La situación en que permanece la frontera no puede pasarse por alto. Las consecuencias de lo que está ocurriendo son desastrosas. Lo son ahora y lo serán con mayor virulencia en el futuro inmediato. Si consideramos que los únicos perjudicados por esta situación son los empresarios de las naves estamos muy equivocados. A todos, como núcleo poblacional, nos va a terminar pasando factura la quiebra absoluta que se está produciendo en una línea que tan solo es el reflejo de la tensión entre dos países. A los controles impuestos por España para poner orden en un cometido durante años marcado por la dejadez se suma la respuesta dada por el vecino país que viene de la mano de cierres intermitentes y continuados del paso fronterizo. Y esto se produce día tras día, haya o no porteo, de lunes a domingo, cargándose la actividad económica y turística que nace de este flujo entre países y afectando directamente a los ciudadanos.
Frente a esta situación que asoma incapaz de reconducirse, la respuesta de las administraciones se antoja huidiza, evitando dar la cara, culpando siempre al vecino país, sin dar soluciones a un problema que tan solo han pasado de zona a zona pero sin atajarlo de raíz.
Ceuta no se puede permitir el lujo de estar bloqueada, de carecer de la comunicación necesaria en una frontera de la que dependen muchos asuntos y que está generando un efecto de miedo y rechazo que no hará sino asustar a quienes podían haber puesto su atención en nuestra ciudad.
Los empresarios han denunciado en varias ocasiones lo que sucede, de igual manera lo han hecho ciudadanos que de manera indepedendiente se ven atrapados horas y horas en el paso... y ante esto la respuesta de la administración competente no existe más allá de atribuir todo este desaguisado a un plante del vecino país que resulta inaceptable cuando alardeamos de unas buenas relaciones y unos eficaces gestores.
Se están invirtiendo grandes cantidades de dinero para mantener un ‘Tarajal II’ que ya ni absorbe clientes y que tiene que cerrar antes de tiempo, se pretende desviar el problema culpando a los empresarios por no poner un plan de seguridad ¿en dónde?, ¿en un polígono que ya está muerto y en el que solo hacen negocio las consignas? A diario nos topamos con una Ceuta bloqueada, agónica para comerciantes y transportistas, a la que no se le pone remedio más allá de ofrecer excusas pueriles que no arreglan absolutamente nada de lo que está sucediendo.