Artículos escritos por Alfonso José Jiménez Maroto en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/alfonso-jose-jimenez-maroto/ Diario digital Mon, 15 Jul 2024 06:35:24 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.5 https://elfarodeceuta.es/wp-content/uploads/2018/09/cropped-El-faro-de-Ceuta-32x32.jpg Artículos escritos por Alfonso José Jiménez Maroto en El Faro de Ceuta https://elfarodeceuta.es/autor/alfonso-jose-jimenez-maroto/ 32 32 La República Islámica de Irán, la gran excepción de Oriente Próximo https://elfarodeceuta.es/republica-islamica-iran-gran-excepcion-oriente-proximo/ https://elfarodeceuta.es/republica-islamica-iran-gran-excepcion-oriente-proximo/#respond Mon, 15 Jul 2024 02:10:35 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1075046 Tras un filón de habladurías y el insólito suceso del helicóptero estrellado (19/V/2024) en el que viajaban el presidente de Irán, Ebrahim Raisi (1960-2024) y el ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian (1964-2024), conjetura el punto de inflexión del que hay que tratar de encajar las piezas de este puzle, para al menos desenredar una […]

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Tras un filón de habladurías y el insólito suceso del helicóptero estrellado (19/V/2024) en el que viajaban el presidente de Irán, Ebrahim Raisi (1960-2024) y el ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian (1964-2024), conjetura el punto de inflexión del que hay que tratar de encajar las piezas de este puzle, para al menos desenredar una incógnita que se ocasiona en una coyuntura de progresiva crisis política, social y económica. Y es que, con la presión internacional sobre su programa nuclear, más el robustecimiento de las conexiones militares con la Federación de Rusia y la financiación de grupos como Hezbolá y Hamás, Teherán tendrá por delante jornadas complicadas prestas a hacerse una maraña.
Y entretanto, los contendientes de Irán, incluidos Estados Unidos, el Estado de Israel y el Reino de Arabia Saudita, ahondan en sus vínculos de seguridad para contrapesar el influjo de este coloso en llamas de la región. La economía persa se está desplomando y podría verse todavía más dañada si se estrechan las sanciones estadounidenses. Sin lugar a dudas, el fallecimiento casual de Raisi, abre una grieta al desconcierto y la pugna por el poder.
A día de hoy, la República Islámica de Irán es la gran paradoja de Oriente Próximo. En una demarcación de mayoría árabe y suní, los iraníes son mayoritariamente persas y chiíes. Esfera emblemática de uno de los grandes imperios de la antigüedad, Irán se sitúa sobre un espacio de travesía para la comercialización geomorfológica entre Oriente y Occidente, lo que ensamblado a su dimensión, recursos petroleros y fuerza militar, le otorga convertirse en uno de los dominadores y fatuos de este tablero.
Digamos, que en este escenario irresoluto se ha trenzado toda una malla de alianzas con protagonistas puntuales como Hezbolá, Hamás o el régimen de los Asad en la República Árabe Siria y los hutíes en la República de Yemen, con la que pretende fraguar su señorío geopolítico.
Como es sabido, este estado se establece sobre una altiplanicie triangular y un territorio desértico, siendo abundante en recursos estratégicos como el petróleo y el gas. En el devenir de su historia, Irán ha debido de hacer frente a sus vecinos y a su vez, ha sido víctima de la intrusión de potencias extranjeras como Estados Unidos o Reino Unido.
Lo cierto es que fruto de lo retrospectivo en el tiempo, Teherán ha acabado apostando por priorizar la estabilidad de su régimen interno y el predominio regional, mientras intenta poner rumbo entre los lazos incómodos que conserva. Fundamentalmente, cuando tras la Revolución Islámica (7-I-1978/11-II-1979) que depuso al último sha, este país se convirtió en una República Islámica. Desde aquel momento, cuenta con un régimen de corte teocrático y una política acentuada por el islam chií y como no, con un ayatolá que encarna al Líder Supremo.
Con estos precedentes iniciales, el Irán presente se haya enfrascado en una etapa de enorme convulsión política punteada por arduas disputas internas en su armazón de poder. Los surcos de influencia se enredan en un entramado complicado de interpretar para los analistas.
De hecho, las facciones políticas han estado encaradas en luchas cada vez más agudas, lo que ha reportado a un mayor desequilibrio. Además, en este entorno de tensiones permanentes las parcelas conservadoras y reformistas pugnan por hacerse con el control. Y como no podía ser de otra manera, el terremoto político surgido no sólo repercute al país, sino que adopta derivaciones a nivel internacional.
Luego, el contrapeso de la zona y los posibles engarces con otros actores circundantes están en juego.
Con las constantes vitales inmersas en las alianzas y estrategias de los actores políticos iraníes, el futuro de Irán pende de un hilo. La imprecisión política reinante sugiere retos tanto para los líderes internos como para la comunidad internacional que divisa con inquietud este contexto. Y a criterios de numerosos investigadores, la intromisión de potencias extranjeras en medio de los choques internos, puede tener consecuencias en el equilibrio regional, porque los intereses en cuestión enrarecen siquiera más el paisaje político, originando preocupación sobre el avance de los acontecimientos en el país persa.
Dicho esto, los regímenes autoritarios pueden ser lo bastante problemáticos e incluso contar con un espectro de componentes de colaboración democrática, tal y como puede avistarse en la República de Uganda o en la República de Azerbaiyán. En cambio, Irán, constituida tras una revuelta popular que destituyó al régimen del sha, es un indicativo clarividente de cómo en estados que podrían catalogarse como dictaduras, el poder no se encuentra precisamente aglutinado en unas pocas manos, sino diseminado entre una sucesión de actores que rivalizan o concurren según sus expectativas.
La confirmación de que Irán es un régimen autocrático controlado por los ayatolás es una realidad a medias tintas. Es indiscutible que el Líder Supremo debe pertenecer al clero chií, como de la misma manera, la mayoría de los presidentes y líderes políticos escogidos en las urnas han sido ulemas de mayor o menor categoría. Toda vez, que la Revolución Islámica no la consumó únicamente el clero, como tampoco apoyó en su totalidad al movimiento. Lo expuesto se trasluce en el andamiaje del régimen iraní y la distribución del poder tras la defunción de Ruhollah Musavi Jomeiní (1902-1989).
Me explico: tras desmantelar al sha, Jomeiní y sus incondicionales quisieron valerse de su guion político y durante la forja de la Constitución se aseguraron de que las posiciones del poder legislativo y judicial recayeran en los ulemas más afines, a la vez que se coordinaban para acudir a las elecciones constituyentes.
Sin embargo, tras la muerte de Jomeiní, a pesar de que las advertencias potenciales a la prolongación del jomeinismo quedaron contrarrestadas, era manifiesto que los ulemas no eran los únicos figurantes en la pelea por el poder. Las milicias que se encomendaban en la administración de la justicia conjurada y en vigilar por la observancia de las prohibiciones de la vestimenta, no formadas por clérigos, sino por seglares, terminaron institucionalizándose y monopolizando una supremacía cada vez superior, principalmente, tras la guerra con Irak (22-IX-1980/20-VIII-1988).
Simultáneamente, la parte del conjunto poblacional que supuestamente había alentado la Revolución y no había quedado dañada, o séase, los no exiliados y no purgados y que mantenían su ocupación o habían mejorado sus condiciones de vida, aguardaban modular sus peticiones mediante las elecciones. Primordialmente, cuando Jomeiní fue desbancado por Alí Hoseiní Jamenei (1939-85 años), un ayatolá propenso a los principios de la Revolución Islámica, pero con escasa gravitación religiosa.
A pesar de que el estrato religioso jomeinista se reserva el derecho de imposibilitar pretendientes electorales, la aportación democrática en sumarios más o menos limpios, es un mecanismo de salida significativo para amortiguar las sacudidas de desaprobación como los producidos en 2009 o 2018. Si bien, el poder del electorado quedaría bastante condicionado.
En síntesis: Irán armoniza entidades intensamente opresoras con algunos órganos nominados mediante elecciones democráticas. Y en la cima del organigrama se emplaza el Líder Supremo, Jefe de Estado religioso con vastas atribuciones. Aunque según la Carta Magna de 1979, aprobada mediante referéndum (2-3/XII/1979) y que reemplazó a la Constitución de 1906, considerada como un híbrido entre términos teocráticos y democráticos, el Líder Supremo ha de ser el gran ayatolá con mayores credenciales religiosos. Esta salvedad se retocó en 1989 para consentir el nombramiento de Jamenei para ocupar el puesto.
En efecto, no alcanzó el poder por su recorrido religioso, sino por su fidelidad al jomeinismo. El Líder Supremo es designado por la Asamblea de Expertos, una cámara acomodada por unos ochenta ulemas seleccionados en elecciones cada ocho años. Queda claro, que Jamenei alarga la cota de control sobre la política iraní y sobre cómo se nombrará su sucesor, ya que el Líder Supremo elige por sí mismo al jefe del poder judicial y a la mitad del Consejo de los Guardianes. Este Consejo, entre otras funciones, sanciona o refuta las propuestas para los procesos electorales, por lo que depura la elección hacia aquellos aspirantes que no desafían los principios de la Revolución.


Los organismos decididos mediante elecciones democráticas son los órganos de gobierno local: la Cámara Legislativa, la Asamblea de Expertos y posteriormente y de manera más específica, el Presidente del Gobierno, que no es designado de modo transversal por el Parlamento como en otros estados, sino que surge sin más, de las urnas. Las Elecciones Presidenciales y Parlamentarias suelen computar una concurrencia por encima del 70%, lo que indica que los líderes electos arrastran un apoyo popular sonado.
En ese aspecto, el Presidente de Irán interviene como balanza de las instituciones no escogidas, aunque su peso de movimiento se encuentra reducido por la hechura parlamentaria, el poder judicial y el Líder Supremo. Aunque el Consejo de los Guardianes y el Líder Supremo perduran en la fuerza de veto, las elecciones habitualmente discurren limpias, con algunas anomalías claras. Póngase como ejemplo las Elecciones Presidenciales de 2009, en las que Mahmud Ahmadineyad (1956-67 años) fue ratificado en su puesto, pero se advierten denuncias de fraude electoral y la supeditada reclamación de millares de iraníes reivindicando la repetición de los comicios. Y si cabe, este trazado se intrinca mucho más, si se yuxtapone la Guardia Revolucionaria, un cuerpo militar autónomo con su marina y armada, así como agencias de información, fundaciones y empresas exclusivas. O lo que es lo mismo, no sujeto al resto del Ejército iraní y bajo el paraguas del Líder Supremo.
El producto de esta ecuación es un Estado al filo de lo imposible en el que unas cuantas facciones bregan por fiscalizar las diversas organizaciones, tanto en las praxis electorales como mediante confabulaciones en su interior. Con asiduidad los acuerdos políticos se invierten, a pesar de que prevalecen fuerzas políticas sensatas y por momentos se despliegan como alianzas, lo que desorienta recapitular la política interna iraní.
Llegados a este punto, los rotativos internacionales discrepan en Irán entre dos inclinaciones políticas. Primero, los ‘reformistas moderados’, seguidores de la apertura y una interlocución viable con Occidente; y, segundo, los ‘ultraconservadores’, chovinistas y enemigos a cualquier compromiso dado con Europa y Estados Unidos. Esta categorización es ambigua, no sólo por la indeterminación de los vocablos y el tiento de valor que encubren, sino porque reduce en demasía los enfoques de estos actores, cuyo galimatías ideológico queda empequeñecido al mínimo.
Es innegable que la política exterior se coarta a su labor primordial en los engranajes entre facciones, pero no es el único fundamento que reflexionar. La discriminación entre moderados y ultras replica objetivamente a las posiciones en cuanto a la astucia diplomática, pero no amasa las parcelaciones en cuanto al encargo económico o el aperturismo en razón de los derechos y libertades.
Ahmadineyad, presidente entre los años 2005 y 2013, era distinguido regularmente como ultraconservador por su elocuencia impulsiva antioccidental. Pese a todo, se convirtió en el primer conductor no vinculado al clero y salvaguardaba una mayor influencia del Estado en la economía, y en paralelo con su procedencia humilde y apego por la Guardia Revolucionaria y los desamparados de la guerra con Irak. Por ende, Akbar Hashemí Rafsanyaní (1934-2017) y Sayid Mohamed Jatamí (1943-80 años), presidentes entre los años 1989 y 1997 y 1997 y 2005, respectivamente, auspiciaron la chispa conductora con Occidente y se circunscribían en el plano de los moderados competentes, a pesar de hallarse en flancos ideológicos antagónicos.
Una identificación más concreta y neutra que permite intuir la política iraní, diversifica dos palancas. La primera, taxativamente iraní, equidistante en la legitimidad del poder, se enfoca desde la teocracia al republicanismo: los teócratas respaldan que la soberanía incurre en Dios y que el gobierno del alfaquí es un mandato divino que ha de ser protegido a toda costa; mientras que los republicanos sustentan que la legalidad del régimen incumbe al soporte popular, por lo que pretenden innovar las instituciones para regularizar la insatisfacción y dar mayor concurso a la ciudadanía. Y la segunda palanca, forma parte de la partición enraizada entre la izquierda y derecha: los primeros, secundan el arbitraje estatal en la economía y la redistribución de la riqueza; y los segundos, justifican la economía capitalista, el libre mercado y un Estado no intervencionista. La conclusión recae en cuatro ámbitos políticos: teócratas de derechas e izquierdas y republicanos de derechas e izquierdas.
La anterior segmentación es más teocrática que práctica, porque se trata de una codificación favorable para describir los contrafuertes de cada posición y situar algunas figuras trascendentes. Sin soslayar, que a lo largo y ancho de su trayectoria, los políticos iraníes viran continuamente de posición y las diversas facciones se unen u oponen en función del desenlace electoral o el contexto internacional imperante.
La derecha teocrática es notoria entre los mercados del bazar y el clero tradicional que abogó por la Revolución y la instauración de la República Islámica. Los procuradores más afamados de este proceder son el presidente del Parlamento iraní y la Asociación de Clérigos Combatientes, como escisión de la Sociedad del Clero Combatiente de orientación reformista. Y la izquierda teocrática, inseparable a los principios de la Revolución, pero con designios anticapitalistas, posee la horquilla de afiliados de la Guardia Revolucionaria, así como de clases menos auxiliadas en las urbes y comarcas. El integrante más señalado de esta facción es el expresidente Ahmadineyad y uno de los grupos que la constituyen con los Ayudantes de Hezbolá, una milicia paramilitar que aplaca las manifestaciones contra el régimen.
De modo, que la proyección paulatina de los autoproclamados ‘innovadores revolucionarios’, presagia un futuro superlativo para esta corriente.
La derecha republicana, concentrada en el alivio económico del régimen y su lanzamiento al comercio exterior, es manejada por el presidente Hasán Rohaní (1948-75 años), otro apoderado célebre de este frente político recae en el expresidente posrevolucionario Akbar Rafsanyaní. Este movimiento tiene el visto bueno de muchos empresarios y funcionarios de clase media, aparte de tecnócratas y ciudadanos que han recibido formación académica en Occidente.
En definitiva, la izquierda republicana, de predilecciones socialdemócratas, está nutrida por parte de las clases medias urbanas, estudiantes y grupos que abanderan los derechos de las mujeres.
El expresidente Mohamed Jatamí y el excandidato Mir-Hosein Musaví (1942-82 años), actualmente bajo reclusión domiciliaria por su actividad en primera fila de la Revolución del Parque de la Libertad, un enjambre de reprobaciones contra la presumible estafa electoral de 2009, son los emblemas preferentes de esta tendencia. Amén, que numerosos republicanos de izquierdas son parte integrante de la antítesis al régimen y no pueden colaborar en las elecciones. A diferencia de otros que son admitidos por el Consejo de los Guardianes y de alguna manera, cooptados y agregados a las organizaciones del régimen.
Ocasionalmente, organismos e individuos políticos con ideales no del todo conformes, convergen para escudar sus intereses comunes. Véase el envite del régimen iraní por lograr un pacto con las potencias occidentales, no fue una decisión personal del presidente Rohaní, sino que se trató de un acuerdo entre los republicanos de derechas y teócratas conservadores cercanos a Jamenei, que confiaban que el escenario económico nacional se enmendase con el levantamiento de las sanciones y así atenuar el peligro de las protestas.
Los principales opositores del acuerdo nuclear, aparte de algunos sectores intemperantes de la derecha clerical, son los integrantes de la izquierda teocrática, básicamente, los altos cargos de la Guardia Revolucionaria que ponen en entredicho cómo sus intereses económicos se ven intimidados por el entremetimiento extranjero, ya que las fundaciones que inspeccionan se benefician de un mercado sometido y no aguantarían la competencia exterior.
Rohaní, quiso operar y congraciarse con la derecha teocrática en un intervalo en el que el entorno económico y social de Irán eran susceptibles. En los inicios de 2018, alcanzó un acuerdo con el Presidente del Parlamento para conferir estabilización a su nuevo Gobierno. No obstante, comenzó a ver disminuido el aval de la izquierda republicana que había sido inseparable desde 2013.

“Pese a que Irán es el protagonista principal del Eje de la Resistencia, sería improcedente pensar que Teherán capitanea y arbitra a cada uno de sus aliados en una espiral indefinible de alianzas ad hoc”

Desde entonces, tanto los políticos como las fuerzas políticas de esta predisposición tratan de reajustarse de manera independiente, aunque sus probabilidades son reducidas, en vista del poder de veto del Consejo de los Guardianes sobre las propuestas. Mientras tanto, se encadenan las renuncias en el gabinete de Rohaní, quien en su día pretendió nombrar como nuevos ministros a tecnócratas próximos a la Guardia Revolucionaria. Todo ello, en un margen en el que las sanciones norteamericanas inquietaban a algunas de las fundaciones reprimidas por la Guardia Revolucionaria, y en la que el renombre de Rohaní estaba bajo los mínimos, al contemplarse profundos cambios y alianzas en el horizonte político iraní.
Fijándome brevemente en el clérigo ultraconservador y exjefe del poder judicial del recientemente fallecido Presidente de Irán desde el 5/VIII/2021, Ebrahim Raisi, éste no llegó a completar tres de los cuatro años que le correspondían en el mandato, habiendo sido confirmado en 2021 como nuevo Presidente por el Líder Supremo, el ayatolá Jamenei. Recuérdese al respecto, que tras la participación más escasa desde la Revolución, había vencido en las Elecciones con el 62% de las papeletas.
El Consejo de Guardianes únicamente permitió la participación de siete de los 592 aspirantes, facilitando la senda a Raisi, el preferido por el Líder Supremo. Los escollos se superpusieron a políticos conservadores, ultraconservadores y reformistas, como el expresidente Ahmadineyad, quien llamó a repeler los comicios.
Como ya he mencionado en líneas anteriores, la transmisión política iraní mezcla organismos autoritarios con aplicaciones democráticas, donde el Líder Supremo es la máxima autoridad política y religiosa. Ciertamente, es un cargo vitalicio, en consonancia al Jefe de Estado que sólo han ocupado el ayatolá Jomeiní, líder carismático de la Revolución Islámica y Jamenei, su sucesor desde 1989.
En consecuencia, la aldea global no se ramifica de manera irrefutable entre regímenes democráticos y dictaduras totalitarias. Evidentemente, Irán no satisface los patrones adecuados de lo que se sobreentiende una ‘democracia plena’, pero tampoco es un ‘régimen autocrático’ donde las Fuerzas Armadas o una familia real polarizan el poder, como es el caso específico de la República Árabe de Egipto o Arabia Saudita. La traza del Gobierno iraní, que concierta de forma excepcional instituciones autoritarias con métodos democráticos, es la derivación absoluta del equilibrio de fuerzas concéntricas tras la Revolución Islámica de 1979.
Es más, Irán forma parte de una fórmula política y militar distinguida como el Eje de la Resistencia en la que se encuentran Siria, Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica Palestina (YIP), compartiendo a ras del conector discursivo un dique de contención al imperialismo norteamericano y del que el Estado de Israel es una de las principales muestras de dicho imperialismo. Además, Irán aglutina sobre sus espaldas otros aliados como las Unidades Populares de Movilización o Hashd al-Shaabi en Irak y las milicias hutíes en Yemen. Y pese a que Irán es el protagonista principal del Eje de la Resistencia, sería improcedente pensar que Teherán capitanea y arbitra a cada uno de sus aliados en una espiral indefinible de alianzas ad hoc.
De este modo, el croquis del poder en Irán superpuesto al compás del servicio del régimen, la configuración institucional que dispensa importantes atribuciones al Líder Supremo, está dispuesta para inmovilizar cualquier rastro o indicio de alternativa existente.
Y es que en apenas veinte años, Irán pasó de ser el principal aliado de Estados Unidos en Oriente Próximo, a convertirse en uno de sus mayores adversarios enmarcado como el ‘Gran Satán’. Al incluirlo en el Eje del Mal junto a la República de Iraq, el Emirato Islámico de Afganistán o la República Popular Democrática de Corea, George W. Bush (1946-77 años), sombreaba y ennegrecía un país sofocado por ayatolás integristas acogedores del terrorismo.

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El gran juego de las potencias revisionistas con espectros regresivos https://elfarodeceuta.es/gran-juego-potencias-revisionistas-espectros-regresivos/ https://elfarodeceuta.es/gran-juego-potencias-revisionistas-espectros-regresivos/#respond Wed, 10 Jul 2024 02:15:14 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1072845 No son tiempos de bonanza, más bien podría decirse todo lo contrario y ante un año plagado de sucesos, no se divisa un horizonte en el que se esclarezcan los términos de un nuevo orden mundial establecido en reglas más estables y previsibles. Los antagonismos multipolares prosiguen deparando sobresaltos insospechados y suscitando crisis como las […]

La entrada El gran juego de las potencias revisionistas con espectros regresivos aparece primero en El Faro de Ceuta.

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No son tiempos de bonanza, más bien podría decirse todo lo contrario y ante un año plagado de sucesos, no se divisa un horizonte en el que se esclarezcan los términos de un nuevo orden mundial establecido en reglas más estables y previsibles. Los antagonismos multipolares prosiguen deparando sobresaltos insospechados y suscitando crisis como las de Ucrania o la Franja de Gaza.

Ciertamente, existen conflictos bélicos que no cambian nada, a diferencia de otros que lo echan todo a perder. Las dos Guerras Mundiales del siglo XX (1914-1918/1939-1945) son un ejemplo de alteraciones tan acentuadas como catastróficas. Si bien, la incursión de Ucrania (22/II/2022) por parte de la Federación de Rusia, aglutina todo el potencial realizable de ser una de esas conflagraciones que imprimen un antes y un después en el devenir de los acontecimientos. Si algunos llegaron a presuponer que la implosión del comunismo soviético conjeturaría la última etapa de esta parte de la Historia eclipsada, la Historia, valga la redundancia, está de regreso como un desquite encolerizado y embravecido.

En cambio, la invasión israelí de la Franja Gaza (27/X/2023), además del segundo frente abierto de la guerra de Ucrania, conforman las piezas de este puzle indeterminado para corroborar el envite crispado de instaurar un nuevo orden mundial. Además, el colapso entre autocracias en ascenso de las que habría que matizar la instantánea fulminante que cada vez son más impecables y armonizadas, en contraste con las democracias, en bajada y con la singularidad de ser más anómalas y atomizadas que en ningún otro tiempo, comienza a forjar un paisaje colmado de desconcierto.

Luego, las potencias revisionistas encabezadas por Rusia, la República Popular China y la República Islámica de Irán, junto con otros actores no estatales como la organización política y paramilitar palestina que se declara yihadista, nacionalista e islamista, Hamás, están prestas a tomar los riesgos necesarios sin temor a que las derivaciones de sus operaciones resulten funestas. En estos planes geopolíticos multipolares, la disuasión se disipa y la violencia se desvalora con la convicción de que la recompensa de su acometividad rebasa con creces los costos.

En otras palabras: en un universo azarosamente erosionado, la apología de la seguridad nacional o regional, prevalecen por encima de otras encomiendas multilaterales como el progreso global.

Con estos antecedentes preliminares, en medio de una progresiva fisura geopolítica, un acervo no menor de líderes políticos por medio de movimientos punzantes, se han erigido en propagandistas de un revisionismo que abandera la fluctuación internacional. Se trata de personas disruptivas que se valen del enorme vacío dejado por la diplomacia multilateral y del reinante desierto estratégico, para aplicar sus puntos de vistas nacionalistas.

Ahora bien, comparten una tesis en la que no concurre un orden internacional dado. Entonces en ese artificio hobbesiano es viable quebrantar lo acordado, tanteando aquellos compromisos que contemplan una dificultad añadida para la tarea de su posicionamiento indeciso de la soberanía. La circunferencia de los revisionistas prolifera, englobando regímenes supuestamente democráticos y directamente totalitarios. Fijémonos sucintamente en Xi Jinping (1953-70 años) o Vladímir Putin (1952-71 años), ambos no respetan los pactos ni los límites fronterizos; o Ucrania, amputada en una guerra de desgaste; o Hong Kong, que ha visto frustradas las libertades y derechos. Sin duda, en Moscú y Pekín el revisionismo nutre y aviva el nacionalismo puro y duro que reemplaza los valores democráticos e infunde las políticas exteriores.

Pero no menos dañino es el revisionismo de Jefes de Estado que han sido designados democráticamente, pero que con sus pericias y procedimientos fuera de tono integran un multiplicador no menor de desestabilización. Me refiero concisamente a quiénes estuvieron o continúan estando al frente de su país, como Donald Trump (1946-77 años), Recep Erdoğan (1954-70 años) o Boris Johnson (1964-59 años).

