, omaní y China que atenúa la enemistad que ha nutrido numerosas guerras árabes, recayó el acercamiento entre la República Islámica de Irán y Arabia Saudita.

Al igual que los gobernantes turco y griego sobresaltados por los derroteros que escala la invasión de Rusia a Ucrania, han intentado resarcir los tensos lazos debido al replique de larga data entre ambos estados sobre el Mar Egeo.

Una cumbre entre Estados Unidos y China que por aquel entonces mitigó algo la tirantez en el engarce bilateral más transcendental del planeta. Incluso en medio de la turbación, los líderes distinguieron los beneficios de apaciguar las aguas tumultuosas y reforzar las barreras de seguridad en los planos más enrevesados. Amén, que en los campos de batalla esto es más dificultoso.

“El telón de fondo de una guerra más extensa también ensombrece la ristra de 2025. Las principales potencias guardan alicientes para no enfrentarse entre sí, pero más conflictos están sobreviniendo y las intransigencias se acrecientan en las divisorias más comprometidas del planeta”

Aquí lo que realmente se aspira es determinar oportunidades para atajar los combates y atemperar la consternación conforme aflora, duplicando los esfuerzos para imposibilitar que los conflictos se generalicen. Eso, poco más o menos, con convicción, entraña admitir acuerdos incompletos entre las partes en desacuerdo como la mejor elección ante la distensión de la guerra y arrimar el hombro para hacer que los encajes y ajustes sean más proclives a subsistir.

Entre tanto, apenas tiene sentido descartar a quienes ya sea sobre el propio terreno o distantes, se encuentran en la espiral de la violencia. Imaginativamente, los líderes también estarían al tanto de los temas figuradamente crónicos antes de que sea demasiado tarde, como estampa la desdicha de Gaza.

En consecuencia, con la esperanza de unos mínimos comunes en cuanto a los visos de la paz, aunque lo que se estila es pasar por alto lo más execrable y minimizar los daños, el elenco de conflictos bélicos que bullen a más no poder, eso por sí mismo no sería lo suficiente.

A pesar de que a nivel mundial el guarismo indiscutible de defunciones en las guerras ha venido empequeñeciéndose desde 1946, los muchos conflictos bélicos y la violencia suben en decibelios y la mayoría de los combates se libran entre agentes no estatales, como milicias políticas o grupos terroristas internacionales.

Las presiones regionales sin solucionarse, más el declive escalonado del estado de derecho, o la inexistencia de instituciones estatales o su depredación, los beneficios económicos sumergidos y la carestía de recursos empeorada por el cambio climático, hacen que el sumario de deslices y contrasentidos acaben convirtiéndose en importantes daños colaterales. Simultáneamente, la cadena de conflictos son cada vez más quebradizos.

O lo que es lo mismo: por doquier, la cifra de grupos armados se multiplican.

Por lo demás, valga la redundancia, los conflictos son menos susceptibles a los métodos acostumbrados de resolución, con lo que son más prolongados y funestos. Esto se debe a la regionalización de las rivalidades que fusiona las incógnitas políticas y socioeconómicas a través de las líneas divisorias, agilizando la retroalimentación entre uno a otro. Tómese como ejemplo la guerra de Yemen (16/IX/2014).

De la misma manera, la delincuencia imprime más fallecimientos en sí, que los conflictos armados. Mientras que el crimen organizado y la violencia de las bandas alternan de un territorio a otro. Ni que decir tiene, que la fluctuación política mueve la delincuencia organizada, lo que se desenmascara en agresiones contra periodistas, migrantes y mujeres. Y cómo no, la fogosidad política ya no menoscaba únicamente a los países de ingresos bajos, porque la población global ha experimentado entornos políticos críticos. Si bien, el terrorismo sigue siendo el caballo de batalla, en los últimos años sus ramificaciones se han acortado.

A medida que las administraciones redoblan sus celos por lidiar el terrorismo, optimizar el acoplamiento y la conexión regional e internacional e instaurar planes para prevenir y acometer el extremismo violento con más garantías, los atentados son menos mortíferos. Pero los conflictos continúan siendo la raíz principal del terrorismo y prácticamente el conjunto de las víctimas se originan en lugares que intervienen en disputas con elevadas cotas de pavor político.

Sobraría mencionar en esta exposición que en estados con eminentes grados de desarrollo económico, la enajenación social referida subjetivamente como la separación entre aspiraciones personales y las máximas dispuestas por la estructura, unida a la ausencia de oportunidades económicas y la participación de ese país en un conflicto externo, redunda en el caldo de cultivo propulsor de cualquier acción terrorista.

Sin ir más lejos, en Europa Occidental las muertes catalogadas con el rastro inconfundible del terrorismo han decrecido drásticamente, pero la cantidad de acaecimientos han subido. No dejando en el tintero que en los últimos dos decenios se ha dado un aumento notable de atentados conformados por ejecutores de extrema derecha, donde los medios sociales ejercen una representación decisiva en el esparcimiento de alegatos xenófobos e instigación a la violencia.

En paralelo, los avances tecnológicos alteran el estilo en que se desenvuelven los conflictos. Y como no podía ser de otro modo, los progresos en inteligencia artificial y el aprendizaje automático, cumplen una tarea cardinal en esta transición al variar la tendencia de las amenazas, tanto por parte de actores estatales como no estatales.

Finalmente, estamos siendo testigos del desmantelamiento del armazón de control de armas y con ello la marcha atrás en los pactos de verificación de armamentos implantados, que durante decenios inclinaban la balanza a la moderación, la estabilidad y la transparencia.

La circunstancia que en pleno siglo XXI continúen constando armas nucleares, crea si cabe, una amenaza superlativa para la supervivencia de la humanidad. Sin duda, militan más estados que ostentan acceso a las armas nucleares y los nexos entre los poseedores de armas nucleares se erosiona, proliferando las indisposiciones en cuanto al compás y la progresión del desarme. No es una utopía, el descarte completo de las armas nucleares aún puede conseguirse, pero demanda un compromiso innovado de entereza y cooperación.

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La reconfiguración geopolítica de Medio Oriente con la brecha dejada por Siria https://elfarodeceuta.es/reconfiguracion-geopolitica-medio-oriente-brecha-dejada-siria-colaboracion/ Sun, 22 Dec 2024 03:10:06 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1140785 El desmoronamiento del régimen de Bashar al Asad (1965-59 años) ha dejado un remanso de poder en la República Árabe Siria. Los círculos rebeldes que han pugnado por el control desde que despuntara la guerra civil (15/III/2011), han de emprender a corto plazo una transición enrevesada y formar gobierno. Y es que hasta no hace […]

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El desmoronamiento del régimen de Bashar al Asad (1965-59 años) ha dejado un remanso de poder en la República Árabe Siria. Los círculos rebeldes que han pugnado por el control desde que despuntara la guerra civil (15/III/2011), han de emprender a corto plazo una transición enrevesada y formar gobierno.
Y es que hasta no hace mucho, el propósito de desbaratar un régimen bárbaro que llevaba en la palestra desde hace medio siglo, no ha cesado en su empeño. Pero sus ideologías y pretensiones políticas, al igual que los defensores internacionales, son hostiles en sus tendencias. Por lo que una vez derribado al Asad, esta etapa quebradiza se vislumbra bastante escabrosa.
De manera, que a criterio de algunos analistas, lo acontecido recientemente en Siria se halla claramente entrelazado con las repercusiones del 7/X/2023 y en paralelo, con la incursión israelita de Gaza (21/X/2023) que arrastraría a un restablecimiento de la región, comprendida Siria.
Como es sabido el conflicto bélico en Siria en ningún tiempo se había enderezado. El acuerdo de Astaná entre Turquía, Rusia e Irán, las tres naciones involucradas sobre la mesa, congregó a actores con propósitos diferentes, a pesar de un lazo fugaz concerniente a la batalla contra el Estado Islámico. En este contexto la aparición de fuerzas militares acorraló la demarcación con los rebeldes concentrados en Idlib bajo el paraguas turco, entre ellos, el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS), o séase, el régimen respaldado por Rusia e Irán y, por otro, al norte, los ejércitos kurdos.
Este escenario se prolongó hasta la fecha antes mencionada: 7/X/2023. Más tarde, detonó un conflicto indirecto entre la República Islámica de Irán y el Estado de Israel, acentuado con la irrupción hebrea de la República Libanesa. Por aquel entonces, Irán se vio forzado a repatriar del norte de Siria a una cantidad inmensa de tropas de élite de Hezbolá, descargando de tropas ese territorio y encaminándolas a Líbano para combatir contra Israel.
Asimismo, desde el comienzo de la guerra de Ucrania (24/II/2022) y el desmantelamiento del Grupo Wagner (23/VIII/2023), los rusos han desalojado el frente sirio. Así, las fuerzas del HTS se atinaron ante una coyuntura, o tal vez, un socavón. La organización llevaba meses disponiéndose y advirtiendo cómo el balanceo de poder se terciaba a su merced. Más bien, estaría refiriéndome a un patrón característico de salto en el equilibrio de poder, que otorga a los grupos islamistas que se mueven como pez en el agua a lanzarse hacia el activismo.
Lo cierto es que en apenas un tiempo relativamente exiguo, lo que encarnaba el sostén a Irán ha quedado vedado. Mientras Hamás ha sido amputado, Hezbolá copiosamente demolido en Líbano y el régimen sirio de los al Asad ha muerto. En otras palabras: el eje que partía de Teherán a Beirut se ha suplantado por una fisura con Siria en su foco.
Este enrarecimiento, sólo satisfecho inicuamente por el HTS y sus contribuciones financieras, desentierra el laberinto inmemorial de Siria con anterioridad a la toma y destitución por el partido Baaz Árabe Socialista (13-18/XI/1963). En aquellos interludios este país se topaba en el meollo de Medio Oriente sometido a un rosario de golpes de Estado, incapaz a corrientes panislámicas y panárabes, supeditado a los albedríos contrapuestos de los bloques oriental y occidental y, por tanto, contrastado por una oscilación enquistada. Posteriormente y como derivación de este desequilibrio, durante la primera etapa de la Guerra Fría (1946-1953) Siria acabó convirtiéndose en un entorno en el que bien se rehacían, o recomponían otras variables geopolíticas.
Bajo el implacable mandato de los al Asad, Siria quedó saturada con el lastre de su irregularidad interna allende de sus límites fronterizos, ejerciendo una labor incuestionable en la guerra civil libanesa (13-IV-1975/13-X-1990). De lo que se desprende que el punto y final de al Asad, representa la consumación del crédito de Irán sobre el estado, pero también, la extirpación del candado geopolítico sobre la región.
En cierta manera, Siria vuelve a encontrarse a sí misma como en tiempos retrospectivos: en el cogollo neurálgico de la remodelación geopolítica en marcha en Medio Oriente, con el resquicio punzante de una Guerra Fría entre Estados Unidos y la República Popular China. Luego cabría interpelarse, si este supuesto paréntesis sirio puede alumbrar una nueva estabilidad.
Para una mejor incrustación de las piezas de este puzle, es indispensable descomponer sucintamente el calado del HTS en el devenir del yihadismo, con Ahmed Hussein al-Shar’a (1982-42 años) como protagonista, más conocido por su nombre de guerra, como Abu Mohammad al-Yulani.
Dicho esto, contrapuntean dos bifurcaciones de la yihad y a partir de éstas se despliegan múltiples variantes. Primero, la yihad global de Al-Qaeda, distinguida comúnmente como el embrión y la que conquistaría visibilidad a los ojos del mundo con sus fuentes en la Oficina de Servicios de Peshawar, capital de la provincia de Jaiber Pastunjuá, en Pakistán, fundada por Abdullah Yusuf Azzam (1941-1989) y con Osama Bin Laden (1957-2011) como principal financiador, recaudando fondos y movilizando muyahidines para la guerra contra los soviéticos en Afganistán (7-X-2001/30-VIII-2021).
Desde el inicio del año 1996, Al-Qaeda inoculó la percepción de una yihad global llevada a término por una organización ambulante pero perfectamente experimentada, al objeto de enfrentarse a las potencias occidentales. Mayormente a Estados Unidos, amplificando los atentados contra los intereses norteamericanos y fundamentalmente en Oriente Medio.

“Desmenuzado los recovecos de Siria con al Asad junto a su familia huido a Rusia y en los que según el representante del Kremlin, se le ofreció asilo por criterios de carácter humanitario, ¿podrán armar este tablero imprevisible una o varias fuerzas regionales, o por defecto la incertidumbre dirimida compondrá un orden territorial caprichoso?”

De este modo, al arremeter contra la primera potencia mundial, presumían atenuar el predominio americano y expulsar a los regímenes enfrentados a los yihadistas. Además, esta yihad global discurrida por Ayman az Zawahirí (1951-2022) y capitaneada por Bin Laden y Al-Qaeda, se debilitó en el año 2000 cediendo su testigo a una segunda ramificación, el Estado Islámico que posee su génesis en la yihad en Irak, oficialmente República de Iraq, mandada por Abu Musab al Zarqaui (1966-2006), el Estado Islámico de Irak y con el Grupo Islámico Armado (GIA) de Argelia.
Más adelante el pensamiento de esta yihad se organizó en las postrimerías de la década de los ochenta por Abu Muhammad Al-Maqdisi (1959-65 años), igualmente en Peshawar. Y en contraste con Al-Qaeda, este yihadismo está enraizado en una circunscripción y escuda un ideal milenarista, aguardando anticipar la mecánica apocalíptica.
Conjuntamente, este tipo de ideología identificada por la maquinación del terrorismo en nombre de una pretendida yihad, comporta una depuración presta y extremada de las circunscripciones, mediante el entendimiento minucioso de la sharía. Lo que lleva a un sinfín de matanzas e inmolaciones, no sólo contra los regímenes vigentes, sino también contra quienes no se articulan a ellos.
Este es el marco observado en la República Argelina Democrática y Popular durante la guerra civil con el GIA, al igual que sucede en Irak con las aniquilaciones de chiíes y suníes y con el Estado Islámico, que por encararse de manera generalizada terminó desatando luchas internas y autodestruyéndose. Si bien, suele eludirse la circunstancia de que el Estado Islámico fue pulverizado por fuerzas externas, pero también se precipitó producto de su hechura vehemente de purga interna en un amplio margen de sujetos. Aunque sobrevinieron rupturas con otros grupos como Jabhat Al-Nusra, denominado en ocasiones como Al-Qaeda en Siria y el Levante y que a posteriori se transformó en el HTS, a partir de 2019 los guerrilleros del Estado Islámico comenzaron a liquidarse entre sí, con ajustes de cuentas.
Retrocediendo en el tiempo, en 2003, al-Yulani contaba con diecinueve años y se incorporó al Estado Islámico de Irak, el segundo eslabón de la yihad antes aludido. Tras ser recluido y mantener contactos con cabecillas del grupo terrorista paramilitar insurgente, en 2011 se le trasladó a Siria. Sostenía que el fiasco del Estado Islámico de Irak era consecuencia de su convicción apocalíptica y excesiva antipatía hacia los grupos que se le adhirieron.
Su trazado residió en aferrar la yihad en Siria, aun estando al corriente de la complejidad social imperante: allí coincidieron diversas comunidades religiosas étnicas. Al-Yulani entiende que para que la yihad prospere, la pugna contra al Asad, raíz principal de los levantamientos, ha de erigirse en primordial y definir territorialmente la yihad. Tras forjar Jabhat Al-Nusra (23/I/2012), antiguamente llamado Frente Al-Nusra y denominado en ocasiones como Al-Qaeda en Siria y el Levante, la rama local de Al-Qaeda se asoció con los grupos rebeldes, originando una disciplina empecinada a la sublevación siria.
Jabhat Al-Nusra brilló por su eficacia militar, seduciendo a seguidores desencantados por la carencia de estructura y la depravación del Ejército Sirio Libre, también denominado Movimiento de Oficiales Libres y otros grupos yihadistas. De hecho, en opinión de diversos analistas, muchos combatientes que deseaban integrarse al pronunciamiento contra al Asad, se quejaban del caos existente en la milicia.
El modus operandi de Jabhat Al-Nusra que en seguida se convirtió en HTS, se sustentaba en un armazón militar musculoso y una disciplina estricta, tanteando los obstáculos sociopolíticos locales para influir en el arraigo a Siria. Obviamente, explotando este empuje se les aunaron grupos sirios y extranjeros. Básicamente, iraquíes que en su día enviaron a al-Yulani a Siria y yihadistas foráneos que comenzaron a confluir a partir de 2012. A la postre, estos militantes contemplaron en Siria la viabilidad de una nueva yihad en un grado superlativo y se toparon con la atribución de al-Yulani, partidario de una yihad nacional, similar a las locales de la década de los noventa.
Pero la visión nacional de al-Yulani colisionó con la recalada en Siria de yihadistas de varias procedencias, incluido el continente europeo, que estaban imbuidos de que era ineludible asistir a los sirios en su batalla particular como parte de una guerra global. Igualmente estaban instigados por los iraquíes, consignados por Abu Bakr al-Baghdadi (1971-2019), que pretendía sacar tajada del desconcierto habido para establecer un califato. Amén, que Al-Yulani se oponía a este último enfoque.
Dentro de este entramado y en los primeros intervalos de 2013 saltó por los aires el conflicto entre Jabhat Al-Nusra, que mediaba por una yihad siria y quienes sobre todo, iraquíes, espoleaban la instauración urgente de un Estado Islámico. Esta turbulencia conocida como fitna, término de origen árabe que puede traducirse como división y guerra civil en el seno del islam, acabó en acometidas fratricidas entre los secuaces de cada movimiento.
La tesis radicaba en la honestidad de al-Yulani: ¿era insobornable a Baghdadi o a Zawahirí, el paladín de Al-Qaeda global? El primero no daba el brazo a torcer que al-Yulani prometió su acatamiento sin más y que juntos habrían de componer las piezas del Estado Islámico en Irak y el Levante; mientras que al-Yulani defendía que su fidelidad era a Zawahirí. Aunque mientras se encontraba en Irak prometió cumplimiento a Baghdadi como lugarteniente de Zawahirí en Irak. Ahora en Siria, al-Yulani se creía igual a Baghdadi, uno en Siria y otro en Irak.
Estas divergencias destapan a todas luces dos impresiones distintas de la yihad. Primero, la correspondiente al Estado Islámico con Baghdadi que anhelaba un califato universal y, segundo, la noción más acusada de al-Yulani, ambicionando acomodar la yihad al paisaje sirio. Finalmente todo se consumó en una escisión, cuando los incondicionales del Estado Islámico dejaron Alepo para ensancharse en sentido este, ocupando Raqqa, Deir ez-Zor y seguidamente Mosul y proclamando el 29/VI/2014 la plasmación del Estado Islámico en Irak y Siria: la consecución de su raciocinio milenarista.
Por ende, los adeptos de al-Yulani, máximamente, sirios, que contra viento y marea continuaron en Alepo, fueron perdiendo fuelle de cara al régimen aliado de Irán y Rusia, apartándose a la provincia de Idlib. A partir de aquí, al-Yulani captó los motivos de su frustración: la interposición rusa, el contrafuerte iraní y el aspecto repelente del Estado Islámico, sobre todo, la cadena de atentados terroristas en el viejo continente y el descabezamiento de un norteamericano que nuevamente involucraron a la gestión estadounidense en Siria.
Las atrocidades del Estado Islámico avivaron que la Comunidad Internacional dejara de abogar por la perturbación siria, lo que allanó el camino para que al Asad se sostuviera en el poder. Además admitía que las operaciones del Estado Islámico habían dejado a los rusos normalizar su refuerzo a al Asad.

