Que la frontera está perdida es un hecho. Todos hemos sufrido con mayor o menor gravedad las colas que se forman. Colas que no pueden ser permitidas un minuto más, pero que, por contra, son incapaces de ser controladas por las instituciones. La Delegación del Gobierno, máxima responsable en este ámbito, se esconde como ha hecho siempre y manda a los peores interlocutores a buscar salidas comunes con Marruecos. El resultado lo vemos a diario: el caos vergonzoso, las situaciones inhumanas, las fuerzas de seguridad menospreciadas, bajada de pantalones, inacción... Vamos, un compendio de situaciones que debería haber provocado más de un cese. Pero esto es Ceuta y ya saben, aquí la responsabilidad parece perderse sin consecuencias.
En medio de esta cadena de hechos insólitos, que ahora contarán con un periodo ficticio de calma debido a la suspensión del porteo por Semana Santa, nos topamos con las nulas alternativas que ofrece la oposición. Nulas y, en algunos casos, ridículas. Salvo los debates plenarios forzados por Caballas, quienes tienen que tensionar a la Administración central para que actúe optan por mostrar su queja en redes sociales o difundir vídeos cuando menos ridículos, tal y como esta misma semana hizo el cabeza visible del PSOE, Manuel Hernández. Quien le asesoró y le acompañó para grabarse en vídeo atrapado por las colas debe no quererle bien. Quienes están para cuidar su imagen deben buscar lo contrario. Hernández hizo el ridículo no solo por su salida mediática sino también por una crítica ejercida sin memoria histórica.
No voy a ser yo la que defienda la gestión del PP en frontera. Ni mucho menos la que considere que está haciendo algo más de lo que pudiera hacer. Pero tampoco seré la que olvide la gestión que en esta misma zona hizo el PSOE, su control sobre las colas o su trabajo en torno al polígono del Tarajal. Sin duda venir a denunciar lo que tampoco se supo arreglar teniendo mando en plaza es sorprendente. Sí que el PSOE tuvo buenos intermediarios con Marruecos, jefes de gabinete y asesores que sabían hacer algo más que pegar patadas a los bultos buscando después la protección del jefe para que no regañe.
Madrid, dicen ahora, vendrá a salvarnos. La escenificación ha sido de lujo, veremos ahora si también lo son las respuestas ofrecidas.