El ‘trumpismo’ es la condensación consumada, porque forma parte de un revisionismo que devasta el orden mundial que los Estados Unidos cimentó y a su vez muestra, junto con Erdoğan, el plantel de una ofensiva cultural con influjo internacional. El ataque cultural americano ha ‘racializado’ la campaña electoral. Y es que, la base trumpista, desconfía de las contradicciones de la demografía y comprende que esta es su última posibilidad. Trump sacude los recelos de una sociedad donde el 44% percibe que las relaciones interraciales son positivas.

Es tan cultural esta tendencia de la división de voto que únicamente así se interpreta la cruzada por las estatuas y monumentos, o se descifra el discurso del exmandatario estadounidense donde aseveró literalmente, que ”el caos es el resultado de décadas de adoctrinamiento de la izquierda en nuestras escuelas”, llegando a dar su palabra de que introduciría una Comisión Nacional para retratar “la verdadera historia”. La política exterior de Trump no es aislacionista, en verdad detesta el multilateralismo y es revisionista porque omite los compromisos con sus aliados, como los europeos. O séase, examina, coacciona y desbarata. Ese es su modus operandi.

Johnson, en su momento otro populista de derecha, removió el revisionismo como pocos en Europa. También le siguieron otras naciones como Polonia, donde se establecieron zonas liberadas con el rehúso de la tolerancia sexual; o Hungría, en la que el gobierno hace mención a la ‘Gran Hungría’ que se acabó con el desplome del Imperio Austro Húngaro y donde la administración de Víktor Orbán (1963-60 años) concede pasaportes a las minorías de connacionales que viven en los países que la acomodaron.

"Lo aquí sintetizado, forma parte del reacomodo en curso del orden mundial en sus distintas aristas, cuyo derrotero y alcance todavía no es perceptible"

Volviendo otra vez a Johnson, cuando por aquel entonces se encontraba a escasos meses de la disociación con la Unión Europea (UE), desechaba los Acuerdos rubricados con Bruselas. Resueltamente la figura del primer ministro británico no pretendía un soft Brexit, porque alimentó que “un no Acuerdo sería un buen resultado”. Y añadió al pie de la letra: “Es legal cualquier norma que suponga el incumplimiento de un Tratado Internacional, porque la soberanía está por encima”. O lo que es lo mismo: soberanismo a más no poder.

Definitivamente, el populismo de Erdoğan salió a flote. La aspiración turca reside en repeler y explorar los Tratados de Sèvres (10/VIII/1920) y Lausana (24/VII/1923), que comportaron la descomposición del Imperio Otomano. Erdoğan, asediado por una nefasta economía y el descalabro electoral que dejó Estambul a merced de sus opositores, sea como sea, busca expandirse.

Como sabido, Turquía ocupa zonas en la República Árabe Siria, se aproxima a la República Libanesa, está emplazado en la mitad del espacio territorial del Estado de Libia y delibera la soberanía de la República Helénica sobre algunas Islas valiosas en yacimientos gasíferos contiguas con sus aguas. En verdad, el espejismo de la ‘Gran Turquía’ es el de ser una superpotencia terrestre y marítima que maneje a su antojo el Mediterráneo Oriental, proyectándose desde el departamento que ella despliega en la República de Chipre. De esta forma, desmenuza el pasado y se encara con Europa, a quien desafía con liberar a los inmigrantes emplazados en su territorio como resultado de la guerra civil siria. Una imposición demográfica que inmoviliza a la Unión, ya que hasta la República Federal de Alemania se ve envuelta, porque allí permanece una importante minoría turca. Con lo cual, Erdoğan ha denotado el revisionismo turco en términos inapelables: “Turquía es lo suficientemente fuerte, económica, política y militarmente, como para destruir los mapas y documentos inmorales”. Una aportación considerable al ideal de política exterior revisionista que siembran no pocos estados.

Dicho esto, las víctimas del revisionismo habitualmente son los actores que hilvanaron una táctica sustentada en metodologías estáticas para garantizar sus intereses. Éstas corresponden a los países de Europa continental, aglutinados en la UE, más la amplia mayoría de los Estados del Sudeste Asiático y la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN).

Conjuntamente, es dificultoso perfilar quién saldría mejor favorecido de este escenario. Así como es factible que la generación de observadores activos de la política internacional ni siquiera puedan distinguirlo personalmente. Como del mismo modo, es presumible que el revisionismo sea el contenido principal del proceso histórico en el terreno de las conexiones internacionales.

No obstante, el estudio de las relaciones internacionales reconoce tres tipologías de actuación de los estados en relación con el orden internacional imperante. Primero, potencias con estatus permanente o statu quo; segundo, potencias revisionistas y, tercero, potencias revolucionarias. De hecho, es más fácil puntualizar estos modelos recurriendo al ejemplo del entorno que acompañó al preludio de la Segunda Guerra Mundial.

En aquel momento definido, las potencias del statu quo eran las principales ganadoras, Gran Bretaña y Francia y, a su vez, se encontraban satisfechas con el orden presente. El estilo revisionista era el representativo de Estados Unidos que igualmente incumbía a los dominantes, pero este último ambicionaba adjudicarse más a costa de los europeos.

Otro caso distinto plasma a Japón y Alemania, que acabaron tomando un porte subversivo de cara al orden internacional, ya que enteramente aguardaban echarlo abajo y levantar otro que compensara sus intereses y capacidades. En tanto, resulta complejo encajar a la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en algunos de estos rangos, pero su actitud hay que considerarla más bien revisionista, que enfocada al desgaste total.

En este momento es ilusorio localizar un estado que se marque como premisa prioritaria el derrumbe del orden mundial aflorado tras la Segunda Guerra Mundial. Digamos que ninguna de las potencias destacadas se siente escaldada en lo que atañe a sus intereses y valores básicos, ya que este conflicto bélico llevó a una realidad en la que ninguno de los actores de peso quedó al margen de la toma de decisiones principales.

Además, los que fueron revolucionarios vieron malogradas su soberanía como correctivo. Es decir, se solventó de raíz la cuestión de su abatimiento. Al igual que los esclavos del mundo antiguo no podían requerir el respeto de sus derechos, porque legítimamente se desenvolvían como instrumentos de trabajo y mano de obra barata.

Por lo tanto, tanto Alemania como Japón no pueden enojarse de que sus intereses queden supeditados a las deferencias estratégicas de otro actor. Después de 1945, no eran estados absolutamente soberanos y se les superponen reglas distintas. Mismamente, el hecho de que algunas potencias dispongan de armas nucleares, hace completamente baldío cualquier tentativa de emprender un ataque resolutivo contra el orden que normalmente respaldan. Incluso si un país como la República de la India desvariara y determinase combatir contra quienes dominan el mundo moderno, a duras penas aguantaría durante un tiempo comparativamente extenso.

Por lo demás, las potencias nucleares hegemónicas, así como actores regionales medios, no están plenamente satisfechos con el orden efectivo; trabajan por modificarlo y son revisionistas. Desde la configuración norteamericana, el orden internacional actual no es lo adecuadamente propicio, porque los criterios formales no evidencian su poder militar y económico. El debate sobre la necesidad de componer un ‘orden mundial basado en normas’, parece el más acreditado. En este caso, el revisionismo radica en la repulsa de la Carta de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y otros textos universales como andamiaje jurídico para los nexos entre los estados y la resolución de situaciones cuestionadas.

Para ser más preciso en lo fundamentado, precedentemente, Estados Unidos seduciendo con sus lógicas a algunos de los aliados, ya había pretendido supeditar a reconocimiento la suerte de reglas y normas vigentes. Para ello hay que remitirse a dos hechos explícitos: primero, el bombardeo de la antigua Yugoslavia (24-III-1999/10-VI-1999); y, segundo, la invasión de la República de Iraq (20-III-2003/1-V-2003). La suma de interposiciones militares materializadas tuvieron la peculiaridad de hacer caso omiso a las decisiones de la ONU, o en contra de la Asamblea General de la misma.

No menos incuestionable es el revisionismo de potencias como Rusia o el gigante asiático, ya que éstas se ensanchan a aquellos carices del orden internacional actualizado que están mejor perfilados para servir a los intereses propios de Estados Unidos y sus aliados occidentales: el sistema de la ONU, las formaciones financieras y económicas y las reglas del juego admitidas en la esfera de la seguridad mundial y regional.

Evidentemente, Rusia se atina en un peldaño más jugoso que su aliado chino, ya que para ella no se trata en sí de una materia de falta de control sobre parte de su espacio geográfico. Aunque Moscú se encuentra visiblemente insatisfecho con el orden mundial real, quiere retocarlo y encauzarlo en un sentido en el que sus intereses de seguridad y desarrollo estarían mejor asegurados.

"Si algunos llegaron a presuponer que la implosión del comunismo soviético conjeturaría la última etapa de esta parte de la Historia eclipsada, la Historia, valga la redundancia, está de regreso como un desquite encolerizado y embravecido"

Comúnmente, el entresijo del alcance del Sur Global en los ejes mundiales es de carácter revisionista, ya que gravita en sondear y remendar las reglas del juego en favor de los intereses de un grupo determinado de países, que anteriormente no disponían de los recursos internos y externos para proponer tal asunto.

Argumentando expresamente al político norteamericano de procedencia judeoalemán que tuvo gran preponderancia sobre la política, Henry Alfred Kissinger (1923-2023), puede señalarse que el revisionismo en el mundo moderno no es de naturaleza sustantiva, sino procedimental.

No se trata de que una potencia estime oportuno lograr algunos cambios fijados a su favor, sino que ante todo suspira por transformaciones de principio. El conocimiento histórico acumulado ratifica que los revisionistas siempre escapan ganadores a sus demandas, mientras que los rebeldes reciben laurales póstumos y las potencias permanentes perduran, pero ven frustrados sus propósitos.

Distingamos seguidamente algunas muestras concisas a modo de evidencias.

Primero, la Guerra de los Treinta Años (23-V-1618/24-X-1648) en Europa Central fue vencida por Francia y Suecia que no deseaban derribar a sus contrincantes, sino acortar su dominación; segundo, los protestantes alemanes resultaron ser la parte más dañada y el Imperio de los Habsburgo y España, que sostuvieron su estatus anterior, resistieron, aunque quedaron abatidos.

Tercero, la Francia agitadora de Napoleón Bonaparte (1769-1821) se consagró para que resultara una nueva adaptación del orden mundial; cuarto, Alemania y Japón cayeron para aplanar el acceso del poder de Estados Unidos y la Unión Soviética. En base a lo anterior, la URSS se vio inmersa en aguas turbulentas de desaparición después de que comenzara a escarbar el estatus permanente que había conquistado en la Segunda Guerra Mundial. Y quinto, los reformistas chinos de los sesenta analizaron la herencia revolucionaria de Mao Zedong (1893-1976) y acabaron arrollando.

Ahora, los mayores obstáculos en los sumarios mundiales lo advierten las entidades de estados que dispusieron su estrategia sobre la conservación del orden existente: en Occidente le concierne a la UE y en Oriente, el bloque económico de la ASEAN. En ambos procesos, el principio de la alineación de estos grupos y su lógica, no consienten una postura revisionista recia hacia el orden internacional, encaramando a impulsos de defender un statu quo que nadie precisa. Amén, que lo que hoy causa mayor desvelo es el destino y la visión de estas asociaciones, así como de los estados que han confiado en su desenvoltura nacional.

Sin embargo, no existen razones para especular que los cambios que se están originando vayan a ser inminentes y calamitosos: el revisionismo, por sus peculiaridades, no envuelve tendencias repentinas. Se advierte lo precavidos y circunspectos que se exhiben tanto Estados Unidos como Rusia ante la eventualidad de un avance de sus controversias en Europa del Este. Paralelamente, Estados Unidos y China desenvuelven un comedimiento minucioso y remedian superficialmente sus discordias sin enfilarlas a un choque directo.

El hecho de que miles de vidas humanas pueda ser el elevado coste del revisionismo es una desdicha inenarrable. Y en unas circunstancias en las que un conflicto es insostenible y disparatado, las objeciones entre numerosos actores conducidas a inspeccionar el orden internacional son significativas y sería considerablemente espinoso salvar estas muertes.

Finalmente, aunque no son pocos los que resaltan una ordenación entre superpotencias, fuerzas medias y estados pequeños y en la senda opuesta, los revisionistas, patrón este último que he tratado de desgranar en estas líneas, son identificados como potencias descontentas que maquinan debilitar las reglas de juego, pues ostentan una máxima predatoria a modo de una acción de hacer presa sus intenciones. Más bien, son personificados como actores imprudentes e impulsivos que suspiran por un ascenso incisivo y asumen actitudes resbaladizas e insurrectas.

En consecuencia, lo aquí sintetizado, forma parte del reacomodo en curso del orden mundial en sus distintas aristas, cuyo derrotero y alcance todavía no es perceptible. De ahí, que algunos analistas se interpelen si la era americana ha terminado y diserten sobre una aldea global sin potencia líder, evalúen el contexto reinante de desbarajuste común y vean la viabilidad de una incierta gran guerra. Al contrario, otros reflexionan que por algunas década más, si no es la totalidad del siglo actual, Estados Unidos continuará paladeando, aunque en decreciente, su condición de potencia omnipresente.

Pero una cuestión sí que es innegable, el orden liberal que durante la coyuntura unipolar disciplinó discretamente Estados Unidos a partir de 1992 en la mayor parte del Viejo Continente, se halla en stand by. En todo caso, la evolución de transición del orden mundial y regional que se emprendió allá por la década de los noventa, no parece haber concluido aún y en los tiempos que discurren resultaría temerario extraer algunas supuestas hipótesis.

De cualquier modo, en el presente siglo no se ha registrado siquiera un conato lo bastantemente poderoso como para contrapesar la supremacía de Estados Unidos. Pese a todo, otros elementos favorecieron la verticalidad afín de su liderazgo internacional: unos de signo económico, como el colapso del sistema financiero; otros, de índole doméstico, como la progresión rampante del nacionalismo y las corrientes antiglobalización y el despecho electoral, fusionado a las fisuras en las élites políticas.

Aunque no se confirma una sacudida de contrarresto internacional contra el hegemón, los anteriores ingredientes aminoraron el apoyo interno de la administración norteamericana. A la par, comenzaron a aparecer coacciones para que decreciese el alto precio de su activismo y se apartarse de sus compromisos. En una palabra: para que canalizase su soltura en un rumbo aislacionista.

Llegados a este punto, la órbita de los revisionistas a modo de líderes disruptivos con enfoques contraproducentes, se irradia por doquier, envolviendo a regímenes y protagonistas con la falacia de ser democráticos y totalitarios.

En definitiva, en conjunción con el apogeo de actores revisionistas que ansían la mutación del orden internacional reforzado tras la finalización de la Guerra Fría (1947-1991), ha predispuesto el regreso a la rivalidad de grandes potencias. El tablero contemporáneo se extracta por la brega impertérrita entre aquellos países que buscan salvaguardar el statu quo y coligados por lo general bajo el término de Occidente, y aquellos otros de rastro revisionistas que acorralan su alteración.

Sea como fuere, junto a tales potencias revisionistas, otros actores operan sagazmente tratando de agrandar su poder relativo, mediante el usufructo y astenia de los sistemas democráticos y las economías abiertas. Esta carrera de fondo sistémica se desenmascara como una de las señas determinantes del siglo XXI y, obviamente, prescribirá el orden internacional futuro.

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Si bien, lo que a posteriori se confirmó ser el caldo de cultivo para perpetrar incalculables atrocidades en masa materializadas por contendientes deseosos de exterminar a sus rivales ideológicos, cuando los generales Francisco Franco Bahamonde (1892-1975) y Emilio Mola Vidal (1887-1937) emprendieron una sublevación para desmantelar la Segunda República elegida democráticamente, las osadías de los rebeldes por espolear los disturbios militares se consiguieron parcialmente y ya no había vuelta atrás.
De este modo, en espacios rurales con imponente empaque político derechista, los aliados de Franco llevaron la iniciativa, contrayendo el poder e instituyendo en toda regla la ley marcial. En cambio, en otras zonas, mayormente en localidades con tradiciones políticas izquierdistas, las insurrecciones se atinaron con una fuerte obstrucción y se atemperaron frecuentemente. Toda vez, que algunos oficiales se mantuvieron fieles a la República y rechazaron sin complejos unirse al levantamiento.
Lo cierto es que durante las primeras jornadas del alzamiento, la República y los nacionalistas solicitaron apoyo militar extranjero. Así, en principio, Francia se comprometió a ayudar, pero pronto invalidó su oferta para perseguir una política de no intervención en la Guerra Civil Española (17-VII-1936/1-IV-1939). En paralelo, Gran Bretaña, rehusó el reclamado de cooperación. Amén, que desafiando un potencial fiasco, Franco no titubeó en conjurar la mediación de la Alemania nazi y la Italia fascista. Y gracias a este refuerzo exterior, la Historia de España teñida de sangre impondría su sentencia: trasladó por aire a las tropas de Marruecos a tierra firme para encadenar su consecuente ofensiva a Madrid.
El caso es que en el transcurso de los tres largos años que persistió el conflicto fratricida, Adolf Hitler (1889-1945) y Benito Mussolini (1883-1945) aportaron su granito de arena al Ejército Nacionalista, pero no ha de soslayarse de este escenario por instantes cruento y encarnizado, la contribución inconfundible de tropas nativas procedentes del Protectorado que por entonces España desempeñaba sobre una parte de Marruecos, con la conformidad implícita de las autoridades marroquíes y el férreo protagonismo en la hechura de dichos efectivos indígenas.
Con estas connotaciones preliminares, dada la recíproca empatía habida entre los insurgentes y el incipiente nacionalismo del Norte de África, era evidente que desde el primer momento los representantes marroquíes apostaron por ofrecer su respaldo a los agitadores. Y es que, a pesar de que el aval a los militares levantiscos no fuese unánime y se terciaran algunas capturas de componentes desafectos, las autoridades autóctonas congeniaron con los insubordinados de los que podían extraer mejor tajada, pues hay que recordar que no estaban en buena sintonía con los franceses, porque a la postre eran los causantes del cerco en cuanto a las perspectivas nacionalistas. Con lo cual, la República Española iba a convertirse en un suplemento añadido de esta estrategia.
Pero para ir encajando las piezas de este puzle, inicialmente se hizo cargo transitoriamente de la Alta Comisaría, Eduardo Sáenz de Buruaga y Polanco (1893-1964), que la cedió a Franco, quien reservó tal puesto y que a la sazón pasaría a erigirse en el Comandante de las Fuerzas Militares de Marruecos, así como del Ejército de Operaciones del Sur de España. Responsabilidad que mantuvo hasta ser nombrado Jefe del Gobierno del Estado (28/IX/1936), coyuntura en el que se determinó el final de la Administración Civil sobre Marruecos, al establecerse el ejercicio del Gobernador General de los Territorios del África Occidental Española. Para lo cual, se designó a Luis Orgaz Yoldi (1881-1946), mientras en la Península se implantó la Secretaría de Marruecos, directamente supeditada a la Junta del Estado que formaba el nuevo Gobierno.
Digamos que apresuradamente, la encomienda de Orgaz residió en coordinar la concurrencia de indígenas para arrimar el hombro a los rebeldes. Apenas apuntalado el levantamiento, se emprendió la movilización de voluntarios en las demarcaciones marroquíes estimulados por una soldada atrayente. Sea como fuere, en escasos meses se constituyeron cuatro tabores de los Grupos de Fuerzas Regulares Indígenas y de la Mehala, que a su vez, fueron trasladados a tierra peninsular, una vez se dominó el Estrecho de Gibraltar con el soporte aéreo germano e italiano y los nacionales repusieron el tránsito marítimo. Posteriormente, habrían de añadirse otros diez tabores de la Mehala, pero en esta ocasión resultaban del Cuerpo del Ejército Regular, dado que eran facciones originarias del Majzén. O séase, integrantes gubernamentales marroquíes.
Aun existiendo diversidad y disparidad de criterios en analistas e historiadores, se presume en poco más o menos, unos 75.000 efectivos en edades comprendidas entre los 15 y 50 años respectivamente, de los que una décima parte derivaban del sector del control francés, que finalmente acabarían alistándose a las órdenes del ejército español rebelde, para verse envueltos en el entresijo de una guerra nacional. Sin duda, es una aportación significativa, ya que nos estamos refiriendo al 7,5% de la urbe correspondiente a la zona regulada por España en Marruecos.
En opinión de diversos cronistas, esta captación nativa no habría resultado fructífera cuantitativamente, si no hubiese sido porque el Protectorado, con el procedimiento de la administración española, no había franqueado los inconvenientes económicos endémicos. Llámense la penuria agraria o el desempleo inmutable. De forma, que la contienda abierta al otro lado del continente europeo, era motivo de una crisis de ramificaciones inusitadas, pero en cierta medida las retribuciones ofrecidas a los combatientes marroquíes operaron de colchón sobre la quebradiza economía del Norte. Algo así como una irrigación de divisas extras, aunque no se impidió la indisposición de los servicios limitados de por sí y la inflación perjudicó a las finanzas locales.

"He aquí, el más puro estilo aberrante y fuera de toda moral militar engrasado con actos injustos, crueles y contrarios a cualquier orden jurídico, incluyéndose las órdenes más abominables de carácter depravado, mediante planes y consignas preestablecidas desde la estructura del poder nacionalista"

Dicho esto, el 18/VII/1936, se congregaban en el territorio del Protectorado español 40.000 sujetos, de los que unos 9.000 aproximadamente confluían de tropas nativas, con la singularidad que la orden dispuesta por la administración de la monarquía hubo de modificarse. Me explico: a los sistemas de Tabor o Brigada, Regimiento y Compañía, hubo de complementar una disposición más adaptable y acondicionada a los requerimientos logísticos de las operaciones que a corto plazo se presumían para el combate en la Península.
Para ser más preciso en lo fundamentado, teniendo en cuenta que se apropiaron a los contingentes de la milicia regular española, incluso se mecanizó a las unidades de Infantería o Caballería de los Regulares o Mías, forjadas para conducirse y ejercer vigilancia y recoger información por los sectores abruptos del Rif con cabalgaduras y mulos, ahora se las equipaba con vehículos ligeros.
Sin obviar el contexto reinante en tierras africanas, Orgaz acogió la visita del Comité de Acción Nacionalista, exponiendo que las autoridades fijadas en el plano del pronunciamiento, acatarían decididamente los pactos, pero prescindiendo de toda reivindicación de utilización de los recursos del Protectorado. Indudablemente, aquello vislumbraba un retroceso manifiesto en el talante español, así como de soltar la carga de los compromisos adquiridos sobre la región. Asimismo, se garantizaba la gentileza de los militares de observar las peticiones de los grupos nacionalistas y apuntó que continuaría impulsando la tarea emprendida de acomodamiento de los cuadros nativos propuestos para hacerse cargo de la gestión al concluir su mandato.
En otras palabras: los nacionalistas debieron sospechar que Franco y sus más acérrimos políticos, habiendo perdido cualquier posibilidad de compensación del Norte de África, contemplaban la imagen de España en África como un método incógnito de reciprocidad con Francia, que conducido por un Frente Popular, curiosamente era un aliado natural de la República.
Con lo cual, era factible que el grupo de militares africanistas fueran quiénes ajustasen las partes discordes a una cesión encubierta de su Protectorado a los nacionalistas locales, que en definitiva serían los aliados en el Sur del Estado instaurado en Burgos. De ahí, que el Jefe de este Comité pasase a hacer alarde de estrechos lazos con la Alta Comisaría, hasta el punto de allanar y vertebrar el enganche de tropas marroquíes con destino a la Península.
No obstante, la camarilla nacionalista no era un todo uniforme en sus ideas y menos aún desde que Abd el Krim (1882-1963) declarase y conformase en el imaginario el somero Estado rifeño, de dibujo enteramente republicano y como una opción al poder tradicional del Sultanato y la estampa europea, por lo que Franco optó por compenetrarse con los nacionalistas, aquellos que se apilaban cerca de las ínfulas de un estado soberano bajo el paraguas de la recurrente monarquía alauita.
Según y cómo, el trazado de fuerzas concéntricas era un tanto atrevido, por cuanto en el temperamento magrebí, el patrón monárquico sostenido en un cimiento religioso, era más eficaz que las frivolidades republicanas de los rifeños y los estudiosos europeizados. Al igual, que era una sugerencia vehemente, ya que en los militares españoles el deniego al republicanismo se barajaba como un signo de identidad condicionadora de sus impresiones políticas.
Por ende, existía una agudeza cómplice entre los sublevados y el Sultán, en base a que el Gobierno de la República y los gobernantes francos del Frente Popular, procuraron influir para contrapesar el entorno de superioridad de los activos subversivos en el Protectorado y la posición placentera que le servía el aporte de los nacionalistas marroquíes. Vistas las aguas revueltas, el Residente francés insinuó al Sultán Mohamed V (1909-1961) que censurara lo que se hacía de favor de los alzados en la Zona Jalifiana, aunque su postura sería más bien un alegato de anhelos independentistas, que el firme posicionamiento que aguardaban los frentes populistas.
A partir de esa irrisoria repulsa de reclutamiento de las turbas indígenas por parte de los nacionales, una representación de izquierdistas marroquíes se dirigió hasta Ginebra, al objeto de reunirse con los apoderados del Gobierno republicano frente a la Sociedad de Naciones, alentados por el patrocinio del discurso impreciso del Sultán y con el empeño de lograr que una junta nacionalista marroquí fuera acogida en la capital por el Presidente del Gobierno e ir tanteando el devenir de Marruecos.