Pronto, al-Yulani se distanció de Al-Qaeda y se introdujo en una causa de ordenación, constituyendo coaliciones con grupos rebeldes locales, cardinalmente bajo la proyección turca. Acto seguido implantó un orden político-religioso sólido en Idlib y convencido que para avalar un futuro prolongado, habría de asentar un modo de vida con Turquía, que a su vez, le brindaba protección indirecta.
Llegados a este punto, la premisa radical de al-Yulani se convirtió en cristalizar la yihad en Siria. De ahí, que virase sus reglas de juego, aunque alimentando un designio manifiestamente salafista. Para ser más preciso en lo fundamentado, en la provincia de Idlib rehízo su movimiento y dispuso un alegato político que pesase en la balanza internacional, en un período que a juicio de los investigadores se ha conceptuado como ‘marea baja’.
Actualmente, al-Yulani parece interpretar que los occidentales no aspiran a enredarse en otros conflictos y están por la labor de dar solvencia a lo que en definitiva les alivie. Para ello se ha valido pertinentemente de la comunicación, posiblemente instruyéndose en metodologías mediáticas en la República de Turquía.
La evolución de al-Yulani proporcionando otra imagen de cara a la galería, ha ayudado a ver que ahora es una persona distinta, aunque prosigue siendo salafista. Desde esta posición da la sensación de inspirarse en los talibanes de Afganistán, quienes nada más encaramarse en lo más alto del poder declararon su ruptura con la determinación de la yihad global y combatían contra grupos terroristas en su región. A este tenor, al-Yulani pone en aplicación un yihadismo pragmático que ha prosperado en lo más sirio creíble y hace ofrecimientos a los estados de Europa.
De cualquier modo, su recorrido es la de un sirio curtido localmente que trasluce las dificultades de la nación y su historia presente. Podría decirse que al-Yulani es el resultado del desenvolvimiento yihadista sirio en su situación subjetiva. La fórmula, dada su fulminante reputación, podría atraer a otros grupos como aconteció con los talibanes, también referidos como el talibán o régimen talibán. Un movimiento político-religioso y organización militar islamista deobandi en Afganistán.
Es fundamental comprender que al-Yulani no es un hombre moderado, sino que encierra preferencias por lo práctico o útil e intuye las mermas sobre el terreno. Los yihadistas no son únicamente celosos milenaristas, son competentes para adecuarse a los inconvenientes y amplificar habilidades a largo plazo.
La oratoria de al-Yulani en la Mezquita de los Omeyas o Gran Mezquita de Damasco, en este aspecto es notable. En comparación con Baghdadi que nombró el califato en la Mezquita de al-Nuri de Mosul, al-Yulani prefirió no asumir un talante con visos incendiarios. Al contrario, su arenga versó con el “comienzo de la justicia” y “un gran día para la Umma”. Palabras que trataban intrínsecamente de aunar teorías en conflicto y con fuerte simbolismo islámico que cautivase a la multitud. Digamos que en ambos esbozos retóricos hay quiénes lo divisan como un moderado que sortea la incitación; y por otro, los que abrazan el alcance islamista de su comunicación, habiendo alcanzado la mayor aspiración de los yihadistas en Siria: la Mezquita de los Omeyas.
Por lo demás, la alocución de al-Yulani no es a lo sumo nacionalista. En ningún instante insinúa abiertamente a Siria. Y a contrapelo apunta a “la comunidad de creyentes” y nombra a su grupo Hayat Tahrir al-Sham, que al pie de la letra significa “Organización para la Liberación del Levante”, instalando una superioridad religiosa en Idlib, con la sharía como ley y jueces religiosos. Este prototipo no se ajusta en la argumentación de un Islam administrativo, amparado frecuentemente por los insurrectos de 2011 que se lanzan en una vertiente nacional multiétnica.

“La posibilidad que ofrece el deshielo del entresijo sirio podría bordar la reaparición de las artimañas geopolíticas en Medio Oriente. Este nivel de intensidad no ha de observarse desde un plano estrictamente nacional”

Al-Yulani interviene dentro de una introspección panislamista, cimentada en una versión rigorista de la sharía. Al igual que se encuentra expuesto a la imposición de grupos aliados que demandan incrustar una dirección esencialmente salafista. Aunque procure dar con la tecla de un presumible equilibrio, esto no denota ni mucho menos el rumbo hacia un sistema democrático en Siria.
Recuérdese al respecto, que Al-Yulani era mirado con ambivalencia entre los yihadistas: para algunos era considerado como un líder reflexivo, mientras que otros lo advertían como un renegado. Verdaderamente la propaganda muestra a los integrantes de Al-Nusra como vacilantes que renunciaron al proyecto del Estado Islámico, favoreciendo de este modo su descalabro categórico. El Estado Islámico y sus aliados rechazan a Al-Yulani tanto como a los talibanes.
En consecuencia, con la desaparición del régimen de al Asad es preciso dar un paso atrás en la realidad geopolítica y el tejido socioeconómico del territorio, para dar algo de luminiscencia a sus coordenadas resultantes. Toda vez, que desde el inicio del conflicto bélico en Siria, se constata una línea de flotación iraní que enlaza Teherán a Beirut y transitando por Bagdad y Damasco. Este dispositivo destinado a encarrilar la movilidad espacial ha configurado una parte elemental de la geopolítica territorial. Pero la efectividad de esta línea ha solapado otra. Me refiero a la que metafóricamente se denomina línea de la incapacidad: Idlib, Deir ez Zor, Trípoli, Raqqa y Mosul.
Esta región es uno de los focos del sunismo tradicional de Medio Oriente y sus pobladores permanecen una desposesión e inseguridad, fruto de décadas de inacabable crisis. Principalmente, desde la intrusión norteamericana de Irak (20-III-2003/1-V-2003) y la guerra de Siria. Las hostilidades extremas, más los bombardeos del régimen y el acoso y derribo del Estado Islámico han dispuesto que el futuro de Siria sea irresoluto. Sin soslayar, que millones de ciudadanos conviven en una pobreza material y psicológica semejante a la que sufren los habitantes palestinos en Gaza.
Con lo cual, todas las condiciones son conducentes al surgimiento de grupos terroristas.
Evidentemente, HTS, es el complemento de este caldo de cultivo en la que queda la incógnita si estará en condiciones de encaminar el menester de estructuración política y económica en un contorno sometido militarmente y ocupado por grupos armados con agendas insidiosas, sin prescindir la asistencia del Estado de Qatar y Turquía. Si HTS no logra aparejar este vacío, los vaivenes de fluctuación aumentarán.
La posibilidad que ofrece el deshielo del entresijo sirio podría bordar la reaparición de las artimañas geopolíticas en Medio Oriente. Este nivel de intensidad no ha de observarse desde un plano estrictamente nacional. La crisis siria forma parte de un modelo transnacional que engloba Irak, Líbano y las superficies palestinas. El marco estado-nación es cada vez más objetado y mandan las afinidades integradas por el conflicto, lo que entorpece el engranaje de una organización política consistente.
Finalmente, desmenuzado los recovecos de Siria con al Asad junto a su familia huido a Rusia y en los que según el representante del Kremlin, se le ofreció asilo por criterios de carácter humanitario, ¿podrán armar este tablero imprevisible una o varias fuerzas regionales, o por defecto la incertidumbre dirimida compondrá un orden territorial caprichoso? En este momento las dinámicas del poder están instigadas por inercias no estatales que redelinean el contrapeso e incluso comprometen a los estados más próximos a ceñirse a otros escenarios inexplorados.

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El efecto mariposa que sigilosamente desplegó El Telegrama del Rif https://elfarodeceuta.es/efecto-mariposa-que-sigilosamente-desplego-telegrama-rif/ Wed, 04 Dec 2024 03:10:41 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1132685 Dilapidado el último vestigio del imperio universal que antaño poseímos, España sentía el menester tortuoso de afianzarse como potencia europea adentrándose en el reparto colonial. Si bien, la entrada y salida de sus tropas expedicionarias imprimiría el compás de sus avatares, que trabado a su razón de ser entre la política articulada del gobierno en […]

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Dilapidado el último vestigio del imperio universal que antaño poseímos, España sentía el menester tortuoso de afianzarse como potencia europea adentrándose en el reparto colonial. Si bien, la entrada y salida de sus tropas expedicionarias imprimiría el compás de sus avatares, que trabado a su razón de ser entre la política articulada del gobierno en el territorio norteño, haría incómodo que en no pocas ocasiones las referencias empañadas del frente se entrecortasen entre las páginas de los rotativos.
Algunos de estos medios consagraban su espacio a cuestiones habitualmente trilladas, pero no por ello menos lustrosas, así como la difusión de negocios. Tampoco quedaban al margen aquellos reportes procedentes de corresponsales en el extranjero que ponían su granito de arena para referir los conflictos armados.
Dicho esto y como se desglosa del proceso de desarrollo y posterior encaje de una de estas publicaciones, sucintamente expondré la andanza de ‘El Telegrama del Rif’, originalmente con el nombre de ‘El Telegrama’ y renombrado ‘El Telegrama de Melilla’ (1963), emprendía sus primeros pasos (1/III/1902) en esta plaza, donde sería destinado su promotor y director, el Capitán de Artillería Cándido Lobera Girela (1871-1932), conservando la estructura formal y la naturaleza de sus contenidos. Y es que, al igual que resultó con la ‘Revista de Tropas Coloniales’, había que dar voz a los valedores del ejercicio colonial y muy fundamentalmente, al papel ejecutado por la milicia desplegada en la zona. Primeramente, para ser parte integrante en las operaciones de ocupación y control de la región y, a la postre, gestionar las entidades coloniales.
A pesar de los contrastes evidentes tanto en sus peculiaridades, hechura y cabidas, la acción recíproca de la plantilla con Lobera como la mejor expresión de la línea editorial, constituye una aproximación que favorece la estrecha conjunción de sus integrantes con el Ejército. De hecho, la apreciación castrense africanista denotada en los noticieros, se advierte en los escritos e incluso ambos llegaron a retroalimentarse en varios de sus rasgos.
Junto con el apremio por salvaguardar la incursión militar, los ideales preferentes de la tarea civilizadora habrían de transitar por la culminación del aprovechamiento del agro marroquí, más los recursos mineros del Rif y el movimiento mercantil con la urbe. Obviamente, la actividad cultural y educativa presente constantemente en el tratamiento de la información, ocupaban un área que encontraba su rúbrica local o regional con el distintivo de la población rifeña como principal protagonista.
De ahí, la conveniencia de que parte de este contrapeso en ‘El Telegrama del Rif’ incurriese en la persona de Abd el-Krim (1882 o 1883-1963), cuyo nombre completo era Muhammad Ibn ‘Abd el-Karim El-Jattabi. Podría decirse que acabó siendo el procurador de transferir las sensibilidades de la comunidad hispano-rifeña.
Esta vinculación se descifra por su conexión con Lobera, al que conoció personalmente en uno de los desplazamientos de su padre a Melilla y al que acostumbraba acompañar. Y según se confirma en el recorrido biográfico de Lobera como en la documentación revisada de Abd el-Krim, iba a ser su patriarca el que en definitiva moviese los hilos para encontrarle trabajo en la guarnición melillense. Aunque a decir verdad, sus dos hijos se beneficiaron de las prerrogativas y relaciones consignadas a recompensar a los colaboradores con la empresa colonial.
De esta manera, Abd el-Krim consiguió la responsabilidad de profesor auxiliar de la escuela hispano-árabe para niños musulmanes afincados en Melilla, conjugando esta función con el acoplamiento en el recinto del periodismo.

“La asimilación de notas escritas de puño y letra por Abd el-Krim, delatan el modus operandi para desenredar la construcción propagandística colonial y su incidencia en la palestra jerifiana”

Centrándome en los aportes de la figura objeto de análisis, pronto y por ofrecimiento exclusivo de Lobera, quién posteriormente habría de convertirse en el máximo exponente del nacionalismo rifeño, sería llamado a contribuir en el ‘El Telegrama del Rif’ como redactor mediante la divulgación de artículos firmados en árabe. Pero el primer interrogante que interesa aceptar es la autoría de estos relatos. Admitiendo, como así se considera, que Abd el-Krim es el responsable del corpus impreso en árabe.
Para ser más preciso en lo fundamentado, un estudio de la travesía de Lobera en el que se engloban las principales particularidades de forma y contenido de las tiradas de ‘El Telegrama del Rif’, se ratifica lo indicado en el vaciado de los ejemplares. Así, varios sociólogos y politólogos coinciden que en las postrimerías de 1906, se publica entre los datos técnicos la fecha en árabe dialectal, continuando el calendario musulmán y que se intercalaría en la sección con esta macrolengua. Por fin, el 22/XI/1906, se publica un suplemento mensual.
Con lo cual, si en el sumario de noticias destacadas datada el 29/IX/1906 se contempla el encabezamiento ‘Noticias de Tánger’ como la primera, abarca como protagonista al Jerife de las tribus de Yebala. O séase, a Muley Ahmed ibn Muhammad ibn Abdallah al-Raisuli (1871-1925), conocido como El Raisuni. Su asignación en la segunda columna de la primera página es de lo más congruente, al estar en correlación con la editorial que emplaza al patriotismo de las publicaciones impresas y a la grandeza pretérita de los militares activados en el septentrión marroquí. Haciendo una clara indirecta al rehúso desatinado en la opinión pública, tras estar al tanto del Desastre del Barranco del Lobo (27/VII/1909), a pie de monte del Gurugú y cuyo control era capital para imponerse en el campo de Melilla. Explotándose a diestro y siniestro esta insinuación para estimular los bríos patrios de la población nativa. Además, se trata de un elenco de narraciones dispuestas en dos conformaciones: primero, las incluidas en los textos en español bajo el enunciado ‘Información Árabe’ y segundo, aquellas constituidas como complemento en lengua árabe anexo al periódico.
Conjuntamente, la amplia mayoría de las que completan el primer grupo se hallan ordenadas en la primera o primera y segunda hoja. Al igual que se localizan algunos relatos en la segunda o tercera carilla. Sin embargo, la periodización en función de ser diaria, semanal, quincenal, mensual o anual y su extensión, no son similares.

Fijándome en el suplemento configurado por cuatro páginas de la que habitualmente la última se reserva a las menciones publicitarias, tampoco se puntualiza un modelo gradual determinado.
Por lo tanto, la segunda aclaración que debe referirse aquí es que ni todas las descripciones obedecían a una periodización fija, ni se acomodaban en la primera página. Juntamente, la cantidad de párrafos en lengua árabe sufre una predisposición ascendente en el último trimestre de 1906 y 1908, respectivamente, con una bajada notable en 1909 y el máximo adquirido en 1910. Y a raíz de este último, se constata una caída hasta alcanzar las últimas crónicas impresas en los inicios de 1915.
De este modo, es imperativo ceñirse en esta disertación a la definición al pie de la letra de ‘corpus lingüístico’ servida por la Real Academia Española como “un conjunto amplio y estructurado de ejemplos reales de uso de la lengua. Estos ejemplos pueden obtenerse de textos escritos (los más comunes), o muestras orales (generalmente transcritas). Los corpus pueden ser textuales, cuando compilan textos orales o escritos, o de referencia, cuando registran concordancias extraídas de textos”. Asimismo, continúa señalando: “[…] un corpus debe reflejar una lengua o su modalidad de la forma más exacta posible, en cuanto a su uso, teniendo similitudes con los textos porque están compuestos por ellos; y por otro, no son textos en sí, porque a diferencia de los mismos, no tiene sentido analizarlos en su totalidad. Un texto tiene un principio y un fin y es cohesivo y coherente en mayor o menor grado, mientras que un corpus carece de tales características por no poseer una estructura, sino sólo una composición. Por esta razón conviene analizar un corpus recurriendo a herramientas y metodologías propias”.

Vistas estas pinceladas sobre el corpus lingüístico, la fuente de consulta parte de la digitalización de los ejemplares disponibles de ‘El Telegrama del Rif’ en la web de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica (BVPH), mediante la aplicación de técnicas fotoeléctricas o de escáner, convirtiendo la imagen contenida en un documento en papel, ahora en una ilustración digital, debiendo apuntar la inconveniencia de su lectura por el estado defectuoso de las páginas y la baja resolución de las imágenes. Toda vez, que las reseñas aparecen sin apenas nitidez o prácticamente indescifrables por el deterioro de la tinta. Además, la suma de estos detalles subrayados resultan problemáticos para la ortografía árabe en sus distintas variables, al ordenarse en grupos consonánticos cuya diferenciación reside en el número o colocación espacial de los puntos.
Por lo demás, las citas hilvanan el léxico del siglo XIX y preámbulos del XX, recurriendo a una tipografía de estética sencilla con la falta del cuerpo vocálico. También ha de subrayarse la fractura existente de palabras entre las líneas, pero frecuentes en talleres de imprenta o en entornos de prensa como el que detallo y ajeno a este idioma cuya estampa es claramente secundaria.
Al ceñirme brevemente en la fecha correspondiente al 1/III/1927, ‘El Telegrama del Rif’ divulgaba un número extraordinario con motivo de sus primeros veinticinco años. Y entre la nómina de informadores y editores aludidos en la página seis, se hacía alusión a Abd el-Krim, cuya maquinaria propagandística se repasó con varios fragmentos que reproduzco a continuación: “Lo que escribió Abd el-Krim sobre la acción de España. Los lectores saben que durante algunos años figuró en la redacción el ex Rogui que tan mal pago dio a los beneficios que él y su familia recibieron de España, y como hoy se ponen en sus labios juicios poco halagadores para nuestra nación, consideramos de actualidad reproducir algunos de sus escritos”. De lo que se desprende, que se trata de pasajes consignados a adoctrinar al lector marroquí sobre la esencia humanitaria y los beneficios del avance español en la región.
Si la hoja de ruta del discurso se ceñía en clave a la modernización como palanca de cambio y la regeneración social, esta adaptación vanguardista vendría aparejada del operar colonizador por medio de una serie de reglas encaminadas a reforzar la esfera económica y cultural.
Ahora bien, el componente de la censura estuvo latente como aspiración del concepto de imperialismo colonial y del que se extrajo hasta dónde comparecían las bifurcaciones del artilugio difusor africanista.
A fin de cuentas, era una oportunidad inmejorable para comprobar de qué modo se enraizaba en lo recóndito del alma española la significación de su maniobrar en el continente africano. Y entretanto, se inoculaba el movimiento nacionalista con tendencias anárquicas y rebeldes, ansiosos de sacudirse el polvo del yugo colonial y retando a las autoridades del protectorado.

