Las prisas son muy malas consejeras. Y ese es el resumen de la rueda de prensa ofrecida ayer por los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca. Prisas, prisas y más prisas, sin que nadie lo entienda. Prisas por desalojar el Príncipe. Prisas por enviar a la Península a los discapacitados psíquicos. Prisas por culpar a la Ciudad Autónoma. Prisas por encargar un proyecto. Prisas por querer un terreno en dos o tres meses con la dificultad que encierra una búsqueda de esas características. Prisas por todo. Porque aquí si antes pecaban por defecto, ahora el nuevo superior de Cruz Blanca peca por exceso. La Ciudad se lo ha dejado muy claro: es un deber moral que los discapacitados no salgan de Ceuta. Y a este Gobierno no se le puede acusar de abandono de colectivos, como se insinuó en la rueda de prensa de ayer. Aunque no les guste escucharlo, esas prisas, que son malas consejeras, es una manera de presionar. Y no se entiende que una institución religiosa, que se supone sin ánimo de lucro, esté para ésto. Salvo que Cruz Blanca se haya convertido en una empresa, porque, en definitiva, el superior ayer parecía un director general de una empresa que nada más hablaba de cuenta de resultados.