colaboracion-maroto-guerra-civil-espanola-1En tanto, el Sultán daba la sensación de jugar con un as en la manga, pero con cautela, pues aun tolerando que los izquierdistas se mostrasen como voceros solícitos de su razonamiento independizado, ante Franco conservaba la pericia de una presunta facilitación de las levas, que con sus apariciones en las operaciones militares estaban alcanzando para él la soberanía sobre el Protectorado, ya que los nacionales quedaron implicados y en deuda con el apoyo marroquí.
Seccionada España en dos desde un punto de vista político, geográfico y militar, la comisión que marchó a Madrid con el encargo prioritario de ser portavoz del Sultán, depositó un breve anuncio en el que se solicitaba al Gobierno republicano que corroborase la independencia de Marruecos y dispusiese el establecimiento de un acuerdo bilateral. La réplica no se hizo esperar con su contundente plante a las exigencias de los nacionalistas magrebíes. Inmediatamente los marroquíes desencantados y con despecho ante el retraimiento de miras de la política hispana, viajaron a Barcelona donde los delegados de la Generalitat perceptivos a otras causas nacionalistas y con afanes de incrustarse en la política exterior como modo de justificar su calado político, se consagraron para afianzar su tesis y remitieron una delegación en un cara a cara con el Gobierno de Madrid. Una vez allí, los obstáculos venidos de la República se imponían sobre la sutil elocuencia antiimperialista, sin reparar de que se volcaba el frenesí progresista marroquí en los nacionales franquistas y la que en los revolucionarios habría de ser una fuente de suministro logístico imprescindible.
Con respecto al matiz anterior, hay que partir de la base que los contactos con Francia eran preferentes para el bando republicano y no cabía bajo ningún concepto tomar una decisión sobre Marruecos sin las concernientes consultas francesas. Y una hipotética revisión del Estatuto no era indispensablemente en la interpretación de otorgar al Marruecos español más libertad y autogobierno, porque en el Consejo de la Sociedad de Naciones se acordó con Gran Bretaña y Francia, un pacto de asistencia mutua que reconocía el derecho de paso de las fuerzas francas atravesando la Península para llegar a su Protectorado.
En verdad, la República trataba de atar cabos con algo que no tenía en su poder y lo que se atisbaba en la palestra: lucha de clases y enfrentamiento de nacionalismos opuestos, dictadura militar y democracia republicana, contrarrevolución y revolución, fascismo y comunismo. Siendo presumible y así lo debieron comprender británicos y franceses, que sin la determinación y sofoco del levantamiento, la República no entregaría a los europeos el Protectorado. Más aún, cuando los marroquíes quedaban en un segundo plano y éstos intuyeron que Franco, favorecido por Alemania e Italia, sería el que habría de meter baza para la cuestión. De ahí, que Gobierno del Sultán, allende a la evasiva diplomática, no desechase la colaboración expresa de sus súbditos en torno al bando sublevado.
Entretanto, tras los primeros meses del conflicto, las direcciones del Frente Popular trataron de incitar la rebelión de las cabilas rifeñas en contra de la autoridad que había constituido el Gobierno de Burgos, al conjeturar que el naufragio de la estrategia estuvo en el inadecuado plan con que se proyectó la realidad a los marroquíes, dado que se ignoró la ocasión de lograr un acuerdo con los nacionalistas, quienes pronto adivinaron el enfoque puntiagudo que los republicanos manejaban al asunto marroquí. A la par, los nacionales, más duchos en los temas locales, explotaron la peculiaridad autóctona para introducir en la zona un espacio acomodado a sus visiones, por cuanto las contrariedades en el Protectorado habrían significado un entorpecimiento en el intervalo de mayor ardor en la guerra, por lo excepcionalmente dramática y duradera que resultaba.
Definitivamente, además de las Divisiones Militares donde se impuso la rebelión, los cuerpos de élite del Ejército de África, como la Legión y los Regulares, intervinieron vivamente en la contienda junto al bando sublevado y en los que Franco pudo surtir su estructura militar de un elenco de componentes nativos.
Acto seguido al mandato de Orgaz que perduró como Alto Comisario hasta el primer trimestre de 1937, llegarían las servidumbres en la hoja de servicios de Juan Luis Beigbeder y Atienza (1888-1957), pudiéndose calificar de eficiente y habiendo ocupado el puesto de Delegado de Asuntos Indígenas, aprendió la lengua árabe y estableció lazos con las élites locales, ya que en circunstancias extraordinarias en que el núcleo duro del discurso era el descrédito a cualquier nacionalismo, la conformación de partidos y las nacionalidades sectoriales en el Protectorado vivificaron la plasmación de la Unidad marroquí y el Partido Reformista.
Si acaso, daba la impresión de que Beigbeder fraguaba la simulación de una etapa de optimismo para los alicientes nacionalistas marroquíes y en el que sobrevolaba una apología de los insurrectos y de su firme visual por la causa magrebí. Fríamente, Franco tenía mucho que avanzar con una retaguardia supuestamente complacida en el Protectorado y no debía amedrentarse ante Francia, que comenzaba a inquietarse más por sus aspiraciones en el Viejo Continente, que por su estancia en Marruecos.
Progresivamente, la Dirección de Franco abordó una política de acercamiento en los estados árabes. Quizás, para neutralizar por cuenta de sus socios del Eje, la labor franco-británica entre los agentes musulmanes. Llegados a este punto y en un intento por sintetizar las probables motivaciones de los marroquíes para enrolarse como mercenarios en el Ejército Nacional, se constatan diversas inclinaciones. Primero, la liberación del infortunio en que estaba inmerso el núcleo urbano como zona deprimida y la agricultura, puesto que la economía debilitada regularmente, se veía atenuada por las luchas de contrapartida contra cualquier dominación extranjera.

"Los sublevados no sólo rediseñaron el control de un suculento filón de efectivos humanos venidos del Imperio Jerifiano, sino que acordonaron un sector de la política exterior que sería de realce en los períodos de ostracismo diplomático al Régimen de Franco"

Segundo, la cooperación enmascarada con los díscolos de una parcela confesional islámica influyente, seguramente la más oficialista en cuanto a la legitimidad religiosa del Madhab malikí, para los que no fue dificultoso concebir un rescoldo pietista sobre la generosidad de la ayuda a los fieles de cara al bando republicano.
Tercero, el señuelo de un molde de nacionalismo propiamente marroquí que podría distinguirse como acicalado, tanto por los dirigentes españoles del lado republicano o nacional, como por el Sultán.
Cuarto, la incisión de la antítesis interna rifeña, que podía haber valorado que mejor que asociarse con los hispanos, con independencia de las predilecciones por alguna de las partes, la Guerra Civil era un excelente asidero para sacar provecho de las muchas carencias avispadas y lucrarse de beneplácitos políticos, e incluso restablecer la lucha para sacudirse el yugo colonial, aunque ya desterrado el galvanizador de la resistencia, Abd el Krim y castigados unos cuantos cabecillas cercanos a la República del Rif, aquello se exhibía como una alternativa temeraria y apocada al fracaso.
Quinto, haciendo un esfuerzo por improvisar la cosmovisión nativa al más puro estilo de tropa autóctona, en todo momento concurrió el apetito de resarcimiento o desquite. Si cabe, sobre un objeto indeterminado que hacía sugestivo para este colectivo cabileño la oportunidad, con total impunidad, marchar a la Península para liquidar españoles, pertenecieran al bando que fuesen.
Y sexto, otras las razones residió en que una vez concentrados y dispuestos en las unidades franquistas, muchos traicionaron con el abandono repentino a retaguardia y lo hacían por lógicas particulares más que ideológicas, ya que valiéndose de la artificiosa artimaña de la incorporación a filas para salvar el Estrecho de Gibraltar, su ambición de salir a flote discurría por establecerse en España como comerciantes o convertirse en vivanderos que seguían el rastro de las columnas militares para venderles artículos como tabaco, cerillas, café, etc.
Y como colofón a lo retratado en esta exposición, los combatientes indígenas que acabaron recalando a merced de Franco, jugaron un papel explícito en el grueso de las incursiones. Su distinción siempre belicosa y desalmada, sumado a su proverbial desconsideración tanto por su vida como por la ajena, concretaron las secuencias de un arma propagandística mortífera contra la moral de los seguidores republicanos. Primero, como milicianos y más tarde, como miembros del Ejército Popular.
Finalmente, tras la consecución de la subversión y en la que la internacionalización del conflicto lo convirtió en una disputa entre fascismo y democracia en toda Europa, los nacionales tuvieron buenas conexiones con el Norte de África, constituyéndose en una palanca de la política exterior, puesto que la contribución entre los incentivos del franquismo en las jornadas previas de la conflagración y el nacionalismo monárquico marroquí, habían entretejido cierta peripecia de confabulación política.
Y más aún, cuando las luces y sombras de la República con la región africana salieron a flote, ya que no atendió la propuesta de los nacionalistas republicanos auspiciados por los catalanes y se prefirieron las reivindicaciones de los franceses a una estrategia específica de la zona.
En consecuencia, con la orientación convenida a la gestión del Protectorado español sobre Marruecos, los sublevados no sólo rediseñaron el control de un suculento filón de efectivos humanos venidos del Imperio Jerifiano, sino que acordonaron un sector de la política exterior que sería de realce en los períodos de ostracismo diplomático al Régimen de Franco. Y en la otra cara de la moneda, los marroquíes infundieron un nuevo estado de elementos en el teatro de operaciones colonial sobre la zona sujeta a protección. Sería disparatado indicar con espontaneidad, que ciertamente regatearon su independencia con la participación en el conflicto bélico español. Sin embargo, este panorama puso en bandeja la coartada franquista de desaliño del Estatuto del Protectorado, que enmascaró su incompetencia para enfrentar la trastienda nacionalista y descolonizadora.
Ni que decir tiene, que el Generalísimo de los Ejércitos y sus más inseparables compinches en la política exterior, al menos durante los trechos subsiguientes a la guerra, enfundaron la voluntad incisiva de asentar un Imperio Colonial sobre el Magreb a costa de la extenuación franca. Luego, parece incuestionable que la configuración de las Fuerzas Indígenas durante el lance hispano, incluso la efectividad en la región de ese número considerable de ex combatientes nativos adiestrados en la Península, hubiera hecho inalcanzable una prolongación en el Norte de África sobre los presupuestos políticos precedentes.
De cualquier manera, no ha de omitirse de este marco, el ingrediente mordiente de las tropas extranjeras como parte preponderante en el diseño de la instantánea política e imaginativa que Franco tuvo de sí mismo y de sus militares. Dado que el acatamiento infundado de los grupos magrebíes sustentó el prototipo franquista, puesto que no en escasos momentos se refirió al modelo de autoridad tanteado a los nativos en el Protectorado como el arquetipo del mando natural, fijado en el principio de ‘obediencia debida ciega’ a las consignas y mando propugnado y encaminado por el excesivo pragmatismo y la severidad calculadora.
He aquí, el más puro estilo aberrante y fuera de toda moral militar engrasado con actos injustos, crueles y contrarios a cualquier orden jurídico, incluyéndose las órdenes más abominables de carácter depravado, mediante planes y consignas preestablecidas desde la estructura del poder nacionalista. De forma, que con individuos netamente anárquicos y rebeldes, predisposiciones solapadas y constantemente furtivas y con pretensiones de sacudirse el polvo de la atadura colonial, no sólo se unieron en cantidad importantes sumas de soldados venidos de Marruecos, sino que ataviaron ingeniosamente al franquismo con el modus operandi de interpretar una guerra siempre inclinada para el bando sublevado y a los que le asistieron en su escalada de influencia particular, fingiendo sumisión al poder militar.

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La creciente militarización ante las convulsiones latinoamericanas https://elfarodeceuta.es/creciente-militarizacion-convulsiones-latinoamericanas/ https://elfarodeceuta.es/creciente-militarizacion-convulsiones-latinoamericanas/#respond Wed, 03 Jul 2024 02:10:42 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1070360 Tras la finalización de la Guerra Fría (1947-1991) y una extensa etapa de afianzamiento del modelo neoliberal en torno a la aldea global, América Latina se ha venido convirtiendo en un espacio donde se traslucen las mayores objeciones de este patrón. Un combinado entre desarrollo económico y ensanchamiento comercial. O séase, desigualdad y elevadas cotas […]

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Tras la finalización de la Guerra Fría (1947-1991) y una extensa etapa de afianzamiento del modelo neoliberal en torno a la aldea global, América Latina se ha venido convirtiendo en un espacio donde se traslucen las mayores objeciones de este patrón. Un combinado entre desarrollo económico y ensanchamiento comercial. O séase, desigualdad y elevadas cotas de violencia. Por lo tanto, referirse a un proceso progresivo de militarización, es exponer el escenario sociopolítico que subyace, más aún cuando este continente lleva a remolque una resonancia dañina en cuanto a su estabilidad y seguridad.
En Latinoamérica se está gestando una carrera de transformación política respecto a su pasado más reciente. Tal es así, que es la zona en la que se originan más vaivenes de regímenes conservadores y dictaduras militares hacia democracias más representativas. Tómense como ejemplos los casos concretos de países como Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Venezuela y Uruguay, donde se han reconocido saltos políticos cualitativos de verdadera transformación social, desencadenados por importantes movilizaciones populares que han despejado procesos políticos democráticos con aportación de la ciudadanía. Sin duda, progresos que abren las expectativas a vencer la pobreza en la que se encontraban sumidos estos estados.
Sobraría mencionar en el prólogo de esta disertación que América Latina y el Caribe conforman una extensión depositaria de recursos naturales de enorme valor, evidentemente, deseables para la mejora económica de actores con gran atribución comercial e industrial como son Estados Unidos y China.
Demarcaciones que compiten en la comarca, la primera, por perdurar tras un talente secular y la segunda, que brega por irrumpir en la misma. Ambas y desde distintas configuraciones, contemplan a Latinoamérica como un territorio crucial a controlar para desplegar sus acciones y donde la bipolaridad del período de la Guerra Fría dio paso a una supuesta multipolaridad en las conexiones internacionales.
Algunos datos sucintos que ayuden a clarificar el contexto desgranado, América Latina y el Caribe con el 12% de la superficie terrestre en su conjunto y el 8% de la urbe mundial, aglutinan aproximadamente el 27% del agua dulce del planeta, aunque poco más o menos, un tercio de los habitantes del territorio está todavía falto de acceso al agua potable y una proporción cercana no cuenta en pleno siglo XXI con servicios de alcantarillado y desagüe de agua potable.
Al mismo tiempo, se encuentra el 11% de las reservas mundiales de petróleo y se obtiene cerca del 15% del crudo que se extrae. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la región abarca el 40% de las especies vegetales y animales y también se valora ser acreedora de la más alta biodiversidad en flora y fauna.
A pesar de que en nuestros días estos recursos no son tanteados como un propósito prioritario por las grandes potencias, quienes advierten especialmente en esta región un productor de manufacturas y un opulento mercado de millones de consumidores, sí que han distinguido este departamento como fundamental para su política exterior.
En este paisaje irresoluto al otro lado de las aguas atlánticas, la manifestación de adquisiciones monumentales de armamento con una ampliación apabullante del 150% en los últimos trechos, así como el incremento elocuente de la cantidad de integrantes militares o los movimientos y ejercicios de maniobras entre otras de las muchas muestras de los visos de la militarización, han forjado una veta de fluctuaciones e inquietudes, aun no apareciendo a nivel regional colisiones o conflictos.
Obviamente, la ostensible dominación de los Estados Unidos de América en la zona, ha dado origen a la disposición de otros actores emergentes como China, Rusia o Brasil, que fusionado a los procesos de unidad regional entre gobiernos secundados en movimientos populares democratizadores, dejan entrever un curso de mayor multilateralismo, así como más solidez macroeconómica y de buena actuación del comercio exterior. Pero, a su vez, se perpetúan numerosas dificultades apuntaladas en componentes estructurales que dificultan a más no poder el estirón económico y benefician la agravación de la pobreza, como la indebida adjudicación de los ingresos, la corrupción de los funcionarios y la intrusión del personal militar en las cuestiones internas, a lo que se incluye la interposición norteamericana ilimitada.

"La militarización en América Latina destapa del frasco de las esencias el fiasco de las democracias y los expertos vislumbran en ello un ascenso descomedido y exponencial de esta tendencia por el cerco contra las drogas"

Con estos mimbres, al referirme a la militarización dentro del relato latinoamericano, es traer a cuento las incontables operaciones y acometimientos militares realizados por Estados Unidos en casi la totalidad de los estados del continente americano. Como asimismo, del peso en la balanza que los militares han protagonizado en el aspecto político interno mediante golpes de Estado o asentando dictaduras militares. Si bien, como no podía ser de otra manera, la militarización interna que las administraciones plasman y que en los últimos años adquieren proporciones sustanciales.
Esta militarización procede de dos sujetos distintos. Primero, la gravitación exclusiva que los militares aún inyectan en las políticas internas y que supone prerrogativas que los convierte en un recurso efectivo que limita y retiene la política de los gobiernos. Y segundo, desenmascara los presupuestos diseñados de defensa que en los últimos años han crecido de modo acelerado.
Dicho esto, la intensificación del coste militar se ha transcrito en una mejoría de los aparatos de las Fuerzas Armadas y esencialmente, en compras de armamento, hasta el punto, de que América Latina es uno de los lugares dónde llega más armas y pertrechos, que entorpece el avance y abre la vía a presiones y probables laberintos.
De ahí, que una consideración frecuentemente arrinconada y que es aprobada de modo extensivo, es que el instrumento de recursos prescritos al gasto militar es una inversión conveniente en términos de solvencia económica. Me explico: desdichadamente este es un enfoque compartido tanto desde el contorno político conservador, como de la izquierda.
Lo cierto es, que la ocupación del Gobierno en algunos estados de América Latina de influencias sociales de izquierdas con proyectos para enfrentar transformaciones sociales que lidien la pobreza y las divergencias, ha ido seguido de un potente aumento de la inversión militar. Para ello hay que echar un vistazo a estados como Chile, Ecuador, Brasil y Venezuela, a diferencia de Uruguay, Bolivia y Paraguay, donde se ha notado con menos incidencia la variable del gasto militar.
La voracidad del renglón militar, valga la redundancia, problematiza la ampliación de la economía productiva, porque causa endeudamiento público que por sí mismo produce inflación. Y del mismo modo, no reproduce ninguna clase de ganancia en las arcas públicas.
Por ende, imposibilita que bienes de capital reservados a la parcela militar resulten al civil, desbaratando la adquisición de economías de escala en la economía productiva. Amén, que estas materias son mayormente sensibles en el calado de los estados no industrializados y debilitados, por un argumento de ‘costes de oportunidad’, puesto que una parte de los recursos que deberían asignarse al desarrollo humano de la población, se aprestan a una esfera ineficaz. Además, como antes he citado, auspicia el desenvolvimiento de potenciales conflictos armados.
Adentrándome brevemente en el entresijo del comercio de armas en América Latina, en el conjunto global de las obtenciones de armas en esta región, significa nada más y nada menos, que el 14% sobre el total. Y de este incremento considerable hay que hacer referencia que en América Central las compras son bastante más comedidas.
Como es sabido, los principales vendedores y en el fondo los remitentes de armas son Estados Unidos, a los que le sigue la Unión Europea (UE), Rusia y China. Y examinando por encima los países receptores de armamento, se hace constar que Estados Unidos es el principal proveedor de armamento de Brasil, Chile, Argentina, Colombia, Perú y México. En otras palabras: naciones que han sido o son aliados de Estados Unidos.
En contraste, Venezuela, país totalmente contrapuesto a la política exterior estadounidense, se aprovisiona de armas fundamentalmente procedentes de Rusia y en menor número de China. Pese a que a diferencia de Estados Unidos, tanto el gigante asiático como la Unión y Rusia, no esconden suspicacias ideológicas y exportan armas al resto de estados de la zona por igual, sin distinguir los criterios políticos.
A resultas de todo ello, en la UE existe un Código de Conducta que codifica los envíos de armas y que se compone de ocho medidas que prefijan el protocolo de conceder o no las remesas de armas a territorios cuando confluyen en éstos conflagraciones, incumplimientos de los derechos humanos, así como un elevado riesgo de desestabilización interna o de militarismo.
Este reglamento tuvo su secuencia en la admisión de una ‘posición común’, una fórmula que sistematiza el comercio de armas occidentales, pero que deja a merced de los estados miembros la administración de la política comunitaria de inspección de las exportaciones de armamento.

colaboracion-maroto-militarizacion-convulsiones-latinoamericanas-2Como ejemplo perceptible, se han exportado armas a Colombia, nación que amasa el caldo de cultivo para apear la venta de armas, puesto que persiste un conflicto interno con pequeños focos de guerra civil que enfrenta al estado con círculos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), al igual que se observan serios atropellos de los derechos humanos por las partes desafiadas y grupos paramilitares, una aguda progresión de militarización y el avispero de una desestabilización regional con relación a Ecuador y Venezuela.
Igualmente, las ventas de armas a Venezuela son improcedentes por el motivo de que obtiene grandes sumas de armamento que configura, de facto, una militarización social, y porque este país como Colombia, arrastran incontrastables rupturas políticas que han supuesto una carrera armamentística en toda regla.
Entre los numerosos y diversos indicadores que pueden analizarse para limar cualquier aspereza de militarización y aquellos que plantean un vislumbre de la violencia personal y la vulnerabilidad interna que padecen los individuos en América Latina, lo concretan abreviadamente:
Primero, los registros de estados fallidos que evalúa la facultad de las administraciones para ofrecer seguridad interior y exterior a sus ciudadanos; segundo, los índices de paz global que lo compara aplicando indicadores de militarismo asociados con muestras de desarrollo; tercero, señal de apreciación de la corrupción que verifica la depravación interna de los países, tanto de las entidades privadas como de los organismos públicos; cuarto, el rango de los derechos humanos mediante las violaciones de los mismos en el interior de los estados; quinto, el indicio de conflictos armados que revela los inconvenientes reinantes, la persistencia y las víctimas que apareja, como los desplazados internos de la población; y sexto, el grado de arbitrariedad con que intervienen los asaltantes, bandas y mafias de delincuencia organizada.
A su vez, para precisar con rigor la acentuación de la militarización, los analistas se inclinan por indicadores manejados por otros organismos como la inversión militar, la comercialización de armamento, la cifra de las Fuerzas Armadas estatales por habitantes y las no estatales. Teniendo en cuenta la notoria supremacía militar de Estados Unidos en la vertiente económica, se ha venido cimentando otro bloque de estados emergentes que coaccionan la hegemonía y el control del orden mundial por parte del coloso estadounidense. Indiscutiblemente, América Latina no da la espalda a esta suerte de reordenamiento comercial.
Así, este reordenamiento se ha moldeado tras la acrobacia de China como superpotencia comercial; al igual que Brasil, como gran operario de manufacturas y cabeza regional; e India, como gran consumidor y mercado emergente; y como no, Rusia, aún con su incontestable omnipotencia militar y energética y la guerra que mantiene con Ucrania. Sin soslayar, que este impulso económico va cogido de la mano de una ramificación en la capacidad militar de estos actores.
Ligados, los estados antes nombrados totalizan el 15% del gasto militar general y proyectan un posicionamiento primordial de las economías y de sus vínculos políticos con el exterior. Simultáneamente, estas fuerzas a modo de potencias, con China al frente, han ampliado copiosamente su auge militar y la demanda de su armamento con los estados de Latinoamérica. Un modelo de ello delata las ventas de Rusia a Venezuela, las compraventas de Brasil con Ecuador y Colombia, o el pausado, pero pronunciado ascenso de la cooperación militar de China con Venezuela, Perú y Bolivia.
Toda vez, que aun no ensamblando una fuerza concéntrica que rivalice con la preponderancia de Estados Unidos, en el continente americano es incuestionable que en la indagación de recursos energéticos y materias primas, estas naciones agigantan su representación política y económica.
Previsiblemente, exploran unas conexiones más harmónicas con las distintas administraciones pero, sobre todo, se erigen en equilibradoras de la superioridad todavía irrebatible de Estados Unidos.
Tal vez, el conflicto más ambicioso que podría perturbar la región emana de Colombia, por la aludida competición con Venezuela y en menor margen, con Ecuador. Pero, sobre todo, por el protagonismo de Estados Unidos por medio de las bases e instalaciones militares que posee. Según expuso literalmente un documento oficial del Departamento de la Fuerza Aérea del Departamento de Defensa de Estados Unidos, le “garantiza llevar a cabo operaciones en el espectro completo de América del Sur”.