Ha de resaltarse que en una de las ediciones de 1911, ‘El Telegrama del Rif’ aumenta su formato de cuatro a seis columnas y se noticiaba sin suplemento árabe, pero con la improvisación de un número extraordinario con ocasión de la visita del Jefe de Estado, el rey Alfonso XIII (1886-1941), en el que su tiraje en fecha anterior a la ocupación francesa de la ciudad de Fez quedaba fuera de lugar del corpus. Aquella visita que tenía la encomienda de estabilizar las derivaciones desencadenantes del descalabro atronador en Barranco del Lobo, años después se inmortalizaría con su rastro teñido de sangre en la desdicha del Desastre de Annual (22-VII-1921/9-VIII-1921).
En paralelo, los plumazos antes apuntados prosiguen en el corpus para el curso en el que se produjo la Crisis de Agadir despuntada en 1911. Esta última entrañaría la intrusión de las tropas francesas en Fez hasta el acuerdo franco-alemán. Sin soslayarse, la crónica en la que se exterioriza a bombo y platillo la acometida franca con la inmediata toma de la ciudad de Mehdía, situada junto al estuario del río Sebú y a siete kilómetros de Kenitra, así como las refriegas in crescendo con las harcas.
Como destello del accionar imperante e influyente de la prensa de la época, los cismas habidos entre Francia y España subieron en sus decibelios. Aferrándose como punto de partida a los episodios del origen y mutación fulminante de la crisis de Agadir, donde los medios paladines de la intervención y colonización no titubearon en moldear en artículos y crónicas su sostén por los intereses de la nación. Póngase como ejemplo la cabecera del ‘El Telegrama del Rif’ que rezaba al pie de la letra: “Diario ajeno a la política. Defensor de los intereses de España en Marruecos”.
Apartando la objeción innata a su desapego intuido de la política, la orientación incansable de sus publicaciones, llámense la intencionalidad de sus editoriales o la elección de columnistas; o las vicisitudes que se recalcan o descartan silenciándolas y el encauce reincidente de las noticias, la línea editorial lo planta por encima de todo en la vanguardia de los impresos de índole militar, africanista y explícitamente, colonialista.
Llegados hasta aquí, la asimilación de notas escritas de puño y letra por Abd el-Krim, delatan el modus operandi para desenredar la construcción propagandística colonial y su incidencia en la palestra jerifiana. La primera pieza de este puzle es la superposición de explicaciones con escuetas gamas de reportes, poco más o menos, a modo de cabeceras en las que se vislumbran la conjuración diplomática y militar francesa con dos metas principales: primero, engrandecer el gremio hispano y segundo, diseminar la efervescencia punzante ante las piruetas dadas por Francia en la zona.
Sin ir más lejos, de entre estas connotaciones dan su repique el contexto escabroso del Sultán Muley Abdelhafid (1875-1937) en Fez y la premura por valorar posibles fuerzas extranjeras para socorrerlo; o la recalada en Ceuta de una delegación de las cabilas de Anyera para reunirse con Felipe Alfau Mendoza (1845 o 1848/1937), quien se convertiría en el primer Alto Comisario del recién creado Protectorado español (5/IV/1913), al objeto de comunicarle su gratitud al monarca, en respuesta a las felicitaciones recibidas por la celebración del nacimiento del Profeta Mahoma (Aid el-Mulud).
Esta disonancia es más ostensible de cara a las demandas por la instauración de un hinterland para Melilla, teniendo los ojos puestos en la inspección de las labores portuarias. Buen ejemplo de ello es la columna del ‘El Telegrama del Rif’ que lleva por título: ‘El socorro de Fez’, advirtiendo con pelos y señales la actuación francesa y su progresión parsimoniosa por la mordacidad de las tribus encaramadas en plena agitación. A la par y como curiosidad, la acotación árabe dispone la mitad de su extensión para recapitular la conmemoración del reinado de Alfonso XIII.
Del mismo modo, condensa la escritura en las arremetidas ofensivas sucedidas entre franceses y fuerzas hostiles rifeñas en las cercanías del río Muluya, cuyo tránsito era obligatorio para alcanzar Fez.
En otras palabras: el encasillamiento entre ambos actores redunda en la instantánea que se persigue telegrafiar al lector alauí. Esta evidencia verifica hasta qué nivel se coartaba el seguimiento individual de la lectura, confrontando el peso propagandístico a medida que se narran los incidentes que condujeron primero, a la llegada, segundo, a la entrada, y por último, a la ocupación de Fez por parte de las tropas francesas.

“El componente de la censura estuvo latente como aspiración del concepto de imperialismo colonial y del que se extrajo hasta dónde comparecían las bifurcaciones del artilugio difusor africanista”

Igualmente, la balanza de la subjetividad se sesga visiblemente al postularse que los tumultos se incitaron por confidentes del servicio de Francia y que la coyuntura para apoderarse de la capital en plena recolección, impidió que la combatividad envalentonada indígena tuviese peores repercusiones. Es decir, en el proceder del ejército franco concurría la intencionalidad y violencia y no la pretensión modernizadora y de progreso auspiciada. Dándose buena cuenta en la aserción árabe, tildando que éstos invadieron Fez, pero con el matiz que desde Tánger llegaban voces que una mehala ocupó con relativa desenvoltura las inmediaciones de la ciudad, mientras que el resto de tropas francesas marchaban desde Casablanca para contrarrestar las hordas insurrectas contra el Sultán. Finalmente, la noticia se remató confirmando que ambas fuerzas francas se unificaron con el propósito de finiquitar la perturbación cabileña.
Más adelante y en los preludios de la Campaña del Kert (24-VIII-1911/15-V-1912), se hace hincapié en este conflicto entre España y las harcas rifeñas lideradas por Amghar Mohamed Ameziane (1859-1912), conocido por el título nobiliario de Príncipe del Rif y llamado por los españoles, El Mizzian, que lanzó una yihad contra la ocupación en el Rif Oriental, ofreciendo ‘El Telegrama del Rif’ las primeras filtraciones con la contienda en torno al río Muluya y días más tarde, desatándose otra hostilidad en la cabila de Beni Bu Ifrur entre las tropas francesas y el corolario de cabilas satélites. En la relato periodístico se enfatiza el elevado coste de fallecidos y heridos, entre los que figura la persona de El Mizzian y del que se pormenoriza que una de sus manos ha quedado con marcada limitación funcional.
Como puede observarse, el último antecedente sobre el destino de El Mizzian, sabiendo de buena tinta que es un lance histórico incuestionable, se esgrime a más no poder en la propaganda para administrar al lector marroquí la dosis irreal de que pese a que la lucha contra españoles y franceses, serían tan solo los últimos quienes recurrirían al arrebato vehemente contra sus compatriotas. Mismamente, se proyecta con el jerifismo de El Raisuni, aunque El Mizzian es nombrado con los títulos que normalmente aparece cuando se formula en árabe, algo sugerente y que responde a una táctica enfilada al descrédito y descalificación de ambos.
Inmediatamente afloran los primeros indicios corresponsales de la Crisis de Agadir y la férrea réplica germana a la invasión franca de Fez y Mequinez, saldándose con la provocación que entrevé su aparición en Alcazarquivir y de cuyo puerto proseguía interesado. Como era de esperar se difunde la declaración desde Berlín, exponiendo la causa que insta al cañonero SMS Panther de la Clase IItis de la Kaiserliche Marine, a anclar en la costa de Agadir. El fundamento de Alemania se aviva como la pólvora: de acuerdo con lo negociado en el Acta de Algeciras (7/IV/1906) y bajo los auspicios del gobierno de Marruecos, es imprescindible el amparo de los derechos de sus ciudadanos en el proceso de las operaciones e intereses comerciales en la región.
El contenido del texto se limita a simplificar la transcripción berlinesa sin presentar ningún juicio de valor. El único ingrediente que puede interpretarse inesperado es el titular con el que salta la crónica, ya que engarza un apelativo nada encubierto y que no atañe con la designación de la reseña.
En este aspecto, la comparación un tanto impuesta pero indiscutible del porte franco en Alcazarquivir con el germano en Agadir, incrusta nuevamente el dictamen engañoso, pero práctico, de la situación diferencial española frente al resto de estados europeos.
La espontaneidad sobreentendida de movimientos adjudicados a los españoles, ha de revisarse el argumento otorgado sobre la ocupación de Larache y Alcazarquivir. Mientras se pone al corriente de la deslealtad entre el ejército francés de un numeroso grupo de cabileños, la noticia se completa indicando el desplazamiento de tropas españolas en las afueras de Alcazarquivir. Sin inmiscuir, las pesquisas enfocadas a la atracción incitada en la demarcación por los alemanes y el interés estratégico infundado para asegurar el control del puerto de Agadir y desde allí, habilitar un centro de operaciones minuciosamente desenvuelto hasta el interior del territorio. Todo ello, con un hecho casi concretado: Alemania habría venido para permanecer por un tiempo indeterminado, al menos, hasta la convocatoria de una nueva conferencia internacional.
Luego, la abundante cobertura concedida a la temática anterior en el apartado árabe, descorcha la priorización de noticias e intencionalidad: incrementar el desentono entre francos e hispanos y concentrar en los primeros, la condena a su ocupación colonial. Y con el espectro de la República del Rif rebullendo para erigirse en Estado independiente, se brinda a insistir en los musulmanes sujetos a las tropas españolas en su pugna contra el pronunciamiento rifeño. Sin duda, he aquí el punto de inflexión en la percepción que Abd el-Krim transmitió en ‘El Telegrama del Rif’, cuando en principio adquirió una línea editorial militarista, conservadora e incluso favorable a la intervención en Marruecos, para terminar transformando su sección en un señuelo insidioso de proyección antifrancés.
En consecuencia, si el poder político y la opinión pública conformaban un engranaje contractual por la censura, a las masas autóctonas se les ofrecía toda una información depurada en las leyes establecidas por la base ideológica de la política dominante de la época. Un período trémulo que traslucía las acotaciones de la libertad de prensa escrita, aparte de su línea ideológica de redacción. Y esto todavía se fragua más en las leyes que determinan la libertad de imprenta y en las que subliminalmente se colaba por la puerta trasera la censura, previa de los suplementos periódicos coligados a las leyes de orden público. O lo que es igual: la requerida por la Ley de Jurisdicciones de 1906 y que encierra la legitimidad de las artimañas de censura.
Por ende, si en el escenario expuesto a duras penas era insostenible enclaustrar la condición marginal de España con sus altibajos para subsanar los manejos expansionistas de Francia, a ello hay que sumarle diversas variables intervinientes en las que se escaldan por su advenimiento, la intransigencia agresiva marroquí o la intromisión acompasada del clan de los Jattabi en el epílogo de contratiempos que acarrearía la colisión armada. Y en medio de este fárrago artificioso trajinaba el precedente de que Abd el-Krim había servido como traductor y escribiente de árabe en la Oficina Central de Tropas y Asuntos Indígenas en Melilla, para a posteriori ser el editor de la sección árabe de ‘El Telegrama del Rif’, donde en sus páginas se exhibía sutilmente como ferviente colaborador en el blindaje de la enseña colonial española.
No obstante, partiendo de la base que la irrupción de este diario converge con la etapa en que se entablan las campañas militares contra los rifeños opuestos a la extensión del influjo colonial, Abd el-Krim, iría cambiando solapadamente su seña de identidad con visos de enarbolar el movimiento inspirador de la República del Rif, en la que su labor propagandística intrincada y digamos convencional, comenzaba a poner en escena el nacionalismo a nivel interno y a escala mundial, para más tarde alzarse como el líder carismático de la convulsión anticolonial. Hasta el punto, de encabezar la resistencia contra las direcciones coloniales de España y Francia.

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El discurrir de la diplomacia estadounidense en el entresijo marroquí https://elfarodeceuta.es/discurrir-diplomacia-estadounidense-entresijo-marroqui/ Fri, 22 Nov 2024 03:35:30 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1127542 No cabe duda, de que a la hora de examinar determinados períodos de la Historia, éstos han suscitado debates enconados. Si bien, durante un tiempo dilatado en su acontecer, Marruecos se erigió en candidato excepcional donde se cristalizaría la pugna de las potencias europeas. Sin ir más lejos, el Reino Jerifiano acomodó un punto de […]

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No cabe duda, de que a la hora de examinar determinados períodos de la Historia, éstos han suscitado debates enconados. Si bien, durante un tiempo dilatado en su acontecer, Marruecos se erigió en candidato excepcional donde se cristalizaría la pugna de las potencias europeas. Sin ir más lejos, el Reino Jerifiano acomodó un punto de fricción entre la usanza de la política exterior norteamericana y por otro, los antagonismos imperantes del Viejo Continente.
Pero años más tarde de lo que pretendo fundamentar en estas líneas, el paisaje de arena movediza tras la Gran Guerra (28-VIII-1914/11-XI-1918), no gustó para nada a los ciudadanos americanos: Europa se atinaba en el frontispicio de una sacudida virulenta, forjada en la victoria del bolchevismo en Rusia o el amago incisivo de la Liga Espartaquista en Alemania. Conjuntamente, la crisis económica posterior al conflicto perjudicó cuantitativamente a las actividades comerciales de Estados Unidos, que por entonces concentraba sus esfuerzos en mediar las reivindicaciones de los contendientes en disputa.
Curiosamente la opinión pública estadounidense dio el espinazo al idealismo wilsoniano y ayudó a retornar a la Casa Blanca a los republicanos que auguraban el resarcimiento del aislacionismo venido del período de entreguerras. No obstante, numerosos líderes que capitanearon la diplomacia norteamericana, ni estaban capacitados como tampoco desearon mantenerse indiferentes ante los forcejeos de los actores dominantes. Luego, el sentir generalizado puso cotas a su proceder, pero aun así continuaban tanteando dos fórmulas enraizadas bajo las que escudar algunas evasivas.
Me refiero a la demanda del principio imperecedero de ‘Puerta Abierta’ y cómo no, el desenvolvimiento aferrado al comodín de los valores morales como el pacifismo. De este modo, Estados Unidos, se convirtió en una pieza primordial para el desenredo del contencioso de las reparaciones de guerra por medio del Plan Dawes y el Plan Young. Igualmente, coadyuvaron a afianzar el equilibrio en el Lejano Oriente tras el anuncio de la Conferencia de Washington (12-XI-1921/6-II-1922) y con el patrocinio del Pacto Briand-Kellogg (27/VIII/1928), dispusieron aportar una atmósfera de distención. Aunque los delegados del gobierno no estuvieron ajenos de las dificultades que este contexto entrañaba para la política enfocada a Marruecos.
En otras palabras: un número relativamente insignificante de regidores intentaron no flaquear en su empeño como si nada hubiera ocurrido, empuñando el guion inmemorial que articulaba el Sultanato con la seguridad de América Latina, además de referir que Marruecos incumbía al continente africano y no a Europa. Con todo, los emprendedores del Departamento de Estado se acomodaron para un hipotético cambio de paradigma del destino marroquí.
Meses después y tras recibir formalmente el cargo la administración de Warren G. Harding (1865-1923), los dirigentes norteamericanos declararon sin ambages que la cuestión de Marruecos debía analizarse expresamente. El posicionamiento quebradizo de ‘Puerta Abierta’ venía concretado por la inexistencia de atracciones sustanciales en el imperio marroquí. Toda vez, que las naciones occidentales no estaban por la labor de que Estados Unidos se mantuviese distante del entorno jerifiano.
De ello hay que extraer los contenciosos encasquillados siempre oteando el futuro de la ciudad de Tánger y sobre la que se desdoblaron las cábalas de Francia, España e Italia. Por este orden, la primera se inclinó por precipitar el procedimiento de monopolio del Sultanato, causando de la internacionalización circunstancial de este enclave un trámite exclusivo consagrado a esmaltar la proyección francesa.
En tanto, la ristra de gobiernos de Madrid no se dejaron inquietar, aun estando en el alambre por las derrotas y calamidades sufridas en la zona del Rif, sustentando la salida de configurar un imperio norteafricano con Tánger. Y objetando a su aspiración revisionista, España se topó casualmente con el contrafuerte de la Italia fascista, en una indagación persistente de reconocimiento como potencia mediterránea. Un afán que reportó a Roma apelar por un papel de actor distinguido en cualesquiera de las anomalías del estatus promulgado de Marruecos.

