Tiene 2 años. En este periodo de vida ha conocido solo el CETI. Nacida de padre argelino y madre marroquí, fue parida en el Hospital Universitario, y desde que nació no ha conocido más hogar que el que existe arriba en el Jaral, en ese compendio de módulos construidos alejados de la ciudad para que Ceuta le sirva de contención al resto del país. Hoy contamos su historia, una historia que ya conocíamos de forma superficial cuando su rostro fue protagonista de la cartelería con la que los argelinos salieron a la calle para protestar por su situación de bloqueo. La historia de esta pequeña es la que no debería pasar ninguna menor si el sistema funcionara. Habrá quien piense que porque en el CETI le den cuatro juguetes la niña tiene que ser feliz, habrá quien considere normal tener dos años a un matrimonio separado y contenido en un centro del que ven salir cada semana a otros compatriotas. Habrá incluso quien se moleste porque la madre de la pequeña Najma denuncie discriminación o reclame una atención debida. Solo con echar un vistazo a los comentarios que se hacen en redes sociales se palpa el nivel de inhumanidad que existe hoy en día.
El caso de Najma es el caso de una auténtica injusticia, de una falta absoluta de razón, de una crisis del sistema incapaz de dar salida a un matrimonio que lleva dos años esperando cruzar el Estrecho, que está criando a una hija que no conoce nada más allá del CETI, que tiene que criarse en un centro saturado, sin unos padres unidos.
Hace unas semanas partieron a la península varias compañeras con hijos, alguna incluso embarazada, pero la familia de Najma no formó parte de este cupo. Algo inexplicable incluso para la propia familia que no ha recibido una explicación de por qué unos sí y otros no, de por qué las directrices que da la Defensora del Pueblo se cumplen de forma descafeinada, cómo es posible que haya una niña que tenga por hogar el CETI, que crezca en este ambiente, que se vea sometida a una situación para nada acorde con lo que esperamos que sea este centro. La historia de Najma es la historia de la vergüenza, del fracaso de unos criterios migratorios que no hacen más que mostrar una discriminación evidente a la que ni la propia administración es capaz de responder.