"Las derivaciones demoledoras del trazado político, económico y cultural que se concatenan, se integran con las secuelas sociales del neoliberalismo"

Esto corrobora las conjeturas resueltas por los Gobiernos de Venezuela y Ecuador, sobre un pacto que juzgaba una provocación a su soberanía y que vendría a acrecentar las diversas rigideces presentes entre Colombia y los países antes señalados, tras los movimientos ejecutados por el ejército colombiano, o las inculpaciones del entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez (1952-71 años), a la dirección del entonces presidente Hugo Chávez Frías (1954-2013), de posibilitar apoyo y armamento a las guerrillas que conspiraban dentro de Colombia.
Recuérdese el tratado bilateral de 2010 entre Estados Unidos y Perú, mediante el que se autorizaba el acceso de la IV Flota estadounidense en los puertos peruanos. Aquí radica una de las amenazas: que todo se comprima a un agravamiento de la militarización en la zona. O lo que es igual, mayor cupo de armas, más empaque y libertad de acción para las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en Perú y Colombia.
Tales vicisitudes pueden ser únicamente contempladas por los estados más contiguos como una intromisión en materias regionales y una agresión, puesto que desde las infraestructuras colombianas y los puertos peruanos, el Pentágono no sólo supeditaría a inspección el narcotráfico y un presumible terrorismo, sino de la misma manera, toda la región, convirtiéndose en una advertencia para la seguridad de Bolivia, Ecuador y Venezuela, los estados más discrepantes a la política exterior americana.
La paz, sin más, no se alcanza aislando el riesgo de una deflagración de conflictos bélicos, sino también aplacando las violencias culturales y estructurales. Estos ímpetus alimentan en América Latina un fuerte arraigo y sentencian a las urbes del continente a la pobreza. Los amagos que sostienen los territorios de la región latinoamericana, radican en la carencia de seguridad humana, fruto de la postergación en el desarrollo humano con destellos a los mínimos de escolarización y sanidad, que unidos con los índices referidos de corrupción, violencias internas y exigua defensa de los derechos humanos, encasillan este marco en una realidad de inseguridad constante.
Si a dichos déficits se yuxtaponen las cuantías de un militarismo interno que asciende de manera apresurada, puede aseverarse que América Latina experimenta un entorno social bastante espinoso.
Llegados hasta aquí, no deja de chocar que los costes en materia de defensa sean tan altos, mientras se desatienden otros espacios de atracción pública y que continúen omitiéndose los orígenes de inseguridad en la zona, como la multiplicación de grupos que se aprovechan del contexto de militarización. Para encarar las diferencias en América Latina se requieren recursos. Y consagrar una parte significativa de las economías al goteo armamentístico, es dilapidar y avivar un militarismo que transita en detrimento del irremisible desarrollo humano. A la vez, puede provocar enemistades y empujar a innumerables conflictos.
Por el contrario, la disminución de los presupuestos militares, como el recorte de las adquisiciones de armas y de las Fuerzas Armadas, influiría en reducir las tensiones y asentar recetas de confianza entre los estados de la comarca. A ciencia cierta, al valorar las debilidades y fortalezas, es viable compartir la seguridad haciendo que sea mucho más asequible que armarse hasta los dientes.
En definitiva, es ahuyentar el trance de los conflictos, liberar recursos para el progreso humano de la población y contribuir en el reajuste de las desproporciones para conquistar una sociedad más equilibrada.
En consecuencia, los procesos de militarización que América Latina digiere, no suceden de modo distante, sino que se libran en el plantel contraproducente de los diversos formatos de una crisis de signo civilizatorio. Las derivaciones demoledoras del trazado político, económico y cultural que se concatenan, se integran con las secuelas sociales del neoliberalismo, pero en la que ha sido demandante el llamamiento de contendientes internos para que los países acometan misiones belicosas e implacables contra sus ciudadanos.
Además de ello, por lo que simboliza para Estados Unidos en términos geoestratégicos, ha sido un escenario de experimento para la culminación de diversas variantes de la guerra irregular, en las que se introduce la movilización contra las drogas y la campaña contrainsurgente. Esto ha viabilizado la injerencia de las Fuerzas de Operaciones Especiales estadounidenses, incluso antes de que en los inicios del siglo XXI este prototipo de acercamientos se extendieran con posterioridad a la proyección de las operaciones bélicas en Oriente Próximo.
Pero por encima de todo, la caracterización distintiva del militarismo y la militarización con las instituciones castrenses de los países de América Latina, nos permite dar cuenta del modus operandi que perdura en diversos situaciones y demarcaciones de la zona. Quedando condicionados los puntos de vista que explican la práctica de acudir a los cuerpos militares, al objeto del desenredo de altercados y forcejeos en torno a la normalidad pública, o proteger las condiciones mínimas de seguridad ante una inminencia del orden instituido. Tampoco dispensa de manera particular ni concluyente a la causa la aceptación de modelos, nociones, teorías o procedimientos en labores de naturaleza civil, entre ellas, la seguridad pública.
Igualmente, resulta complejo limitar la estimación del gasto en armamento, como la proporción o integridad de personal de los países destinados a menesteres militares, o la ampliación y sofisticación de las instalaciones y servicios básicos y el avituallamiento de las instituciones castrenses.
Finalmente, la militarización en América Latina destapa del frasco de las esencias el fiasco de las democracias y los expertos vislumbran en ello un ascenso descomedido y exponencial de esta tendencia por el cerco contra las drogas. Y en vista de la recesión democrática imperante, no es posible darnos el lujo de desdeñar la militarización gradual de las sociedades latinoamericanas, que justamente encaja con algunas predisposiciones intransigentes en otros lugares del globo.

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Aquel ignoto territorio donde las potencias europeas definían su destino https://elfarodeceuta.es/ignoto-territorio-donde-potencias-europeas-definian-destino/ Fri, 28 Jun 2024 02:09:55 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1068087 A pesar de la proximidad con esta ingente y antigua plataforma continental maciza y compacta, hendida por voluminosos ríos y parca en penínsulas y habiendo sido el mayor Imperio del mundo moderno, los vínculos de España con los territorios africanos ha sido reducido, en similitud con la de otras metrópolis europeas. Y es que para […]

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A pesar de la proximidad con esta ingente y antigua plataforma continental maciza y compacta, hendida por voluminosos ríos y parca en penínsulas y habiendo sido el mayor Imperio del mundo moderno, los vínculos de España con los territorios africanos ha sido reducido, en similitud con la de otras metrópolis europeas. Y es que para comprender este supuesto vacío, irremisiblemente hay que ensamblar la conquista, el descubrimiento y la colonización de América en los ocasos del siglo XV, aupando a España en la cabecera de este Imperio de Ultramar de dimensiones terrestres jamás rebasadas.
Lo cierto es que mientras esto trascendía, los contrapesos de poder en el Viejo Continente habría su senda a otros actores que merodeaban con recelo por sus intereses. Desde entonces, en la palestra internacional dos coyunturas dispusieron los engranajes entre los Estados. Por un lado, este fenómeno inquietó a España de modo directo y tuvo que ver con el incremento de países que ambicionaban ser potencias hegemónicas y emergentes, como los Estados Unidos de América. Y por otro, se concentró en la incrustación de un nuevo orden mundial en torno al continente africano y del que España a primera vista quedó relegada.
Así, en este contexto inconsistente las debilidades de España en el concierto global, daban pruebas evidentes de colapso y extenuación, obstinada en conservar sus enclaves coloniales y en las que las agitaciones independentistas hacían resonancia a más no poder. Cuando las armadas americanas acometieron Filipinas y Cuba en las batallas navales de Cavite (I/V/1898) y Santiago de Cuba (3/VII/1898), respectivamente, el Imperio de Ultramar se descompuso.
Poco más tarde, se abatieron Puerto Rico y la Isla de Guam y las últimas fortificaciones se vendieron al II Imperio Alemán, como los archipiélagos de las Islas Carolinas, Palao y Marianas (12/II/1899). Y en el horizonte de lo que habría de venir, se cernía una crisis en toda regla que eclipsó a la omnipresente nación española y fustigó el cuestionamiento de sus visos políticos, sociales y culturales, hasta llevarla a la decadencia. Con ello, afloraron el regeneracionismo y un grupo de literatos sensibilizados y críticos con su patria que fueron designados por la Historia como la ‘Generación del 98’.
Conviene matizar que esta tendencia ideológica pretendía enderezar el declive que envuelve a España, diversificando la aludida ‘Generación del 98’ con la que se suele involucrar. Si bien, ambas predisposiciones reflejan el mismo sentir desalentado y consternado sobre España, los regeneracionistas lo causan de manera menos intrínseca. Mientras que el elenco de escritores, ensayistas y poetas profundamente afectados, lo hacen en forma más personal, artística y retórica a través de la literatura.
Dicho esto, en tanto a España no le quedaba otra que hacerse atrás en el escenario internacional tras el cataclismo de 1898, las potencias europeas avanzaban en su ímpetu expansionista y determinaban sus acomodos alrededor de África y Asia. Amén, que el continente africano había estado postergado y únicamente el Norte, por su aproximación impertérrita con las aguas del Mediterráneo, había formado parte del memorándum europeo desde tiempos antiquísimos.
En otras palabras: España se hallaba en una situación quebradiza con relación a sus vecinos, pero aun así, consiguió un área de influencia en el Norte de África y Guinea Ecuatorial, debido entre otros motivos, a su legado de antaño como identidad imperial, más la inmediación histórica y física con estos lugares específicos, pero fundamentalmente, por los intereses de las naciones pujantes que bregaban por conquistar una estabilización en la adquisición de otros territorios. Obviamente, me refiero a Francia y Gran Bretaña.
En principio, para la capital de España la adjudicación viable de diversas regiones de África no se contempló como un componente primordial de su política internacional, debido a que los intereses de la metrópoli continuaban inalterables en las demarcaciones de Ultramar. Por ende, no se enfocaría más lejos de la conservación y protección de las plazas que atesoraba en el Norte.
Más adelante, cuando el Imperio Español acabó por tacharse de las latitudes como el ‘invencible’, los anhelos de la Monarquía y la clase política se encomendaron en África y sería cuando se inmortalizaron los acercamientos poseídos en el pasado con estas tierras, al objeto de habilitar una posible puerta de admisión. Pero las circunscripciones se procuraron en virtud del influjo que cada nación se había emplazado en África desde las postrimerías del siglo XVIII y a lo largo del XIX. Y adentrarse en esta competición, por momentos en liza, representaba someterse a condiciones peyorativas de reparto y a la interposición despectiva de otros actores.

"Lo que de lance en lance habría de desencadenarse como una panacea inalcanzable en la que España
tocaría fondo, mucho se ha escrito"

Con los ojos puestos en las plazas españolas situadas en los dominios del Sultanato de Marruecos, se ocasionaba una erosión permanente. Tal es así, que en la segunda mitad del siglo XIX, las harcas rifeñas acometían incesantemente las posiciones y reductos bajo soberanía hispana, desafiando incluso a la autoridad del Sultán. Madrid requería una réplica inapelable de los representantes marroquíes para castigar a las huestes nativas, pero habitualmente eran desatendidas. Sin embargo, aunque los insurgentes no disponían de entidad suficiente como para asaltar las ciudades de Ceuta y Melilla, sí que producían agitaciones en sus periferias, al igual que coartaba el desplazamiento y los frentes militares. El caso es que la decisión por blindar Ceuta por parte de la dirección liberal de Leopoldo O´Donnell (1809-1867), avivó la antipatía del Sultán y dio paso a una disyuntiva que los rotativos españoles calificaron como la ‘Guerra de África’. Evidentemente, esta iniciativa estuvo alentada por las diplomacias de París y Londres, atraídas en sostener el control de la región y que las perturbaciones no acabaran propagándose por sus zonas de dominio.
Este respaldo preliminar que se consideró como una ventaja figurada, acabó en coartada para que el gobierno de O´Donnell no culminase la ocupación del área bajo la atribución española, porque esta amplitud hubiera confrontado con las atracciones de Francia, al igual que quedaría en amenaza para la contención de Gran Bretaña en el Estrecho de Gibraltar. Pese a todo, en aquellos esfuerzos infructuosos se hicieron notorias algunas de las deficiencias del Ejército y que a posteriori, saldrían a relucir en los sucesos aciagos del Desastre de Annual (22-VII-1921/9-VIII-1921), tales como la calamitosa organización de las operaciones de avance, el insuficiente adiestramiento de las Tropas y las circunstancias desfavorables a las operaciones tácticas.
Conjuntamente, como en lo sobrevenido después de Annual y el Asedio de Monte Arruit (8-9/VIII/1921), la sociedad española se instaló en una suerte de nacionalismo cegado que no permitía desvestir las escaseces embarazosas de sus Fuerzas Armadas y los despropósitos realizados a fin de enmendar la plana. Añadido a esto, el Ejército había contribuido en la política nacional y la Institución Castrense también se consagró en menesteres de policía para atemperar el efecto dominó de las protestas sociales, propiciando una hechura perjudicial hacia éstas.
Posteriormente, las intervenciones se vieron seriamente comprometidas por las arremetidas de los rebeldes rifeños a las defensas en plena construcción de la plaza de Ceuta. Lo que indujo que O´Donnell expusiera un ultimátum al recién propuesto Sultán de Marruecos, Mohamed IV (1803-1873), al igual que imbuía a las Cortes Españolas de intensificar las hostilidades. Finalmente, el beneplácito de las operaciones militares quedaron avaladas por unanimidad y seducido por los periódicos nacionales, el conflicto se sublimó a las más altas esferas de exaltación. Verdaderamente y a criterio de no pocos, aquella inmersión de puro nacionalismo era inevitable para una nación que había visto catapultadas sus posesiones en América y que vislumbraba que se iba encasillando progresivamente en la camarilla de las potencias de segundo orden.
Muy pronto se iniciaron los combates con el aislamiento de los puertos marroquíes de Tánger, Tetuán y Larache. El primer golpe de mano sucedió en Castillejos y el 4/II/1860 se invadía Tetuán, consolidando con ello la defensa de Ceuta y Melilla. La acotación de aquel éxito táctico se materializó en la Batalla de Wad-Ras (23/III/1860), apremiando al Sultán de Marruecos a una paz sin ambages que permitió varios beneficios al gobierno español. Para comenzar, la soberanía de Ceuta y Melilla quedaron aseguradas y sus concernientes zonas de influencia prolongadas. Asimismo, exprimiendo la legitimidad histórica por tradición de España en la región desde su descubrimiento y conquista en 1476, se gratificó a España con una suma considerable y la asignación del territorio de Sidi Ifni.
Apaciguado el territorio y convenido con Marruecos un statu quo, el siguiente entresijo belicoso apuntó a la Guerra de Margallo o Primera Guerra del Rif (9-XI-1893/25-IV-1894), por tratarse de un combate, no con el Sultanato, sino con la horda de turbantes rifeños. Materia que se reprodujo en la Guerra del Rif (8-VI-1911/8-VII-1827), también llamada Segunda Guerra de Marruecos. Estos episodios agravantes redundaron en el engarce de España con su Protectorado, ya que hubo de enfrentarse no ya sólo contra las presiones propias del tejemaneje que provenían del Sultanato, sino principalmente, con las subversiones de una combatividad envalentonada como la de los rifeños, que consideraban aquello una intromisión en su hábitat natural.
Inexcusablemente, esta casta siempre beligerante y agresiva por parte de las tribus cabileñas, fue lo que azuzó al Sultán a requerir la cooperación de Francia y España, como de admitir el patrón del Protectorado. Así, el Tratado de Was-Ras (26/IV/1860) no había sino trastornado la coexistencia en torno a las guarniciones de Ceuta y Melilla, debido a una ampliación geográfica de sus términos, en disconformidad con los diseños naturales de coexistencia de las tribus autóctonas del Rif. Con lo cual, las colisiones crecían en reproches por la cimentación de defensas militares que a juicio de éstos, englobaban recintos sagrados para el islam.
El entorno se intrincó todavía más cuando las refriegas se exacerbaron y los contingentes rifeños conquistaron posiciones hasta agazaparse alrededor de Melilla. Ante ello, las Tropas Coloniales Españolas fueron sostenidas prestamente por unidades de artillería y la movilización de otras compañías. Ni que decir tiene, que la superioridad tecnológica de España acabó siendo un agravante en este laberinto, ya que justamente el fuego de artillería batió una mezquita y tradujo la insurrección en el Sultanato como un llamamiento a la ‘guerra santa’.
Las turbas se aparejaron acrecentando los tintes de la contienda y haciéndose con algunas defensas de los aledaños de Melilla, como es el caso de Rostro Gordo y Cabrerizas. Aquellas súbitas vicisitudes impuso al General Juan García-Margallo y García (1839-1893), a contrarrestar el avance del enemigo con más de mil efectivos y el puntal de la artillería, pero su valentía quedó neutralizada tras permanecer atrapado en el Fuerte de Cabrerizas Altas, donde más tarde caería mortalmente.
El percance provocó un desorden con la consecuente desbandada de las Tropas, que evidencia claras similitudes a lo ocurrido en Annual y cuyo único contraste se halla en la contigüidad de la plaza de soberanía. Este matiz es esencial en el soporte que la artillería pudo cuajar, algo inverosímil en un marco geomorfológico como el Rif, quebrado e infranqueable y supeditado a repentinas severidades atmosféricas. El degüello de las Fuerzas Españolas y una nefasta planificación, fueron igualmente inseparables a las páginas de sangre y fuego que quedarían grabadas en el imaginario colectivo.
Nuevamente, los intereses de las potencias relevantes imperaron en el devenir de España en África. Londres, procuraba afinar su poderío sobre el Estrecho de Gibraltar y le rentaba que la voz cantante no estuviera en Francia. Y París, que aún no se exhibía como un aliado, daba por hecho el encaje de España para sofocar a las masas de incitadores del Sultanato. Aquel levantamiento rifeño destapó que existían graves inconvenientes de resistencia y que en un futuro próximo España tendría que encararlo.
Desde la realización de la Conferencia de Berlín (15-XI-1884/26-II-1885), se emprendió un ascenso vertiginoso de los países militantes por hacerse con el control de sectores cotizados de proyección y Marruecos tomó una envergadura estructural en el plantel del Imperio Colonial Español. Otros protagonistas en este tándem enardecido como Francia y Alemania y sus disensiones, continuamente orquestada por Gran Bretaña, fue lo que confirió a España el Protectorado en Marruecos.
Tras los Acuerdos de Berlín, Francia obtuvo el derecho sobre una imponente superficie centralizada sobre el desierto del Sáhara. Comenzando por el control de Argelia, ocupada en 1830 y el Protectorado de Túnez, perfilado en 1881, se imbuyó hacia el interior enlazando el Golfo de Guinea y el Congo francés.
Indiscutiblemente, el cruce de impresiones a nivel internacional en tierras germanas, ratificó la estampa franca y robusteció la supremacía de París en el continente africano. Y Alemania, además de lucir su carta de cortesía al ser el estado anfitrión de la reunión, se colocó como la tercera potencia con una disposición representativa en África. A pesar de maniobrar a su antojo las franjas costeras de Namibia y Tanzania y un borde estrecho en Camerún, el Reich perseguía mayor trasluz en extensiones de trascendente valía estratégica. Y no era para menos, porque desde esta asignación, midió al milímetro sus intereses en Marruecos como enganche e ingreso al continente y acortamiento de las aguas del Mar Mediterráneo al Océano Atlántico.
Y cómo no, Gran Bretaña, pese a los órdagos que iba ganando con Francia en los preludios del siglo XX, no podía consentir que esta nación acaparara un territorio de dominación tan vasto y sin entorpecimiento alguno en una demarcación de calibre estratégico. Luego, el método de amortiguar su posicionamiento en torno a la puerta del Mediterráneo, gravitaba en conformar el establecimiento de un vecino asequible como España y lo fundamental, seguía ostentando el control del Estrecho gracias a su posición en Gibraltar.

"Tal vez, era demasiado tarde cuando España se percató que lo que en aquellos inhóspitos parajes africanos comenzaba a forjarse, era el estereotipo del curtido combatiente rifeño que empuñaba su movilidad superlativa"

Y como no podía ser de otra manera, la zona de influencia por proximidad y raigambre atañía a España, que había quedado desplazada a potencia de segundo orden. Su concurso en la capital alemana hay que marcarlo de imperativo, porque copaba por aguantar sus intereses históricos en la comarca.
Era clarividente que el alud de residuos del Imperio Colonial Español, por momentos vivaces, sugestionaron a los subsiguientes gabinetes del ejecutivo de que el destino colonial se divisaba en África. Y más todavía, cuando los actores forcejeaban por imponer sus reglas de juego, comprometiendo a Madrid a llevar la iniciativa o quedar al margen de la confabulación internacional. Toda vez, que la presencia francesa en los desembolsos marroquíes, más las pretensiones británicas en que París no regulara una zona de control vital y la vista de lince de Berlín puesta en Tánger con el empeño de desequilibrar la región, se convirtieron en el caldo de cultivo para confluir en la primera crisis marroquí.
En el fondo de la cuestión, Alemania anhelaba disponer de más autoridad y por ello espoleaba al Sultán de Marruecos a pronunciarse de cara a las intrusiones francas, fuertemente asentadas por razones de la vecindad con Argelia. Para ello, la cancillería alemana propuso abogar por un presunto enfrentamiento contra París y divulgó la visita del Kaiser Guillermo II (1859-1941) a Tánger, algo que originó malestar en los medios de comunicación anglo-franceses. Pese a ello, la incertidumbre se intensificó con este incidente, aunque la diplomacia no deseaba más que imponer la ceremonia de una conferencia y obtener algunos privilegios en la zona. Con todo, el Ministro de Asuntos Exteriores franco, Théophile Delcassé (1852-1923), se reveló antes las imposiciones germanas, tanto que por esta obstinación su ejecutivo veía una posibilidad inútil de convertirse en un conflicto. Es así, como Alemania pujaba por una conferencia a velocidad crucero, mientras que franceses y británicos se reforzaban admitiendo que habría otra guerra, pero la cesantía de Delcassé y la recalada de Maurice Rouvier (1842-1911), viró el paisaje y Francia dio luz verde a reencontrarse en fechas inmediatas.
Definitivamente, el encuentro se produjo en la ciudad de Algeciras con España como anfitriona e intermediaria, aunque con un apoyo determinativo a los alicientes de París. El 7/IV/1906 se rubricaba el Acta de Algeciras en el que Alemania era excluida de cualquier pertenencia en Marruecos, a pesar de sus actividades comerciales y el enorme débito que el Sultán mantenía con sus sociedades bancarias.
El aval británico fue imprescindible para que Francia se desplegase en el territorio bajo el paraguas de Protectorado, pero se satisfizo, probablemente, para preservar los intereses de Londres e imposibilitar que un único estado desempeñara su influencia de manera tajante. El futuro Protectorado se ramificó en dos, uno al Norte y otro al Sur, siendo la parte septentrional de dominio hispano. En verdad, la rivalidad quedaba en punto suspensivo y Alemania no se dilató en demasía para insistir sobre sus derechos en Marruecos, porque su poder aumentaba gradualmente, colocando a Berlín en una situación que le enfilaba a reclamar mayor peso en la balanza de Europa.
Entretanto, en un somero espacio de tiempo y valiéndose de otra sublevación contra el Sultán marroquí, las metrópolis europeas activaron a sus integrantes: Francia y España hubieron de esforzarse en la defensa del Sultanato, porque no ha de soslayarse que ya actuaban como partes contratantes del Protectorado y entre sus principales cometidos figuraba el deber de asistencia militar.

ignoto-territorio-potencias-europeas-definian-destino-colaboracion-maroto-1Simultáneamente, Alemania trasladó al puerto de Agadir el cañonero SMS Panther, uno de los seis buques de la Clase Itis de la Kaiserliche Marine, con la evasiva de fijar sus intereses operativos y mirar por su población en la zona. Pero este acto ladino como se juzgó, no fue bien acogido por la Entente Cordiale (8/IV/1904). La inquietud general iba in crescendo y las cancillerías trabajaban por dejar atadas la posición de sus respectivos países. La tentativa germana exploraba apremiar otras negociaciones, que más bien suscitar un choque armado por el control de Marruecos y así lo declararía la proposición de Berlín para tratar una salida.
Con tino, Alemania acabó cediendo a sus intereses en el Sultanato, pero a cambio de una compensación, porque este ajuste comportaría el reconocimiento de la preponderancia de Francia y España en Marruecos, a cambio de la adquisición del Norte del Congo francés y su incorporación a las colonias germanas en lo que se conoció como Neukamerun, parte de un territorio de África Central cedido por Francia en 1911.
Asimismo, la resolución de la segunda crisis marroquí parecía allanarse en el camino con el Tratado de Fez (30/III/1912), por la que el Sultán Abd al-Hafid (1875-1937) transfirió la soberanía de su país a Francia, además de corroborar el fraccionamiento del Protectorado en dos zonas de influencia. Como era de esperar, la mayor en conjunto y naturaleza quedaba en manos francas, mientras que España prendía su condición en dos franjas: la primera, al Sur, en los enclaves de Cabo Juby, falto de recursos y que pasó a formar parte administradora del Sáhara; y la segunda, en el Norte, en las regiones de Yebala y el Rif, preámbulo del bereber insurrecto y pionero en las luchas anticoloniales y, que a la postre, empujaría a las guerras de 1894 y 1909, y antesala de la complejidad encarnizada de España y las Fuerzas Tribales Rifeñas entre 1912 y 1927, con el protagonismo del máximo exponente del nacionalismo rifeño y líder supremo magrebí, el legendario dirigente Abd el-Krim (1883-1963), artífice de la República del Rif y hacedor carismático del movimiento anticolonial.
No cabe duda, que la política internacional jugó su baza en el desarrollo de los trágicos trances que más tarde habrían de venir en el avispero marroquí. Tanto es así, que a una circunscripción peculiarmente enmarañada por su relieve y la existencia de hordas muy combativas, habría de añadirse la porosidad de sus lindes que agilizaban el compás de artimañas por medio de los parajes francos. Queda claro, que en parte, el Protectorado Norte era el producto de los forzamientos británicos. En tanto, los franceses, aguardaban extraer el mayor jugo potencial del descalabro hispano, por lo que apenas denotaron interés en su control limítrofe, llegando a dañar arduamente las operaciones de las Tropas Coloniales Españolas.
Por último, lo que de lance en lance habría de desencadenarse como una panacea inalcanzable en la que España tocaría fondo, mucho se ha escrito. Pero, por encima de todo, se acentuó la violencia desmedida y desenvuelta por la tenacidad indígena del corolario de cabilas satélites ante una fuerza superior en tamaño, hasta cargar nutrido fuego contra un enemigo emboscado a corta distancia, diezmándolo y causándole cuantiosas bajas y practicando con refinamiento como modus operandi, la ‘guerra de guerrillas’.
Y lo peor de todo, en cuanto a lo que con exiguas palabras podría describirse en una tierra baldía: aquella agresividad enfervorizada en la que no existió en ningún momento la observancia por las reglas de oro de la guerra. O acaso, los tratados implícitos dentro de la generosidad entre los contendientes. Hasta el punto, de no concederse a la milicia derrotada o rendida, la clemencia que merecía. De ahí, que se perpetraran atropellos inenarrables: desde el acoso o cacería a ser masacrados y perseguidos hasta la extenuación y la muerte. O lo que es igual: sin el más mínimo derecho a la humanidad que el ganador ha de rendir al malogrado o sometido, ya que en vez de hallar algún resquicio de compasión, o bien se les fusilaba, o eran abrasados, lisiados o atravesados. Y en ocasiones, no sucumbiendo en el campo de batalla, sino ejecutados.
He aquí, ni el más minúsculo comedimiento al no respeto de los principios con el vencido, que enfunda una guerra ante un guerrillero levantisco e insurgente que se excedía en acometividad y furia: el rifeño, acérrimo defensor de su territorio. Y donde el Ejército Colonial Hispano se topó ante un espectro cuantitativo de tribus que dilataban sus antagonismos ancestrales, pero que supieron disfrazar una falsa sumisión al poder militar. Tal vez, era demasiado tarde cuando España se percató que lo que en aquellos inhóspitos parajes africanos comenzaba a forjarse, era el estereotipo del curtido combatiente rifeño que empuñaba su movilidad superlativa.