“Una vez más, el memorándum del Imperio Jerifiano se autografiaba claroscuro y eran varias las instantáneas de combinación de los trazos gruesos, medianos y finos de las letras para su incrustación en el andamiaje internacional”

De lo ya expuesto, no ha de quedar desdeñado del espectro de fuerzas concéntricas acechando Marruecos, Reino Unido, intrincada infatigablemente con la defensa de sus intereses estratégicos en el plano de la roca gibraltareña.
Dicho esto, la intervención de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial alteró los condicionantes de su política exterior. Por vez primera, el país estadounidense admitió sin reservas la intrusión en los temas europeos, llevándolo a término provisto de una armadura de perspectivas ideológicas: ‘el wilsonianismo’. Woodrow Wilson (1856-1924) y el conjunto de sus colaboradores se inspiraron en una doble identidad: al igual que sucedió con Franklin D. Roosevelt (1882-1945), era irrevocable que Estados Unidos contrajera mayores responsabilidades con el sostenimiento de la estabilidad global. Pero también, deducían que para conseguirlo había que implementar los principios que hasta ahora encaminaban a la sociedad americana.
Definitivamente, se volcaron por trazar las líneas maestras de la doctrina del ‘Destino Manifiesto’, aparejando su política expansionista cimentada en ser valorada como la nación destinada a expandirse desde los litorales del Atlántico hasta el Pacífico. Según este enfoque, la salvaguardia de valores como la libertad, la democracia o el citado pacifismo, no encajaban ejerciendo un aislamiento prescrito a mantenerla libre del hado belicoso que socavaba a las principales poblaciones europeas. Más bien, estos valores estaban llamados a ser la esencia rectora del sistema internacional.
Con estos mimbres, el Tratado de Versalles (28/VI/1919) emplazado a arrinconar episodios militares trabados, dotó de determinación a Estados Unidos para disipar sin tapujos la suerte de varios contenciosos de cuyo dictamen estribaba la conformación del nuevo engranaje internacional. Y entre los contenidos en la agenda para la mesa de las negociaciones se hallaba el galimatías de Marruecos.
Lo cierto es que durante los años precedentes, Alemania se había dispuesto como la punta de lanza que a más no poder perturbaba la estabilidad en la región, actuando de moderador frente a la repartición franco-británico del Norte de África. La importunación de Berlín resultó crítica a la hora de normalizar la actividad de las potencias en el Sultanato, moldeando la génesis de la promulgación del Acta de Algeciras y del protectorado francés.
Y es que desvanecido el lustre del Káiser como pieza del tablero alauí, se despejaba el terreno para que los ganadores de la Gran Guerra ajustaran una especie de transición en las reglas de juego. Mientras y aun sabiendo que afectase o no a sus intereses, varios funcionarios del gobierno de Washington se pusieron manos a la obra para empaparse a fondo del rompecabezas marroquí. En la causa no faltó quien estuvo impulsado a reanudar la tesis que ligaba el Imperio Jerifiano con la seguridad de América.
A este tenor, la comisión norteamericana tenía a su merced certezas más conservadoras y menos debatibles con las que solicitar su derecho a entremeterse en las discordias que sobrevolaban. Algunos destellos alentadores trasegaron al Departamento de Estado para confirmar su voluntad de observar Marruecos como un espacio geográfico viable de destino para los negocios de sus ciudadanos. Era incuestionable que las compraventas mercantiles con África prosiguieron siendo una parte pequeñísima del comercio americano. Pese a todo, la cuantía neta de esta circulación marítima se multiplicó significativamente como resultado de las peculiares eventualidades del escenario en curso.
En atención a estimaciones posteriores de la administración de Washington, estas variaciones retocaron sustancialmente el estado específico de sus nacionales en el Sultanato. Tomando como ejemplo las operaciones desarrolladas en el puerto de Tánger entre los años 1913 y 1918, respectivamente, los géneros estadounidenses pasaron de conformar la décima plaza a ocupar el cuarto puesto. O séase, a continuación de Francia, España y Reino Unido.
Entretanto, la capital francesa era testigo como Estados Unidos se vio en la tesitura de avenir sus propósitos con los designios de Francia y las injerencias de España. Era evidente que los franceses se valdrían de un as en la manga con el revés alemán sufrido, para partir de cero en las disposiciones vigentes sobre Marruecos. Podría decirse que las ambiciones franceses se resumían en tres fines que seguidamente sintetizaré.
Primero, Francia instaba a la invalidación del Acta de Algeciras, al deducir que era el producto categórico de la maliciosa intromisión de Alemania. Y a este respecto, apuntó al pie de la letra que “no podría justificarse que los signatarios del Acta de Algeciras se beneficiarían del Tratado de 1906”.
Segundo, era un grito en el cielo que París suspiraba por culminar su supremacía sobre España, ya que en punto a derecho, el Tratado franco-marroquí de fecha 30/III/1912 estableció en Marruecos el Protectorado francés sobre todo el país. A diferencia del Tratado franco-español (27/XI/1912), condicionado a perfilar “la zona de influencia española dentro del Protectorado francés”.


Y tercero, Francia reclamaba el control de Tánger alegando literalmente, que “no se puede establecer ninguna administración estable en Marruecos por parte de ninguna potencia protectora que no disponga libremente de Tánger, que es la puerta que abre Marruecos a Europa. Negar Tánger a Francia, sería negarle la llave de la casa en que vive”. Obviamente, esta retórica empujó a España por vez primera a sacar partido de la gentileza directa de Estados Unidos.
Como es sabido, la primera tentativa la plasmó Álvaro de Figueroa y Torres (1863-1950), conocido por su título nobiliario de conde de Romanones, entonces Presidente del Gobierno, para ello se trasladó a París (20/XII/1918) para reunirse con el Jefe de Estado y de Gobierno de Estados Unidos, Woodrow Wilson. Más adelante, cuando el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores y el Consejo de los Diez se organizaban para encarar el trascender del Imperio Jerifiano, la diplomacia hispana no malogró la ocasión para arrimarse al contorno americano.
En cada uno de los encuentros los españoles manifestaron que Marruecos era algo más que una encrucijada de expansión colonial. Se trataba de un aliciente donde se denota la garantía de su soberanía metropolitana. De ahí, que osase requerir dos encargos preferentes.
Primero, se maduraba la incorporación en la zona española del enclave de Tánger. Es más, la viabilidad de complacer el establecimiento en la ciudad tangerina de una formación donde obtuvieran su protagonismo los componentes nativos y extranjeros. Segundo, dado que los estados neutrales quedaron al margen de las decisiones de Versalles, se postuló la oportunidad de que se escuchara solícitamente a España.
Y en lo que concierne a Estados Unidos, sus veredictos con relación a los movimientos en falso de Francia en Marruecos estaban fragmentados. Paulatinamente, los recelos enquistados entre ambos se atenuaron hasta abrir la senda a un entorno de calma, similar a la fijación norteamericana en el bando aliado.
Además, cabría apuntar que tras la verificación del protectorado francés, se planteó la extinción transitoria de los derechos de extraterritorialidad americanos dentro de las acotaciones de la zona francesa en Marruecos. A la postre, esta disposición en ningún tiempo se registró ante el Ministerio de Exteriores en París, en réplica a que el Departamento de Estado calificó que no había diferencia práctica entre la privación de la ejecución de los derechos y la prohibición de los derechos en sí mismos.
Y frente a algunas tendencias subyacentes en los meses que acompañaron al armisticio y la exposición del Informe de Emmanuel de Peretti de La Roca (1870-1958), tanto el agente diplomático en Tánger como algunos delegados empezaron a dar muestras de preocupación ante las idas y venidas incongruentes de Francia.
Ahora bien, intuyendo que la visual americana con respecto a Francia comenzaba parcamente a plagarse de tintes sombríos, la fotografía de España no pasaba por gratos momentos. La apretada campaña propagandista yuxtapuesta a la beligerancia norteamericana, gravitó en torno a la publicidad de los valores wilsonianos como la democracia o la libertad.
Con ello, se contribuyó a endurecer los estereotipos propios más contraproducentes asociados a España.
De hecho, en una información que merodeaba por los despachos de la Embajada de los Estados Unidos en Madrid, no se vaciló en hacer valer la diferenciación entre las razas, para tergiversar la naturaleza apenas humanitaria de los habitantes de la Península Ibérica.
Visto el matiz anterior, es preciso remitirse a George A. Dorsey (1868-1931), etnógrafo estadounidense de los pueblos indígenas de las Américas, que durante diversos lapsos condujo en España las operaciones promocionistas del Comité de Información Pública, no titubeando en subrayar ante la delegación en Versalles las siguientes palabras: “[…] el gobierno español se encuentra petrificado y se ocupa exclusivamente de cerrar las Cortes o suspender las garantías constitucionalistas”.
Y dadas estas falacias a modo de desconsideraciones, los servidores públicos americanos no podían sino dirigir su mirada a la modesta capacidad de España para llevar la batuta de la modernización de un espacio colonial en Marruecos. Apuntando en no pocas veces a la decadencia de su política.
Evidencia que prácticamente nadie, a excepción de las esferas liberales más extremas, habían sido capaces de advertir. A pesar de que el Sultanato alineó la única política exterior que exigía aplicación en Madrid, nada impidió el desbarajuste y la apatía inconfundibles en la franja española.
Ni que decir tiene que el rosario de críticas por dar cobijo a alemanes confabulados y jefes indígenas insurrectos, no pasaban desapercibidas para que España arrastrase sobre sí el lastre de dirigir su administración marroquí con una falta de carácter tan patético, que el contexto irresoluto de su zona conllevaba un peligro incesante al protectorado francés. De cualquier manera, España no mostraba las garantías indispensables para ser empleada como contrapeso de cara a una política francesa, cuyas fortalezas tampoco estaban a ras de su nivel.
Llegados a este punto de la disertación, en el servicio exterior americano escasos pronunciamientos se levantaron en ayuda del gobierno de Madrid. Y entre ellos, los más escépticos consideraban que el modus operandi francés de Tánger sería inapropiado y no saldría a flote sin el comercio español.
En cambio, en el otro lado de la balanza se insinuaba el repliegue de las Fuerzas Coloniales de España de la demarcación marroquí, satisfecha con un intercambio encubierto entre Ceuta y Gibraltar. Trama que quiero resaltar en este pasaje, en razón de la seducción entre las órbitas más liberales. Y como irradiación de este duelo diplomático, Estados Unidos resolvió una escapatoria intermedia, descartando cualquier resquicio de que España se sujetase a algunos de sus reclamos.
Posteriormente, el posicionamiento hispano se emplazaría para alcanzar un objetivo fundamental: salvar que Francia no estuviera a sus anchas en las azarosas ínfulas hegemónicas sobre Marruecos. La coartada divagaba por sostener el statu quo actual, insistiendo en la validez de los derechos estadounidenses nacidos de los tratados internacionales vinculados al Reino Jerifiano.
Expuesto de otro modo: la extinción permisible del Acta de Algeciras debía realizarse sin agravio de ninguno de los tratados existentes con Marruecos. Como al mismo tiempo, no habría de producirse con anterioridad a que se prefijase de manera concluyente el devenir de Tánger. Con estos patrones los americanos subsanaron la cooperación de Reino Unido, que a su vez, no quería contemplar a los franceses acampados como única potencia avanzada frente a Gibraltar.
Por ende, norteamericanos y británicos incrustaron una clase de ordenación implícita: los primeros, se concentrarían en la protección de la ‘Puerta Abierta’; mientras los segundos, se encomendaban en meter baza cuando más correspondiera con la designación de España. Secundando esta estrategia agudamente y en la sesión del Consejo de los Diez, el delegado estadounidense comunicó que en tanto perdurase la ‘Puerta Abierta’, de momento Estados Unidos no tenía observaciones que hacer a las proposiciones sugeridas por Francia. Amén, que por la parte que atañe a los británicos, no ocultaba su desasosiego al desconocer que la Conferencia de Paz, sin España, podría esconder algún derecho con el que deshacer un tratado.

“Aun habiendo procurado desenmascarar en esta travesía literaria su interés por entrar de lleno y arbitrar las materias del marco común, Estados Unidos, hubo de emplearse a fondo para hacer oír su voz cada vez que se encrespó el estatus jurídico del Sultanato”

Por último, el Consejo de los Diez cursó el entramado de Marruecos a una subcomisión responsable de revisar con lupa las provisiones a introducir en el Tratado de Paz. Conforme se desarrollaban las tres sesiones de vigencia, el diplomático estadounidense incidió en la prolongación de los derechos de extraterritorialidad. Así, contra los procedimientos de Francia se consiguió imponer la máxima de que la derogación de las capitulaciones no era una derivación legal del Protectorado. Al igual, que por activa y por pasiva, otros recalcaron que no podía tomarse ninguna resolución, delimitando los derechos de Madrid sobre su parte del Sultanato.
Indiscutiblemente, resultaba bastante peliagudo incitar a Alemania que del mismo modo había desistido en la zona francesa a las capitulaciones, ahora también lo hiciese en la circunscripción española.
Más allá de que Francia operaba con sumo cuidado y exactitud hilando finamente el articulado del tratado para en el futuro explotarlo a su favor, Estados Unidos limaba con precisión que las cláusulas sobre Marruecos fueran lo menos explícitas. O lo que es igual: habría de elaborarse una prescripción genérica para enfundar los intereses germanos fuera de su territorio en Europa.
Como instantánea directa de esta carrera negociadora, cuando los acuerdos de Versalles llegaron a su punto y final, el frente anglo-estadounidense cosechó la amplia mayoría de sus aspiraciones.
Prueba de ello es el Apartado IV del Tratado, abriendo brecha con un enunciado extendido a varios campos diferentes, al concretar que “[…] en los territorios fuera de sus fronteras europeas, Alemania renuncia a todos los derechos, títulos y privilegios de cualquier tipo”. Sin soslayar, que la Sección IV completaba seis artículos (141-146) alusivos a Marruecos, apartando a Alemania de cualesquiera de las prerrogativas del Acta de Algeciras. Por lo demás, París acogió que estas cláusulas no alteraban los tratados efectivos entre Francia y Marruecos y los actores aliados.
A un tiempo, la paz disfrazada previó un cierre en apariencia, fallido o sin fundamento, de filas del asunto marroquí, que palpaba los ingredientes creíbles para resultar en un complejo contencioso durante los años sucesivos. Francia en absoluto recularía en su obsesión por ser la regidora de los rumbos que tomaría el Sultanato. Y España permaneció padeciendo la negativa de Tánger como una bofetada infligida para erosionar su honor.
Consecuentemente, si los Estados Unidos de América tradicionalmente se ha valido de su estampa portentosa como bastión de la democracia y la libertad para avalar sus pasos acompasados de política exterior y poner en funcionamiento su maquinaria propagandística, no sería menos en su maniobrar por tierras africanas y más tarde, el laberinto marroquí.
Esto es, entre la crisis que avivó la Conferencia de Algeciras (16-I-1906/7-IV-1906) y la negociación del Estatuto de Tánger (18/XII/1923) que asentaba el estatus internacional de la ciudad marroquí.
Aun habiendo procurado desenmascarar en esta travesía literaria su interés por entrar de lleno y arbitrar las materias del marco común, Estados Unidos, hubo de emplearse a fondo para hacer oír su voz cada vez que se encrespó el estatus jurídico del Sultanato. No obstante, al estar carente de intereses estratégicos de altura en la zona, el talente canalizado vino definido por la agudeza puesta sutilmente en el balancín de los actores en conflicto.
Coyuntura que se hizo ostensible tras la consumación de la Primera Guerra Mundial, cuando Washington avistó con creciente descontento y contrariado el tejemaneje de Francia en el Protectorado alauí y se proyectó contrarrestarlo abogando por las presunciones de Madrid. Si bien, tal soporte no se gestionó hasta que se infundió un salto cualitativo en las impresiones norteamericanas en torno a la idiosincrasia colonialista de España.
Una vez más, el memorándum del Imperio Jerifiano se autografiaba claroscuro y eran varias las instantáneas de combinación de los trazos gruesos, medianos y finos de las letras para su incrustación en el andamiaje internacional. Hasta el punto, de dar cabida a infinidad de debates académicos como herramienta pedagógica y revitalizar el vislumbre retrospectivo que en numerosos períodos le importunó.

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El recelo común del expansionismo alemán que trabaría el ejercicio colonial https://elfarodeceuta.es/recelo-comun-expansionismo-aleman-trabaria-ejercicio-colonial/ Tue, 12 Nov 2024 03:15:59 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1123224 A lo largo de los años 1921 y 1923, respectivamente, la inestabilidad de resistencia despuntada en el Rif contó con los beneficios de la permeabilidad limítrofe y del proceder impreciso de los funcionarios francos, de la que irremediablemente sacaron vitalidad las fuerzas tribales rifeñas. En este aspecto, la ausencia de determinación entre los delegados franceses […]

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A lo largo de los años 1921 y 1923, respectivamente, la inestabilidad de resistencia despuntada en el Rif contó con los beneficios de la permeabilidad limítrofe y del proceder impreciso de los funcionarios francos, de la que irremediablemente sacaron vitalidad las fuerzas tribales rifeñas. En este aspecto, la ausencia de determinación entre los delegados franceses y españoles sustrajo uno de los motivos de que el contexto generado tras el descalabro en Annual (22-VII-1921/9-VIII-1921) se alargara en demasía, amortiguando las últimas pujanzas del régimen de la Restauración y ratificando la pertenencia de España al elenco de países debilitados del escenario europeo. Si bien, mientras el malestar incipiente en otras potencias iba in crescendo, Marruecos se convirtió en la puerta trasera de intrigas alemanas que rebatían la escalada desorbitada de Francia y la incrustación hispana en el puzle colonialista.
A ello hay que añadir la pasividad de los mandos españoles. Hasta el extremo, que pronto les costó el apodo de germanófilos y un desazón imperecedero entre los actores más destacados y la Entente Cordiale, para quien el conflicto bélico se erigió en el punto de inflexión con relación a la representación española, visiblemente menguada al ser consecuente de las dificultades por las que discurría.
Advertido de este modo la falta de entendimiento entre las autoridades francesas y españolas sirvió de aguijón para hacer, si cabe, más prolongada la agonía al período que confluyó a Annual, extinguiendo los últimos ímpetus del régimen de la Restauración y corroborando una vez más, la cruda realidad de quedar relegada a ocupar un papel secundario en el tablero europeo.
Con lo cual, metafóricamente, la andanza de España en tierras africanas, contribuyó a agravar más el desapego que desunía al régimen de una parte considerable de la sociedad. Principalmente, cuando se destapó con toda su dureza la cuantía económica y social de una administración inadecuada y corrupción diseminada, con el suplemento acumulado de múltiples errores en el desempeño de los deberes y las responsabilidades. No obstante, ello no ha de hacer presumir que Marruecos estuviera emplazado a vaticinar una brecha insalvable en el acontecer del sistema.
En contraste, la aspiración colonial en Marruecos se engarzó desde el primer instante en una especie de alegato regeneracionista, que a su vez, preveía abarcar la otra orilla del Estrecho de Gibraltar como una utopía de ‘El Dorado’, con el desprendido arrebato e infortunio de los conquistadores españoles y en el que el temperamento podría recuperarse de las apesadumbradas secuelas cubanas.
Tal es así, que en varios intervalos de la colonización daba la sensación de que España se desquitaba por momentos de este lastre a los ojos de otras potencias y quién sabe, ante sí mismo, con otro cliché más renovado y competente. O acaso, con otras convicciones en sus instituciones y un engranaje más apropiado a la hora de desenvolverse.
Pese a todo, la austera presencia de la zona de influencia española y los instrumentos viciados de su dirección, indiferentes por los actores que se dieron cita en el septentrión marroquí, acabaron por enturbiar el proceso colonial en una sobrecarga desmesuradamente problemática para la configuración quebradiza del régimen.
No cabe duda, que la tentativa africana abocó irremisiblemente al régimen de la Restauración a sus últimos coletazos. Más bien, podría indicarse que cada crisis marroquí traslucía los deslices del régimen y su encrucijada particular para subsanarlos. Con la predisposición que esta situación insólita acomodaría por vez primera a la mayoría de los españoles frente un cara a cara ante el rompecabezas de una tierra baldía.
En otras palabras: el entuerto que meses más tarde acechó a Annual, se tornó en un resorte con el que se detectaron un conjunto significativo de decisiones reformistas, respaldadas por el compromiso político y el recato ciudadano avivado en diversos sectores de la Península.
Por lo tanto, no ha de sorprender que el régimen distinguiera sus últimos soplos de impulso, frenesí y crédito en su rehechura, como puntualmente han denotado varios analistas. Ello es incontrastable en base a los hechos acaecidos en los años vertidos, que probaron con destello cómo el repiqueteo colonial desarticuló y enmarañó la dinámica del régimen y desató un nuevo reacomodo político y social.
Ni que decir tiene, que estas expectativas suscitaron un número ostensible de acciones reformadoras y entre algunas, manifestaciones, encargos de responsabilidades políticas y militares, formación de otras fuerzas políticas, controles punzantes en las Cortes o disolución de las Juntas de Defensa.
Además, el hado por la conservación del régimen residió en que estas proposiciones no llegaron a buen puerto por la parsimonia mortificante de la actividad interna y que a la postre, las desacreditó, hasta arrastrar a sus inspiradores en la incapacidad real de cristalizarlas. Y sin ser este el fundamento, pero si el guion de esta disertación, la sublevación y posterior golpe de Estado (13/IX/1923) perpetrado por el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1870-1930), tuvo su génesis en la voluntad de enderezar la astenia del régimen y en menor medida, sostenerlo de los amagos externos.
A este tenor, el protagonismo del Imperio Jerifiano, designación histórica otorgada al actual Reino de Marruecos entre los siglos XVI y XX y bajo la gobernanza de las dinastías saadí y los alauitas, sería el de servir como indicativo del dinamismo social en la Península y catalizador de las últimas auras de la Restauración, infundiendo intereses de reformas sociales y políticas que la frialdad del régimen terminó desbaratando.

