Cuantas veces hemos despertado en la mañana pensando que nuestro equipo compite por una arriesgada aventura de emociones y pasiones. Hemos esperado millones de veces para escuchar el canto de nuestro equipo, para que salgan las lágrimas al ver que aquellos jugadores que alguna vez vimos como niños prodigiosos, pero que hoy están ahí. La bola se empieza a jugar, los cantos de admiración y desconcierto empiezan, pero hay algo que no está bien, algo no concuerda en estos momentos.
Es imposible no tener pasión sin rivalidad, y es más que sorprendente incluso que la rivalidad ha sobrepasado los límites que alguna vez fueron impuestos. Empiezan los tropezones e insultos, los contrarios empiezan a gritar y a dañar todo a su paso, pero ¿Por qué? ¿No todos somos humanos buscando un tipo de distracción?
Los simples mortales somos sencillamente volátiles, en un momento de adrenalina la ira estalla y hace explotar hasta al ser más callado. El trance empieza, las agresiones proliferan y obligan a las personas a preservar lo más preciado, es decir la vida. ¿Vale la pena seguir siendo así? Claramente no, el que causa un mal debe pagar y a pesar de que esa persona llegue a saldar todas sus cuentas, una cosa queda destrozada y esto es la credibilidad que tienen los individuos -ajenos a este mundo- hacia los "hinchas" y hacia los deportes.
Aquel deporte que nosotros amamos (sea Baseball, Football, Basketball, etc.) se empieza a deteriorar, destruir, incluso a censurar, los culpables no salen a la luz y solo queda una cosa por preguntar ¿Donde vamos a parar? Quizás el caso más reconocido de este tipo de fanatismo sea la Tragedia de Heysel, sucedió el 29 de mayo de 1985 en el estadio de Heysel de Bruselas, en Bélgica. Se estaba disputando la final de la Copa de Europa entre la Juventus de Italia y el Liverpool Inglés. En este murieron 39 aficionados a causa de una avalancha de simpatizantes de ambos equipos.
¿Qué lección debe quedar de todo esto? Quizás el deporte sea una parte fundamental de nuestras vida, pero esto no significa que está sobre las autoridades y por encima de la humanidad de alguien más. El que esté en desacuerdo con esto no merece ser llamado fan, merece ser llamado delincuente.
Disfruten el deporte tanto en vivo como simplemente apostando con cabeza en casas como Betfair y demuestren que no todo lo que dicen las noticias es verdad, todos tienen la posibilidad de cambiar para así lograr un mejor futuro y un mejor ahora.