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La inercia política que haga accesible la solución de dos Estados https://elfarodeceuta.es/inercia-politica-haga-accesible-solucion-dos-estados/ Mon, 24 Jun 2024 02:25:44 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1066419 El anuncio oficial de España, Noruega e Irlanda del reconocimiento de Palestina como Estado (28/V/2024) y que por doquier, ha dado mucho que hablar, se produce tras la solicitud de órdenes de arresto por parte del Fiscal Jefe del Tribunal Penal Internacional, Karim Ahmad Khan (1970-54 años), contra el Presidente del Estado de Israel, Benjamín […]

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El anuncio oficial de España, Noruega e Irlanda del reconocimiento de Palestina como Estado (28/V/2024) y que por doquier, ha dado mucho que hablar, se produce tras la solicitud de órdenes de arresto por parte del Fiscal Jefe del Tribunal Penal Internacional, Karim Ahmad Khan (1970-54 años), contra el Presidente del Estado de Israel, Benjamín Netanhahu (1949-74 años) y el Comandante del Mando Sur de las Fuerzas de Defensa de Israel, Yoav Galant (1958-65 años).
Este reconocimiento es un guiño que requiere de muchos más movimientos, al objeto de convertirse en hechos concretos y conseguir el punto y final de la masacre que no cesa en Gaza. Aun así, configura en sí mismo una medida emblemática y digamos de calibre, pudiendo empujar a otros países a orientarse en el mismo rumbo. De hecho, en las últimas semanas han exhibido encontrarse en la misma onda por seguir la misma senda, tanto Bélgica como Malta y Eslovenia.
Con esta última decisión, de los 193 Estados integrantes de Naciones Unidas, ya son 147 los que reconocen Palestina. Es decir, implican más de tres cuartos del planeta. Muchos lo hicieron en lo distanciado del tiempo, cuando en 1998 el Consejo Nacional Palestino en el exilio proclamó el Estado palestino. En cambio, otros se han incluido en los años venideros. Sin duda, los términos numéricos son ponderados por la correlación de fuerzas concéntricas que subyacen. Ello lo corrobora los miembros pertenecientes a la Unión Europea (UE) que han optado por el mismo camino, como Polonia, Bulgaria, Rumanía, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Suecia y Chipre.
Curiosamente las potencias del Viejo Continente con más fuste, llámense Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, no lo han hecho todavía, como tampoco Estados Unidos, Japón, Canadá o Austria. Del mismo modo, en el seno de Naciones Unidas la mayoría numeral colisiona con el porte de acción de una minoría, porque tres de los cinco Estados con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos, Reino Unido y Francia, no han reconocido aún el Estado palestino.
Obviamente, este panorama discordante hace terciar la oscilación contra los intereses y derechos del pueblo palestino, sobre todo, en lo que atañe a Washington, que a lo largo de los años ha obstaculizado y continúa acorralando a diestro y siniestro, cuantiosas Resoluciones contra las políticas injustificadas israelíes. Recuérdese al respecto, que en los últimos meses Estados Unidos ha impedido tres Resoluciones en favor de un alto el fuego inmediato en Gaza. Al igual que en una votación del Consejo de Seguridad, ha imposibilitado el reconocimiento de Palestina como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas.

“Al reconocer a Palestina como un estado soberano, España remite un mensaje de que la solución de ‘dos Estados’ es no únicamente potencial, sino imprescindible para una paz perdurable en la región y en la que se realce un paisaje de concordia y convivencia”

Dicho esto, el reciente reconocimiento del Estado palestino por estos tres actores, desenmascara el desgaste de Israel, pero queda vacío en su operar sobre el terreno. La magnitud indescriptible de la devastación sucedida en Gaza y ahora en Rafah, la ciudad más meridional de la Franja, demanda de mayores medidas de presión para apremiar a Tel Avic a contener sus acometidas y negociar una paz justa que conlleve el fin de la ocupación de los espacios palestinos y la garantía de derechos para sus habitantes. A día de hoy, el incremento de asentamientos en Jerusalén Este y Cisjordania, más el traslado de población del Estado invasor al territorio ocupado, frustra a todas luces la conexión territorial de lo que instauraría un futuro Estado palestino.
En otras palabras: el Gobierno israelí declara sin ambages la boga de prolongar la soberanía israelí desde el río Jordán hasta el mar y una vasta mayoría parlamentaria objeta el reconocimiento de Palestina.
Como es sabido, desde 2007, Gaza está oprimida a un bloqueo israelí en toda regla, con la vigilancia de sus fronteras terrestres y de su espacio aéreo y marítimo e irrupciones militares. Cisjordania y Jerusalén Este están ocupado por más de 700.000 colonos israelíes, preservados por el ejército y un frívolo mecanismo de apartheid, con inspecciones militares, edificación de nuevas colonias, cientos de puntos fijos de control, detenciones vejatorias, correctivos colectivos, limitación de movimientos, vías de utilización exclusiva israelí y una barrera de 700 kilómetros provechada con cinismo para la anexión de otras zonas.
Luego, no existe probabilidad alguna de un Estado palestino con soberanía plena en semejante situación de asedio. Porque Israel no lleva años, sino décadas, contraviniendo diversas Resoluciones de Naciones Unidas que demandan el repliegue inexcusable del Ejército Israelí de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, ocupados en 1967 y que totalizan, nada más y nada menos, que el 22% de la Palestina histórica.
Sin soslayar, que entre los años 1947 y 1967, respectivamente, a través del Plan Dalet, una estrategia sionista de expulsar a la población árabe de Palestina para controlar el territorio y establecer el Estado de Israel y de la guerra, Israel se anexionó un 30% más de la superficie que le pertenecía, según el procedimiento de partición de la ONU y desalojó a miles de palestinos.
A pesar de los flagrantes quebrantamientos sistemáticos, Estados Unidos y los países europeos conservan vínculos comerciales con Israel, cuyo ejército posibilita la urbanización y sostenimiento de las instalaciones. Washington es el mayor consignatario financiero y militar del Estado hebreo y su gran patrocinador diplomático, lo que ha conformado el ensanchamiento de las colonias israelíes en la circunscripción palestina. Conjuntamente, la UE es un socio destacado de Tel Avic a través de un compromiso comercial de asociación, cuyo artículo dos insta a la observancia de los derechos humanos por ambas partes.
La mayoría de los estados europeos que adquieren y, a su vez, transfieren material militar a Israel, continuaron realizándolo tras el comienzo de la masacre contra civiles en Gaza, incluida España. Todo ello, contrariamente a que el Tratado sobre el Comercio de Armas prohíbe su cesión a países que las empleen contra civiles.
Y en relación a la compra de armamento israelí, España concretó una nueva operación en febrero del presente año. Israel acostumbra a publicitar sus armas con el señuelo de que habían sido “testadas en combate”, lo que en el período actual denota que han podido ser dispuestas en Gaza sobre la población civil.
Las sanciones impuestas por la UE contra la Federación de Rusia o la retirada de la embajadora de España en Argentina por unas manifestaciones del Presidente Javier Gerardo Milei (1970-53 años), desentonan a más no poder con la posición hacia el Gobierno israelí. Lo cierto es que los países europeos prosiguen sus lazos comerciales con Israel, a pesar de los guarismos dramáticos de fallecidos y heridos en Gaza, con pruebas incuestionables de crímenes de guerra y lesa humanidad. Si bien, el Ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares Bueno (1972-52 años), volvió a considerar a Israel como “amigo de España”.

A resultas de todo ello, en 2012, la Asamblea General de la ONU dio luz verde al reconocimiento de Palestina como Estado observador de esta organización, lo que posibilitó poder incorporarse al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) y otros tratados. Este paso habilitó la práctica del Derecho Internacional, como señalaba el Fiscal Jefe del Tribunal Penal Internacional (TPI). Tres años más tarde, en 2015, el TPI aceptó a Palestina como miembro y en 2021, se expuso competente para poner en claro los crímenes en los territorios palestinos. Esto ha confluido en la primera solicitud de la historia de órdenes de arresto por el Fiscal Jefe de esta Corte, contra dos representantes destacados de un país aliado de Estados Unidos: el Primer Ministro israelí y su Ministro de Defensa, culpados de crímenes de guerra y lesa humanidad.
Mientras tanto y a la expectativa de lo que resuelva un panel de jueces del TPI, este ejercicio del Tribunal ofrece algunos instrumentos a los Estados para que procedan convenientemente, poniéndose algo más complicado a las administraciones que se aferran en respaldar a Israel y en no asumir medidas reales.
Los países pueden emprender denuncias ante los Tribunales Internacionales o añadirse a la ya existentes en la Corte Internacional de Justicia, que aceptó a trámite la petición contra Israel por genocidio. Asimismo, pueden cancelar transitoriamente las relaciones diplomáticas y comerciales con el Gobierno israelí, lo que entraña interrumpir la compra de material militar testado y empleado sobre la población palestina.
Por otra parte, para observar el Tratado sobre el Comercio de Armas suscrito por España en 2014, ha de suspenderse la remesa de armas y supervisar los periplos de los barcos con dirección a Israel, para no convertirse en puerto de tránsito. Sin estas pautas, la señal es clara para Israel. Lo más apremiante transita por promover iniciativas que urjan el fin de la masacre en Gaza, del aislamiento de la ayuda humanitaria y del desplazamiento violentado.
La denominada ‘solución de los dos Estados’ es explotada como papel mojado desde hace muchos años como una argumentación vacía de contenido y que sirve para dar un puntapié en favor de la política de hechos consumados de Israel. Si se reivindica un Estado palestino, hay que contemplar que éste no es admisible bajo ningún concepto con la ocupación israelí vigente y, por tanto, habrá que inspirar diversas acciones para acabar con ella.
Indiscutiblemente, ello demanda de una Comunidad Internacional emprendedora, enérgica y dinámica para exigir a Israel que verifique las Resoluciones de Naciones Unidas y aleje la fórmula de apartheid contra la población palestina. El relato de la ocupación israelí a lo largo de las décadas justifica que las medidas alegóricas no son suficientes.
En las últimas semanas, Netanyahu, ha insistido en su rehúso a cualquier mínimo resquicio de ‘dos Estados' para la crisis israelo-palestina, sosteniendo literalmente: “No transigiré con el pleno control de seguridad israelí sobre todo el territorio al Oeste de Jordania, y esto es contrario a un Estado palestino”. Aunque el Primer Ministro israelí jamás se ha inclinado por la salida de los ‘dos Estados’, ésta durante décadas ha tenido una importante defensa de gobiernos como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Egipto. Pese a ello, parece estar más lejano que nunca, porque algunos lo exteriorizan textualmente como algo que está “muerto”.
Para una mínima lucidez de la solución de los ‘dos Estados’, se retrata un plan para llevar a término un Estado palestino separado de Israel. Evidentemente, el propósito es no quitar ojo de las pretensiones palestinas de autodeterminación nacional sin socavar la soberanía de Israel.
La primera tentativa de introducir Estados separados se ocasionó antes de la Independencia de Israel (14/V/1948). Un año antes, Naciones Unidas prescribió la Resolución 181 en la que se hilvanaba un diseño de partición que desmenuzaba el Mandato de Palestina bajo el control británico en Estados judíos y árabes disociados. Los límites fronterizos formulados por la ONU jamás se plasmaron. Acto seguido de que Israel emitiera su soberanía, Siria, Jordania y Egipto la ocuparon, produciendo la primera guerra árabe-israelí (5-V-1948/10-III-1949). El resultado de este conflicto se pormenorizaría en más de 700.000 palestinos relegados del Estado de Israel, escapando a Cisjordana, Gaza y estados árabes contiguos.
Con lo cual, existen distintas valoraciones sobre el formato que habría que implementarse sobre un posible Estado palestino. Algunos analizan que la ‘línea verde’ de 1949 es la frontera que mejor encajaría para los Estados concernientes. Este trazo se perfiló durante los Acuerdos de Armisticio entre Israel y sus vecinos tras el conflicto bélico de 1948, siendo la frontera del momento entre Israel y Cisjordania y Gaza.
Ahora bien, tras la Guerra de los Seis Días (5-VI-1967/10-VI-1967), no hay que dejar en el tintero que Israel ocupó Cisjordania y Gaza junto con Jerusalén Este y los Altos del Golán, concitando la atención mundial y resultando clave en la geopolítica de la zona. La mayoría de los debates corresponden a la cristalización de ‘dos Estados’ a lo largo de las fronteras precedentes a 1967. Esto apuntaría que el nuevo Estado palestino estaría constituido por Cisjordania, antes de los asentamientos israelíes y Gaza. ¿Y cómo se asignaría Jerusalén? Claro, si es que se reparte, ha sido y es, el caballo de batalla del cisma abierto en este dibujo.
La estampa de estabilidad que sugiere la solución de los ‘dos Estados’, conocida como ‘soberanía estatal’ en política internacional, es la autoridad concedida al gobierno de una nación dentro de sus límites y sobre ellos. La soberanía estatal se precisó por medio de la Sociedad de Naciones, predecesora de la ONU, estableciendo a los gobiernos el control absoluto para gestionar las prescripciones de sus fronteras, además de conformar las relaciones con otros países en organismos formales y salvaguardarlo de la intrusión de otros actores en virtud del Derecho Internacional.
Indiscutiblemente, esto es algo que se da por hecho, porque la inmensa mayoría de los residentes del planeta, viven o están legítimamente bajo la competencia de un Estado soberano. Dicho lo cual, como anteriormente he expuesto, el Estado de Israel se dispuso determinadamente en 1948 mediante la concepción política del sionismo, como movimiento para asentar una patria judía. La finalidad era forjar un Estado soberano con fronteras, un gobierno y un ejército que proporcionara al pueblo judío voz política y un lugar exento de la intimidación antisemita. Pero no sería hasta que otros estados fijaron nexos diplomáticos con Israel, yuxtapuesto a su ingreso en la ONU en 1949, cuando logró una soberanía estatal comparable a la de otros países. Más de 160 miembros de la ONU reconocen en nuestros días a Israel y entre los que no lo hacen se hallan Irán, Arabia Saudí, Siria, Indonesia y Malasia.
Desde la finalización de la Guerra de los Seis Días, más de 5 millones de palestinos que no son ciudadanos de otra nación se han convertido en apátridas. O séase, sin ninguna nacionalidad. Y Cisjordania y la Franja de Gaza persisten en un halo institucional, como enclaves semiautónomos bajo la dirección de Israel.
Aunque 139 miembros de la ONU reconocen un Estado de Palestina, los órganos de gobierno de Gaza y Cisjordania no gozan del control sobre su seguridad y fronteras. De ahí, que la autodeterminación de los palestinos mediante la instauración de un Estado soberano, ha sido y es la piedra de la discordia en el caminar del accionar político palestino durante décadas.
Llegados a este punto, en los comienzos de los noventa se prosperó con convencimiento hacia una escapatoria de ‘dos Estados’. Las negociaciones se iniciaron en gran parte como derivación de los levantamientos palestinos en Gaza y Cisjordania, conocido como la ‘Primera Intifada palestina’ o ‘Revuelta de las piedras’ (8-XII-1987/13-IX-1993). Posteriormente, en 1993, el Primer Ministro israelí, Isaac Rabin (1922-1995) y el Jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat (1929-2004), se reunieron en Oslo y rubricaron el primero de dos pactos, denominados los ‘Acuerdos de Oslo’.
Ni que decir tiene, que en aquel instante no se contempló como un encuentro entre iguales, porque Rabin personificaba el emblema de un Jefe de Estado soberano, mientras que Arafat era el líder de una organización que había sido calificada por Estados Unidos grupo terrorista. Pero finalmente consiguieron concretar un acuerdo, eso sí, tras significativas cesiones por ambos y que sentó las bases para el tan ansiado ‘Estado palestino independiente’. Amén, que aunque no se indicaba explícitamente los límites fronterizos de 1967, sí que se hacía alusión a “un acuerdo basado en la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU”, que requería la retirada de las Fuerzas Armadas israelíes “de los territorios ocupados en el reciente conflicto”.
Por fin, en 1995, se firmó el II Acuerdo de Oslo en el que se definía la subdivisión de las franjas administrativas de las zonas ocupadas. Sin ambages ni rodeos, Cisjordania se fraccionó en espacios inspeccionados por Israel, la Autoridad Palestina (AP) y una operación conjunta. Era la primera evidencia hacia el traspaso de tierras en las demarcaciones ocupadas. Pero transcurridas escasas semanas, Rabin fue asesinado por un nacionalista judío descontento por las adjudicaciones hechas por Israel. De manera, que las negociaciones entre ambas partes quedaron estancadas y la voluntad política comenzó a disiparse.
Durante las décadas subsiguientes la evasiva de los ‘dos Estados’ no ha hecho sino que volverse más enrevesado por algunas lógicas que sucintamente aludiré: Primero, la progresión de gobiernos conservadores en Israel y la sombra de empuje político firme por parte de Estados Unidos; segundo, el influjo político cada vez inferior de la AP de Mahmud Abás (1935-88 años) y la escalada de Hamás en Gaza que indujo a una desmembración política entre los dos territorios palestinos; tercero, las amenazas de Hamás de hacer polvo a Israel y su desaprobación a reconocer al Estado israelí como legítimo; cuarto, la incesante intensificación de los asentamientos israelíes en Cisjordania, que ha transformado la zona en una serie cada vez más inapreciable de minúsculas comarcas enlazadas por puntos de controles militares; quinto, la caída del respaldo al modelo tanto entre los israelíes como los palestinos; y sexto, el hervor intimidatorio político prolongado en ambos bandos.
Por supuesto y a criterio de varios analistas, en este entresijo ninguna persona o personas, ha hecho más por destruir la tesis de los ‘dos Estados’, como Netanyahu y el ala de su partido. Para ser más preciso en lo fundamentado, en 2010, salió a la luz una grabación filtrada del año 2001, en la que alardeaba al pie de la letra de haber “puesto fin de facto a los Acuerdos de Oslo”. Hoy por hoy, algunos defienden el colofón de un único Estado, en la que se otorgaría la nacionalidad israelí a los palestinos de Gaza y Cisjordania para moldear un Estado democrático y étnicamente pluralista.

“La denominada ‘solución de los dos Estados’ es explotada como papel mojado desde hace muchos años como una argumentación vacía de contenido y que sirve para dar un puntapié en favor de la política de hechos consumados de Israel”

Si bien, los árabes constituyen en torno al 20% del conjunto poblacional de Israel, el término de un ‘solo Estado no’ sería políticamente factible. Y en atención al movimiento político sionista, Israel ha de seguir perdurando como un Estado de superioridad judía y asignar a los palestinos la ciudadanía en los territorios ocupados, ya que lo debilitaría cualitativa y cuantitativamente. Y otra hipotética teoría de un ‘solo Estado’ no es posible por un discurso incontrastable. Me explico: los ministros más ultraderechistas del parlamento hebreo han preconizado ahondar más en el control soberano sobre Cisjordania y Gaza e impulsar los asentamientos judíos masivos en estas extensiones. Tal hecho induciría al arrebato de la comunidad mundial y de las organizaciones de derechos humanos, al entenderse como lo similar a una limpieza étnica.
En consecuencia, el reconocimiento de Estado de Palestina por parte de España, Noruega e Irlanda, retoca el tablero internacional y al igual que otros países occidentales, España ha sostenido una actitud turbia con relación al conflicto. Tradicionalmente, ha secundado la solución de ‘dos Estados’ asentada en las fronteras de 1967, con Jerusalén Oriental como capital de Palestina. No obstante, la formalización de esta posición con el reconocimiento, simboliza un cambio trascendente en su política exterior.
La buena sintonía de algunas fuerzas políticas españolas no es sólo una materia de unificación ideológica, sino igualmente una réplica a las graduales reivindicaciones y presiones internas. Así, numerosas esferas de la sociedad, incluidas organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y partidos políticos, han mediado durante años por el reconocimiento público. Distinguen que esta postura es una clara muestra para nivelar la báscula en un contexto siempre de conflicto, que de otra manera beneficia asimétricamente a Israel.
Sobraría mencionar en estas líneas, que la decisión de España podría desatar una reacción en cadena, estimulando a otros estados a recapacitar sobre su postura. Al mismo tiempo, este reconocimiento podría vivificar las negociaciones de paz.
Finalmente, al reconocer a Palestina como un estado soberano, España remite un mensaje de que la solución de ‘dos Estados’ es no únicamente potencial, sino imprescindible para una paz perdurable en la región y en la que se realce un paisaje de concordia y convivencia. Y como no podía ser de otra manera, el reconocimiento oficial de España es una acción cargada de solidaridad, dignificando que está al tanto de cada una de las dificultades que le acompañan y fundamenta sin ambigüedades su derecho a la autodeterminación.

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El Corredor Interoceánico, la alternativa a la problemática del Canal de Panamá https://elfarodeceuta.es/corredor-interoceanico-alternativa-problematica-canal-panama/ Tue, 04 Jun 2024 02:10:48 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1055553 El viacrucis marítimo que bulle en el Canal de Panamá por la grave sequía que impera, reporta a los Gobiernos y empresas transportistas a tomar cartas en el asunto de manera insólita. Tal es así, que el embotellamiento de barcos ha llegado hasta tal nivel, que algunos transportistas se atreven a costear millones de dólares […]

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El viacrucis marítimo que bulle en el Canal de Panamá por la grave sequía que impera, reporta a los Gobiernos y empresas transportistas a tomar cartas en el asunto de manera insólita. Tal es así, que el embotellamiento de barcos ha llegado hasta tal nivel, que algunos transportistas se atreven a costear millones de dólares por evitar la interminable cola y atravesar cuanto antes el conducto de navegación.
Ante este escenario caótico, algunas entidades logísticas se deciden por otra posibilidad de tránsito más dilatado en el tiempo, pero al menos más seguro. Recuérdese al respecto, que el Canal de Panamá es crucial en la economía global, ya que por él circulan poco más o menos, que el 6% del comercio mundial y el 40% de contenedores de Estados Unidos. Pero este enclave que enlaza los océanos Atlántico y Pacífico, demanda de un importante volumen de agua para desenvolverse adecuadamente.
No obstante, en los últimos años la región ha contabilizado un descenso del 20% de precipitaciones, por lo que los lagos que conducen el agua al Canal han descendido a cotas escasísimas. Este precedente ha llevado a las autoridades a aplicar restricciones e informar que la ausencia de lluvias hace poner en riesgo el sistema de esclusas, que como es sabido desplaza los barcos de un océano a otro. Con lo cual, una de sus decisiones ha consistido en comprimir los guarismos de embarcaciones que pueden recorrerlo y condicionar el calado y peso de las mismas. Indudablemente, esta situación reporta a decenas de naves aguardando durante semanas de espera y con la resultante para las empresas de pérdidas millonarias.
En base a lo anterior, mientras algunas naves acaban apostando por derroteros marítimos más tardíos en el tiempo y costosos por Sudáfrica, otras valoran el ferrocarril. Una de estas es el gigante naviero Maersk dedicado al transporte intermodal de mercancías, que ante las circunstancias excepcionales que se producen, ha informado que comenzará a recurrir a los trenes para eludir el Canal de Panamá afectado por la sequía.
Hay que tener en cuenta que el ferrocarril del Canal de Panamá cuenta con setenta y seis kilómetros que transitan adyacentes al mismo y que igualmente se ensambla con los océanos Atlántico y Pacífico mediante un puente terrestre. Maersk y otros armadores ya lo empleaban para aliviar la descarga de los contenedores grandes, antes de salvar la vía fluvial al objeto de cumplir con las nuevas restricciones de calado.
Así, en lugar de franquear el Canal de Panamá, las embarcaciones harían escala en los puertos de Balboa, en el lado del Pacífico dejando la carga con dirección a América Latina y América del Norte y recogiendo la carga con destino a Australia y Nueva Zelanda. Por otro lado, el Puerto de Manzanillo, situado en el estado mexicano de Colina, los contenedores se cargarían o descargarían y a la postre se dirigirían por medio del ferrocarril, para posteriormente ser recogidos por otra embarcación.

