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En la papelería ‘La Imperial’ los elaboran desde hace años cuando su anterior propietario comenzó esta tradición
Son una de las estampas más típicas de Semana Santa. Los nazarenos forman parte indisoluble de esta tradición que cada año llena las calles de la ciudad. Se diferencian en el color de su Cofradía, pero todos tienen algo en común: el capirote. Pero ¿cómo se elabora este elemento que cada año llena las procesiones ceutíes?
En la papelería ‘La Imperial’ los elaboran desde hace años. Fue su anterior dueño el que decidió comenzar con esta tradición que hoy continúa con Alba, la actual propietaria, y dos de sus empleados, Juan y María del Carmen. “Vino un cliente amigo de Vitoriano y le preguntó si no le importaba hacerle un capirote. Entonces buscó un papel especial, una cartulina dura que es como cartón, y se lo preparó”, explica María del Carmen Fernández.
Los resultados fueron tan satisfactorios que el dueño de la papelería trasladó sus conocimientos a los empleados y así comenzó la tradición de elaborar, cada Semana Santa, este elemento tan característico de las procesiones.
La técnica puede parecer sencilla, pero necesita mucha práctica. “Yo lo aprendí hace dos años y tiene su truco”. Todo comienza con la medición de la cabeza del penitente. “Así vamos viendo si el cartón tiene que abrirse o cerrarse dependiendo del diámetro y lo vamos ajustando. Después se le prueba la tela para que los huecos coincidan con los ojos”, explica.
Cada vez son menos los capirotes que ‘La Imperial’ elabora en Semana Santa. Y es que son muchos los que optan por el de rejilla frente al tradicional de cartulina. “Es un material distinto y van cosidos. Es más resistente pero también más caro porque el de cartón cuesta cinco euros”, asevera Fernández.
En apenas cinco minutos, la cartulina ha adoptado la forma que le caracteriza. “Es un rato muy ameno, porque mientras los hacemos solemos hablar con los nazarenos, sobre todo con los niños, que suelen venir nerviosos y nos hablan sobre la Cofradía en la que están, cuando salen...”.
La medida del capirote depende de la tela, que varía según cada Cofradía.
El capirote tiene su origen en la época de la Edad Media, cuando a los condenados por el tribunal de la Inquisición de la iglesia católica se les colocaba un gorro similar, que normalmente llevaba pintadas figuras alusivas al delito cometido o a su castigo, como por ejemplo las llamas del infierno.
Por su significado penitencial, las hermandades sevillanas lo adoptaron en el siglo XVII, y la costumbre se extendió pronto a otras ciudades españolas. La forma cónica del capirote alude al acercamiento del penitente al cielo. La tela que cae sobre la cara y el pecho sirve para ocultar el rostro y preservar la identidad del penitente.