Al PP se le ha iluminado la bombilla y ha llegado a la conclusión de que colocando drones en la frontera podrá conocer con el tiempo suficiente la aproximación de inmigrantes. Vamos, lo que antes hacían los servicios de información de toda la vida ahora se lo vamos a encargar a los aparatos voladores. Una solución gestada después de más de 72 millones de euros gastados para levantar vallas cada vez más altas, coronarlas de concertinas, inventarnos aquella maraña de redes que colocaron en Melilla, tapar alcantarillas... Esto es de chirigota. Ahora tendremos drones.
El Gobierno, que no tiene idea alguna de cómo afrontar la inmigración y reduce su discurso al empleo de términos para calmar a las masas (ataque, mafia, preparación militar... solo falta sacar la vena patriota y ganan el premio), busca avisar con tiempo a una Guardia Civil ‘fantasma’ para que evite las entradas masivas. Y por qué digo ‘fantasma’, porque el Gobierno tendrá que saber de dónde sacar efectivos, después de que se haya encargado de desvirtuar la figura de los GRS dejando líneas como el perímetro con menos agentes que nunca, exponiendo a guardias e inmigrantes a una auténtica tragedia.
Los drones nos informarán, dicen. Y nosotros reaccionaremos a tiempo, añaden. Tendrán que sacar guardias debajo de las piedras para actuar después de que ahora, curiosamente ahora, nos digan que es una medida idónea cuando ellos mismos, en 2013, dijeron que no servían para nada. Fue en diciembre, en una sesión del Congreso, en respuesta al diputado del PSOE, Antonio Trevín. De drones, nada de nada. ¿Ahora sí?, ¿o es que sacan soluciones de la chistera? Hacer magia con dramas humanos es ya lo último y cuando menos resulta peligroso