“El declive reinante del Canal de Panamá ha impulsado a diversos países a poner sobre la mesa varios proyectos, entre ellos, se acentúa la propuesta de Estados Unidos Mexicanos: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec”

Por aquel entonces, el Canal de Panamá era el itinerario más resuelto de entre las diversas alternativas. Navegar por él con elevada carga desde Shenzhen, metrópolis en el sureste de China, a Miami, ciudad en el extremo sureste de Florida, apenas suponía treinta y cinco días. Pero como consecuencia de los ataques de los rebeldes hutíes en el Mar Rojo contra naves occidentales, este trayecto ha dejado de ser una elección realizable, al menos mirando en el corto plazo.
Y es que el emblemático Canal de Panamá inaugurado en 1914, ha sido durante más de un siglo una arteria imprescindible para la comercialización global, porque por sus aguas desfilan cada año en torno a 14.000 buques portacontenedores. Sin embargo, la naturaleza ha puesto en jaque su normal funcionamiento.
Como he expuesto inicialmente, la merma acusada de las lluvias acentuada por los efectos desencadenantes del cambio climático y el fenómeno de El Niño, han originado un descenso del caudal del lago Gatún, el principal reservorio de agua del Canal. Esto ha llevado a tomar medidas básicas como el reajuste del calado de los buques, la limitación de la carga y la ampliación del tiempo de espera.
El declive imperante del Canal de Panamá ha impulsado a diversos países a poner sobre la mesa varios proyectos, con la finalidad de ensamblar el comercio mundial. Entre ellos, se acentúa la propuesta de Estados Unidos Mexicanos: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y del que me detendré en su análisis.
Curiosamente, el anterior proyecto se estrenó administrativamente en el año 1907, o séase, siete años antes que lo hiciera el Canal de Panamá. La vía que enlazaba el Atlántico y el Pacífico marchó durante siete años con normalidad, transbordando miles de toneladas de carga entre los océanos. Si bien, cuando el Canal de Panamá abrió por vez primera sus compuertas, la amplia mayoría de las empresas navieras determinaron prescindir del tren interoceánico y volcarse en exclusiva por el Canal. Lo cierto es, que un año más tarde la caravana del corredor mexicano se redujo a un 80%.
Y en paralelo, décadas más tarde que se propusiese una hipotética conexión interoceánica a través de la República de Colombia, la idea vuelve a prosperar en el Gobierno nacional, al prevalecer en el ambicioso plan del tren Turbo-Cupica para enlazar los océanos Atlántico y Pacífico, con la premisa de brindar otra opción competitiva al congestionado Canal de Panamá.
Brevemente y en atención a los Informes facilitados por la Unidad de Planeación de Infraestructura de Transporte, este programa se halla en un curso de análisis preliminar. Lo que indica su paso decidido hacia su implementación, ya que no sólo pretende optimizar la conectividad y eficiencia en el transporte de carga y pasajeros, sino igualmente vivificar económicamente el territorio del Darién chocoano.
Como refirió el gobierno colombiano, la iniciativa ambiciona llevar a cabo una línea férrea de doble vía que comprenda 198,6 kilómetros, con 11,12 kilómetros de túneles y 132,3 kilómetros en viaducto trazado para soportar la salida de dieciséis trenes habituales. Al mismo tiempo, el gráfico abarca el desenvolvimiento de dos puertos especializados en el trabajo de contenedores marítimos: el primero, situado en la Bahía de Cupica y el segundo, en el Golfo de Urabá (Puerto Antioquía), este último con un importante anticipo en su realización.
Pese a todo, la cuantía de actuación contemplaría una inversión considerable, pues únicamente la plasmación de las líneas férreas adquiriría un precio superior a los 25 billones de pesos. En su conjunto, serían indispensables 359 millones de dólares para la maquinaria rodante, que supondría 24 locomotoras y plataformas, mientras que la infraestructura portuaria en Cupica necesitará de otros 341 millones de dólares.
Tal y como pormenoriza el Informe: “Un proyecto estratégico que promueve y dinamiza el crecimiento, porque impulsa el desarrollo de una infraestructura sostenible que reduce los impactos sobre el capital natural, respeta los ecosistemas estratégicos y la diversidad biológica”. Siendo una solución al Canal de Panamá, cuyo volumen se ha visto empequeñecido por los efectos neotropicales que ha hecho acortar los niveles de agua, y como ya he señalado, produciendo interminables esperas de los buques de carga y encaramando los precio del transporte.


Además, el proyecto subraya literalmente que “el desarrollo del Canal férreo interoceánico, el puerto en el Darién chocoano y en Cupica son una oportunidad para mitigar los cuellos en las rutas marítimas del comercio mundial”, enfocándolo en resolver de modo eficaz las peticiones del mercado marítimo. Aunque los aspectos generales están en evolución con estudios ambientales, geológicos e hidrológicos casi acabados, el reto es fijar los detalles concluyentes para la construcción del tren programado para su operatividad hacia el año 2050.
A su vez, el proyecto ha de encarar desafíos ambiciosos en lo que atañe a la materia ambiental y social, en una región con un ecosistema frágil y donde miles de migrantes deambulan a su suerte por la selva del Darién. Lo que invita a una praxis concienzuda para paliar los impactos.
Al otear la importancia geoestratégica, me ceñiré exclusivamente en el Corredor Interoceánico como pieza central del Programa para el Desarrollo del Istmo de Tehuantepec, que abraza 79 municipios del sureste de México, 33 en Veracruz y 46 en Oaxaca. Este proyecto engloba la innovación y rehabilitación de 227 kilómetros de vías para engarzar los océanos Pacífico y Atlántico. Igualmente, contempla la edificación de 10 parques industriales de 300 hectáreas de promedio, el ensanchamiento de la carretera transístmica, la construcción de un gasoducto para garantizar el suministro de gas al sector industrial y la recuperación de las refinerías de Minatitlán y Salina Cruz.
En nuestros días, el Corredor Interoceánico no puede concebirse como las piezas de un puzle separadas, sino como un componente en la reconfiguración del sureste de México. Así, no sólo articula Coatzacoalcos y Salina Cruz, también se interconecta con el otro megaproyecto del territorio. Me refiero al Tren Maya, cruzando una línea férrea de 329 kilómetros con Ciudad Hidalgo, en Chiapas, limítrofe con Guatemala.
En concreto, la demarcación del Istmo es una zona con una contrastada rúbrica indígena por la convivencia de diversos pueblos ancestrales y una amplia riqueza cultural como Chontal, Huave, Zapoteco, Zoque y Mixe, que poseen un extensísimo legado de resistencia y entereza por la salvaguardia de sus hábitos y tradiciones y sus maneras autóctonas de gobierno.
Dicho esto, desde años prematuros del período colonial se han ejecutado varias investigaciones para retratar pasadizos interoceánicos en el continente americano y, especialmente, en su departamento ístmico central, donde se describen tres creíbles itinerarios: la zona de Darién, Nicaragua y Tehuantepec.
Ni que decir tiene, que el conquistador del Imperio azteca, Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano (1485-1547), sería el primer confiado para adentrarse en la presencia de ríos navegables en el Istmo de Tehuantepec, por donde tal vez, pudieran bifurcar flotas y, ante la inexistencia de éstas, se mostraron varios proyectos para la disposición de un conducto que viabilizara esta circulación. Los esbozos que conjeturaban la arquitectura propia de un Canal continuaron alumbrando en los siglos XVII y XVIII, respectivamente, pero no sería hasta el siglo XIX, con el aparecimiento del ferrocarril, que los proyectos de comunicación transístmica para esta región se han confeccionado con base en un arquetipo de paso interoceánico seco.
Con lo cual, el dietario del lanzamiento de esta comunicación interoceánica es extendida y enrevesada. En cierto modo, representantes extranjeros y estatales se han empeñado en un trecho de 200 kilómetros que verdaderamente, es un término mucho más amplio ocupado, compartido y contendido a otra sucesión por comunidades y poblaciones urbanas, campestres, nativas y élites locales.
El Proyecto Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec formulado durante la Campaña Presidencial de Andrés Manuel López Obrador (1953-70 años), y promulgado a mediados de 2019 del que se indicaron algunas pistas de información a cuentagotas, ha sido promocionado esencialmente como un pasillo de locomoción carretero y ferroviario que, aparte de fusionar el Golfo de México con el océano Pacífico, desea ser un entorno propicio para desplegar los sectores industriales del sur de Veracruz y Tabasco hacia el puerto de Salina Cruz, en Oaxaca, acometiendo el alojamiento de parques industriales a lo largo y ancho del eje interportuario.
Este corredor que envuelve 79 municipios y de los cuales 33 se localizan en Veracruz y 46 en Oaxaca, se teje en varios diseños de infraestructura de transporte ferroviario, portuario, aeroportuario y carretero; así como proyectos industriales y, por último, proyectos energéticos.
Primero, los proyectos de infraestructura de transporte ferroviario, portuario, aeroportuario y carretero, proyectan principalmente el avance y la modernización de los servicios básicos actuales, pero entraña importantes variaciones a impactos socio ambientales, al redoblar el volumen y la velocidad de la circulación mercantil en la zona. Sin lugar a dudas, la modificación y reparación de diversos intervalos de la vía ferroviaria que conecta los puertos de Coatzacoalcos, en Veracruz y Salina Cruz, en Oaxaca, concreta la parte más conocida.
No obstante, igualmente se vislumbra la amplificación de los puertos de Salinas del Marqués, Salina Cruz y Coatzacoalcos, así como la de los aeropuertos de Ixtepec y Minatitlán.
Segundo, en cuanto a los proyectos industriales, el modernismo y el tratamiento de esta infraestructura de transporte es un mecanismo transcendental para la modulación del segundo instrumento de este proyecto. El desarrollo de corredores industriales donde la esfera manufacturera pueda explotar la mano de obra de la comarca.
Esta unidad es una constante en los principales corredores interoceánicos secos de América, que a su vez, originan un beneficio comparativo de los mismos, como de la abundancia de fuerza de trabajo, con la peculiaridad de que en el Istmo de Tehuantepec también se ejecuta la sustracción y productividad de materias primas para la industria existente y la que aspira instalarse.

“El viacrucis marítimo que bulle en el Canal de Panamá por la grave sequía que impera, reporta a los Gobiernos y empresas transportistas a tomar cartas en el asunto de manera insólita”

Aunque las exiguas documentaciones oficiales no aluden con transparencia en qué reside lo que ya se designa como la Zona Libre del Istmo de Tehuantepec, es una superficie configurada por una franja de 20 kilómetros a cada lado de los 300 kilómetros de largo del ferrocarril.
De esto modo, el plano comprende 48 municipios de los 79 que distingue el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, disponiéndose la Zona Libre con mayor número de municipios implicados.
Aparte de la Zona Libre, el pilar y digamos que el eje manufacturero de este megaproyecto contempla la puesta en escena de otros eslabones, como es el caso específico de seis Polígonos de Desarrollo e Innovación, así como de una cantidad indeterminada de terrenos industriales.
Y tercero, en relación a los proyectos energéticos, el programa trata de reforzar las redes de transporte y consumo de energía en la zona, así como la articulación del terreno de mayor obtención de energía con diversos mercados en proporción regional e internacional. De hecho, este proyecto se encamina a la instauración de un enclave energético-industrial que retoque la composición manufacturera y la capacidad exportadora, para lo cual, se precisarían de algunos trabajos de transporte y transformación de energía, que aunque no han sido puntualizados en los documentos públicos, probablemente fomentarían numerosos proyectos ya sugeridos en la región, como poliductos, gasoductos, terminales de gas natural licuado y otras redes de trasmisión eléctrica.
En esta región prolongada del Istmo de Tehuantepec, ya se atinan en construcción algunos proyectos como el que corresponde a la Refinería de Dos Bocas, en el estado de Tabasco, concerniente directamente con la dinámica que se quiere profundizar en el territorio, sondeando la producción, circulación y consumo de la energía fósil al servicio de la industria, o su exportación a través de las redes de transporte que procuran franquear el Istmo.
Teniendo en cuenta que el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec es un proyecto acomodado por diversas piezas, el impulso oficial del mismo se ha centralizado en la infraestructura ferroviaria. En este espacio, lo que se indica como modernización del ferrocarril es ciertamente el perfeccionamiento de sus principales curvas. De este modo, podría transformarse en un tren de gran velocidad, trastocando con ello la cadencia local y regional del Istmo.
En este momento, el Istmo de Tehuantepec es la circunscripción con mayor generación de energía eólica de México, ya que reúne la mitad de los parques maniobrando a nivel nacional y el 46% de la capacidad establecida. A ello ha de añadirse que la zona limita al noreste con la franja de más extracción y reservas analizadas de hidrocarburos en el estado, sin dejar en el tintero que es el camino geomorfológico ineludible de cualquier nexo para el transbordo de energía entre el centro y norte del territorio nacional con la península de Yucatán y el Istmo Centroamericano.
Por cada una de estas particularidades, el Istmo de Tehuantepec es para el capital un medio de unificación entre las distintas redes de producción, transporte y consumo de energía y no exclusivamente un corredor interoceánico potencial.
Desde el aspecto del complejo industrial de energía fósil, resulta clarividente la representación estratégica de la región, ya que el conjunto de mercancías que se producen o transitan de este tipo, podrían expandir sus redes terrestres y marítimas de mediano y largo alcance, aumentando el engranaje de la región con los mercados de energía subcontinentales y globales. Con la ejecución del corredor transístmico se reforzaría el flujo de energía fósil que es trasladada desde el litoral del Golfo de México hacia la cuenca del Pacífico, que se superpone aproximadamente con el geológico Cinturón de Fuego del Pacífico.
No ha de soslayarse, que la zona limítrofe al Istmo es precisamente donde se localizan las mayores reservas de hidrocarburos y de más producción. Así, complementaria a esta existencia de recursos fósiles, consta igualmente la conglomeración de la transformación industrial.

“Con la ejecución del corredor transístmico se reforzaría el flujo de energía fósil que es trasladada desde el litoral del Golfo de México hacia la cuenca del Pacífico, que se superpone aproximadamente con el geológico Cinturón de Fuego del Pacífico”

Y al objeto de conseguir este acoplamiento e intensificación del transporte de energía, uno de los puntos que están en el panorama del Corredor Interoceánico es el ensanchamiento de la red de ductos de transporte de hidrocarburos que está formada por ductos para conducir gas natural, gas LP, petróleo y petrolíferos.
Conjuntamente al calibre fósil comprendido en el eslabón energético del proyecto que pende sobre el Istmo de Tehuantepec, es significativo indicar que asimismo la región es una extensión de generación eléctrica, al estar dispuestas varias centrales de producción eléctrica, así como redes para la transmisión regional de esta energía que se hallan acopladas al ‘Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central’ y su ‘Mercado Eléctrico Regional’.
En definitiva, el Proyecto del Corredor Interoceánico presume la modernización y desarrollo de los puertos para importar y exportar los productos que desfilarían por el pasillo. Tanto especialistas panameños como mexicanos, concuerdan al indicar que el tren del Istmo de Tehuantepec, podría ser una opción para activar la elevada solicitud de barcos que precisan atravesar el Canal de Panamá, pero en ningún caso lo contemplan como un desafío directo en clave económica.
A resultas de todo ello, la vía entre Asia y la costa este americana es con diferencia, la más manejada por los interesados que transitan por el conducto centroamericano. Y es por esto, por lo que el emplazamiento del corredor mexicano, más próximo a estas direcciones, sería el punto de inflexión para su total acomodación. Amén, que el tiempo economizado en esa travesía por México podría volver a disiparse, si se valora que además de la duración inevitable para descargar la mercancía del barco al tren y cargarla nuevamente al otro lado, el Istmo que se franquea es mucho más amplio que los 80 kilómetros de largo del Canal.
Además, Panamá cuenta con vías de tren para los usuarios que eligen esta alternativa, en vez de bifurcar directamente en barco. Pero lejos de ser competencia esta realidad, el hecho de que el corredor de México esté tan cercano al de Panamá, pasaría a ser suplementario. Y al disponer de más procedimientos en la zona, las embarcaciones no se apartarían de este recorrido en lugar de inclinarse por el Canal de Suez. Ahora, la segunda disyuntiva recaería en México.

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La estrategia asimétrica de Ucrania más allá del frente https://elfarodeceuta.es/estrategia-asimetrica-ucrania-mas-alla-frente/ Fri, 31 May 2024 02:25:32 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1053421 En los últimos meses la industria petrolera de Rusia ha tenido que ofrecer aclaraciones puntuales sobre el escenario imperante. Y no es para menos, porque desde comienzos de año se han multiplicado las imágenes y vídeos de columnas de fuego en depósitos de petróleo por los ataques que Ucrania materializa contra sus infraestructuras. Póngase como […]

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En los últimos meses la industria petrolera de Rusia ha tenido que ofrecer aclaraciones puntuales sobre el escenario imperante. Y no es para menos, porque desde comienzos de año se han multiplicado las imágenes y vídeos de columnas de fuego en depósitos de petróleo por los ataques que Ucrania materializa contra sus infraestructuras. Póngase como ejemplo la petrolera Rosneft, emplazada en la demarcación de Bryansk, donde el rastro devastador de los drones produjo que la planta tuviese que interrumpir transitoriamente su producción y labores de procesamiento.
Igualmente, LUKoil, la compañía petrolera más grande, detuvo una unidad en Norsi, la cuarta refinería más importante de Rusia ubicada junto a la ciudad de Nizhny Novgorod. En suma, las fuerzas de Kiev han tratado de boicotear las instalaciones rusas en varios momentos. No es una quimera que Ucrania continúe percutiendo medios que no sólo son primordiales para la economía de Rusia, sino que del mismo modo aportan combustible a las tropas adversarias.
La destreza de obstaculizar las exportaciones, aunque forma parte de un modus operandi más vasto, procura atajar el avance de las tropas rusas en el frente. Obviamente, es evidente que la industria petrolera se encuentre en el punto de mira. A día de hoy, los productos refinados no sólo sostienen los tanques rusos, sino que surten ingresos suculentos para financiar la guerra. La parada en la actividad de las infraestructuras de refinado dislocará la logística militar, ya que las fuerzas armadas se hallan entre los mayores consumidores de combustibles para motores y aviones.
Por lo demás, la contraofensiva ucraniana no ha logrado los frutos deseados y en frentes abiertos como el de Avdiivka, la incertidumbre se acrecienta. Las fuerzas rusas han obtenido algunos avances en torno a la ciudad, consiguiendo realizar una penetración en la zona sur, con túneles de drenaje y atravesar los bastiones ucranianos y tenderles una emboscada.
Entretanto, las tropas de Kiev tratan de dificultar cualquier avance de las tropas del Kremlin e impedir que alcancen la ciudad, donde aún residen cerca de 1.000 individuos. Hasta ahora no se han abatido las líneas de suministro que llegan al centro de Avdiivka, pero en este intervalo de la conflagración Rusia ha convertido el frente en una de sus prioridades. En mitad de las intervenciones ofensivas de Rusia, es escabroso que los ataques contra la industria petrolera adquieran una consecuencia significativa. No obstante, es uno de los métodos manejados por las tropas de Ucrania, como las tentativas de hacer volar los depósitos de municiones y oleoductos.

"El jaque mate perpetrado magistralmente por Ucrania a las refinerías rusas, coloca al mercado del petróleo al borde del síncope, agrietando un apartado de la guerra asimétrica con un golpe maestro para neutralizar la supremacía en personal y material"

En las postrimerías del año 2023, un grupo de soldados depositaron explosivos en un tren de carga ruso que trasladaba diésel y combustible para los aviones. La agresión contra la línea férrea en Siberia fue reivindicada por Ucrania y más allá de los alcances logísticos, se consideró trascendente porque se produjo a miles de kilómetros del frente ucraniano.
Todo ello, en una coyuntura en la que Kiev padece una escasez marcada de munición y tropas para reconquistar la vivacidad sobre el terreno, ha optado por este tipo de táctica de guerrilla, ambicionando aislar y ralentizar los movimientos militares rusos.
A pesar de las estampas de columnas de fuego en las instalaciones petrolíferas, sus edificaciones son vigorosas y resistentes a los bombardeos aéreos por sus equipos contra incendios. A groso modo, es complicado que un dron logre desmantelar toda una instalación petrolífera, aunque es viable causar daños en alguna unidad y sea inevitable limitar provisionalmente las operaciones por cuestiones de seguridad.
En el caso de los ataques perpetrados en los centros de Ust-Luga y Tuapse, se restablecieron los trabajos inmediatamente a la acometida con dron, pero con un rendimiento menor. Más allá de los quebrantos suscitados, esta fuerza de gravedad pone de manifiesto los riesgos que corren otras refinerías. Si lo drones, no con más de cinco kilogramos de explosivo, llegaron hasta el espacio ruso que se encuentra a más de 950 kilómetros de la frontera con Ucrania, en ese trecho existen más de dieciocho instalaciones que son dianas potenciales.
Estas operaciones en territorio ruso han mostrado claramente uno de los principales propósitos de Ucrania. Según los expertos, los acometimientos con aviones no tripulados contra depósitos de petróleo en los mares Báltico y Negro, de ningún modo serán atajados. Todavía podrá exportar petróleo y gas por tierra a través de Asia y del Océano Ártico, pero los días de exportación de Rusia en los que se vale de estos mares están a punto de acabar.
Los ataques con drones son esenciales para disminuir y agravar las capacidades económicas del Kremlin. Desde febrero de 2022, el Gobierno de Vladímir Vladímirovich Putin (1952-71 años) ha ganado casi 600.000 millones de euros por las exportaciones de recursos energéticos y el 68% es petróleo. En otras palabras: el resultado de los ataques con aviones no tripulados son capaces no sólo de perturbar parte de la logística militar en menoscabo de las reservas de combustible, sino igualmente de comprimir los ingresos del presupuesto ruso, en el que la correspondencia de costes militares comprenden más del 50% y cerca del 21% del PIB.
Mientras Ucrania quiere apuntalar su estrategia contra Rusia más allá del frente, el Ejército del Kremlin ha logrado más proyectiles, misiles, vehículos blindados y aviación. En contraste, Kiev raciona el empleo de fuego de artillería conforme las ayudas occidentales penden de un hilo. Tal vez, en uno de los pocos recintos en los que Ucrania tiene una mínima ventaja es precisamente la fabricación de drones.
Por ende, en el margen operativo los ataques con drones han forzado a las tropas a transportar una parte de la defensa aérea para salvaguardar las localidades contiguas a la frontera con Ucrania. Para ser más preciso en lo fundamentado, en un informe elaborado por el Institute for the Study of War, éste sostiene que el Kremlin se encuentra reestableciendo diversos matices de sus defensas aéreas en sectores distantes de los límites fronterizos.
Los ataques de Ucrania contra la infraestructura en Rusia, traen a la memoria los que llevó a cabo Moscú en varias ciudades ucranianas contra el sistema eléctrico. Por aquel entonces, con la premisa de amilanar a la urbe y echar mano de las condiciones climatológicas adversas del invierno, miles de individuos quedaron sin luz y calefacción a últimos de 2022. Pero Ucrania extrajo lo mejor de sí haciéndose con los repuestos indispensables para reparar una parte de la infraestructura y proporcionar transformadores, así como la protección con los sistemas de defensa aérea surtidos por Occidente. Curiosamente, en este momento es la infraestructura energética de Rusia la que está al acecho enemigo y precisa de una vigilancia exclusiva.

"Ucrania da con la tecla del punto más frágil de Rusia, porque la producción de refinados comienza a resentirse junto con las exportaciones. De modo, que le asesta un puñetazo donde más le duele"

Dicho esto, Ucrania parece haber dado con la tecla del punto más frágil de Rusia, aunque este no sea justamente el petróleo, pero sí que está fuertemente vinculado con él. Un sinnúmero de drones ucranianos están inhabilitando la voluminosa malla de refinerías rusas en un empeño por desbaratar las remesas de refinados. Hasta la fecha, los derivaciones son alentadoras para Kiev, aunque la amplia mayoría de la industria rusa continúa el engranaje de su actividad.
Como advierten algunos rotativos especializados, la cadena de ataques con aviones no tripulados ucranianos sobre refinerías de petróleo rusas en las últimas jornadas, han comenzado a sugerir recelos sobre durante cuánto tiempo podrá seguir exportando productos petroquímicos, lo que a su vez ha comenzado a ocasionar algún desasosiego en Moscú.
Varias de las principales refinerías de petróleo de Rusia han sido atacadas como parte del pulso de Ucrania para embotellar la capacidad de producción de petroquímicos, y así escindir los ingresos favorables de las exportaciones y aminorar el flujo de petróleo a su inmenso motor armamentístico. Aunque no se constatan reseñas oficiales, se estima que la productividad de diésel y refinados podría haberse desplomado entre el 6 y el 14%, respectivamente.
Indudablemente, este entramado comprende agravios colaterales para los usuarios europeos. Los cracks spread del diésel, o lo que es lo mismo, la diferenciación entre un barril de petróleo y otro de diésel, vuelve a incrementarse con ímpetu, puesto que Rusia es uno de los mayores productores de diésel del planeta. Aunque los estados miembros de la Unión Europea (UE) no adquieran efectos refinados rusos, en un mercado integral e interrelacionado, el alud de la producción en una esfera específica acaba en su conjunto inquietando al mercado.
Si bien, este contexto no ha tenido aún un efecto dominó en las exportaciones de productos, nos topamos ante un embate exitoso de que los cracks spread se lancen y los importadores exploren otras fuentes alternas. Actualmente, lo que se ha divisado es que las remesas de diésel desde los puertos rusos se han visto reducidas desde las acometidas con drones contra las refinerías de petróleo.
Aunque existen pruebas de que las huelgas internas producidas en Rusia están perjudicando el pleno rendimiento de las plantas y otros elementos, como el mal tiempo, igualmente pueden atañer a los flujos. Hasta el punto, que se opina que los ataques podrían estar acariciando el enflaquecimiento de la economía de Rusia. Simultáneamente, para ensuciar todavía más las aguas, Moscú debía detener las remisiones de combustible dentro de su alianza de suministro de petróleo con la OPET+. Este pacto constituye dos eslabones: el descenso en las exportaciones de petróleo y menos partidas de refinados, entre las que sobresale el diésel.
A resultas de todo ello, ya se refiere parte del incremento del petróleo a los ataques ucranianos. Daría la impresión de que Ucrania está logrando con su accionar selectivo en territorio ruso, lo que Occidente no ha conseguido hasta ahora con las sanciones. Mientras que Rusia ha hallado la fórmula para sortear las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados, estos ataques están siendo infalibles para contraer los portes de refinados y los ingresos por su venta.
El mercado del petróleo sigue escalando con el ICE Brent situándose con un alza de más, que ha llevado al barril a franquear los 87 dólares por unidad de manera puntal, obteniendo las cotas más elevadas. El catalizador de esta magnitud parece estar en los ataques ucranianos a la capacidad de las refinerías rusas.

