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Cuatro hombres y dos mujeres fueron trasladados con vida al deportivo, también el cadáver de Rebeca, una joven congoleña víctima de una travesía infernal
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El octavo ocupante de la patera fue evacuado, grave, en helicóptero. Quedan más desaparecidos
Son personas. Hombres, mujeres y bebés que parecen contar solo en las estadísticas. Ayer esos números rompieron el anonimato en forma de escenas dramáticas, las de los seis cadáveres recuperados en el mar, víctimas del naufragio de dos embarcaciones que llevaban perdidas en el Estrecho desde hacía dos días. Y las de los supervivientes, que pueden contar ahora sus historias. La oenegé Ca-minando Fronteras había alertado de su desaparición, de las llamadas de auxilio recibidas de los ocupantes de esas embarcaciones tras quedar a la deriva. Se temía lo peor, precisamente la tragedia que copó ayer los puertos de Tarifa (a donde llegaron cinco cuerpos) y el deportivo de Ceuta (a donde Salvamar trasladó el cadáver de una mujer).
“Las comunidades camerunesa, senegalesa, comoriana y congoleña están de luto por las muertes”, lamentaba ayer la activista Helena Maleno. La participación del helicóptero de Helimer en el dispositivo de búsqueda fue clave, ya que localizó la embarcación (una toy con capacidad para tres personas) ocupada por 4 hombres, dos mujeres, la fémina ya cadáver y otro compatriota que dado su estado de salud fue evacuado directamente por los pilotos para su traslado aéreo a un hospital peninsular. La patera, localizada a 35 millas al este de Ceuta, luchaba contra un mar embravecido, que incluso suponía un serio obstáculo para la propia unidad Atria de Salvamento, ¿cómo no para una frágil balsa playera que terminó completamente destrozada? Había salido el viernes de Tánger y en la misma viajaban otros dos hombres más que no han sido localizados aún.
De la fallecida se sabe que se llamaba Rebeca, que era cristiana y procedente del Congo; quien más le conocía era precisamente el joven que, en estado grave, fue evacuado en helicóptero. Encontró el fin de su vida demasiado joven, atrapada en el mar.
El ERIE de Cruz Roja desplazó a sus voluntarios hasta la base del deportivo para atender a los rescatados, no solo para reconocerlos físicamente sino para darles también esa primera atención emocional, la que necesitan aquellos que han podido perder la vida, que han permanecido en el mar junto a una de sus compañeras sin vida.
El Estrecho sigue marcando un sendero de muerte, también de desaparecidos, de jóvenes que dejan atrás a sus familias, de los que nunca nada se sabe. Es la Frontera Sur, que ha arrebatado demasiadas víctimas y sobre la que se extiende un silencio absoluto. “El derecho a la vida en el Estrecho tiene menos garantías si eres migrante”, reflexionaba Maleno en redes sociales.
Poco a poco fueron trasladados todos los rescatados a las distintas ambulancias de la entidad humanitaria, procediéndose desde allí a su evacuación al Hospital para su reconocimiento. Mientras, Policía Judicial y el forense de guardia procedían a examinar el cuerpo de la fallecida, retirándose del lugar la embarcación destrozada así como los flotadores con los que los rescatados pretendían mantenerse a flote y que no son más que frágiles cámaras de origen chino sin capacidad de protección alguna. Ca-minando Fronteras insiste en que quedan más desaparecidos en el mar.