Hace unos días decíamos que la frontera se nos va de las manos. Es verdad, y por muchas y variadas razones. Aquí se ha declarado una guerra, si quieren algo particular, entre las autoridades españolas y quienes controlan el mundo del porteo entre España y Marruecos. Aquí se van poniendo soluciones y van saliendo presiones distintas. Pero hoy, este comentario editorial, va por esas dos mujeres que murieron en la mañana del lunes tras una avalancha en la zona marroquí del ‘Tarajal II’. Por supuesto, que no es responsabilidad directa ni de nuestro país, ni de nuestras autoridades, pero, al final, es un asunto que nos salpica a ambos lados, porque no olvidemos que ‘Tarajal II’ tiene un comienzo y un final. Tanto España como Marruecos deben ser los interesados en ordenar lo mejor posible el paso de porteadores. Incluso, en el caso de nuestro país, se reconoce que su mantenimiento se hace más por ayudar a Marruecos a que tengan un sustento miles de personas que viven en la zona norte, que los beneficios que deja en Ceuta, que son ínfimos, por no decir ninguno. Por tanto, tampoco parece lógico que nuestras autoridades deban verse salpicadas por unos acontecimientos que pasan en el otro lado por un negocio que no deja en Ceuta ningún beneficio, pero que, por supuesto, termina afectando a ambos lados de la frontera. No es culpar a nadie en concreto, pero sí que se abra una reflexión en torno a estos acontecimientos, porque al final son vidas humanas de quienes vienen a buscarse la vida porque no tienen otra posibilidad sin ningún género de dudas.