Antes de pedir una mascota a los Reyes Magos hay que ser consciente de la responsabilidad que ello implica
Tal vez sea el regalo que más se repite en la carta a Papa Noel o a los Reyes Magos, pero no se trata de un juguete que, pasado un tiempo, puede apartarse en un armario o tirarse a la basura. Los perros y gatos que por estas fechas se convierten en presentes navideños son seres vivos que implican una responsbilidad a lo largo de toda una existencia que puede rondar los 16 años o, en ocasiones, incluso más.
Muchos ciudadanos todavía optan por pagar por una mascota, en algunos casos elevados precios, pese a los continuos llamamientos de la Protectora de Animales de realizar una adopción responsable. “Aquí tenemos muchos perros necesitados y me gustaría que vinieran a adoptar. Hay grandes y pequeños y de todas las edades. Antes de comprar un animal pedimos que les den una oportunidad y ellos lo agradecerán”, asevera Pilar García, vocal de la junta directiva de la entidad animalista.
Los perros de raza y los de tamaño pequeño son los más demandados entre los ciudadanos que se acercan a las dependencias de la Protectora, aunque son numerosas las alternativas a estas peticiones. “Los perros de raza son casos puntuales, son abandonos después de un cierto tiempo en que el dueño se ha cansado de ellos. Cuando los publicamos les salen adopciones de inmediato, pero hay otros muchos que, sin ser de raza, tienen las mismas oportunidades que los demás”.
Es la otra cara de la moneda, la de los animales que ‘pagan’ con una vida entre las paredes de la Protectora el no ser ‘de raza’. Los gatos viven una situación si cabe aún peor. La gatera está saturada y en las dependencias de la Protectora son muchos los que esperan una familia. Es el caso de Teddy, una preciosa cría de unos dos meses que, pese a su corta edad, ya conoce el sufrimiento. “A este gato lo encontramos a partir de una llamada del 112. Apareció con la pata totalmente desgarrada hasta el hueso y prácticamente no tenía posibilidades de vivir. Es un gato tan noble que incluso ronroneaba mientras le hacían las curas. Por suerte, se salvó y ahora esperamos que encuentre un hogar porque es un animal increíble”, apunta Juan Carlos Vallejo, trabajador de la Protectora.
Jackson es un claro ejemplo de la maldad indiscriminada de las personas hacia animales indefensos. Este pastor alemán de 7 años de edad llegó a la Perrera Municipal hace seis meses y, desde allí, fue trasladado a la Protectora. “Parece más mayor de lo que es por la mala vida que ha pasado. Por culpa del maltrato perdió un ojo y tiene la oreja partida pero es un perro super cariñoso y noble que sólo busca caricias”, asegura Carmen Sánchez, una de las voluntarias de la Protectora.
Casos como estos son sólo una parte de las historias que se esconden detrás de esas cuatro paredes. Posiblemente, un día alguien pagó por un animal como ellos y al tiempo los echó a la calle porque no supieron valorar el amor y fidelidad incondicional de estos seres.