Manuel Orozco sirve de cicerone. No se mueve de la silla, ni siquiera saca las manos del barro. Pero explica perfectamente el sentido del taller al que lleva varias años apuntándose. Este concretamente, que empezó el pasado 25 de octubre y que culminará el día 4 de noviembre, en el Museo de la Basílica Tardorromana, es de tecnología cerámica. Y cierra el programa de actividades del museo, en el que han tenido cabida más cursos de cerámica y también de pintura. Para todos los gustos.
Dice Manuel que este taller, que incuye parte teórica y práctica, le aporta técnicas para modelar, decorar, bruñir. Que ya tiene dos piezas en casa. En el salón. Y que mientras que se programen, seguirá acudiendo. Mónica Bermúdez, sentada junto a Manuel, asiente. Misma opinión, mismo sentimiento.
El taller, impartido por Carmen Navío, esperaba ayer la visita de la consejera de Educación, Cultura y Mujer, Mabel Deu. Una visita rutinaria. Pero no acudió. Problemas de agenda. “Pero a ti, Manuel, ¿no se te parte el filo de la copa cuando lo intentas colocar?”. Esa era la máxima preocupación de uno de los alumnos, embuidos en la dinámica de la clase. La otra, que cuando el Museo tuviera la pieza terminada para introducirla en el horno, quedara en perfecto estado.