“Aun lloviendo sobre mojado, las crisis que presidieron a la Primera Guerra Mundial ayudaron a entonar y curtir los bloques, suscitando una política de pugna crónica en las relaciones internacionales. Matices que dilucidan el introito relampagueante a la guerra como recurso subversivo de enmendar la plana”

Con estas connotaciones preliminares, el tránsito enfilado hacia la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (28-VIII-1914/11-XI-1918) estuvo acentuado por dos crisis previas en Marruecos (1903 y 1911), exhibiendo la inclinación implacable de Alemania por desmoronar el frente común que sus adversarios habían satisfecho, así como el rediseño de la proyección colonial.
En tanto, las alianzas que trenzaron Francia, Reino Unido y Rusia (1891), además de la Entente Cordiale con Reino Unido y Francia (1904) y la Triple Entente (1907), fueron una réplica a la política trabada por Alemania con los sistemas de alianzas internacionales, intensificada por Guillermo II (1859-1941) al recinto colonial con su voracidad de expansión imperialista. Obviamente, de las crisis aludidas quedan al margen de esta exposición la crisis bosnia (1908) y la crisis balcánica (1912-1913).
Dicho esto, primero y bajo el gobierno del Sultanato, Marruecos había conseguido mantenerse como Estado independiente moderando los señuelos colonizadores de las potencias en marcha, aunque había suscrito tratos económicos con algunas de ellas. Tómese como ejemplo, Reino Unido. Amén, que la conquista francesa de Argelia inyectó un ingrediente de amenaza persistente sobre la soberanía marroquí.
Así, el sostén de Marruecos a los argelinos llevó aparejado la colisión con Francia en lo que se conoce como la Batalla de Isly (14/VIII/1844) y que como es sabido se saldó con la derrota marroquí. Paulatinamente este lance tuvo sus derivaciones en el devenir de Marruecos, mermando su capacidad militar y abriendo la región a la comercialización con otros estados occidentales. Y como no podía ser de otra manera, esta incidencia belicosa menguó ampliamente al país norteafricano.
Haciendo un alto en el camino a partir de 1880 crece la estampa europea en la superficie marroquí, donde apoderados, negociantes y algunos religiosos, abren brecha a sus cotas de atracción. Mientras tanto, Francia era a fin de cuentas el pretendiente más ambicioso en procurarse el predominio de Marruecos.
A diferencia de España, en principio con menos alicientes, pero que con el paso del tiempo iría incrementándose con la quiebra de las colonias americanas y asiáticas. Sin inmiscuir de este entorno, la fuerza de gravedad imprimida por Alemania y que a veces quedaba comprimida, gracias al hostigamiento de la política francesa.
Mostrada en estas líneas la antesala del marco que habría de desembocar en las crisis reseñadas y con el empeño de no excederme en la extensión de las mismas, el acuerdo franco-británico de 1904 permitía a Francia consolidar su supremacía sobre Marruecos. Claro está, a cambio de su reconocimiento del dominio de Egipto por Reino Unido. Ello apremió al súbito pronunciamiento disonante germano.
Y en sintonía con lo sucedido, el tarro de las esencias se destapó con la recalada en Tánger del emperador Guillermo II, llamando la atención con la retórica de un discurso explosivo en el que pronunció sin ambages, su respaldo notorio al Sultán y la rendija coyuntural del sí a la independencia de Marruecos.
En cierto modo, Alemania hacía todo lo posible por exprimir la postración de la Triple Entente. O lo que es igual, Rusia acababa de ser vencida por Japón y con ello ponía fin a su expansión en Extremo Oriente, como a su influjo militar en el Pacífico y el zar afrontaba la Revolución de 1905, comprometiendo a Francia a tratar la disposición del África septentrional.
Hay que recordar que Alemania no desistía a sus intereses económicos en Marruecos, pero le era prácticamente inaccesible pugnar en este campo con Francia, mucho más asentada sobre el terreno.
Por lo demás, los medios económicos germanos optaban por promover acuerdos con sus homólogos francos y constituir una asociación regulada por los bancos de Holanda y París. Por consiguiente, el shock enardecido por las palabras desentonadas de Guillermo II en Tánger, origen de la primera crisis marroquí, no se debía tanto a componentes políticos y económicos.
El móvil residía en empantanar como fuese el avance de Francia y forzarla a una aproximación hacia Rusia y Alemania para distanciar al Reino Unido. Según esta maquinación, Marruecos sería el aval para Francia de este acuerdo ilusorio enfocado a agrietar la Entente Codiale.
Sean cuales fueren, cualesquiera de las suspicacias quedarían esfumadas tras la publicación en algunos rotativos, que si se dejaba como pez en el agua a Francia en ese territorio, cabría esperarse que actuase igualmente en otras zonas en cooperación con Reino Unido y en perjuicio de Alemania. En pocos meses y para truncar este resquicio artificioso, el efecto dominó más inmediato residió en la citación de las trece potencias que habían estampado su firma en la Convención de Madrid de 1880, mediante la Conferencia de Algeciras.
Lo irrebatible es que en el contenido plasmado en el Acta final de la misma, tanto Francia como España, obtuvieron el consentimiento para desplegar un protectorado sobre Marruecos, de la que la primera salió reforzada. El dato revelador que entre 1906 y 1909, entidades francesas (Schneider) y alemanas (Krupp) alcanzaran significativos compromisos económicos para lucrarse de las minas marroquíes y aumentar la capacidad de la Banque du Maroc, justifican como anteriormente he indicado, que lo que incumbía no eran tanto los intereses políticos y económicos. Realmente apenas atañe que la diplomacia germana patinara en algunas de sus conjeturas.
Lo que aquí corresponde señalar es la alarma extendida ante la forma de operar de Alemania, escépticas de que llegase más allá del mero desafío dialéctico. Y tras el episodio incisivo de Tánger, primero, Francia y Reino Unido pusieron sobre la mesa la viabilidad de una alianza militar en caso de acometimiento alemán; y segundo, España se implicó en colaborar si se alteraba el panorama en el Mediterráneo.
Sin obviar, que Francia acaparó la cercanía de Reino Unido y Rusia, aún pendientes del contencioso en Persia.
En suma: no sólo no se resintió la Entente Cordiale, sino que este precedente se electrizó por la conexión de Rusia en una fórmula de alianza (Triple Entente) notoriamente antagónica a la encabezada por Alemania (Triple Alianza). Llegados a este punto, la maniobra germana en Marruecos allanó la bipolarización del Viejo Continente y agigantó los espectros de la agitación mundial.
Pero retomando nuevamente el texto salido de la Conferencia de Algeciras, aunque se recalcaba la soberanía de Marruecos, quedaba una pequeña fisura para la intrusión de sus cuestiones internas.
Es más, Francia con el patrocinio de Italia, reemprendió su pretensión militar y se hizo con varias zonas en la franja oriental, cerca de los límites fronterizos con Argelia. Y el colofón que se desprende de la primera crisis, subyace en que Marruecos veía dilapidada su independencia que imaginaba acariciar.
Subsiguientemente, la progresiva dominación francesa sobre Marruecos no podía ser bien contemplada por Alemania, que por otro lado cavilaba que las conclusiones de la Conferencia de Algeciras (16-I-1906/7-IV-1906) no la habían dejado complacida, exhibiendo músculo para obstaculizar el control francés sobre el Norte de África.
Adelantándome a lo que fundamentaré en la segunda crisis marroquí, desde 1907, el Sultán había hecho lo indecible, pero con apenas éxito, por implantar una inspección más eficiente sobre las tribus bereberes, así como ejecutar algunas primicias con visos modernizadores de la economía. Y en equidistancia a lo antes apuntado, es indispensable caer en la cuenta de que en la Conferencia de Algeciras había quedado perfilado el derecho de Alemania a imposibilitar que Francia se adentrara en el interior de Marruecos, fuera de los sectores costeros donde ésta por entonces aplicaba su encargo policial.
Esto es precisamente lo que ocurrió: en uno de los reiterados pronunciamientos contra el Sultán, quedaron acosados y describamos que acorralados, los ciudadanos europeos residentes en Fez.
Francia no titubeó en poner en movimiento a sus fuerzas expedicionarias para defenderlos, pero no se contuvo en este incidente y lanzó una vasta campaña militar cuya magnitud derivó en la toma de ciudades influyentes como la ya nombrada Fez, además de Mequínez y Rabat. A la par, España hacía lo propio en el territorio establecido por la Conferencia de Algeciras: Larache y Alcazarquivir.
Sin lugar a dudas, los acuerdos de 1906 estaban siendo quebrantados y de ello puso su acústica imponente los periódicos internacionales.
El conflicto que segundo a segundo iba desbocándose fue aprovechado al milímetro por Alemania hasta conferirle especial calado: las ligas pangermanistas junto a las esferas nacionalistas coaccionaron a su gobierno para que detuviera la carrera expansionista francesa y se prestara del momento para desquitarse los despechos digeridos tras la crisis de 1905, mediante la puesta en escena de un buque de guerra. Así, el 1/VII/1911, el cañonero alemán SMS Panther de la Clase IItis de la Kaiserliche Marine, accedía al puerto de Agadir, enclave estratégico entre Gibraltar y las Islas Canarias, en una tentativa de alarde contra la presencia franca en el interior de Marruecos. Al mismo tiempo, puede apuntarse que esta determinación como contrapeso de la actuación francesa, le acompañaba la artimaña de pretender compensaciones territoriales y adjudicaciones mineras. Evidentemente y al filo de los estragos de la guerra, este acto se descifró como otra provocación a Francia, porque controvertía su peso en Marruecos.

Curiosamente Rusia no se ofreció para tomar parte en una operación de este fuste, pero le valdría el apoyo británico a Francia para que Alemania cesase en sus requerimientos y en definitiva admitiera el diálogo con el gobierno francés. Concluyendo con un acuerdo sobre la demarcación de sus zonas de acción en África Central y por el que Alemania aceptaba el derecho de Francia a instituir un protectorado, en razón de cesiones territoriales enfocadas a la formación de la Mittelafrika, comportando el objetivo de la política extranjera de Alemania con anterioridad a la Gran Guerra.
Por último, esta crisis se orilló mediante un arreglo diplomático entre Francia y Alemania diseñado al modus operandi de los intercambios territoriales característicos del imperialismo europeo con el Tratado de Fez, oficialmente el Tratado celebrado entre Francia y Marruecos (30/III/1912) para la organización del protectorado francés en el Imperio Jerifiano.
Asimismo, es preciso pormenorizar que esta negociación la aprobaron el Sultán Abd al-Hafid (1876-1937) de Marruecos, miembro de la dinastía alauí bajo imposición y el representante francés Eugène Regnault (1857-1941), estando en curso hasta la declaración conjunta franco-marroquí de fecha 2/III/1956.
El texto concedía a Francia el derecho a ocupar algunas de las posiciones con el comodín de salvaguardar al Sultán, como la de asegurar las riendas del poder sosteniendo una dirección integrada por el Gobierno Jerifiano y el Sultán. Y en atención a sus términos, el Residente General poseía atribuciones incondicionales tanto en materias externas como internas, siendo el único capaz de representar a Marruecos fuera de sus fronteras. Sin embargo, el Sultán mantenía la potestad de firmar los decretos o dahirs dados por los Residentes Generales.
Lo que interesa dejar recalcado es que como parte del tratado, Alemania acabó admitiendo los entornos de proyección franceses y españoles en Marruecos, obteniendo a cambio zonas en el Congo Medio, lo que en nuestros días es la República del Congo, más una colonia del África Ecuatorial francesa, los cuales resultaron parte de Camerún alemán.
Y en el horizonte de lo que más tarde habría de sobrevenir en el avispero marroquí, las tribus del Rif en plena ebullición tan solo reconocían la autoridad religiosa del Sultán, pero no la política. Desaprobando y digamos que abominando el acuerdo, ya que condenaban sin reservas que Fez, el corazón espiritual del islam y la urbe más importante de Marruecos, no tenía dominio ni influencia sobre el Rif.
En consecuencia, las dos crisis marroquíes, aunque no desataron una guerra en sí, favorecieron el caldo de cultivo para inocular una atmósfera de susceptibilidad y discordia, que aparejaron un residuo del contexto beligerante por el ansia de virar el statu quo presente y elevar los decibelios de la tensión hasta precipitar la carrera armamentística. También descorcharon el desenfreno germano de trapichear como potencia mundial y emitir la flama arrogante de su poderío naval.
Los agravios consecutivos robustecieron la armadura del sistema de alianzas entretejido en torno a la Triple Alianza y la Triple Entente (Alemania, Austria-Hungría e Italia / Francia, Rusia y Reino Unido).

“Las dos crisis marroquíes, aunque no desataron una guerra en sí, favorecieron el caldo de cultivo para inocular una atmósfera de susceptibilidad y discordia, que aparejaron un residuo del contexto beligerante por el ansia de virar el statu quo presente y elevar los decibelios de la tensión hasta precipitar la carrera armamentística”

Conjuntamente, este período converge con el desenlace del reparto colonial y el surgimiento de otros tentáculos imperialistas extraeuropeos. Indiscutiblemente, el ambiente alumbrado presumió que cualquier alteración del statu quo percutía de una u otra manera a nutridos actores y tornaba en deflagración cualquier eventualidad o desacuerdo.
De hecho, las diversas crisis con rastro bélico o diplomático que cuajaron desde los preámbulos del siglo XX, calibraron la entereza de la política de bloques, alternándose numerosos choques de índole definidos, pero que en la mayoría de las ocasiones demandaron pactos. Y cómo no, la segunda crisis encarnó un aviso para navegantes de la inminente detonación entre Francia y Alemania. El conflicto tonificó a la Triple Entente por el pleno apoyo británico a la primera, en los temas coloniales basados en su presunción compartida ante el expansionismo intemperante germano y omitía sus rivalidades pasadas.
Aun lloviendo sobre mojado, las crisis que presidieron a la Primera Guerra Mundial ayudaron a entonar y curtir los bloques, suscitando una política de pugna crónica en las relaciones internacionales. Matices que dilucidan el introito relampagueante a la guerra como recurso subversivo de enmendar la plana.
O séase, la primera crisis marroquí evidenció la obertura a la Gran Guerra, confirmando los titubeos de los equilibrios de poder y las asperezas pendientes por limar, venidas de las alianzas militares. Teniendo en cuenta que el mecanismo de alianzas desenvuelto en las décadas frontales, fragmentó a las potencias occidentales en dos estructuras en permanente efervescencia: la Triple Alianza y la Triple Entente.
En cambio, la crisis de Tánger tradujo las tiranteces latentes que definitivamente explosionaron en 1914 con efectos calamitosos.
Finalmente, tras lo desgranado en este pasaje, me atrevo en defender la tesis que los raciocinios de la crisis de Marruecos desvelaron a más no poder, un juego de intereses imperiales, habiendo sido ineludible recular en el tiempo y sintetizar la trama intransigente de comienzos del siglo XX, donde perceptiblemente las prolongaciones de la dominación europea, en su hambre inconfundible por agrandar a toda costa sus posesiones y controlar recursos, pulverizaron una parte representativa de África en colonias e incuestionablemente, Marruecos, con su disposición estratégica frente a las aguas del Mediterráneo, no iba a ser menos en convertirse en el punto de mira vislumbrado, fundamentalmente, por Francia y Alemania y en medio con prejuicios, España.

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In memoriam por el sueño eterno del soldado de todos los tiempos https://elfarodeceuta.es/memoriam-sueno-eterno-soldado-todos-tiempos/ Sat, 02 Nov 2024 03:25:31 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1118994 Desde los comienzos de la humanidad las civilizaciones han otorgado una especial trascendencia al culto a sus muertos. Por aquel entonces, estos ritos funerarios adquirían un sentido privilegiado cuando el extinto, poniendo en riesgo su existencia consumaba un hecho destacado a favor de su pueblo. Siglos más tarde, continuamos atesorando héroes a quien dignificar su […]

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Desde los comienzos de la humanidad las civilizaciones han otorgado una especial trascendencia al culto a sus muertos. Por aquel entonces, estos ritos funerarios adquirían un sentido privilegiado cuando el extinto, poniendo en riesgo su existencia consumaba un hecho destacado a favor de su pueblo. Siglos más tarde, continuamos atesorando héroes a quien dignificar su reminiscencia al exponer sus vidas en aras del bienestar común de sus compatriotas.
Al concluir la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra (28-VII-1914/11-XI-1918), esta práctica secular sería la que impulsó a las administraciones de Francia y Gran Bretaña, a instituir un vestigio funerario mediante la puesta en escena del monumento que encarnase a los soldados perecidos en tan despiadado y demoledor combate. Asimismo, con este indicativo se pretendió procurar un enterramiento físico a aquellos individuos ignorados en combate, “pero conocidos por Dios”, como se ilustra y entalla al pie de la letra en algunas inscripciones. En definitiva, este indicio emblemático se le distinguió como la ‘Tumba al Soldado Desconocido’. Paulatinamente, esta simbología de encumbrar la evocación de quienes en cumplimiento del deber perdieron su vida en acto de servicio en defensa de la Patria, acabó extendiéndose en los años veinte. Curiosamente la amplia mayoría conserva una Guardia de Honor que custodia el descanso sempiterno de los caídos en combate. En nuestro país podemos referir el monumento a los Caídos por España, anteriormente denominado obelisco o monumento a los Héroes del Dos de Mayo, estrenado el 2/V/1840 en atención a las víctimas del alzamiento en armas contra el ejército franco en la Guerra de la Independencia (2-V-1808/17-IV-1814).
Y como reza literalmente en una de sus placas: “Descansan en este campo de lealtad regado con su sangre. Honor eterno al patriotismo”. Posteriormente, el 22/XI/1985, fue S.M. el rey Juan Carlos I (1938-86 años) quien reinauguró el monumento, pasando a dedicarse a todos los Caídos por España y en cuya memoria se dispuso una llama alimentada por gas que arde día y noche. De este modo, se homologaba los innumerables memoriales levantados con carácter de símbolo nacional y que toman por lo general la designación de ‘Tumba del Soldado Desconocido’.
Por lo tanto, la praxis de distinción, dedicatoria y tributo a los Caídos es un profundo reconocimiento que sublima la gloria de los soldados difuntos. Sobraría indicar en este texto, que la rendición de honores a los Caídos es un ceremonial que se hace presente en los actos acreditados de carácter institucional y militar. Hoy, esta dedicación se renueva cada jornada de manera sencilla en las diversas unidades, centros y organismos de las Fuerzas Armadas con el crepúsculo del día, tras el arriado de la Enseña Nacional acompañado del toque de oración. Perdurando incesante la llama que luce el sol con su viva traslación y cálida sensación al esconderse en el horizonte y dejarnos la impronta de aquellas y aquellos que nos dejaron para siempre.

