De nuevo muchísimas personas han utilizado las redes sociales para mostrar su peor cara. No sé si llegará el día en que se apliquen los debidos controles, en el que se pongan límites a lo que se confunde con la libertad de expresión y no es más que un burdo acoso, insulto y odio disfrazado de mensaje. El atropello mortal de la marroquí Zhora ha puesto en evidencia la maldad y el odio de muchísimas personas que han dejado sus mensajes en la red de redes. Estábamos ante un accidente de tráfico puro y duro, un accidente que nos puede pasar a cualquiera de nosotros, un hecho trágico que ha terminado con la peor de las fatalidades: la muerte de una señora que venía a Ceuta a ganarse la vida. Pero esto importaba bien poco a muchas personas que han buscado solo el insulto, se han cebado con lo que no debían y han cruzado la línea de todo lo que se puede y se debe permitir. No es la primera vez que pasa, muy al contrario, cada vez el ejemplo es peor, más bajuno, mezquino si cabe.
No voy a perder el tiempo en aquellos líderes de partidos o asociaciones que corrieron a asomarse a la misma ventana de las redes sociales para dejar sus valoraciones sin tener ni idea de lo que estaba pasando, concluyendo que la fallecida tenía que ser una porteadora, encuadrando este accidente de tráfico en el caos de las avalanchas y la gestión fronteriza. El suceso no les podía fastidiar el titular y corrieron a asomarse al balcón de fans para buscar su aplauso y sus compartidos del momento. A veces pienso si les interesará arreglar los problemas o son meros papagayos con derecho a ventana mediática. Que triste.
Espero que a ninguno de nosotros nos toque pasar por un hecho de este tipo, ser parte de un accidente que termina con la peor de las consecuencias: la muerte. Espero que no sea así, porque sabrán que, de suceder, habrá un linchamiento cobarde a través de las redes sociales sin igual, les llamarán asesinos si ejercen determinada profesión y les acosarán de tal manera que solo la peor condición humana deja asomar. Lo peor de todos estos comentaristas de perfiles falsos, de esos supuestos testigos que ven lo que no han visto, de esos presuntos corazones en busca de la verdad que solo quieren linchamientos... es que van a más, se multiplican en una sociedad carente de valores, en un mundo de la desinformación más cruel (fíjense qué curioso, es la época en la que más medios de comunicación tienen en sus manos y la más despreciada en cuanto a su pureza). No les importa nada, solo la intoxicación.