Y como no podía ser de otra manera, los analistas evalúan los permisibles efectos a gran escala. Podría estar hablándose de que el encontronazo en el suministro de petróleo no está claro, pero sí que ha de observase sus dificultades. Ha de recordarse que la principal exportación de productos refinados de Rusia es el diésel. Desde que se inició la guerra, los principales destinatarios son Brasil, Arabia Saudí y Turquía. Sin inmiscuir, estados africanos como Libia, Túnez, Marruecos y Ghana.
Es sabido que Rusia es el segundo exportador mundial de gasóleo, por lo que si las refinerías dejan de operar a pleno rendimiento, lo razonable es intensificar las exportaciones de crudo. Además, estos hechos se originan en un momento en que en apoyo con la OPEP+, Rusia se ha comprometido a disminuir la producción de crudo en 400.000 barriles diarios. Igualmente se provoca en una situación en el que la India, uno de los mayores importadores de crudo ruso, se presenta reticente a vulnerar las sanciones norteamericanas.
En consecuencia, Ucrania da con la tecla del punto más frágil de Rusia, porque la producción de refinados comienza a resentirse junto con las exportaciones. De modo, que le asesta un puñetazo donde más le duele.
Han tenido que transcurrir más de dos años para que las tropas de Volodímir Zelensky (1978-46 años) averigüen el foco quebradizo de Moscú. Las embestidas demoledoras con drones a las refinerías están sometiendo cuantitativamente la capacidad del Kremlin para generar ganancias por la comercialización de refinados como el diésel o el queroseno. Esta es una excelente aclaración para los intereses geopolíticos de Occidente pero, sobre todo, para la propia Ucrania.
Pese a todo, esta pericia envuelta en sutileza por parte ucraniana, esconde un peligro para el mercado de materias primas: el petróleo y los refinados rusos podrían comenzar a experimentar un baquetazo, imponiendo al alza el importe de los hidrocarburos en las empresas. Las sanciones en el crudo y los refinados habían avivado una reconfiguración general de los flujos de hidrocarburos, pero la oferta y, por tanto, el precio, no se habían dados tan empicados.
En un mercado interconectado no es sencillo enclaustrar a un estado por completo y menos aún, si este es Rusia, que además dispone de aliados con un peso definido como China. Pero los últimos ataques de Ucrania fustigan de manera directa en el núcleo petrolero de Rusia. Por vez primera, los hidrocarburos digieren un naufragio de su producción y exportaciones. La señal es perceptible: Rusia va a tener que aguantar mecha, al igual que los consumidores.
Se considera que los ataques con aviones no tripulados han descartado entre los 600.000 barriles diarios y los 900.000 de la capacidad de refino. Producto de la disminución de su capacidad y el supeditado ascenso de los costes internos de los destilados, posiblemente Rusia acortará las exportaciones de manera comparable a la prohibición de gasolina de seis meses que efectuó para eludir que los precios internos del combustible se ampliasen. Mismamente, en apreciaciones apuntadas, al menos nueve refinerías rusas han sido abordadas en 2024 con desenlaces perjudiciales, lo que ha dejado en agua de borrajas el 11% de la capacidad del país.
Estos ataques pueden encender la mecha de un mercado de petróleo que se ha ido conviniendo gradualmente contra toda predicción. Si los ataques ucranianos se prolongan, el crudo podría encaramarse por encima de los 100 dólares. En cambio, si éstos ceden, habrá que aguardar algunos meses hasta que Rusia subsane los daños de las refinerías y retorne a la regularidad.
Los expertos insisten en que las reparaciones de las refinerías implican uno o dos meses para que las unidades vuelvan a su actividad. Aunque no se ha conformado de lleno la producción de petróleo programado en las cuentas más cercanas, persistiendo que la ganancia nacional de crudo se reduzca, debido a la demanda interna menor de las refinerías y al restrictivo stock interno de unos 250 millones de barriles. Evidentemente, Rusia no puede acumular crudo perennemente, ya que arrastra límites en las exportaciones por las sanciones impuestas y las cuotas de la OPET+.
El cóctel de las incesantes arremetidas contra las refinerías rusas, más el incremento de las cuantías tanto de la gasolina como del diésel y las aspiraciones iraquíes de achicar las exportaciones de petróleo en los próximos meses para enmendar la reciente sobreproducción en paralelismo con los fines de la OPET+, nuevamente está estimulando el petróleo.

"Esta pericia envuelta en sutileza por parte ucraniana, esconde un peligro para el mercado de materias primas: el petróleo y los refinados rusos podrían comenzar a experimentar un baquetazo, imponiendo al alza el importe de los hidrocarburos en las empresas"

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), las indisposiciones que los ataques ucranianos están ocasionando, es una amenaza para el coste del crudo y los refinados en un mercado que en este momento soporta un ligero déficit, porque existe más demanda que oferta de crudo.
En tanto, los representantes de Ucrania parecen apreciar que si aguantan a la defensiva, necesitan continuar castigando a Rusia. Lo que se emprendió como un esfuerzo en medida alegórico, particularmente el ataque con drones contra el Kremlin, se ha erigido en una campaña decidida contra un objetivo estratégico. De momento, el mercado no ha flaqueado y los analistas tasan los vaivenes que están por venir.
Uno de los mayores escollos que se encuentra sobre la mesa es que los drones ucranianos consigan dejar fuera de combate a la refinería de Kirishi, prescindiendo latentemente en torno a 150.000 barriles diarios de producción diésel consignado esencialmente a la exportación. De la misma forma, los mercados del crudo podrían notar alguna exacerbación, si Kiev apuntase a las principales terminales de exportación de petróleo en el Mar Báltico o Negro.
Si Ucrania deseara agigantar su influencia sobre los ingresos del refinado de petróleo ruso, señalaría a la infraestructura terminal de exportación de productos en los puertos de Novorossiysk o Primorsk. Amén, que esto forzaría todavía más los nexos con sus aliados occidentales, ya que el impacto en los precios del petróleo y los productos refinados sería trascendente.
El último repecho de ataques ucranianos ha instado a un alza en los precios de la gasolina y el gasóleo en la Bolsa Mercantil Internacional de San Petersburgo, aunque la valía del combustible en el surtidor dentro de Rusia sintió escasamente alguna diferenciación. Es creíble que a Rusia no le quede otra que desviar más crudo a la exportación por la repercusión en su tasas de refinado.
Llegados a este punto, el jaque mate perpetrado magistralmente por Ucrania a las refinerías rusas, coloca al mercado del petróleo al borde del síncope, agrietando un apartado de la guerra asimétrica con un golpe maestro para neutralizar la supremacía en personal y material, con una sucesión de ataques que, por activa y pasiva, he mencionado en estas líneas, buscando ante todo restar las exportaciones de crudo y cercenar el abasto de combustible a las tropas del Kremlin.
Finalmente, en atención a la divulgación experta en cuestiones militares ‘Defense Express’, Ucrania ha acometido en lo que va de año hasta trece refinerías rusas ubicadas en varias zonas. Como antes he señalado, varias apreciaciones de técnicos del sector encajan estas pérdidas en unos 600.000 barriles.
Claro, que ello podría conjeturar un bajón importante en los ingresos de Rusia por exportaciones de petróleo, que a su vez, son crucial para capitalizar su mecanismo de guerra. La inteligencia militar ucraniana es una de las agencias que está detrás de este tipo de ataques. Sin ir más lejos, los impactos han influido tanto en las instalaciones de procesamiento como de almacenamiento. Cada una de estas incidencias que ha dejado en suspenso la marcha de algunas infraestructuras, igualmente ha entrecortado el compás del suministro de combustible y lubricantes de las fuerzas de ocupación rusas en Ucrania.
No ha de soslayarse, que las explosiones en infraestructuras petroleras de Rusia forman parte de todo un procedimiento en pleno auge y se prolongará en el tiempo. Renegar a los blindados rusos a quedar sin combustible, es lo mismo que fundamentar que Ucrania ha de combatir contra un instrumento de guerra que se nutre de petróleo. Con lo cual, la dependencia del carburante de las unidades mecanizadas de cualquier ejército del siglo XXI es incuestionable.
Sin capacidades aéreas semejantes a las rusas y con una cantidad de lanzacohetes móviles americanos incapaces para golpear las líneas enemigas de suministro, Ucrania ha apelado a un modo más eficaz de combatir al adversario. El acierto con este tipo de maniobra y en la campaña de acoso y derribo que le ha hecho retomar el control de sus aguas del Mar Negro con drones y misiles a la Flota rusa, pese a estar falta de una armada militar propia.
En definitiva, estrechar el potencial de producción de combustible ruso puede echar un capote a Ucrania para resistir y equilibrar las demoras en la remesa de ayuda militar. A día de hoy, los resultados de los ataques a objetivos militares en Rusia y otros puntos estratégicos de su economía, son la conquista más ostensible de las aspiraciones de Ucrania para agrandar la producción de armamento y simplificar la dependencia del exterior.

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El artificio en socavar la capacidad de los países europeos para apoyar a Kiev https://elfarodeceuta.es/artificio-socavar-capacidad-paises-europeos-apoyar-kiev/ Wed, 22 May 2024 02:15:09 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1049062 A día de hoy, el ciberespacio se muestra como el entorno elegido de las nuevas formas de conflicto. Y es que en los últimos trechos cobran especial relevancia las complejidades híbridas, que incorporan los automatismos de la fuerza militar con mecanismos como los ciberataques, la manipulación de la información por medio de internet y las […]

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A día de hoy, el ciberespacio se muestra como el entorno elegido de las nuevas formas de conflicto. Y es que en los últimos trechos cobran especial relevancia las complejidades híbridas, que incorporan los automatismos de la fuerza militar con mecanismos como los ciberataques, la manipulación de la información por medio de internet y las redes sociales o componentes de intimidación económica.
Así, el avance embravecido de las tecnologías como punta de lanza y su acceso factible, posibilitan a más no poder que estas operaciones resulten sorpresivamente desde cualquier parte de la aldea global, tanto con la interposición de actores estatales como no estatales y de manera más vertiginosa que en otros tiempos, por lo que su prevención y posible respuesta se convierte enrevesada e indefinible. Pero una materia a valorar es el potencial de administración de las amenazas híbridas en contextos diferentes, donde se engloban los procesos electorales y en los que se puede llegar a deteriorar la soberanía e integridad de los estados.
Si bien, es preciso desentrañar con precisión términos con un cierto recorrido como ‘guerra híbrida’, ‘amenaza híbrida’ o ‘ataque híbrido’, en ocasiones dispuestos como si representasen lo mismo, cuando realmente no es así. Para ello el documento titulado ‘Amenazas híbridas: nuevas herramientas para viejas aspiraciones’ perteneciente a Carlos Galán Cordero, estos conceptos quedarían literalmente descritos por su autor como seguidamente citaré. Primero, ‘amenaza híbrida’, “fenómeno resultante de la convergencia e interconexión de diferentes elementos que, en conjunto, constituyen una amenaza más compleja y multidimensional”.
Segundo, ‘conflicto híbrido’, “situación en la cual las partes se abstienen del uso abierto de la fuerza (armada) y actúan combinando la intimidación militar (sin llegar a un ataque convencional) y a la explotación de vulnerabilidades económicas, políticas, tecnológicas y diplomáticas”. Y tercero, ‘guerra híbrida’, “situación en la que un país recurre al uso abierto de la fuerza (armada) contra otro país o contra un actor no estatal, además de usar otros medios, como por ejemplo, económicos, políticos o diplomáticos.
Dicho esto, como se detalla al pie de la letra en el documento antes aludido por Galán Cordero, las amenazas híbridas “han venido persiguiendo entre otros objetivos: erosionar la confianza de los ciudadanos en sus empresas e instituciones; generar desconfianza en el sistema democrático, político y administrativo; socavar la cohesión social o los modelos sociales de los Estados, de las comunidades políticas o de las organizaciones internacionales; fragilizar el sistema de gestión o gobierno para que tenga menos capacidades; o convencer de la decadencia de un sistema político o empresarial”.
De esta forma, las amenazas híbridas buscan conseguir las prioridades estratégicas incitando en la toma de decisiones de sus víctimas y debilitando sus valores, su configuración social y la convicción del conjunto poblacional. Ello, allanado por el galimatías de los marcos internos y externos de la seguridad de los Estados, que a su vez, arrastran el crecimiento del ciberespacio. Punto de partida desde el que es más sencillo agitar y perturbar la espiral de actitudes, creencias, opiniones, preferencias, expectativas o tendencias. Cabiendo subrayar que en la ‘Estrategia Nacional de Seguridad 2018’ y la ‘Estrategia Nacional de Ciberseguridad 2019’, respectivamente, se indican con pelos y señales la confirmación de una predisposición gradual de las llamadas ‘amenazas híbridas’, expuestas concretamente como “acciones coordinadas y sincronizadas dirigidas a atacar de manera deliberada las vulnerabilidades sistémicas de los estados democráticos y las instituciones, a través de una amplia gama de medios, tales como acciones militares tradicionales, ciberataques, operaciones de manipulación de la información o elementos de presión económica (…)”.
Continúa exponiendo palabra por palabra: “(…) Actores estatales y no estatales, bien de forma directa o a través de intermediarios, explotan las facilidades que ofrece Internet para la desinformación y propaganda y un interés generalizado en la obtención y desarrollo de capacidades militares para operar en el ciberespacio, incluyendo en muchos casos medios y capacidades ofensivas”.
En base a lo planteado inicialmente, es sabido que los transcursos electorales vaticinan un visor fundamentalmente estratégico y sensible. De ahí, que la Unión Europea (UE) se comprometiese en desarrollar la capacidad indispensable para neutralizar estas amenazas, con la finalidad de generar resiliencia y una apropiada réplica general por medio de medidas como ‘la conciencia situacional’, ‘la comunicación estratégica’, ‘el desarrollo de la resiliencia y la disuasión en el sector de la ciberseguridad’ y, por último, ‘el desarrollo de la resiliencia frente a las actividades de inteligencia hostiles’.
Primero, en cuanto a ‘la conciencia situacional’, para combatir las intimidaciones híbridas se ha establecido una célula dentro del Servicio Europeo de Acción Exterior, reconocida como un activo imprescindible para obtener y examinar la información en este recinto mediante la exploración de la inteligencia.
De hecho, diversos expertos que contribuyen afanosamente en ese trabajo, han declarado que aún requieren atesorar más conocimientos técnicos para hacer frente a todo el universo de amenazas que subyacen. Por lo que desde la Comisión Europea se ha comunicado la determinación de que la célula intensifique su actividad mediante instrumentos especializados en materia química, biológica, radiológica y nuclear en contrainteligencia y ciberanálisis.

"He aquí la pugna entre los Estados democráticos y autoritarios, aunque también se ilustra una especie de carrera de fondo entre las grandes potencias para compensar la balanza del poder"

Segundo, en relación a ‘la comunicación estratégica’, se garantizará una interacción y coherencia persistentes entre las diversas estructuras existentes. Esta extensión se amplificará a otros organismos y Estados miembros de la UE y abarcará la plataforma online preservada sobre desinformación.
Tercero, en lo que atañe ‘al desarrollo de la resiliencia y la disuasión en el sector de la ciberseguridad’, la UE viene planteando numerosos medios para robustecer las capacidades y lidiar contra las ciberamenazas, como la proposición marco de certificación de la ciberseguridad, la prescripción para el crecimiento y la innovación de la Agencia de Ciberseguridad de la Unión Europea, los prototipos de la contribución entre los Estados miembros y las agencias de la UE, en caso de agresión y la suma de dispositivos de ciberdiplomacia. En este mismo guion se está confeccionando una plataforma determinada de formación y educación para sistematizar el adiestramiento en materia de ciberdefensa.
Y cuarto, en lo que respecta ‘al desarrollo de la resiliencia frente a las actividades de inteligencia hostiles’, el acoplamiento de los Estados miembros y entre estos y otras instituciones internacionales, particularmente, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), es transcendental.
En este aspecto, el Servicio Europeo de Acción Exterior y la Comisión Europea, acomodarán medidas prácticas desarrolladas que favorezcan e intensifiquen la capacidad interactiva de la UE para contrarrestar cualquier acción o movimiento de inteligencia desfavorable encaminada contra las sociedades, tanto de servicios de inteligencia estatales como privados.
Con estos mimbres, las amenazas híbridas no es una evidencia novedosa en los tiempos que corren, pero sí que han aumentado en los últimos años como consecuencia de las mejoras tecnológicas y cibernéticas y el acrecentamiento de la competencia entre las potencias en el trazado internacional. Básicamente, se trata de una pugna entre los Estados democráticos y autoritarios, aunque también se ilustra una especie de carrera de fondo entre las grandes potencias para compensar la balanza del poder. Llámense la República Popular China y la Federación de Rusia, que están dispuestas a plantar cara frente al posicionamiento innato de la UE, la OTAN y Estados Unidos.
A lo anterior hay que añadir todo un elenco de ejecutantes intervinientes a modo de actores no estatales, como formaciones terroristas, grupos extremistas, piratas informáticos e incluso particulares incógnitos que intervienen y operan por cuenta de actores estatales.
En numerosas ocasiones es peliagudo reconocer con certeza a los autores de estos ataques híbridos, aunque concurran suposiciones, lo que amplía su derivación, ya que da origen a otras hipótesis e incluso a teorías de la conspiración. Toda vez, que no hay que irse demasiado lejos para sostener que la mayor amenaza híbrida a la que se enfrenta Europa forma parte de la manipulación del espacio informativo. Póngase como ejemplo el entresijo de Rusia, que con anterioridad a lanzar su invasión de Ucrania (24/II/2022), condenó que Kiev consumaba un genocidio sobre la minoría rusa, además de que el país se estaba ‘nazificando’ y que la OTAN quería hacer uso de Ucrania como arma arrojadiza contra Rusia.
Sin duda, el contexto aludido acabó conviertiéndose en caldo de cultivo para una cruzada de desinformación de acoso y derribo, hasta resultar efectiva entre sus caracteres, porque meses más tarde no sólo muchos rusos creen estar en la razón de que su país posee pleno derecho de cristalizar esta guerra, sino que desgraciadamente esta descriptiva también se ha propagado por el hemisferio sur, gracias al gigante asiático que obtiene provecho al cargar contra Occidente.
Otras de las piezas híbridas más empleadas que conforman este puzle es la injerencia en las campañas electorales de terceros países, al objeto de hacer caer la balanza en su resultado, mediante rumores y engaños en las redes sociales o la filtración de información que deteriore a una fuerza política concreta o aspirante específico. Con lo cual, la Comisión Europea ha difundido una alerta sobre el riesgo progresivo de tentativas de injerencia extranjera en las Elecciones al Parlamento Europeo (6-9/VI/2024), recalcando los visos de ataques híbridos cada vez más enrevesados y sofisticados.
Obviamente, con comicios proyectados para los meses inmediatos en naciones como Austria, Croacia, Bélgica, Rumanía y Lituania, la Comisión Europea incide en los riesgos tanto internos como externos que afronta la Unión, en circunstancias geopolíticas y de seguridad contrastadas por conflictos y tensiones a nivel integral.
Para ser más preciso en lo fundamentado, el Informe de la Comisión Europea denota la polarización y el extremismo como inquietudes manifiestas, previniendo sobre la amenaza de la radicalización vehemente de derecha en algunos Estados miembros. Esta advertencia llega tras varios ataques efectuados a políticos en Europa, algunos de los cuales se están supervisando por probables tramas con grupos de ultraderecha.
A decir verdad, con estadísticas que auguran una subida en la balanza de los ultras, los populismos y el euroescepticismo en las Elecciones al Parlamento Europeo, la inquietud por la polarización crece. Conjuntamente, Bruselas pone su cautela en la exaltación al terrorismo y el alegato de odio, haciendo hincapié en el relato antisemita y antimusulmán, tras las irrupciones cometidas por la organización política y paramilitar Hamás contra el Estado de Israel que originaron la guerra en Gaza. Y qué decir del conflicto en Ucrania, donde se han agigantado los ciberataques y aventurado la fragilidad de algunas instalaciones críticas de la UE.
El documento de la Comisión Europea realza la multiplicidad de amenazas que encara la UE, enfocado desde el crimen organizado y el terrorismo, hasta las infracciones ecológicas y el manejo de la inmigración como artilugio de desestabilización nacional. Por lo demás, comenta el fraude encubierto de las nuevas tecnologías con la inteligencia artificial con propósitos cibercriminales o la manipulación de información. Y como no podía ser de otra manera, el Informe aborda el paisaje de las ciberamenazas, que significativamente se ha agravado en los últimos años, con un ascenso de los ataques a la cadena de suministro y el aprovechamiento de vulnerabilidades en el software de los organismos de la Unión.
Enfatizando que la amplia mayoría de las amenazas encierran simultáneamente un ingrediente cibernético con una rúbrica híbrida, lo que tilda el menester de una respuesta resuelta y adaptativa de la UE.
En otras palabras: el Informe de la Comisión Europea hace resonar los tambores sobre el alcance de acometer de modo exhaustivo y ordenado las distintas amenazas que sufre la UE, tanto a nivel interno como externo, en una coyuntura decisiva diferenciada por un superaño con procesos electorales que en definitiva son carne de cañón para la desinformación e injerencias extranjeras y un desenvolvimiento acelerado y arduo del panorama de seguridad.
Luego, las inminencias están ahí y van in crescendo con contenidos ultraderechistas junto a las amenazas híbridas que cada vez son más dificultosas de detectar. En afirmaciones textuales del vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinás (1962-61 años), entiende bajo su criterio que la estrategia del Ejecutivo comunitario es válida ante los muchos riesgos y amenazas: “La UE es ahora más fuerte y está mejor equipada para hacer frente a las amenazas a la seguridad en constante evolución en Europa y sus alrededores. No hay lugar para la complacencia. No hay piedra sin remover para abordar las amenazas a la seguridad en línea y fuera de línea”.