"El elenco de camposantos por quienes forjaron y entregaron su vida por la Patria, acaparan los focos de cualquier localidad de la geografía española bajo el sentido respeto por los Caídos y en los que resplandecen los monumentos, estatuas, monolitos, obeliscos, mausoleos, panteones, tumbas o sepulcros, permanentemente efímeros con un lema que no por repetirlo cada año deja de sorprender: Honor a los que dieron su vida por España"

Con estas connotaciones preliminares, el elenco de camposantos por quienes forjaron y entregaron su vida por la Patria, acaparan los focos de cualquier localidad de la geografía española bajo el sentido respeto por los Caídos y en los que resplandecen los monumentos, estatuas, monolitos, obeliscos, mausoleos, panteones, tumbas o sepulcros, permanentemente efímeros con un lema que no por repetirlo cada año deja de sorprender: “Honor a los que dieron su vida por España”. Y es que, como determina el Artículo 21 de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas que establecen el código de conducta de los militares, mostrando los principios éticos y las reglas de comportamiento de acuerdo con la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico: “Los miembros de las Fuerzas Armadas se sentirán herederos y depositarios de la tradición militar española”.
Con esta premisa se fundamenta textualmente el protocolo y la magnificencia que lo caracteriza, mediante “el homenaje a los héroes que la forjaron y a todos los que entregaron su vida por España es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra”.
En nuestros días el emblema del rastro esculpido en cualesquiera de estos monumentos o tumbas, florece como la oportunidad de rememorar, encomiar y caer en la cuenta de un hecho, actor o sujeto definido de la historia. Toda vez, que el protagonismo del monumento es tan inmemorial como las primeras civilizaciones emergentes que aparecieron en el Viejo Continente.
Tómense como modelo las grandes composiciones de la Antigua Grecia, porque no solo manifestaban la cimentación arquitectónica y las destrezas y maestrías alfareras de los expertos del momento, sino que incorporaban en sí mismas una fusión de pensamientos y valores que mansamente fueron estimados por el conjunto poblacional como una esencia meritoria de ser perpetuada. Es aquí donde irrumpe la consideración del monumento y su lógica preservación histórica, como magnitud de una misma justificación de la memoria y causa de las sociedades.
A este tenor, la acción de hacer memoria forma parte ineludible dentro de la historia, pero esta no podría ser concebida como la escueta recopilación de relatos particulares compilados para componer un enfoque general de los acontecimientos y efemérides pasados.
Con lo cual, la memoria es la que se proyecta a partir de lo colectivo.
De manera, que se concatena como el producto donde el tejido social adopte procedimientos de diálogos y espacios de comunicación compartidos y en los que reside la declaración conjunta de un hecho, más allá de su descripción. A su vez, nacen puntos neurálgicos de reconocimiento en los que la ciudadanía queda prendida y deja de invisibilizarse como un antecedente de dignificación genérica.
Para ser más preciso en lo fundamentado, las representaciones de la epigrafía concurrentes en las civilizaciones primitivas y los componentes de los altares como ritual de culto, desembocaron en lo que se conoce como monumento. Las formas expresivas y alegóricas hacen parte de los métodos identitarios de las comunidades: las rúbricas permitieron desenmascarar el umbral cosmogónico de un pueblo concreto, mientras que los monumentos recreaban las heroicidades y respeto hacia alguien.
Dicho esto, se constatan otras aplicaciones para las dedicatorias póstumas o la alusión de las gestas, tales como los epitafios con la leyenda o breve texto escrito para identificar y honrar al difunto, además de las placas y los mausoleos. No obstante, los monumentos aglutinan un valor inconfundible al residir justamente en recintos de encuentro social y ser preconcebidos a partir de la institucionalidad nacional.
Indiscutiblemente, ello demuestra que existe un espacio de reconocimiento corporativo previo a la plasmación del monumento. Con lo que puede contemplarse como la conformidad de la memoria histórica de los homenajeados. En tanto, el diálogo conjunto para la indagación de consensos desde la apreciación de los sucesos, es el modo de implementar la memoria allende a la historia. O séase, conformar el plantel de una afinidad del conglomerado social con las reseñas, referencias y narraciones y entender los procesos de omisión desencadenados cuando la historia se hace desde la mirada crítica de uno de los actores dentro de las vicisitudes acreditadas.
Llegados a este punto, habría que analizar y no es este el fin de esta disertación, que la observación de los ejércitos en su discurrir, ha redundado en procesos de memoria que delata una visual institucionalista de las páginas que circunscriben el quehacer refinado militar. Es decir, la que se percata con creces del ejercicio estratégico y la cifra de bajas dentro de los conflictos y no advierte las descriptivas que los soldados deben aportar en el armazón de una remembranza de las Fuerzas Armadas más allá de su cometido institucional.
En este aspecto y en suposición de las actuaciones sociales, la memoria colectiva puede alimentar diversos contenidos. Primero, convertirse en una herramienta para el reconocimiento de las identidades en su multiplicidad. Lo que entraña percibir que en un mismo marco de exploración de la memoria, bifurcan varios estilos de identidades que merecen ser atendidos y detallar con una narrativa precisa los hechos. Y segundo, ser instrumento de controversia a las maneras de prejuzgar la historia y contradecir la asunción de los acontecimientos puntuales que supedita las posiciones de los vencedores y derrotados.
No ha de soslayarse de esta breve exposición, que es preciso captar que la historia igualmente es un arma arrojadiza política de la que los Estados se valen para introducir un retrato compacto de su fortaleza dentro de los artificios de poder, frente a los gobernados y otros países.
Y de cara a la viabilidad que disfrazan las alocuciones junto a la escritura de ser retocados o redelimitados, los monumentos se prestan a la memoria como una señal de reconocimiento que perdura más allá de los potenciales puntos de vistas del revisionismo histórico.

colaboracion-maroto-soldados-caidos-patria-1El monumento, como estampa visual de los procesos sociales trenzados desde el reconocimiento, no solo concede incrustar un precedente recogido en la escritura o documento, sino que se constituye como un distintivo que puede encandilar o descomponer los imaginarios de los hechos ocurridos. Y como derivación, generar medios de dignificación para los habitantes víctimas de esos episodios que se interpretan a partir de dichas significaciones. Ahora bien, no puede contraerse la presencia de los monumentos al requerimiento exclusivo de las víctimas, pues el propósito que los envuelve podría esgrimirse tanto para los procesos de dignificación, como para la construcción de hechuras que atribuyen ideales de triunfo en la guerra y erigirse en prototipo de enardecimiento del poder militar ante los detractores.
La multiplicación exponencial de referencias categóricas en la construcción de monumentos para la reclamación histórica surte tras los pasos de reconocimiento derivados de la Segunda Guerra Mundial (1-IX-1939/2-IX-1945). Al igual, que de la interposición de organismos internacionales para implantar instrumentos en las pesquisas de la no repetición del conflicto y que como es sabido, dejó un número elevadísimo de vidas catapultadas y se valió del menester de sacar a la luz a los sectores más desamparados.
Dando un salto en el tiempo al objeto de no extralimitar la extensión de estas líneas, el reconocimiento de los soldados fallecidos de cualquier estado, puede considerarse una fuente de nacionalización de las muertes a partir de la noción de pertenencia a esa Patria. Y a partir de aquí, digamos que trascienden dos modalidades de rendir tributo a los militares caídos en los conflictos bélicos.
Primero, se encuadra en la innovación de panteones esparcidos por el continente europeo, donde los excombatientes ya no se aprecian en virtud de la responsabilidad que éstos desempeñaban en su día, sino que sus nombres comparten espacio y sitio con sus compañeros difuntos. Lo que evidencia la grandeza de la persona y no tanto la de su cargo militar. Y segundo, oscila en una evolución majestuosa en el que los lugares de encuentro común se alzan imágenes para la tipificación del papel de estos soldados desde una escultura anónima.
No cabe duda, que ambas formas de reconocimiento entrevén el tránsito determinante en la arquitectura de una memoria histórica humanizadora en la familia castrense. Subsiguientemente, a raíz de la admiración que reciben los monumentos, es permisible englobar que en éstos confluyen dos posiciones para la memoria histórica de los soldados de todos los tiempos. Comenzando por tomar el trazado hacia el reconocimiento del soldado como figura y sujeto de una beligerancia concreta y para esa dedicatoria que merece todo un pelotón perdido en ese lance histórico.
Mientras que la segunda aúna las contiendas de más envergadura y donde es inverosímil precisar la cuantía de las bajas producidas, al igual que las peculiaridades de los soldados fallecidos o del pelotón en el campo de batalla. Obviamente, en ambas situaciones el soldado es la representación plena que ejemplifica al resto de individuos en servicio y con cuya empresa militar se llevó sus vidas.
Así, los monumentos de los soldados desconocidos se muestran como una práctica de distinción a las víctimas, cuyos testimonios no pudieron averiguarse desde los procesos de historia militar, hasta cobrar especial relevancia la fisonomía imperecedera del soldado desconocido.
Si bien, una de las objeciones más demandantes a los símbolos iconográficos de los soldados desconocidos, subyace en que el emblema de la escultura suele disponerse más para robustecer los términos propagandísticos de un estado y así encomiar la operación militar y no como una causa de reconocimiento.
Por ende, la amplia mayoría de los monumentos irradian más peso a la tesis artística que a la exploración histórica.
En otras palabras: a menudo los monumentos se tornan en soporte de análisis a la esteticidad de la manifestación del soldado desconocido y no propiamente a los contenidos para la construcción de la memoria histórica de aquellos que ofrendaron su vida por la Patria.
Es más, la politización de los monumentos apareja un prólogo donde la disposición de la memoria a partir de las representaciones, queda a merced de la aprobación de la administración que reemplaza a quien se le instauró la obra. En similitud a como ocurre en la construcción de los discursos históricos con el reconocimiento a las víctimas, quedando supeditado a la rivalidad ideológica que surja en cada uno de los países. Además, el contexto imperante del monumento lo sentencia a la recordación no de los soldados caídos, sino del gobierno que en su día emprendió su levantamiento.
Llegando a la conclusión que las construcciones de los monumentos no son en sí un referente para la memoria colectiva acerca de los militares desconocidos, sino que en algunos entornos se erigen en una pieza más del puzle con respecto a la iconografía institucional de la nación.
En este acomodo de opiniones y criterios, en ocasiones los monumentos a los soldados desconocidos se tornan incógnitos por estar carentes de un profundo tratamiento sociológico y antropológico que tolere enraizar un cuadro humanizado de los militares que entregan su vida dando lo mejor de sí. Hasta el punto, que la iconoclastia amenaza la reminiscencia colectiva de estos monumentos.
Sin ir más lejos, la Segunda Guerra Mundial reprodujo sin parangón la necesidad imperiosa de las poblaciones de recurrir como arma de guerra a la aniquilación de la memoria del territorio acometido. Durante este período y tiempo más tarde, tomando como ejemplo la Guerra de Yugoslavia (25-VI-1991/12-XI-2001), el conflicto estuvo caracterizado por el descarte premeditado de un sin número de vestigios históricos y religiosos. La exclusión de la memoria y con ello los monumentos como estrategia de guerra, pone en entredicho la competencia para la recuperación de toda una obra con suficiente valor para el grupo humano que lo erigió. Amén, que la valoración y codificación histórica que se le otorga a un gobierno o a un líder político, termina salpicando a sus tropas.
Por tanto, los soldados caídos en el desempeño de los encargos marcados, corren la suerte de la categorización histórica que se le adjudique a ese líder. Y eso, una vez más de entre tantas, deshumaniza por completo al soldado desconocido.
Pese a los avances advertidos para distinguir la semblanza de los militares al servicio de los estados, la metodología de dignificación podría completarse y prolongarse en los imaginarios sociales, en tanto la historia desenvuelva todos los esfuerzos por comprender a los soldados más allá de su operar y actuar en nombre del país al que protege.
Los monumentos a los soldados desconocidos configuran una insignia emblemática de reconocimiento. El modus operandi de memoria histórica únicamente podrá producirse en la medida en que esa sociedad realice un reconocimiento íntegro a los procesos de humanización.
Algo así solo será admisible cuando el imaginario colectivo perciba e inserte al soldado desconocido en el relato histórico como un individuo de derechos y no como un integrante más del conflicto.
Habría entonces que percatarse que la institucionalidad castrense no se desenvuelve de modo apartado a las realidades coyunturales de la población. Como asimismo, su diálogo no se promueve exclusivamente por las intervenciones legales y constitucionales asignadas a los ejércitos, sino que puede fraguarse un entramado social que dé luz verde al reconocimiento de los soldados dentro de los estados, pero no solo en función de su rol ejercido, sino igualmente como personas dotadas de dignidad humana.

"Esta ceremonia encomiable pretende reunirnos con recogimiento ante los episodios acaecidos en la Historia de los Ejércitos de España, acercándonos vehementemente ante los monumentos, panteones, mausoleos o nichos que irradian el recuerdo duradero de una memoria inextinguible imposible de olvidar"

Consecuentemente, hoy llevado a término en los Ejércitos de España en los que se incardinan ejército y sociedad, se transfigura como punto de encuentro y se torna en santuario de peregrinación para ir en la búsqueda de corazones empeñados, que tiempo atrás combatieron con audacia, se emplearon con honradez y perecieron con arresto hasta entregar el don más preciado que poseían: la vida.
Este acto majestuoso que se graba una vez más en lo arcano de lo recóndito del alma, forma parte de la recapitulación del Día Oficial de los Caídos por la Patria, ensalzado con elegancia para testimoniar y encumbrar un designio que es parte de todas y todos. Expresión rigurosa como consabidamente se contrasta en los actos castrenses, que en esta jornada permanece viva e incandescente: ejercicio sencillo e insondable iniciado con el instante en el cual la Bandera Nacional como garante del culto solemnizado, es izada meticulosamente a media asta en las bases, acuartelamientos y establecimientos de todo lo que atañe a la razón de ser de España.
Conjuntamente a lo citado anteriormente y tras entonarse el Himno de Homenaje a los Caídos por la Patria, es recitado tal como reza el texto: “Lo demandó el honor y obedecieron, lo requirió el deber y lo acataron; con su sangre, la empresa rubricaron, con su esfuerzo la Patria engrandecieron”. Luego, esta ceremonia encomiable pretende reunirnos con recogimiento ante los episodios acaecidos en la Historia de los Ejércitos de España, acercándonos vehementemente ante los monumentos, panteones, mausoleos o nichos que irradian el recuerdo duradero de una memoria inextinguible imposible de olvidar.
Unos segundos renovados frente al pasado hasta quedar envueltos en quietud y entremezclarse apaciblemente con la fragancia de los crisantemos, gitanillas o petunias, contenidos con un nudo en la garganta y el eco esplendoroso que instantes más tarde se hacen unánimes con el hálito de la oración colectiva. Plegaria lacrada con tres versos imborrables que recuerdan e inmortalizan a nuestras queridas y queridos compañeros: “No quisieron servir a otra Bandera, no quisieron andar otro camino, no supieron vivir de otra manera”.
De ahí, que en esta jornada nos encontremos ante uno de los preceptos más arraigados de los pueblos de España y que a todas luces se haya impregnado con el espíritu de cuerpo. Símbolo inalterable a modo de ofrenda vivificado con la generosidad de todas y todos y que nos aproxima a identidades que lo dieron todo por la Patria. ¡Soldados de los Ejércitos de España, desprendidos con pasión!, que lucharon con determinación para entregarse con bravura y enarbolar a la madre libertad. Han sido nada más y nada menos, que decenas por cientos y miles de personas sin las que no hubiésemos alcanzado la prosperidad que al presente disfrutamos.
Descansen todas y todos en paz y brille la luz para siempre, con la seguridad que quienes le seguimos y confiamos, sabremos con la ayuda de Dios, si llegara el caso, dar continuidad a su encomiable ejemplo.

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La plena convicción en el sistema multilateral para salvar las fracturas https://elfarodeceuta.es/plena-conviccion-sistema-multilateral-salvar-fracturas/ Wed, 30 Oct 2024 03:10:30 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1117462 En los tiempos que vivimos el sistema internacional se decide antes por la competitividad en sí, que por la cooperación multilateral. De manera, que actores consagrados y emergentes rivalizan por sus atracciones exclusivas. Las réplicas multilaterales en materias como el patrocinio de los designios del desarrollo del milenio o del medio ambiente, no se ponen […]

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En los tiempos que vivimos el sistema internacional se decide antes por la competitividad en sí, que por la cooperación multilateral. De manera, que actores consagrados y emergentes rivalizan por sus atracciones exclusivas. Las réplicas multilaterales en materias como el patrocinio de los designios del desarrollo del milenio o del medio ambiente, no se ponen en marcha o las negociaciones se dilatan en demasía.

En tanto, en el entramado de la paz y la seguridad, existe un retorno a las tiranteces habidas entre las potencias y un ascenso de conflictos no convencionales con grupos violentos no estatales. Y en el horizonte, las diversas misiones de mantenimiento y construcción de la paz bajo la representación de las Naciones Unidas podrían ser reemplazadas por misiones de estabilización con atribuciones menores y breves en el proceso, o por coaliciones militares para responder a grupos irregulares como el autodenominado Estado Islámico o Boko Haram.

Dicho esto, las perspectivas por vislumbrar un universo cooperativo después de la Guerra Fría (1947-1991) no se han visto alcanzadas. El patrón de economía neoliberal dominante desde los años ochenta fue en todo momento en contra de las políticas multilaterales. Conjuntamente, el punto y final de la Unión Soviética (26/XIII/1991), más la entrada de la Federación de Rusia en la economía de mercado, la progresiva reforma económica e intrusión en la globalización de la República Popular China y la tolerancia en Europa de un ideal económico liberal frente al precedente socialdemócrata, precipitaron los desafíos y la desigualdad. Y siendo la liberalización la regla de juego común, no había motivos para implementar la cooperación.

