El portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, quiere una inmigración ordenada. Quiere que los inmigrantes se pongan en fila (como en las naves del Tarajal) y peguen a la puerta para pedir paso. Y que lo hagan cuando haya trabajo, porque claro, si no hay trabajo que ofrecerles para qué carajo los queremos. No quiere la inmigración que salta las vallas, quiere la elegida vía etiqueta, la que cubra los puestos de trabajo cuando los haya. Esa es la inmigración que quiere uno de los rostros elegidos por el PP, un partido que lleva a gala hablar de INVASIÓN y ASALTOS, para, después, cerrar su discurso con el himno de la Guardia Civil, a la que dicen querer, defender y hasta amar por encima de sus posibilidades.
Nada me extraña de este tipo de mensajes. Van a lo que van, manteniendo una carga de rechazo absoluto y transformando en delincuencia lo que simplemente es el movimiento natural de personas que huyen de países explotados, manipulados y hundidos por la misma Europa que ahora se valla para protegerse de lo que se ha encargado de destrozar. No se me exalten, no estoy defendiendo las entradas violentas ni las agresiones, pero tampoco voy a pasar por las ñoñerías disfrazadas de pavanas que nos quieren presentar, como si fuéramos tontos, una inmigración imposible, una inmigración que parece de encargo y que si no cumple la visión que solo sostiene el Partido Popular es equiparada con la violencia, la criminalidad y el odio.
No, no apoyo el discurso del ‘venga usted cuando yo lo diga’, y, a ser posible, ‘venga como yo quiera que sea’. Porque solo va a faltar eso, que hasta los gobiernos elijan qué tipo de imigrante quieren, dirigiendo una selección natural que parece propia de otro régimen y otras épocas.
La inmigración no es más que el reflejo de un mundo roto, que nosotros mismos nos hemos cargado. La inmigración la protagonizan personas que son víctimas de unos países destrozados, de un sistema mantenido a base de la explotación, es la consecuencia de lo que los gobiernos se han encargado de destrozar. Y esa consecuencia la encarnan hombres, mujeres y niños que mueren en las vallas, en los montes y en el mar, a los que debemos poner rostro, aunque haya quienes quieran reducirlos a etiquetas para así ocultar la vergüenza que a todos nos debiera provocar ver cómo hay quien deja su tierra, sus orígenes, su vida porque hubo quienes se cargaron su pueblo y su sustento.
No me gusta el mensaje de la ‘selección’, tampoco el del miedo, ni el radical. Hablamos de personas. Después de entender este problema, debatan lo que crean oportuno sin hacerlo sentados en el sofá. No cuesta tanto. Solo hay que humanizar la palabra.
Si se dirige ,señora mía, no es selección natural, sobre lo demás no me pronuncio, seguro que no lo publican.