Estamos dejando que lo anormal se convierta en algo con lo que convivimos, sometidos a una situación caótica mientras agachamos la cabeza porque incluso nuestra protesta es tenida como un insulto por las autoridades. El Tarajal es un infierno. ¿Cuántas veces habremos escrito esta frase? Es una ratonera, un caos, un insulto a toda la ciudadanía porque todos somos directa o indirectamente víctimas. Es el otro mundo. El mundo de la vergüenza. Y sucede a nuestro lado, nos atormenta... pero no podemos siquiera gritar, protestar, instar a los que nos mandan para que hagan algo más que prometer y no cumplir. Por hacerlo nos llaman alarmistas, nos afean nuestra poca colaboración, nos critican y transforman en causantes de todos los males.
Colas, bloqueos en el tráfico, hacinamiento de PERSONAS por órdenes políticas, tercermundismo, agresiones de todo tipo, robos, delincuencia, quejas, protestas, vecinos que no pueden llegar a sus casas, playas usurpadas... Es una terrible tarjeta de presentación que se repite día tras día, que nos ahoga sin que haya soluciones. Nunca estuvo peor, nunca soportamos este tipo de situaciones ya permanentes. Y lo peor es que no hay soluciones. Nos hablan de proyectos, de mejoras, de reformas, pero el problema sigue estando ahí, nos domina hasta impedir el libre ejercicio de funciones de todos, hasta ahogar la efectividad de unas fuerzas de seguridad que debieran estar prestando otros servicios necesarios en una ciudad cuyo repunte delictivo es evidente, más allá de las estadísticas oficiales.
Quienes nos gobiernan pueden estar superados por la situación, pueden enfadarse con las críticas, pueden sentirse atacados sin razón, pero lo que no pueden hacer es callar, ocultarse, mirar hacia otro lado, esconderse, no comparecer para ofrecer de una vez por todas soluciones. Porque los ciudadanos necesitamos más allá de esas respuestas el conocer soluciones efectivas, porque nadie nos puede obligar a vivir sometidos, atrapados en una ratonera sin control, entregados a una hilera de acontecimientos en los que nuestra integridad física quede expuesta. Y esto es lo que hoy está pasando, lo estamos sufriendo todos sin excepción, es un nuevo capítulo de nuestra historia particular fronteriza, la que nos separa cada vez más, la que nos hunde sin consuelo alguno.