Insisto. No me gusta ni lo que veo ni lo que leo. No me atraen los frentes sesgados en los que utilizan las imágenes de inmigrantes para criminalizarlos o de menores para calificarlos de delincuentes. Toda generalización es mala. Siempre. No todo puede ser blanco o negro. Y últimamente estamos cayendo en exceso en esa criminalización. No es lógico que nada más leerse la palabra MENOR en un titular haya quienes, en masa, empiecen a criticar a los MENA, sin tan siquiera haber leído la información para comprobar quiénes han sido los delincuentes. Son ellos y punto. De igual forma sucede con la ‘calidad’ de los delitos, hasta el punto de elevar en el Código Penal un hurto pidiendo la hoguera para su autor mientras se banaliza un homicidio porque quien lo perpetra no es un inmigrante. Entonces lo exculpan y hasta dudan de las víctimas como si ellas fueran culpables. ¿En qué nos hemos convertido?
Cierto es que el repunte de robos violentos, la quema de vehículos y los atracos a plena luz del día han generado una inseguridad más que fundamentada. Hasta determinados sindicatos policiales han hecho saltar las alarmas advirtiendo de la pérdida de policías nacionales o locales, de la misma forma que han hecho las asociaciones de la Benemérita con los suyos. Y ante todo esto ha habido una errática política de comunicación de quienes debían haber hablado más con el ciudadano porque, sencillamente, es su obligación, porque un cargo político no puede revolverse contra el clamor ciudadano cuando los hechos demuestran que algo, sea cual sea la causa, está ocurriendo.
Pero ante todo el ciudadano no debe perder el norte, ni dejarse manipular por contenidos generales. La protesta ciudadana contra la inseguridad es entendible pero nunca lo pueden ser los mensajes que atacan a determinados colectivos, que utilizan fotos de encaramados a las vallas o de porteadoras y menores para tildarlos de criminales o para situarlos como causantes de todos nuestros males. Sencillamente porque esto es falso y porque incurrir en este tipo de conclusiones no hace sino generar mayor confusión ciudadana, mayor extensión del odio solo hacia unos y mayores problemas para generaciones venideras alimentadas de dardos envenenados.