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María Adánez y Roberto Enríquez pusieron sobre el escenario del Revellín la obra El pequeño poni para estudiantes de 3º de la ESO. La función se repite esta noche a las 21.00 horas para el público general
La oscuridad inundaba el escenario del Revellín, una oscuridad que acompaña durante el transcurso de la obra, porque igual de oscura es esta cruda realidad que representaron de forma brillante María Adánez y Roberto Enríquez, ayer en el Revellín, ante alumnos de 3º de la ESO de diez centros educativos de la ciudad (Abyla, Almina, Clara Campoamor, San Daniel, El Idrissi, Puertas del Campo, Beatriz de Silva, Santa María Micaela y Siete Colinas) y que reproducirán nuevamente esta noche a las 21.00 horas para el resto de los vecinos de Ceuta.
El pequeño poni es una función vibrante, ágil, dinámica que atrapa desde el primer minuto y no suelta hasta más allá del desenlace de la historia, porque esta obra propone muchas preguntas con una difícil respuesta que debe plantearse toda la sociedad de nuestro tiempo y es que eso es el teatro, no sólo ‘pan y circo’, este arte tiene el poder e incluso el deber de ir más allá, de plasmar y criticar las situaciones que llenan nuestro tiempo.
El pequeño poni es una historia real sobre el acoso escolar, en ella Luismi, un niño de nueve años al que le gusta la serie de Mi pequeño poni, va a clase con una mochila de su serie de dibujos preferida, una mochila que más que un lugar donde trasportar sus libros es su amuleto y su refugio. Pero esa mochila se convierte en una diana en el colegio, ese lugar donde ser el ‘diferente’ y que te guste una serie de ‘niñas’, llevar gafas, pesar ‘de más’, ser muy alto o muy bajo es un problema. Y algo tan inocente como una mochila con unos ponis rosas y lilas despierta las burlas, primero, y las vejaciones y la violencia más brutal de sus compañeros, después. Este niño es el protagonista de El pequeño poni, pero no es producto de la ficción que han construido Paco Bezerra, autor del texto, y Luis Luque, director de la obra. Luismi es un niño de carne y hueso. Existe y tiene, desgraciadamente, muchísimos nombres.
Una de las partes más interesantes de la obra reside en el modo en que su director aborda el tema desde el ámbito familiar. El cómo afrontan los padres esta descabellada situación. Una pareja con una sana relación que acaba enfrentándose por el modo de actuar y canalizar el dolor. Porque viendo la función muchos se preguntarían qué harían si estuviesen en la piel de Irene o Jaime, otros sin embargo pudieron incluso verse reflejados en las circunstancias que se exponían. Y es que de los matices cómicos del comienzo las risas desaparecieron para inundar los silencios de emociones contenidas. Los adolescentes que asistieron ayer comprendieron a la perfección el texto, y salvo alguna risa fuera de contexto, siguieron el hilo conductor de la misma. A su finalización, se organizó un encuentro en el que los estudiantes tuvieron la oportunidad de expresar y compartir sus impresiones con los actores.
El pequeño poni es un relato necesario sobre el miedo, la soledad, la inseguridad y eso denominado ‘la dictadura de la mayoría’ que por desgracia en algunos casos acaba con la temprana vida de quienes los padecen. Su última víctima, Lucía de 13 años, se ahorcó la pasada semana en su habitación y sus últimas palabras fueron “Si me queréis ver, tendréis que ir a mi tumba”. Esta es la realidad de nuestro país de la que este teatro obliga a reflexionar.