El abandono en el que se encontraba el puerto era una auténtica vergüenza. No nos hemos cansado de contar, fotografiar y grabar la enorme presión migratoria y la falta de medidas efectivas para poder recuperar la normalidad perdida. Los inmigrantes, que buscan colarse en algún barco, habían dejado paso a otros que se habían construido sus propios campamentos en las escolleras para poder delinquir. Ese era su único objetivo, utilizando para ello a menores o abusando de ellos. La semana pasada dos fueron apuñalados y uno terminó por no reconocer a su agresor por miedo. Nada más que eso, puro miedo. Se trata de menores que no estaban registrados en La Esperanza, sino que tras cruzar la frontera se habían integrado perfectamente entre estos grupos, terminando por protagonizar episodios que también han cobrado protagonismo en nuestras páginas: rompiendo coches, arrojando piedras desde los techos, escupiendo a los agentes... Qué contar que ya no se sepa. Los responsables de los comercios cercanos eran víctimas directas de esta situación, al igual que los clientes, cansados ya de soportarla.
La Guardia Civil vigila desde el pasado fin de semana el puerto. Lo hace utilizando patrullas que se han tenido que quitar de otros puntos. Se han convertido en vigilantes del acceso al recinto portuario, controlando la presencia de inmigrantes. ¿Pero hasta cuándo y con qué efectividad? El personal que ahora tiene como función exclusiva la zona portuaria no es de nueva incorporación. Que se le haya marcado este nuevo destino supone la merma de otro. Además de ésta cabe aclarar qué es lo que se puede hacer ante el grave problema al que nos enfrentamos: se detecta a un menor y lo más que van a hacer los guardias es transformarse en taxistas para que, a las horas, vuelvan a aparecer en el lugar. Si localizan a argelinos del CETI, lo mismo. Durante un periodo concreto (veremos hasta cuándo se puede mantener este control sin que otra zona de la ciudad sufra las consecuencias) habrá menos presión en el puerto, pero no se habrá actuado sobre el origen del problema, sobre su auténtica causa. No se habrá actuado de forma inteligente sino, todo lo contrario, solo para calmar el periodo crítico en el que se vivía aminorando así los titulares mediáticos, los que escuecen, no los complacientes. Ésa no es la solución que necesita el ciudadano, es solo la solución para la clase política encerrada en su burbuja. No más.