"Por su complejidad, es preciso desentrañar con precisión términos con un cierto recorrido como ‘guerra híbrida’, ‘amenaza híbrida’ o ‘ataque híbrido’, en ocasiones dispuestos como si representasen lo mismo, cuando realmente no es así"

Cualquier alarma acaecida no es en vano ante la llamada inminente a las urnas, en unas votaciones primordiales para el devenir de la UE, en las que se repite desde el Parlamento Europeo que “está en juego el modelo de Europa que se quiere impulsar en los próximos años”. Decía al respecto la comisaria europea de Asuntos de Interior, Ylva Julia Margareta Johansson (1964-60 años): “la Unión Europea está actuando contra la persistente amenaza del terrorismo, la creciente amenaza de la delincuencia organizada y otras amenazas a la seguridad a las que se enfrenta cada día la población”, en una realidad en el que la maquinación enmascarada y la desinformación se han transformado en envites de primerísima línea de acción para las instituciones.
En el Informe concerniente a la marcha de la Estrategia para los años 2020-2025, Bruselas afirma que el ascenso de los ataques híbridos contra las infraestructuras críticas “ha puesto de manifiesto la necesidad de reforzar su protección y resiliencia para prevenir o mitigar el impacto de las interrupciones de los servicios esenciales que sustentan”. Desde 2020, la Comisión Europea ha formulado otros criterios horizontales para vigorizar las instalaciones críticas de la UE, tanto en línea como fuera de línea en una escala más extensa de parcelas. Me refiero a la ‘Directiva sobre la resiliencia de las entidades críticas’ y la ‘Directiva sobre seguridad de las redes y de la información’ que se implementaron en los inicios de 2023.
Asimismo, Bruselas no olvida que ha impulsado una serie de operaciones a nivel sectorial para “aumentar la resiliencia de las infraestructuras críticas, incluidos los sectores de la energía, el transporte, la seguridad marítima, la conectividad, el clima, el espacio, las finanzas y la salud”.
A pesar de todo, los ciberataques percuten con más fuerza y se han dado importantes pasos para prevenirlos, como la ‘Ley de Ciberresiliencia’, que afianza que los productos de hardware y software sean ciberseguros por su diseño; a ello ha de añadirse la ‘Ley de Cibersolidaridad’, que tonifica las capacidades de la UE para descubrir, andar sobre aviso y responder a las amenazas y ataques de ciberseguridad manifiestos.
Esta colisión cibernética es crucial para el futuro de la UE y aunque Bruselas no alude claramente a Rusia o China, sí que emite una observación puntual: “La posible explotación por parte de actores maliciosos de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, ya sea con fines cibercriminales o manipulación de información, plantea nuevos desafíos de seguridad para nuestras democracias, especialmente en un año marcado por importantes procesos electorales en toda Europa. El concepto de seguridad, tradicionalmente centrado en los asuntos militares y de interior, tiene que seguir el ritmo de las amenazas cambiantes”.

colaboracion-maroto-guerra-rusia-ucrania-ciberespacio-1En paralelo, el Ejecutivo Comunitario reconoce la incidencia del “aumento de los ataques radicales de derecha” y recuerda las medidas contraídas para combatir el terrorismo en todos sus métodos: desde la prevención de la radicalización en línea y fuera de ella, hasta el respaldo a los Estados miembros en la salvaguarda de las zonas públicas y la restricción del acceso de los terroristas a las armas y la financiación.
Igualmente, “para prevenir la radicalización, la Comisión Europea ha apoyado a los Estados miembros a través de la Red de Sensibilización sobre la Radicalización y ha puesto en marcha nuevos instrumentos jurídicos para proteger a los ciudadanos de contenidos extremistas y terroristas nocivos en línea y fuera de ella”.
Finalmente, ratifica que con el Reglamento sobre contenidos terroristas en línea, las plataformas deben eliminar los contenidos terroristas en el plazo de una hora. También, la Comisión Europea prosigue trabajando con las empresas tecnológicas en el Foro de Internet de la UE, para encarar la utilización de la red por extremistas violentos y terroristas. “Para impedir que los terroristas dispongan de medios para cometer atentados, la legislación adoptada en 2021 limita la accesibilidad a los precursores de explosivos utilizados para fabricarlos. La Comisión también apoya a los Estados miembros en la protección de los espacios públicos, a través del Programa de Asesores de Seguridad Protectora de la UE y con una financiación del Fondo de Seguridad Interior desde 2020 para proteger los espacios públicos, incluidos los lugares de culto”.
En último término y al hilo de lo desgranado, la Alianza Atlántica declaró su profunda preocupación por el modus operandi híbrido de Rusia en Alemania, Polonia, Reino Unido, Chequia, Estonia, Letonia o Lituania, entre algunos. La OTAN comunicó un aviso implacable sobre la práctica hostil rusa en Europa, refiriendo los últimos movimientos de Moscú como maliciosos y una amenaza para la seguridad occidental. Entendiendo estas eventualidades como parte de una campaña en curso realizada en la región euroatlántica, incluso en espacios del organismo internacional.
Es por lo que no vaciló en declarar su apoyo incondicional y solidaridad con los aliados perjudicados y condenó tajantemente la actuación de Rusia, comprometiéndose a reforzar la resiliencia y perfeccionar los materiales disponibles para compensar y hacer frente a las ejecuciones híbridas rusas, consignando el apresto para disuadir y defenderse de dichas agresiones.
A resultas de todo ello, la invasión rusa de Ucrania ha exacerbado las tensiones habidas entre Rusia y Occidente, dando pie a una argumentación punzante y formas de guerra con impronta híbrida que integran el potencial militar, con acciones no convencionales en los medios económico, político y social.
A este tenor, los estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) han alertado sobre el cerco intencionado de los sistemas de navegación GPS en su territorio y a la sombra de Rusia, provocando perturbaciones significativas en los desplazamientos aéreos. Esto sucede en unas condiciones de aumento de cargos e investigaciones sobre sujetos aparentemente relacionados con Moscú, entrañando a sabiendas sumarios de espionaje, imputaciones de ejercer para grupos de mercenarios rusos y asesinatos que podrían encubrir incitaciones políticas.
Estos sucesos han llevado al Parlamento Europeo a seguir la pista de revelaciones de desembolsos a eurodiputados para popularizar la propaganda rusa con resoluciones firmes, delatando tales esfuerzos alentados por el Kremlin para obstruir los procesos democráticos europeos.
En consecuencia, en una mezcla de extorsión geopolítica, económica y de seguridad, discriminada irremisiblemente por la guerra de Rusia contra Ucrania, el conflicto de Israel en Gaza y las tensiones a flor de piel en Oriente Próximo, la Comisión Europea advierte de la intensificación de los extremismos violentos y en la cercanía la polarización política, con la cada vez más compleja y mayor afectación de las amenazas híbridas hacia la Unión, que por doquier se diversifican e intensifican.
Y en esta misma tesitura, los embates híbridos de Rusia no cesan contra los países aliados, desde un ataque o táctica que se materializa por varias vías, no sólo con la sutileza del ejército, sino con las artimañas de la insurgencia o el sabotaje avispado, la movilización de migrantes, la intoxicación informativa, las campañas de desinformación o las interferencias cibernéticas. Haciendo alarde de sonar la alarma por esta praxis diabólica que desenmascara una guerra híbrida en todas sus aristas. Un reto en pleno apogeo del siglo XXI al que el Viejo Continente ha de combatir.

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El indestructible dios de la guerra, cuyo adversario no puede quedar indemne https://elfarodeceuta.es/indestructible-dios-guerra-cuyo-adversario-no-puede-quedar-indemne/ Tue, 21 May 2024 01:50:54 +0000 https://elfarodeceuta.es/?p=1048714 El Kremlin reprodujo a todas luces los falsos fantasmas que sobrevolaban en la votación presidencial para dirigir un único mensaje tanto dentro como fuera del país: que el respaldo al presidente Vladímir Vladímirovich Putin (1952-71 años) era persistente y abrumador, a pesar de las consecuencias excepcionales que acarrea la conflagración contra Ucrania. Desde el instante […]

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El Kremlin reprodujo a todas luces los falsos fantasmas que sobrevolaban en la votación presidencial para dirigir un único mensaje tanto dentro como fuera del país: que el respaldo al presidente Vladímir Vladímirovich Putin (1952-71 años) era persistente y abrumador, a pesar de las consecuencias excepcionales que acarrea la conflagración contra Ucrania.
Desde el instante en que los resultados preliminares salieron por vez primera en los medios estatales, las autoridades no dejaron opción alguna a explicaciones equívocas. Putin, expusieron, había conseguido más del 87% de los votos, mientras que su contrincante más próximo únicamente obtuvo el 4% de los mismos. Y es que, aquello daba la sensación de ser un plebiscito autoritario al modo del líder militar, estadista y noble ruso Gregorio Potemkin (1739-1791).
Es permisible que el Kremlin se haya sentido más seguro orquestando una acotación de triunfo tan amplio, porque el exponente de aceptación de Putin ha crecido durante la guerra en los estudios independientes, debido a un sentimiento bandera o de refuerzo en períodos de crisis y a la confianza sobre la economía rusa. De hecho, la organización no gubernamental rusa de encuestas e investigación sociológica, Centro Levada, ya había avisado en su día de que el 86% de los rusos reconocerían a Putin sin fisuras. Sin duda, era la muestra más elevada en más de siete años. Toda vez, que aunque los números apunten un apoyo invariable al mandatario y a su hoja de ruta, el escenario es más enrevesado de lo que divulgan las cifras.
Ni que decir tiene, que el líder de un grupo de investigación de la oposición en Moscú, ha replicado abiertamente que el contrafuerte a Putin es ciertamente más quebradizo de lo que refieren los guarismos de aprobación. “Las cifras que aparecen en las encuestas de Rusia no significan lo que la gente cree que representan”, sostuvo literalmente el emprendedor social y activista político y cofundador de un proyecto de investigación, Alexei Andreevich Minyaylo (1985-39 años), que en los últimos meses ha estado realizando varias encuestas. Tal y cómo expone: “Rusia no es una democracia electoral, sino una dictadura en tiempos de guerra”.
Para ser más preciso en lo fundamentado, en un sondeo ejecutado en las postrimerías de enero de 2024 por el proyecto de investigación denominado Chronicles, se requirió a un grupo de encuestados rusos qué anhelaban en las esferas políticas y a otros qué aguardaban entrever que llevase a término Putin, estableciéndose un contraste significativo entre aspiraciones y perspectivas. En base a lo anterior, más de la mitad de los requeridos se declararon inclinados a reconstruir los nexos con los estados occidentales, pero únicamente el 28% creían que Putin los recuperaría.
Además, cerca del 58% declaró su confirmación a una tregua con Ucrania, pero sólo el 29% insistía que el mandatario estuviera de acuerdo en alcanzar su meta. “Vemos que los rusos quieren cosas distintas de las que esperaban de Putin, probablemente, si tuvieran algún tipo de alternativa, podrían tomar una decisión diferente”, indicaba textualmente Minyaylo.
No obstante, a lo largo del cuarto de siglo que Putin se encarama en lo más alto, se han aniquilado sistemáticamente cualquier opción irrevocable. En otras palabras: los opositores han sido proscritos, recluidos o liquidados. Y por si fuese poco, se ha desahuciado a los medios de comunicación independientes, fusionado a un aluvión de vejámenes desde el tiempo soviético que ha originado condenas de prisión por episodios de disidencia o difusiones críticas en las redes sociales.
Tomando como ejemplo más incuestionable de los últimos tiempos a Alexéi Anatólievich Navalni (1976-2024), el retrato de la oposición rusa que encarnaba el optimismo de numerosos ciudadanos ante una alternativa a Putin y que la prensa occidental lo definió como el “líder de la oposición”, falleció en condiciones herméticas en una cárcel del Ártico. Tras comunicar el éxito en las elecciones, Putin consideró el fallecimiento de Navalni de “desafortunado incidente”.
Podría decirse, que la guerra no ha hecho más que reducir todavía más el inapreciable espacio que concurría para que las disyuntivas a la agenda de Putin consiguieran ganar enteros y empuje en público. “Se puede argumentar de forma compleja porqué esta guerra va en contra de los intereses de Rusia, y esa parte del espectro está ausente”, indicó al pie de la letra Alexander Gabuev, director del Centro Carnegie Rusia Eurasia. “Ahora está ocurriendo en el exilio y el gobierno está erigiendo muchos obstáculos para que la gente no acceda a este contenido”.
Al tildar de saboteadores a los que se contraponen al conflicto bélico, la dirección de Putin ha logrado que “la oposición sea algo realmente poco atractiva, más para los de fuera que para la mayoría”. En años precedentes, la presencia de los denominados “tecnólogos políticos”, dio luz verde para que hubiera un aire de pugna y debate abierto en las elecciones presidenciales para inducir a la participación y otorgar a la carrera un reflejo de legitimidad.

"Putin se saca el conejo de la chistera y se ratifica en el púlpito de Rusia entre un sinfín de reproches e indirectas, señalando cínicamente al patriotismo y la unidad, horas más tarde de cristalizarse su triunfo abrumador"

Y en paralelo, Yekaterina Sergeyevna Duntsova (1983-40 años), política y periodista de televisión ignorada y ex diputada municipal de una localidad emplazada a unos 225 kilómetros al Oeste de Moscú, procuró presentarse a la presidencia con un tema antibelicista, pero prontamente sería inhabilitada. Idénticamente le sucedió a Borís Borísovich Nadezhdin (1963-60 años), otro político apenas conocido que juntó miles de firmas para asistir al combate, pero no pudo permanecer por mucho tiempo en la papeleta electoral.
“Consideraron a ambos lo bastante peligrosos como para no permitirles estar en la papeleta presidencial”, comentó Minyaylo. Juntamente, “en mi opinión, eso dice muchísimo de la naturaleza del régimen y de lo firme que es la posición de Putin. Si su régimen cree que es peligroso dejar que una periodista de provincia reúna firmas, eso dice mucho”.
Las exploraciones de opinión rusos destapan que una porción relativamente pequeña del conjunto poblacional es seguidor intransigente de Putin, mientras que un grupo de volumen aproximado son opositores eficientes, muchos de ellos en el extranjero. La amplia mayoría, según los encuestadores, es comparativamente indiferente y favorece a Putin de manera insensible, sin que ninguna otra iniciativa se revele en su horizonte.
En cierta manera, están fundamentalmente influenciados por el relato televisivo intervenido por el Estado. “Los profundos depósitos de inercia social, apatía y atomización son la verdadera fuente del poder de Putin”, aseveró Gabuev. Muchos rusos, explicó, no poseen un molde más perfeccionado para detenerse sobre algunos ejes, porque la discusión pública se encuentra imposibilitada.
Y los rusos que denotan ambición que discrepen de las operaciones de Putin, no están precisamente preparados para pugnar por lo que persiguen, aclaró Minyaylo. Numerosos rusos creen hallarse en la certeza que carecen de proyección en el trazado de los hechos de la Federación de Rusia.
Pese a todo, la acentuación del apoyo a Putin entre los rusos en los dos años transitados desde que dictaminó la incursión a gran escala de Ucrania, es irrefutable en diversas encuestas. Denis Volkov, director del Levada Center, concretó que algunos indicadores ofrecían un afianzamiento en torno a Putin. “Seguimos muchos indicadores, no sólo el índice de aprobación. Hacemos preguntas abiertas. Preguntamos por la situación económica y el estado de ánimo de la gente. Todos estos indicadores apuntan en una dirección”.
Blindado hasta los topes con una voluminosa y colosal maquinaria de propaganda, Putin ha sugestionado a millones de rusos de que los salvaguarda audazmente de un universo occidental incompatible y obstinado en monopolizar Ucrania como punta de lanza para echar por tierra su nación.
“La narrativa del Estado ha generado esta idea de que es Rusia contra todos los demás”, especifica Katerina Tertytchnaya, profesora asociada de política comparada en el Departamento de Política y Relaciones Internacionales y miembro de Brasenose College en la Universidad de Oxford. Aludía sucintamente: “es muy importante esta narrativa de estar bajo asedio. La falta de una alternativa también se menciona como una de las razones por las que la gente apoya a Putin. La gente no es capaz de concebir una alternativa”.
No es exclusivamente que Putin aparente estar por encima de los aspirantes alternativos que el Kremlin permite que se asomen en la televisión estatal. Asimismo, es una mejor elección en similitud con sus antecesores históricos.
Gabuev, anunció que a pesar de que los estragos de la guerra enturbiaron una parte de la herencia de Putin, particularmente, sus dos primeros mandatos, aportaron la mayor conjunción de bienestar material y concerniente libertad que los rusos habían contemplado y para aquellos que no estaban seducidos por la política, la buena voluntad subsiste. “Esa es la paradoja, realmente son la vida más feliz en la historia del país, porque la combinación de riqueza y prosperidad material y libertades presentes al mismo tiempo nunca fue mayor”, refirió Gabuev.
Dicho esto, los expertos y analistas hacen referencia a tres encajes fundamentales para que se haya producido la victoria en las elecciones presidenciales de Putin: primero y cómo no, la guerra de Ucrania y el envite de la economía rusa; segundo, opositores incapacitados y en el destierro o fallecidos; y tercero, centralismo de la supremacía e influjo en la imagen de Putin.
Inicialmente, la guerra de Ucrania que ha apartado a Rusia de los actores occidentales y además le ha forzado a reestablecer su economía, apremiar el asedio a los rivales y robustecer su armazón de propaganda es, sin titubeos, uno de los ingredientes en este caldo de cultivo que han imprimido los comicios.

reeleccion-putin-presidente-rusia-1La antítesis a la guerra ha permanecido encubierta, sin postulantes en las urnas y sin la viabilidad de formular un efecto antibelicista de manera oficial. Pero Putin ha manejado la guerra a su antojo. Tras algunos meses de la conflagración en los que muchos rusos experimentaron una especie de éxtasis alrededor de la bandera, cuando se originó una llamada intensiva a últimos de 2022, la incertidumbre se desbocó y la multitud estaba sumamente atemorizada y el sostén a la guerra se redujo.
Sería en aquel momento cuando Putin permutó en su descriptiva en torno a la guerra. “Ya no es una guerra con Ucrania, sino una guerra con Occidente”, y esto produce que muchos rusos se sientan engreídos porque la milicia no sólo acomete un país pequeño, sino que combate contra un adversario muchísimo más poderoso. Esta identificación es una constante en las arengas del presidente, en los que con asiduidad emite intimidaciones y avisos a Occidente y a los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra la remesa de tropas a Ucrania.
La versión del Kremlin, en la que es la Alianza Atlántica la que desafía a Rusia y se encamina a sus límites fronterizos, ha calado hondo entre la urbe rusa. Amén, que Occidente no se ha esforzado lo bastante por aclarar por qué es crucial la guerra en Ucrania. La gente en Sudamérica o África, no concibe por qué debería incumbirle y esta es una grieta que Putin ha empleado. Por lo demás, la guerra ha tenido una derivación insospechada que le ha favorecido.
A pesar de las sanciones que se asignaron a Rusia tras la irrupción de Ucrania, el estado ha dejado boquiabierto a muchos economistas del mundo, al convertirse en la economía de más fulminante progresión en el Viejo Continente.
Digamos, que el conjunto de actividades afines a la producción se desenvuelven con soltura, dados los entornos y ha distinguido a Putin porque se muestra como alguien que ha plantado cara a Occidente en su arremetida a la economía. En vez de convulsionarse como muchos auguraban, la economía rusa ha subido un 2,6%, según valoraciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), a pesar del paquete de sanciones que engloban el entumecimiento de US$ 300.000 millones en activos.
En el fondo de este entresijo, la tesis es que las sanciones no se han superpuesto a nivel global. Esto concede a Rusia comercializar como pez en el agua con países como Brasil, China e India, mientras sus más próximos, incluyendo Armenia y Kazajstán, arriman el hombro para esquivar las sanciones occidentales. Luego, Rusia es una economía imponente y se precisarían décadas de extensas inhabilitaciones y nula gestión para ponerla contra las cuerdas.
También, Rusia adquiere capital exportando productos básicos y esencialmente es libre de vender lo que le apetezca. Las sanciones al petróleo son pintorescas y el principal consumidor de Rusia, la Unión Europea (UE), no castiga en absoluto el gas natural, los cereales y los combustibles nucleares. Aunque los productos valen cuatro veces más que anteriormente, están fácilmente al alcance. Además, los ciudadanos rusos si en algo se caracterizan, es por encontrarse habituados al incremento de los precios. De manera, que el principal recelo nacional no es la inflación, sino el déficit. La escasez de productos es el último sobresalto soviético.
Llegados a este punto, todo es una cuestión de perspectiva y eso es algo que el ingenio propagandístico de Putin esgrime con finura.
Con relación al segundo signo intuitivo en la victoria de Putin, éste sabe inmejorablemente cómo contener cualquier tormenta política en el país, así como a sus contrincantes. Sólo tres candidatos aparentes consiguieron presentarse a las elecciones de 2024 y ninguno resultó ser un serio reto para el mandatario.
Es sabido, que todos coinciden en la defensa expresa tanto del presidente como de la guerra en Ucrania. Las indiscutibles advertencias políticas para Putin han sido encarceladas, asesinadas o expulsadas de uno u otro modo, aunque el Kremlin contradice cualquier complicidad.
Apenas un mes antes de que se acondicionasen las urnas, el enemigo más implacable de Putin, Navalni, falleció en una colonia penal ubicada por encima del Círculo Polar Ártico. Consumaba un extenso castigo de prisión por fraude, descomedimiento al tribunal y extremismo, imputaciones que en opinión de asociaciones de derechos humanos, poseían incitaciones políticas.

"La nueva reelección de Putin desata la deflagración para el rearme europeo, sin descartar los visos de una guerra con Rusia. El botín electoral del presidente ruso brinda a la UE el pretexto que aguardaba para esparcir su galopada armamentística ante un peligro inminente"

Diversos contendientes de Putin han sido matados, desde políticos hasta periodistas. Sin ir más lejos, el líder del grupo mercenario privado Wagner, Yevgueni Víktorovich Prigozhin (1961-2023), pereció en un percance aéreo pocos meses más tarde de una tentativa de levantamiento. En 2015, Boris Yefímovich Nemtsov (1959-2015), político y crítico incansable, fue finiquitado a tiros en un puente próximo al Kremlin y en 2006, una periodista crítica con la guerra en Chechenia, Anna Stepánovna Politkóvskaya (1958-2006), se le localizó muerta a disparos en Moscú.
Evidentemente resulta embarazoso residir en un estado donde hay políticos, periodistas y activistas asesinados y recluidos, por lo que la gente está decidida a sobornar el relato del Kremlin, no porque no lo entienda, sino porque se pretende atinar un modus operandi para convivir con él. Putin ha pretendido fiscalizar la disidencia individual dentro de la multitud. Desde 2022, tras la penetración en Ucrania, el Kremlin incorporó nuevas leyes de censura que someten las posiciones antigubernamentales, con otras infracciones como el deslustre del ejército ruso que se sanciona con hasta cinco años de cárcel. El presidente manifestó que las reprobaciones materializadas durante estas elecciones no tuvieron ninguna trascendencia y que cualquier quebrantamiento sería sancionado después del sufragio.
Los recelos de Putin no se concentran tanto en lo que puedan detallar los medios de comunicación internacionales, sino en lo que los residentes habituales observen en las calles, o que lo transmitan en las redes sociales y sea correspondido por millones de individuos. Ante esta inseguridad, Putin entiende que precisa hacer todo lo que esté en sus manos para atenazar cualquier patrón de escisión.
Y por último, a pesar de las detracciones difundidas sobre las elecciones que las administraciones occidentales han conceptuado de “farsa”, el imponente margen con el que el mandatario ha vencido en Rusia, le consiente al Kremlin a nivel interno deducir que el estado se ha identificado en torno a Putin y que el presidente cuenta con el apoyo inquebrantable de su pueblo.
Este 87,3% de los votos no sólo le concede sostener que posee un encargo popular para su guerra en Ucrania y la trayectoria en la que encamina a Rusia, sino que igualmente remite un recado a la élite política rusa: “Tomen nota, aquí todavía hay un sólo hombre a cargo, en control y eso no va a cambiar a corto plazo”.
Repercusión o no de la propaganda, Putin dispone de una enorme horquilla popular que contemplan que esa silueta de hombre fornido y pujante es la que requiere el país, primordialmente, en un momento como el que se desencadena de guerra. En las más de dos décadas que está en la avanzadilla de Rusia, Putin no ha consentido que afloraran adversarios que pudieran hacerle sombra y su dibujo es omnipresente.
Pero a la par, las elecciones han exhibido algunos signos de debilidad.
Aunque a la postre no se le dejó postularse como aspirante, el opositor antibelicista Borís Nadezhdin consiguió una suma considerable de firmas. Este temple en contra de la guerra podría entorpecer nuevas incorporaciones. La previsión de guerra con una ingente ampliación del gasto militar, también es dificultoso de mantener. Además, a pesar de la intervención policial, miles de personas hicieron hilera en los colegios electorales como fórmula de censura, tal y como lo había solicitado la viuda de Navalni.
El enjambre de personas que se concentraron para rememorar al opositor tras su reciente asesinato, expresaron sin reservas que existen ciudadanos preparados para revelarse a pesar de la represión imperante. Pero Putin, gracias a la modificación constitucional que se suscribió en 2020 tras un referéndum, podría desempeñar al menos dos mandatos más de seis años y continuar hasta 2036.
Consecuentemente, la nueva reelección de Putin desata la deflagración para el rearme europeo, sin descartar los visos de una guerra con Rusia. El botín electoral del presidente ruso brinda a la UE el pretexto que aguardaba para esparcir su galopada armamentística ante un peligro inminente. El caso es que mientras los aliados de Moscú celebran la victoria del mandatario ruso, las administraciones occidentales lo describen como el fruto de acciones antidemocráticas.
Putin se saca el conejo de la chistera y se ratifica en el púlpito de Rusia entre un sinfín de reproches e indirectas, señalando cínicamente al patriotismo y la unidad, horas más tarde de cristalizarse su triunfo abrumador. Curiosamente, mientras Estados Unidos y numerosos estados europeos desacreditaron la elección por la manera en que los opositores se encontraban cercados, otros actores como China, Arabia Saudita, Honduras, Cuba y Venezuela, le trasladaron parabienes.
Pero, por encima de todo, la devastación de la guerra en Ucrania emerge de lo que para Putin forma parte de la gran tragedia de Rusia en el siglo XX: la mutilación de la Unión Soviética o el desmoronamiento del Imperio ruso.
En síntesis, Rusia ha llevado a término elecciones presidenciales con Putin como el aspirante número uno que partía con amplia ventaja para ser confirmado por seis años más. Es momento pues de hacer un breve trazado por el camino político de este antiguo espía del KGB que alcanzó el poder el 31/XII/1999, persistiendo en él durante este cuarto de siglo XXI. Efectivamente, se trata de un protagonista disruptivo y taxativo en los vínculos internacionales de los instantes que vivimos.
En consonancia a lo anterior, como redacta palabra por palabra Aleksandar Dokic: “Putin fue elegido al principio como futuro títere porque cumplía los requisitos: la personalidad de hombre fuerte era exactamente lo que se requería. Luego, se alejó de quienes le habían ensalzado, reservándose para sí el personaje que se había creado y el poder acumulado”.
Finalmente, la ficticia irresolución del actual presidente no es más que una parodia y, salvo mediación sobrenatural, continuará encabezando Rusia durante otros seis años. Y por inconcebible que pueda figurar a los ojos de los observadores externos, la invasión de Ucrania ha ayudado a apuntalar y asegurar su empecinado e inclemente control del poder, porque el autócrata no ha titubeado en asestar que “estamos a las puertas de la tercera guerra mundial”.

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