No obstante, desde hace algunos períodos el multilateralismo franquea una fase de importantes dificultades y a la par afronta múltiples desafíos y variaciones. Primero, retos como la disonancia de intereses y enfoques dentro del andamiaje internacional, más la regionalización del sistema, los muchos nacionalismos y bilateralismos, el proteccionismo y la xenofobia, los énfasis populistas y los extremismos junto a los laberintos no saldados, menguan todavía más el protagonismo condicionado de las organizaciones multilaterales para contrapesarlos.

Y segundo, la remodelación de las fuerzas militares, la gravitación que los diversos actores van contrayendo para ganar músculo con la recomposición de la economía planetaria, así como la prelación frente a lo internacional, implantan un sinfín de alteraciones en la vidriosa estabilización que ponen en jaque la paz y la seguridad y obstaculizan el desarrollo sostenible.
Pese a estas evidencias que como no podía ser de otro modo inciden a más no poder, asuntos afines con los derechos humanos, la paz y la seguridad o el medio ambiente, persisten candentes en la agenda internacional.

En otras palabras: la era de la globalización que incide a velocidad crucero junto a un mundo multilateral, materias incuestionables por su calado como las premuras geopolíticas, los lances militares, el cambio climático, las apuestas infligidas por las nuevas tecnologías, la defensa de los derechos humanos, las vicisitudes humanitarias y migratorias, la desigualdad y la discriminación, el crimen transnacional organizado o el terrorismo, entre el elenco de otros muchos más, son argumentos transversales a los estados que demandan más atención y un accionar fusionado.

Con estas connotaciones preliminares y al objeto de ofrecer alguna respuesta a las numerosas incógnitas que subyacen, es preciso encajar sucintamente el significado de ‘multilateralismo’, como la interpretación de su naturaleza en su justa medida y el operar que desempeña en el engranaje del sistema internacional.

Como es sabido las Naciones Unidas despuntaron oficialmente el 24/X/1945, tras la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial (1-IX-1939/2-IX-1945) con una encomienda vital: el sostenimiento de la paz y la seguridad internacionales. A este tenor, la Carta de las Naciones Unidas, instrumento fundacional de la Organización, dispone que una de las finalidades y principios pasa por el deber irrefutable de satisfacer los cuestionamientos por vías pacíficas y la distinción de que las próximas generaciones abandonen la tragedia de la guerra.

“En las últimas décadas presenciamos con inquietud un enconamiento de las argumentaciones nacionalistas que ponen en desaprobación los diversos programas multilaterales, tanto en la órbita regional como global”

Pero es necesario comenzar incidiendo que con el empeño de conservar la paz y la seguridad, la Organización quiere evitar a toda consta los conflictos y conducir al acuerdo a las partes involucradas. Conquistar la paz insta a introducir no sólo los escenarios favorables para que esta exista, sino para que perdure. El Consejo de Seguridad es el máximo garante de la paz y la seguridad y, como tal, la Asamblea General y el Secretario General, junto con otros negociados y órganos de la ONU, despliegan igualmente un tarea significativa.

A pesar de todo, la prevención de conflictos continúa quedando como un matiz poco definido abiertamente como parte del trabajo encomiable de las Naciones Unidas. Los medios de comunicación acostumbran a enfundar las crisis acto seguido de que se tornan frenéticas, cuando las condiciones calamitosas alimentan más posibilidades de seducir la curiosidad de los espectadores. El Consejo de Seguridad, en calidad de órgano de las Naciones Unidas al que incumbe la competencia fundamental de la paz y la seguridad, ejerce una actuación imprescindible en el contrafuerte de las medidas provisorias, hasta centrarse en el cometido de crisis urgentes y arduos conflictos.

En base a lo anterior, es dificultoso contrastar el impacto de la ONU en salvar el comienzo, como el ascenso, la amplificación y la intermitencia del conflicto en sus diversas aristas, con el añadido que el inconveniente crece exponencialmente con la prueba de corroborar que un acto concluyente hizo que no se originara la complejidad.

La situación global de nuestros días muestra inequívocamente que los estados no pueden resolver los escollos por sí mismos. Únicamente podemos obtener un buen resultado si unánimemente se persevera. Con lo cual, el multilateralismo no es obligatorio. En sí, es el medio más efectivo y conveniente, ya sea de índole regional o integral, para conquistar los propósitos de la paz, el desarrollo sostenible inclusivo y sin excepción, los derechos humanos.

Luego, el protagonismo de la diplomacia ha de asentarse en mitigar las tensiones antes de que éstas confluyan en conflicto, o si valga la redundancia, el conflicto detona, proceder cuanto antes para reducirlo y disipar sus orígenes crónicos. Por esta razón la diplomacia preventiva es esencial para secundar los esfuerzos denodados de las Naciones Unidas en arrimar el hombro para enderezar las disputas.

Es por todo ello, que la responsabilidad con el multilateralismo junto a la paz y la seguridad, se afianzó tanto por la amplia mayoría de los líderes en el ‘Debate General de 2018’, como en la subsiguiente discusión durante el ‘Diálogo de Alto Nivel sobre la Renovación del Compromiso con el Multilateralismo’ (31/X/2018). Días más tarde, el 12/XII/2018, en una votación de 144 votos a favor y dos en contra, la Asamblea General dio luz verde mediante la Resolución A/73/L.48, contemplar el 24 de abril como el ‘Día Internacional del Multilateralismo y Diplomacia para la Paz’.

Si bien, al objeto de ir perfilando la fundamentación de lo que se pretende desgranar en estas líneas, el multilateralismo suele descifrarse en oposición al bilateralismo y al unilateralismo. Y en sentido minucioso, rotula una manera de cooperación entre al menos tres Estados. Con todo, esta descripción cuantitativa no permite detectar el fondo del multilateralismo. No se trata escuetamente de una aplicación o cantidad de agentes envueltos, sino de la fidelidad a un proyecto político cimentado en el acatamiento a un sistema compartido de normas y valores. Concretamente, el multilateralismo se sustenta en principios promotores como la solidaridad, la consulta e inclusión.

Para ir afinando la instantánea distintiva del multilateralismo, su articulación está prescrita por criterios perfilados agrupadamente que proporcionan una contribución razonable y eficiente. Estas medidas acredita a los colaboradores los mismos derechos y deberes. Y es por su resultante, tanto un procedimiento de cooperación como una manera de ordenación del sistema internacional.

Hoy por hoy, el multilateralismo es parte implícita de la ONU y como tal, la Carta de las Naciones Unidas no se reduce meramente a puntualizar la estructura, misión y labor de la organización. En definitiva, es uno de los contrafuertes del sistema internacional. En su Informe sobre el papel de la institución ante la Asamblea General, el Secretario General recapituló literalmente que la Carta continúa siendo la “brújula moral para promover la paz, la dignidad humana y la prosperidad y para defender los derechos humanos y el Estado de derecho”.

Las Naciones Unidas se encuentran al servicio de los Estados Miembros para lograr compromisos y llevar a término decisiones colectivas. La Carta dispone al pie de la letra que la organización es un “centro que armoniza los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos comunes”, con la finalidad de “tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto del principio de la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos y lograr la cooperación internacional”. Para ello, las Naciones Unidas han de afanarse para satisfacer “problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario y desarrollar el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todas las personas”.

Aunque durante más de setenta y cinco años las Naciones Unidas han sido por antonomasia la rúbrica multilateral, estos avances se han visto diversificados. Y uno de los progresos más perceptibles de la diplomacia se trasluce en la ampliación de los Estados miembros. Transitando de 51 en 1945 a 193 en la actualidad.

Al mismo tiempo de este ensanchamiento horizontal, el molde multilateral se ha prolongado perpendicularmente, englobando otros agentes, como organizaciones no gubernamentales (ONG), representantes del sector privado y otras entidades internacionales. En estos trechos, más de mil ONG y organizaciones asumen la disposición de ser observadores ante las Naciones Unidas.

El multilateralismo ha conseguido logros notorios que han desembocado en importantes mejoras, como por ejemplo la erradicación de la viruela en la esfera sanitaria. De igual forma, se han anticipado trascendentes acuerdos para delimitar el control de armas y suscitar y robustecer los derechos humanos. Sobraría mencionar en estas líneas, que la cooperación en el cuadro multilateral de las Naciones Unidas cada día salva infinidad de vidas.

Llegados a este punto, podría decirse que nos atinamos en un contexto histórico en la que el multilateralismo y los distintos talentes de liderazgos políticos coligados, precisan ser restaurados. No cabe duda, que este es un período de progresivo desequilibrio sistémico, como de desgaste de las aprobaciones internacionales predominantes en décadas precedentes y de impugnación de los modelos reinantes de gobernanza y desarrollo.

Si se preconcibe lo multilateral como principio ético y político, lo distinguido debe ser indisociable de las miras para los que este procedimiento es acomodado. Véase que un ejercicio verdaderamente multilateral sería de este modo: aquello que transfigurase los vínculos sociales hegemónicos en favor de un mayor reconocimiento, reparación y redistribución paras las fuerzas subyugadas y dependientes, poniendo en el foco de la cooperación política las atracciones de estos grupos discriminados. En este aspecto, los razonamientos que han constituido la intensificación de los procesos de convergencia y aproximación de la globalización, han discrepado de amoldarse decididamente al principio de multilateralidad.

El multilateralismo de una manera escueta, es una forma en la que se realiza una elección entre diferentes opciones o maneras posibles y donde el consenso y la negociación son primordiales. Estados Unidos, como superpotencia militar y económica fue parte de la disposición y diseño de los organismos que hoy diferenciamos y destinamos como foros multilaterales.

Posteriormente a la disipación de la Unión Soviética el influjo norteamericano adquirió más brío. Como supremacía de cualquier tipo, el impacto que ha tenido Estados Unidos es acortar la viabilidad de que las entidades y regímenes multilaterales se transformen en foros que impulsen el multipolarismo. Ahora bien, el mecanismo internacional encara variaciones específicas que esconden resultantes de carácter estructural. Llámense la remodelación de las fuerzas militares y sus misiones, el restablecimiento de la economía mundial y la concerniente balanza que los diversos países aglutinan. Y como no, la certeza del exiguo papel de Naciones Unidas y sus organizaciones.

“El multilateralismo es el medio más efectivo y conveniente, ya sea de índole regional o integral, para conquistar los propósitos de la paz, el desarrollo sostenible inclusivo y sin excepción, los derechos humanos”

Como admiten algunos investigadores, los cambios radicales del sistema internacional han propiciado la interposición militar con o sin el beneplácito del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Toda vez, que el aparecimiento y sucesiva proliferación de instituciones y regímenes multilaterales, ha originado la confluencia de valores comunes de un modo posiblemente como en ningún tiempo antes era contemplado.

La mayoría de las administraciones presentan sus credenciales democráticas, los derechos humanos son un concepto que aunque aún es porfiado en su alcance integral, se salvaguarda por gran parte de los territorios y en este siglo se ha acentuado el mayor crecimiento económico, incluyendo el descenso de la pobreza. Sin embargo, a la hora de la verdad el sistema multilateral no responde justamente a estos valores. Y en contraste, se confirma una persistencia para intervenir unilateralmente en la defensa de los intereses de seguridad. Esta disyuntiva se traza como la disputa entre ganancias absolutas y ganancias análogas.

La voluntad generosa del multilateralismo es constituir preceptos de comportamiento de recíproca complacencia para las naciones, así como el impulso de instituciones que defiendan la cooperación. La paz, induce a un acuerdo entre los estados que asienten reglas legibles y roles en el sistema internacional.

Desafortunadamente, el curso al que hemos asistido en los últimos tiempos no es un multilateralismo genuino, sino un unilateralismo enmascarado de multiplural.

Así, numerosos actores reconocidos como potencias de primer orden, han hecho pender las cuestiones de interés internacional en consonancia a sus intereses nacionales exclusivos y mediante el proceso de coaliciones. Por ende, las negociaciones han proyectado un vuelco hacia países sin una plena aportación o legitimidad de los integrantes de la comunidad internacional. Bien, “una nación, un voto”, no ha sido un principio que encarrile a las organizaciones en los ejes imprescindibles de seguridad y bienestar.

Además, el multilateralismo contrae serias anomalías que se han agudizado. La manifestación de otras amenazas a la paz y la seguridad, así como la incertidumbre que asesta el modelo económico que aparentemente habría reproducido la bonanza, causan graves interrogantes a la magnitud del esqueleto de gobernanza para resolver conflictos. Algunos desencantos del sistema multilateral se realzan en una discriminación o deslizamiento hacia una actuación circunstancial de las Naciones Unidas en sumarios de seguridad. Asimismo, las reprobaciones al sistema multilateral son generalizadas, aunque se puedan juzgar sus beneficios en aminorar costos de transacción para los estados y su capacidad para proporcionar bienes públicos. Incluso se destaca su rasgo poco elitista y democrático.

A fin de cuentas, su carácter burocrático mirando a los organismos, como su disociación de las instituciones democráticas y el taxativo concurso de los ciudadanos, atenúan su potencial de rendir cuentas y motivar reflexiones en un sentido democrático.

Valorando las premisas sobre la paz, los conflictos y la seguridad, el crecimiento de instituciones entregadas a la preservación de la paz, específicamente en el horizonte regional, así como el surgimiento de otros actores contiguos, incita a nuevas posibilidades no divisadas con anterioridad. Pero igualmente, implican un riesgo añadido para la participación legítima e irremisible.

Ni que decir tiene que la instauración de instituciones o regímenes regionales conforma la determinación, asignación de recursos y la plasmación de soluciones locales sin intrusiones geopolíticas externas, pero se constata la dificultad en la duplicidad de esfuerzos, el difícil acoplamiento de operaciones conjuntas y hasta una permisible competencia por el protagonismo de algunos, fundamentalmente porque las entidades y sus agentes tratan de conservarlas en vigor.

Finalmente, la debilidad del sistema multilateral para replicar a las ambigüedades que tienen efectos sobre la comunidad internacional, más el emergente rol de otros actores estatales y no gubernamentales con una clarividente intencionalidad de incurrir y hasta modificar el armazón de la política exterior, el establecimiento de otros bloques y la tonificación de otros regionales, traslucen una mutación de las condiciones mundiales de cara a la ausencia de beneficios provisto por la estructura multilateral y permite pensar que hay una crisis en el sistema.

La declaración moderada de los organismos que acomodan Naciones Unidas a la mayoría de las cuestiones, ha reportado al desvío de éstas al optar por componentes ad hoc como el Grupo de los Ocho (G8) o el Grupo de los Veinte (G20), donde sus miembros deducen que los foros hacen que sea más eficaz la toma de decisiones. Sin inmiscuir, que decrece la autenticidad democrática al ser excluyente. De ahí, que uno de los retos principales que resiste el multilateralismo es el desajuste de intereses y visiones del sistema. Concretar términos de defensa y seguridad en las organizaciones dadas a este sumario confirma ser una labor bastante espinosa.

A día de hoy, el uso sistemático del terror mediante el terrorismo suele convertirse en el ejemplo reincidente, pero por lo general, la exposición de amenazas y variables de riesgo soporta el mismo entresijo. En paralelo, otro de los desafíos retrata la encrucijada de intereses produciendo que el logro de estos organismos se aquilate por su capacidad para alcanzar un acuerdo y no por el impacto de los ultimatos o su capacidad para desenredar las alternativas de seguridad.

La regionalización responde a la resaca del obstruccionismo imperante en aquellas organizaciones llamadas a ser el foro ecuménico de las materias o el centro del multilateralismo.

Estos espacios regionales de debate y aprendizaje intergeneracional no son obligatoriamente perjudiciales u opuestos al multilateralismo, pero sí causan dinámicas herméticas en donde se forjan normas y reglas, aunque estas pueden ser desacertadas porque no siempre se consideran conformes con aquellas que se predisponen en otros foros. Amén, que la regionalización abriga sus propios beneficios, en tanto se empequeñece el rechinamiento en las conferencias internacionales al exhibir a estos bloques cohesionados.

En consecuencia, en las últimas décadas presenciamos con inquietud un enconamiento de las argumentaciones nacionalistas que ponen en desaprobación los diversos programas multilaterales, tanto en la órbita regional como global. Y muy conexo a la ascensión de la extrema derecha, no solo en Occidente, tanto las oratorias como las resoluciones políticas han estado maquilladas por establecer directamente los límites fronterizos de la influencia nacional, el rehúso a borradores políticos comunes y el cuestionamiento a los cimientos de la democracia. Recuérdese al respecto, el abandono de su condición de Estado miembro del Reino Unido de la Unión Europea (1/II/2020), o el objetivo político de Donald Trump (1946-78 años) en torno a ‘América Primero’ y ‘Hacer Grande a América Otra Vez.

Hoy más que nunca, pero menos que mañana, la cooperación internacional es de vital trascendencia. Las organizaciones multilaterales urgen ser respaldadas para salir reforzadas de las diversas crisis y ofrecer respuestas oportunas a las cuantiosas contrariedades que percuten. Pero igualmente, reivindican ser mejoradas en su hechura y actualizadas para desenvolverse en red con el sector académico, la sociedad civil y otros actores sociales, con el punto de mira puesto en responder adecuadamente a los requerimientos de la ciudadanía.

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Treinta años más tarde, Sudáfrica continúa enfrentando su legado https://elfarodeceuta.es/treinta-anos-mas-tarde-sudafrica-continua-enfrentando-legado/ Tue, 08 Oct 2024 02:08:10 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1107877 Tras largos años de esfuerzos sobrehumanos de la clase sudafricana contra el aborrecible sistema racista del apartheid, que como es sabido prohibía el voto y otros tantos derechos fundamentales, el Congreso Nacional Africano (CNA), organización creada por Nelson Rolihlahla Mandela (1918-2013) y respaldada por el Partido Comunista, veía frustrada la mayoría absoluta que ostentaba con […]

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Tras largos años de esfuerzos sobrehumanos de la clase sudafricana contra el aborrecible sistema racista del apartheid, que como es sabido prohibía el voto y otros tantos derechos fundamentales, el Congreso Nacional Africano (CNA), organización creada por Nelson Rolihlahla Mandela (1918-2013) y respaldada por el Partido Comunista, veía frustrada la mayoría absoluta que ostentaba con una abstención sin precedentes y una hemorragia de votos récord.

El arrebato de millones de trabajadores y jóvenes que después de treinta años de Gobiernos del CNA, contemplan como la discriminación racial y social, más la degradación y miseria en sus barriadas se prolongan en el tiempo. La principal variación es que junto a la burguesía blanca, concurre una burguesía negra constituida por dirigentes del CNA, como su aspirante y presidente Cyril Ramaphosa (1952-71 años).
A la par, la Democratic Alliance (DA), coalición de derechas que reproduce los alicientes de la burguesía blanca y preconiza una agenda de privatizaciones y recortes sociales, se encaramó en el segundo lugar.

