En la actualidad 73 ancianos y 36 empleados dan vida a la Residencia Nazaret que “se queda huérfana con la marcha de las monjas”. Su llegada trajo “la alegría”. Cada fin de mes instauraron la fiesta de cumpleaños en la que cantaban y soplaban las velas junto a los residentes que cumplían años en esas fechas. “Siempre estaban de buen humor, nos daban cariño y yo que tuve la posibilidad de irme a otra residencia, volví aquí por ellas”, explica una mujer entre lágrimas. En el salón de al lado, Safía está triste porque se van “y eran buenas, yo estuve cuando llegaron y ahora se van. Las echaremos de menos, pero te diré que por mucho que se esfuercen, como con nuestra familia y en nuestra casa, no estamos en ningún sitio”. Ahora, dicen que se quedarán más solos.