Son los testimonios de los guardias civiles que tuvieron que trabajar la pasada madrugada. Que cuentan cómo “daba miedo conducir por esa carretera porque no sabíamos si lo que había en el suelo era sólo ropa o alguna persona herida”. Con estas palabras describen parte de sus viviencias en la intervención de ayer en el pase de los inmigrantes. “Venían organizados y preparados para sabotear la valla, con cizallas, mazas y palos, herramientas idóneas para sortear el vallado”, explican in situ a este periódico.
En su intento de frenar la gran multitud, los agentes se vieron desbordados y algunos aseguraron que hubo compañeros amenazados cuando se metieron por el tramo de la verja rota para frenarlos. Dos agentes recibieron golpes en la cabeza, uno de ellos con un palo por detrás y otro con una piedra, según los datos oficiales difundidos.
Precisamente, y respecto a la atención médica que los agentes intentaron recibir, este medio ha podido constatar que, sobre las 08.45 horas, los guardias se dirigieron a la Clínica Septem. Según testigos presenciales, después de preguntar varias veces sobre cuándo serían recibidos por el médico y recibir como respuesta que “estaba ocupado”, tuvieron que esperar una hora, comprobando que en la clínica no había ningún médico de guardia, ya que se encontraba en la península. Según Ingesa los agentes fueron atendidos en el Hospital Universitario. Uno de los compañeros de los heridos manifestaba indignado a este medio que “no es lógico que tras recibir un golpe en la cabeza ni siquiera les hicieran una radiografía”. Se ha presentado una queja en la clínica por el trato recibido. Según fuentes del Instituto Armado los agentes no se han dado de baja ya que continúan prestando servicio.