Aunque la demografía blanca constituye menos del 8%, DA conserva respaldos entorno al 20% aprovechando los estruendos de corrupción del CNA y el descontento de la pequeña burguesía tanto blanca como negra y otras minorías. Dicho esto, el 27/IV/1994, Mandela realizaba su voto por vez primera en Inanda, una zona pobre en las colinas de Durban. La iniciativa de elegir esta localidad revelaba que el futuro Presidente no había perdido su capacidad encarnada tras veintisiete años como recluso político.

Tras introducir su papeleta, Mandela se encaminó a la tumba de John Dube (1871-1946), primer Presidente de su partido y con su voz inconfundible declaró: “Vengo a informarle señor Presidente de que Sudáfrica es ahora libre”. Tras el tiempo transcurrido, es indiscutible que Sudáfrica es otra nación en muchos sentidos y el lastre del apartheid ha desparecido. Además, una constitución liberal avala que sus ciudadanos puedan expresarse libremente.

Sin duda, un estado de bienestar básico ha arrancado a millones de personas de la pobreza. En este momento los sudafricanos parecen relacionarse más con individuos de otras razas. Y según una encuesta bienal realizada por el Barómetro Sudafricano de la Reconciliación, más de tres cuartas partes confirman que es más lo que les une, que lo que les aparta.

Estas mejoras no estaban aseguradas y algunos no las tenían todas consigo de que Sudáfrica cayera estrepitosamente en una guerra civil o la autocracia. No obstante, mientras los sudafricanos se predisponían para votar, realmente lo realizaban con desánimo. Por aquel entonces, únicamente el 29% sostenía que su vida prosperaría en los próximos cinco años.

Hace dos décadas, más del doble de sudafricanos se sentían complacidos que agraviados con el sistema democrático. Y nada menos que el 79% de los requeridos aseguraban que no se puede delegar en los líderes políticos, frente al 21% de hace únicamente diez años. Por si fuera poco, desde 2010, cada vez menos sudafricanos dicen que las relaciones raciales son mejores ahora que en 1994. Estas posturas son fruto de las coyunturas que subyacen. En cierto modo, la democracia ha sido un pastel dividido a su suerte: en los primeros quince años se originaron progresos generales en la vida común, pero en el resto han sido brumosos. Con lo cual, tocaría reflexionar brevemente algunos datos. Primero, el desempleo ha crecido del 20% al 32% y el PIB por persona es menor, una vez acomodado a la inflación.

Segundo, la tasa de homicidio es la más elevada de los últimos veinte años. Y tercero, los cortes de electricidad son frecuentes. En base a lo anterior, la Encuesta Sudafricana de Actitudes Sociales (SASAS) rotula que en el rastreo del año anterior registró las cotas más altas de ambivalencia sobre si la democracia era favorable frente la autocracia, donde el 72% manifiesta que dejaría de votar si un Gobierno no electo le asegurara premisas como el empleo, la seguridad y la vivienda.

Cada uno de estos fracasos traducen por qué el CNA como partido hegemónico, pugna por mantener su mayoría parlamentaria por primera vez desde 1994. De hecho, numerosos sudafricanos se concentran en qué fuerzas políticas se articularán a una posible coalición para constituir una dirección. Si bien, en este escenario irresoluto se tantea una materia mucho más compleja: ¿de cuánto tiempo estaríamos hablando para que reviva el enfoque de Sudáfrica de Mandela, cuando tantas personas todavía no han saboreado los beneficios de la democracia?

“Sudáfrica llegó a tocar con las yemas de los dedos un creíble resurgir de los restos del apartheid, dando lugar a una etapa de lustre universal y liderazgo irrefutable, pero unas décadas más tarde de tan promisoria apertura, el optimismo democrático parece haberse deshinchado”

Pero yendo por partes, el colectivo de las personas mayores ensalzan el incremento de las prestaciones sociales como subsidios. El gasto ha transitado del 2% del PIB en 1994 a cerca del 4%. En este aspecto, la red de seguridad social es una de las más generosas. A día de hoy, el 47% recibe una subvención, frente al 6% de 1994.

Curiosamente la generación nacida a continuación de 1994, apenas tiene nada que elogiar y un cuadro referencial distinto. En atención al último padrón, la relación de viviendas sin acceso a agua corriente descendió del 20% en 1994 al 9% en 2023. Los que residen en domicilios formales y se aprestan de electricidad se vieron acentuados del 65% al 89% y del 58% al 95%. Pero digamos que la escalada no fue rectilínea, porque la mayor parte de los desarrollos se originaron en las décadas de 1990 y 2000. Es más, en varias jurisdicciones las infraestructuras se deterioran por la pésima gestión, la corrupción y la delincuencia. Por poner un ejemplo, los habitantes de Qunu, en la provincia del Cabo Oriental, arrastran cuatro años sin agua corriente.

En paralelo, el desempleo arreció con la mayoría de edad de los nacidos libres. Desde 2008, el guarismo de empleados ha aumentado en 2,3 millones, mientras que la cantidad en edad de ganarse el sustento sube en 9,5 millones. La tasa de paro entre los 15 y los 34 años asciende al 44%.

A este tenor, es preciso poner en la balanza las cantidades macroeconómicas. La economía en 2023 únicamente ha crecido un 0,6%, frente al 1,9% de 2022. Y tampoco se entrevé algo mejor en 2024, cuando en el primer trimestre presentó una retracción del 0,1% tras elevarse el mismo signo en los últimos coletazos del año pasado. En un estado prácticamente industrializado, el sector de la manufactura es el que más se desplomó. Véase que en el orden del 1,4% restando 0,2% al crecimiento total.

En este galimatías la urbe sudafricana estaba llamada a depositar su voto y lo hizo con ímpetu, aunque con presagios nebulosos. La calificadora crediticia de bonos Moody’s Corporation avisó que el naufragio de la mayoría absoluta del CNA, produciría inseguridad y dificultaría la determinación de la crisis.

Otro de los inconvenientes es la inseguridad que se expande como la espuma e inquieta debido a los resultados económicos derivados de los años de administración del CNA. Las tasas delictivas que comprenden entre otros, actos criminales violentos, son especialmente destacadas en grandes ciudades sudafricanas como Pretoria, Johannesburgo o Durban.

Verdaderamente el cálculo de Sudáfrica en el Índice del Crimen Organizado de 2023, no es para nada halagüeño, situándose en el lugar séptimo de entre 193 países. Primero, entre los trece estados de África austral y tercero en el ranking continental. Según referencias de la policía, más de 1,8 millones de sucesos de crímenes violentos se alcanzaron durante los años 2022 y 2023, implicando un 7,7% más. De igual forma, se elevaron los crímenes provenientes del operar policial en ocho de las nueve provincias, estimándose un 11,8% de ascenso a nivel nacional.

Otro ítem indicado inicialmente que en la comparativa repercutió en la performance electoral del CNA, forma parte de la gestión energética. De por sí, la República de Sudáfrica está acostumbrada a los cortes redundantes de suministro eléctrico. Una peyorativa administración y la corruptela han originado que la empresa Eskom no ofrezca apropiadamente el servicio.

Para ser más preciso en lo fundamentado, el año 2023 se recordará por ser particularmente insostenible. Para evitar un colapso absoluto de la red energética y una interrupción masiva a nivel nacional, con una entidad eléctrica empeñada y alegando incapacidad de mantención del sistema, empezó a superponer múltiples cortes de luz. Pero el dilema radica en que aun informando de las interrupciones del servicio, en numerosas ocasiones la firma no respeta las programaciones.

En resumen, la incidencia en los cortes de luz intrican a más no poder el impulso económico, imprimiendo a diario mermas millonarias y la traba de acometer mínimamente el desempleo, hasta convertirse en una crisis recrudecida con más de quince años e in crescendo. Y pese a que la desconfianza perdura, desde Eskom afirman que la contrariedad está en vías de corregirse y la crisis a modo de desactivarse.

De lo descrito quedaría por puntualizar el quid esencial que ha motivado un claro declive en la suma histórica de votos del CNA: el azote y castigo de la corrupción que socava el tapiz social. El antecedente más ostensible envuelve a Jacob Zuma (1942-82 años), expresidente y un histórico de la fuerza política que siendo electo en 2009 y reelecto en 2014, hubo de declinar en 2018 por un cúmulo de causas abiertas en su contra. Y a las puertas de ser llevado a juicio político por los representantes de la plana mayor del CNA, se inclinó por llevar adelante la renuncia.

Como no podía ser de otra manera, este episodio desmembró al partido, destrozó su estampa del teatro político y el proceso del exmandatario desembocó en alteraciones y tumultos que agitaron al país.
Posteriormente, en las postrimerías de 2023 y de manera incomprensible, Zuma se disparó por la apuesta electoral, cuando manipulando el torrente emblemático del CNA, anunció su propio partido con la designación del grupo antiguo de la agrupación como fuerza de choque contra el apartheid, ‘uMkonto We Sizwe’ (Lanza del Pueblo). O lo que es igual, el aguijón armado del partido establecido en 1912.

Obviamente, esta disensión hirió el potencial electoral del movimiento de Mandela y se instaló en un sorprendente y acelerado tercer puesto con el 14,58% del voto. A esta le siguió otro círculo desprendido del partido vencedor, los Ecocomical Freedom Fighters, con el 9,52% del sufragio, organizado y conducido por Julius Malema (1981-43 años), un exlíder de las juventudes del Congreso. Con un alegato punzante y de alineación marxista, entre sus patrones y proposiciones resaltan la redistribución de tierras a la mayoría negra y la nacionalización de esferas económicas, como la figura del minero empuñada como la labor central del estado.

En suma, ambas fuerzas políticas le sustrajeron al presidente Ramaphosa el 24% del voto y entre las dos formaciones al partido que ocupó el segundo lugar, la DA, encabezada por el único aspirante blanco de entre los más de cincuenta partidos que se presentaron, John Steenhuisen (1976-48 años), aglutinó el 21,81% del sufragio. Con moldes más pro mercado y nacida en el año 2000, responde a una agrupación de centroderecha que se asoció a otras cinco formaciones para rebajar energía al CNA, siendo la que más caracteriza al electorado blanco y otros grupos en minoría. Con la excepción, que en todo momento tuvo puntos de vistas contrapuestos al apartheid.

Conjuntamente, en su campaña electoral afloró la apostilla de perseguir la corrupción de la que el CNA se ha convertido en un menester acostumbrado. En el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional 2023, Sudáfrica está algo por debajo de la mitad de la tabla, ocupando el lugar noventa y tres de entre ciento ochenta y cayendo dos posiciones con relación a 2022.

Llegados a este punto, en treinta años el CNA catapultó la reputación que supo ganarse a pulso como el partido que consiguió la escapatoria del apartheid reinante entre 1948 y 1994. En parte, esto se provoca porque varias generaciones despuntaron después de 1994, o eran demasiado jóvenes como para hacer memoria de una de las causas más sublimes de la historia de Sudáfrica: la desintegración de ese sistema. O séase, la reminiscencia de la proeza del partido liberador les resulta totalmente indiferente y la media de edad no alcanza los treinta años.

La oposición que no cesa en su empeño, también pivota sobre una cuestión de índole política. Me refiero a la inmigración que durante décadas ha reclamado amparo en Sudáfrica desde otras demarcaciones del continente, hasta sobrepasar los 2,4 millones. Un efecto dominó anti inmigrante subiendo ha reportado al Gobierno y a la oposición a comprometerse con una reglamentación más exigente que controle este fenómeno.

E incluso, un Informe que la administración dio su palabra de convertir en ley, propuso excluir al estado de las convenciones de Naciones Unidas sobre refugiados para “disuadir a los inmigrantes económicos que llegan disfrazados de solicitantes de asilo”.

Juntamente y desde 1994, poco más o menos, una quinta parte de la urbe de procedencia europea ha emigrado, lo que recrudece la limitación de mano de obra competente. El Gobierno de Ramaphosa aguarda que la economía sudafricana, la mayor de África con 400 mil millones de dólares de PIB anual y más del 13% del total, apenas superando a la República Federal de Nigeria, prospere una media de 1,6% en los próximos tres años, después de un decadente 0,6% en 2023. Y a pesar del avance de las probabilidades globales para 2024, la evolución a corto plazo continúa obstruida por los importes minúsculos de las materias primas y las restricciones estructurales. Existen complicaciones de inversión por falta de convicción, pero igualmente de consumo por el aumento de los precios, aunque se están materializando innovaciones integrales que evidentemente requerirán de un tiempo determinado para su desquite.

Parece como si Sudáfrica estuviese dada al antiguo raciocinio del ‘derrame neoliberal’. Como sintetizó textualmente el Tesoro Nacional: “los esfuerzos exitosos para mejorar la posición fiscal, completar reformas estructurales y reforzar la capacidad del Estado reducirán en combinación, los costos de endeudamiento, aumentarán la confianza, ampliarán la inversión y el empleo y acelerarán el crecimiento económico”.

La resultante de las recomendaciones anteriores del CNA es que la nación más desarrollada del suelo africano es mismamente la más desigual. En estimaciones del Banco Mundial, con un 60% de pobreza el 10% de los 61.149.605 habitantes con una tasa de crecimiento anual del 1,089% controla el 80% de la riqueza. Al mismo tiempo, se conservan reducciones arbitrarias a la exportación de capital y al pago de pensiones, mientras descienden los ingresos fiscales. Tan sólo un 12% solventa el impuesto sobre la renta y el 62% de la población no blanca percibe prestaciones sociales.

El Gobierno de Ramaphosa y las últimas acciones del CNA, han tenido mejores logros en política exterior y como parte de los BRICS, del que se convirtió en el último estado precursor después de Brasil, Rusia, India y China y como fórmula de ese mismo Sur Global dentro del más extenso Grupo del G20, donde hasta 2023 era el único actor intermediario de África en el foro.

Sudáfrica fue la sede de la XV Cumbre de los BRICS (22-24/VIII/2023) en Johannesburgo, complementando la vieja aspiración de incrementar el grupo, actualmente con la entrada de Arabia Saudita, Irán, Etiopía, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. En aquel momento Ramaphosa expuso literalmente a los asistentes: “Nuestro mundo se ha vuelto cada vez más complejo y fracturado a medida que se polariza cada vez más en campos que compiten entre sí. El multilateralismo está siendo reemplazado por las acciones de diferentes bloques de poder”. También dedujo: “Unos BRICS ampliados representarán un grupo diverso de naciones con diferentes sistemas políticos que comparten un deseo común de tener un orden global más equilibrado”.

Allí lo oían sin perder un ápice de sus palabras Narendra Modi (1950-73 años), Lula Da Silva (1945-78 años) y Xi Jinping (1953-71 años), junto al Ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavroc (1950-74 años), en representación de Vladímir Putin (1952-71 años). No cabe duda, de que Sudáfrica volverá a ser el foco neurálgico en 2025, cuando como parte del G20 recoja el listón de la presidencia de manos de Brasil. Al presente es parte de la troika del grupo junto con India, el anterior responsable de turno.

En ese susceptible acoplamiento geopolítico, a Sudáfrica le obsesiona la competitividad estratégica habida entre China y Estados Unidos. Beijing ha volcado miles de millones de dólares en préstamos, ayuda e inversiones en África que acumula minerales para la cruzada tecnológica que ambos libran. Y en esa evolución, Sudáfrica dio el primer paso adelante del continente para integrarse en la iniciativa ‘La Franja y la Ruta’, con la que el gigante asiático liberaliza sus excedentes de obtención de aluminio y acero para infraestructuras en estados en desarrollo.

"Hoy por hoy, el racismo permanece enquistado en el tejido social, económico y espacial, desenmascarando a todas luces el usufructo de la opresión y el encadenamiento del apartheid y el colonialismo"

En 2023, Sudáfrica importó productos chinos por valor de 23.600 millones de dólares, recogiendo entre 2017 y 2022, respectivamente, inversión extranjera directa por valor de 10 mil millones de dólares. A esto ha de añadirse la contribución de empresas de energía chinas para allanar y hacer sombra al trance de suministro estructural con 8.900 millones de dólares de equipamiento y 26.900 millones de asistencia y préstamos por 3.400 millones de dólares.

No obstante, cuando Sudáfrica ha intensificado sus conexiones militares con China, el mismo Ramaphosa se encomienda a pregonar a bombo y platillo una visión de aparente equilibrio entre Washington y el eje Beijing-Moscú. Sudáfrica dijo al pie de la letra que está “guiada por una política exterior independiente” y que le proporciona tanto mediar por la paz entre Rusia y Ucrania, como denunciar sin complejos al Estado de Israel ante la Corte de Justicia Internacional, por cada una de las actuaciones deplorables perpetradas en la Franja de Gaza.

Y un último matiz que irremisiblemente se hace embarazoso a nivel internacional, en el Congreso estadounidense la mayoría bipartidista no desdeña para nada que según Ramaphosa, ”la guerra en Ucrania podría haberse evitado si la OTAN hubiera prestado atención a las advertencias de sus propios líderes y funcionarios a lo largo de los años de que su expansión hacia el Este conduciría a una mayor, no menor, inestabilidad en la región”. Por ello, no vaciló en apuntar que Sudáfrica no asumiría “una postura muy adversaria contra Rusia”.

En consecuencia, Sudáfrica llegó a tocar con las yemas de los dedos un creíble resurgir de los restos del apartheid, dando lugar a una etapa de lustre universal y liderazgo irrefutable. Amén, que unas décadas más tarde de tan promisoria apertura, el optimismo democrático parece haberse deshinchado. Por ende, el rompecabezas interno que padece, entre ellos, la xenofobia y desigualdad percutiendo, no hacen sino multiplicar el desprestigio y autoexclusión del panorama mundial que ha cosechado por su alineamiento con Rusia y China, contrincantes incontestables del bloque occidental encabezado por los Estados Unidos de América.

En otras palabras: la senda caprichosa y diferencial a la educación, más las enormes contradicciones salariales, la dislocación de las comunidades y las ingentes divergencias económicas, en gran parte fortalecidas y endurecidas por organismos y reglas de juego cómplices. Pero, inmersos en el siglo XXI ¿cómo es tolerable que la discriminación y el racismo que lo acompañan inseparablemente después de tantos años, prosigan aglutinando una carga onerosísima a Sudáfrica y en su mayor parte habitada y administrada por personas de piel oscura?

En definitiva, el racismo permanece enquistado en el tejido social, económico y espacial, desenmascarando a todas luces el usufructo de la opresión y el encadenamiento del apartheid y el colonialismo. Aunque se haya evolucionado algo en el descarte de la costra del racismo, es primordial incidir en su resolución para que muera.

Sobraría mencionar en estas líneas, que el desmantelamiento de estos sistemas racistas y discriminatorios tan enraizados, requiere de altas dosis de diálogo, compromiso, promoción y liderazgo, para poner en circulación políticas antirracistas que acomoden las máximas de los derechos humanos y faciliten un marco propicio que ayude a acometer y corregir estos atropellos e impulsen la igualdad en mayúsculas.

La entrada Treinta años más tarde, Sudáfrica continúa enfrentando su legado aparece primero en El Faro de Ceuta.

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